Parte 5: Un jueves lleno de aventuras
Desde el fondo del corazón, gracias a todos los que siguen esta historia.
CAPÍTULO V: UN JUEVES LLENO DE AVENTURAS
Al día siguiente, Anne llegó con recargadas energías a la escuela y ya no dispuesta a prestar atención a ninguna objeción que tuvieran otras u otros respecto a su comportamiento o menos a restricciones absurdas que quisieran imponerle. Y con orgullo cual pavo real, sintiéndose segura de sus capacidades y conocimientos que sobresalían entre los demás a pesar de las críticas, caminó con altivez y sin perder el tiempo mirando a nadie hasta el asiento más envidiado por el alumnado femenino.
Para variar, Gilbert fue quien esta vez llegó justo cuando sonaba la campana y al sentarse a su lado la saludó entre dientes por amabilidad, notándosele desde el principio algo contrariado.
Ella que tampoco se encontraba de excelente humor esa mañana, no se anduvo entonces con rodeos.
"¿Por qué me seguiste ayer?" decidida le escribió
"No lo hice. Tu casa me queda de camino" corrigió él de inmediato, reflejándose en su misma hostilidad. No obstante, al cabo de unos minutos, observándola de reojo con visible resentimiento, según Anne se percatara, sin poder resistir su propia ansiedad se atrevió a consultarle sobre el acompañante con el que le viera la tarde anterior.
"¿Quién es el francés?" requirió saber en una nueva nota y Anne comprobó así que efectivamente se encontraba celoso
"¿Acaso te importa?" preguntó sin embargo para fastidiarlo
"¿Qué crees tú?" fue la respuesta de él
Leer aquello, aunque Anne creía estar preparada ya para cualquier revelación, igual le asombró de sobremanera, porque fue ratificar que él sí sentía interés por ella, confirmando todas sus ilusiones y despejando sus inquietudes, y fue debido a eso, a esa impresión en gran parte, que permaneció callada y retraída durante casi todo el resto de las horas de clase.
Ese día como cereza en el pastel, les comunicaron sobre la Feria de Ciencias abierta a la comunidad que se llevaría a cabo en dos semanas, razón por la que debieron quedarse un rato más a la salida para organizarse dentro de los grupos que el Sr. Phillips formara (los chicos separados de las chicas como de costumbre en sus métodos educativos) para empezar a preparar los respectivos temas.
Pero como para todo adolescente el sinónimo de reunión es distracción, los muchachos no tardaron en ponerse a platicar sobre deportes y sus asuntos al igual que a bromear, en tanto las chicas muy aparte de tratar los debidos tópicos escolares que se les encomendara, ocuparon también el tiempo en sus propios juegos.
-¡Secreto o desafío!- convino así Josie Pye, la líder de todas. En tanto Anne vio que Diana, que para su suerte en seguir manteniendo las distancias que le impusieran, le había tocado juntarse para el proyecto con una herida Rubby y con la coqueta Tillie, la observaba de lejos al oír mencionar el juego, como advirtiéndole que tuviera cuidado y no les siguiera la corriente ni a la rubia alta ni a su fiel copia, Jane, con quien a ella en cambio ("Para mala suerte", se decía) le había tocado hacer grupo.
No obstante, para su sorpresa las tres primeras chicas no tardaron en ser invitadas a unírseles para volver más interesante la actividad
-...Porque con pocas participantes no tendría sentido- se encargó de explicar la presumida de Josie mientras le pedía que se sentaran en un círculo, antes de comenzar.
Y fue así como Anne terminó enterándose de varias vivencias de sus compañeras que eligieran develar anécdotas en lugar aceptar de forma valiente los retos... Supo de tal manera que a su antigua mejor amiga (quien por cierto procuraba mantenerse lo más apartada que podía de ella para que no llegara a voces de sus padres el que como buena desobediente andaba de nuevo socializando con la "mala influencia" y encima en ese tipo de cosas) nunca le habían besado en los labios, o que la peor vergüenza que pasara Tillie fuera cuando se le rompiera parte del vestido en medio de un evento de gala importante, problema que supo sobrellevar con ingenio y el pequeño costurerito que acostumbraba a cargar siempre como damita precavida en su bolso... O se divirtió para qué, con la desenvoltura en que Jane, renuente a confesar el nombre del chico que le gustaba en el aula, aceptó el reto de ir a inmiscuirse a la sección de los muchachos para darle un sonoro beso en la mejilla de repente a su insoportable hermano mayor, quien extrañado la tildó de loca mientras todos su compañeros se le mofaban... La única que decidió no participar fue Rubby (quien sin atreverse a sostenerle la mirada debido a lo traicionada que se sentía por su causa, en todo momento simplemente había optado por ignorarla) y su decisión fue aceptada respetando su tristeza.
Anne hubiese querido no formar parte tampoco de aquel jolgorio, más se vio en la obligación de seguirles el amén con paciencia en pro de obtener una buena calificación el día de las exposiciones, y tal como lo esperaba entonces, al llegar su turno no tardaron en consultarle sobre Gilbert, siendo la más malintencionada la promotora de todo.
-¿Secreto o desafío, Anne?- le había dado a escoger con malicia Josie Pye.
Como varias de las chicas intercambiaron miradas entre ellas y hacia donde se encontraba Gilbert en reunión con su propio grupo, a Anne le hicieron dudar, creyendo que el desafío que pensaba escoger desde un principio podría tratarse de algo con respecto a él.
-¡Secreto!- eligió por lo tanto, de forma algo nerviosa pero procurando no darlo mucho a notar
-¡Perfecto!- no se contuvo de expresar la chica chismosa y luego prosiguió con una de las preguntas que todas por lo visto querían saber –Dime... ¿Qué más hicieron y de qué conversaron tú y Gil el día en que se fueron en la bicicleta?-
Anne no dispuesta a exponer los temas que le mencionase él y mucho menos a tratarlos en público, habiéndolos abordado como muy buenos amigos los dos, prefirió de tal modo hacer una corrección de improviso.
-Prefiero la penitencia- opinó levantándose y viendo como Josie Pye lo hacía también al instante sin disimular para nada al dirigirle una mirada de odio, no acostumbrada como niña mimada a obtener un "no" por respuesta.
-...Muy bien, si eso es lo que quieres... ¡Tu desafío será... ¡que camines por el tejado!- inmisericorde y con rabia entonces decretó, y sin importarle las inmediatas expresiones de asombro o hasta los intentos de disuadirla de las demás para que cambiara de idea y se le impusiera algo más fácil; sólo se cruzó de brazos a la espera de que lo ejecutara.
-No, porque yo canté primero la orden. Sí lo hubieran hecho ustedes tendrían derecho a reclamar- opinó
De tal modo, hasta Diana intervino arriesgándose a hablarle de nuevo a la propia Anne en vista de que la rubia estaba renuente.
-¡Anne, por favor escúchame, no tienes que hacerlo, solo invéntate cualquier cosa respecto a la pregunta y terminemos con esto, ok!- trató de convencerla, más la pelirroja era una chica de retos y no se dejó sorprender por la propuesta
-No te preocupes Diana. Yo puedo con esto y con muchísimas cosas más- con amabilidad para su amiga pero sin bajarle la mirada a la autodenominada cabecilla de las chicas, Anne profirió, para enseguida sin perder el tiempo encaminarse hacia la salida.
Gilbert que la mayor parte del día había pasado también ignorándola y que hasta había aprovechado (supuestamente de casualidad) el momento en que a le tocara su turno en el juego para acercarse a la apartada a Rubby para flirtear con ella, un claro intento de darle celos, que bien pudo notar; no pudo esconder el asombro al escuchar todo el alboroto que se formó mientras la veía pasar junto a la temeraria comitiva hacia el jardín. Lugar en el que Anne sin miramientos se dirigió hacia una larga escalera de madera para subir al techo de la escuela.
-Esa chica está de remate jajaja- expresó Moody riendo sin poderlo creer
-¡Por lo visto la huérfana fea ya se volvió loca!- expresó Billy riéndose como si hubiese contado un gran chiste y sus secuaces se carcajearon con él
-¿Qué es lo que van a hacer?- preguntó Charlie preocupado, un chico alto que Gilbert se había dado cuenta que miraba demasiado a la escondida a Anne.
Y así en medio de un montón de murmuraciones, Anne una vez al alcanzar la cornisa, se paró en lo más alto del tejado lista para llevar a cabo la hazaña.
Gilbert que había estado comportándose parco con ella y coqueto a forma de venganza debido a su enojo, tuvo que con cargo de consciencia contener la respiración al verla realizar aquello, y su corazón casi dio un vuelco cuando ella durante unos instantes le clavó sus ojos zafíreos, temerosos pero a la vez siempre valientes y decididos antes de emprender su andar.
Anne comenzó de tal manera a caminar haciendo equilibrio por la cumbrera y hubo conmoción general y gritos, y no faltó el que fuera a contarle lo que ocurría al Sr. Phillips, ocupado en su despacho entonces con las tutorías personalizadas de Matemáticas de Prissy Andrews. Todo aquello hizo poner nerviosa a Anne, que terminó en algún rato dando un paso en falso y resbaló desde las alturas, cayendo por fortuna en uno de los frondosos arbustos laterales de la escuela.
Gilbert y Diana fueron los primeros en ir a socorrerla y comprobar si se encontraba bien.
-¡Anneee!- gritó Diana angustiada creyendo lo peor al ver que en primera instancia estando boca abajo no se movía, pero luego la chica pelirroja emitió un ligero quejido y aquello fue un inmediato alivio, no sólo para la pelinegra sino para todo el mundo.
Gilbert entonces no perdiendo el tiempo le ayudó a levantar
-Anne háblame por favor... ¿cómo te encuentras, te duele algo, te lastimaste?- le preguntó sin ocultar su preocupación
-...Creo... que me torcí el tobillo...- Anne expresó aturdida mientras se sostenía de ambos para poder estabilizarse y Gilbert no dudaba en quitarse su abrigo y ponérselo para cubrirla de la suciedad que quedara en su vestido al rozar el polvo del techo.
Para eso llegó el profesor acompañado de su alumna favorita a constatar lo que ocurría pero por suerte no alcanzó a presenciar el accidente y cuando le increpó a la involucrada a qué se debía todo el alboroto, ésta enderezándose, logró con actitud de actriz aparentar que no le pasaba nada. Algo que fue respaldado de inmediato por Josie Pye, que de otra manera podía salir involucrada y que a su vez se encargó con una significativa mirada de animar a las otras chicas en busca de apoyo, con lo que entre todas consiguieron convencer al profesor que se encontraban jugando y que todo había sido una falsa alarma.
Anne también notó que entre Josie Pye y Billy había contacto visual, y que éste último hasta en un momento le hizo un guiño, constituyendo el coqueteo entre ambos la razón por la que no les había desmentido y delatado junto con sus inseparables amigos, y como nunca se alegró de que el par de invivibles, tal para cual, se entendieran.
-¡Muy bien, se acabaron las actividades por hoy! ¡Todo el mundo a sus casas!- vociferó el maestro atribuyendo que tanto desorden se debía al cansancio de los alumnos y ordenó así que todos fueran por sus cosas, dando por concluido el tiempo suplementario.
Pero los estudiantes que permanecieron un ratito más en los exteriores, con asombro vieron que Anne desestimando lo que acababa de suceder, pareciendo no tener en cuenta el hecho de que acababa de caer en realidad de una gran altura, intentó valientemente emprender el paso sin ayuda.
-¿Anne no pensarás irte sola a la casa?, déjame acompañarte, puedes apoyarte de mí- ofreció enseguida Diana, como buena amiga asustada.
-No hay de qué preocuparse, no es nada que no pueda controlar- Anne con una dolida sonrisa, intentó simular que estaba por completo bien -Te lo agradezco de corazón Diana pero lo que menos quiero es que te busques más problemas por mi culpa- añadió, tratando de adelantarse aún con su cojera.
-Yo te llevaré Anne- entonces ofreció Gilbert caballerosamente, quien se había hecho a un lado respetando las trabas que le imponía ella, pero sin poder evitar por esto seguir preocupado. Más Anne recordando de repente que ambos estaban enojados, así como que el que ya parecía costumbre que casi todos los problemas que se ganaba eran por su causa, y aparte recordando su actitud premeditada para con Rubby; únicamente le torció los ojos prefiriendo continuar con altivez por su cuenta.
Gilbert de tal manera, sintió el enojo por el rechazo creciendo con premura en su interior mientras los presentes fijaban su vista en él, pero esto último fue lo que menos le importó. Culpando a aquella chica rebelde por estarlo confundiendo y haciéndole actuar como un loco al lograr hacerle perder la cabeza, se despertó en él a la vez el deseo de domarla.
-¡Lo siento pero por tu bien está en mi deber no permitir que te vayas así!- resolvió de repente alcanzándole el paso y sin que nadie se lo esperase, en especial la propia Anne, se atrevió a levantarla en peso aún en contra de sus protestas para llevarla él.
-¡Pero qué haces! ¡Gilbert Blythe como te atreves!, ¡¿Qué crees que soy, tu saco de papas?, bájame ahora mismo!- gritó y pataleó pero él con su fuerza varonil, soportó estoico, únicamente deteniéndose unos segundos para intercambiar unas cuantas palabras con Diana
-Diana por favor, excúsanos con el profesor si pregunta, invéntate algo, cuéntale que Anne se lastimó y que tuve que llevarla a casa-
-No te preocupes Gilbert, gracias por tu ayuda. Yo me encargaré de eso y también de dejar guardadas sus cosas en el armario- presta a colaborar, la pelinegra profirió
Gilbert le agradeció y luego emprendió el camino hacia Green Gables por un atajo que cruzaba por el bosque, de los tantos que conocía, con la salvaje chica a cuestas que roja como un tomate toda ella, no dejaba de golpearle la espalda y de proferirle insultos.
-¡Eres un abusivo, idiota, un neanderthal, bájameee!... ¡Ya déjame ir!- Anne lloriqueó.
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En cuanto estuvieron bien adentrados en el trayecto, Gilbert con tanta amenaza de que jamás le iba a perdonar, simulando dejarla caer la posicionó entre sus brazos.
-Te tengo- bromeó con ella a pesar de todo, sin darle importancia al montón de maldiciones que le profiriera y Anne al ver su buena actitud tan diferente a su mal humor, se tranquilizó un poco y se sujetó con un brazo de su cuello un tanto avergonzada –No iba a dejarte caer, si hago esto es porque me preocupo por ti. Dentro de poco estarás en tu casa tranquila y segura- le explicó y notó entonces que se secaba las lágrimas, pareciéndole aún toda revoltosa más adorable que nunca.
Anne no pronunció nada al respecto, en lugar de ello se puso a observar todo alrededor con atención, cual niña pequeña que mirara esa floresta por primera vez.
-¿Esta es no es la parte del bosque que dicen que está encantada?- preguntó dejando atrás el enfado ganada por el miedo
-Son solo viejas leyendas de fantasmas de las que no hay que temer... Muchas veces quienes dan más miedo son los vivos- analizando la vida, Gilbert opinó y estando de acuerdo con ello, Anne ya calmada, sólo prefirió cerrar los ojos y apoyando la cara en su pecho, lo abrazó.
En unos diez minutos a diferencia de los veinte que tomaba recorrer el camino normal, ambos estuvieron en los terrenos de los Cuthbert, y Marilla que en esos momentos se encontraba barriendo el porche, impresionada se apresuró a atenderlos al verlos llegar.
-¡Pero Dios santo, que fue lo que sucedió! ¡Anne!- exclamó la señora aterrada al ver su Anne, cabizbaja y siendo conducida en los brazos de un muchacho, por lo que Gilbert de inmediato ofreció una explicación.
-Buenas tardes Sra. Cuthbert, lo siento por presentarme aquí así, es que Anne se torció el tobillo y me ofrecí a traerla. Si lo desea no tendré inconveniente en dejarla en su cuarto, Anne por unas cuantas horas no debe caminar- a su vez le recomendó, habiendo ya visto y experimentado a lo largo de su vida algunos de esos casos.
-Te lo agradezco mucho Gilbert, veo que eres ahora todo un caballerito al igual que tu padre a tu edad. Por favor sígueme- le pidió así conduciéndolo dentro de la casa, y una vez llegaron arriba, indicándole cuál era la habitación de Anne, Gilbert colocó despacio a la chica pelirroja sobre la cama.
Ella se quejó entonces, lo que asustó más a Marilla
-¿Te duele mucho, quieres que envíe a alguien a la ciudad en busca del doctor?- preocupada preguntó
-No, no hace falta, ya se me ha de pasar- optimista aunque su rostro expresaba lo contrario, Anne semi incorporándose aseguró. Por lo que Gilbert colocando una silla que estaba en un rincón, junto a la cama y sentándose, se aprestó él mismo, aunque nadie se lo pidiera, a retirarle los botines para que pudiera descansar.
-¿Puedo?- le solicitó permiso así para revisarle el tobillo y Anne compartiendo rápidas miradas entre él y Marilla, al final asintió –...Es sólo un esguince que no parece de gravedad, como lo supuse- Gilbert en cuestión de instantes como todo un buen doctor vaticinó –Mi papá y yo ya hemos pasado por esto. Con un poco de antiinflamatorios estará bien para la noche-
-Gilbert, vaya... no sabía que tenías dotes afines a la medicina. La última vez que te vi eras solo un niño pero veo que te estás convirtiendo en todo un hombre de bien- Marilla realmente impresionada, comentó
-Es mi sueño convertirme en médico en el futuro- Gilbert levantándose y rascándose la nuca un poco sonrojado, les compartió –Les agradezco a ustedes por permitirme practicar como mis primeras pacientes-
-Y nosotras confiaremos en ti. Enviaré enseguida a Jerry, el muchacho francés que nos ayuda en la casa, para que vaya a comprar los medicamentos de Anne- Marilla expresó en respuesta, ayudándole así a él sin querer a despejar una duda.
Gilbert miró a Anne por lo tanto para hacerle saber que ya había descubierto su tan guardado secreto, pero ella, cansada y ocupada retirándose los calcetines para entonces, ya ni le importó y no prestó atención a lo que estaba diciendo Marilla así como tampoco tuvo el cuidado suficiente de no permitir que la falda se le subiera lo suficiente para dejar al descubierto por unos cuantos segundos sus esbeltas piernas.
Marilla que en esos momentos se encontraba pidiéndole a Gilbert que se quedara a almorzar con ellos, no lo notó, más para él fue algo que, aunque muy breve, se le quedó grabado en la retina y sintiéndose de pronto un tanto incómodo, pidió disculpas para retirarse, fingiendo que tenía algo pendiente e importante que hacer en su casa.
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En su cuarto de noche, un tanto sudoroso al punto que en algún rato tuvo que abrir la ventana, Gilbert no podía dejar de pensar en la chica de la casa de las tejas verdes.
Anne Shirley con su alma brillante, su espíritu enérgico, su seria historia a cuestas, su frondosa cabellera pelirroja, su carita de muñeca, su tez de porcelana bañada de pecas, sus ojos color del cielo de verano, su delicada silueta, sus largas piernas y sus bonitos pies. Toda ella le parecía perfecta.
Era la primera vez que le pasaba. La primera vez que deseaba atraer la atención y estar junto a alguien de manera tan desesperada. Algo que no le había hecho falta antes siendo siempre tan amado y admirado a lo largo de la vida. Pero siempre había inicios, se dijo, y para entonces ya sabía que Anne era el suyo. Su despertar al mañana.
¿Qué le pasaba, acaso estaba enamorado?
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Continuará...
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