Satisfacción

¿Qué tan malvado podía ser un demonio? ¿Qué cosas tan retorcidas podría llegar a realizar? Por lo que Lucy sabia a los demonios les gustaba el sexo, pero, ¿hasta qué punto? No conocía a ninguno, había leído que mucho de ellos les gustaba tanto que la persona que tenía sexo con ellos se podría volver. ¿Eso era posible?

Desde sus nueve años siempre le agradó la idea de que algún vampiro entrara a su habitación y le chupara la sangre mientras la penetraba. Al menos hasta que cumplió trece. Desde ese momento comenzaron a llamarle la atención cosas más peligrosas y prohibidas como lo eran los demonios; seres que alguna vez fueron ángeles y terminaron por revelarse contra Dios y ahora estaban condenados a vivir eternamente en el infierno.

Y aquello termino por gustarle mucho más. Leyó muchos de los mitos de demonios, sus pecados, lo cual la excitaba, tanto que terminaba por masturbarse hasta que se sintiera complacida. El simple hecho de imaginarse siendo penetrada por demonios la emocionaba demasiado. Además, ningún chico le resulto atractivo. Puede que un poco Lincoln. Pero él era su hermano, y no haría cosas como esas, o al menos pensaba que algo así no podría resultar bien. Nunca lo provocó desvistiéndose enfrente de él, o levantándose la falda para mostrarle su ropa interior como lo hizo una vez Leni, lo cual molestó a Lincoln. Ella lo único que llegó hacer fue espiarlo cuando se masturbaba.

Era que por eso que al ser una chica de dieciséis años ya estaba lista para experimentar otro tipo de cosas, creyó que ya era el momento. Aunque tampoco debía hacerse muchas ilusiones. Había escuchado de ese burdel oculto en Royal Wood, pero no estaba del todo segura que llegaran a cumplir todo lo que le pedían. Sobre todo, si se trataba de algo como lo que ella quería; que un demonio se la cogiera.

Por eso no sabía si era posible que ese burdel llegara a cumplir cosas como esa. Un demonio no era algo que pudiera ser controlado, si mal no recordaba ellos solo obedecían a su creador; a Dios, no lo hacían con mortales, no era como si una persona pudiera pedirle algo, a menos que tuvieran un pacto. Y ese tipo de pactos podría terminar en la posición total del cuerpo al que le cumplen el capricho, o con su alma en el Limbo.

Por esa razón es que Lucy quería ir a ese lugar; debía cumplir ese capricho sin tener que afrontar las consecuencias. Aunque tenía ciertas inseguridades de que eso podría tener alguna consecuencia. Por lo que le dijo Haiku no había problema, a ella le cumplieron su fantasía de poder tener sexo con distintos monstruos de fantasía; vampiros, minotauros, faunos, cosas por el estilo. El pago era la muerte. Si se le podía llamar así ya que no mataban del todo a una persona. Haiku no sabía la razón exacta, solo hacían sufrir dependiendo la parafilia y después de morir despertabas en tu cama sin ningún rasguño, solo con algo de dolor.

Lucy no tenía miedo de eso. La muerte al final solo era una transformación, lo que le preocupaba era su alma. Tenía miedo que se convirtiera en la propiedad de algún demonio. Pero por lo que Haiku le dijo: la "dueña" o "encargada" del lugar no mentía, era directa y sincera con las cosas que sus clientes le pedían. Esperaba que le cumplieran su capricho. Se levantó de su cama, por suerte Lana, con ayuda de Lincoln, lograron hacer que la casa no rechinara tanto, así que no tendría problemas en salir y como Lynn tenía el sueño pesado tampoco le preocupaba. Y en caso de que llegara a despertar pues le diría que iría a escribir un poema al cementerio. Lynn nunca se metía en esos asuntos, solo rodaría los ojos antes de volver a dormir.

Se puso una falta que le llegaba arriba de sus rodillas. No se llevó nada más. No era necesario. Con eso se puso en marcha a la dirección del lugar. No estaba muy lejos. Conocía el lugar, paso junto con Haiku unos días antes, así que no se perdería. Siempre memorizaba bien los lugares.

Caminó durante varios minutos hasta que llegó al edificio en mal estado. El lugar parecía ser uno de esos lugares que la gente usa para tirar la basura, o donde se pueden encontrar vagabundos y no era exactamente un burdel. Pero al parecer era el caso contrario. Aunque también le daba un poco de curiosidad porque no habían empezado investigaciones. Si se supone que cumplían cualquier fetiche extraño, ¿Por qué no investigaban el lugar? Pero también era probable que personas poderosas estuvieran relacionadas con la dueña del lugar. De todos modos, no era su problema. Solo iba a divertirse unas horas, si es que podían cumplir su deseo.

Al entrar al edificio observó a una mujer de edad avanzada.

- ¿Una moneda? -A Lucy le dio algo de pena esa anciana. Pero no llevaba nada de dinero.

-Lo siento. -Respondió Lucy algo apenada.

La anciana solo se limitó a mirarla fijamente.

-La puerta al lugar que buscas está del otro lado.

Lucy la volteó a ver; la anciana se alzó de hombros y recargó su cabeza en la pared. Haiku le había dicho que esa anciana era como la vigilante del lugar, la verdad no lo sabía, cuando Haiku le dijo las instrucción dijo que debía preguntarle a esa anciana por una chica llamada Liss, pero ella, al parecer, ya sabía por quién iba a preguntar.

Al llegar al fondo del edificio notó una puerta en mejor estado. La abrió; las escaleras que observó estaban en mucho mejor estado y también escuchó música. Bajó hasta que se encontró una orgia en medio de lo que parecía ser una sala en perfecto estado. Lucy quedó un momento con la vista perdida al ver como aquel hombre tenía en cuatro a una chica mientras que la misma le daba sexo oral a otro hombre. Él que la tenía en cuatro miró a Lucy y le guiño un ojo, ella solo se limitó a ignorarlo. El hombre era muy atractivo, pero ella no estaba para ir con una persona "normal".

Se adentró un poco más en ese burdel hasta que encontró a unas chicas sirviendo comida con formas extrañas. Lucy se acercó a una de las chicas.

-Disculpa. -Una de las chicas al verla le extendió la charola.

- ¿Te gustaría algo, linda? -Preguntó amablemente.

-No, yo estoy buscando a Liss.

-Ya veo. Dame un momento, iré a buscarla. -Dijo la chica, alejándose de Lucy.

Ella se sentó en un sofá que estaba cerca de otra orgia para esperar a que esa chica llegara. Enfrente de ella había un hombre estaba dándole sexo oral a una chica mientras que otro hombre le chupaba el ano. Le dio algo de asco. Nunca le gusto ver a hombres darse placer sexual.

Al pasar unos minutos cuando Lucy vio a la misma chica junto con una mucho más hermosa con un vestido rojo que dejaba al descubierto parte de sus muslos y pechos.

-Yo soy Liss. -Dijo, acercándose completamente a Lucy y con una sonrisa en su rostro. -Bienvenida al burdel de las parafilias. ¿Cuál es tu parafilia?

-Quería saber algo: ¿hasta qué tipo de cosas pueden llegar a cumplir? -Preguntó con algo de dudas, lo cual notó Liss.

-No te preocupes. Si son cosas como snuff, pedofilia, necrofilia. Puedo cumplírtelo, solo pide lo que quieras. -Respondió con una sonrisa.

-En realidad...

-Pide lo que quieras; en este lugar los límites te los pones tú. -Dijo, interrumpiéndola.

- ¿Segura? -Liss asintió. Lucy la verdad dudó un poco que pudieran cumplir su fantasía, aunque podía pedir otra cosa. Se sentiría algo decepcionada, pero entendería que no pudieran cumplirla. Después de todo, no era algo fácil de cumplir. - ¿Podrías invocar un demonio para que cumpla mis caprichos sexuales?

-Así que era eso. -Se acarició el mentón. -La verdad si es algo difícil lo que me estas pidiendo.

-No te preocupes. No hay ningún problema si...

-Dije que es difícil, pero no imposible. -La interrumpió. Lucy se sorprendió un poco, entonces si podían cumplir su parafilia. -Pero, ¿Qué tipo de demonios te gustarían? Porque debes saber que hay algunos que no pueden ser invocados, si lo hago no me harían caso y solo se podrían comer tu alma o posicionarse completamente de tu cuerpo.

- ¿Y quiénes son?

-Eso depende, ¿de quienes hablamos? -Antes de que Lucy le respondiera Liss movió su mano. Una de las chicas se les acercó. -Tráeme los encuadernados de color negro y rojo, por favor. -La chica asintió y se alejó. -Dame un momento, linda. Tengo los dibujos de los demonios que puedo usar, no son muchos, pero puedo asegurarte que cualquiera de ellos puede satisfacerte.

- ¿En serio? -Preguntó con un tono de alegría. Liss asintió guiñándole un ojo

Unos segundos después aquella chica de hace unos momentos llegó con dos encuadernados; uno de color negro y el otro de color rojo. Se los entregó a Liss y se marchó.

-Mira, -Se acercó a ella para mostrarle. Llamó su atención que no estaba su nombre, solo su figura muy bien dibujada. Le resultó extrañó que no eran como los imagino. -no tienen nombre porque al momento que escojas uno y si lo llamas por su nombre podrían arrastrarte al infierno.

- ¿Y si quiero cierto demonio? -Preguntó, pasando la hoja para ver más demonios.

-Depende, ¿a quién te refieres extramente?

-Asmodeo. -Liss lo pensó un poco.

-Creo que se puede, lo único que tengo que hacer es hacer cierto tipo de rituales y no hay problema. -Lucy continuó revisando el libro. Buscó más demonios que llamaran su atención.

- ¿Tengo algún límite para escoger? -Preguntó. Liss de nuevo se puso a pensar.

-Va dependiendo de quienes escojas. ¿Con cuántos demonios quieres estar?

-La verdad es que no tengo un límite. -Respondió, cambiándole de hoja al libro. -Hasta el momento han llamado mi atención dos demonios y el que mencione antes. -Siguió cambiando a la hoja. Observó con atención una imagen y luego continuó revisando las hojas. -Bien, solo esos: Asmodeo y tres demonios que son estos –Señaló las imágenes de distintas páginas. Liss asintió.

-Muy bien, ¿te gustaría que tuvieran posición de algún cuerpo en especial? -Preguntó, tomando el libro en sus manos y entregándole el rojo. -Podría tener la posición de un niño, un recién nacido, adulto, mujer, adolescente, animal o incluso podrían tomar la forma de alguna persona que quieras.

-Creo que... -Lucy pensó un poco en eso. Ahora que recordaba una vez que vio a Lincoln en tolla al terminar de bañarse le llegó a causar excitación. A partir de ahí se imaginó a su hermano entrar a su habitación, comenzaba a besarla y después comenzaban a tener sexo. -hay un chico de cabello blanco, creo que es el único que lo tiene de ese color en Royal Woods, ¿no sé si lo has visto? -Liss pareció recordar.

-Creo que si... ¿tiene los dientes de conejo? -Lucy asintió. -Entonces si lo conozco, debo tener el rostro de la persona para hacerlo. Pero si lo he visto, no es muy común encontrar personas con ese color de cabello y cuando vez a una persona con ese color de cabello es difícil olvidar. -Lucy le entregó el otro libro.

-Me gustaría que el que tuviera ese aspecto fuera Asmodeo, en cuanto a los demás, ¿podrían estar en su forma original? Y también me gustaría que despedazaran y violaran a personas.

-De acuerdo. ¿Los quieres escoger?

-No, está bien con que no sean feos.

-De acuerdo. -Le sonrió. -Tardare un poco, pero en lo que esperas podrías divertirte observando, o participando en otros espectáculos. -Liss le señalo una puerta que estaba algo apartada de todo. Caminó y Lucy la siguió. Al abrir aquella puerta y ver lo que había dentro quedó sorprendida. -Es para clientes con gustos más especiales. -Entró junto a Lucy. -Pensé dárselo a una chica por sus gustos de la coprofilia y zoofilia, aunque me di cuenta que no era muy fanática de esto. -Sangre y sexo eran las palabras para lo que había dentro. -Preparare todo. En unos momentos vendrá una chica a decirte cuando tu habitación esté lista. -Y con eso último se fue.

Lucy no hizo mucho caso, ella estaba viendo fijamente el espectáculo de enfrente. Hubo muchas veces que se imaginó ver cosas como esta, o quería estar presente en algo como esto; había un hombre metiéndole por el ano un cuchillo y cogiéndosela por la vagina; mientras que otros tres la estaban penetrando por los hoyos de sus ojos y por su boca. Pero lo que llamaba un poco su atención era que aquella mujer soltaba gemidos. Parecía estar disfrutando de la dolorosa penetración que le estaban dando. Lucy sintió algo de humedad en su entrepierna, su respiración se agitó y sintió como sus pezones se ponían duros. Relamió sus labios mientras levantaba su falda y comenzaba acariciarse lentamente.

Dio un gemido mientras miraba para otro lado a ver si encontrar algún espectáculo mucho mejor, aunque se arrepintió al ver a un grupo de hombre orinando a una niña, no mayor a nueve años. Aquella niña se bebía su orina con mucho gusto, le produjo algo de asco eso, pero fue una sorpresa que aquella niña lo parecía estar disfrutando bebiéndola y tocándose por eso.

Decidió apartar la mirada solo para ver a montón de simios cagándole encima a una persona mientras esta se las tragaba y otro la violaba. Lucy sintió algo de asco. Ella no quería ver cosas como esas. Se alejó de ahí y comenzó a buscar algo que le gustara a ella. Se detuvo a observar a un grupo de varias personas matándose entre ellas mientras tenían sexo.

Eso le quitó la sensación de asco. No podía creer que a alguien le gustara ese tipo de cosas. Aunque en el planeta siempre iban haber personas con esos gustos tan extraños. Pero a ella le gustaba ver otros espectáculos que consistían en la tortura humana. Ahora mismo observaba a una mujer sacándole los intestinos a otro hombre mientras este la penetraba.

Lucy se imaginó que eso bajaría su excitación, pero estaba equivocada; el hombre parecía encantando que esa mujer le abriera estómago, un par de mujeres gatearon hacia la dirección de esos sujetos. Al estar enfrente comenzaron a morder las tripas de aquel hombre.

- ¡¿Te gusta tragarte los intestinos, perra?! -Gritó uno de los hombres, golpeándola. - ¡Trágate esto!

El hombre le sostenía un cuchillo, el cual uso para enterrarlo a un costado de su espalda. La mujer, gimió con dolor y placer. El hombre hizo un corte lo suficientemente grande como meter su mano. Pareció moverla un poco hasta que sonrió. Escupió su pene y comenzó a penetrarla. De la boca de aquella mujer estaba escurriendo algo de saliva. El hombre movió su mano dentro del corte, luego la sacó, agarró nuevamente el cuchillo y lo metió.

Lucy notó que parecía tener algo de cuidado al moverlo dentro del corte. Mientras que las mujeres seguían devorando los intestinos de aquel hombre. ¿Cuánto podía sobrevivir un hombre al que le sacaban las tripas? No lo recordaba, pero aquel hombre parecía seguir vivo, sin embargo, el color de su piel había disminuido. Regresó su atención al que estaba moviendo el cuchillo dentro de la mujer. Siguió hasta Lucy notó que algo de sangre había caído de su vagina; el hombre sonrió mientras ponía a la mujer en suelo, sin dejar de penetrarla por el ano.

- ¡¿No quieres tragarse esto, putas?! -Gritó, metiendo su mano en la vagina y sacando uno de sus riñones. -Las mujeres gatearon hasta la mujer a la que le sacaron uno de sus riñones. El hombre que le sacó el riñón se rió. - ¡Vamos, putas! ¡Tráguenselo! ¡Tráguenselo!

Las mujeres se rieron, poniéndolos a un lado de aquella mujer, quien ya estaba con un color mucho más pálido en la piel. Lucy pensó que se debía a la gran pérdida de sangre, pensando un poco, se imaginó que dentro de poco moriría. Nadie puede soportar tanto tiempo con el estómago abierto. Aunque no era tan inteligente como Lisa para saber ese tipo de cosas. Además, no le importaba. Con solo ver y disfrutar del espectáculo era suficiente para ella. ¿Dónde más podría encontrar algo como esto? Siguió tocándose, pero sin llegar al clímax. Quería guardar todo para cuando estuviera con aquellos demonios. Lucy relamió sus labios. Quería terminar en el orgasmo, pero debía soportar hasta que todo estuviera listo.

Siguió observando el espectáculo; las mujeres habían comenzado a masticar el riñón de aquella mujer, quien, al parecer, ya estaba muerta. Lucy notó que esas chicas parecían tragarse algunos pequeños trozos de carne, mientras que otros los escupían. Lucy no despegó el rostro en ningún momento. Le encantaba. Hacía que su excitación aumentara. Continuaron hasta que Lucy escuchó como el hombre que le sacó el riñón a la mujer gruñir con algo de molestia y dolor.

- ¡Pinches putas! -Lucy lo entendió, al bajar la mirada notó que una de las chicas estaba mordiéndole su pene y la otra sus testículos. - ¡Son unas... zorras!

El hombre gimió, entre excitado y con dolor, se recostó en el suelo. Suspiró pesadamente. Y las mujeres continuaron mordiendo sus órganos sexuales. Otro hombre llegó y comenzó a cogerse a ambas chicas. Penetraba a una por unos momentos y luego cambiaba con la otra. Lucy observó que sostenía en sus manos un martillo. Al mirarlo, este le sonrió y comenzó a golpear con mucho salvajismo el rostro de la que le mordía el pene al hombre. Lucy alcanzó a escuchar un "crack". Pero ninguna de las dos mujeres dejaron de morder, siguieron y siguieron hasta que solo quedó una masa de carne blanda, la cual estaba aún pegada en el cuerpo del hombre, quien tenía una sonrisa de satisfacción.

- ¡AHORA...! –Gritó aquel hombre, dejando de golpear a la chica y tomándola del cabello. - ¡TE LO VAS TRAGAR TODO! –Gritó nuevamente. - ¡Si...! –Puso a la mujer enfrente de él. Enterró sus dedos en sus ojos. -Velo... no... dejes de... verlo... es lo único que veras, puta. –Le sacó los ojos, sacó su pene de su vagina y arrojó el líquido blanco en donde antes estaban sus ojos. -Esto... se siente jodidamente bien...

Lucy sintió como la humedad en su entrepierna aumentó, demasiado. Ella ya quería tener sexo. La situación de ese momento la había excitado mucho, siempre había querido ver algo así en su vida. Siempre había querido ver un espectáculo de ese tipo, pero debía soportar. Pronto estaría con lo que siempre había querido. Solo debía ser paciente.

-Oye... -Lucy volteó. Vio a un lado de ella una de las chicas que ofrecían comida. -tu habitación ya está lista.

Lucy asintió y se puso de pie. Sintió como su estómago cosquilleaba. Por fin tendría aquello que siempre quiso. Esperaba que cumpliera sus expectativas. Aunque era un demonio, obvio que sus expectativas serian, muy probablemente, superadas. Se alejaron del lugar de las orgias para caminar por un pasillo, al cabo de unos minutos Lucy comenzó a ver las habitaciones de un motel. Siguieron caminando, subieron unas escaleras hasta que se detuvo enfrente de la habitación doscientos trece.

-Esta es tu habitación. –Dijo ella, entregándole las llaves de la habitación. -Que te diviertas. -Y con eso último regreso.

Lucy de nuevo sintió el cosquilleo en su estómago. Era hora. Al fin disfrutaría eso que siempre había querido. Aunque le intrigaba que cosas podrían hacerle porque finalmente eran demonios. Suspiró antes de entrar. La habitación estaba vacía, a excepción de jaulas donde había algunos niños, mujeres y hombres. A pesar de que le confundió, pero debía entender que quizás eran para los demonios.

-Hola, Lucy. –Lucy sintió un choque eléctrico en su cuerpo al escuchar aquella voz.

-Lin... Lincoln. –Se giró para ver a su hermano. Él le estaba sonriendo. Y detrás de él había tres seres con formas humanoides. Eran muy extraños; en su cabeza había una corana blanca y en sus manos sostenían libros. -¿De verdad eres Lincoln? –Preguntó Lucy, acercándose a su "hermano".

-Soy... -La tomó de la muñeca con fuerza y la arrojó contra el suelo. Le dio una patada en el estómago, sacándole el aire. –por tu culpa estoy aquí, perra. –Lincoln la sujetó fuertemente del cabello y la levantó. Lucy se dio cuenta que no era Lincoln, él nunca la lastimaría. -¿Quieres que te enseñe de que soy capaz ahora que estoy aquí, putita?

Lucy comenzó a sentirse algo excitada. No sabía que le gustara el masoquismo, o puede que fuera por quien era su agresor.

-Enséñame...

Lincoln le sonrió. La dejó caer para dirigirse a una de las jaulas y la rompió con sus manos. Tomó a una de las, arrojándolas enfrente de Lucy e hizo lo mismo con la mujer embarazada. Se dirigió a otra y esta vez sacó a un hombre. Luego miró a Lucy, quien presionaba sus dientes contra sus labios.

-¡Observa que cosas puedo hacer, perra!

El cuerpo comenzó a removerse. Poco a poco comenzó a salirle un cabeza de uno de sus costados, y de ella salió una larga lengua. Las personas emitieron un gritó. Intentaron alejarse, pero Lincoln uso su lengua para sostenerlos de las piernas. Soltaron un gritó ahogado, la niña se orino, pero no le importó a Lincoln. Colocó a la niña enfrente de su pene, mientras que la otra comenzó a chupar el ano del hombre. Tanto el hombre, como la niña gimieron de dolor. Pero Lincoln comenzó a mover su cuerpo con algo de violencia. Lucy sintió algo de excitación y comenzó a tocarse, sin dejar de observar el espectáculo. Uno de los demonios había comenzado a tocar una melodía con una flauta.

Lucy aumentó en ritmo de sus dedos, sin embargo, se detuvo al ver como los estómagos de ambos comenzaban a aumentar de tamaño. ¿Qué paso? Lincoln sacó de su mano cinco garras de sus dedos, clavándolas en el pecho. La sangre comenzó a brotar, y él continúo moviéndolos hasta bajar a su estómago. Al abrirlo salió una extraña criatura que se retorcía. Lucy prestó más atención y observó que se trataba de un feto. Le sorprendió. Repitió la acción con el hombre y de él también salió un ser extraño.

Lincoln miró a Lucy, sosteniendo los fetos en su mano. Con su lengua le rompió la pierna a la mujer embarazada para poder usarla con aquellos fetos. La movió hacia los lados mientras comenzaba las entrepiernas de los fetos, y, para su sorpresa, sus estómagos comenzaron aumentar de tamaño. Lucy lo entendió, al parecer ese demonio podía embarazar a cualquier ser vivo, fuera humano o no. Lucy siguió tocándose. Movió sus bragas para meter sus dedos en su vagina. Miró al frente; mas fetos salieron de los estómagos de los otros fetos, esta vez Lincoln se los llevó a la boca, no eran muy grandes así que entraron perfectamente en toda su cavidad bucal. Masticó repetidas veces y después lo escupió algo parecido a una masa de color blanco. Aquella masa comenzó aumentar de tamaño, entre mas crecía comenzaba a tomar la forma de lo que parecía ser una persona. Pero parecía que su piel estaba derretida y les comenzó a crecer unos tentáculos.

Lo que parecía ser Lincoln miró a Lucy, quien ahora aumentó el ritmo de sus dedos mientras que los otros acariciaban su clítoris. Cerró sus piernas y termino en un orgasmo, lo cual mojo su ropa interior y parte de su vestido. Enfrente de ella los fetos chillaron mientras comenzaban arrastrarse por el suelo hasta uno de los demonios.

Pasó uno de sus tentáculos por sus piernas y se movió hasta llegar a su entrepierna. El demonio se rió y lo agarró de uno de sus tentáculos. La sostuvo con fuerza. Lo miró como si estuviera buscando algo por su cuerpo. El demonio se rió antes de clavar sus manos contra su carne y hacer una grieta en su cuerpo haciendo una pequeña grieta. Algo le creció de su entrepierna, parecía ser un pene, si se podía llamar así. No sabía si llamarlo de ese modo ya que su aspecto era un poco más extraño; era un tronco de color negro y tenía en algunas partes lo que parecían ser piedras.

Penetró al ser con violencia. No gimió y solo se limitó a mover sus caderas contra ese feto y este soltaba chillidos como el de un cerdo. Lucy sintió un poco de excitación, pero quería que el demonio que tenía el aspecto de su hermano empezara a penetrarla. Aunque tampoco podía decírselo, no sabía si estaba segura. Miró de nuevo al demonio; su ritmo comenzó aumentar hasta que comenzó hacer movimiento más lentos, y, a su vez, con mucha más fuerza. Y finalmente soltó un gemido, que más bien parecía un gruñido. El pequeño ser comenzó a quemarse lentamente, dando chillidos.

A Lucy, más que excitarla, le resultó bastante interesante. Nunca antes había visto algo como esto. Miró al otro ser quien ya está en una de las jaulas con un de los niños; se pegó a su cuerpo y entró por su ano; el niño comenzó a llorar. Lucy observó cómo su cuerpo comenzó a retorcerse como una masa y poco a poco comenzó a ser succionado por dentro.

-Mira bien, zorrita. –Dijo Lincoln, acercándose a ella.

Lucy siguió observando y aquel niño comenzó a salirles tentáculos de su nariz, boca, orejas y ombligo. Su cuerpo siguió sumiéndose hasta que dejo de llorar. Mirando con atención se dio cuenta de que el cuerpo del feto ya era mucho más grande. Era una masa de carne palpitante, la cual tenía el tamaño del niño. Chilló y agarró a otro de los pequeños para hacerles lo mismo.

-Pero no estás aquí para ver lo que podemos hacer, ¿cierto? –Lincoln la recostó en el suelo. Le rompió la ropa y apretó sus pezones. -¿Estás lista?

Lucy asintió con un cosquilleo en su entrepierna. Iba ser penetrada por un demonio, esto quedaría grabado en su mente el resto de su vida. Lincoln bajó su rostro hasta su vagina, pareció olerla un momento antes de comenzar a lamer y hacer pequeños movimientos con sus manos. Lucy gimió, algo de saliva salió de su boca, lo que ese demonio le hacía se sentía jodidamente bien. Si podía hacerle sentir este tipo de sensaciones, entonces realmente no era su hermano.

Lincoln se detuvo, apartó su cabeza y le salió un tentáculo de la parte de arriba de su cuerpo, con el cual acercó a la embarazada, que le rompió la pierna. L colocó a un lado de Lucy e hizo una seña a los tres demonios, quienes asintieron. Cada uno se dirigió con una persona; uno de ellos comenzó a destrozar el cuerpo de un niño, sacando sus tripas, dejándolas en el suelo mientras que él solo lloraba y lloraba a causa del dolor. Otro le comenzó a cortar el pene de uno de los hombres por la mitad, e hizo lo mismo; gritó. Y el último solo apretaba los cuerpos una mujer, empezó por sus piernas y siguió subiendo, pero Lucy no pudo ver porque se concentró en la sensación de cuando Lincoln al momento que la penetró. Aunque se conformó con sentir como le salpicaban de sangre.

-¿Te gusta, perra? –Preguntó Lincoln, acercándose a sus pezones para succionarlos.

Lucy no le contestó, prefería concentrarse en la sensación que ese demonio le daba. Aunque desvió la miraba para excitarse mucho más antes de que terminara su orgasmo. Todos los demonios seguían destripando al resto de las personas, y a la mujer que estaba a su lado le comenzó a crecer mucho más el estómago, casi parecía reventar. Lucy se dio cuenta que no estaba usando la cabeza que le salió de un costado, sino el tentáculo con el que la arrastró.

Movió con más brusquedad sus caderas. Tuvo ganas de besar a Lincoln, pero, al intentar hacerlo, este la golpeó. Ella sintió un hilo de sangre y luego el sabor a hierro dentro de su boca. No le molestó, tampoco podía pedir todo. La embarazaba gritó fuertemente y su estómago reventó; salió un bebe lleno de placenta con el cuerpo completamente destruido junto con dos pequeñas criaturas. Los tres demonios se llevaron a todos y comenzaron a penetrarlos.

-Quiero... quiero tragarme tu semen. –Dijo Lucy, entre gemidos.

-Vas a morir por el aborto que saldrá de tu apestoso vientre, pendeja. –Lincoln le sonrió. –Pero no me importa. Lo que diga mi ama.

Lincoln se puso de pie y señaló su pene. Lucy lo entendió, con esos orgasmos no creyó que pudiera soportar más, estaba complacida. Miró el pene de Lincoln y comenzó a chuparlo, pero después sintió como algo se movió dentro de su vagina. Lo comprendió. Era él. Era el tentáculo que uso con aquella embarazada. Succionó su cabeza y lo envolvió con su lengua.

-Para ser una humana lo haces bien, ramerita. –Dijo, gimiendo. Lucy lo miró a los ojos y Lincoln soltó un gruñido, nada humano.

La sostuvo de su cabello con mucha fuerza, Lucy cerró un poco sus piernas y, al mismo tiempo, incluso los demonios, terminaron. Lucy se tragó el semen de aquel demonio e inmediatamente sintió como algo comenzaba a golpear contra la piel de su espalda, sintió como su cuerpo empezaba a quemarle. Lincoln se rió junto con los demonios. Lucy solo cayó al suelo, tocándose el estómago. Comenzó arderle y sintió como algo se empezaba a comer su cuerpo mientras le enterraba algo filoso.

-Te dije, perra. Pero... tú insististe. –Se volvió a reír. Su estómago reventó y salió un feto que tenía el cabello blanco. Aquel feto chilló, removiéndose en su estómago. Unos segundos después comenzó a aumentar de tamaño al empezar a comerse sus intestinos junto con sus órganos. -¿Qué te dije? –Lincoln tomó al feto y se lo llevó a la boca. Lucy vio como masticó repetidas veces, antes de tragárselo. –Puedo hacer muchas cosas, putita. –Lucy sintió mucho dolor. Ya había empezado a ver como su vista comenzaba a nublarse. Iba a morir, pero Lincoln se mordió la mano, de donde salió un líquido negro de ella. –No puedo dejarte morir, debes pagar por lo que consumiste. Así funciona este lugar. –Dejó caer una gota de su sangre en sus heridas, inmediatamente comenzó a sentirse mejor. El dolor comenzó a retirarse y sintió como algo crecía dentro de su estómago –Cuando te recuperes te largas de aquí.

...

Lucy caminaba junto a una de las chicas que trabajaban en el burdel. Ya sabía que era lo que seguía; tenía que pagar. Bueno, fuese lo que fuese debía aceptarlo. Así funcionaban las cosas en aquel burdel. Pero le intrigaba de qué forma pagaría. Fácilmente pudo pagar con que la mataran aquellos demonios. Aunque puede que eso no fuera algo bueno. Sea como sea, no se arrepentía y estaría dispuesta a pagar.

Caminaron hasta que la chica se detuvo enfrente de una puerta. En el momento que la abrió Lucy suspiró. Bueno, solo debía soportarlo. Al final despertaría en su cama. Entró a la habitación. Observó que la única iluminación era una lámpara que iluminaban un par de cadenas.

Iba a caminar, pero sintió un respiración pesada detrás de ella, antes de que volteara fue tomada por el cabello y comenzó a arrastrada hasta llegar a las cadenas. Quien la sostenía la alzó del cabello y sujeto su cuerpo de las muñecas. Lucy se quejó un poco por el dolor. Miró que aquel hombre, si es que lo era porque era muy grande y musculoso. Tenía una máscara, como las que usaban los verdugos en la edad media, que solo dejaba al descubierto su nariz, boca y ojos.

Aquel hombre miró su cuerpo. Agarró su vestido y se lo quitó con violencia, dejándola totalmente desnuda. El hombre miró su cuerpo un momento antes de agarrar lo que parecía ser un palo con pequeñas navajas en este. Lucy sintió un pequeño cosquilleo en su garganta y después sintió el primer golpe; arrancó parte de su piel y no pudo evitar gritar con fuerza.

El hombre continuo golpeándola repetidas veces. Lucy solo sintió el dolor de los golpes y la sensación de como la carne de su cuerpo era desprendida. Observó su cuerpo; tenia cortes tan grandes que la sangre caía a grandes cantidades, pero no sentía que se fuera a quedar inconsciente. El hombre se detuvo. Dejó aquel palo y tomó otro objeto parecido a un látigo con pequeñas navajas en este.

Lucy tembló un poco. Pensó que podría soportar esto, pero no era así. Sentía mucho dolor. Y le daba miedo de lo que ahora iba hacerle. Sintió el primer impactó contra su piel, le dolió mas que el golpe con aquel palo, esto era mucho más doloroso; las pequeñas navajas se clavaron en los cortes que le hizo anteriormente ese hombre y arrancaron pequeños toros de su piel, lo que hizo que gritara por el dolor.

El hombre continuó con los latigazos hasta que vio que ya había arrancado buenos trozos de su piel. Aun no podía matarla. Aunque no moriría con esto. Al menos no tan rápido. Pero para eso faltaba mucho. El hombre dejo aquel látigo. Agarró una aguja con forma de "U" que tenía hilos a la mitad de este. Lucy se quedó helada. Ya sabía que le haría; el hombre se acercó a su ojo derecho y clavó la aguja en su ojo. Lucy sintió como la vista de su ojo se oscureció e inmediatamente solo sintió como le fue retirado.

Sus ojos lagrimearon por eso y gritó. Con su único ojo observo que aquel hombre le dio algunas lamidas como si fuera un dulce y lo masticó, mostrándole como lo hacía. El hombre golpeó su estomagó. Lucy sintió un ardor en su cuerpo. Bajó la vista y miró como la mitad de su piel le había sido arrancada de su cuerpo, ni siquiera podía ver sus senos. Regresó la mirada al frente. Observó aquel hombre que ahora sostenía algo un palo con clavos alrededor de este.

Lucy volvió a temblar. Pero debía aceptarlo. Tomó algo de aire y espero lo peor. El hombre se rió e impactó el palo contra su vagina. Volvió a gritar con dolor. La sensación de los clavos en su vagina le hizo sentir dolor, tanto que ya solo podía esperar su muerte. El hombre golpeó repetidas veces su vagina hasta se detuvo.

Inclinó su cabeza para acercarse a su vagina y metió su mano dentro. Lucy ya no podía gritar. No tenía energía. Solo sintió la mano de aquel hombre moverse dentro de su cuerpo, pero gimió de dolor cuando comenzaron a sacarle los intestinos. Ya no aguantaba el dolor. Quería que terminara. El hombre la miró y le sonrió. Colocó sus manos en la carne cortada de su estómago y la abrió; la mitad de sus intestinos ya la había salido por la vagina. Aunque le sacó el resto de sus órganos. Lucy ya no soportaba. Su vista comenzó a nublarse, hasta que dejó de sentir dolor.

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