𝐉𝐚𝐰𝐬
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y sexual. Lenguaje ofensivo y vulgar.
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El Bosque: Capítulo VI: Jaws
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"Que maravilloso día era para el hombre lobo enterarse que por fin su conejita podía comer carne"
Tad se encontraba haciendo una revisión clínica rápida a la menor de pies a cabeza entre tomar sus signos vitales, mientras anotaba en un cuadernillo todos los resultados. En cambio Bill se encontraba en la cocina a punto de cocinar una gallina mientras arrancaba la cabeza de forma contenta, manchando sus manos de sangre y salpicando la tabla de la cocina.
- - ¿Qué sería bueno que ella comiera primero? – Desplumando el animal. – ¿Un estofado, una pechuga asada, alas enderezadas o caldo? – El lobo estaba demasiado contento que había salido a cazar en ese mismo instante mientras terminaba de matar al animal, degollándolo y exprimiendo la sangre. – Mabel... mi linda conejita, por fin ella... lo acepta.
En ese momento vio a Mabel correr alejándose Tad con su brazo picoteado de sus venas. Se abrazó de la cintura del rubio, como si temiera del sujeto. El zorro solo guardaba los tubos con la muestra de sangre en el bolsillo de su saco. Mientras se sobaba el golpe que recibió en su rostro.
- - ¿Qué sucede ahora? – Pregunto Bill viendo a Tad con la mejilla roja y una mano marcada en su piel.
- - Mabel odia los piquetes – Viendo a la menor esconderse. – Pero era necesario.
- - Pero no es nada malo. – Viendo a la coneja tallarse sus brazos. – Yo también odio las agujas, preciosa.
- - Necesito ver este repentino cambio... dices que comió lo que preparaste y que era solo para ti. – Dijo con una mueca de intriga. – Que Mabel allá querido comer carne, significa que puede que haya cambios en su sistema endocrino a partir de su consumo. Tampoco quiere decir que cambie su apetito y se vuelva carnívora de la noche para la mañana.
- - ¿Pero ella puede comer esto? – Dijo el rubio con las orejas en alto y con un cuchillo en mano. – Estoy preparando algo que le gustara y que será bueno para ella.
- - ¿Qué es eso? – Dijo Tad señalando el desastre que hizo el lobo. – Es un revoltijo de viseras y carne, sin olvidar la sangre que tienes regando en ese balde.
- - Esto es una gallina. – Dijo con orgullo. – Y la cace justamente para ella, para que tenga proteínas y fuerza, ya sabes... un poco de vitamina y proteína. – Cruzándose de brazos.
- - Bill, lo conveniente sería que comiera alimentos procesados y esterilizados. – Menciono el híbrido de zorro. – Mabel no puede comer... eso. – Viendo con desprecio el cadáver del animal. – Sera mejor que vaya de poco en poco, al igual que ella se controle con su pequeño problema de hormonas y tome sus píldoras. – Dándole un bote nuevo de pastillas a la menor. – Tomate dos ahora. Está teniendo mucho levantamiento de feromonas.
- - ¿Apesto? – Pregunto la chica.
- - No, lo contrario. – Comento Tad. – Eres demasiado atrayente para un macho, y no solamente para Bill.
Mabel se sonrojo al recordar su aroma, intento suprimirlo evitando causar otro incidente. Ella ya podía reconocer su propio olor sin problema alguno. Pero no podía evitar oler el aroma de Bill; chocolate y vainilla combinado con el fresno y el cedro del bosque.
- - ¡Entonces! – Dijo encajando el cuchillo en la tabla. - ¿Qué hago con esto?
- - Comételo tú pero no se lo des a Mabel – Le regaño Tad mientras tomaba su maletín en la sala y de paso tomaba la caperuza de la castaña.
- - Pero era para ella – Se quejó el rubio con las orejas agachadas. – Carajo.
La castaña lo miro con sorpresa pero el zorro le hizo una seña de que guardara silencio, antes de ser despedido en el recibidor por ella.
- - Alguien quiere verte, Mabel – Menciono el zorro de cabello malva observando como ella abría sus ojos en grande. – Es una sorpresa pequeña conejita.
Tad sabía muy bien que Mabel estaba secuestrada a manos de Bill más no podía llevársela porque eso lo condenaría a muerte. Más no impidió llevar a cabo su plan más perverso, el cual consistía en llevar a su amiga Pacifica con ella y reemplazarla. Necesitaba actuar rápido ante la situación.
La castaña vio como el zorro se iba en su auto por el camino que conducía de regreso al pueblo, ella veía alrededor del bosque como un lugar tenebroso para ser apenas mediodía.
- - Mabel – Llamo el lobo desde el marco de la cocina con un semblante triste. – Otra vez comerás tus verduras. Es por tu bien, no podemos arriesgarnos.
- - De acuerdo – Se acercó revisando el desastre de sangre y carne que tenía. – ¿Eso iba comer?
- - Por hoy no – Colocando los pedazos de carne en un refractario. – Terminando de almorzar... - Sonrojado levemente de sus mejillas. – Quiero llevarte alguna parte, ¿se puede la cita? Conejita.
La castaña solo asintió mientras veía nuevamente la puerta del armario que se encontraba bajo las escaleras. Le llamaba la atención el olor que desprendía, pero nuevamente fue opacado por el aroma del rubio cuando se acercó a ella y la abrazo, cargándola para llevarla de regreso a la cocina.
- - Oye, ¿Por qué no me ayudas a pelar unas zanahorias? – Colocando una caricia en sus orejas largas y suaves. – Es mucho trabajo para mí.
- - Sí. – Regresando la caricia al rubio mientras ambos sonreían.
De repente el aroma fue perdido por el olor suyo y el del lobo, los días que pasaba con Bill fueron tranquilos en los que el lobo no dejaba de cuidarla o velar por ella.
Más tarde salieron a caminar al bosque recorriendo aquellos caminos que Wendy le conto alguna vez a Mabel. Pasando por un sendero de hojas secas y por la arbolada de árboles de acacia que desprendían su follaje por el final del otoño y la pronto llegada del invierno. Mabel caminaba dando saltitos y jugando alrededor con algunos animales que rondaban por el lugar, liebres y roedores. En cambio Bill siempre la mantenía a su alrededor vigilando que ninguno le hiciera daño.
La castaña veía las pisadas del rubio junto a las suyas y como la seguía como una sombra, a donde ella se movía él se encontraba ahí. Esto le causo gracia y le animo a jugar con su compañero comenzando a correr entre los árboles, viendo al hombre lobo alzar sus orejas y mover su cola siguiéndola y tratando de alcanzarla.
- - ¡Bill! – Le llamo la menor entre risas corriendo y saltando encima de los árboles. - ¡Atrápame! Jejeje
- - Ya verás que te atrapare. – Soltando un gruñido de competitividad.
- - Ven. – Ella extendió sus brazos para que la atrapara, pero la vio voltearse y subirse a un árbol.
- - Tramposa. – Viendo a la adolescente reír. – Iré por ti.
Bill miro a la chica quedarse encima de una rama llena de flores, se acercó a la coneja quedando sus rostros muy cerca. Estaba a punto de besarla pero la chica le tiro un puñado de flores, ella comenzó a reírse antes de sentir como la parte de la rama se rompía hasta caerse hacia abajo en una parte del precipicio, asustando al lobo.
- - ¡ESTRELLA FUGAZ! – Grito el lobo viendo a la chica caer ante sus ojos.
Mabel abrió los ojos encontrándose en un lugar suave, fragante y fresco. Noto que estaba tendida en el prado donde caía todo pétalos viejos de los árboles, creando un colchón de hojas secas. Observo que tenía rasguños por la caída más no tenía lesión grave.
- - Vaya jovencita eso fue una caída grande – Dijo un chico rubio de ojos azules y orejas largas y rubias. – Aunque pensé que morirías.
- - ¿Quién eres? – Dijo la chica temerosa viendo al sujeto acercarse y olfatearla antes de darle una lamida en su mejilla. – ¡Ouch! – Se quejó por el repentino toque en sus lesiones.
- - Mi nombre es Gabe. – Lamiendo la sangre de su brazo. – Cielos eres un desastre, no te muevas.
- - ¡Auch! – Trato de apartarlo de sus heridas pero el chico solo alzo sus orejas y abrazo su cuerpo. – Duele...
- - Shh... - Dijo Gabe intentando calmarla. – No hagas ruido, hay un ser muy temible en el bosque que gusta de cazar a cualquier especie y matarla.
La cargo entre sus brazos guiándola a un río cercano, mientras que Mabel admiraba las grandes orejas largas y rubias y las facciones del chico. Era muy guapo y de buen cuerpo, lo que más le llamo la atención fue el aroma; moras y fresas combinado con algo de pino fresco.
- - Hueles delicioso – Dijo el chico sonriendo y apegándola a su lado. – ¿Eres un conejo?
- - Mmm... sí – Dijo ella apenada. - ¿Tú también lo eres?
- - No, soy una liebre. – Colocando un beso en la frente de la castaña. - ¿Estás sola?
- - No – Volteando a ver que se iban alejando del sendero del bosque. – Oye, ¿A dónde me llevas? No puedo salir muy lejos de aquí. O me perderé.
- - Descuida solo iremos a tratar tus heridas. – Se acercó al río depositando a la chica en la orilla. – Vaya sí que estás muy arañada. – Sacando de su mochila un pañuelo. - ¿Qué hacías arriba?
- - Jugaba a las atrapadas – Respondió la castaña mientras evitaba la mirada del rubio. – Pero la rama se quebró y me caí.
- - Sabes que no debes jugar por aquí. – Dijo Gabe. – Hay una bestia horrible que ronda por el bosque oscuro de Raven Fair. Escuche que devoro a unos huérfanos él solo.
- - ¿Huérfanos? – Dijo temerosa la castaña.
- - Sí – Tomando el rostro de la castaña coloco un beso en sus labios. – Pero me alegra encontrar a una híbrida de coneja sana y salva.
- - ¡¿Por qué me besaste?! – Dijo sonrojada la castaña.
- - Eres linda – Dijo. – ¿Qué hay de malo? ¿Acaso tienes un compañero? – Ruborizándose de sus mejillas. – Es que no huelo ni un macho sobre ti. Solo tú olor a omega.
- - ¿No huelo? – Dijo Mabel olfateando su piel. – Bill – Sus ojos comenzaron a cristalizarse al recordar que no tenía la esencia del lobo sobre su piel. – Pero...
- - ¿Bill? – Colocando una mirada extrañada. - ¿Quién es? – Viendo a la chica llorar. – Oye no llores. – Abrazando a la castaña. – Descuida estas aquí conmigo.
- - ¡Suéltame! – Intento separarse del rubio pero solo sentía su apego muy cerca de su cuerpo.
- - Es extraño – Dijo el rubio con un semblante serio y frívolo. – Soy un casi de tu misma especie, no debes sentirte asustada. – Colocando un beso en su mejilla. – Sé que estas en celo.
- - ¡No quiero! – Dijo ella dando patadas y aruños. - ¡Ayuda! ¡Bill!
- - Shh – Intento calmarla acariciando su espalda, pero no funcionaba al ver a la coneja resistirse a su agarre. – Las conejas siempre son chillonas y asustadizas, pero no le quitan lo adorable. Tranquila todo está bien. – Una bofetada le planto a la castaña sacándola del trance de estrés. - ¡Guarda silencio! – Usando su voz de alfa. – Las conejas como tú necesitan educación y a respetar a sus parejas.
- - B-Bill... es mi alfa – Sollozo débilmente la castaña. – Él es mi alfa... me estuvo cuidando, él me quiere.
- - Sí fuera tu pareja no te abandonaría en el bosque – Menciono con desprecio en su voz. – Las conejas como tú y de tú raza son abandonadas, eres de difícil concepción siendo un Fauve.
- - Detente... - Sintiendo como el rubio ojos azules intentaba tomar sus manos y retenerla en el suelo de la hierba.
- - Tranquila en un momento te marcare, todo estará bien conejita.
- - Se puede saber ¿Qué haces con ella?
El chico volteo rápidamente entre los arboles encontrándose a un rubio con las orejas alzadas y su cola tiesa con la mirada afilada. Su semblante era oscuro e intimidante, no hacía falta darse cuenta que el ambiente se había tornado tenso.
- - ¿No deberías estar dentro del bosque? Ni siquiera estamos invadiendo tu territorio bestia. – Exclamo el chico.
- - Pero tienes algo que me pertenece – Menciono.
- - ¿Ella? – Señalando a la castaña.
- - ¿La soltaras o tú cadáver seguirá hablando?
- - ¡Estoy bien! – Dijo Mabel a Gabe soltándose de su agarre en un fuerte empujón antes de correr a lado de Bill. - ¡Bill! – Se aferró a su agarre sintiendo la caricia del híbrido de lobo en su cabeza.
- - Cierra tus ojos y no veas. – Le sugirió Bill a la pequeña.
- - ¿Qué vas a hacerme? – Dijo asustado el chico. – No, no puedes matarme...
- - Bill, por favor vámonos – Abrazándose de su cintura con ternura. – Estoy bien, mírame estoy bien. – Enterrando su rostro en su pecho. – Quiero ir a casa, por favor... vámonos.
- - Mabel – Siento a la chica temblar, su vestido estaba sucio y rasgado de la tela superior.
- - Entiendo, entiendo.... Lo siento. – Dijo el chico alejándose y viendo a la pareja. – No se volverá a repetir... fue error mío.
Sin pensarlo dos veces el chico se alejó corriendo lo más rápido que pudo, en cambio Bill no estaba contento con dejarlo ir, no le gusto lo que hizo con su omega. Mabel dio un brinco atrapándolo del cuello y atrajo su rostro para colocar un beso en su mejilla.
- - Bill por favor.
- - Mabel vuelves a dejar ir a un sucio bastardo y te romperé las piernas. – Le amenazo. – No me gusto lo que hizo.
- - Quiero ir a casa – Colocando una mirada dulce en sus ojos. – Quiero leer un libro junto a la chimenea y comer galletas.
- - Suficiente tuvimos con la salida. – La cargo entre sus brazos sintiendo como la chica abrazaba su cuello y miraba atrás de su hombro el sendero por donde se fue el chico.
- - Mabel tú vestido.
- - Creo que me quede sin vestido jeje, se debió rasgar por la caída.
- - Te comprare otro.
- - ¡Sí! – Dando otro beso a su mejilla.
- - Mabel escucha – Atrayendo a la conejita para susurrarle en sus orejas. – Sabes que te querré y eres mi conejita, mi pareja. – Besando su frente consiguiendo un sonrojo en ella. – No dejes que te afecte lo que dice esa estúpida liebre.
- - Sí.
•| ⊱✿⊰ |•
Los siguientes días la convivencia de la conejita con el lobo aumentaba, pronto entrarían a mediados de noviembre. El bosque oscuro comenzaba a formarse una leve capa blanca de nieve y el frío comenzaba arribar en el pueblo.
Kill pocas veces venia de visita a la cabaña a comprobar que la pequeña estuviera bien, aunque no se quedaba tanto tiempo cuando notaba algo extraño en el comportamiento de su hermano. Siendo más protector y territorial que nunca. Y eso lo delataba su aroma y su instinto en cazar a escondidas animales en el bosque donde terminaba matándolos.
El pelirrojo veía que su hermano no dejaba a la adolescente mirar el armario o acercarse a su estudio de trabajo.
Esa tarde quiso hablar con su hermano mientras que Mabel estaba en la cocina intentando cocinar la cena de esa noche, era muy temprano para prepararla pero la pequeña le llevaba tiempo haciendo bolitas de carne y leyendo un libro de recetas que el lobo le había prestado.
Bill se encontraba sentado en su sillón rojo con una copa de vino, mientras veía a su hermano caminar en círculos.
- - ¿Estas sospechando nuevamente?
- - Bill, llevas con ella más de un mes y medio – Menciono. – Pensé que estaría muerta para entonces. Nunca habías llegado tan lejos de tener una presa encerrada aquí en esta casa.
- - ¿Por qué lo dices? – Bebiendo su copa. – No es una prisionera encerrada.
- - Ja, no es una prisionera y más si la secuestraste. – Soltando un bufido molesto. – Estas jugando con ella – Tomando un sorbo grande de su copa. – No te creo lo de la pareja. Puede que hayas tenido un nudo y se amolde, pero son especies diferentes. Y veo que esta coneja solo vive con miedo y supervivencia.
- - Es mi pareja y me imprime en ella – Soltó un gruñido. – Sí yo quiero, tendré mi descendencia con ella cuando quiera.
- - El problema es que lo suyo es nulo y no quieres admitirlo – haciendo una X con sus dedos. – Mabel no puede quedar preñada y solo la estas lastimando. – Dijo. – Un conejo y un lobo jamás. Ella va querer cachorros y no los conseguirá si estás tú.
- - ¿Y vienes hablar de eso? O de tú romance con una híbrida de gato montés. – Soltando una risa burlona. -¿Quién es la chica? Apestas a ella. Toda tú esencia esta alterada y veo que ella te está cambiando.
- - Encontré a su niñera – Menciono el pelirrojo frunciendo el ceño y caminando alrededor de la habitación. – Wendy está viva, no sé si la recuerdes.
- - Claramente recuerdo a esa gata traidora – Comento con amargura el hombre lobo. – Me hizo un recuerdo de despedida. – Señalando su ojo. – ¿Ahora que te dijo la bruja? Que soy un temible asesino y que cazo por mera diversión. Que hago cosas más perversas.
- - Nada de eso – Viendo a su hermano mirarlo con desconfianza. – Bill – Soltó un suspiro cansado. – Sonara grosero y sé que me tuviste confianza para verla. Pero te diré que dejes ir a Mabel.
- - ¿Por qué dejarla ir? – Apretando el puño. – No ha enfermado, es feliz estando aquí y me quiere, ella me ama.
- - ¡Está enferma Bill! – Dijo furioso. – ¿Qué te hace pensar que está bien?, la chica tiene anemia como dice Tad y no son compatibles, ella se queda porque no la dejas salir y la tienes encerrada en esta casa. Es una adolescente coneja que fue arrebatada de su hogar dos veces.
- - Ya está saliendo al campo en mi compañía – Menciono – A caminado de aquí hasta el árbol de allá en el centro del bosque.
- - No es una mascota Bill – Dijo el pelirrojo. - ¿Paseos? Es enserio, ella necesita salir y alejarte de ti. Tú también estas siendo afectado, el armario suelta el hedor a muerto y se lo quieres ocultar trayendo más carne fresca a casa. – Acercándose. – Dile la verdad lo que tienes y lo que encontraste.
- - No te incumbe lo que hay dentro de ese armario.
- - Bill – Dijo – Solo piénsalo y no la lastimes.
- - ¿Desde cuándo le tienes misericordia a los híbridos de conejos? – Viendo a su hermano. – También Pyronica y Kriptos están actuando raros, la última vez que vinieron estuvieron indagando e investigando un poco por mi casa.
- - Ella no merece tanto problema tuyo. – Dijo. – Bill, creo que si no lo haces tendré que decirle a Will y a Belle lo que sucede.
En ese momento Mabel llamo a Bill antes de que el rubio sonriera en grande y mirada a su hermano con burla.
- - Ella requiere mi presencia – Dijo con una leve sonrisa. – Mi pareja.
- - Ella no diferencia entre un jodido secuestro y un alojamiento temporal. – Mostrando una mirada iracunda.
Mabel veía a Kill y a Bill entrando por la cocina antes de que el lobo rubio se acercara y la tomara de la cintura colocando un beso en su mejilla.
- - ¿Qué sucede? – Pregunto el lobo viendo a la menor preparar la olla.
- - Bill... No tengo zanahorias ni papas – Dijo ella terminando de hacer bolitas de carne. - ¿Podrías comprar unas cuantas?
- - Oh quieres eso – Colocando otro beso en la frente. – Te traeré preciosa.
- - Sí... pero deja de hacer eso, no más besos. Hay visitas y dijiste que siempre hay modales en esta casa. – Apartando un poco al lobo mientras soltaba una risita tímida. - ¿Kill te quedas a cenar?
- - Lo siento linda, hoy no puedo a disfrutar de tu rica comida. – Dijo el pelirrojo. – Debo regresar o mi novia se molestara mucho si sigo afuera tan tarde.
- - ¡¿Tienes novia?! – Dijo contenta la castaña. - ¿Cuándo es la boda? – Dando un brinco de alegría. - ¡Quiero ser dama de honor! Pero... tendría que ser amiga de la novia... bueno pero quiero serlo.
- - ¡¿Boda?! – Dijo el lobo sonrojado. – Yo... no he dicho nada de una boda. – Soltando una risa nerviosa. – Ni se hay planes de casamiento.
- - Mabel son cosas que no debes preguntar inesperadamente. – Dijo el rubio calmando a la chica. – No se pregunta si se casan o no. Con ser pareja es suficiente.
- - De acuerdo – Haciendo un adorable puchero. – Aunque quiero ver una boda.
- - Una boda... - Dijo Bill sonriendo. – Posiblemente veas una. – Dando una mirada a su hermano.
- - ¿Eh?
- - Kill quiero ver a tu novia.
- - Mabel – Llamo Kill con las orejas levemente firmes y viendo a su hermano. – Tengo algo mejor, ¿Te gustaría venir a visitarme a casa? Así conocerás a mi novia.
- - ¿A tú casa?
- - Kill – Gruño el rubio.
- - Vendría Bill claro. – Dijo el pelirrojo. – Solo un agradable cena tranquila, ¿cierto Bill? Solo sería una velada para cuatro.
- - ¡Sí! – Dijo entusiasmada la castaña.
- - No creo que sea conveniente... - Dijo Bill un poco dudoso de la propuesta.
- - Bill ¡Por favor!, ¡por favor! – Suplico la menor con las orejas agachadas. – Me portare bien y no me enfermare. Usare un vestido bonito y prometo comer carne.
Volteo a ver a su hermano con furia antes de soltar su respuesta, era arriesgado pero tampoco podía negarle a la pequeña.
- - Supongo que un rato no hará daño – Dijo el lobo viendo a la menor poner una mueca de felicidad.
- - Ya dijiste hermanito – Dijo Kill – Vendrán el fin de semana.
- - ¿Este fin? – Dijo Bill.
- - ¡Sí! – Dijo contenta Mabel.
- - Parece ser una cita.
- - Maldito lobo oportunista.
- - Bien yo me retiro y pasare a comprar algunas cosas a la tienda, ¿vienes Bill?
- - Mabel, no salgas y espérame.
- - Sí.
Bill siguió a Kill hasta el sendero del bosque donde lo tomo de los hombros encarándolo.
- - ¿Sabes lo que has hecho?
- - Invitar a Mabel, o claro que sí – Ignorando la amenaza de su hermano. – Crees que le guste el espagueti o la lasaña. Quiero prepararle algo sin carne para que pueda digerir.
- - ¿A qué juegas?
- - Wendy quiere ver que Mabel este bien. – Dijo. – No pasara nada más, al menos que tu quiera impedir algo.
- - Solo eso.
- - Solo eso – Menciono el pelirrojo.
- - Supongo que puedo llevarla un momento.
Ambos hermanos se percataron del ambiente en el bosque y como el silencio comenzaba invadir el lugar.
- - Sí iras a buscar lo que te pidió tu pequeña, te sugiero que lo hagas rápido. – Viendo los alrededores. – Muchos te odian y no dudaran en arrebatarte lo tuyo.
- - Ella está segura – Menciono el rubio viendo su hogar. – Una pareja de un lobo no la tocan.
- - Sí, pero Mabel no está segura, Bill – Respondió. – No está la presencia del alfa que la proteja.
- - Sí esta.
- - Ni tienes a Mabel – Menciono Kill. – Solo están... jugando y lastimándose.
- - ¿De qué hablas? – Hablo intrigado el lobo rubio.
- - Tú olfateaste a Wendy en mí, ya pronto te darás cuenta.
•| ⊱✿⊰ |•
Dentro de un salón se encontraba frente a la chimenea una chica de cabello rubio y la piel lechosa siendo iluminada por las brasas del fuego, acariciando el bulto de su abdomen mientras miraba con nostalgia recordando a su antigua pareja.
De repente sus orejas se alzaron escuchando que llegaba aquel híbrido de zorro con la caperuza de la castaña entregándosela a la rubia.
- - ¿Ella dónde está? – Pregunto con molestia la chica.
- - Paciencia pequeña que todo llegara a su debido tiempo – Menciono el zorro. – Vaya apenas es un poco visible.
- - No quiero engaños.
- - Te he traído su caperuza, ¿no te basta? – Soltando una risa. – Claro que no. – Viendo en una hoja los resultados y análisis de sangre. – Vaya esto es un gran avance, claro si lo supiera ese lobo pero dejaremos que la duda siga.
- - ¿Todo esto es malo? – Pregunto Pacifica.
- - Al contrario mi ingenua conejita. – Dijo el zorro. – Es bueno, pero como siempre la mente engaña.
•| ⊱✿⊰ |•
Bill había ido a comprar en una tienda del pueblo los víveres que hacían falta, más recibía siempre miradas despreciativas de los humanos y algunos híbridos. A todos se les hacía raro ver alguien ajeno del pueblo, pocas veces Bill salía del bosque ya las veces que lo hacía era acompañado de sus camaradas o su hermano.
- - ¿Es todo lo que llevaras? – Pregunto una chica de cabello anaranjado y ojos verdes, sus orejas de redondas la identificaban con híbrida de roedor del campo.
- - ¿Eh, sí? – Dijo el rubio viendo a la chica que intentaba tocarlo de la mano.
- - No todos los lobos son malos, ¿oh sí? – Dijo – Veo que tienes un aura llena de calma. Podríamos si tú quieres... - Sonriendo. – Me gusta fuerte y sin respiro.
- - Disculpa tengo... alguien – Intentando ignorar su petición. – Tengo a mi propia pareja.
- - Eso es extraño – Dijo la chica colocando una mueca de confusión. – Solo te huelo a ti. Pero si no sale todo bien, puedes venir aquí y pedirme una cita.
Bill dejo el dinero sobre el mostrador y tomo la bolsa antes de salir de la tienda, no era de extrañar que Mabel fuera atacada en medio del bosque o que muchos machos de híbridos la buscaran. Tad le dijo que tuviera cuidado, la coneja puede estar en celo. El lobo se sentía frustrado y confundido comenzó a sentir la necesidad de atacar y calmar su celo. Observo a la entrada del bosque una oveja de tamaño mediano, el impulso de matar y morder le invadió. Soltó la bolsa y en cuestión de segundos la atrapo con su mandíbula quebrando su cuello.
Sangre broto y empapando su pelaje... se había transformado en bestia. Termino con la agonía del animal terminando de despedazar su cuello y parte de su cabeza, separándola de su cuerpo. Lamio la sangre fresca y sintió el alivio por unos segundos. Aunque no era el único problema que tenía, aquellas feromonas lo traían loco.
Jadeaba al punto soltar un quejido de lo excitado que estaba de la caza, pero nuevamente recordó aquella coneja que la esperaba en casa. Volvió a su forma humana limpiando la sangre de su cuerpo, arreglando su ropa y con una sonrisa en su rostro mientras cargaba el cadáver del animal y la bolsa.
- - Mabel – Es lo que musito antes de seguir su camino.
La castaña se encontraba viendo la olla hervir suavemente y tararear una canción, no había podido obtener papas y zanahorias, pero encontró calabazas y puerros para terminar el caldo. De repente el aroma a sangre le llamo la atención e impregno sus fosas nasales y el sonido de azote en la puerta.
- - ¡Bill! – Llamo la castaña asustándose un poco por el repentino golpe en la puerta.
Pero no recibió respuesta alguna del lobo, espero en la cocina hasta que lo vio entrar a la cocina.
- - Bill ¿trajiste lo que te pedí? – Pregunto tímidamente, no quería hacer enojar al alfa, puesto que apenas le había dado libertad para rondar en su casa y poder hablar con sus amigos. Tampoco que no habían tenido tiempo de hablar del incidente en el bosque y lo que sucedió hace unas horas. – Trajiste las zanahorias y las papas.
El rubio había llegado cubierto de sangre en su camisa amarilla, en su mano traía el cadáver de la oveja que atrapo cuando venía de regreso a casa. La bolsa donde tenía el mandado había regado un poco la verdura y empapado de sangre.
- - ¿Bill?... eso es una oveja – Dijo la pequeña viendo el cuello del animal torcido y sin cabeza con los músculos expuestos. – Pero trajiste carne picada, aparte Tad dijo que no podía comer carne no procesada.
- - Mabel – Dejo descuidadamente encima del mostrador de la cocina la bolsa cayendo algunas verduras, acercándose a la pequeña híbrida de conejo quien movía con una cuchara el caldo donde prepararía el cocido.
- - B-Bill... - Sintiendo sus mejilla enrojecer intensamente. – Hueles muy fuerte; es ese aroma a chocolate y cedro. – Sonrojándose – Bill... tú aroma, es fuerte.
- - No es el único aroma fuerte. – Sonrió el lobo mostrando un poco sus colmillos. – Ven.
El hombre lobo movió su cola de un lado a otro de forma animada, se arrodillo levantando la falda tableada azul de la conejita bajando sus bragas de color blanco de un tirón rápido hasta la pantorrilla. Ella soltó un chillido de sorpresa ante tal acción del rubio.
Acerco su nariz olfateando su aroma de excitación dando una lamida larga en su intimidad, provocando que ella sintiera una temblares en su cuerpo.
- - ¡Ahh!... espera, espera estoy haciendo la cena. – Dijo ella alterada y nerviosa colocando las manos atrás de la estufa solo para quemarse un poco con el metal – ¡Ouch! - Miro que aún seguía prendido la olla y sus orejas sentía el vapor caliente emanar y quemar su piel sensible. – Bill me voy a quemar, tonto lobo.
El rubio lamio sus pulidos labios rozando sus pliegues suaves, la misma lubricación que soltaba la pequeña lo saboreaba como un dulce casi un manjar que disfrutaba con deleite y lo excitaba. La chica lo empujo intentando alejarse de lado evitando quemarse con la estufa. Bill la sujeto colocándola enseguida del mueble, aferrándose a sus muslos con sus garras encajándolas en su delicada carne blanquecina.
- - ¡Ouch! – Mordiendo su labio y mirando al lobo lamer. – Ahh~... Mm... Bill... despacio.
Con dos dedos abrió su vagina rosadita y lamio más adentro de su canal, llegando a penetrarla con la lengua gruesa y larga.
- - Ahh... ahhm... ahh... Bill – Llamo la menor sintiendo su vagina ser invadida por su boca húmeda y lo rasposo de su lengua mojando sus labios y dentro de su estrecho.
El lobo la sujeto y la levanto colocándola arriba de la mesada de la cocina, empujando la tabla de picar y las especies. Abrió sus piernas dejando expuesto su sexo mojado, continuo dando lamidas y chupando alrededor de sus labios, sintiendo su lengua inquieta y húmeda moviéndose y rozando su pequeño monte.
Era una sensación deliciosa y húmeda que disfrutaba la pequeña, su corazón latía con fuerza y sus mejillas enrojecían ante el acto caliente. Gemía dulcemente sobre las caricias del mayor. Bill escuchaba atento su voz y cada parte de sus jadeos.
Las piernas las acomodo arriba de sus hombros teniendo más acceso al sexo de su conejita. Toco su clítoris aquella perla rosadita, brillante, tensa e inquieta que crecía por culpa de la excitación del momento.
La lengua de aquel alfa la había tocado creando sensaciones que ponían a flor de pie a la pequeña adolescente, que acabo en una serie de gemidos ahogados. Disfrutando de su toque y sintiendo las caricias en sus muslos.
Mabel llevo sus manos soltando la cuchara de la cocina para aferrarse a la cabeza del lobo, enterrando sus dedos en sus mechones rubios y tocando sus orejas felpudas. Ella tiro inconscientemente de su cabello sintiendo ese embriagante placer que la hacía estremecer de su vientre hasta su cuerpo. Apretó fuerte su cabello que Bill soltó un gruñido y aumento la intensidad de sus penetraciones dando profundidad dentro de su sexo.
- - ¡BILL! – La pequeña soltó un chillido agudo y placentero cuando el alfa toco sus paredes sensibles. – Por favor... para... ¡ahhh! Ahh, ahh.... B-Bill...
La conejita sentía que pronto se desvanecería ante los constantes estremecimientos y el cómo su sexo se humedecía con su lubricación. Su cuerpo tembló erizando cada fibra de su ser.
El hombre lobo mordió con fuerza entre su monte y sus labios lamiendo su sangre, Mabel apretó y tiro sus cabellos soltando sollozos.
- - Sigue tirando y te follare muy duro – Lamiendo su clítoris en forma circular con la punta de su lengua.
- - No puedo... Bill... me lames mucho - Gimoteando la menor al sentir la palpitación en su perla hinchada. – Ve lento... por favor. – Suplico la menor. – Por... favor... por favor.
- - Deja de apretar mis orejas – Siseo molesto, lamiendo con una fricción deliciosa que hizo que su pequeña coneja temblara y cerrara sus piernas acercándolo más a su vagina. Encajando sus tobillo en su espalda. La baba del hombre lobo escurría de la comisura de su boca bajando de su barbilla, junto con el orgasmo intenso de su conejita que termino corriéndose dentro de su boca.
- - ¡AAH! – Grito la castaña cubierta de un rubor en sus mejillas y la mirada empañada con lágrimas en sus ojos. Su boca soltaba suaves jadeos y su pecho iba de forma acelerada junto con su respiración. Sus orejas quedaron flácidas y bajas.
La chica escuchaba claramente la succión y el sonido del chapoteo de su sexo chocar con la húmeda lengua del lobo. Su líquido cristalino caía de la boca del rubio y las gotas terminaban en el piso de la cocina. Sentía aquella caricia tan placentera y única que empezó acariciar la cabeza del rubio mientras gemía.
- - Mmm... aahh... ahhh... ahhh – Froto sus piernas entre los hombros del lobo, observando aquel orbe ambarino del chico, mirarla de forma hambrienta y seductora. – Bill... - Llamo la chica al rubio.
Bill dio varias lamidas lentas en su lubricación mirando a su rostro, lo calentaba mucho ver aquella conejita tan sumisa y ruborizada de las mejillas de un color intenso como las cerezas y arándanos del bosque. Limpio hasta la última gota de su orgasmo. Dio mordiscos alrededor de su vulva y viendo aquellas marcas de mordidas que dejo en sus blancos labios de muñequita. Se relamió los labios degustando de su sabor provocando lamidas pequeñas y cortas a la pequeña.
Estaba orgulloso de hacer sentir bien a su amada pequeña, más su juego no terminaría aun.
- - Bill... la cena – Por fin pudo articular la palabra con tanto trabajo, tratando de acallar y controlar sus gemidos. – Sí no la término... se quemara. - Fue interrumpida por otro beso del rubio encima de su sexo.
- - De camino... me entro el instinto de cazar – Menciono el rubio recargando su cabeza en la cara interna del muslo derecho. – Pensé que un poco de carne de oveja, te ayudaría a fortalecer tu sistema inmune. – Colocando besos en su tersa piel. – No estar anémica y tener un poco de proteína para ti. – Dijo. – Pero me repetía que tenías la cena lista. – Acariciando su muslo. – Pero deseaba que mi pareja consumiera algo cazado por mí. No podía dejar el instinto atrás de matar.
- - Estoy bien – Acariciando su rostro. – No he tenido fiebre y la zanahoria y las papas iban ser buenas para las vitaminas. Aparte quedamos de hacer albóndigas de res.
- - Lo sé – Soltando un refunfuñó de satisfacción mientras miraba el rostro sonrojado de la chica. – También... al querer cazar olí la maldita feromona de la oveja. – Menciono mientras acariciaba los muslos de la híbrida con delicadeza. – Recordé que estabas en casa con esa condenada falda paseándote y moviendo tu colita de algodón. Yo... me excite y tenía ganas de lamerte y hacerlo contigo, en ese sexo húmedo y cálido agujero. – Acercándose a su vagina a dar otra lamida larga y lenta. – Hacerlo contigo, juntos en la casa y cogerte y tenerte entre mis brazos.
- - ¡Ahh!... pero la cena, la olla está hirviendo – Viendo la estufa. – Déjame apagarla.
- - Tranquila – Menciono – Quiero probar a mi conejita primero. – Dando más lamidas a su sexo. – Eres algo dulce pequeña.
- - ¡Bill!, espera... espera mínimo detente la cena va a... - Fue besada por los labios del rubio con dulzura.
- - Olvidemos la cena un momento y déjame tenerte. – Se separó de la castaña para correr su cinturón y abrir la cremallera de sus pantalones, desabotonando los botones hasta bajar un poco su pantalón y parte del bóxer ceñido. Sintiendo la mirada atenta de la pequeña sobre él, quien no dudo en suprimir una sonrisa de sus labios. – Mabel – Colocando un beso en su mejilla. La levanto de la mesada de la cocina para llevarla a una más espaciosa. Mabel se aferró a su cuello sintiendo su corazón latir fuertemente y mirando al alfa que la miraba intensamente ante su orbe afilado. Su aroma le agradaba olfateando el chocolate, cedro fresco y el tabaco del hombre lobo. – Tomaste tus supresores, Mabel. – Oliendo a su conejita que desprendía un rico aroma a dulces, flores de freesía, frambuesas y ciruelo blanco entre las feromonas que empezaban a excitarlo y volverlo loco.
- - Sí... me falto la otra dosis iba tomarlas enseguida – Menciono la pequeña siendo acomodada mientras sentía las manos de Bill desabrochar su falda, tirándola al piso de la cocina. – Pero tome la doble dosis como me pediste.
- - ¿La pastilla rosa y la naranja? – Lamiendo su delineado cuello.
- - Sí – Afirmo sintiendo un escalofrió placentero. – No he sentido calor.... hasta ahorita que llegaste repentinamente.
- - Perdón, lo siento pequeña conejita no tome mi dosis, no funciono – Mordiendo suavemente sus orejas alargadas – No pensé que me ganaría el instinto de caza en este tiempo.
Bill atrajo de la cintura a la castaña acomodando su miembro erecto y erguido entre la lubricación de sus labios, empezando a frotar contra su sexo rozando su clítoris contra el frenillo de su glande y el tallo de su pene. Mabel llevaba sus brazos alrededor de sus hombros y recargaba su cabeza contra el deltoides de su brazo musculoso. Sentía la fricción de su sexo resbaladizo, siendo agradable al contacto y caliente, movía sus caderas frotando contra su duro y grueso pene.
Ambos gemían y jadeaban ante el delicioso placer de sus cuerpos frotándose, Bill colocaba besos sobre las mejillas mojadas por las lágrimas de la menor, mientras susurraba contra sus labios palabras sucias y lascivas de su íntima relación.
- - Todo esto será entre nosotros... - Musito besando sus labios – Dímelo pequeña... dime que te gusta – Juntando su frente con la suya. – Quiero que goces, que grites cuando nos fundamos en uno solo – Fue levantando su suéter de lana roja teniendo la cooperación de su conejita al verla erguirse y extender sus brazos para sacarlo y arrojarlo al suelo.
- - También quiero... quitarlo – Señalando la prenda de vestir manchada en sangre.
- - Adelante preciosa – Sonriendo – Quítame la camisa.
Mabel movió sus dedos sobre los primeros botones tirando de la tela de lino para ir descubriendo poco a poco los pectorales del hombre lobo, se acercó a besar su piel respirando el aroma masculino de su alfa. No llevaba ni la mitad y sus pliegues secretaban aquel liquido abundante y en forma de clara que empapaban en cada roce el glande y el tallo de su pene sobre su capuchón. Aquella excitación de sus fluidos caía resbalando de su vagina y parte de la mesa ensuciando el piso. Mabel miro avergonzada a Bill quien había admirado tan embobado esa escena erótica.
- - Perdón – Dijo ella apenada.
- - Estas muy mojada, Estrella fugaz – Ayudándole abrir su camisa, sintiendo los dedos de su pequeña acariciar y toquetear su marcado abdomen de forma curiosa.
- - Estoy goteando – Dijo ella ruborizada de sus mejillas, moviendo más sus caderas sobre la longitud de su pene, provocando gruñidos excitantes y roncos en el rubio.
- - Mabel – Aumentando el roce de forma dolorosa, apretando su cintura y parte de sus nalgas. Su pelvis se movía sin control y su cola no dejaba de moverse - Voy a cogerte duro.
- - Sí – Dijo la coneja preparándose sintiendo como el rubio guiaba la cabeza de su pene dentro de sus pliegues húmedos y cubiertos de su orgasmo. Froto en su agujero enterrando y creando una tensión sexual en ella. – Bill... - Suplico la menor buscando su pene contra sus caderas. – Por favor... cógeme. – Suplico nuevamente. – Cógeme...
- - Lo mereces... - Colocando mordidas en sus hombros. – Eres mi conejita, mi pequeña y dulce omega, dime que lo eres, dime que soy tu alfa y el único compañero que tendrás.
- - Lo soy – Abrazando su torso. – Por favor... cógeme alfa... hazme tuya.
- - Solo mía – Dijo con recelo. – Llevaras mis cachorros, te cogeré fuerte hasta que tu maldito útero se llene de mi semilla y desborde.
- - Sí – Dijo la castaña en forma de ronroneo y suplica - ¡Embarázame!
El alfa se enterró de una estocada en su vagina robando un grito en la chica, el grosor de su pene entrando en lo poco estrecho de sus paredes vaginales, provocando roces sensibles y fuertes entre ellos. Mabel se aferró gimiendo fuertemente con los ojos cerrados disfrutando de las estocadas de su salvaje lobo, llenando cada centímetro de espacio hasta golpear la pared de su vientre viendo el bulto en su abdomen.
- - ¡Bill! – Gimiendo al sentir su pene salir y entrar de forma rítmica.
Bill jadeaba gozando su suave vagina dando fuerte y rápidas sus embestidas, sus testículos golpeando la intimidad y parte del mueble de la cocina. Aquellas paredes abrazaban su miembro apretándolo y provocando roces exquisitos que lo obligaban a gruñir y gemir roncamente, sacando su voz profunda oscura y dominante.
- - Me perteneces mi conejita - Apretándola contra su cuerpo. – Solo yo puedo follarte tu vagina, hacerte sentir ese placer.
- - Bill... ahh... ahh... ahhg - Sintiendo la abrasión y la fricción fuerte de sus sexos con cada golpe. – No... no pares.
- - Mabel – Llamo entre cada empujón viendo la menor con su rostro rojo y jadeando.
El pecho de su conejita botaba contra la blusa de tirantes y el brasier que llevaba. La prenda iba bajando de los tirantes ante sus penetraciones, una de sus garras rasgo haciendo un corte en su ropa escuchando el rasgamiento de la tela. Beso su escote rompiendo en medio su brasier cayendo en la mesa. Los dos montículos níveos y lechosos salieron botando con aquellos rosados pezones de color melocotón.
Se acercó dando una lamida al seno y chupando su pezón, Mabel se mordía el labio inferior coquetamente y miraba con ternura al lobo. Bill adoraba ver esa expresión de inocencia y juguetona entre una mezcla de sumisión. Le dio un mordisco fuerte a su pezón provocando en ella que soltara un chillido y un jadeo alto. Succiono el pezón con fuerza amamantando lo que próximamente seria el alimento de sus cachorros. Deseaba ver a su conejita preñada y cargando a sus primeros hijos.
Mabel respiraba con fuerza sintiendo el golpe de su pene en la entrada de su útero y parte de su zona "G" aquella sensación famosa que le había hablado muy poco con Pyronica, cuando tuviera relaciones con Bill. Recordar esa pequeña platica solo la hacía avergonzarse, más no estaba lejos de la realidad. Ahora disfrutaba más del acto.
Los movimientos rudos y secos que hacía su alfa, chocaban su piel contra su piel en un excitante sonido de sus cuerpos, su fluido contra el pene de lobo que entraba y salía con rapidez, con los gemidos entre mezclados y aquellos espasmos involuntarios que provocaban la tembladera en su cuerpo. Eran una sensación única para la pareja.
- - Bill... Bill... me correré – Menciono la coneja dulcemente.
- - ¿Conque te correrás? – Cambiando el ritmo a uno lento pero con los golpes fuertes e intensos, sujetando sus piernas. – Hazlo dulzura. – Acercándose a su oído. – Córrete y no me detendré.
- - ¡AHH! – Grito adolorida la castaña ante las penetraciones duras que había aumentado el lobo en ella. - ¡AAH! ¡AY! ¡AHH! – Enterrando sus uñas en los costados de su amado. - ¡BILL!, ¡AHH!
- - Carajo, Mabel... - Sintiendo que la menor chorreaba abundante liquido cristalino de su vagina. Aquel flujo cayó como una cascada al piso lubricando las embestidas del rubio. Sus alientos chocando y sus respiraciones yendo de forma acelerada, tocándose sus pechos. – Eres deliciosa mi conejita, continua.
La castaña sentía un hilo de saliva bajar de la comisura de sus labios y temblar intensamente ante su orgasmo anhelado. Las embestidas seguían pero solo provocaban que ella tocara aquel edén placentero del cielo, sintiendo las caricias de su lobo tocarla con fervor.
Unos minutos en que su cuerpo no dejaba de convulsionar y liberar su orgasmo, sentía su cuerpo débil y apenas sujetándose del torso del mayor.
Recupero la compostura cuando tuvo la sensación de los roces de los dientes de Bill, aquellos colmillos filosos que recorrían la piel de su clavícula y la conexión de su escote con el hombro.
- - Bill... márcame – Acariciando su rostro. – Hazme tuya mi alfa, quiero tú marca. Quiero tenerla.
- - Mi pequeña y tierna conejita – Colocando un beso. – Siempre te he marcado. – Tocando la cicatrices del torso, omoplatos y brazos.
- - Jeje... - Sintiendo un cosquilleo en sus labios cuando beso su pecho. Lo atrajo besando sus labios. – Quiero en el cuello, Bill.
- - ¿Podrás soportarlo? – Dijo un poco temeroso – No eres una loba. Puede dolerte... incluso se borrara en un tiempo... - Sintió un dedo en sus labios interrumpiéndolo.
- - Quiero la marca – Sonrojándose de pena y vergüenza. – Sé que no soy lobo y no sé si pueda conservarlo... pero quiero una.
- - Estamos haciendo lo posible para que te vean como mi pareja – Besando sus labios. – Eres mi conejita, es propio que el alfa marque a su omega.
Mabel extendió su cuello dándole acceso al rubio, Bill se relamió sintiendo la lujuria del momento. Beso la zona y encajo los colmillos con fuerza abrazando a su amada, aumento la fricción y la velocidad de sus embestidas empujándola a la mesada. La pequeña enrollo sus piernas con ayuda del rubio abrazando su torso y parte de su cintura, encajando los talones en la espalda baja. La cola de Bill se mantenía alzada mientras la penetraba.
Mabel lloraba y gimoteaba alto tratando de soportar el dolor y las estocadas. Bill se corrió la primera carga de semen en su útero, más aun no finalizaba la apasionada noche de apareamiento. Su miembro crecía más y se anclaba perfectamente dentro de la chica, su nudo se formaba en la base de sus testículos el cual subía con cada roce.
La cargo bajándola de mesada y buscando el suelo depositándola en el piso de madera. Subió sus piernas a sus brazos, lamiendo la sangre que brotaba de la herida de la chica. Mabel se aferró a su cuello jadeando y gimiendo alto siendo penetrada con intensidad, sabia cuando su lobo estaba con nudo era difícil terminar.
Sus cuerpos perlados en sudor y el calor sofocante hacían íntimo su encuentro. Bill enterró sus uñas en sus muslos atrayendo sus caderas más a él.
- - Bill... ahh, ahh, más... - Acariciando su torso.
- - Mabel – Besando sus labios, los golpes eran fuertes y salvajes resonando en la habitación.
- - Ahhg... - La castaña sentía estar nuevamente en el delicioso cielo de los conejos ante el placer.
- - Mabel, Mabel, Mabel – Musito su nombre como un mantra entre cada empuje. El calor de sus cuerpos era agradable y sus respiraciones iban en aumento.
Abrazo su figura femenina dando tres profundas embestidas antes de soltar su carga de líquido seminal, llenándola e hinchando su vientre con su líquido espeso y caliente. Corriéndose sin dejar una gota retenida. El rubio se recostó en su pecho jadeoso y satisfecho con su encuentro sin salir de ella.
Mabel cerró sus ojos gimiendo fuerte y soltando un sollozo, su cuerpo apenas soportaba una parte de lo que se había corrido el lobo rubio, más aguanto lo demás. Con su mano acaricio sus cabellos rubios con cuidado y con ternura. Duraron unos largos minutos recostados en el suelo, esperando a que su lobo terminara de correrse y de liberar las últimas gotas de semen. Sus aromas mezclados combinados dándose caricias y besos.
Bill salió de ella dejando caer un río lechoso de su pequeña vagina, el cual expulsaba como si su cuerpo lo rechazase aun. Mabel miro apenada y triste viendo el lío y como desbordaba de sus pliegues el semen de su alfa.
- - Bill... - Miro con lágrimas en los ojos. – Lo siento.... En verdad quiero embarazarme de ti.
- - Descuida – Besando su frente. – Hablare con Tad sobre esto – Notando como su conejita temblaba y lloraba. – Tendremos a nuestros cachorros.
- - Sí – Asintió la menor colocando una sonrisa. – Quiero tener cachorros contigo.
Un olor proveniente de la olla se filtraba al empezar a emanar vapor. Mabel miro la estufa y quiso levantarse pero tropezó con sus pies, ante el reciente acto.
- - Tranquila – Abrazando a la pequeña para ayudarla a levantarse y guiarla a la estufa.
Ella apago el fuego viendo lo evaporado del caldo.
- - ¡La cena! – Dijo preocupada. – Lo siento Bill.
- - Yo tuve la culpa – Soltando una carcajada seguido de una risa. – No te deje terminar.
- - Se quemó todo.
- - Podemos comer la oveja que traje – Dijo contento el lobo.
- - Esta crudo – Viendo el cadáver del animal.
- - Mi estimada coneja, no sabes el deleite de comer comida de un animal recién cazado – Cruzándose de brazos. – Es más debería enseñarte ya que si tendrás mis cachorros, necesitaras comer nutrientes.
La tomo de la mano guiándola a sentarse en la silla junto a la mesa de la cocina. Mientras colocaba un beso en su dorso.
- - Espera aquí preciosa.
Bill tomo el animal y busco entre los cajones un afilado cuchillo de carnicero, comenzó a arrancar el pellejo del animal y limpiar los músculos, separando la piel y lana de la carne. Mabel miraba con las orejas agachadas y una mirada nauseabunda, en cambio Bill seguía animado preparando algo delicioso para su pareja.
Con el cuchillo despedazo cortando los pedazos y sacando las vísceras y órganos poniéndolos en un cuenco.
- - ¿Empalado o laminado? – Pregunto el lobo.
- - Y si como las zanahorias.
- - Has estado anémica, una maldita zanahoria no te hará recuperar la fuerza. – Dijo – Incluso te marque, debes haber perdido sangre.
Fileteo la carne haciendo cortes delgados, antes de cubrir de sal el resto y colocarlo en una cestilla. Bill tomo una zona suave y corto en cubos colocándolo en un plato. Se chupo los dedos probando la sangre y el sabor del animal, dando una aprobación de lo delicioso que sabía.
Se acercó a la castaña depositando los platos enfrente de ella. Mientras que colocaba los órganos como el corazón, intestino delgado, pulmones, riñones, hígado y estomago a su lado.
- - Odio la vesícula y todo lo de abajo, guarda un sabor amargo. – Menciono.
- - Bill... ¿es seguro comerlo?
- Yo a veces lo como así – Tomando un pedazo de carne. – Es sabroso y jugoso.
- - ¿Por qué lo cazaste?
- - Mabel... cuando un lobo tiene... pareja – Sonrojándose de sus mejillas. – Caza para que ella este bien, me refiero a salud.
- - ¿Salud?
- - El día que enfermaste, me deprimí y pensé que morirías de fiebre. – Dijo – Agradezco a Kill por venir ayudarme y también por traer a Tad. Te vi mejorar cuando él te curo y tú te apegaste a él. – Apretando un puño. – Pensé ese día que tal vez te irías con él, porque él te conocía perfectamente. Y tal vez porque pensé que lo querías a él.
- - Bill.
- - Pero te quedaste, me diste.... Una oportunidad para cuidarte – Dijo tomando su mano. – Quiero que estés bien – Acercando el plato. – Come un poco.
La castaña miro la carne fileteada delgadamente tomo un trozo entre sus dedos. Cerró los ojos y abrió su boca depositando el trozo dentro. Mastico lo fibroso y jugoso de la carne empapando sus labios de la sangre y saboreando el óxido y salado. Cuando creyó haber molido lo suficiente lo trago con dificultad sintiendo el sabor del residuo. Sus ojos picaban de las náuseas, pero ver la cara de felicidad del rubio y su sonrisa de satisfacción, le hicieron olvidarse de la sensación horrible.
- - ¿Y bien? – Esperando su respuesta con ansiedad.
- - Pasable – Dijo la menor.
- - Deberías probar estos pulmones son ricos en B12 – Acercándole el órgano.
- - Mejor sigo comiendo esto – Tomando las rebanadas. – Aun no me siento lista para órganos. – Continuo tomando otro trozo antes de ver al rubio acercarse a ella. – Bill – Sintió un beso en sus labios por parte del lobo.
- - Te amo – Colocando una sonrisa que mostraba sus afilados colmillos. - ¿Me amas Mabel?
- - Yo también te amo – Ruborizándose de su rostro mientras seguía comiendo del plato, tratando de ignorar el sabor crudo.
Más tarde esa misma noche Mabel estaba terminándose de lavar el cuerpo y colocarse su pijama antes de notar la marca de su mordida. Estaba feliz de tener una pertenencia, aunque recordaba mucho lo que le dijo Gabe acerca de que no tenía rastro del aroma de Bill.
En ese momento entro el rubio viendo a la pequeña tocarse la mordida, se acercó abrazándola por detrás de la cintura y colocando un beso en su mejilla.
- - ¿Qué hace una conejita tan sola? – Hablo en tono amoroso.
- - Bill... ¿tú conservas mi aroma? – Pregunto con temor a su respuesta.
- - Sí, aun lo conservo, ahora que tuvimos intimidad – Menciono diciendo la verdad. – Pero si estamos separados disminuirá.
- - ¿Separados?
- - Descuida – Besando su frente. – Con esta marca evitara que te alejen de mí.
Mabel disfrutaba de los besos que dejaba Bill como muestra de su cariño, aunque temía por aquella situación. Su relación era prohibida y ella comenzaba a comprender poco a poco que lo suyo no podría suceder y muchos intentarían separarlos, aunque él no se diera cuenta.
"Pobre lobo ilusionado, viviendo en mundo con un sueño el cual no quería despertar"
•| ⊱✿⊰ |•
En otra parte se encontraba del pueblo se encontraba otra pareja en un apartamento arreglándose para dormir, aunque Kill había despertado muy temprano para preparar pudin a petición de la pelirroja.
- - Kill... - Llamo Wendy con temblares en su mano saliendo del baño.
- - ¿Qué sucede? – Pregunto el lobo desde la cocina. – Ya estoy haciendo tu postre, pero no me arañes el rostro.
- - ¡Ven aquí estúpido tomate! – Repitió la gata pelirroja.
- - Wendy ¿Qué dijimos del lenguaje? – Menciono molesto el lobo quitándose el mandil y los guantes. – Aparte no te dije que me llamaras por algo lindo, si vamos a estar.... Viviendo juntos – Musito lo último con una mueca de felicidad. Mientras caminaba a donde estaba la chica. - ¿Qué sucede? ¿Por qué estas pálida? ¿Y que traes en la mano?
- - Estoy embarazada – Dijo ella levantando una tira de cartucho con las líneas marcadas.
- - ¿Qué? – Viendo incrédulo a la chica.
- - ¡Estoy embarazada Kill! – Dijo ella nerviosa y llena de emoción. – No te estoy bromeando.
- - Wen... - Sonriendo – ¿Un cachorro? – Abrazando a la pelirroja. – ¡Carajo tendremos un cachorro! – Besando a la chica. - ¿Un lobo? ¿Un gato? No importa será nuestro.
- - Kill cálmate bruto – Dijo la chica sintiendo los cariños del hombre lobo. - En primera no sabemos si es o no.
- - Necesitamos llamar a Tad – Dijo Kill – Wendy esto es maravilloso.
- - Kill no quiero que Tad se me acerque – Dijo la gata con sumo enojo. – No le tengo confianza ni una palabra a ese maldito.
- - De acuerdo – Dijo viendo con ternura a la chica antes de besarla a los labios. – Te amo Wendy.
"Oh tal vez el lobo no está lejos de su sueño"
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