𝐓𝐞𝐚𝐫 𝐚𝐧𝐝 𝐉𝐨𝐢𝐧
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y alto contenido sexual. Lenguaje ofensivo y vulgar.
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El Bosque: Capítulo V: Tear and Join
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Unas gotas de agua caían en el bosque oscuro de Raven Fair empapando el follaje de las hojas de los árboles de acacia rojo y amarillo, la tierra se humedecía levantando finamente el polvo del suelo atrayendo un olor a tierra mojada. Se podía escuchar el parlar de las aves y búhos avisando a su parvada sobre la lluvia.
Una felina pelirroja se encontraba en el viejo puente con el cabello liso empapado por la reciente lluvia, viendo con nostalgia por la arbolada de cedros y fresnos. Dio una mirada al hombre lobo de cabello pelirrojo; ese color que le recordaba al color rubí de las piedras preciosas. Estaba parado a su lado con un porte firme y su semblante acusatorio, sobándose con una mano el pómulo de su mejilla, donde se localizaba un fuerte arañazo que le lanzo la chica antes de acercarse.
Estaba dispuesta a seguir vagando por el bosque oscuro, viendo aquel camino oscurecido refugiándose de toda amenaza que pudiera dañarla. Sus pies pisaban fuertemente la tierra mojada del suelo.
- - No he terminado de hablar contigo – Protesto el lobo alzando su voz ante la felina fémina. - ¡Te estoy hablando Wendy!
- - ¡Déjame en paz! – Su cola se tensó al igual que sus orejas, preparo sus afiladas garras en caso de que el hombre lobo se acercara nuevamente a sujetarla. – Solo... déjame.
Corrió a su lado intentando detenerla, no podía dejar que la chica huyera nuevamente. - Me entere de lo que sucedió en el orfanato – Menciono acercándose cautelosamente. – Y también de que la bruja de Kate falleció.
- - Ja, ¿Y? vienes a burlarte al fin de mí – Soltando una risa amarga. – Es lo que esperaban ustedes, que yo saliera del orfanato para dar cuello a mi cabeza.
Se acercó entonando una risa sarcástica. – Lo que hiciste no fue correcto gatita – Frunciendo el ceño. – A Bill le costó un ojo de la cara, literalmente. Will y Belle tal vez te lo perdonaron, pero los demás esperan una mínima explicación ante esta gran traición, si se le puede decir traición completamente.
- - ¿Qué me dices de ti? – Mirando con desdén al lobo. - ¿Tú no estás enojado conmigo? sé que estas deseoso de arrancarme los brazos y ahorcarme como tú lo dijiste.
- - Tal vez sí, tal vez un... sí – Apretando el barandal de madera al punto de crujir. – Pero quiero escuchar lo que dirás para salvar tu pellejo.
- - Necesitaba sobrevivir ¿no?, ja no debieron confiar mucho en mí – Cruzándose de brazos y soltando un bufido cansado. – Vi la oportunidad en cuanto me lo ofrecieron y yo la aproveche.
- - ¿Tú crees que fue lo correcto? – Dijo Kill molesto por la actitud de la mujer. – Wendy... - Tomándola entre los brazos antes de sentir otro aruño en su cuello y quijada. – Eres una gata mentirosa – Limpiando las lágrimas que bajaban de su rostro con su pulgar, acaricio su mejilla viendo la mirada jade brilloso de sus ojos y las pecas notorias. - ¿Por qué nos traicionaste? – Tocando sus labios. - ¿Por qué te fuiste de mi lado?
- - No puedo decirlo – Sollozando. – No puedo.
- - Wendy, por favor... dime – Abrazando a la pelirroja quien se aferró a su camisa llorando desconsoladamente.
- - Lo siento – Dijo ella agachando sus orejas y soltando quejidos dolorosos, recordaba los niños del orfanato que había asesinado, aquellos que le suplicaban y le decían mamá. – Hice algo muy malo Kill, no podre perdonarme esta vez.
- - Wendy – Viendo más de cerca su piel sucia y las cicatrices al igual que sus hematomas verdosos y violetas. – ¿Dónde has estado?
- - No mires – Cubriéndose con las solapas de su camisa manchada en sangre seca. – Por favor... no mires.
Aquella chica estaba destrozada y con un estado deplorable. Se ocultaba encogiéndose de hombros evitando que el hombre lobo la mirada de cerca.
- - Unas semanas desaparecida, pero aquí andas vagando en el bosque – Fulminando con su mirada carmín con gris. - ¿Tienes un lugar? – Tocando el cuello de la pelirroja.
- - Un nido de ratones me acogió cerca del río – Apartando su toque. – Estaré bien, solo me refugiare de la lluvia.
- - Eres tan mentirosa – Frunciendo el ceño. – No hay ratones en el río, tú sabes que odian a los híbridos de gatos.
- - Estoy bien Kill – caminando por la vereda. – Solo quiero irme a descansar y secarme, estoy muy agotada de caminar.
- - Ya veo – Asintiendo con la cabeza antes de caminar a su lado. - Ven conmigo gatita – Se arrodillo tomándola de los muslos y parte de su espalda baja levantándola en forma marital. La chica por sorpresa apenas se aferró a su cuello encajando sus uñas y sintiendo su corazón ir deprisa.
- - ¿A dónde me llevas estúpido lobo?
- - ¡Ouch! Wendy bájale a tus garras – sintiendo un ardor en su nuca. – Cálmate.
- - Kill bájame, ¿A dónde me llevas? – Viendo con temor dentro del bosque. – No quiero ir a ahí.
- - Cálmate Wendy – Dijo Kill viendo que la chica estaba aterrada en ir a casa de Bill. – No te estoy llevando con él.
- - Entonces...
- - Iremos a casa. – Menciono aferrándola a su cuerpo con tanto afecto. – A nuestra casa, el hogar que debió ser. – Embozando una sonrisa canina de sus colmillos.
- - Tonto, no es ese mi hogar. – Dijo ella entre lágrimas.
- - Claro que lo es. – Dijo – Torpe gata – Soltando una risa.
- - Tú eres el tonto.
- - Soy un tonto. – Sonriendo. – Por querer.
•| ⊱✿⊰ |•
Mediodía el clima empezaba helar la habitación de huéspedes. Una castaña se removía entre las sabanas sintiendo un peso encima de su cuerpo, los músculos de sus brazos y parte de sus hombros dolían fuertemente. Entre la oscuridad de la habitación apenas podía visualizar entre los doseles de la cama un color caoba. Sabía la pequeña que estaba en la habitación de huéspedes ya que ella solía tomar sus siestas adentro. Dirigió su mirada a las sabanas de color crema manchadas de color rojo viejo como el ladrillo, la tela rasgada y con manchas pegajosas y secas.
La chica intento levantarse, pero una punzada la hizo quedarse tumbada boca abajo y con un dolor de los mil infiernos en su cadera. Su intimidad era una molestia con cada movimiento, sus muslos enrojecidos y sensibles a cada rozadura.
- - Me duele... - Ella intento gatear fuera de la cama quitándose el peso de encima, en cuanto llego a la orilla cayo en el piso con todo y sabanas y cobijas. - ¡Ay!
En ese momento entro el hombre lobo con un pantalón de franela azul marino y con una remera de color negro. Noto que la adolescente despertó y estaba tirada en el piso, se le hizo tierno ver su traserito al aire con colita esponjosa moviéndose y siendo atrapada entre el montón de sabanas y cobijas que le puso antes de irse.
- - ¿Besando el suelo? – Pregunto viendo a la pequeña arrastrarse debajo de la ropa de cama.
- - No estoy besando el suelo – Dijo molesta frunciendo la nariz.
- - Duermes mucho para ser un conejo – Recargándose en la puerta. – Llevo dentro del estudio seis horas, y pensé que habías muerto después de hacerlo.
- - Me duele las piernas y mis brazos... también mis caderas y mi espalda. – Sintiendo su mirada acuosa y picar. – Mi conejito duele.
- - ¿Tú conejito?
- - Mi... flor. – Dijo ella de forma triste. – Hay algo que me molesta.
- - Acaso te molesta algo conejita. – Se acercó arrodillándose frente a la adolescente, la destapo comprobando los hematomas en la piel de su cuerpo blanquecino.
- - Espera... estoy – Tapándose con sus manos su pecho y su zona intima. – No mires.
- - Shh... tranquila pequeña conejita – Acercándose a lamer la zona lastimada de sus brazos. – Déjame ver.
Mabel aparto sus manos dejando al descubierto su pecho desnudo y su sexo. Bill se acercó agachando sus orejas viendo con su orbe ambarino con la pupila afilada a su pequeña presa, dio una lamida a la zona rojiza de su pecho encima del escote, colocando un beso suave seguido del otro lado. En cada hematoma colocaba besos suaves provocando una pequeña risa en la coneja, ante el cosquilludo contacto húmedo del lobo.
- - Me haces cosquillas, Bill.
Sus manos masajeaban con cuidado la piel lastimada provocando roces delicados que erizaban sus pelos. Unas suaves manos tomaron el rostro del lobo acariciando sus mejillas y la sien.
Bill soltó un quejido de satisfacción al sentir esa caricia, cerró su ojo dejando que la adolescente lo tocara. En un movimiento rápido se acercó a su rostro y lamio sus labios provocando un sonrojo intenso en ella.
- - Que apetitosa fresa – Dijo en forma de burla. – Tus labios están tan rojos y gordos, que me dan ganas de besarlos.
- - No me beses – Cerrando sus ojos. – Por favor. – Sabia que si la besaba no pararía de devolverle el beso.
- - Debes saber que una pareja no se rechaza – Susurro cerca de su oído, pasando la yema de sus dedos en la marca de la mordida en su cuello. – Sí yo quiero, puedo besarte mi conejita.
Sello sus labios con los de ella, moviendo suavemente en un roce lento. La chica correspondió al beso siendo guiada por el lobo. La intensidad del beso fue aumentando cuando ella entre abrió su boca dándole acceso para profundizar el beso entre ellos. Sintiendo la lengua de su compañero acariciar con la suya en un juego de dominancia, recorriendo su boca entre suaves jadeos y sus respiraciones compensadas y rápidas.
Mabel sentía derretirse con ese beso llegando a relajar sus orejas y ruborizarse de sus mejillas al punto de calentarse su rostro.
"Los conejos son fáciles de engañar"
Rompieron el beso entre suspiros y jadeos alterados, el avellana y color oro del ámbar encontrándose y uniéndose en una mirada íntima que reflejaba un solo rastro de sentimientos. Los labios del rubio colocaron pequeños besos en su lechosa piel descendiendo de su cuello hasta llegar a su marca de pertenencia.
Mabel no pudo evitar lanzar un murmullo de gozo cuando lamía la sangre seca de su herida y lo irritado. Puede que ese acto haya sido masoquista, pero la coneja no podía evitar que esa zona la excitaba bastante.
El lobo lanzo una pequeña risa maliciosa y llevo su mano acariciar la cara interna de sus muslos, separándolos con cuidado y frotando sus dedos sobre los pliegues de su flor rosada y cubierta con una delgada capa de lubricación. Dos dedos recorrieron sus labios internos tocando la entrada de su canal rosado hasta llegar a la punta de su perla rosadita y brillante.
- - No retrocedas ni huyas – Musito cerca de su rostro. – Quiero hacerlo contigo y dejarte mi semilla. – Colocando caricias en el hueso de su cadera. – Quiero aparearme contigo.
- - Bill... - Se volvieron a besar mientras pasaba sus manos por su cabello rubio, tirando de las orejas del lobo.
- - Eres mi coneja, solo mía – Bajo un poco sus pantalones de franela liberando su miembro erecto, su pene con la punta rosada y de lápiz lo guio hacía la entrada intima de la pequeña. Empujando su glande al punto de unirse y comenzar un vaivén lento en su pelvis. La chica envolvió sus piernas en su cintura siendo embestida contra el suelo, sintiendo como el pene del mayor rozaba contra sus paredes vaginales llenándose de su lubricación natural.
- Ahh... ahh... ahh... – La pequeña tiraba de sus orejas, gimiendo suavemente ante las estocadas del lobo. Suaves y precisas que provocaba que pegara sus cadera con las de él, para obtener más contacto. Veía moverse aquella cola rubia de un lado a otro de forma contenta.
El hombre lobo recordó lo de anoche, como su conejita se sentía incomoda al no estar en un lugar oscuro. No dudo en tomar la manta y cubrirse ambos debajo de la tela creando un lugar oscuro, abrazo el cuerpo de la adolescente sintiendo los pequeños besos de la castaña en sus brazos y parte de su clavícula de forma animada.
- Umm... ahh... aah... Bill – La menor movía sus caderas apegándose al ritmo de sus embestidas, le gustaba el ambiente que había creado el lobo. Comenzaba a excitarse más estando debajo de la sabana con sus cuerpos tocándose. – Más, más... me gusta - Soltando un chillido. – Bill... quiero más.
- ¿Te gusta? – Jadeo el híbrido sonriendo al ver a su conejita sumisa y suplicando. – Quieres ser follada en un lugar oscuro y estrecho.
- Sí – Sintiendo como su pecho se aplastaba con el del mayor. No dejaba de emanar su aroma atrayendo al lobo y provocando que aumentara su libido.
- Eres una coneja muy caliente – Aumentando sus empujes al punto de levantar sus caderas y dar empujes fuertes y rápidos en su pequeña flor. Jadeaba ante el repentino celo y las hormonas que lo excitaban. Su miembro se volvió sensible y el ritmo respiratorio aumentaba los sonidos lascivos de su relación. – Mabel... carajo esto... es delicioso - Jadeaba el lobo relamiéndose los labios y abrazando sus caderas.
- - ¡Bill! – La menor movía sus caderas contra las manos del lobo y soltaba más fuertes sus gemidos deleitando el sonido de su voz al lobo. – ¡Auhh! ¡Ahh! ¡ah! – Sentia los golpes de la pelvis masculina rozar con insistencia su abdomen, su pene saliendo de la vulva y entrando con rapidez. - ¡BILL!
De repente escucharon que la puerta principal tocaba con fuerza, Bill paro las orejas agudizando el sonido y escuchando una voz femenina y masculina afuera de su casa. Bajando un poco el ritmo de sus embestidas.
- - Bill~ – La menor lo llamo con una voz dulce que hacía que el mismo lobo se derritiera completamente y se calentara más.
- - No otra vez – Se reprendió el rubio, tratando de ignorar el sonido y acabar dentro de su conejita queriendo disfrutar de su contacto intimó en la mañana. – Mierda...
- - Escucho... ahh... alguien afuera – Hablo la menor entre gimoteos. – Debes detenerte.
- - No es nadie – Menciono entre los jadeos. – Solo estamos tú y yo en la habitación. – Aumento sus embestidas con fuerza. Escuchando sus cuerpos presionar con la madera y emitir el rechinido. – Grr... ah, ah, ah....
- - Pero... - Hablo la chica entre medio de sus gemidos. – B-Bill...
Los golpeteos en la puerta aumentaron, aunque no nada más fue eso, el hombre lobo había golpeado en un punto sensible de la chica provocando que gritara alto y gimiera con fuerza.
- ¡AAH...! – La mano del rubio cubría su boca.
- Mabel... – Susurro excitado el rubio en provocar ese placer en su pequeña amante, volviendo a golpear ese mismo punto con intensidad. – Carajo... necesito terminar dentro, quiero terminar dentro.
- Mmm... - Cerro sus ojos sintiendo el fuerte vaivén del rubio, sus líquidos caían de su orgasmo y sus paredes apretaban el pene del lobo abrazando su tallo. Sintiendo aquel bulto en forma nudo que evitaba que saliera de su interior. Provocando un estremecimiento en su cuerpo.
En ese momento el lobo escucho la apertura de la puerta y como una voz femenina los llamaba desde abajo de las escaleras.
- ¡BILL! – Grito fúrica. - ¿Dónde estás?
El rubio gruño molesto y se levantó del piso con la coneja en sus brazos. La castaña miraba al hombre lobo con sus ojos entrecerrados y un rubor rojizo en sus mejillas, más se aferraba a su cuello y soltaba un quejido seguido de un gemido suave. Su pequeña lo estaba disfrutando, pero no podía dejar que sus compañeros los viera.
- - Lo siento, a mí también me dolerá – Comento el lobo sabiendo a lo que se refería. Cuando noto la mirada de la pequeña suplicarle que no lo hiciera.
- - Bill... no – Sentía como el mayor intentaba separarse de ella, sintiendo el nudo rozar sus paredes para salir. - ¡Ay!... ¡duele! ¡para!
- - Shh – Intento acallar sus gritos sintiendo el dolor de separarse de su pareja. – ¡Ahg!
- - D-Detente – Suplico entre sollozos. – Duele, me duele.
- - Maldición – Salió del sexo de su conejita dejándola irritada y rojiza de sus pliegues. Aunque su miembro seguía hinchado y con un pre semen saliendo. – Esto es malo. – Viendo la intimidad de Mabel escocida y con dolor. – Perdón pequeña. – Se arrodillo dando un beso su monte de venus. – No quería lastimar tu flor. – Dando una lamida en su sexo.
- - Duele – Dijo ella cerrando sus piernas y empujando al rubio.
- - No eres la única que le duele – Dijo el lobo. – Quería terminar dentro de ti.
- - Porque no lo hiciste – Viendo con tristeza al lobo.
- - Mabel... no discutamos.
- - ¿Me vas a encerrar en el closet? – Dijo entre sollozos.
- - Sí te quedas dentro de esta habitación, no te encerrare al closet. – Acomodándose los pantalones.
- - Bill... - Cubriéndose con la sabana. – Aun me duele.
- - Tranquila – Colocando un beso en su frente – Me desharé de ellos y veremos este problema.
De repente escucho como alguien abría la puerta y se quedaba un momento mirando la escena, Mabel emitió un sonido de asombro y se cubrió su pecho desnudo antes de ver como se cerraba rápidamente.
- - Acaban de abrir la puerta, ¿cierto? – Viendo como la castaña asentía con la cabeza y miraba con temor. – ¿Viste cómo era?
- - Sí
- - ¿Qué era?
- - Macho – Menciono. – Me vio toda desnuda.
- - Diablos – Chisto con la lengua.
- - Es malo.
- - Muy malo – Viendo a la conejita que se acogía entre las sabanas.
Camino hasta la cómoda y saco ropa suya; una camisa blanca y pantalones azules, para entregársela a la menor.
- - Ponte esto.
- - Huele a ti – Tomando las prendas.
- - Ese es el propósito
- - Bill, ¿Quiénes son los de abajo? – Alzando sus orejas – Escucho voces.
- - Cambio de planes – Ayudando a la chica cambiarse. – Vendrás conmigo y hagas lo que hagas, no te separes de mí.
- - Me queda grande – Protesto la adolescente mientras terminaba de abotonarse la camisa y ponerse los pantalones. – Bill tu ropa me queda grande.
- - Está bien – fajando la camisa. – Sumamente adorable y lista como para violarte en este preciso momento, pero bien.
La ayudo a bajarse de la cama viendo que la castaña daba tropezones y soltaba quejidos. Ella se aferró a la cintura del lobo recargándose en el mayor, evitando caer al suelo.
- - Me tiembla mis piernas – Inflando sus mejillas. – Bill ¿Cuándo dejas de tener celo?
- - ¿Cuándo dejas el tuyo? – Dijo de forma burlona ganándose un jalón en su cola. - ¡Auch! – fulminando a la coneja con su mirada dorada. – No tires de mi cola.
- - Tonto lobo oxigenado.
- - Estas agarrando mucha confianza, pequeña presa.
En cuanto abrieron la puerta bajaron por las escaleras aunque la castaña se quejaba en cada bajón de escalón. Ella vio como una pareja los miraba con los ojos abiertos y la boca desencajada.
- - Hay no es cierto – Dijo un lobo de cabello azul platinado con gris y ojos de un tono como el azul petróleo. Sus orejas eran despeinadas y la punta de su cola terminaba con un mechón gris. – Bill perdiste la cabeza.
- - ¿Quién les dio permiso de entrar?
- - ¡BILL! - Grito enfurecida una loba de cabello magenta con la punta de sus orejas y cola con la terminación rosa claro. - ¿Por qué rayos no contestas? – Mirando a la coneja que se ocultaba atrás del rubio. –Oh hola... pequeña – Viendo que la castaña tenía la ropa del lobo. – Quiero una explicación y no sexual del ¿Por qué lleva tu ropa?
- - No tengo ropa para una coneja – Menciono. – Aparte lleva mi aroma.
- - ¿Te la cogiste? – Dijo Kriptos.
- - ¡Bill! ¡Es una niña coneja! – Grito Pyronica. – No puedes controlarte solo por un momento.
- - Está en celo – Dijo el rubio. – Solo sacio sus deseos lujuriosos.
- - Pero dijiste que estabas en celo. – Refuto la menor mirando al lobo.
El rubio carraspeo un poco su garganta ante de hablar. – Ambos andamos en celo así que es mutuo el problema. – Comento.
- - No, no, no – Dijo la loba acercándose a la menor, pero recibió un aruño del rubio. – Bill, es una coneja... no puedes hacerle eso, es nulo.
- - Cierto, te la comes o la matas. – Dijo Kriptos.
- - ¡Kriptos! – Le regaño la loba. – Tampoco es la opción.
- - Vinieron a ver si era cierto lo que soltó Pyronica – Enarcando una ceja.
- - Ya lo saben, pero no creía todo lo que decía esta loba tonta. Ella siempre miente todo el tiempo para hacerme enojar – Señalando a la peli rosa. – Bueno Bill... que bueno que cojas, pero no es un omega ni lobo.... ¿Si sabes que es un conejo? Tiene colita esponjadita y orejas largas.
La castaña cubrió sus orejas por vergüenza sintiendo una incomodidad ante la frase.
- - ¿Por qué la tienes aquí? – Dijo la mujer. – ¿Son de los conejos que cazamos?
- - Idiota – Le dijo en un gruñido a la mujer loba.
- - ¿Qué conejos? – Pregunto Mabel.
- - Alguien no le conto del todo a la pequeña coneja – Menciono Kriptos con una sonrisa. – Vaya será conveniente decirle.
Mabel agacho las orejas y miro temerosa a Kriptos, en cambio Bill estaba un poco nervioso de lo que la pequeña pudiera hacer al enterarse de la masacre de los conejos en el bosque. Bill sabía que su amigo no se callaría el hocico por más golpes que le diera. Pyronica vio la situación y tiro de las orejas al lobo azulado.
- - No es tu asunto, estúpido sarnoso – Dijo viendo a la pequeña, se acercó a ella con cautela y coloco una mano en su cabeza. - ¿Cuál es tu nombre?
- - Mabel – Respondió la pequeña. – Mabel Pines.
- - Estas muy suavecita del cabello y tu piel es como la seda – Tocando sus orejas. - ¡Hay estas son tan felpuditas! Dios que suave.
- - ¡Auh! – Sé que quejo al ser apretadas. – No las aprietes tan fuerte.
- - Oye Mabel... ¿Cuántos años tienes?
- - 14 años – Dijo la menor. – Eres muy bonita – Tocando las orejas de la peli rosada.
- - Niña, ¿acaso no estás ciega? – Hablo Kriptos – Estas con un lobo pedófilo y una anciana.
- - Cierra la boca Kriptos que se te cae la verga de Pacifier. – Gruño la mujer. – Gracias Mabel, aunque tú no te quedas atrás... eres muy bonita, para ser la lolita de Bill.
- - ¿Qué quieren ustedes dos?
- - Le traje a esta coneja ropa – Mostrando una bolsa. – Aunque dudaba mucho si estuviera viva.
- - Ella lo está – Cruzándose de brazos. – Ni que fuera a comérmela.
- - Pero me dijiste que si me iba me romperías los huesos – Dijo Mabel.
- - Guarda silencio Mabel. – Sintiendo culpa.
- - Bien, bien veo que todo está bien. Salvo que vinimos en un mal momento cuando te la ibas a coger, ¿cierto? – Dándole un codazo al rubio.
- - La próxima vez que abras la puerta, tú cadáver será la próxima decoración del bosque.
- - Fue culpa de Pyronica, ella me dijo que subiera.
- - Okey Mabel, ten esto es ropa de cuando yo utilizaba cuando era adolescente.
- - Pfff – Soltó una risa su compañero. – ¿Enserio? Debe estar lleno de polillas.
- - Te voy a golpear ahí, donde las arañas hacen su nido. – Amenazando al lobo.
Mabel tomo la bolsa y saco un vestido rosa pastel con listones y moños a los costados, una moda muy lolita victoriana para la adolescente. La chica daba saltitos de lo emocionada que estaba, extrañando un poco al rubio pues no había visto esa actitud tan adorable de la castaña desde que llegaron a su casa. Sin que ella se escondiera o temblara en un rincón, sin olvidar cuando la obligaba a tener relaciones.
- - ¡Es muy bonito! – Abrazando el vestido. – ¡Gracias, gracias!
- - Oh vaya le gusto – Viendo a la coneja sacar más ropa. – Oye cielo, pero no saques las demás ya que son...
La pequeña alzo en alto unas bragas de color rosa con volantes y encaje blanco. Kriptos iba hablar pero Bill le hizo callar con un golpe en el rostro.
- - No digas nada – Dijo el lobo sonrojado y ladeando su rostro.
- - Mejor me la llevo arriba – Dijo Pyronica jalando a una Mabel eufórica con la ropa en la mano. – Solo serán unos minutos.
En ese momento Kriptos y Bill se quedaron abajo antes de que el otro mencionara de su problema.
- - Así que te dolió salir de ella – Comento su amigo. – Amigo, no la veas como pareja. – Dijo seriamente. – No sabes el daño que te haces.
- - No es tu asunto.
- - Su relación no funcionara – Menciono el lobo. – No podrá adaptarse a tu estilo de vida.
- - Es mi pareja.
- - Bill – Rascándose la nuca. – ¿Ella lo sabe? – Viendo la puerta en los escalones. – Un olor así es difícil de ocultar y sé que ella tiene buen olfato. Solo que no quiere preguntarte lo que tienes adentro.
Bill sabía a lo que refería Kriptos al voltear a ver la puerta debajo de las escaleras.
•| ⊱✿⊰ |•
- - ¡Hay pero que linda y tierna te ves! – Dijo Pyronica moviendo su cola de forma rápida al verla con el vestido. – Y muy suculenta.
- - Señorita Pyronica – dijo Mabel con los mofletes inflados. – Por favor no me diga suculenta.
- - ¿Por qué?
- - Es que... siendo híbrida de conejo, es una palabra muy...
- - Entiendo, entiendo es incómodo – Dijo Pyronica. – Nada de suculenta – Menciono con las mejillas rosadas. – Pero es inevitable decirlo, ya que siempre hemos... tú sabes los híbridos de lobos cazamos y eso.
- - Pyronica – Hablo Mabel un poco intrigada en el tema de parejas. – Bill no para de decirme... su coneja, su omega. – Moviendo sus pies en la cama. – Incluso... me mordió muy fuerte ayer cuando me cogió.
- - ¿Puedo ver? – Dijo un poco temeroso la loba, viendo en el cuello de la menor una mordida poco profunda. – Mabel... ¿has dejado que Bill te marque? ¿Sabes lo que significa?
- - No, pero Bill parecía feliz de hacerlo – Dijo ella. – No recuerdo bien pero no dejaba de decirme "mía".
- - Vaya que eres una coneja muy... inocente.
- - Pyronica ¿te gusta Bill?
- - Bueno... sí – dijo nerviosa viendo a la coneja deprimirse. – Pero él me rechazo, así que lo de nosotros es imposible, ya ves si es un alfa superior y te rechaza pues no funciona y ya.
- - Ambos olían bien estando juntos.
- - ¿Disculpa? – Dijo confundida.
- - Lo siento si interrumpí, pero enserio no quería hacerlo. Estaba asustada cuando te olí y no sabía qué hacer, por eso Bill se detuvo en aparearse contigo.
- - No en realidad no fue eso – Recordando cuando el lobo rubio se puso nervioso cuando toco sus cicatrices. – Digamos que Bill ya tenía a otra personita en mente, y solo quería sacar provecho para distraerse.
- - Entonces ¿Qué significa la marca?
- - Eres su pareja destinada – Menciono. – Aunque no lo creas, Bill te marco como su pareja y de que te ha reclamado como suya. En este caso es como si estuvieran unidos. Un lazo muy íntimo entre un alfa y un omega.
- - ¿Unidos? – Tocándose el cuello. - ¿Cómo matrimonio?
- - Exacto – Dijo ella. – Como si fueran esposo y esposa.
- - ¡¿Yo la esposa de Bill?! – Mostrándose sorprendida. – No tendría que usar anillo... un vestido blanco y....
- - Ya sé, es difícil de comprender imagínate a nosotros siendo sus amigos o parte de su manada. – Colocando una mueca. – Enterarte que tu amigo tiene como pareja una coneja. Aunque hubiese preferido enterarme que fuera un odioso beta o alfa.
- - ¿Es malo? – Mirando a la peli rosada.
- - Niña creo que tus padres o tutores debieron explicártelo. – Dijo la mujer loba sin tanto interés. – Un conejo y un lobo es nulo en su relación; no hay procreación ni mucho menos una estabilidad emocional. Cada quien tiene su estilo de vida diferente. Te darás cuenta cuando Bill intente... que tú te adaptes a su ritmo de vida.
Pyronica estaba a punto de salir cuando la coneja se adelantó antes de hablar.
- - Puede que no sea una loba como ustedes. Pero yo... puedo ser... – Dijo ella. – Un omega del que tanto hablan o beta, pero yo tratare de ser para Bill.... Su pareja daré mi esfuerzo, lo querré mucho.
- - Vaya, quieres ser su pareja. – Dijo ella. – Entonces... en unos meses no llores cuando no puedas concebir un cachorro. – Picando su vientre. – Los cachorros viven muy poco tiempo en un ambiente desconocido. – Mirando a Mabel. – No lo digo por maldad, solo por preocupación.
- - ¿Un cachorro? – Tocando su vientre. - ...
Dijo antes de marcharse dejando sola a la chica en la habitación. Pyronica iba bajando las escaleras para encontrarse a Bill y a Kriptos, paso a un lado de ellos antes de abrir la puerta de la entrada.
- - El bosque oscuro atrae muchas sorpresas y desgracias.
- - ¿Y Mabel? – Dijo Bill frunciendo el ceño.
- - Probándose la ropa cariño – Dijo guiñando el ojo. – Dale su maldita privacidad lobo pervertido.
- - Pyronica está lloviendo otra vez – Dijo Kriptos viendo el camino enlodado.
- - ¿Y? - Dijo ella – No me quedare en casa de un lobo que apesta a feromonas, altera mucho mis nervios.
- - Bill – Hablo Kriptos. – ¿Seguro que no estás?
- - Estoy bien – Dijo hastiado de sus acorralamientos.
- - Bien, porque ella no es del bosque oscuro – Menciono la peli rosada. – Preferiría que estuviera en otra parte, en vez de contigo.
- - Fue suficiente su visita – Dijo Bill con una mirada iracunda.
- - Solo curiosidad amigo – Dijo Kriptos.
La pareja se fue de la cabaña tomando rumbo fuera de los terrenos del bosque, Pyronica sentía un escalofrío y un aroma a sangre emanar en cada parte de la casa. No podían negar que eran sanguinarios, más no le agradaba el ambiente de la cabaña.
•| ⊱✿⊰ |•
Un relampagueo anuncio la fuerte lluvia que aumento en el pueblo de Raven Fair, las gotas de lluvia golpeaban el ventanal cubriéndolo de una neblina que empañaba el cristal.
- - Aquí estabas
Se acercó a la gata pelirroja de cabello lacio que se encontraba sentada en el sillón de su apartamento. Le acerco un botiquín colocándolo en la mesa de café, empujándolo con sus dedos para evitar otro rasguño. Wendy tenia ladeada su rostro con su mirada centrada en el panorama del pueblo, se encontraba con sus piernas flexionadas sobre su pecho haciendo un pequeño mohín en sus labios rojizos.
- - Uff~ - Soltando un largo suspiro sentándose en el piso. - ¿Tienes hambre? Puedo ir por una pizza, claro caminaría unas tres cuadras.
- - Bill sigue viviendo en el bosque – Sonando enfurecida mientras apretaba las mangas de la camisa.
- - Mi hermano... sigue viviendo en el bosque oscuro desde hace unos años. – Menciono un poco incómodo en el tema. – Es su terreno y él quiso quedarse a vivir en esa cabaña, Will y yo hemos intentado sacarlo pero... es imposible a él le gusta mucho ese lugar.
- - Tú vives en el pueblo – Menciono Wendy – Lo demás viven en el pueblo, incluido Belle y Will quienes quisieron hacer su vida en Salem, un pueblo más acogedor – Colocando una mirada llena de tristeza. – Kill... me entere de algo muy feo, y creo que es relacionado con Bill.
- - ¿Así? – Dijo sin tanto interés. – Yo también me enterado de varias cosas desagradable estos últimos días. Más trato de seguir mi vida lo más normal posible siendo un lobo con un trabajo decente. – Viendo a Wendy. – Asistente de editorial, aunque no hay muchos problemas en ese lugar.
- - En el orfanato... los niños que siempre se perdían o creía que eran adoptados por buenas familias... en realidad eran sacrificios, sacrificios para el bosque oscuro de Raven Fair – Ocultando su rostro en sus rodillas. – Un niño o dos al año para saciar la sed de sangre y que no rondaran los de tu especie cerca de ellos.
- - Lo sé – Dijo Kill – Al final supiste la amarga verdad, cierto. Pero es algo que no podemos evitar – Mirando al techo. – Instinto de caza y la especie más débil son los conejos y lobos. Los gatos son astutos.
- - ¿Tú también participabas?
- - Sí – Respondió. – Pero nunca los detuve. Solo un espectador más en el juego.
- - ¿Quién caza a esos niños? – Pregunto la felina viendo al lobo, encontrándose sus miradas en un breve momento. – No creo que hayan sido todos a la vez.
El mayor se levantó estirándose un poco antes de dar una mirada rápida a la chica. Tenía una de sus camisas oscuras que le llegaban por encima de los muslos, notando la piel pálida y rosada cubierta de leves pequitas en sus piernas. Su cola descansando en el cojín moviendo la punta en breves momentos. Noto en sus pantorrillas y en la cara lateral de sus muslos cicatrices con hundimiento deprimido, entre los hematomas enormes que habían adquirido un color verdoso con tinte morado de la sangre vieja acumulada.
- - Fue Bill, ¿Cierto? El que cazo a los niños estos años.
- - Esta vez no lo hizo – Se mordió la lengua recordando a la conejita que capturo y que mantenía encerrada en su cabaña desde hace una semana.
- - ¡Ah! ¿no lo hizo? – Arqueando las cejas. – Kate dejo ir a cinco niños conejos al bosque a que tuvieran su día del campo, ¡cinco! Y les entrego un canasto con comida. Ella nunca hace eso, la comida y el dinero son de importancia en el orfanato.
- - Eran el sacrificio de la temporada – Dijo secamente.
- - Kill – Hablo la chica levantándose de su asiento. – Tú sabes que tú hermano tiene un problema muy serio y que fue difícil de controlar, incluso Pyronica, Kriptos, Hectorgon, Pacifier, Cerradura, Forma Amorfa lo saben. Y ellos no lo detienen, le temen tanto que juegan a... ser sus amigos, como si se preocuparan por él sabiendo de lo que hace dentro.
- - Wendy, cálmate – Tomándola de los hombros. – Es su naturaleza...
- - ¿Quién los cazo?
- - La manada – Menciono Kill. – Esta vez los expusimos a ellos, sabíamos que era peligros. No queríamos exponernos como la vez pasada.
- - ¿Quién les conto de ellos?
- - Tad Strange nos dijo que soltarían cinco de ellos al bosque, tú sabes que dentro del bosque oscuro no aplican las mismas leyes que en el pueblo – Dijo. – Perdón pero así es el instinto, se toma los malditos supresores y tratamos de no, volvernos agresivos.
- - ¿Por qué esta vez Bill no cazo? – Estaba intrigada por saber la actitud del rubio al no cazar esta vez a sus víctimas. – Él no suele dejar que alguien vague por su territorio, es muy celoso.
- - Un día antes cazamos él y yo cerca de una granja – Admitió con vergüenza viendo la mirada perpleja de la pelirroja. – Eran unos corderos, aunque yo quise devorar una oveja.
- - Entonces él... ¿cazo antes?
- - Sí – Afirmo. – Y tomo supresores para que pudiera controlarse durante la caza.
- - Entonces fue la manada.
- - Sí.
- - ¡Y yo tontamente mande a mi amiga junto con ellos! – Grito frustrada. – Yo pensé que tendrían un picnic y que volverían antes de la adopción de mi amiga.
- - ¿Qué? – Alzando sus orejas. - ¿Adopción?
- - Había una híbrida de conejo muy especial en el orfanato – Soltando suspiros fuertes. – Ella era débil y propensa a enfermarse en cualquier momento. – Continuo – Cuando ella cumplió 14 años tuvo su menarca y su primer celo, pero antes el médico le daba supresores para evitar que los demás se dieran cuenta.
- - Una coneja especial – Dijo Kill musitando la frase en sus labios.
- - Quisiera disculparme con ella... aunque no sé si pueda obtener su perdón – sobre encogiéndose en sus hombros. – Ella está muerta con los demás. – Soltando un débil sollozo de sus labios. – Encontré sus aromas incluso sangre y ropa rasgada. – Dijo – Soy la culpable de su muerte.
- - Oye Wendy – Acercándose. – Esa amiga muerta que mencionas tiene; cabello color chocolate, pelaje en sus orejas muy suave como el algodón, ojos color avellana y parece una muñequita.
- - Algo así... - Sintiendo un poco de celos al escuchar la descripción del pelirrojo. - ¿Por qué lo dices?
- - Carajo – Llevándose una mano a la boca.
- - ¿Qué sucede? ¿Sabes algo de Mabel? – Pregunto la chica preocupada por la menor. - ¿Esta viva?
- - Wendy – Viendo a la pelirroja. – ¿Te dije que Bill no cazo para comer?
- - A quien cazo... no me digas que a Mabel. – Viendo el rostro del lobo. - ¡Oh dios! No... que clase de tortura...
- - Espera antes de que grites de pánico – Dijo el pelirrojo intentando calmar a la gata. – Resulta que.... No la mato sino que más bien hubo un accidente, nada grave... creo.
- Nada es accidente con ese sanguinario lobo – Dijo.
- - No, este si fue un accidente. – Dijo Kill. – Veras resulta que "tu amiguita" se adaptó al nudo de mi hermano.
- - ¿Qué? – Si entender lo que decía. - ¿Nudo qué es?
- - Bueno tuvo un "abotonamiento", es algo que tenemos los alfas cuando quedemos dejar esencia en nuestras parejas o las omegas.
- - Mabel no es un lobo – Dijo Wendy sin entender.
- - Bill se imprimo en ella, tuvo relaciones con la pequeña coneja el día que cazaron a sus amiguitos. – Explico. – Dice él que jugaron y que la coneja hizo un rito de apareamiento y él cedió porque le pareció atrayente.
- - ¡¿CÓMO QUE TUVIERON RELACIONES?! ¡ES UNA NIÑA! – Grito la gata molesta al punto de aventar la mesita. - ¡MABEL DEBIA HACERLO CON ALGUIEN ESPECIAL!
- - ¡Oye cálmate!, apenas pague esta mesa de café en la tienda con meses sin intereses. – Levantando la mesa y limpiando lo raspado.
- - Kill es otra de tus bromas de mal gusto – Dijo la chica. – No me gusta esta.
- - Créeme no lo es – Cruzándose de brazos. – Bill anda cuidando su linda presa, tanto que ha evitado que no salga de casa y se la pase rodando por las escaleras y secuestre libros de su estante – Dijo Kill. – Prácticamente está cuidándola muy seriamente y lo peor es que... - Viendo su calendario. – Que anda en celo.
- - Un momento Mabel no puede leer esos libros – Recordando que el hombre lobo escribía novelas de origen oscuro y prohibido. – Es literatura para adulto.
- - Descuida, Bill guarda sus trabajos en su estudio. – Dijo. – Esa mocosa no puede leer sus novelas.
- - Su casa huele a muerte – Menciono la pelirroja. – Toda criatura sabe que no debe entrar a su morada al menos que tenga invitación.
- - Oh la pequeña tiene libertad de recorrer su casa – Dijo Kill – No vi en ningún momento a mi hermano detenerla.
- - ¿Está dejando que ella deje su olor? – Sentándose un momento en el sillón. - ¿Por qué? Todos sabemos que los conejos y lobos son nulos en su relación.
- - Al igual que las otras especies. – Menciono el lobo pelirrojo viendo a la chica y dándole una indirecta muy fuerte.
- - Tenía doce. – Tornándose rojas sus mejillas.
- - Y yo diecisiete – Acercándose a la gata. – Lo recuerdas era primavera me dio fiebre y tu llegaste con una bandeja de agua fría. Por maldad me la tiraste encima.
- - Sí, pero eso fue venganza por comerte mi salmón. – Empujándolo. – Kill esto es serio, muy serio. Mabel no puede quedarse con Bill.
- - Pues la conejita no quiere dejarlo – Menciono. – Le tiene miedo en ocasiones a Tad, pero también a Bill o ya no sé qué es lo que trae. Pero ella está viviendo con Bill.
- - Mabel necesita salir de esa cabaña –Dijo Wendy – Kill ayúdame a entrar a la cabaña de Bill, debemos sacarla de ahí.
- - Sabes que no se invade un territorio sin una invitación antes.
- - Por eso harás lo que te digo, llámale y dile que lo visitaras.
- - ¿Y que gano con esto? – Alzando una ceja. – No todo es gratis Corduroy.
- - No tengo dinero – Dijo la pelirroja agachando sus orejas.
- - No quiero dinero – Se acercó a la gata acorralándola entre el sillón y su cuerpo. – Tú sabes lo que quiero.... Y solo tú puedes saciarlo.
- - Maldito lobo – Dijo ella sonrojada cerrando los ojos y esperando a que lo hiciera.
- - La primera es... - Susurrando cerca de su rostro. – Quiero una bandeja de galletas de chispas de chocolate y arándanos, la segunda bandeja de galletas la quiero de nueces de macadamia y cacahuate. Pero ni se te ocurra ponerle avena. – Moviendo sus orejas y cola de forma efusiva. – Y también quiero mermelada de frambuesa y arándano y fresa, esas tartitas que con el calor del horno dejan una capa caramelizada. – Relamiéndose los labios para limpiarse un poco la baba. - ¡Oh también haz bollitos de moras azules! No, mejor de naranja.
- - ¡Eso es un abuso! – Dijo molesta con las mejillas rojas de la furia. – Comes como aspiradora.
- - Porque saben deliciosas y porque me vetaron de la panadería hace unos días. – Comento. – Sucios híbridos de ratones ya no me permiten comer pan de dulce, así como tendré mi café de las 4 de la tarde.
- - Nunca cambias. – Haciendo un mohín en sus labios rojos.
- - Cierto. – Besando en un suave movimiento corto sus labios, ganándose un sonrojo de la gata. – Te extrañe gata traidora.
- - Lobo estúpido – Volteo su rostro evitando su mirada.
Antes de comenzar a soltando una risa ambos, siendo cubiertos por los sonidos de la lluvia. Wendy se levantó e iba tomar el mandil de la cocina hasta que sintió unos brazos rodear su cintura.
- - Cuando termines... - Hablo cerca de ella. – Quiero hacer algo contigo. – Volteando a la pelirroja dejándola cerca de la barra de la cocina. – Y esta vez no huiras.
La beso empujándola y subiéndose encima de ella con la chica enrollada en su cintura. Perdiéndose ante el sonido de la lluvia.
•| ⊱✿⊰ |•
Mabel se encontraba terminando de limpiar las ventanas de las casa con un trapo. Después de que los amigos de Bill se fueron, el rubio la había puesto a limpiar mientras terminaba de escribir algunas cosas en su trabajo. Había dicho que le había llegado un momento de inspiración antes de besarla en los labios y encerrarse en su estudio.
La castaña estaba tan concentrada en el aseo de la casa que había olvidado por un momento su dolor en la parte baja. Se acercó al ventanal de la sala que era cubierto por las cortinas de lino morado con detalles dorados. La abrió viendo un espléndido paisaje lluvioso y el bosque oscuro soltando una baja neblina de frío. Mabel encontró cómodo escuchando el sonido de la lluvia, volteo a los lados asegurándose de ver que no estaba Bill a su alrededor.
La pequeña corrió al sofá y tomo un cojín y uno de sus libros sin fijarse el título del libro. El cojín rojo lo puso cerca de la ventana sentándose en él, acomodo su vestido blanco con rosa cubriendo sus pies y teniendo cuidado con su colita de algodón. Se acurruco antes de abrir el libro en sus manos, el título del libro era "un cuento oscuro" de la autora Naomi Novik. La menor comenzó a leer el principio conociendo la historia de Agnieszka y su pueblo natal, Dvernik. Casi en la mitad del libro no entendía unos términos y lo escribía en un pedazo de papel, para después pedirle a Kill que lo buscara, era al único que le podía pedir ayuda ya que se supone que el lobo rubio no sabía de qué ella agarraba sus libros.
Mabel siempre tenía alzada una oreja escuchando todo su entorno, sabía que Bill seguía encerrado dentro de su estudio. Fue muy claro cuando le dijo que se mantuviera callada y no lo molestara las siguientes seis horas.
Pasaron alrededor de dos horas más y sintió sus piernas entumidas, abandono la lectura yendo a la mitad del libro. La historia le estaba gustando puesto que tenía un extraño romance oculto entre los personajes principales. Se levantó un poco y estiro su cuerpo, su estómago comenzó a rugir con desesperación solo podía suceder un cosa, y esa era que tenía hambre.
- - Manzanas – musito la coneja caminando a la cocina, busco en el frutero y solo encontró carne seca y bayas rojas, así que tomo un puño y comió unas cuatro antes de sentir su estómago rugir un poco más. – No hay manzanas.
La adolescente se acercó abrir el refrigerador y solo encontró más carne y pocos vegetales. Su carcelero olvido hacer las compras y solo había carne cruda y almacenada en topper de cocina. La mayoría era res, cerdo y cordero.
De repente vio encima del refrigerador un frasco con la palabra "galletas", la castaña dio unos brincos intentando alcanzar el frasco pero no obtuvo éxito. Tuvo otra idea al acercar una silla y subirse en ella, tirando del frasco.
- - Vengan.
De repente escucho un carraspeo de cierto hombre lobo que estaba recargado en el marco de la cocina.
- - Ya pudiste levantarte – Cruzándose de brazos.
- - ¡Señor Bill! – La menor se asustó que soltó el frasco y tropezó con la silla a punto de caer en los pedazos de cerámica rotos.
El lobo la atrapo tomándola de los brazos y jalándola hacia su cuerpo, quedando en una posición recargados en la pared con la pequeña aferrada su espalda y sus piernas envueltas sobre su cintura.
- - Perdón, perdón, perdón... - Viendo lo destrozado del frasco. – Fue mi culpa.
- - ¿Golosinas? – Frunciendo el ceño.
- - Tenía hambre – Dijo ella a cohibida en sus brazos. – No había manzanas.
- - De todos modos no hay galletas, ese frasco esta vacío desde hace 12 años por eso lo puse ahí.
- - ¡Doce años! – Viendo a Bill. – Sin galletas.
- - Sin galletas
- - Mejor mátame, no quiero vivir. – Dijo la castaña soltando un gimoteo.
- - No es tan malo no tener dulces, te acostumbras después de un tiempo.
La acomodo arriba del mostrador de la cocina mientras tomaba un recogedor y una escoba para barrer los pedazos de cerámica rota.
- - ¿Tienes hambre? – Pregunto Bill.
- - Sí
- - Puedo hacer ternera asada – Dijo el lobo moviendo su cola de forma alegre. – Comeríamos ternera.
- - Bill... no como carne – Dijo la castaña. – Tad dijo que solo los vegetales o las frutas.
- - Cierto, Tad esto y Tad lo otro... ¿Por qué demonios no comes carne? – Dando un golpe en la mesada.
- - Lo siento – Asustándose por la actitud del hombre lobo.
- - Solo déjalo – Frotándose la sien – Te preparare tus vegetales.
La menor no dudo en soltar unas lágrimas en su rostro, Bill la miro y la bajo del mostrador empujándola fuera de la cocina.
- - Vete a bañar – Dijo molesto.
- - Lo siento... no volveré a quejarme.
El hombre lobo saco de un topper la carne antes de agarrar un cuchillo de carnicero y desquitarse despedazando. No dudo en tomar un pedazo y masticarlo saboreando la sangre y la sensación helada y fibrosa.
La castaña estaba duchándose disfrutando de la calidez del agua caliente, cuando noto que había artículos de limpieza para ella entre otras cosas. Se arrodillo en el estante curioseando entre las cosas, recordó cuando Bill le dijo que podía utilizarlas.
- - Huele rico – Dijo la menor oliendo un shampo de arroz y maracuyá, un aroma que la hizo sonrosarse de sus mejillas. Tomo un poco tallando su cabello y envolviéndose en el aroma delicioso que la hacía relajarse. Jabones perfumados y suaves esponjas que aún no habían salido de su empaque. – No se molestara Bill. – Tomando uno rosado y tallando su cuerpo, disfrutaba mucho el baño, ahora que tenía permitido tocar los artículos que eran para su pareja.
La menor se demoró más de lo esperado en la ducha, pues se había puesto hacer en una esquina pompas de jabón con sus manos. Comenzó a entonar una canción que Wendy le cantaba cuando se bañaban juntas en el orfanato.
- - Miércoles, buenos días~ - Haciendo eco con su voz. – Algún día del mes es soleado. La luz del sol huele a una leve rastro de tristeza. – Viendo la pequeña ventana del baño donde se colaba el vapor del agua. – En el diario del gato, el número de siestas tomadas que ha escrito. – Continuo mientras creaba más burbujas. – En el diario del columpio, está la aceleración de hoy, y el sueño de alcanzar sus metas, están escritos allí. En el diario del reloj, está escrito el número de veces que una persona querida lo miro fijamente.
En ese momento un hombre lobo subía molesto ya que cierta coneja aun no bajaba para cenar, llevaba metida en el cuarto de baño más de 30 minutos. Estaba a punto de tocar cuando escucho su voz atrás de la puerta, cantando alegremente. Se apoyó recargando su espalda en la puerta de madera y alzando sus orejas, era la primera vez que la escuchaba cantar de esa manera, sonaba celestialmente inocente y con tonos altos y agudos entre suaves entonaciones.
- - Así entonces llegamos al diario de mis labios, he escrito el número de veces que han llamado tu nombre~ - Enjuagando su rostro. – Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...
Mabel recargo su cabeza en la pared sintiendo las gotas caer en su rostro.
- - Jueves, en algún día del mes nos estamos acercando – Toco sus labios recordando la sensación de los labios del hombre lobo. – El diario del universo, registra cada vez que una estrella se encuentra con otra. El diario de una cortina; contiene rumores de que el viento le hablado de alguien que se estaba besando. El diario de un cohete, cuenta su despegue.
Alzo sus orejas escuchando alguien detrás de la puerta.
- Así en el diario de mis labios... sueño con una cuenta atrás estar contigo. – Menciono la castaña. – Siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos... uno.
Bill abrió la puerta entrando sigilosamente al baño, era la misma canción que entonaba hace unas horas atrás cuando limpiaba. Vio una oportunidad para interrumpirla puesto que había quedado mal con la pequeña en toda la mañana y lo que va de la tarde. Se retiró sus prendas quedando desnudo, no pudo evitar soltar una risa antes de abrir la puerta corrediza y entrar a la ducha junto con la castaña. Escuchando a la chica sorprenderse y dar un grito de sorpresa.
- - ¡BILL! – Grito la menor cubriéndose el pecho.
- - Has tardado mucho.
- - Me sigo bañando – Haciendo un mohín de molestia.
- - Te vas a arrugar como una pasa, coneja torpe – Picando su frente con sus dos dedos.
- - Ya iba salir – Dijo queriendo abrir la puerta pero el lobo se lo impedía.
- - Lavaba mi cabello.
- - ¿Por qué? – Pregunto nerviosa.
- - Eres mi coneja y debes hacerle algún cariño a tú lobo.
- - Pero quiero salir – Sintiendo el calor y el aroma del alfa. – Aparte no te alcanzo.
- - Descuida que eso no impedirá que hagas tu tarea – La tomo entre sus brazos y la alzo quedando el rostro del lobo recargado en sus senos redondos. – Lates muy fuerte de tu corazón, trata de calmarte.
- - Mira quien lo dice – Dijo ella tomando una botella de shampo que el rubio le paso, antes de masajear el cuero cabelludo del lobo. - ¿Bill? Tienes sangre seca aquí.
- - Olvide tallarme en esa parte.
Mabel limpio notando una pequeña herida en sus orejas, había recordado en la noche que el lobo no tenía esas heridas.
- - Bill... ¿saliste?
- - Eres muy curiosa y preguntona – Dijo el lobo.
- - ¿Cazaste ahorita?
- - Si cazar un vegetal es peligroso... creo que sí. – Menciono.
- - Bill – Abrazando su cabeza. – Lo siento, lo siento...
- - ¡Ouch! – Se quejó ante la repentina presión en su cabeza. – Solo fui por unas frutas al bosque.
- - Pero te lastimaste.
- - Estoy acostumbrado.
La bajo colocando un beso en sus labios de forma apasionada.
- - Mabel – Hablo en tono seductor. – Tenemos algo pendiente que dejamos en la habitación.
- - Pero... aun duele.
- - Tranquila solo será una masturbación – Colocando besos en su cuello de forma suave. – Solo roces.
- - ¿Masturbar?
- - Es cuando solo quieres satisfacer un pequeño alivio sexual. – Atrayendo a la chica. - Ven pequeña – La guio a una esquina de la ducha tomando sus manos y colocando un beso en sus palmas. – Haz que me corra. – La guio a su miembro erecto que iba irguiéndose ante ella.
- - Es muy grande – Tocando la base de su pene y parte de sus testículos, las manos de Bill la guiaban a subir las suyas frotando el tallo de su miembro hasta tocar la punta de su glande y parte de su frenillo visible. La castaña escuchaba un suspiro alto del lobo mientras bajaba hasta regresar a la base.
- - Eso preciosa continua – Viendo por el rabillo de su ojo a la menor frotar de arriba hacia abajo tirando del prepucio y la piel de su pene, hasta rozar con el orificio de su glande donde con un dedo acariciaba la punta provocando que su piel se erizaba y se contrajera. Le indico que lo apretara y masajeara aumentando el ritmo de sus movimientos en la muñeca de su mano. – Mabel.... Lámelo.
- - ¿Lamerlo? – Dijo sonrojada. – Nunca lo he hecho.
- - Lámelo – Insistió acercándole su miembro hinchado. – Come esta zanahoria.
- - Bill no es una zanahoria – Dijo con las mejillas infladas. – Es un pene.
- - Es charla sucia.
- - ¿Solo lamerlo?
- - ¿Has comido helado? – Menciono el lobo excitado en su voz.
- - No – Dijo ella apenada. – No teníamos mucho dinero en el orfanato.
Bill se reprendió por mencionar esa golosina, más no pudo evitar sentir una opresión en su pecho al saber que su conejita no había probado tan deliciosa golosina fría. Se aseguraría de darle helado para que conociera su sabor, querría ver la reacción de su rostro cuando probara por primera vez aquel postre.
- - Es injusto no probar algo delicioso – Acariciando su rostro.
- - Sabe rico el helado – Dando una lamida a su pene provocando un gemido al rubio.
- - Sí – Menciono relamiéndose los labios. – Es delicioso y cremoso.
- - Quiero... probarlo – La menor lamió parte de su tallo hasta la cabeza de su pene quedándose en la punta mientras frotaba sus palmas contra el cuerpo del miembro del lobo.
- - Lo probaras, te traeré para que lo pruebes. – Soltando jadeos – Mabel mételo en tu boca.
- - Mi boca – Colocando besos en su frenillo.
- - Abre tu boca, hermosa – Viendo como la menor abría tímidamente antes de meterlo empujando. – Perfecto – Dijo disfrutando de coger su boca mientras movía su pelvis lentamente.
Mabel apenas podía continuar con el ritmo, más sentía aquel miembro salir y entrar de su boca e invadir cada rincón. Su corazón latía con rapidez sintiendo un sabor amargo y salado salir en pequeñas gotas que bajaban en su garganta.
Su pequeña vagina segregaba su lubricación y le hacía sentir caliente al realizar ese acto. Escuchaba al rubio gruñir fuerte y jadear con rapidez, minutos después sintió un líquido espeso y caliente llenar su boca dejando salir el pene cubierto de su saliva y aquel semen que goteaba.
La castaña trago aquella secreción con dificultad más por su sabor, no era dulce y mucho menos le agradaba pero quería complacer al lobo. Vio al rubio que la miraba con su orbe dorado y oscurecido.
- - Es muy amargo y salado – Haciendo una expresión de inconforme.
- - Vaya no te gusto – Acercándola a él. – No te gusta el sabor de mi semen.
- - No es dulce.
- - No, no lo es. – Menciono. – Lo siento por no ser suficientemente dulce.
La adolescente fue abrazada por atrás sintiendo la pelvis del mayor golpearla por atrás, su miembro duro y erecto se frotaba contra su trasero.
- - Abre tus piernas.
- - Bill... - Ella entre abrió sus piernas sintiendo como aquel órgano se deslizaba contra sus pliegues, frotando sin llegar a penetrar.
- - Ciérralas – Menciono extasiado.
- - Pero... es extraño – Dijo ella.
La abrazo con fuerza en sus caderas y comenzó a frotarse dejando la mitad de su pene rozar de momento contra su clítoris y sus pliegues. Simulando las embestidas, el mayor empujaba provocando roces íntimos contra sus muslos.
- - Ahh... ahhh... Bill
- - Quédate así... - Besando sus labios aumentando el ritmo, su pene rozaba constantemente sintiendo la lubricación de la menor cubrirlo y hacer resbaladizo sus movimientos. Su nudo se creaba más solo provocaba que el mayor gimiera con fuerza y apretara los muslos de la chica. – Carajo... ahh... ahh... Mabel... Mabel...
- - Bill... por favor... por favor – Su clítoris palpitaba fuertemente entre cada roce del glande.
- - ¡Mabel! – La inclino suavemente hacia adelante sujetando sus cadera y aumentando el roce.
- - Bill... por favor penétrame – Suplico la menor no pudiendo aguatar la sensación de calor.
El rubio lanzo un gruñido gutural colocando a la chica contra la pared, la levanto de los muslos y se froto su pelvis con su ingle. Ambos se miraban sintiendo la lujuria del momento, la penetro de una sola estocada embistiendo su interior. La menor llevo sus manos a envolverse en sus hombros moviendo sus caderas contra los empujones del mayor, gimiendo entre cortado y con sus alientos chocando.
- - Bill... Bill... - Recargando su cabeza contra el hueco de su cuello.
- - Terminaremos juntos... nadie nos interrumpirá – Colocando besos en su cuello. Sus dedos acariciaban su colita estrujándola. Aquel nudo se había acomodado en el interior de la conejita, aumento el ritmo de sus embestidas siendo rápidas y precisas.
La castaña sentía su pecho botar y el aumento en la respiración, se abrazó a su cuello soltando un gemido largo antes de sentir como el rubio embestía con fuerza provocando un arranque de jadeos y gritos en la menor.
- - ¡AHH! – Mabel emanaba su fluido cayendo en las baldosas del baño, su cuerpo temblaba violentamente. - ¡BILL! ¡BILL! ¡ME VENDRE! ¡AHH! ¡AH!
- - ¡Mabel! – Dio cuatro golpes precisos en su sexo, abrazando con fuerza a la conejita.
Un abundante liquido expulso en llenarla quedándose quieto el mayor en sus movimientos. Mabel solo emitía un gimoteo y jadeaba por falta de aire.
Bill miro a la menor agotada y con una sonrisa a medias, la cargo por un rato dando lamidas en sus mejillas y colocando besos en su rostro. Su pene palpitaba y sentía liberar el líquido de su orgasmo, un fluido lechoso caía entre sus muslos deslavándose en el piso de la ducha. Era el sobrante.
- - Es más que un cariño – Menciono jadeoso y con una sonrisa enorme en su rostro. – Deberíamos tomar esos supresores. – Comento Bill tratando de calmarse mientras acariciaba a la castaña.
- ¿Supresores? – Hablo la pequeña borracha del placer.
- Aquellos que te dio ese odioso zorro – Salió de la menor viendo que ella expulsaba su semilla. Termino de limpiar a la castaña con sumo cuidado al igual que él.
Envolvió a la adolescente en la toalla, mientras terminaba de atarse la suya secando su pelaje de su cola y orejas. Mabel rebusco sus pastillas en el botiquín, justamente donde Bill había acomodado los suyos. Ambos tomaron el contenedor de sus pastillas antes de mirarse y sentir una pequeña risa escapar de sus labios.
- - Sabes no quiero tomarlas, no tiene caso. – Viendo de forma seductora a la menor. - ¿No crees, Mabel? Estoy en celo.
- - Bill – Frunciendo el ceño antes de sacar las dos pastillas una rosa y una naranja y tomarlas inmediatamente. – Tad dijo que debo de tomarlas.
- - Cierra bien la puerta de la habitación la próxima vez – le amenazo el hombre lobo antes de tomarse la pastilla. – Así no te cogeré duro.
Ambos salieron del cuarto de baño para colocarse ropa cómoda para dormir, su comida se había convertido en cena puesto que ya eran alrededor de la ocho de la noche.
En cuanto bajaron a la cocina, el rubio se acercó a servirle a Mabel un plato de zanahorias y betabel cocidos. Mientras el comía una pieza de ternera asada con los mismo vegetales. Durante la cena permanecieron un rato en silencio, solo miradas y expresiones que mostraban pena y seriedad.
Terminando la cena la chica se encamino a la sala para continuar su lectura, mientras que Bill limpiaba un poco la cocina. Mabel estaba tan concentrada en su historia que no sintió cuando el rubio se acostó en sus muslos, estirando su cuerpo y soltando murmullos de gozo. Sus dedos jugando con las orejas caídas de su coneja y respirando relajado, como si fuera una zona de confort hecha para él.
- - ¿El piso no es incómodo? – Viendo al rubio – Solo estoy sentada en el cojín.
- - Tus piernas son cómodas.
- - Me he dado cuenta que vives solo – Dijo ella. – Pensé que Kill vivía contigo.
- - Solo vino esa vez a visitarme. – Comento. – Estabas mala y necesitaba ayuda – Tocando su frente. – ¿No has tenido fiebre?
- - Estoy bien – Sonriendo.
- - Mabel – Viendo fijamente a la coneja de orbes avellanados. – Mañana... saldremos.
- - ¿Salir?
- - Sí – Dijo. – Estas bien de salud, iremos despacio. – Acariciando su mejilla. – Quiero pasear contigo y llevarte por el bosque a que lo conozcas.
Mabel estaba insegura de salir afuera hacía el bosque, recordaba los pequeños relatos de Wendy y lo que había dentro. Sin olvidar que cuando su mamá cuidaba de ellos siempre estaban en constante peligro.
Sintió las manos de Bill tocar sus orejas y parte de su cuello, antes de voltearse de lado y acomodarse en su regazo soltando un suspiro de relajación. Su aroma a chocolate y cedro la calmaba.
- - ¿Mabel que lees? – Pregunto intrigado el rubio al ver el libro de tapa oscura y grabado en rojo.
- - Yo... - dijo apenada y con las mejillas rosadas. – Un cuento oscuro.
- - Ah... ya veo – Sonriendo maliciosamente y mostrando sus colmillos. – ¿Y... que capítulo vas?
- - ¿El once? – dije confundida.
- - ¿Pagina?
- - 176 – Mencione viendo un semblante serio en aquel lobo. - ¿Bill?
- - Dame ese libro, torpe coneja. – Se lo quito de las manos viendo el contenido de la lectura.
- - ¡Hey!, va en la parte interesante del dragón y la doncella están haciendo magia juntos.
- - Sí, y luego tienen sexo – Dijo el rubio cerrando el libro. – Ligero pero es emocionante.
- - Agniezka no tiene relaciones con Sarkan.
- - ¿Ah no? – Abriendo la página del libro. – Y con su ágil dedo pulgar me acaricio el... provocando un gemido, jadeé ante sus besos... – No continuo con la lectura cuando la coneja le cubrió con sus manos la boca antes de ponerse colorada.
- - Cállate.
- - Quien te manda estar leyendo estos libros.
- - Parecía interesante y veía que no había nada entre ellos dos.
- - Es romance oscuro, torpe coneja.
- - ¿Por qué tienes esos libros?
- - Son regalos de otros autores, que ni conozco o posiblemente aún son publicados. – Sonriendo.
Mabel toqueteo las orejas de Bill provocando que revolotearan y se ganara un gruñido del rubio, se acercó a su rostro colocando un beso en sus labios observando un rubor en el puente de su nariz.
- - Esposito – Dijo la menor en un intento de darle un apodo cariñoso.
- - Oye... Me gusta cómo suena – abrazando la cintura de la castaña. - Mi tierna conejita. Sígueme diciendo así.
- - Pyronica me dijo que cuando lo marcan... es como un matrimonio.
- - Tal vez sí. – Dijo Bill atrayendo a Mabel en sus brazos. – Eres mía Mabel, eres mi pareja.
- - Sí.
•| ⊱✿⊰ |•
Más tarde a la medianoche Mabel se había levantado del rincón donde estaba dormida con Bill, apartándolo con mucho cuidado de no despertarlo. Se dirigió al baño y se sobo el estómago, sin poder evitarlo soltó una arcada mayor y vomito. Se encontraba mareara por un buen rato, continuo vomitando antes de caer rendida.
Se limpió completamente la boca y las manos antes de abrir el botiquín y sacar una de las cajas de donde venía un test. Ella leyó las instrucciones y mojo el cartucho esperando el resultado. En cuanto vio la ventana del cartucho tiro la prueba ocultándolo entre los papeles. Ella se sobo el vientre mientras caminaba hacia abajo las escaleras. No podía ocultar una mueca de tristeza.
Su estómago era raro rugió de hambre y busco alguna fruta antes de asegurarse que Bill seguía dormido en el piso sobre la almohada. Indago por el refrigerador buscando comida más no encontraba nada bueno, solo carne.
Ella olfateo un aroma y encontró la sartén donde tenía restos de la ternera, más tenía un poco de vegetales. Ella tomo un pedazo de carne por accidente pensando que era zanahoria y se lo comió, solo para llevarse la sorpresa... de que estaba delicioso.
Tomo otro pedazo saboreando la carne cocida y en su poco jugo, jamás había probado la carne y ahora se encontraba en un mar de sensaciones. Una luz se prendió en la cocina y volteo a su lado viendo a Bill parado con una cara llena de confusión.
- - ¿Mabel? – Viendo a la menor comer carne.
"Los conejos no son débiles, tienen garras para defenderse y patas agiles para correr"
•| ⊱✿⊰ |•
Dentro de un estudio se encontraba un zorro siendo amenazado contra el filo de una navaja en su cuello, miraba con sus ojos amatistas y con una sonrisa en su rostro a una pequeña híbrida de conejo blanco de la raza Lop. Una chica de cabello rubio algo desaliñado y con sus ojos siendo un precioso zafiro oscuro.
- - Creo que no puedes aguardar un segundo más – viendo a la coneja fruncir el ceño.
- - Confiamos en ti... Mabel confió en ti – Encajando la punta. – Dipper murió pero eso no impedirá que lo vengue.
- - Sientes mucho rencor señorita Noroeste – Dijo Tad. – Oh debo decir ¿Pines?
La rubia se cuidó el vientre antes de ver al zorro colocar su mano sobre su vientre y acariciarlo.
- - ¿Un cachorro? – Menciono. – Felicidades por su embarazo.
Pacifica no pudo evitar derramar lágrimas sabiendo a que se refería, llevaba tiempo vagando por el pueblo sin alojo y sin comida. Más al ver a Tad caminando de regreso a la mansión no dudo en seguirlo y cobrar venganza por la muerte de su amado, puesto que él era el único que sabía que salían del orfanato. Colarse a su mansión no fue difícil.
- - ¿Qué pasaría si te dijera que Mabel Pines sigue viva? – Menciono. – Y que esta con uno de los lobos que mato a tu amado, siendo ella su prisionera.
- - ¿Mabel sigue viva? – Viendo al zorro.
- - Muy viva – Dijo con una sonrisa tenebrosa. - ¿No quieres recuperarla antes de que nazca tú cachorro?
- - Quiero a Mabel – Sollozo la rubia, sabiendo que su mejor amiga y a la que consideraba como una hermana estuviera viva.
- - La traeremos de regreso – Menciono. – Todo a su tiempo.
"Zorro astuto tiene más piezas en juego"
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