𝐒𝐚𝐝𝐢𝐬𝐭𝐢𝐜 𝐚𝐧𝐝 𝐒𝐦𝐨𝐨𝐭𝐡

Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y alto contenido sexual. Lenguaje ofensivo y vulgar.

╭═────═⌘═────═╮

El Bosque: Capítulo IV: Sadistic and Smooth

╰═────═⌘═────═╯

"Dulce sangre"

- - ¿Dónde está ella? – Pregunto el híbrido de zorro mientras limpiaba sus lentes de lectura. Desde que había llegado había olfateado el hogar de los huérfanos, un aroma en particular se había desvanecido dentro de la residencia. Concluyo su pregunta refiriéndose a la persona que buscaba. – La señorita Mabel Pines.

- - Discúlpeme doctor Strange – Dijo Kate con la cabeza levemente agachada con sus orejas reflejando sumisión y miedo. – Esta.... Estúpida chica dejo ir a los chicos al bosque.

- - Sí, habíamos acordado que se liberarían en el bosque oscuro – Dejando sus lentes en la mesa de café. – Pero yo no pregunte por los chicos – Levantándose de su asiento. – Yo pregunte ¿Dónde está Mabel?, la chica que adoptaría para esta noche. Tengo todo preparado; el papeleo de adopción, la cuota y donde descansara.

- - ¡Lo sentimos mucho! - Alzo su voz con un tono asustado y paranoico. – Mabel se fue con ellos... mí señor.

- - ¿Dices que la chica se fue con los otros? – Menciono delineada mente ante lo que escucho, se le hacía una broma muy cruel. – Escúchate bien señora Kate Mirthel, porque si Mabel fue al bosque oscuro entonces ella fue.

- - Muerta – Dijo Kate. – Lo más seguro es que fue asesinada junto a los demás.

Wendy se le agrandaron los ojos de tan solo escuchar que sus amigos e incluido aquella coneja estuvieran muertos. Se repetía muchas veces en la mente "solo era un picnic, solo iban a jugar en el bosque, nada malo saldrá".

- - ¡ES MENTIRA! – Grito la gata pelirroja con lágrimas en los ojos. – Ellos fueron al bosque, pero no pueden haber muerto.

- - ¿Y qué crees que hacen en el bosque oscuro? – Dijo Kate. – Acaso se te ha olvidado que los chicos que soltamos jamás regresan.

- - No, no, no... no pueden hacer eso – Dijo la gata.

- - Solo soltamos uno o dos al año – Dijo Kate. – Para que los híbridos de lobos nos dejen en paz o más bien. – Viendo a Strange. – Para que no nos quiten el hogar que forjamos con sangre y huesos.

- - Solo te pedí una cosa sencilla, y esa era que cuidaras de Mabel – Menciono Tad. – Tan difícil fue la tarea, Kate.

- - Lo siento mucho – Agachando su cabeza.

Tad se froto la sien y saco de su maletín una libreta oscura en donde tacho parte de su investigación antes de arrancar las páginas y trozarlas.

- - Diez años echados a la basura, diez años protegiendo aquel fruto que pronto se cosecharía – Dijo rompiendo dibujos y bocetos de la chica. – Diez años cuide de un mísero cadáver.

- - Señor Tad, los niños del orfanato agradecen su amabilidad – Dijo Kate – ¿No podemos arreglarlo? Hay más conejos.

- - Los errores son inevitables, ¿Oh no Kate? – Hablo en tono severo.

- - Señor Strange, le pido perdón... puede llevarse un conejo albino, son raros ¿o no? – Colocando una risa nerviosa en sus labios. – Solo es para lo que ocupa... su experimento.

- - Tranquila Kate – Hablo sereno el zorro. – Todos cometemos errores.

- - Usted es tan misericordioso.

En un abrir y cerrar de ojos saco su revolver dando un solo movimiento en el pasador del extractor antes de disparar con el gatillo el cañón de la pistola. La bala atravesó la parte frontal de la cabeza perforando su cerebro y reventando en la parte parietal donde mancho la alfombra, salpicando la sangre en el rostro de la pelirroja.

El cuerpo de la señora Kate cayó inerte al suelo, un charco de sangre se esparció sobre la sala. Wendy quien miro asustada y temblando como una hoja en otoño, temía que su destino fuera lo mismo, pero solo vio a Tad levantarse y sacar unos guantes oscuros.

- - Úselos señorita Corduroy – Menciono. – Nos falta eliminar 10 niños híbridos más.

Mientras sacaba otra pistola calibre 45 y más balas. El zorro preparo su arma antes de entrar a la habitación de los preescolares, la gata pelirroja solo miraba el arma en sus manos sintiendo su corazón golpetear fuertemente en su pecho. La sensación de revolver el estómago regresaba y un zumbido escuchaba en un oído. Podía escuchar su propia respiración y el ritmo rápido que llevaba haciendo su trayectoria una terrible angustia de terror. Camino siguiendo al sujeto antes de ver a un pequeño niño conejo frotarse sus ojos y mirar sonriente a la gata, mientras pedía brazos.

- - Señorita Wendy, ya es hora de dormir. – Dijo un lindo conejo rubio de ojos cafés. –Solo me pongo mi pijama y guardo mis juguetes.

- - Ni uno solo – Menciono Tad apuntando a los demás. – No debe quedar uno.

- - Lo siento – Musito la pelirroja apuntando el cañón del revolver al infante.

- - ¿Señorita Wendy? – Miro el niño asustado. – ...Mamá.

Al disparar detono los gritos de los infantes asustados al ver como mataban sin piedad alguna, admirando la escalofriante de la escena. Sesos y piel volada de la parte de su cráneo caía en el frío suelo de la temporada de otoño. La sangre cubría las paredes de la habitación y los que no tenían suerte de morir en el primer balazo, sufrían esperando por el segundo que era peor que el primero.

Uno de los pequeños zorritos se aferró a las piernas de la pelirroja suplicando con lágrimas en su rostro. No podían creer que aquella híbrida que los cuido con tanto cariño les arrebatara la vida.

- - ¡WENDY!, ¡WENDY! ¡LO SIENTO ME PORTARE BIEN, PERO NO ME MATES! – Suplico el menor aferrándose a los pantalones de la mayor. – Mami... mami...

- - Por favor... no lo hagan difícil – Sintiendo sus manos temblar y mancharse de la sangre. Mami era el apodo que los preescolares le habían puesto a la pelirroja de tanto cariño.

- - No vaciles – Dijo Tad apuntando en la parte temporal del menor, disparando del gatillo y provocando su muerte. - ¿Oh quieres morir junto con ellos?

Wendy tuvo que cerrar los ojos y disparar a las dos niñas que habían llegado a suplicar con ella. Solo los gritos agónicos de las menores seguían, pues unas no terminaban de morir al disparar en el ojo o por su hombro.

Sentía su estómago revolver y la pirosis quemar en su garganta, el olor de la sangre era penetrante en sus fosas nasales. Tad remato disparando a cada una en sus cabezas, antes de patear sus cuerpos.

- - Bien – Dijo. – Ninguno queda – Menciono.

Wendy tiro el arma y comenzó a llorar desconsoladamente, sus niños, sus preciados niños habían muerto. Aquello inocentes que gritaban "ayúdame mamá" fueron las voces más desgarradoras que pudo escuchar. El zorro solo chasqueo la lengua en desaprobación mientras veía el desastre de cadáveres. Busco en la cocina del orfanato la estufa abriendo completamente las llaves del gas.

Se acercó a la gata pelirroja tomándola del brazo y sacándola fuera del orfanato arrastras. Saco un cigarrillo prendiéndolo antes de lanzar el encendedor terminando de incendiar la casa. Ambos se quedaron mirando como la explosión acababa con una marea de fuego e incendiaba dentro los muebles y parte de los cadáveres.

- - Señorita Corduroy, en un futuro si se te pide cuidar a una persona de gran importancia solo dedícate a protegerla. De lo contrario – Señalando el orfanato. – Esto ocurrida y créeme que tú estarás adentro la próxima vez, ¿Entendiste?

La chica solo quedo asintiendo mientras miraba con horror como su hogar era destruido.

- - Mabel se fue, posiblemente muerta – Dijo. – Tú serás su reemplazo al menos que me consigas una coneja con las mismas características que ella.

- - ¿Características?

- - Debe haber un conejo con genes de Fauve de Bourgogne y Thuringer.

- - ¿Y eso donde lo encuentro?

- - Dentro del bosque oscuro – Menciono con sutileza el zorro.

- - Dentro del bosque – Mirando su antiguo hogar cuando era huérfana. Los recuerdos de una vida difícil llegaban a su memoria y miraban con miedo el lugar. - ¿Qué me puede pasar, Señor Tad? Si no llegara a encontrar... un conejo similar a ella.

- - Eres una gata de raza montes – Menciono – Lo mucho que podría pasarte es que mueras siendo presa de los animales grandes o que un híbrido de sabueso te despedace por mera diversión. Tengo entendido que los lobos te tienen miedo.

- - ¿Podre encontrar un conejo?

- - Mabel y Dipper vivieron cuatro años dentro de ese bosque – Sonrió. – ¿Cualquier conejo podría hacerlo?

•| ⊱✿⊰ |•

Mabel se encontraba sentada a la esquina del sofá admirando alrededor, mientras que Bill se encontraba ocupado dentro de una de las habitaciones. Hace unos minutos el híbrido de lobo la dejo para irse a preparar algo en la cocina. La pequeña adolescente se jalaba parte de la falda de su vestido intentando que quedara en sus rodillas, estaba incomoda de sus muslos. Sentía aquellas punzadas de dolor en su intimidad, sin olvidar que traía unas enormes ganas de ir al baño desde que llegaron a la cabaña.

Escucho los pasos del hombre lobo caminando de un lado a otro, moviendo algo en la estufa entre escuchar picar algo en una tabla de alimentos. Se levantó del sofá sintiendo sus piernas entumidas y adoloridas con la piel raspada y con una abrasión en sus rodillas, por la intensa actividad en la cueva. Camino un poco por la sala de la casa viendo lo grande que era y el toque hogareño de la cabaña; olfateando ese rico aroma que desprendía en el hogar. Chocolate y fresno, ella se acercaba a los estantes y olía otro aroma a moras y canela; este le irrito y le hizo estornudar. Vio un estante con fotografías y olió diferentes aromas entre ceniza, fresa, menta, mora y encontró el aroma a chocolate intensamente en un marco con una foto. Vio la foto y parecía ser una familia feliz de cuatro personas.

- - ¿Bill?... – Tocando la foto donde aparecía abrazando a dos sujetos un hombre lobo de cabello azul celeste y uno pelirrojo. Bill no traía un parche estaba bien de sus dos ojos siendo un perfecto color ámbar y miel tostado con una mirada suave. Entre ellos había una chica de cabello café oscuro y ojos cían de porte elegante con una sonrisa tan blanca y sobresaliendo por debajo de los tres. – Parecen... muy felices en esta foto.

Volvió a escuchar el ruido de adentro y camino hasta llegar al marco de la puerta de la cocina, el cual ella asomo su cabeza solo para ver al rubio cocinar algo de forma entusiasmada en una olla. Mabel era muy curiosa tanto que la llevaba en ocasiones a meterse en problemas. Ella vio el cuchillo de carnicero y sus ojos se abrieron del miedo, porque solo veía vegetales cortados y especies como pimienta y comino, supuso que era el momento de lo que había mencionado Bill dentro de la cueva. Iba a comérsela y haría de ella un caldo... caldo de conejo.

- - Señor lobo... – Llamo la menor atrayendo la atención del rubio solo para verla con los ojos humedecidos y cubiertos de lágrimas, temblando como una hoja. – Puede asfixiarme con una almohada o romper mi cuello rápidamente. – Dijo sollozando. – Pero... no quiero que me corte estando viva, no quiero que me despelleje y me duela.

Bill miro perplejo a la chica que solo lloraba mientras le ofrecía una forma más sencilla de matarla.

- - Vete de la cocina. – Acercándose para darle un empujón fuerte con su pie. - ¿Quién dijo que podías entrar? Anda vete y no veas.

- - ¡Ay! – Sobándose la columna. – Eso dolió.

- - No entres y vete al sofá. – Gruño molesto. – Empieza a delirar muy pronto coneja.

- - Señor Bill... Quiero ir al baño. – Viendo al rubio colocar una expresión perpleja en su rostro.

- - ¿Por qué? – Pregunto entrecerrando su ojo.

- - Necesidades de una dama – Dijo sonrojada de la vergüenza. – No puedo decirte... es privado.

- - ¿Vas a escapar? – Frunciendo el ceño.

- - Me dijiste que si escapo me romperías los huesos de uno a uno.

- - Que lista eres. – Sonriendo y mirándola levantarse. – Arriba primera puerta a la izquierda.

La chica se apresuró subiendo a paso torpe por el dolor en sus piernas, cojeando por las escaleras y mordiéndose los labios para evitar chillar por la incomodidad. El hombre lobo miro extrañado por el comportamiento de la menor, más volvió con lo que hacía, el cocinar la cena. Se acercó al refrigerador y saco un paquete de carne envuelto en plástico de cocina; tomo un bol y echo la carne molida antes de sazonarla, no pudo evitar comer un poco de lo crudo. Saboreando la sangre y la textura blanda y suave de la carne vacuno, tomo dos huevos y mezclo las especies pimienta, sazonador y orégano, antes de hacer bolitas con lo molido mientras lo echaba a la olla de vegetales hirviendo. El aroma era delicioso y abría su apetito.

- - Espero que le guste. – Sonriendo. – Debe estar hambrienta al igual que yo. – Pensó un poco en el apetito de la coneja, era su prisionera pero quería que estuviera alimentada. Pronto le daría la noticia a la pequeña se próximo plan.

Mientras tanto Mabel había llegado a la habitación del baño encontrando limpio y ordenado, la castaña a veces era muy curiosa pero todo lo que brillaba o que encontraba colorido le gustaba. Uso el inodoro e iba bajarse las bragas cuando se dio cuenta... que no traía ropa interior.

- - Mis calzones... - Dijo ella roja de sus mejillas, mientras se sentaba hacer sus necesidades. - Los deje en la.... Cueva, dentro de la cueva.

Estaba avergonzada completamente, se limpió y bajo la palanca antes de lavarse las manos. Noto que había muchas cosas en el baño del lobo. Dos toallas de diferentes colores, al igual que los artículos de higiene, dos cepillos de dientes diferentes pero con la excepción de que uno estaba empaquetado, dos cepillos para cabello al igual que dentro del gabinete había separado medicamentos supresores y tres cartuchos de prueba de embarazo.

Mabel miro confundida los test de embarazo y las demás cosas antes de hacerse una idea. Analizando las fotos que vio en la sala y los olores. Salió del baño y curioseo un poco los alrededores del hogar notando el lugar muy ordenado y decorado como para una pareja recién casada que apenas inicia su vida. No había fotos pero había jarrones vacíos. Entre abrió algunas habitaciones de arriba y encontró camas matrimoniales y un armario, parecía que era para hospedarse.

- - Esto es... - Ella se ruborizo al notar lo que sucedía. – Ese lobo.

Regreso al sofá antes de ver más en el piso de abajo. Había una mesa para cuatro, un sofá y un sillón frente a la chimenea, una mesita de centro y una lámpara, entre un librero enorme con varios libros de lectura.

La chica se acercó y reviso leyendo los títulos, sabía leer y escribir más no tuvo más estudios por falta de economía en el orfanato o simplemente porque se enfermaba.

Escucho un carraspeo antes de ver al hombre lobo rubio frunciendo el ceño y con los brazos cruzados. Sus orejas estaban tiesas y su cola balanceándose de un lado a otro.

- - ¿Qué haces?

- - Sí me vas a matar, al menos déjame leer un cuento. – Menciono la menor buscando entre el estante de libros. – ¿Tienes lectura de Edgar Allán Poe, el corazón delator?

- - No. – Sí lo tenía pero no se lo prestaría. – Ven conmigo. – Extendiendo su mano hacia ella. – Ven.

- - ¿Vas a matarme? – Cuestiono la menor frunciendo su nariz.

- - No. – Viendo a la chica lesionada de las rodillas y su cuerpo levemente sucio de su vestido. – Buscare luego ropa. – Murmuro para sí mismo.

La menor miro desconfiada al lobo antes de seguirlo hasta la cocina, dentro había una pequeña mesita de desayunador para dos, cerca de la ventana. Le hizo una seña para que se sentara mientras le entregaba un tazón de sopa y posicionaba el suyo quedando enfrente de ella, la castaña miro el plato y olfateo el caldo.

- Tranquila es la cena. – Menciono.

Lo primero que pensó es que olía delicioso por los vegetales que tenía; papas, zanahorias, puerros, tomate. Esto abrió mucho su apetito que introdujo la cuchara y comió unos cuantos sorbos entre pedazos de verdura.

- - Que bueno que te guste – Dijo el lobo viendo a la menor comer con entusiasmo.

Lo segundo que hizo que ya no probara bocado fue cuando vio una bolita de color café flotar encima del caldo.

Bill dio un sorbo y mastico el pedazo de carne con deleite, mientras que Mabel colocaba una mirada desencajada y sentía su estómago revolverse.

- - ¿Qué es? – Señalando la bolita.

- - Albóndigas de carne – Menciono un poco contento de su afamada receta. – Es de res yo mismo lo hice, es una recete de familia... te gustara.

- - ¿Carne? – Viendo las tres bolitas flotar.

- - Come. – Viendo con atención a la adolescente. No quería perderse la oportunidad de ver su expresión en la menor. – Te gustara, me esforcé en hacerlas.

La castaña temblaba de sus manos puesto que jamás había comido carne, solo vegetales y rara vez huevo. Pero jamás carne, el único que comía carne eran sus amigos y su gemelo. Bill curvo su ceja y gruño levemente, la pequeña colocaba en el plato extendido las bolitas sacándolas del caldo.

- - ¿Qué estás haciendo?

- - No como carne – Menciono dejando la carne fuera del caldo.

- - Comételas.

- - No – Dijo la menor con temor. – No puedo comerlas... las vomitaría.

- - Mabel – refunfuño molesto. – Comete la carne.

- - No soy lobo. – Recalco la coneja. – Dáselas a tú esposa.

- - ¿Esposa? – Dijo perplejo.

- - Sí, tú esposa o pareja. – Dijo la adolescente. – Todo lobo tiene una.

- - ¿Qué te hace pensar que tengo una? – Soltando una risa.

- - Eres un lobo casado. – Menciono – El baño tiene cosas de ella, mucho articulo para una híbrida de loba.

- - ¿Ella? vaya ni yo mismo sabía que estaba casado. – Soltando una risa más fuerte. – Continúa con tu argumento.

- - Hay unos test de embarazo. – Dijo – Eso significa que son casados y esperan hijos.

- - ¡Increíble! ahora hurgaste y buscaste pistas – Haciendo un gesto de sorpresa con sus manos. - ¿Qué más encontraste para llevar la sospecha de que estoy casado y espero cachorros? Porque yo no lo sé.

- - Que posiblemente me trajiste aquí para matarme y darle de comer a tu esposa – Mirando al lobo con una mirada entrecerrada. – Pero antes... le hiciste infiel al tener luna de miel conmigo.

- - Ja Ja Ja – Golpeo la mesa soltando más carcajadas. - ¿Le fui infiel? ¿Luna de Miel?

- - ¡Sí! Te metiste conmigo, eres un infiel lobo pedófilo. – Menciono la menor.

- - ¿Lobo pedófilo?

- - Lobo pedófilo – Afirmo – Y tú esposa se enojara mucho, porque... hiciste luna de miel conmigo ¿Qué le dirás a tus hijos?

- - Que una coneja traviesa y loca saco conclusiones falsas y me acuso de infiel. – Comento con una sonrisa llena de descaro. – Claro si es que tengo hijos o una esposa embarazada, porque tú lo inventaste todo.

- - ¿Eh?

- - Eres una fisgona de primera mi estimada coneja. - Jalando sus orejas largas de un solo pellizco.

- - ¡Ouch! – Sobándose sus orejas. – Mis orejitas.

- - Por si no lo sabias tonta coneja, los híbridos de lobos entramos en un maldito celo fuerte al año, los alfas lo tiene de forma dolorosa. – Señalándose a sí mismo. – Sí consigo a mi destinario o mi omega lo cortejo y me apareo en mi punto de celo, lo lógico sería que tuviera preparado todo para la llegada de un cachorro y tener a mi pareja muy cerca, ¿oh no?

- - Como un... ¿nido? – Mostrándose curiosa en el tema. – Mamá nos hacía a mí y a Dipper un nido calientito lleno de mantas y paja. – No pudo evitar sentir nostalgia al recordar a su gemelo durmiendo a su lado y el calor de su cuerpo. – Quise intentarlo pero... en el orfanato me regañaron cuando robe las cobijas. – Dijo. - ¿Tú haces nidos con tú pareja?

- - Exacto conejita, hago un nido... pero no junto ropa u objetos. – Menciono el lobo moviendo su cola de forma rápida y emocionada. – Impregnamos nuestro aroma en ella para que los cachorros estén a salvo y se mantengan calientes y seguros.

- - Suena más cómodo.

- - Lo es. – Viendo a la castaña con una sonrisa alegre y cerrando su ojo, como si hubiera planeado todo. – ¿No suena genial? Tener cerca a tu pareja y planear un futuro.

- - Sí. – Tomando el vaso de agua y bebiendo un poco, pero sin probar bocado del caldo.

Mabel miro alrededor y olfateo un poco, el hogar olía bastante a Bill pero no podía encontrar indicios de un aroma femenino o ajeno que pudiera impregnar junto con el de él. Era un hogar muy extraño.

- - ¿Y tú pareja? – Pregunto temerosa. – ¿Tienes una... novia?

- - No hay. – Afirmo seriamente deteniendo el movimiento de su cola. – No hay nadie si estás buscando a mi pareja.

- - Pero encontraras a una... ¿cierto? – La pequeña desconocía muy poco de los lobos, pero sabía que preguntar eso podría costarle la vida. – Un lobo no pueden estar tanto tiempo... solo.

Bill miro a Mabel con una expresión de seriedad profunda, el mayor sentía el aroma fuerte de la menor emanar agradablemente de su cuerpo. Aquel olor lo hacía sentirse relajado y contento, aunque también despertaba e incitaba a ciertos deseos fuertes que podrían lastimarla.

Desde hace unos minutos, sentía la enorme necesidad de cogerla nuevamente despertando un poco su alfa, más tuvo que tomar otra dosis de supresores que tenia de reserva en el cajón de la cocina. Le dio tiempo para calmarse y terminar de preparar la cena.

Ahora prácticamente estaban hablando de temas relacionados a las parejas y eso tornaba la plática muy incómoda.

- - Dejare pasar esto. – Quitándole el plato con las albóndigas de carne. – Y no hablemos más de este tema de que si tengo o no pareja.

- - Sí. – Dijo la chica con algo de miedo tomando la cuchara y revolviendo sin llegar a probarla. – Es de noche.

- - Es muy tarde. – Viendo que eran exactamente las diez de la noche, se había puesto a preparar la cena muy tarde y había dejado a la pequeña dormir un rato en el sofá. A lo que quería era acurrucarse en un lugar cálido donde pudiera descansar, porque después de su intento de aparearse necesitaba tener a la chica a su lado.

- - Mmm... - Mirando la ventana de la cocina que daba la noche en el bosque. – Tengo sueño.

- - Dormirás en mi cama en un momento. – Le advirtió a la menor, dando un mordisco a las albóndigas.

- - ¿Por qué? – Cuestiono la pequeña.

- - Porque quiero y porque puedo. – Refuto molesto, odiaba cuando oponían resistencia. Lo que temió se hacía realidad; el rechazo. – Te llevare a dormir a la cama.

- - Quiero dormir en el sofá. – Menciono la pequeña jalando su falda, sentía vergüenza estando vulnerable de su parte baja. No quería dormir sin la parte inferior y más con el híbrido de lobo no sabría cómo reaccionaría, no era como su gemelo que podía abrazarlo. – Por favor déjame dormir en el sofá, no me iré y no tratare de huir. – Hizo en forma de súplica al mayor. – Solo necesito una manta.

- - ¡NADA DE REPROCHES DORMIRÁS EN MI CAMA, TE GUSTE O NO, NO DORMIRÁS ALEJADA! – Sentencio subiendo en alto su voz profunda y dominante de alfa.

Mabel sentía dolor en sus oídos y le hizo temblar cuando escucho su voz profunda, se encogió y siguió cenando en silencio. Le había asustado aquella mirada brillosa y afilada de su pupila ámbar, tan dorada y oscura a la vez similar a los de un demonio.

Bill cerro su puño sintiendo esa fuerza de dominancia, no le había sucedió esta situación solo con los omegas o betas de su manada. Cuando los reprendía por su comportamiento.

La adolescente cuchareaba la sopa y daba pequeños sorbos, sus orejas permanecían abajo y su apetito había disminuido. Comenzó a derramar lágrimas y a llorar puesto que su olfato y sus sentidos se agudizaron sintiendo la tensión y el miedo.

- - Guarda silencio. – Dijo el alfa agachando sus orejas y tratando de ignorar sus lamentos.

- - Quiero ir a casa. – Se froto sus ojos y busco consuelo abrazándose a sí misma. – Quiero regresar al orfanato... con los demás. – Jamás había sido regañada de esa manera, y sabía que el lobo apenas tenía tolerancia era la primera vez que alguien le alzaba la voz. – No soy recibida... me odias. – Abrazándose a sí misma. – Un hogar... es donde alguien te quiera... que te acepte. No soy... un lobo, soy un conejo... solo causo problemas para ti, por eso... por eso no me quieren. – Viendo a Bill con ojos llorosos. - ¿Tú me odias? Solo me recogiste para matarme....

Bill sentía opresión y bajo su temperamento regulando su autoridad, estaba asustada aquella conejita. Se levantó para acercarse a ella y frotarse contra su rostro dando una lamida a su mejilla húmeda por las lágrimas. Intento calmarla al olfatear su aroma que ella emanaba de su delicado cuerpo, esa sensación de soledad y buscar un compañero lo llamaban nuevamente. No quería que su conejita estuviera alejada de él.

- - No llores pequeña. – Soltando un suspiro para abrazar su cuerpo fémina y frágil. – No tengo pareja, no tengo cachorros, no te comeré pero tampoco tengo intención de matarte, por favor para de llorar.

- - Me dolió mucho. – Refiriéndose al tono que uso cuando le ordeno. – Mis oídos zumban.

- - Lo siento. – Colocando un beso en su mejilla. – Vamos deja de llorar, sonríe... – La apretó contra su pecho colocando su mentón encima de su cabeza, aspirando su cabello achocolatado. – Mabel, pequeña conejita. – Abrazándola con fuerza. – No te alejes de mí.

- -No quiero carne.

- - No lo comas. – Frotando sus orejas alargadas con ternura y dando un pequeño murmullo en sus labios. Su respiración se había vuelto tranquila. – Cena pequeña. – Se separó de la menor regresando a terminar su propio alimento. – Puedes comer las verduras.

- - Sí.

Al terminar de cenar la castaña espero un momento sentada mirando al hombre lobo limpiar los platos, tenía mucho sueño y sabía que pronto no resistirá el quedarse despierta. Lo último que vio fue que Bill le preguntaba si se encontraba bien, antes de sentir el duro suelo de madera.

"Carpet Noctecm"

•| ⊱✿⊰ |•

"Los conejos son vulnerables estando solos en el bosque"

Bill caminaba en círculos un poco preocupado puesto cuando recogió a la pequeña de la mesa, su cuerpo estaba caliente y jadeaba suavemente. La dejo en el sofá encontrando lo más cercano para que descansara. Le coloco una compresa fría encima de su frente pero la menor temblaba y respiraba apresurada mente con las mejillas rojas. Su piel ardía con el tacto y un lamento de quejido escuchaba en la híbrida.

Minutos después escucho el golpeteo de la puerta, volteo a ver con temor e inseguridad pero no tenía a nadie más a quien acudir ayuda. Se acercó y abrió la puerta dejando pasar a su hermano mayor.

- - Bill, cuando me dijiste que era urgente – Bostezando largamente – No significa que me despiertes a las 1 de la mañana con voz de vieja histérica.

- - No baja la fiebre. – Dijo el lobo preocupado frotándose la sien y con el cabello revuelto. – Ya llevo dos horas y no baja.

- - ¿Qué fiebre? – Dijo. – Acaso uno de tus amigos entro en celo en esta temporada. – Olfateando el hogar del rubio. – ¡Vaya limpiaste! – Alzando sus cejas. – Huele delicioso como algodón de azúcar y flores. Que acaso no te decidías por un aromatizante, de cualquier manera ya no apesta a tu aroma, es delicioso.

- - Kill hay algo que olvide comentar. – Dijo Bill al ver a su hermano husmeando por su morada. – Pero quiero que te calmes.

- - Luego me dices – Caminando por el pasillo. – Definitivamente huele a dulces, ¿escondes uno? Si son panques son míos, de todas maneras los lameré.

Se acercó a la sala hasta encontrar el aroma causante viendo a la pequeña jadear y respirar con fuerza con los ojos cerrados.

- - E-Es... eso un conejo.... ¿Un híbrido de conejo? – Viendo perplejo a su hermano, como si hubiera cometido un crimen, y si lo había cometido. - ¿Cómo está vivo y no sobre un plato con limón y salsa sriracha? – Dijo - ¡¿Y las tortillas?!

- - Idiota guarda silencio – Tocando la cabeza de la chica quien respiraba agitada y gimoteaba de dolor. – Es de oídos sensibles. – Colocando una almohada debajo de su nuca. – ¿Cómo bajo su fiebre? Ya intente de todo, la moje y le puse medios físicos y un poco de alcohol.

- - ¿Por qué no la matas de un solo golpe? Así te ahorras el tiempo de bajarle la fiebre a un crío ajeno. – Cruzándose de brazos. – Digo, no pagas por medicinas y evitas los remordimientos.

- - .... – Cambiando el paño mientras lo ignoraba olímpicamente por sus estúpidos comentarios. – Llevo dos horas mojando su cuerpo. Pero nada hace que baje de los 38.5°C – Tomando el termómetro.

- - Primero que nada. – Dijo colocando sus manos juntas sobre su barbilla en forma pensativa. - ¿De dónde la sacaste? O ¿De qué casa empaquetadora de alimentos viene? Según yo no te lo dan vivo, siempre están muertos.

- - La cace. – Dijo firmemente en su voz. – Y la traje conmigo.

- - Bien, pero ¿Por qué está viva? – Sin entender del todo. – Tú te los comes sin importar que sean, eres alguien cruel... ¿los demás lo saben? ¿Te vieron hacerlo?

- - ¿Vas ayudarme sí o no? – Frunciendo el ceño mientras cambiaba las compresas por unas frescas.

- - Bill ¡es una coneja!, se muere te la comes y fin de la historia. – Menciono el pelirrojo sin entender la situación. – Sabes que cierra tú ojo, y yo le pondré fin a esta agonía con dos patas y cuerpo de lolita. – Tomando la almohada. – Vaya que desperdicio de vida.

- - ¡No vas a matarla bruto! – Quitándole la almohada. – ¡La quiero viva!

- - ¡Mira nada más! te dejo solo por unas malditas horas y ya empiezas hablar con la comida. El celo te está matando, necesitas aparearte con una loba de verdad, una híbrida de sangre pura. – Dijo Kill – A los conejos los usamos de esclavos, comerlos o divertidnos con ellos asesinándolos. Oh simplemente libres. Bueno yo casi no lo hago... ¡pero tus amigos sí! – Menciono. - ¿Qué no aprendiste nada de los conejos suicidas de Randy Riley? Aquellas bolitas de algodón que se mataban de forma divertida.

- - De acuerdo, cállate y escucha. Me la cogí en el bosque. – Respondió Bill con las mejillas rojas y la mirada centrada en la joven. – Tuve una relación con ella... en el bosque y.... terminamos cogiendo en una cueva durante la caza.

- - Bueno hermano, Will y yo sabíamos de tu fetiche de cogerte todo animal que cazas sea vivo o muerto. – Aclaro el hombre lobo pelirrojo mientras examinaba a la menor siendo casi una adolescente. – No me sorprendería que te la hubieras echado en ese mismo instante... pero ¡por el amor a satanás! ¡Es una niña coneja!, no es una mujer coneja con un cuerpo de.... por dios, me la echo unas tres veces. – Viendo a la menor. – Claro que no, estoy en contra de las relaciones por menores. Aparte no es mi tipo apesta mucho a azúcar caramelizada y eso que a mí me agrada los dulces, quien sabe cómo tendrías el olfato para aparearte con ella sin marearte.

- - Hablando de eso.... – Carraspeo su garganta con una tos nerviosa. – No termine dentro y dolió.... Mucho. – Declaro el rubio moviendo su cola de forma preocupante de un lado a otro. – Parecía que no quería salir, sus paredes apretaban mucho mi erección.

- - ¿Terminar? – Pensó un poco antes de abrir sus ojos en grande. – ¿Nudo? Tuviste un nudo en ella. – Señalando el cuerpo. – Imposible... solo se presenta cuando es...

- - Sí – Admitió con las mejillas tornadas de un color escarlata. – Se acomodó a la perfección, encajaba bien... Dios se sentía glorioso, es el primer sexo que tengo en un buen tiempo. Bueno uno decente en la cual disfruto de hacerlo... la chica quería que terminara dentro de su vagina. – Sonriendo de forma contenta. – Me iba recibir... toda mi carga seminal dentro de su útero. Quería que la embarazada, quedar preñada la vi porque lloro... su sexo se había acoplado perfectamente. – Recordando el momento como si hubiera sido lo mejor. – Su pubis es muy suave y sus labios es como si golpearas tu pelvis con un silicón suave muy suave....

- - Es una coneja. – Dijo con un tono iracundo interrumpiendo a su hermano. – No es una maldita omega. No es omega ni loba ni de nuestra especie.

- - Omega o no, fue compatible en el acto. – Colocando la comprensa encima de su cabeza. – Me dolió salir de ella y no terminar dentro. No sabía lo que sucedería si terminaba y me corriera en ella, jamás lo he hecho con otra hembra... y quería hacerlo ¡Carajo quería terminar dentro! ¡Quería eyacular en ella!

- - Bill, un lobo y un conejo es nulo. – Respondió Kill haciendo una seña negativa de X. – Ella jamás tendrá cachorros, nunca en su maldita vida. Es un suicidio ¿para ambos?, al menos que ella no haya querido coger contigo y tú la hayas obligado o violado.

- - Me hizo un ritual de apareamiento, ¿Qué no entiendes? Los conejos lo hacen para atraer machos y aparearse con ellos en lugares estrechos... en este caso la cueva que está en el bosque. – Menciono serio. - ¿Cuándo has visto una coneja que quiera aparearse con un lobo? Ellas huyen y nosotros las matamos así es lo nuestro.

- - Al menos que lo haga por necesidad – Dijo Kill. – No te pidió dinero o comida a cambio, ¿Qué tal si tiene crías de otro conejo?

- - Me dijo que no sabía lo que hacía. – Sonriendo al recordar su pequeño juego en el bosque. – Decía que era divertido y que quería hacerlo, la muy inocente me atrajo y me llamaba a buscarla.

- - Bill, mírame.

El rubio volteo a ver a su hermano viendo su mirada acusatoria y con los labios apretados de lo molesto. En cambio él sabía el problema que se había metido.

- - Dime que no te imprimaste en ella. – Viendo a su hermano que se volteaba de regreso y no apartaba la vista de la castaña.

- - ¿Dime cómo bajarle la fiebre? – Acariciando la cabeza de la pequeña.

- - ¡Por Axolotl! – Dijo soltando un alarido de irritación. – Solo faltaba eso, mi hermano perdió la cabeza por una híbrida de coneja. ¿Qué sigue? Que yo también pierda la cabeza y me aparee con otra especie; un híbrido de perro o gato.

- - Kill ¿vas a ayudar? – Dijo preocupado el alfa ya que la pequeña se quejaba de dolor. – Mabel está ardiendo y tú no me das solución.

- - Sabes que no se curar conejos. – Dijo - ¿Le pusiste nombre a la coneja?

- - Es su nombre estúpido cenutrio. – Ofendiendo al pelirrojo.

- - ¡Hey tampoco es para que te comportes así orate! – Acercándose a tomar la bandeja de agua y cambiarla por una más fría, posicionándose enfrente de ella. - ¿Le echo agua?

- - Deja eso idiota.

La castaña comenzó a toser y soltar arcadas, Bill le acerco la bandeja para que vomitara. La pequeña vomito sintiendo el malestar grande en su vientre y llorar de dolor, sentía como el rubio acariciaba su espalda con suavidad calmando el dolor en sus caderas y recogía su cabello mientras vomitaba e intentaba calmarla. La menor se recostó mirando a Bill con una vista cansada.

- - Está muy caliente – Le toco el rostro de la chica estando ruborizado del color de un tomate maduro en temporada. – Mabel... pequeña... estás muy caliente y cada minuto sufres.

- - Tad – Llamo la pequeña. – Tad...

- - ¿Tad? – Dijo Kill – Acaso se refiere a...

- - ¿Tad Strange? – Pregunto Bill frunciendo el ceño. - ¿Por qué lo llamas? – Hablo receloso al ver la chica pronunciarlo.

- - Un momento Bill... – Dijo Kill haciendo memoria - ¿Qué hace el matasanos en su tiempo libre?

- - Es médico de una casa hogar. – Dijo el rubio abriendo en grande su orbe.

Mabel gimoteaba adolorida sintiendo un intenso dolor en su cuerpo. Bill se tragó su orgullo y levanto el teléfono para marcar al sujeto. Espero un momento a que contestara antes de pedirle que viniera a su casa.

•| ⊱✿⊰ |•

La madrugada se hizo eterna y Mabel se había calmado en los vómitos, Bill y Kill estaban sentados viendo a la menor y analizando la situación del momento. Tres vueltas al baño para limpiar el balde, cambiar el agua e ir por una toalla.

- - Bill, si esa coneja sale de esta. – Viendo a la pequeña dormitar. – Debes dejarla ir. No puedes tenerla aquí. – Tocando sus orejas. – Debe ir a un orfanato o tal vez tenga familia.

- - Silencio – Siseo el rubio sintiendo la preocupación y la angustia consumirlo. – Ella... debe estar bien, aparte ella no tiene... familia ¿eso creo?

Bill sabía a lo que se refería su hermano puesto que estaba mal visto que un lobo y una coneja estuvieran juntos, todavía la sociedad no aceptaba esa clase de relaciones. Era como los homosexuales solo que más fuerte el asunto, estaban en pleno 1994. El lobo no quería aceptar el hecho de dejarla ir, apenas la había conocido un solo día y ya estaba protegiéndola como su propia pareja.

Los golpeteos de la puerta anunciaron la llegada del híbrido zorro, en cuanto abrió vio a Tad entrar preocupado buscando a Mabel con la mirada para visualizarla en el sofá. Bill no pudo evitar gruñirle.

- - ¡Mabel! – Se acercó a la chica tocando su frente. – Hipertermia y taquipnea. – Viendo la bandeja. - ¿Cuánto lleva vomitando?

- - Tres veces. – Dijo Kill.

Tad busco entre su maletín una ámpula de metamizol y ketorolaco, las abrió y las cargo en la jeringa de 3 ml. Volteo a ver a los lobos antes de mirarlos con el ceño fruncido.

- - Voltense.

- - ¿Qué le harás? – Cuestiono Kill.

- - Inyectarla.

- - Yo me largo – Dijo espantado el lobo. – Odio esas madres.

Bill quien miraba serio al zorro no quiso voltearse.

- - Bill, no puedes verla.

- - Tampoco confió que le hagas algo más. – Colocando sus manos en los bolsillos. – Eres muy sospechoso.

Tad rodo los ojos y levanto la falda de la menor observando que no traía nada de ropa interior. Limpio sus nalgas con una torunda y aplico el medicamento.

- - ¿Y sus bragas? – Hablo en un tono molesto.

- - De seguro las olvido. – Haciéndose el desatendido.

- - Mabel te colocare también un difenidol para calmar los vómitos. – Cargando otra jeringa, el cual la menor asintió y alzo su colita. – Muy bien conejita, eres muy buena. – Dijo Tad acariciando su cabeza y bajando su falda un poco para dar espacio al piquete y después cubrirla. – Solo aguanta un poco, es molesto pero pasara.

Mabel se acurruco en el regazo del peli morado quedándose dormida, Bill quien había presenciado ese gesto lo hizo sentirse mal bajando sus orejas. Quería saber qué clase de relación tenia Mabel con Tad, notaba que se quedaba más relajada y que el peli morado la dejara acomodarse.

- - ¿Qué hace ella aquí? – Mirando al lobo mientras buscaba en un maletín unos pantis para la pequeña.

- - La cace cerca de la cabaña, ya sabes andaba en mi territorio. – Respondió Bill. – Así que es mía.

- - Tiene un hogar ella. – Dijo Tad colocándole las bragas y acariciando la cabeza de la chica. – Estuve buscándola ayer en la noche, me dijeron que salió al bosque con sus amigos.

- - Dijo que era huérfana. – Frunció el ceño. – En ningún momento menciono que tenía familia.

- - Era huérfana – Menciono con una mirada desafiante. – Ayer Mabel iba irse conmigo a vivir en mi mansión.

- - ¿Ayer?

- - Prepare todo para su llegada, se todo de ella la he cuidado por diez años. – Acomodando sus mechones. – Me la llevare Cipher, ella no es una coneja para mera diversión de la que tú crees. Mabel está en la edad fértil de procrear y casarse. Esta lista para buscar una pareja, pero su condición de salud le impide relacionarse con uno. Por eso ya tenía pareja.

- - ¿Procrear? ¿Y con quién? no tiene pareja destinada, no huelo marca en ella o que hayan tenido lazo como los demás conejos. – Dijo Bill antes de hacer conexión con la conversación que tuvo con Tad hace unos meses. – Dijiste que ibas a tener pareja... ¿Ella?

- - Vaya que observador – Dijo el zorro emocionado. – Sí, es ella. Mi prometida que llevara el apellido de su esposo, Strange.

Bill gruño al escuchar eso aunque noto a Mabel muy acomodada a lado de Tad y el cómo se relajaba inmediatamente. Eso hizo que él se deprimiera y se mantuviera al margen de la situación. Kill quien ingreso a la habitación percibió una tensión grande en el lugar, como cuando peleaba su territorio dentro del bosque.

- - Así que.... ¿Conejita está bien? – Pregunto Kill un tanto incómodo. - ¡Diablos me voy por dos minutos y ustedes están serios? Como si fuera un maldito velorio.

- - Estará bien cuando se vaya conmigo ahorita mismo a mi casa. – Afirmo el de cabello malva. – Ella necesita tratamiento, pero eso requiere en un lugar más íntimo.

- - ¿intimo?

- - Los lobos cuando les da fiebre entran en el celo, ¿Cómo lo calman? Así... se aparean. – Respondió.

- - Sí sabes que un zorro y un conejo también es nulo. – Dijo Kill. – Tú sabes más que nadie que es imposible.

- - ¿Qué le hiciste a ella? – Pregunto Bill. – Suenas muy confiado de que ella te acepte.

- - Ella se está adaptando a través de los años a mí. – soltando una risa. – O tal vez la molde a mi antojo. Claro que en procreación apenas iremos en proceso, cuando tome su primera vez y la deje... digamos preñada.

El pelirrojo soltó una carcajada antes de mirar a Tad con confusión en el rostro.

- - ¿Qué te causa risa, Cipher? – Dijo Tad. – Ella tiene los genes para procrear con un macho, claro que aún no lo sostiene del todo. Hay que tener relaciones y estar un tiempo juntos.

- - Es que dijiste tomaras su virginidad por primera vez.

- - Claro, la primera relación – Dijo – Una vez hecha ella se adaptara solo a su pareja. Pedirá a su pareja y buscara nido como cualquier conejo. Demandará mucha atención de su alfa y querrá hacerlo.

- - Bill se la quitó – Señalando a su hermano. – Fue la primera vez de la conejita.

- - ¡Kill! – Le gruño el rubio antes de sentir la mirada del peli violeta.

- - ¡BILL! – Dijo furioso el zorro – Por una maldita vez dime que ese hermano con medio cerebro que tiene y masa corporal, está diciendo que es solo una broma de mal gusto.

- - No Tad, el no miente. Me aparee con ella. – Admitió. – Y no solo eso... me imprime en ella... creo que es mi destinataria ahora.

•| ⊱✿⊰ |•

- - ¡NO PUEDE SER! – Grito Tad adentro del estudio de Bill para hablar más privado con el hombre lobo. – Te deje pasar el incidente de que te comiste a mi gallina Kuki, mi mascota cuando eras un adolescente.

- - No sabía tan buena y estaba vieja esa gallina – Comento Bill.

- - Luego no me defendí cuando me molieron a golpes y casi me degollaban vivo.

- - Debes admitir que te lo merecías – Dijo. – Mandaste a muchos a la cárcel y otros murieron en la cacería.

- - Y ahora te violas a mi futura novia que cuide por 10 años.

- - No fue violación, si fue consensuado – Entregándole una copa de vino. – Yo que iba saber que era la chica con la que tendrías de pareja.

- - ¡Te lo dije!

- - Me dijiste que me restregarías en mi cara herederos.

- - ¡Con ella!

- - Es una coneja.

- - Que toma medicamento para quedar embarazada – Dijo molesto dando un golpe en la mesa. – La preparaba para el día que quedara preñada de mí.

- - Entonces... - Viendo con esperanza al zorro. - ¿Puede quedar embarazada? ¿De mí?

- - No de ti idiota, lo suyo es nulo.

Ambos se quedaron serios un momento antes de hablar. Tad miraba a Bill con enojo pero ya no podía detener su relación al menos que Mabel decidiera. Pero por el momento tenía que llevársela para darle tratamiento.

- - Me llevare a Mabel – Dijo calmado.

- - ¿Qué harás con ella?

- - Calmar su... celo. – Dijo – Yo tengo la culpa de que este así, se supone que no debía suceder esto. Los híbridos de zorros cuando tenemos celo las mordemos e inyectamos nuestra feromona, para que nos busquen. – Soltando un suspiro. – Mabel está tomando supresores para buscar conejos machos y a la vez toma para entrar en celo alto con la especie Vulpinis Lupus y Canis.

- - No puedes hacer eso – Dijo asombrado el rubio.

- - Ella solo iba adaptarse a mí – Dijo Tad.

- - Me hizo cortejo.

- - No debería haber hecho eso, sino hasta la noche. – Dijo intrigado. – ¿Acaso te llevo a un lugar estrecho? ¿Jugaste con ella? ¿Dime como se comportó? – Sacando una libreta.

- - Se curara de la fiebre – Tratando de ignorar sus preguntas.

- - Bill, no será la única fiebre que tenga. – Menciono. – Mabel tiene un historial de salud delicado, ella puede ser muy quisquillosa con sus comidas y apenas puede controlar su aroma. Necesito llevármela antes de que empeore. – Continuo. – Desde que ella tenía cuatro años ha sido propensa a enfermarse, su raza es muy delicada y fina.

- - Un momento.... ¿Tiene 14 años? – Dijo sorprendido. – La veía un poco mayor al hacer eso.

- - Sí – Aclaro el mayor. – Es muy joven y apenas inicio su... vida sexual. – No queriendo aceptar el hecho de que el hombre lobo tuvo la primera vez de la chica. – Pero no puede estar más aquí. Necesita su tratamiento y sus medicamentos.

- - ¿Ella estará bien? – Dijo resignado pensando que tendría que alejarse de ella.

- - Estará en buenas manos – Menciono. – No te pertenece, entiéndelo déjala ir no conoces de ella. – Levantándose de su asiento. – Aparte no estás en disposición de tener a alguien aquí... - Observando a su alrededor. – Podrás ocultar el olor un breve periodo, pero tú y yo sabemos las atrocidades dentro de este bosque.

El rubio al escuchar eso no pudo evitar sentir un dolor intenso en su pecho, no quería que se llevaran a la chica.

"El lobo sufría encerrado en soledad"

En ese instante escucharon unas risitas y ambos salieron viendo a Kill jugando con Mabel con el paño y la bandeja de agua. Formando bultos de aire el cual la chica apretaba.

- - Eres un lobo rojo puro, es la primera vez que veo uno. – Dijo la menor tocando las orejas del pelirrojo. – Hueles a fresas silvestres y algo más.

- - ¿Enserio? – Olfateando su chaqueta. – Pyronica decía que olía mal a pescado muerto.

- - Hueles bien – Apretando sus orejas.

- - ¡Hey no tires de ellas! – Alejando a la adolescente.

- - Puedes transformarte en bestia. – Dijo curiosa la menor.

- - Sí lo hago, mmm... no te gustara cuando regrese a mi forma humana.

- - Mabel – Llamo el zorro obteniendo su atención. - ¿Ya te sientes mejor?

- - Sí. – Asintiendo con las mejillas rosadas. – El medicamento que me da Tad me cura.

- - Pequeña. – Se arrodillo Tad quedando enfrente de ella. – Hable con Bill y llegamos a un acuerdo. – Tomando su mano. – Vendrás conmigo, como era parte del plan vivirás en mi hogar y tendrás libertad de andar. Tal como acordamos en tu habitación... tú y yo en la residencia, serás muy feliz.

Mabel retrocedió su mano y empujo a Tad recordando cuando la iba adoptar, corrió al otro lado del sofá escondiéndose.

- - Señor Tad lo siento, no quiero irme.

- - Vamos Mabel no puedes estar aquí. – Menciono el zorro. – Bill no te quiere aquí, eres para él una molestia, algo que no debe estar aquí así que ven.

- - ¿Una molestia? – Viendo a Bill. – Lo sabía...

La castaña miraba al lobo rubio con una mirada llena de tristeza, aunque no era la primera vez que fuese rechazada. Ella estaba acostumbrada junto con su gemelo a ser corrida, golpeada y ser mirada de mala manera por otros híbridos. No por eso los niños le tiraban piedras cuando intentaba salir de su alcoba.

Mabel agacho la cabeza y apretó sus manos, antes de caminar junto a Tad. Aunque el hombre lobo no lo permitió cuando sujeto del hombro a la pequeña y la arrastro junto a su cuerpo.

- - Sabes puedo cuidarla. – Dijo el hombre lobo. – Aparte ella como dices no se adaptara nuevamente.

- - Bill, ella... - Dijo Tad.

- - Se lo que es... un conejo. – Apretando su agarre. – Yo la cace, yo me hare responsable de ella. Puedo cuidarla... aparte es mía.

El sujeto no estaba convencido más veía a la menor aferrarse al lobo, su oportunidad había acabado o eso pensaba. Un idea perversa se le ilumino al ver a la pareja, ¿Por qué no? Experimentar con ellos a ver si lograba su objetivo. Se acercó a Bill antes de entregarle al lobo el medicamento de la castaña.

- - Sí Mabel estará a tu cuidado, dale esto. – Entregando los supresores y vitaminas. – No se te olvide que tome estas. – Señalando los supresores rosas.

Kill frunció el ceño puesto que no confiaba en Tad, pero en este momento no podía protestar por el híbrido de zorro cuando les ayudo a bajar la fiebre de la coneja.

•| ⊱✿⊰ |•

Los siguientes cinco días Mabel recibía las visitas de Tad y sus inyecciones diarias, Bill odiaba cuando se la llevaba de su vista dentro de la habitación de huéspedes. Tenía prohibido entrar, solo podía escuchar los lloriqueos y gimoteos de la menor. Sus sesiones podían durar más de una hora. Cuando salían veía a la pequeña sonrojada y que se alejaba demasiado del zorro, siempre tirando de los pliegues de su falda hacia abajo. Sin olvidar el aroma que desprendía el híbrido de zorro.

Mabel se escondía detrás del librero o en el baño esperando que Tad se fuera. El lobo solo se acercaba viendo a la adolescente permanecer quieta y limpiándose los ojos hinchados mientras musitaba un "lo lamento", el cual no entendía su razón.

El resto de la tarde la pasaba deambulando así como los otros días, entre dos semanas que pasaban el rubio la obligaba a que tomara sus supresores al igual que él. Bill miraba con odio el calendario y el maldito mes de noviembre.

La dieta de la pequeña en sus alimentos había sido vegetales; papas, zanahorias, verdolagas, betabel, fresas, arándanos, manzana, naranjas, tomates, pepino, calabazas y lo más raro... plátano. La chica saltaba de la emoción de ver aquel fruto.

El hombre lobo se había acostumbrado un poco a separar las comidas, aunque deseaba más que nada que consumiera carne.

Así había sido la rutina de ambos viviendo juntos, excepto que la seguía manteniendo en secreto.

•| ⊱✿⊰ |•

Unos golpeteos en la mañana alertaron a ambos lobos alzando sus orejas, Mabel quien se encontraba tomando la siesta matutina de las diez, fue despertada por un tirón de sus orejas por parte del rubio. Mientras que su hermano lo ayudaba a distraer a las visitas, en este caso sus camaradas.

- - ¡Ouch, ouch, ouch! –Se quejó la chica siendo jalada de sus orejas y alzada hasta llevarla arriba a la habitación de huéspedes. – Bill me duele, no tires de mis orejas. – Viendo que abría el closet de visitas. - ¡No! – Aferrándose a su brazo. – Bill... no, no quiero... le pondrás seguro y no saldré.

- - Conejita al closet – Dijo cubriéndola con una manta y envolviéndola con una soga.

- - ¡No quiero! – Protesto la pequeña. – Huele feo y esta oscuro, no es agradable.

- - Mabel obedece. – Empujándola. – Se supone que amas los lugares oscuros y estrechos.

- - ¡Pero no quiero entrar aquí!

- - ¡Mabel!

Mabel era envuelta en la manta más empezó a morder de las manos al hombre lobo, el rubio le reprendió colocando un apretón en su hombro derecho. Ella le dio una pata en los costados, ganándose un tirón de sus orejas largas.

- - Mabel – Susurro en voz baja. – Son solo unos minutos, baja la voz.

- - No es cierto, mientes. – Dijo con voz cortada. – Me dejaste encerrada dos horas la otra vez. – Golpeando sus brazos.

- - Deja desobedecerme coneja. – Alzando su tono.

- - No lo harás otra vez. – Arañando su mejilla con fuerza.

- - ¡Suficiente! – Alzo su voz dominante y mordió con fuerza las orejas de la castaña cubriendo su boca, para evitar su llanto.

La castaña lloro sintiendo el ardor y la punzada de sus colmillos en sus delicadas orejas, dejo de luchar sintiendo miedo y temor. La sangre goteaba de la barbilla del rubio antes de soltarla y verla con su mirada dominante y de mando a la menor. Tomo la manta y la envolvió atando su cuerpo con la soga, tratando de cubrir su aroma.

- - Ojos cerrados y oídos sordos – Dijo el rubio viendo a la menor encogerse con sus ojos apagados. – Es por tu seguridad, Mabel.

Bill bajo topándose con parte de su manada, mientras que Kill miraba con ojos grandes lleno de impresión a su hermano.

- - ¡BILL! – Le llamo Kill preocupado – Pensé que te... habías cambiado la camiseta.

- - ¿Qué? – Volteo el rubio viendo la prenda cubierta de sangre. – Mierda.

- - Bill amigo – Dijo Kriptos – ¿Fuiste a cazar otro animal?

- - Algo así – Dijo el lobo rubio sentándose e intentando mantener las apariencias.

- - El otro día Kriptos y yo pasábamos caminando por el puente del bosque y nos encontramos a una gata que buscaba conejos – Dijo Pacifier. – Creo que la tonta perdió su empleo al ser corrida de la casa hogar.

- - ¿El orfanato? – Dijo Pyronica. – Ustedes están menos actualizados.

- - ¿Por qué lo dices ninfómana? – dijo entre risas Kriptos.

- - Sigue comiendo tanates, deslenguado – Dijo la peli rosada limándose las garras. - a como decía, el orfanato que soltaba "sacrificios" termino quemado.

- - ¿Qué? – Dijo Hectorgon – No tendremos más conejos huérfanos.

- - Diablos ese placer delicioso, volverá a ser prohibido – Dijo forma amorfa. – Hasta que un maldito híbrido de conejo se adentre al bosque oscuro.

- - ¿Saben quién lo hizo? – Pregunto el lobo pelirrojo, antes de dedicarle una mirada al rubio.

- - Nadie sabe – Dijo Pyronica. – Solo los oficiales avisaron en el pueblo que el orfanato se quemó, junto con la dueña.

- - Ha de haber olido a carne asada esa noche – Dijo Pacifier soltando una carcajada junto con sus compañeros.

- - Bueno miren el lado bueno – Menciono la mujer loba – Les hicimos un favor a esos cinco conejos. Ya que el incendio fue el mismo día que cazamos libremente.

- - Eso es cierto – Dijo Kriptos – Deben estar bien, les ayudamos a acabar con su agonía.

- - Claro porque uno de ellos tenía premio sorpresa – Dijo Pacifier. – Un dos en uno.

- - La coneja oscura tenia cría – Dijo hectorgon – Sabía deliciosa.

Bill se mantuvo serio al igual que su hermano, pues ambos sabían que la chica tenía oídos muy sensibles. El rubio quería creer que el closet y la manta ayudarían a impedir el sonido de la conversación. Siguieron todo el transcurso de la tarde entre plática y bebidas y juegos. Eran las 5 de la tarde e iba ocultándose poco a poco el sol.

El rubio se levantó un momento de la mesa abandonando su bebida y se froto la nuca, se excusó de ir a cambiarse la camiseta. Fue subiendo las escaleras siendo seguido por la peli rosada, en cuanto se dio cuenta de ella, era demasiado tarde para alejarla.

- - Pyronica – Gruño el alfa. - ¿Por qué me seguiste? Estoy ocupado... voy a cambiarme la camisa.

- - Te iba ayudar a cambiar. – Menciono la omega femenina haciendo un gesto coqueto. - ¿Por qué vas a la habitación de huéspedes?

- - Tengo un conjunto también aquí. – Apartando a la loba. - ¿Tomaste supresores? – Sintiendo su aroma a anís y menta. Odiaba esos olores juntos.

- - No pude... se me terminaron y... pensé que tú podrías ayudarme. – Dijo coqueta la mujer moviendo su cola, antes de entrar a la habitación de huéspedes. - ¿Tu también estas en celo? Lo percibo.

- - Sí. – Admitió avergonzado. – Pero los tomo.

- - Bill ven aquí. – Jalando las solapas de su camisa para entrar ambos a la habitación y cerrar la puerta del cuarto. – Aun no he sido marcada ni tampoco preñada. – Atrayendo al alfa a la habitación, antes de besar sus labios de forma lenta y dulce.

Bill la siguió entre los besos correspondiendo un poco, fueron guiándose a la cama matrimonial la cual recostó a la loba mientras acariciaba su cuerpo. Era poco tolerable al olor que desprendía la peli rosada, pero tenía que admitir que el celo lo mataba.

"Pobre coneja engañada y torturada, creyendo en dulces palabra cubiertas de miel"

Los besos se tornaban más pronunciados entre los roces. Llevo sus afiladas garras a los muslos de la mujer abriendo sus jeans de mezclilla negros, bajando su pantalón hasta los talones de ella. Pyronica se aferró al cuello del rubio colocando besos y lamidas, envolvió sus piernas a la cintura del alfa frotando su intimidad contra aquel bulto eréctil que iba formándose.

- - Bill~ - Llamo su nombre en medio de gemidos. – Quítate la camisa.

Sus orejas tiesas y su cola se movían poco a poco, Bill besaba con fervor el cuello de la peli rosa lamiendo su hombro. Se frotaba contra la ingle de la mujer escuchándola gemir entrecortado, jadeando suavemente. Sintió como aquella loba le retiraba su camisa dejándolo semidesnudo y solo con sus pantalones.

- - Me vas a llenar de tú semilla. – Sonriendo mientras sentía las caricias del alfa en sus senos. – Estás muy necesitado. – Palmeando su bulto en sus pantalones. - ¿Puedes marcarme? Somos de la misma especie... tú un alfa y yo un omega.

De repente sintió las manos de Pyronica acariciar lo arañado de su rostro.

- - ¿Te peleaste con tu presa? – Menciono entre risas la loba. – Tienes unos visibles arañazos.

Para Bill escuchar eso fue como un balde de agua fría en la cabeza, puesto que recordó a la coneja que tenía encerrada en el closet. Empujo a la omega mientras acomodaba su ropa y tomaba la camisa manchada de sangre para colocársela nuevamente.

- - Pyronica vete – Menciono molesto.

- - Bill, ¿ahora que hice? – Frunció el ceño. – Estábamos bien hace un momento, ya me acostumbraba a ti.

- - Pues yo no.

- - Acaso mi aroma te irrita.

- - Detesto el anís.

- - Bill ambos estamos en celo, ¿Qué te detiene? No tienes pareja – Dijo la peli rosa. - ¿Qué no puedes confiar en tu amiga? – Mirando de forma sospechosa al rubio. – Muy bien se acabó que ocultan tú y Kill, dime que no cometen incesto – Dijo sorprendida.

- - No seas estúpida, Py. – Dijo Bill frunciendo el ceño.

- - Bueno dame una explicación, no gay. – Dijo la loba de brazos cruzados mientras acomodaba sus pantalones y el escote de su blusa.

- - Sí te digo, espero que lo reserves para ti o amanecerás muerta en el risco de la colina. – Dijo en tono severo.

- - Vamos... ¿Qué tan grave es? – Sonriendo.

Bill se acercó a susurrarle en el oído antes de señalar el closet, poniendo roja a la loba y antes de que ella mirada perpleja y le tirara una fuerte bofetada.

- - ¡Es una niña! – Grito la loba enfurecida. – Tú y yo... acaso eres un idiota.

- - Por eso me detuve – Sobándose el golpe.

- - No puedes hacerle eso... no sabes lo doloroso que es cuando ellos... presencian. – Dijo Pyronica sintiendo dolor en su pecho. – Ella iba... Bill sabes lo que sucede con los de su especie.

- - Sí – Dijo – Creo que he hecho más daño desde que llego.

- - ¿Cuánto tiempo la tienes escondida?

- - Cada vez que vienen. – Dijo.

- - No puedes tenerla así. – Se levantó acercándose al closet.

- - Pyronica – le llamo Bill. – No es bueno... que tú la saques, será mejor que te lleves a los demás por esta vez.

- - Bill – Dijo molesta – Escúchame bien, me llevare a los demás y.... tratare de explicar.

- - Si noto algún comportamiento en ellos, te arrancare las cuerdas bucales.

- - Adelante hazlo, pero es mejor a que le causes eso a la pobre – Dijo la loba. - Ni quisiera saber si viene de ese orfanato.

- - Entonces vete y convéncelos.

Pyronica golpeo con un dedo la puerta de madera del closet. – Lo siento, chica no quise hacerte sentir... así. – Ella fulmino con la mirada al alfa.

En cuanto salió de la habitación el mayor espero a que se fueran y cesaran las voces. Se acercó al armario abriendo las puertas y encontrando un bulto encogido. La desenvolvió encontrando la manta manchada de sangre y a la chica con los ojos mirándolo con furia.

"La ira de una coneja apacible"

- - Mabel - Desato la soga e intento tocarla, pero la castaña le tiro un manotazo en su mano. – Estas enojada conmigo. – Dijo seriamente. – Yo también lo estoy coneja, te di una orden y tú sabes que debes esconderte.

- - Te odio – Dijo la pequeña frotando su oreja lastimada y ensangrentada. Olfateo la habitación y noto el aroma de él con el de la loba, agacho sus orejas en señal de tristeza. – Quiero irme con Kill.

- - ¿Quieres irte con mi hermano? – Gruño molesto. – ¿Adivina qué? Él no te quiere.

- - Mentiroso oso, Kill es bueno conmigo, me da dulces y juega conmigo. – Frunciendo el ceño. - ¡Quiero irme con Kill!

- - ¡KILL NO ESTÁ! – Dijo.

- - ¡Bill los chicos se fueron! – Entro Kill notando a los dos mirarse con odio y un ambiente tenso. - ¿De qué me perdí?

Kill pasó el resto de la tarde cuidando de Bill y Mabel de que no se agarraran a pelea, aunque notaba a la pareja un poco distante desde que se fue la manada de Bill. Mabel las veces que quería acercarse al librero a tomar un libro veía a los lejos a Bill y se alejaba, como si el rubio ya la hubiera regañado anteriormente. Solo veía a la coneja dar círculos por toda la sala y subir escaleras antes de rodar abajo y terminar en un rincón.

- - Mabel, ¿cierto? – Llamo el pelirrojo tratando de recordar el nombre de la coneja, ya que no se lo aprendía llevando más de dos semanas y siempre le decía pequeña conejita o malvavisco.

- - Umm... - Asintiendo con la cabeza.

- - ¿Sabes que puedes salir? – Dijo Kill. – Claro no fue duro la mordida. – Viendo lo poco curado de la oreja.

- - Bill no me deja salir.

- - Claro que puedes salir, allá está el patio. – Señalando la puerta. – Ponte a correr o no se ensuciarte de tierra, lo que hacen los conejos pero por favor, ¡por el amor a la salsa tabasco!, para de subir las escaleras y rodar. Me duele la cabeza de solo verte.

- - No soy un perro, soy un conejo y no somos sucios. – Recalco la adolescente cruzándose de brazos. – Tonto lobo.

- - Entonces ponte a cavar.

- - ¿Por qué?

- - Porque ahí será tú tumba, por llamarme tonto – Dicho esto tomo a la chica entre sus brazos comenzando hacerle cosquillas.

La castaña se retorcía y lanzaba risas antes de tirar las orejas del pelirrojo y morderlas suavemente. Kill se reía y disfrutaba de jugar con ella, la tumbo al suelo rodando con chica y moviendo su cola animadamente, mordiendo las suya en forma de juego. A pesar del incidente con su hermano.

Mabel sintió ese gesto agradable y soltó un suave gemido, nuevamente recordaba la mordida que le dio Bill... tan fuerte y dominante algo extrañamente placentero. Quiso volver experimentarlo sintiendo las mordidas de Kill.

- - Más... - Sintiendo los colmillos del pelirrojo. – Más... más...

- - ¿Qué sucede? Te cansaste de pelear. – Soltando una risa. - ¿Mabel?

Aunque el aroma que la menor empezaba a emanar era fuerte para el pelirrojo, Kill olfateo un poco el cual lo emborracho y lo hizo retroceder. Mabel lo seguía abrazando de su cintura como si fuera una garrapata se acercó a gatas a quedar sobre su abdomen. El hombre lobo pelirrojo empezaba a sofocarse y ver lo que la adolescente hacía y en su mente lo alerto, hasta que noto que ella empezó a juguetear con el cierre de su bragueta bajándolo de un tirón y hurgando dentro del pantalón hasta tocar su miembro cubierto en su bóxer. Fue cuando cayó en cuenta lo que sucedía.

- - Oh no... Bill, ¡BILL! – Grito Kill tumbando a la coneja lejos de él. – La coneja se volvió loca. – Se acomodó los pantalones de forma apresurada viendo a Mabel acercarse y mirarlo de forma extraña.

Bill salió de la cocina iba ponerse a preparar la cena, pero al escuchar a su hermano gritar y ver la escena se acercó atrapando a la castaña quien esta forcejaba su agarre, se acercó para morder sus orejas con fuerza, provocando un gemido alto en la chica seguido de un chillido.

- - Esa coneja está loca - Dijo Kill con los ojos abiertos. – Intento... ella intento. – Viendo a su hermano. - ¿Qué demonios le está dando Tad? ¿Bill que rayos le sucede?

- - Kill, vete – Siseo el rubio. – Es necesario que te vayas.

- - Dale los supresores. – Dijo Kill. – Tal vez se calme.

- - No puedo – Viendo a la castaña que lo miraba con sus ojos inocentes y entrecerrados. – Es complicado.

El pelirrojo analizo la situación y se fue inmediatamente sabiendo que su hermano había caído nuevamente.

•| ⊱✿⊰ |•

Mabel se calmó un poco quedando en los brazos de Bill, sintiendo los suaves mordiscos en sus orejas que el hombre lobo le daba. Ella se recargo en su pecho soltando suspiros bajos y excitantes. Quiso liberarse pero Bill la mantenía sujeta entre sus brazos. Volvió a morderla fuerte de sus orejas perforando su piel y emanando sangre, cubriendo su boca evitando los gritos y chillidos de la chica.

- - Este es un castigo por desobedecerme.

- - ¡Mmh! – La menor sentía el dolor y esa sensación de calor en su cuerpo.

- - Mabel... - Destapo su boca escuchando suaves gemidos y jadeos. Mordió nuevamente sus orejas pero sin perforar.

- - Bill... - Sintiendo la necesidad de correr.

- - Quédate quieta – Gimió el lobo apegándose a la chica bajando las correas de su vestido rosa para quitárselo y que quedara en su blusa y bragas rosadas. - ¿Por qué diablos Tad te puso esto? ¿Y cuándo lo hizo? – Viendo el conjunto de ropa que traía, su vestido, calcetas largas y un collar para evitar ser marcada por el lobo.

- - Dijo que no podía andar sin bragas por la casa. – Comento la chica soltando un ronroneo de satisfacción. – Me las dio antes de que se fuera. Siempre me trae ropa.

- - Aquí no las tendrás. – Apretando su erección contra su trasero comenzó a restregar un poco. – Andarás con esa maldita vagina húmeda con mi esencia escurriendo de tus muslos, goteando y pidiendo por más.

- - ¡Ay!... - Soltando un chillido la menor al sentir que mordía un poco fuerte sus orejas. – Bill...

- - Eres mía... mía – Tocando su cintura con delicadeza. – Mabel...

La pequeña lo empujo con todas sus fuerzas escapando de su agarre, esta acción la vio como parte de un juego del cazador y su presa. Bill embozo una sonrisa siniestra y maliciosa, estaba deseo de seguir con su cortejo. Mabel retrocedía viendo el orbe oscuro y dorado del alfa, se mantuvo alerta de sus movimientos irguiendo sus orejas.

- - ¿Por qué rehúyes? – relamiendo sus labios. – Es muy grosero huir de una caricia, coneja.

- - No huyo – Menciono sonrojada de sus mejillas.

- - Entonces ven aquí.

Corretearon por la casa en la que hubo momentos en que Bill la sujetaba de la cintura y la acorralaba a las paredes, buscando su rostro besando sus labios con intensidad en los que la adolescente apenas podía corresponder con el beso hambriento del lobo. Mabel miraba tímida y nerviosa rehuyendo de sus caricias empujándolo nuevamente. Se apresuró a correr bajando las escaleras y cruzando por el pasillo, abrió la puerta de la cabaña, pero el rubio coloco su mano apoyando su peso y cerrando con fuerza.

- - No saldrás.

Ella retrocedió pero tropezó con el perchero cayendo de nalgas contra el piso. Bill aprovecho para agarrarla tomándola de la cintura y cargándola.

La menor sentía una enorme carga de adrenalina y emoción soltando quejidos cuando sentía las afiladas garras del mayor tocarla. Ella por instinto se acomodó en sus brazos acercándose al rubio y besando sus mejillas.

- - Mabel – Soltó un suave jadeo disfrutando de sus besos. Estaba contento teniéndola en sus brazos y aspirando su aroma.

Bill se distrajo un momento antes de sentir que volvía a escapar de sus brazos. La vio arriba y supuso que debía dar fin a su persecución, en cuanto subió.

La castaña se metió a la habitación de huéspedes cerrando la puerta, ella se tocaba su conjunto y el collar que adornaba su cuello para evitar ser marcada por el rubio. Tad le había dicho que no se lo quitara evitando tentar al híbrido de lobo, le había explicado un poco de la especie de Bill y como podía evitar lo agresivo de su celo. Pero en este momento pedirle al lobo que tome supresor, sería un suicidio puesto que estaba metida en un buen lío.

Miraba atenta como se abría la puerta y entraba aquel lobo acercándose a ella y empujándola al ventanal, sentándola en el mueble donde solía sentarse junto a Tad para aplicarle sus inyecciones.

- - Suficiente de juegos Mabel – Gruño un poco frustrado. – Ven aquí.

- - Tenías una pareja – Menciono la castaña mirando la cama. – Olía bien, podía haber sido ella. Es un lobo... lo que tú buscas.

- - A ella no la busco. – Retirando su blusa junto con su brasier. – Es a ti a quien busco.

- - Soy una coneja Bill... no una loba omega – Temblando. – Tad dijo que soy incompatible contigo... ¿Cierto?

- - Te he dicho que no escucharas conversaciones privadas. – tirando de las bragas de la menor. - ¿Qué más escuchaste?

- - No puedo dar crías – Agachando sus orejas y ladeando su rostro. – Bill... ¿Estas en celo? – Pregunto temerosa.

- - Sí – Afirmo colocando besos calientes en su cuello, disfrutando de su piel blanca y lechosa que era tan suave. – Deja de ocultarte y huir. – lamiendo con su lengua húmeda parte de sus hombros. Colocando mordiscos leves.

De repente sonó el timbre del teléfono en el pasillo, Mabel alzo sus orejas intentando detener al lobo.

- - Bill teléfono dijiste que debía contestarse – Dijo la pequeña. – Debes atender puede ser Tad o Kill.

- -Deja de mencionarlos – Gruño – Nadie nos molestara.

- -Pero... - Siendo callada por un dedo sobre sus labios.

- - Primero el placer conejita – Descendió a sus pecho observando aquellos senos redondos y apetecibles, lamiendo alrededor de la aureola y encima del pezón rosado. Escucho los gemidos suaves y agudos de la adolescente.

- - B-Bill... - Protesto con hilo de voz llena de vergüenza ante su caricia, era nuevo que la tocara de esa manera. Llevo sus manos a su cuello apretando los mechones rubios de su nuca. Sentía como pasaba su lengua sobre sus senos y con su mano masajeaba el del otro lado tirando de sus pezones entre sus dedos. Pellizcando y frotando conseguía dejarlos erectos y sensibles. – Bill... no tengo leche. – Viendo al lobo chupar y succionar de su pezón dejándolo rojo.

- - Tendrás para alimentar a tus cachorros. – Colocando besos entre medio de sus senos y parte de su torso.

Mabel disfrutaba sonrojada como una cereza aquellos besos húmedos que descendían y hacían un recorrido por su abdomen y parte de su vientre. Esto la alerto un poco viendo como Bill se acercaba a su zona intima, el cual no pudo evitar abrir sus piernas y ver como el mayor acomodaba sus muslos a los lados dando una vista a su sexo húmedo.

Una lamida le hizo saltar de su asiento y soltar un jadeo cuando recorrió su hendidura, lanzo otra siendo más marcada que la anterior rozando sus pliegues y parte de su perla rosadita escondida en sus labios pulidos y lisos. La castaña cerró sus ojos disfrutando del contacto placentero y húmedo, la lengua del alfa la penetraba intensamente tocando sus paredes vaginales y frotando parte de su clítoris en movimientos rotatorios. Unos dedos jugaron su entrada introduciendo dos en su canal simulando el acto de penetración de forma lenta.

- - ¡Ahh! – La chica se encorvo temblando de su cuerpo, sintió los labios del rubio envolverse alrededor de su perla hinchada y dar una mordida aquella bolita de carne rosadita. Un chillido provoco que ella gimiera alto, ante la succión intensa y aumento del empuje en los dedos largos del mayor. – Bill... detente – Rogo la menor sintiendo los exquisitos espasmo recorrer su cuerpo, su pequeña colita se movía y sus orejas se agachaban hacia atrás en su cabeza. - ¡Ah, ah, ah! – No pudo evitar soltar parte de su flujo de su orgasmo, corriéndose en la boca del lobo. Mabel se recostó en el ventanal jadeando y soltando suspiros fuertes, con sus ojos entrecerrados y la respiración acelerada.

- - Sabes tan bien – Besando sus labios con deseo, moviéndolos con rapidez entre roces fuertes.

Se retiró la camisa blanca manchada de sangre aventándola al piso y abrió la bragueta de sus pantalones oscuros retirándose con todo y bóxer. Miraba con deseo y posesión a la coneja que emanaba su aroma.

Tomo su erección sujetándolo su tallo y masajeando su longitud, su mano se mecía de arriba hacia abajo en un ritmo lento en el cual apretaba la base y acariciaba la cabeza de su glande entre sus dedos. La menor miraba con un sonrojo intenso como aquel hombre lobo se masturbaba frente a ella.

- - Eso no cabra – Dijo ella cerrando sus piernas.

- - Ya lo hicimos estando en la cueva.

- - Pero no hay un lugar estrecho. – Mirando a su alrededor. – Bill... es muy grande.

- - Vamos pequeña – Besando su mejilla – abre tus piernas y recíbeme.

- - No – Dijo la chica intentando rehuir. – Bill aquí no – Refiriéndose en el lugar donde se encontraban.

Mabel intentaba quitárselo pero la fuerza del mayor era grande. Abrió sus piernas y acomodo su miembro erecto sobre sus pliegues frotando. Poco a poco la castaña cedía al disfrutar del placer, sintiendo el glande frotar contra su clítoris y la entrada de su vagina. El lobo se acercó a la conejita plantando un beso apasionado en sus labios rosados. Ella aceptaba gustosa sus besos calentándola y sintiendo esos deseos de hacerlo. Acaricio el rostro del lobo con ternura y envolvía sus manos alrededor de su cuello.

- - No huiré – Menciono la menor apegando su cuerpo con el del rubio.

- - No te dejare ir – Guio su miembro erecto a la entrada de la menor empujando dentro, sintió aquel roce delicioso que anhelaba en su compañera. Termino de entrar de una estocada completa quedándose en su interior, mientras escuchaba los gimoteos de la menor.

- - Bill... ah... - Sintiendo su vagina palpitar y ser invadida por el miembro del mayor.

- - Tan estrecha mi hermosa conejita – Moviéndose un poco para sacarlo.

- - Por favor... espera – gimoteo la menor. – Me duele... lento, te lo suplico ve lento.

- - Me moveré lento. – Colocando un beso en su sien.

Se acomodó las piernas de la chica enrollando su cintura, comenzó a realizar un vaivén lento en su interior en el cual sacaba un poco y volvía a meter permitiendo que se acostumbrara a su tamaño. Bill observaba el rostro de la chica viendo sus mejillas rojas y sus ojos avellanados con aquella capa de cristal que amenaza con querer llorar, se le hacía atractivo lo sumisa que podía ser la coneja.

Mordía sus orejas llamando su atención y provocando un estremecimiento en su cuerpo, pocos sabían que las orejas de los conejos eran zonas muy erógenas. No por eso se enojó cuando encontró a la chica mordiendo las orejas de su hermano y queriendo aparearse con él. Lo bueno que Kill tardaba en entenderlo, más si no había tenido contacto con la castaña.

Mabel movió sus caderas siguiendo su ritmo y gimiendo más, coloco sus manos en la espalda del rubio pidiendo por más contacto apretando sus piernas esbeltas en su cintura. Bill subió el empuje en su interior sacando más y penetrándola en cada estocada.

Los líquidos previos al orgasmo de la menor ayudaban a lubricar las embestidas siendo resbaladizas y rápidas. La castaña encajo sus uñas y gimió con fuerza cerca de los oídos del rubio. El mayor había dado en un punto sensible cerca de su útero provocando los roces íntimos más profundos y placenteros que erizaban su piel.

- - Bill – Llamo la pequeña soltando un fuerte chillido cuando el lobo aumentaba con fuerza sus embestidas. – Vas muy rápido... mi sexo palpita mucho.

- - Eres muy sensible – Soltando una pequeña risa entre jadeos. - ¿Acaso te gusta?

- - S-Sí... - Dijo ahogada en el placer.

- - Córrete – Abrazando su cintura y parte de su trasero, la cual apretó su esponjosa colita.

- - ¡Ahg! – Arañando su costado. – ahhh...

La menor termino corriéndose liberando una cantidad de fluido que caí en forma de hilo en el piso del ventanal. Los sonidos húmedos y chapoteos de su sexo se hicieron fuertes, provocando que la chica sintiera esa extraña excitación, el aroma masculino de su pareja impregnado en el aire junto con el suyo.

Bill toco la correa que portaba la menor, gruño al recordar quien se la había puesto. De tan solo pensar que hace unos días Strange se la llevaría, le hacían enfurecer por casi dejar que eso pasara. Más su pareja no oponía resistencia, eso lo hizo molestar ya que era suya había tenido su relación con ella, se había imprimado con ella no por eso la había traído a su hogar.

- - Mabel... - llamo entre los jadeos – Ibas a irte con Tad.

- - Sí... - Afirmo la pequeña entre las embestidas rudas de su pareja.

- - ¿Por qué? – Sujetando el rostro de la pequeña.

- - Tad dijo que no me querías.

- - Lo escuchaste de mí. – Dando fuertes empujones en su interior.

- - ¡No! – Soltando suspiros altos.

- - Entonces... ¿Por qué te ibas a ir con él?

- - Se cuándo... no soy recibida – Encogiéndose de tristeza. – Te vi molesto... pensé que era un estorbo cuando me enferme. – Dijo – Era la misma mirada de los demás cuando yo me enfermaba y me alejaban. – Tocando los brazos del rubio. – Pensé que Bill me odiaba y no quería verme, pensé irme con Tad aunque odio su aroma y que me... - Recordado cuando la tocaba de más.

- - No te iras – Menciono plantando un beso en sus labios. – Yo te cace, eres mía me perteneces. No quiero volverte a escuchar que te iras con el maldito zorro malnacido.

- - ¡AH! – Sintió las intensas penetraciones, sus piernas temblaban por los calambres.

- -Eres mía – Apretando la correa queriendo arrancarla. – Tenlo en cuenta.

- - ¡Ahh! – Sintiendo las embestidas fuertes en su interior y sus garras encajarse en su trasero. – B-Bill... pero... Tad dijo...

- - Solo mía – Colocando fervientes besos en sus hombros y parte de su pecho, lamiendo y chupando su piel. Su pelvis golpeaba fuertemente contra su entrepierna, acorralándola en el ventanal. Sus gemidos siendo un deleite en sus oídos y sus piernas abrazando su torso volviendo el contacto íntimo y la fricción placentera. – Mhg... ahh – Jalo la correa abrazando su cuerpo arremetiendo con intensidad la salida y entrada de su pene, metiéndolo más profundo.

Mabel chillo de dolor lanzando gimoteos y gritos mientras temblaba intensamente su cuerpo ante las fuertes estocadas y golpeteo que rozaban en la piel de sus muslos, sus paredes vaginales se contraían siendo rozadas y friccionadas, la cara interna de muslos quedando enrojecidos. Desbordando líquidos que se corrían una y otra vez antes de sus orgasmos, su vientre contrayéndose y su columna recibiendo ese escalofrió placentero. Sentía la cola del lobo tocar sus piernas y sus pies provocando un cosquilleo.

Bill apretó su cintura dando tres golpes fuertes liberando una carga de semen en su interior, su miembro se hinchaba de la base hasta formarse en medio, se aplicaba el nudo evitando salir de su pareja al moldeándose en su interior como si esa chica estuviera destinada a estar con él. El rubio soltó un gruñido de excitación con un jadeo ronco, disfrutaba aquel roce en la cabeza de su pene y su cuerpo, subiendo el calor de sus cuerpos y olfateando sus feromonas.

La menor se acobijo en su pecho llevando sus manos a su espalda, arañando ante su liberación. Era demasiado placer para ella, sentía su vientre hincharse con la primera carga de semen y los roces que le provocaban sus gemidos y lloriqueos fuertes.

El hombre lobo la tomo entre sus brazos y la alzo tomando sus caderas y cogiéndola en el aire con fuerza obligándola a mover sus caderas. El pecho de la castaña botaba con cada estocada, su boca entre abierta y derramando un hilo de saliva.

- - ¡BILL! – Grito la menor sintiendo el pene del mayor entrar y golpear el punto sensible de su útero. – Ahh... ahh... basta... no puedo. – Sintiendo correrse nuevamente.

- - Mabel – Besando su cuello. – Vas a recibir mi semilla te guste o no.

- - No, más – Golpeando su espalda. – Duele, duele... por favor me duele – Gimoteo.

- - Mal conejita – La llevo a la cama y tomo el cinturón de sus pantalones sujetando ambas manos. – No he terminado.

Alzo sus piernas arriba de sus hombros aumentando sus empujes, sintiendo lo apretado de su estrecha vagina. Los pechos de la castaña botaban dolorosamente con cada estocada y sus ojos no dejaban de derramar lágrimas, las mejillas rojas y sus labios hinchados de tantos besos. Era la segunda vez que se la cogía.

Ambos jadeaban y el aumento de temperatura en sus cuerpos sofocaba un poco la habitación, Bill sudaba y gemía ronco y cargado de placer. Su pene se sentía sensible dentro de ella, palpitando en cada embestida, su clímax estaba pronto.

- -Mabel recíbeme – Lanzando un gruñido seguido de un gemido gutural.

- - ¡Ahg! – La chica sintió caliente en su vientre y una enorme cantidad espesa de líquido seminal que la llenaba completamente. Una parte desbordaba a los lados manchando su entrepierna. Los espasmos invadieron su cuerpo dejando sus piernas extendidas y sus orejas completamente agachadas.

Bill se recostó encima de la menor lanzando un refunfuñado sonido de satisfacción, abrazando el cuerpo de la híbrida de coneja cerca del suyo mientras movía la cola de forma contenta. Sus orejas estaban relajadas y una sonrisa se dibujaba en sus labios mientras se relamía. Mabel respiraba con fuerza con su pecho subiendo y bajando con rapidez, jadeaba ante el reciente orgasmo, su pequeña vagina desbordaba una cantidad de semen a los lados.

El lobo la mantuvo en sus brazos por unos minutos antes de salir de ella. La chica se quedó recostada con las manos atadas y en posición encorvada. Apenas los pliegues de sus labios mantenían el liquidó lechoso dentro de su vagina. La menor no quería moverse tratando de mantener su semilla, ante el inútil esfuerzo termino derramando. Bill echo un vistazo en su intimidad viendo que caía un río lechoso en las sabanas, como si su cuerpo rechazara su misma esencia.

Mabel miraba con tristeza al hombre lobo antes de tocarse su vientre.

- - Lo siento... - Viendo el desastre de secreciones.

- -Un conejo y un lobo no pueden mezclarse – Soltó una risa burlona y acida, antes de bajar sus orejas en señal de decepción. – Es imposible.

- - Pero... - Viendo con timidez al lobo. – ¿Estás bien? Ya no traes dolor.... Tú celo... se calmó.

- - No, pero deberías estar molesta – Dijo. – Solo eres un depósito de semen, no hay concepción. Solo estás para satisfacer mi celo. – Se dio una bofetada mental por decir esas palabras a la chica, no quería decirle eso.

- - Sí – Dijo ella aclarando lo que dijo. – Con tal de que Bill este bien – Colocando una sonrisa. – Puedes hacerlo conmigo, Bill. – Recostándose en la cama. – Soy tuya.

- - Eres extraña.

- - Me agrada tu aroma.

- - El tuyo también es delicioso – Acercándose a la chica para quitarle la atadura en sus manos. – Me gusta el aroma que desprendes, pero si estarás aquí necesitare algo que ocultarlo.

- - Mmm...

- - Mabel, déjame quitarte el collar – Retirando aquel collar de cuero el cual había lastimado el cuello de la chica dejándolo rojo. – Necesito marcarte.

- - Bill...

La recostó en la cama colocándose encima de ella, Mabel cerro sus ojos sintiendo los afilados colmillos del alfaba morder con fuerza su cuello.

"Desde ahora me perteneces"

•| ⊱✿⊰ |•

Entre los arboles de acacia rojo se encontraba una gata pelirroja buscando lo que había pedido aquel zorro. Desde hace unos días había olfateado un conejo de aroma dulce, más no encontraba por donde se había ido, era cubierto por otro aroma penetrante como si lo protegiera.

Escucho un ruido entre los arboles antes de ver a un lobo pelirrojo como el escarlata caminar de forma lenta hacia ella.

- - Con que aquí estabas – Dijo tarareando una risa. – Wendy – soltando un suspiro. – Sigues oliendo deliciosa, hermosa flor carmesí o mejor dicho.... Gata traidora.

- - Kill...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top