Capítulo 4: Konohagakure.

Era un día despejado de nubes, el sol brillaba y una fresca brisa pasaba por el bosque.

-Señor monje he venido a visitarlo, igual que cada año ¿Lo ve? No me he olvidado de usted.

Una joven de entre once y trece años se encontraba frente a una tumba.

-La verdad es que vine para despedirme. Lo sé no me despedí ni cuando me fui para aquel lugar pero ahora... realmente no sé si podré tener tanta libertad como allí.

De pronto se quitó un pequeño collar.

-Esto lo gané en ese lugar ¿O quizá sólo pasé una prueba? Bueno, simplemente diré que es mío ¿Verdad que es hermosa? Me dijeron que tenía que protegerla, ya que era peligroso... ¡Ah!, eso no importa ahora. Señor monje... -su voz se cortó -Ya tengo que irme, esa mujer me está esperando.

Se puso de pie dejando tras de sí la tumba con flores e incienso.

-¿Terminaste?

-Sí -respondió con una mirada cabizbaja y vacía -Tsunade-sama ¿Dónde iré ahora?

-Vendrás conmigo, iremos a Konohagakure No Sato.

-Tsunade-sama... -apretó sus pequeños labios.

-Es momento de regresar.

-Entendido, Tsunade-sama.

Mientras la mujer avanzaba la muchacha quedó con la vista atrapada en ese viejo y destartalado templo.

Avanzando pocos pasos detrás de la boluptuosa rubia se encontraba Shizune.

-Aome-chan es momento de irnos.

-Shizune-san, gracias también por venir.

Ella negó con la cabeza -Está bien.

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-Ibiki, Anko.

-Hai.

-De ahora en adelante ustedes se encargarán del entrenamiento de esta niña. Es una orden.

-Como ordene, Hokage-sama.

-Aome, ellos dos serán tus maestros en ninjutsu, taijutsu y genjutsu.

-Hai.

-Tu entrenamiento iniciará en una semana, hasta entonces hay cosas de las cuales tenemos que hablar.

-Como usted ordene -respondieron los tres al unísono.

Los dos Jounin que se encontraban sobre una rodilla desaparecieron en una nube de humo.

-Shizune regresa a la torre Hokage y prepara todos los documentos necesarios.

-Hai.

-Aome, sigueme.

-Si.

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La rubia de pechos prominentes se encontraba sentada bebiendo de una pequeña copa de sake frente a una niña.

-Come algo~, estas en pleno crecimiento, No querrás tener el pecho plano ¿Verdad~?

-Annoo... Tsunade-sama, ¿Usted quería discutir algo conmigo?

-¡Ah, si si! -de un sólo golpe bebió otra copa -Tu, todavía no tiene un apellido ¿Verdad?

La joven apretó los labios -No, el señor monje sólo me enseñó mi nombre.

-Uhmm...~ Ya veo...~ -jugo con la copa vacía en su mano -Entonces, ¡Hip!, para hacerlo corto te diré esto, ¡Hip!, tu apellido es igual al mío.

-¿Al suyo? Quiere decir...

-Senju, sí.

La ebriedad de sus ojos desapareció y sólo reflejaban la seriedad del asunto.

-Tsunade-sama, no puedo aceptar...

-No te estoy obsequiando nada, por tus venas corre la sangre del clan Senju.

-¿Eh?

-¡Jajaja! -rió la mujer -Esa expresión en tu rostro no tiene precio niña, ¡Jajaja!

-¡T-Tsunade-sama!

-Escucha, tus orígenes son lo de menos. Tu apellido es Senju, por lo tanto a partir de ahora serás conocida como Senju Aome.

-Senju... Senju Aome.

-Si, bueno, eso era todo ya puedes irte.

-Etto... Uhm... Tsunade-sama...

-¿Qué? -preguntó con una botella de sake en su mano -¿Hay algo más?

-Yo... -se aclaró la garganta -Comprendo que ha partir de hoy estaré en la aldea de la hoja pero ¿Dónde exactamente?

-Ah, es cierto. Sería problemático tenerte viviendo conmigo en estos momentos -murmuró para si misma -Y con Shizune tampoco sería conveniente.

Observando el dilema en el cual se encontraba la mujer quiso hablar pero fue interrumpida -Toma esto -le arrojó una billetera con dinero -Quédate en una posada por un par de días, arreglare un lugar para ti pronto.

-Como usted diga.

Con eso ella no dijo más y se marchó.

No muy lejos de allí encontró una pequeña posada en la cual tomó un baño, cambió su ropa por otra mas cómoda y finalmente cenó.

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-Tsunade-sama, sobre Aome-chan...

-¿Qué opinas de ella?

Shizune se sorprendió por un momento, pero recuperó su compostura- Aome-chan es... una buena niña.

Tras unos momentos de silencio en los cuales bebió un poco más Tsunade finalmente habló.

-No hablo de eso -jugó con el pequeño recipiente en sus manos -Ese viejo solía decir que la niña era rara, pero siempre lo decía con una molesta sonrisa.

-¿Tsunade-sama?

-En entrenamiento de esa niña comenzará pronto... Dependiendo de su avance como ninja la entrenaremos como en ninjutsu médico.

-Iryō Ninjutsu... ¿Planea entrenarla usted misma?

-Quien sabe... eso dependerá de sus habilidades.

Y así pasó un año, un año en el cual la aldea de la hoja ignoraba que su Hokage había traído una joven llamada Aome, un año en el cual Aome estuvo aislada por su entrenamiento.

Y en este año en donde se ignoraba su existencia la vida en la aldea y la de sus habitantes siguió.

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