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Capítulo 23. Tormenta.
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Algo que sacudiera al castillo era bastante raro, no lo fue la llegada de uno de los 4 condes.
El gran reino demoníaco de Haworthia tenía 5 poderes principales. Su rey estaba a la cabeza, como un líder de sangre y con el poder suficiente para tener a los otros 4 poderes a sus pies no había quien se le compara, pero hablando políticamente los líderes de los 4 territorios también tenían una opinión importante.
En todo el territorio demoníaco había 4 señores que gobernaban y protegían la parte que les tocaba y rendían cuentas a su majestad. Pero con la guerra tan cerca los poderes se estaban desequilibrando.
El Duque Blanco, patriarca de las serpientes blancas había cortado la comunicación con la firmeza de mantenerse neutral, su clan puro y sin mancha no quería participar en algo tan banal, a su vez que deseaban conservar su trueque con los humanos.
El Duque Aoyama, el líder de la torre de inteligencia y jefe de los elfos siempre había aceptado ser el cerebro fiel de su rey, apoyando la decisión que tomará.
El Ducado de los orcos, tenía de representante a un orco sin nombre que regía por su fuerza bruta más que por su inteligencia estaba ansioso por la guerra, listo para liderar sus tropas hacia el campo de batalla. Pero aquella irracionalidad le hacía ver cómo el menos confiable de los 4.
Por ende, el último conde había obtenido un poder político abrumador, el territorio de las bestias, que antiguamente había sido liderado por cierto conde con forma anfibia que "casualmente" desistió de su puesto, cayó a manos del nuevo Duque, el gran Duque de Ónix, nombrado así por el curioso color de sus ojos; tenía bajo su mando a todas aquellas criaturas que fueran consideradas bestias, desde los leales hombres lagarto hasta las poderosas quimeras.
El Ducado de bestias siempre había sido el escudo del rey, el más fiel y del que nadie dudaba, por ello, que ellos estuvieran a favor de la guerra inmediata causaba gran impacto. Era casi seguro que irían a la guerra, aunque el rey siguiera desistiendo.
Cuando el Duque de Ónix llegó personalmente hasta el castillo, todos dentro de él asumieron que no había más que hacer, habría guerra y trataron al invitado como uno de los más importantes.
Quizás fue por eso que Shouto restringió sus salidas, Denki fue casi encerrado en el edificio anexo donde estaba su habitación y era poco probable salir a menos que el rey viniera por él.
— La guerra en verdad está cerca — Kirishima se veía más decaído de lo normal desde que el duque llegó, el mismo se encerró en la habitación y se quedó en su silla nervioso y preocupado por el futuro. Denki trataba de ser positivo, Shouto era un real perfecto, invendible, aunque fueran a la guerra no se tendría que preocupar ¿Verdad? Todo estaría bien, era definitivo.
— Llegó la hora de dejar de jugar — En el fondo de la habitación, Shinsou estaba irritable y mal emocionalmente, aunque se había relajado bastante en su nuevo ambiente, despertar todas las mañanas con el sonido de las armas chocando del campo de entrenamiento le hacía caer lentamente en la desesperación.
Un humano que había jurado lealtad a su rey, a su nación, a su amigo, a quien le había prometido volver con información útil para evitar la misma guerra que ahora estaba floreciendo.
Una sola palabra, una sola orden del rey demonio y las tropas avanzarían y entrarían en una guerra que, ganará quién ganará, ambos lados tendrían pérdidas irremediables. Antes no le había pasado por la mente las consecuencias de toda esa lucha de poder, pero ¿Y Denki? Había muchos seres como ese cabeza hueca que serían catalogados como "víctimas inocentes" solamente... Ya no podía del todo deslindar responsabilidad a únicamente "un número de víctimas" en un papel.
— Shinsou, relájate, Shouto no es así, es... — Desgraciadamente, lo era, su majestad se regía por su propio sentido de justicia y si los humanos daban un paso en falso él mismo iría liderando la batalla, pero no la empezaría, era imposible. —... Quizás si investigo... —
— ¿Investigar que? Sí que el encierro trae locura consigo —
Kirishima se levantó de un salto, dirigiendo la punta de la lanza hacia el ropero de dónde había salido la voz de un tercero, Shinsou se colocó frente al elfo y los nervios aumentaron.
— Que hermosa bienvenida, me conmueven —
Fue una escena un tanto extraña, pero con lo que estaba sucediendo últimamente no les tomó tanto de sorpresa, Shouto salió empinado el ropero, con telarañas en el cabello y un aspecto de querer morir por falta de sueño, cargando papeles desordenados y mal doblados en una mano.
— ¿Shouto? Que... ¿Desde cuándo está eso allí? — Denki cómo todo buen curioso se asomó por la oscuridad del pequeño pasadizo tras su ropero, que al tener un gran tamaño jamás se le ocurrió moverlo.
— Desde que antiguos reyes usaban está habitación para encuentros de alto secreto, los bufones no solo son lindos adornos ¿Sabes? Que tú seas un tonto no hace que los anteriores lo fueran — Tomando aire después de haber empleado un pasadizo que hace años no se usaba, dejó caer los papeles en la cama ajena y finalmente pudo sacudirse. — Ese pasadizo lleva tanto a mi habitación como al jardín que está cerca del salón de baile, es bueno cuando quieres ir rápido de un lado a otro. Ahora, tengo que trabajar lejos del idiota de Ónix así que cooperen — Colocó una mano en su cuello en signo de cansancio mientras se dejaba caer en la cama.
Extendió sus papeles y tomó algunos apuntes en específico mientras el tintero se balanceaba peligrosamente sobre las sábanas blancas.
Denki aburrido se sentó en el piso mirándolo, antes de que todo ese problema empezará era lo que hacía, sentarse cerca de su rey mirándolo trabajar.
— Denki aléjate de allí, ayuda más el que no estorba, ni entiendes qué está haciendo — Shinsou tampoco tenía ni idea de lo que estaba haciendo Shouto, pero si el Rey de los demonios estaba "trabajando" sentía que si se acercaba su cuello rodaría por el suelo.
— Calla, que no soy tan inútil, si me lo propongo puedo — Indignado de la poca confianza que le tenían, se acercó hasta ver los papeles. Mapas y más mapas ¿Cuál era su obsesión con ellos? Muchos de ellos eran del territorio de los ducados, pareciéndole tedioso aquello busco más papeles, alguno que si pudiera entender.
Y finalmente lo encontró, era rústico, algo deforme, pero reconocía esa silueta.
— ¿Un barco?
Shouto dejó caer la plumilla sorprendido, quitándole el papel de las manos.
— ¿Los conoces?
El elfo recordó que ese mundo estaba atrasado tecnológicamente, especialmente los no humanos, pero sabía por Shinsou que al menos barcos de madera ya tenían.
— Vi alguna vez un modelo humano — se excusó rápidamente, volviendo a tomar el papel, curioso por la forma. — Aunque nunca he visto uno aquí —
— La mayoría de los no humanos piensan en las aguas como algo desconocido y poco útil, soy el primero en intentarlo, pero sigue siendo un error — Shouto pareció algo molesto consigo mismo, frustrado por no conseguir resultados.
Quizás no era mucho, pero sintió que podía ayudarlo. Tomó el tintero con algo de inquietud, sinceramente él no sabía cómo funcionaban los barcos, pero Shouto los estaba estudiando así que si dibujaba algo como las caravanas que recordaba de su mundo él le pondría sentido ¿No?
— ¿Quizás algo así?
El nuevo modelo pasó a manos del rey, quien con solo verlo unos segundos ya estaba impresionado y mirando como loco el dibujo.
— Denki... Tienes prohibido salir — Eso fue todo lo que dijo, paso a recoger todas sus cosas a prisa pareciendo un maníaco, mientras daba instrucciones a Kirishima y corriendo yéndose por el pasadizo, Denki no entendió nada de lo que pasó, nada más que tratando de ayudar solo consiguió su total encierro.
¡¿Por qué?!
— Kami, por favor —
— No, esto es injusticia — Haciendo berrinche por lo sucedido, Denki pasó unos días pegado a la ventana en huelga por no poder salir, sin querer escuchar a Kirishima sobre su comportamiento. Shouto había salido del castillo después de aquel día, era normal que el bufón no pudiera salir, pero no atendía a razones.
— Es lo mejor, si el Duque... —
Estando ausente Shouto, el de mayor poder y quién mandaba y cuidaba el castillo en su ausencia era el Duque Ónix, quien era conocido por todos como un radicalista con demasiado orgullo por su sangre.
Muchos nobles veían mal al bufón desde que adoptó a un humano como mascota, pero el duque no se quedaría quiero si le daba una razón para enfrentarse... Era lo mejor ser lo más silenciosos posibles.
Y el elfo lo sabía, lo entendía y aceptaba ¿Pero era necesaria tanta exageración? Ni sabía dónde se estaba hospedando aquel sujeto. Era ridículo pensar que algo pasaría en su ausencia.
No le tomó mucho tiempo recordar que Shouto parecía predecir el futuro, pues sus palabras y acciones jamás eran en vano.
— Esa... —
Juraba haber visto unos rulos intensos correr como si huyera. Abrió la ventana con fuerza sacando la cabeza para confirmar con horror aquellos pies descalzos corriendo en una dirección para nada buena.
Era el inicio de la tormenta.
***
Un poco de contexto, para que se entienda mejor porque muchos del reino demonio están a favor de la guerra.
Lo sombreado es el territorio demoniaco cuando originalmente estaban esparcidos por todo Haworthia.
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