𝑷𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒐
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y alto contenido sexual. Lenguaje ofensivo y vulgar.
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El Bosque: Prologo
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"Carpet Noctecm"
Mamá solía leernos cuentos a mi hermano y a mí, antes de irnos a dormir. Nos daba en un dedo gotitas de un licor que recubrían nuestros labios y parte de nuestra boca. Aun lo recuerdo. Era un sabor amargo y levemente dulce, apenas podíamos mantener los ojos abiertos, antes de que nos dijera con una voz aprensiva; "Carpet Noctem" lo que significa del Latín "seize the night" una traducción a la frase "Aprovecha la noche". Mi hermano gemelo y yo caíamos rendidos ante los brazos del dios de los sueños, el mitológico griego Morfeo, el principal Oniros.
Descansando sobre almohadas de pajal y una manta de lana rugosa que apenas nos cubría del frío, madre nos besaba en nuestras frentes con un contacto tibio y seco de sus labios pálidos y partidos. Nuestra morada no era tan grande ni acogedora, pero teníamos lo necesario para sobrevivir.
"Con eso bastaba, éramos felices"
Apenas éramos crías de híbridos puros de conejos de raza Fauve de Bourgogne y Thuringer, nosotros nacimos de una mezcla de esas especies de conejos; mi hermano y yo teníamos pelaje de tono rojizo como el marrón oscuro en nuestras orejas y colita, con el centro color crema y la piel rosada en las orejas. El cabello era castaño achocolatado y el color de nuestros ojos era de un tono avellanado. Una combinación de los ojos de mamá y papá.
Mamá era la mujer más feliz del mundo teniéndonos a nosotros que éramos su tesoro más preciado, a pesar de que crecimos sin un papá.
La gente del pueblo de Raven Fair dice que es muy raro que exista una familia de conejos híbridos que sea normal. ¿A qué se refieren a eso?, que no suelen ver a una pareja de conejos juntos teniendo a sus hijos y apoyándose entre sí, para los cuidados básicos y la educación necesaria.
Lamentablemente las familias de híbridos eran muy disfuncionales, a menos que sea una mezcla de un humano y un híbrido juntos.
Mamá nos cuidaba mucho del exterior y nunca nos dejaba salir de casa. Es como esa frase que decían las vecinas oyentes del barrio; la catalogaban como Mamá Gallina siempre se reían de ella y la acusaban de ser sobre protectora. Mamá siendo un conejo de raza Fauve era muy común que los machos se fijaran en ella, irradiaba una belleza que enamoraba a los hombres e iban detrás de ella. Conoció a mi padre un híbrido de conejo de edad de 24 años, cuando mi madre solo tenía 13 años estuvieron juntos por solo ocho años hasta que nacimos nosotros, un par de mellizos. Padre la abandono de inmediato en cuanto supo que estaba embarazada y tuvo a los niños.
Mi madre estaba sola y con dos bebés recién nacidos, vago sola por las calles de Raven Fair pidiendo limosna y un poco de alimento. Pero todos les tiraban pedradas y agua caliente. En las afueras del pueblo nuestra casa estaba oculta en las entrañas del bosque oscuro, aquel lugar peligroso y dominado por otros híbridos y bestias salvajes. Pensando mi mamá que estaríamos a salvo dentro del bosque, nos quedamos a vivir por un tiempo en una vieja casa de campo abandonada.
Puesto que ni los hombres ni los híbridos de raza superior les harían daño, o eso pensaba mi pobre madre.
Para mantenernos a mi hermanito y a mí con vida, se ganaba los alimentos y el dinero con un trabajo que solo se hacía de noche, cuando nosotros dormíamos. Decía que un hombre bueno le daba lo necesario cambio de solo verla cada noche del fin del mes. Pero ese hombre... empezó a venir muy seguido cada semana.
Éramos muy pequeños para apenas comprender lo que sucedía en ese momento.
La pequeña de ojos avellanados se desperezo del profundo sueño comenzando a tener un ataque de tos a mitad de la noche. Se froto sus ojitos viendo a su hermano arropado con la manta de lana hasta la cabeza. La ventisca fría que se colaba por la ventana rota del ático, la hizo frotar su pequeña nariz de botón provocando un estornudo.
- - Dipper – Moviendo a su hermanito con sus manos para despertarlo. – Me duele la garganta.
Su hermano no respondió estaba profundamente dormido a causa de la botellita pequeña que sus madre les unto en su boca. La castaña se levantó sacudiendo su camisón roído de color beige, camino por el suelo polvoriento de la casa, abriendo la compuerta del ático.
Era la primera vez que ella bajaba de noche, muchas veces su mamá les había advertido que no bajaran, porque clientes especiales venían a visitarlos.
La pequeña bajo las escaleras y camino por la pequeña morada siguiendo una penumbra de la luz de las velas, su madre se encontraba en la pequeña sala con un vestido poco abrigador. Dos piezas; una bata y un camisón lila. Vio a su hija con ojos abiertos de la sorpresa antes de correr ante ella.
- - ¡Mabel! – Grito la mujer espantada. - ¿Qué... h-haces d-despierta? – Se trastabillo en sus palabras como si su pequeña hubiera estado en peligro en ese instante.
- - Me duele la garganta. - Abriendo su boquita para mostrar lo irritado de esta.
- - Cielo. – Acariciando su cabecita. – No debes estar aquí.
- - Mami te ves muy linda. – Tocando su camisón. – Hueles bonito, me gusta tú aroma. – Amo el aroma a peonias de mi madre. Es tan cálido y dulce tanto que me relaja.
- - Nena ven, vuelve a la cama. – Dijo la mujer apurada tomando una copa de licor. – Pero antes bebe esto, te ayudara a dormir.
- - Mami no quiero – Empujando el vasito. – Mejor cántame.
- - Mabel, por favor tómalo.
Un ataque de tos le dio a la pequeña mientras intentaba respirar. La madre dio unos golpecitos en su espalda intentando calmarla, estaban en los meses en que su pequeña era propensa a enfermarse de fiebre. En cuanto estuvo quieta acaricio su cabecita mientras arrollaba con una canción de cuna.
"Te contare una historia,
Flotando en la luna por la noche.
Es tiernamente dulce, pero... en su mente es un poco amarga.
Cuando escucho el reloj, hace un Tic-Tac con un amoroso estruendo.
Y las palabras de afecto suenan de manera hermosa.
Cortando toda la oscuridad"
El sonido de un golpeteo alerto a la mujer alzando sus orejas anaranjadas en alto, sus ojos chocolate se volvieron vidriosos y con un reflejo de tristeza.
- - Mabel perdóname – Abrazando a su pequeña con fuerza y besando su sien con ternura. – Mami te quiere mucho, así que lo siento mucho... no pienses mal de mí.
- - ¿Por qué mami? – Pregunto la menor mientras era alzada en los brazos de su madre, antes de ser llevada a un pequeño armario. – Mami...
- - Orejas cubiertas y por nada del mundo... no hables y no grites – Besando su sien. – Estaré bien, bebé. – Cerró la puerta con seguro. – Cierra los ojos y recuerda; "ojos que no ven, corazón que no siente".
La mujer se arregló un poco y se acercó abrir la puerta principal dejando pasar a un hombre de cabello azabache y ojos miel, que ingreso a la vivienda de forma invasiva. Un híbrido de lobo etíope muy salvaje y raro en el bosque oscuro. Se acercó a la mujer rasgando con su afilada uña el pómulo derecho de su mejilla.
- - Mujer... ¿Acaso no querías abrir? – Menciono el hombre lobo mostrando sus colmillos. - ¿Tienes miedo?
- - P-Perdón, no lo tengo – Menciono recibiendo el corte. – Estaba arreglando.
Mabel se asomó en la ranura de la llave aquel hombre de vestimenta poco elegante; solo una camisa azul Prusia y pantalones oscuros. Frunció la nariz cuando olfateo un aroma desagradable, como un hedor de brasas calientes y el hollín combinado a una especie como el romero y el anís. La pequeña odiaba ese olor que se tuvo que tapar la nariz con ambas manos. Veía la expresión de su madre mantener una sonrisa poco animada.
El hombre lobo se acercó a paso sigiloso manteniendo una expresión de una sonrisa maliciosa en su rostro. Tomo del brazo a la mujer y la aventó contra el piso desgatado, cubierto con una alfombra deshilada.
- - Es una mala temporada para mí, ¿lo sabes? – Menciono el sujeto frunciendo el ceño y alzando sus orejas, mientras su cola se ponía tiesa... listo para un ataque. – Odio esta temporada, y es horrible no tener alguien puro a mi lado, un compañero real. Mi propia pareja.
Alzo el dobladillo del camisón dejando expuesto el trasero cubierto de cicatrices recientes y moretones de color verdoso y violeta, el hombre soltó un chasquido de desaprobación en su lengua.
- ¿A cuántos te has cogido? Puta coneja – Aferro sus uñas en la carne de su piel, atrayendo sus caderas a la pelvis del sujeto. – Aun conservas esmegma en tus malditos pliegues.
- No... he tenido contacto con nadie más... lo juro. - Dijo asustada la mujer con sus orejas retraídas hacia atrás. – Solo contigo, solo contigo lo he hecho.
- ¿Te gusta conservar mi semen? – Sonrió de forma maniaca y atemorizante. – Solo eres mi mujer, ¿cierto? – Colocando besos toscos y dolorosos que dejaban marca en su piel pálida. – Solo mía, ¿verdad?
- S-Soy... solo tuya – Derramando lágrimas en silencio mientras hacia un esfuerzo en sonreír. – Siempre lo seré.
El hombre se retiró la vestimenta de la parte inferior y tomo su hinchado miembro introduciéndolo bruscamente en los pliegues poco lubricados de la mujer, desgarrando sus paredes vaginales en cada estocada.
Mabel se tapó las orejas y cerro sus ojos tratando de no escuchar los gemidos o los gritos que su madre trataba acallar.
- - El celo me mata – Menciono el sujeto jadeoso. – Hoy tampoco conseguí pareja, ni alguien que se apare conmigo.
- - La conseguirás... - Dijo la mujer adolorida. – P-Pronto...
- - Cierto, la conseguiré.
El lobo la cogía duramente y sin un descanso, trono los dedos y de repente entraron otros dos hombres lobos. Antes de colocar una mirada llena de cinismo.
- - Nada personal, Caroline – Menciono el sujeto. – Resulta que es época de celo, no tenemos pareja ni hembra que sacie nuestras necesidades.
- - No... no – Dijo empujando al lobo. – Por favor... no, no, no... ¡Solo uno! ¡Dijiste que nada más tú! – Grito la mujer con voz desgarradora. – Por favor... no lo hagan. – La sujetaron a la fuerza y presionaron su cuerpo hacia abajo. - ¡Basta!
- - Es tiempo de que haga su trabajo bien. – Hablo uno de los sujetos.
- - Más vale que cumpla.
- - Eres nuestro depósito de semen – Mordiendo con fuerza su hombro.
- - ¡AAHG! – Pataleo y clavo sus uñas en la madera vieja astillándose, antes de que los otros dos empezaran a profanarla en su ano y boca. Dejando marcas de pertenecía y mordiscos que desgarraban su piel.
La castaña temblaba en el armario esperando no escuchar más, las lágrimas recorrían sus mejillas y moqueaba al no calmar su lloriqueo. El olor era penetrante y horrible, lo que desprendían aquellos sujetos. Aromas muy fuertes que la confundían.
La terrible noche termino y los sujetos arreglaban su ropaje, uno de ellos vio a la mujer tendida en el suelo con sus ojos en forma de midriasis sin reflejo alguno, sus labios estaban más pálidos de un tono purpura y su piel blanca como el papel. La sangre era de un tono marrón oscuro en sus heridas.
- - Fue una buena puta, lo que duro. – Menciono el sujeto.
- - Vaya, tres años duro bien. – Dijo uno de los sujetos. – Es un milagro que una coneja te deje tener sexo sin protestar.
- - Lo bueno que no hay preocupación de que queden preñadas. – Dijo otro.
- - De qué sirve tener como compañera a una coneja – Pateando su abdomen. – Si no sirve para descendencia.
- - Ya saben lo que dicen. – Dijo su amigo. – Especie con otra especie es nulo.
- - ¿Alguien se la llevara para comerla? – Dijo uno de los lobos.
- - Qué asco, su carne magra y tiesa no es lo mismo.
- - Lo que hicimos fue jugar con la comida.
- - Nadie la extrañara.
- - Es un conejo más, hay en cantidad abundante es solo es cuestión de cazarlos.
Los sujetos se marcharon de la vivienda abandonando el cadáver de mujer. Mabel quien se había quedado quieta y dormida en el armario, salió con los ojos hinchados. Lo que vio fue a su madre mordisqueada de su piel y cubierta de hematomas verduzcos y lilas, entre desprendimiento de la piel de su torso y su vagina escocida y con secreción blanca con sangre. Su cuerpo frío y sus ojos sin vida.
- - Mami... - Acariciando su rostro. – Mami despierta...
Escucho como su hermano bajaba corriendo antes de verlo vomitar a medio pasillo, no lo culpaba. Era una escena impactante para un niño de 4 años. La castaña corrió abrazar a su gemelo y acariciar su cabello.
- - ¿Qué haremos? – Respondió el castaño.
- - No lo sé.
•| ⊱✿⊰ |•
Ellos se colocaron su ropa y salieron por primera vez de esa vieja casa, caminaron sin un rumbo específico por el bosque. Lo poco que sabían del pueblo de Salem, era que estaba a 9 kilómetros de donde vivían. El bosque oscuro era extenso y cubierto de maleza y fango, los cedros y los pinos cerraban el paso de la luz del sol y la tierra humedecida y cubierta de piedras solo hacían tortuoso su caminada. Sin un hogar a donde ir, aquellos gemelos caminaron sin descanso asustados de los sonidos de los depredadores.
Los zorros son engañosos.
Los lobos gustan de comer y devorar todo a su paso.
Los perros son tontos pero soplones.
Los gatos son traidores.
Los ratones unos burlones.
Y los humanos son crueles.
Al igual que los híbridos de otras especies.
Es lo que su madre les había enseñado, más ellos desconocían como era su forma de vivir. Cuando llegaron al pueblo, la gente los ignoraba y lanzaban miradas de asco y rechazo. Solo con ver niños en mal estado y vestimenta deplorable, fácilmente te reconocían que eres pobre.
Los híbridos adultos eran fáciles de aprovecharse de su inocencia e ingenuidad, aunque no lo creían eran un blanco fácil en el mercado negro.
- - Hola pequeños, vengan – Dijo un humano que le hacía una seña a los gemelos. - ¿Quieren comida y alojo?
Mabel y Mason vieron aquel cartel luminoso con la imagen de un diamante sobre un fondo negro y la palabra "open", el lugar era de poca luz y apestaba a cigarrillo.
- - Vengan, apuesto que no quieren pasar frío – Menciono. – Adentro es agradable.
El castaño tomo de la mano a su gemela y corrió a toda prisa por las calles del pueblo, un mundo nuevo El castaño tomo de la mano a su gemela y corrió a toda prisa por las calles del pueblo, un mundo nuevo peligroso. La gente los miraba y solo podían escuchar vagas palabras como; "mira", "pobrecitos", "hay que atraparlos", "¿Dónde están sus papás?", "vagabundos".
En su media persecución paranoica se estrellaron con una señora mayor con orejas de gato, color gris atigrado con negro y ojos verde esmeralda, su cabello canoso remangado en un chongo alto. Vio con un semblante serio a ambos antes de soltar un suspiro cansado.
- - Son horribles y de seguro no tienen sus vacunas ni un trato adecuado.
Dipper abrazaba a su gemela de forma protectora, antes de que la mujer sonriera.
- - Vaya, se ven que tienen ganas de vivir. – Dijo – Los conejos siempre fueron un numero sin igual. Pero muy productivo.
Tomo de las orejas a los gemelos mientras tiraba, guiándolo a diversas calles.
- - El orfanato se llena y se vacía rápidamente. – Manteniendo su sonrisa larga. – Justamente tengo espacio disponible para más niños perdidos.
Sin protestar y sin chistar los pequeños caminaron adoloridos a una casa grande que se encontraba a las orillas del bosque oscuro. Dentro los esperaba una felina pelirroja de 13 años que cuidaba a otros niños; siendo crías de híbridos conejos y caninos.
- - ¡Corduroy! – Llamo la mujer empujando a los gemelos. – Dales un baño y un cambio de ropa decente. – Menciono. – Dr. Strange no tardara en darles un examen físico a los niños del orfanato.
- - Si, madre Kate – Dijo la pre adolescente acercándose a los pequeños.
- - Con estos son veinticuatro. – Apuntando en un pizarrón. – veinticuatro híbridos, perfecto.
Viendo la ventana que daba vista a los otros niños que jugaban en el patio trasero, antes de musitar en palabras bajas.
- - Tenemos a completado para la tanda de los otros años.
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