Parte 3: Un martes super feliz
¿Qué era lo que Gilbert Blythe quería preguntarle? Con esa inquietud en mente, que durante la noche poco le había dejado dormir, Anne se apresuró ese martes a la escuela... reconociéndose más emocionada que nerviosa, como nunca.
Él el día anterior se había portado de maravilla, demostrándole que no era el chico engreído ni presumido del cual con vagas ideas se formara una opinión en la cabeza, luego de que se burlara inmisericordemente de su color de cabello en uno de sus primeros días de clase, y el tener que sentarse a su lado siendo el más popular y admirado allí y del que además todas sus compañeras jamás paraban de expresar lo lindo que era (algo que ella empezaba en su interior con mucha razón a considerar) era en definitiva lo más emocionante que le había sucedido en meses o mejor dicho desde que llegara a Avonlea, fuese adoptada y se enterara de que iba a recibir una educación... De verdad, sentía sin exagerar que algo especial había sucedido, que ambos en pocas horas habían logrado conectar de alguna forma mística, mágica... Había llegado a esa conclusión después de analizarlo toda la noche, casi sin poder conciliar el sueño, y con ilusión por lo tanto estaba llegando a creer que hasta podrían ser almas afines, así que necesitaba comprobarlo... Pero no quería para esto que las demás notaran la emoción que le estaba despertando, para no causar un alboroto, puesto que en el fondo no solo de Ruby, Gilbert era el amor imposible de gran parte del alumnado femenino y ella había caído en cuenta de ello desde el día en que lo conociera e ingresara luego en su compañía al salón. El ideal masculino en la escuela. Por lo que no quería que al notar su acercamiento con él, la empezaran a envidiar... o a odiar más.
De tal modo y hasta que dieran inicio las clases, queriendo evitar conversaciones desagradables con todas aquellas que sabía muy bien hablaban a sus espaldas, Anne prefirió entretenerse elaborando una guirnalda de flores en el camino y sólo cuando el señor Phillips sonó la campana dando aviso que ya debían entrar, corrió desde el sendero semi oculta por la arboleda y cercano al jardín donde se encontraba para ingresar al inmueble.
-¡Date prisa Shirley!- el maestro que siempre la llamaba por su segundo nombre, en tanto continuaba parado en las escalinatas de entrada haciendo sonar la campana de mano para dar aviso a los retrasados de que se apuraran, le apuró para que entrara al verla y ella con amabilidad le saludó
-Buenos días Sr. Phillips-
-Debería cerrar todos los días la puerta al inicio sin permitir ingresar a ningún atrasado- le escuchó quejarse así cuando pasaba ya al lado de él, como necesitando compartir sus malestares laborales con alguien, más ella prosiguió de largo hacia el lugar que ahora por mandato le correspondía.
Para esos momentos todos estaban terminando de organizarse en sus respectivos asientos y Gilbert que hasta entonces había estado sentado encima del pupitre como acostumbraba hacer, siempre seguro y de lo más campante hasta que llegara el rato de en realidad tener que comportarse y seguir el orden; dejó de conversar con sus amigos al instante y se bajó enseguida, centrando su atención en ella ni bien verla.
-Buenos días Anne- le saludó colocando sus brazos a la espalda, aparentando formalidad en cuanto ella se hubo acercado -¿Cómo estás hoy?- con cordialidad le preguntó
-Buen día Gilbert. Yo muy bien ¿y tú?- contestó a su vez ella de excelente humor, mientras se ubicaba a su lado y veían poco después ambos como pasaba hacia la parte de adelante del salón el profesor. Anne sentándose recta, adoptó entonces una actitud de mediana altivez procurando mirar siempre al frente, como para dejarle en claro que estaba abierta a una conversación y posible amistad, pero que no toleraría ninguna falta de respeto.
Le vio por lo tanto, sonreír a él con el rabillo del ojo.
-...Bueno, hace un rato estaba bien pero ahora con tu compañía estoy mucho mejor- le contestó Gilbert con galanura, haciéndola de inmediato sonreír y teniendo que como un damita cubrirse la boca, y luego para su sorpresa deslizó sobre el escritorio una manzana que había llevado esa mañana para ella. Anne le volvió a sonreír al disimulo con emoción y tuvo así la certera intuición de que aquel sería un bonito día.
Los martes, jueves y viernes veían Matemáticas durante las primeras horas, y en aquella ocasión el profesor les delegó resolver algunos ejercicios en parejas. Esto aplicaba para cada asiento y únicamente quien se sentaba solo, tenía derecho a integrar un grupo de tres.
Como tanto ella como él eran los más aplicados del curso, el trabajo no les resultó difícil y fueron los primeros en que los resolvieron, quedándose el profesor impresionado e inclusive teniendo que felicitarlos.
-Blythe, Shirley, déjenme decirles que todo está correcto. Han superado sin lugar a dudas y con creces mis expectativas para con ustedes- comentó el profesor de bigote al revisar minuciosamente el trabajo –Y debo reconocer además que juntos forman un equipo increíble. ¡Felicitaciones!- profirió en medio de su seriedad, lo que de por sí solo consistía ya un gran mérito puesto que con ninguna tarea que se le presentara parecía quedar del todo satisfecho -Ambos tienen dos puntos adicionales en actuación en clase- decretó
Los dos premiados contentos en una acción natural chocaron en alto sus palmas, festejando su logro, y para cuando Anne al descuido miró hacia la sección femenina, se encontró de cara a varias otras llenas de odio e incredulidad, puesto que lo que tanto había estado previendo, se empezaba a volver realidad.
El propio Gilbert quizá también lo notó pero no le dio importancia (según Anne caviló luego) y ella optó por seguir de lleno su actitud. No dejando que nada interfiriera en su felicidad de ese día y mucho menos si se trataba de las habladurías de otros.
Por otra parte, Gilbert se le había acercado demasiado al momento de resolver los ejercicios, hasta el punto en que sin querer se habían llegado a topar sus brazos, ocasionando una pequeña reacción eléctrica. Él había aparentando enfocar entonces todo su interés en las matemáticas... más ella había entendido en su repentina e inusual timidez que también sentía algo de interés por ella.
El resto de horas se les pasó a ambos muy rápido, embebidos en un perfecto ambiente de alegría entre conversaciones escritas y secretas, y para cuando llegó la hora de salida, Gilbert para su asombro, prefirió alejarse de sus amistades para irse con ella.
-¡Anne, espera!-
Y con todo, mientras las demás chicas no dejaban de observar la curiosa escena ni a ella de arriba abajo con visible rabia, Anne sólo se dignó a mirar durante algunos segundos con nostalgia fraternal a Diana, quien cruzada de brazos y luciendo un tanto resentida la observaba también de lejos pero sin atreverse a hablarle. Haciendo completo caso a lo que le impusieran sus padres... No le importó por lo tanto, demostrarle que ella también podía conseguirse sin problema un nuevo mejor amigo, y el que éste se tratara posiblemente del Gilbert B. de los sueños de todas, lo volvía el doble de genial. Permitió así tomándose del brazo de él cuando llegó a su lado, que la acompañase a la salida.
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-Y bien... ¿Querías decirme algo?- Anne preguntó adelantándose un poco, una vez estuvieron afuera
-Sí, me preguntaba si te gustaría que te lleve a casa hoy- le propuso entonces Gilbert mientras se encaminaba hacia una de las paredes exteriores de la escuela para recoger una bicicleta que yacía allí arrimada –Se la tomé prestada hoy a mi padre... Es la última vez que la saco antes de que llegue el invierno - le contó así en tanto ella volteaba a ver de qué se trataba – Podría darte el aventón, si quieres- añadió sin complicarse él, con en esa cordialidad y seguridad en sí mismo que tanto le caracterizaba
-...En realidad... no hace falta... no tienes por qué molestarte- medio tartamudeó Anne sorprendida por el ofrecimiento y él a su modo insistió
-En realidad no es ninguna molestia, Green Gables me queda de camino- especificó
-Ok, en ese caso... creo que no habrá problema- disimulando torpemente su nerviosismo, Anne de tal modo aceptó. Se acomodó por ende bien su mochila al hombro para empezar, para que no le estorbara cuando tuviera que sostenerse de los de él y caminó luego hacia la parte trasera de la bicicleta para ubicarse –Me avisas cuando estés listo para subirme- con inocencia señaló
-Pero no, ¿qué haces?- Gilbert preguntó extrañado, volviéndose a mirarla después de acomodarse en la bicicleta –Las chicas viajan adelante- le especificó encontrando peculiar y muy simpática su actitud.
Anne no sin sentir vergüenza, pero no queriendo parecer un ser de otro mundo, siguió su indicación y tomo asiento de lado delante de él, quien para agarrar el manubrio tuvo que rodearla con sus brazos.
-¿Todo bien? Te siento algo trémula- Gilbert expresó con curiosidad al notarla de repente muy callada, algo que no era del todo normal proviniendo de ella.
-¡Estoy bien!- Anne exclamó no obstante de inmediato –Solo un poco nerviosa porque nunca me han llevado en bicicleta- mintió, porque la verdad era que aquellos nervios eran ínfimos en comparación a los que tenía por sentirlo tan cerca.
-Bueno pues, siempre hay una primera vez. Tú sólo relájate y disfruta del trayecto que todo estará bien. Yo te protegeré- dijo él al arrancar expresándole además una adorable promesa, y Anne tuvo que obligarse a mirar sólo hacia el frente para no caer en la tentación de contemplarlo, porque le parecía irreal el poder estar conociendo a un chico así.
"¿Cómo puede ser tan bello?" No dejaba de preguntarse en su interior
Avanzaron de tal forma por los hermosos parajes de ese sector de Avonlea, que a pesar de lucir con algunos árboles deshojados, algo que avisaba que estaba ya a las puertas el invierno, no perdían su majestuosidad. Anne tuvo entonces que pellizcarse de nuevo para comprobar que no se encontraba soñando, que era cierto que estaba paseando en esos mágicos momentos con Gilbert Blythe en bicicleta, que él la estaba llevando a casa, y sobre todo que parecía sentirse tan cómodo con su presencia al igual que ella con él. No discriminándola por su condición de vida en el pasado. Simplemente queriendo ser su amigo de verdad.
-¿Y entonces, ya te acostumbraste a tu nueva vida aquí en Avonlea?- le consultó, iniciando una conversación
-A decir verdad, creo que desde el primer momento. Me enamoré de la Isla del Príncipe desde que descendí del barco y puse un pie en tierra. Me parece un lugar maravilloso- ella le contó entrando en mayor confianza... y luego agregó sintiendo que él por arriesgarse a conocerla merecía que le abriera su corazón –...Todo esto. Llegar a vivir aquí, pasar a formar parte de una familia, tener acceso a una educación, es más de lo que hubiese soñado jamás... Creí que iba a crecer y luego a envejecer trabajando con diferentes familias o como obrera en alguna fábrica... solitaria y sin jamás tener la oportunidad de experimentar un calor de hogar -
Él concentrado en el camino no pareció verse afectado por lo que le compartiera, como en algún rato ella lo esperó, tan acostumbrada a que los otros la discriminaran por no ser de igual cuna que ellos.
-No debes avergonzarte jamás de tu pasado porque no fue algo que tú escogiste. Sólo sucedió, y tampoco debes permitir que otros te hagan sentir mal por ello. Debes recordar que todo por lo que has pasado simplemente te hace grande- con seriedad opinó y a Anne por unos segundos le dieron ganas de llorar, sintiendo que aquellas palabras eran un bálsamo para su alma.
Gilbert era otra persona que la aceptaba tal como era, como lo hiciera Diana en su debido momento, y eso llenaba de alegría su corazón.
-Gracias por el consejo Gilbert...- ella le reconoció –La verdad nunca pensé ni en mis más remotos sueños, poder llegar a hacerme amiga del chico más popular de una escuela- admitió riendo y a él también le causó gracia pero también extrañeza
-¿El más popular?, ¿en serio eso crees?- inquirió arrugando las cejas y Anne que a esas alturas ya se permitía mirarlo de tanto en tanto no pudo dejar de notar que se le inflaba un poquito el ego, algo que él disfrazó tras una linda media sonrisa -Pues yo me considero alguien normal. No soy de los que pelean con uñas y dientes por sobresalir pero siempre trato de dar lo mejor de mí en lo que hago, y gracias a Dios por lo general obtengo buenos resultados- también se franqueó con ella.
Anne considerando para ese punto que cada vez le gustaba más su personalidad, llegó a la conclusión de que era el momento de pedir disculpas.
-Eso es muy bueno- admitió para empezar, referente a lo que le compartiera –Como lo es el que no seas del tipo presumido y molestoso igual que Billy Andrews y los de su banda... como creí por un momento que eras el día que te conocí- un poco cabizbaja le contó, siendo en esta ocasión él, quien se quedara callado –Y por lo tanto mereces una disculpa de mi parte por mi salvaje comportamiento con la pizarra. Lo siento, es sólo que... trataba de ignorarte y tú no querías entender... y cuando te me aproximaste demasiado... ¡Yo únicamente reaccioné como lo hacía en el orfanato en defensa propia!- y como siempre dejándose llevar por sus emociones al final se exasperó sin poder evitar terminar levantando la voz, agobiada al recordar adversos capítulos de su vida.
-Está bien, tranquila. No te enojes, yo entiendo- trató de calmarle pacientemente él, teniendo que detenerse un rato para dialogar tranquilos –Reconozco además que yo también ese día te estaba molestando, pero era sólo porque quería llamar tu atención- le siguió compartiendo -...puesto que no entendía tu actitud arisca para conmigo de un momento a otro...-
Ella recordó que aquella tamaña ingratitud después de que la salvara de las garras de Billy, se había debido a la petición de las chicas para que se mantuviese alejada de él, pero aquello no podía contarle, por lo que sólo optó por bajar la mirada mientras lo escuchaba hablar.
-En todo caso, sé que me merecía ese pizarrazo y no te guardo por ello ningún rencor- Gilbert agregó
-Te metiste también con mi cabello- ella recordó también ese otro pequeño-gran detalle que le había enfadado enormemente ese día
-Tienes razón- admitió Gilbert sin poder esbozar otra sonrisa –Pero eso es sólo porque me parece de lo más genial. Eres la primera chica pelirroja que conozco y esa peculiaridad en ti es como tu marca personal. Te vuelve más especial aún de lo que eres- le dijo como cumplido
-¿De verdad lo crees?- Anne expresó con ilusión, teniendo que mirarlo a los ojos... a sus bonitos ojos.
-Así es y es una pena que no lo tengas en cuenta- él añadió entonces volviendo a ponerse en camino –Y sabes, aunque no lo creas, tenemos muchas más cosas en común de lo que parece. Más allá de nuestro esfuerzo por estudiar para sacar buenas notas o de burlarnos del Sr. Phillips en clase... yo también soy huérfano de mamá y tampoco pude conocerla- se abrió así él también con ella
-¿Qué le pasó?- Anne algo aturdida y preocupada quiso saber enseguida, necesitando conocer desde esos instantes a fondo toda su historia y ya sin importarle mirarlo de frente, habiéndose acostumbrado a su cercanía y al delicioso olor de su colonia.
-Falleció al darme a luz...- con valentía él le contó –Algo de lo que yo solía sentirme culpable, pero mi padre me ayudó a superarlo haciéndome entender que son cosas que pasan, situaciones de fuerza mayor, que cada persona viene a cumplir una misión en esta vida y que ella de seguro completó la suya al darnos tanto amor... Me gusta creer en eso. Creo firmemente en ello y me ayuda a ver de forma más calmada la vida- Con eso, Anne sintió unas repentinas e inmensas ganas de abrazarlo, más se obligó a contenerse en su impulsividad para no parecer una loca ofrecida y maleducada, y se concentró en continuar escuchándolo -...Yo crecí cuidado por mi padre junto a mis otros hermanos y tíos que ahora viven en diversas ciudades del país-
-¿Vives aquí solo con tu padre?- Anne continuó preguntando
- Sí y para que veas lo irónica que es la vida, ahora soy yo el que cuida de él debido a su enfermedad-
-¿Pareceré muy maleducada si te pregunto que tiene?- Anne tanteó la cuestión con cuidado, teniendo que proseguir con su interrogatorio o no lograría estar tranquila lo que restaba del día.
-Tuberculosis... la contrajo hace un par de años en uno de nuestros viajes... A veces pareciera que remite pero luego vuelve a empeorar. Los doctores me han dicho que no tiene cura pero yo trato de seguir al pie de la letra todas las recomendaciones que me dan para asistirlo y ayudarlo, proporcionándole sus medicamentos en su día a día- él no obstante, sin complicarse le contó
-Y eso te vuelve también un gran hombre... aunque no lo tengas en cuenta- Anne opinó así al respecto, tomando para sí alguna que otra de sus anteriores palabras y sintiéndose de alguna manera orgullosa de él aunque no fuesen nada. Gilbert le agradeció asintiendo con una amable sonrisa y luego le señaló el camino para que se diera cuenta por donde andaban.
-¡Mira, ya estamos llegando!- Anne exclamó con alegría al divisar entre las copas de los árboles de aquellos caminos que antes no conocía, el tradicional tejado color verde de la casa donde ahora residía -¡Vaya! No se me había ocurrido que al bordear el lago de aguas resplandecientes se podía llegar más rápido a Green Gables. ¡Gracias por enseñarme este atajo y por traerme también!-observó con asombro y luego le agradeció, consciente de que había llegado el momento de descender de nuevo a la Tierra de ese ensueño hermoso que viviera ese día.
-No ha sido nada- profirió él colocándose las manos en los bolsillos después de detener la bicicleta para que ella pudiera bajarse –Y apuesto que todavía no conoces el estanque que queda al otro lado de la isla. Es uno de mis lugares favoritos- mencionó además, logrando enseguida leer en sus ojos la curiosidad que le había despertado, tal como esperaba -...Quizá podríamos ir un día- aprovechó así para proponerle. Anne asintió emocionada y casi aplaudiendo y dando saltitos como niña pequeña pero luego se moderó
-¡Por supuesto, me encantaría!- adquiriendo una teatral formalidad expresó
-Será genial- vaticinó él –...Le podríamos pedir incluso a Diana para que nos acompañe ese día... aunque sé que ya no se llevan, lo cual es una lástima- Gilbert añadió además para cambiar la matiz del tema, encubriendo la propuesta de la cita, preocupado de que ella pudiese pensar que era demasiado atrevido para pedirle salir tan pronto... Sólo que ella sí lo notó, considerando que lo que quería era que no se ilusione.
-...Sí, unos errores míos que sus padres encuentran imperdonables...- Anne admitió, teniendo que bajar la cabeza apesadumbrada por lo tanto.
-...De verdad, una pena- opinó él – ¡Pero al menos eso a mí me funciona...! - reconoció luego dejando de reprimir su personalidad en el fondo traviesa -Porque eso me hace cuestionarme si necesitabas un nuevo amigo- aclaró
Anne por todo sólo le sonrió mientras no dejaba de consultar con su brazo si todo lo que seguía pasando pertenecía a la realidad o no.
-¿Te pasa algo en el brazo?- él tuvo que preguntar de tal modo extrañado al notar su acción, lo que a ella le hizo ruborizarse en un instante, avergonzada por completo de que él se hubiese percatado de su truquito.
-Es sólo como un recordatorio para saber si sigo despierta- al final sin tener más ganas de mentir y con mucho valor, comentó. Él sólo asintió con la cabeza, tratando de digerir sus palabras, momentos que ella aprovechó para despedirse y cruzar de inmediato la cerca de la villa Green Gables. La preciosa casa a la que ahora podía llamar "hogar".
-¡Adiós Gil, te veo mañana!- se despidió haciéndole de la mano
-¡Hasta mañana!- le contestó él de la misma forma, al tiempo que la veía correr hacia la casona y luego desaparecer dentro de la casa.
"¿Será posible que Anne guste de mí?" se preguntó internamente mientras direccionaba la bicicleta ahora sí con rumbo a su propia casa, disfrutando al mismo tiempo de recordar el diminutivo de su nombre con el que ella le llamara ya con confianza al despedirse... y sobre todo, luego de analizar minuciosamente su última frase.
Algo así se cuestionó también casi al mismo tiempo Anne, luego de ingresar a la casa y detenerse arrimando la espalda a la puerta ya cerrada. Sin poder creer todavía del todo, que hubiese paseado ese martes con Gilbert Blythe. ¿Acaso era posible que él la prefiriese a su grupo de amigos?... y lo más importante, que a ella ¿le gustase más de lo normal estar cerca de él?
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Continuará...
Mil gracias de corazón a todos los que siguen leyendo esta historia
Belén
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