𝐅𝐥𝐞𝐬𝐡
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y alto contenido sexual. Lenguaje ofensivo y vulgar.
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El Bosque: Capítulo II: Flesh
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Inocencia perdida
Parada frente al armario de la ropa se encontraba aquella conejita adolescente mirando sus conjuntos de ropa que había llevado estos años. Abajo en el piso estaba la maleta hecha por Wendy y la señora Kate, donde llevaba todo lo necesario para abandonar aquel orfanato.
Ellas solo habían dicho que llevara lo dispensable, eso significa objetos necesarios para su nueva vida. Artículos de higiene, cambios de ropa que duraran la semana y solo un objeto personal. Lo que no podría llevar seria sus agujas de tejer o sus libros favoritos.
La castaña soltó un bufido lleno de desolación en su pobre alma. Mañana sería el día de su adopción, abandonaría el apellido "Pines" para ser reemplazado por el apellido ajeno de nombre "Strange" siendo parte de la familia de Tad.
La casa Strange era reconocida por tener enormes terrenos, una casta pura de híbridos de zorros de raza Vulpes Macrotis y un apellido reconocido en la alta sociedad. Se codiciaba de gente llenar de poder y riquezas. Era de esperarse familia rica con un hijo rebelde hasta las puntas de su rabo.
Tad Strange era muy respetado al estudiar la rama de la medicina y por tener parte de un doctorado en estudios clínicos como laboratorista químico. Había dedicado años de investigación en sus reportes y estudios sobre la hematología y parte de la embriología genética. Un genio con porte elegante y educación inculcada, el pretendiente perfecto para todo dama humana o híbrida que lo buscaba, o que era muy solicitado para las citas de cortejo.
Más él nunca asistía, prefería escapar de sus reuniones para perder cada tiempo del fin de semana del mes para estar en el viejo orfanato de Raven Fair, ayudando a los huérfanos a curarse y examinarlos de sus pequeños problemas de salud.
La chica no entendía porque un híbrido de zorro tan respetable por la sociedad del pueblo, querría adoptarla. Ella era propensa a enfermarse y recaer en cama hasta más de un mes. Nunca tuvo las defensas al tope y era muy torpe e ingenua para captar la información de otras especies. Otros híbridos siempre se burlaban de ella o la lastimaban viéndola indefensa. Aun recordaba cuando los niños menores le jugaban bromas de mal gusto, pero después de un tiempo desaparecían todos.
"Posiblemente eran adoptados y tenían más popularidad consiguiendo la atención de sus futuros papás"
Se sacó esos recuerdos de la cabeza y prosiguió a lo que tenía que hacer; cambiarse de ropa. Saco una falda tableada de color naranja con toques amarillos que llegaba por su abdomen y terminaba un poco arriba de sus rodillas. Una camisa blanca de manga larga con toques rosados en los bordes; unas calcetas encima de la rodilla y sus viejos zapatos cafés. Su ropa no era tan nueva, llevaba más de dos años con los mismos conjuntos, lo único que variaba son sus suéteres. Aquellos que creaba cada semanalmente con un diseño nuevo y con la lana que conseguía Wendy.
Se acercó a la mesita a tomar su medicamento, la última dosis de sus supresores y de sus vitamínicos. Ocuparía más de su tratamiento, pero solo Tad podía proporcionárselo al igual que la señora Kate.
Miro por la ventana y estaban los niños preescolares jugando en el patio trasero, casi cerca de la entrada del bosque. Wendy los cuidaba evitando que entraran al bosque oscuro, puesto que sus terrenos eran peligrosos y siendo dominados por híbridos más fuertes que ellos.
Mabel embozo una sonrisa de melancolía mientras se sentaba a un lado del marco de la ventana, abriendo un poco y recibiendo la brisa fresca del aire de otoño. La menor cerro sus ojos y paro sus orejas en alto percibiendo un rico aroma a tierra húmeda y cedro.
- - Quiero salir – Musito en sus palabras para ser llevadas lejos. Mientras recargaba su cabeza en la pared.
Había durado más de un mes sin resfriarse y sin estar en cama, su apetito había vuelto al igual que su fuerza muscular. No más resfriados ni estornudos, no tos ni febrícula.
Escucho que tocaban la puerta para ver a Wendy entrar con el termómetro de mercurio y un baumanómetro en mano.
- - ¿Lista? – Pregunto la pelirroja sabiendo que la menor podía estar de bajo ánimo.
- - Sí – Acomodándose para que le tomara la presión arterial y la temperatura. Se remango la manga de su camisa para extender su brazo.
- - Hoy hace un agradable clima, posiblemente no llueva – Viendo la ventana abierta mientras acomodaba el equipo en su brazo derecho. – Tú hermano y tus amigos aguardan abajo en la sala.
- - Wendy... - Viendo a la híbrido de gato montés dar una mirada seria. – Sí sale todo bien... ¿puedo bajar a jugar con ellos? Solo un rato – Pregunto la castaña a la gata.
- - ...Mabel – Bombeando el manómetro.
- - Por favor – Susurro bajo la coneja, aunque no tenía permitido salir al exterior. – Enserio... no me siento mal.
La pelirroja se colocó el estetoscopio escucho los primeros golpeteos de la sangre en la pared de sus arterias, antes de ver la cifra que marcaba la diastólica y la sistólica, terminando de cesar el resultado. Al igual que tomo el termómetro y lo coloco debajo de su axila.
- - La señora Kate salió por el mandado de la cena. – Dijo Wendy frotando con sus dedos las palmas suaves de la conejita. Su piel estaba bien cuidada y protegida, tan nívea y similar como la Gideon. Solo con una leve diferencia en su color siendo como la de un melocotón. Mabel había sido cuidada desde que llego al orfanato a la edad de 4 años junto con Masón. Desde que llegaron los había protegido y consentido más que los otros niños.
- - Wendy – Pidió la menor con sus ojitos avellanados.
Como no negar esos ojos inocentes y adorables – 36°C y 110 sobre 65 – Respiro hondo antes de decirle – ¿Porque no?, vamos a que veas a tus amigos y a tú hermano.
- - ¡Sí! – La menor se apuró para abrir la puerta y correr animadamente por las escaleras.
Wendy miro atónita y con un rostro sorprendido al verla correr por todo el pasillo.
- - Yo no le di... ¿azúcar? – Viendo por encima del pasillo a la pequeña con toda esa energía, aunque sospechaba un poco de lo que tomaba la menor. No por esa misma razón se curaría de la noche a la mañana. Había pasado un mes sin enfermarse, pero notaba un cambio muy drástico en su aroma... más fuerte. – Que tramas Tad Strange.
[PV Dipper]
Nos encontrábamos en la sala jugando con una ratonera vieja, Pacifica había gritado junto con Candy y Grenda al ver un ratón gordo con una familia de ratones pequeños aferrados a sus costados siendo amamantados. Gideon se acercó con una vara y picoteo al animal que estaba atrapado en la ratonera.
- - Nunca tiene ningún roedor y ahora está lleno – Tratando de sacar al animal.
- - Gideon déjala – Dijo Candy – La vas a despanzurrar.
- - No quiero matarla, es solo que si no la sacamos la señora Kate nos obligara sacar un cadáver.
- - Tiene razón – Reafirmo el castaño mientras tomaba la caja de la ratonera e intentaba sacar al ratón a sacudidas. – Se aferró a la madera y al corcho.
- - Perfecto – Soltando la vara mientras refunfuñaba con sus orejas erguidas enfrente. – Se quedó adentro.
- - Y si le dan queso – hablo una castaña.
- - ¿Eh? – Gideon se volteó y abrió sus ojos en grande como si tuviera midriasis. De tan solo ver a la gemela fuera de su habitación y saludable lo alegraba demasiado. - ¡Terroncito! – Abrazo a la castaña fuertemente frotando su cabeza en sus hombros.
- - ¡Mabel! – Soltó la ratonera corriendo abrazar a su gemela. – Dios es bueno que te hayan dejado salir.
- - Wendy me dejo pero shh... no diga nada a Kate.
- - Ni de broma – Dijo Grenda – Que se pudra la vieja, podemos tenerte con nosotros al fin.
- - ¿Cómo te encuentras? – Pregunto Candy. – Wendy solo nos daba muy pocas noticias de ti. Solo vagos informes de que no tenías fiebre.
- - Estuve bien estos días, es más, no tuve resfriado.
- - Eso es bueno. – Dijo Candy.
- - Mabel - Se acercó la coneja rubia abrazando con fuerza a la castaña. – Me alegra que estés afuera. – Aspirando su aroma. – Hueles un poco bien.
- - Jeje, Paz te extrañe.
La chica correspondió su abrazo estaba feliz de volver a estar con sus seres más cercanos. Dipper tomo de nuevo la ratonera y la acerco a su hermana.
- - Mabel, tú eres experta – Dijo su hermano con ojos llenos de emoción. – En casa tu atrapaba más ratones.
- - ¡Sí!
Por un momento quiero que Mabel se sienta parte de nosotros y no una exiliada. No quiero perderla.
[Narración normal]
Los gemelos estaban acostumbrados a sacar ratones de su casa cuando eran más pequeños, lo que hacía el ocio al estar todo el día encerrado en casa mientras su madre trabajaba. La castaña abrió la trampilla y metió la mano dejándola quieta sin moverse.
- - ¿Eso no la mordería? – Pregunto Pacifica.
- - No, por alguna extraña razón los animalitos no se asustan con ella – Viendo el chico como su gemelo sacaba el ratón con sumo cuidado mientras se acurrucaba en su palma.
- - Woow tiene bebés – Dijo con una voz chillona la coneja. - ¡Que lindos!
- - Bien ahora hay que sacarlos afuera.
Se acercaron abrir el porche y salir una parte del jardín, la castaña se hinco y dejo libre el animalito. Pudo sentir más fuerte el aire fresco y ver con claridad el cielo soleado, la hierba húmeda y el sonido del bosque.
- - Es bonito
"Voy a extrañarlos"
Wendy vio al pequeño grupo y a la castaña fuera de la casa, casi le da un infarto al ver a la pequeña coneja caminando libremente y sin protección alguna. Tad y Kate habían sido muy estrictos con los cuidados de Mabel y si ella conserva algún olor del exterior, recibiría en carne propia los azotes.
- - ¡Mabel! – Llamo la pelirroja. – ¡Lo prometiste! Dijiste que no saldrías.
- - Wendy – Llamo la pequeña con una sonrisa – Liberamos una ratona.
- - Sí y ahora metete de regreso a la casa.
- - ¿Por qué? – Haciendo un mohín. – No me estoy yendo lejos. Solo es el patio.
- - El doctor Strange vendrá mañana y pidió que no salieras.
- - ¿Otra vez el doctor? – Dijo Dipper – Pero ella está bien Wendy, no se ha sentido mala.
- - Dipper tú hermana necesita regresar. – Dijo – Anda muy baja de las defensas, el contacto mínimo con el exterior le puede hacer daño – Intento tomar el brazo de la pequeña pero sintió un aruño por parte del gemelo menor.
- - ¡No! – Grito Dipper gruñendo a la gata – Mabel siempre ha estado bien, no es de tenerla encerrada siempre. ¡No es una maldita burbuja! Ya no está enferma, entiéndelo Wendy.
- - Wendy antes dejabas que nos acercáramos a ella, ¿Por qué el afán de tenerla dentro? – Dijo Pacifica. – No esta grave de salud.
- - ¡Cierto! – Dijo Candy – Todo esto del distanciamiento sucedió cuando Kate te dio esa orden, no eras así antes.
- - ¿Qué está sucediendo? – Dijo Grenda.
- - Cierto, mi melocotoncito no puede siempre estar enferma.
- - ¡BASTA! – Grito furiosa la pelirroja y abrumada por el momento. En sus ojos solo veía aquella verdad y la sangre que no podría detener.
La joven adulta solo se sobre encogió de hombros, su rostro estaba rojo de la furia y unas lágrimas brotaron de sus ojos esmeralda. Estaba muerta de miedo y frustrada cuando no pudo soportar la carga de preguntas que los chicos le exigían.
- - No lo sé – Dijo la pelirroja con las orejas agachadas y la cola enroscada. – Yo solo... yo...
- - Wendy, ¿Qué está sucediendo? – Dijo Dipper.
Mabel vio a la gata triste, entendía porque la chica la sobre protegía de aquella situación que estaban viviendo. Como ella tampoco podría explicarles a sus amigos que mañana se iría, que sería adoptada por una familia y jamás regresaría.
No estaba enojada con ella ni aguardaba rencor, solamente era injusto no tener un poco más de tiempo para estar por última vez con su hermano gemelo y sus amigos.
"Es injusto"
- - Wendy – Se acercó tomando su mano. – De hecho estoy cansada un poco. Vamos adentro.
- - ¡Pero Mabel! – llamaron los demás.
- - Es mejor que espere en mi cuarto, la señora Kate no ha de tardar y la verdad no quisiera preocuparla. Ha hecho mucho por mí.
La castaña menor regreso dentro de la casa siendo guiada a su habitación a lado de la pelirroja, en cuanto llegaron la gata cayó de rodillas abrazando a la chica mientras sollozaba.
- - Perdón, perdóname Mabel, yo... iba dejarte....
- - No hay problema Wendy, yo de todos modos estaba cansándome allá afuera. – Sobando su espalda. – Podemos jugar cartas o leer un libro.
- - Mabel, perdóname – Sabía de la situación y le dolía mucho entregarla. Sabiendo que detrás de la fachada del orfanato se hacían actos crueles. – Mabel yo siempre te protegeré.
- - Vamos Wendy, estoy bien jeje – Sonriendo. - ¿Cuéntame algo bueno del bosque oscuro? tú sabes todo del bosque oscuro, así que dime algo bueno.
Wendy conocía el bosque oscuro como la palma de su mano, ella vivió un corto tiempo en ese lugar cuando era una niña. No tuvo una buena infancia, pero agradecía mucho a Kate por sacarla de ese sombrío lugar. Más conservaba algún recuerdo agradable de ese lugar.
- - Sí – Sorbiendo un poco su nariz. – Cerca de río del ala oeste... crecen unos arándanos deliciosos, aun extraño su sabor.
- - ¿Arándanos?
- - Sí – Menciono – También hay frambuesas y zarzamoras casi nadie las toca, excepto los lobos, es su mayor tesoro. – Soltando una risa al recordar. – Son muy celosos y territoriales en su zona.
- - ¿Los lobos les gusta las moras? – Comento curiosa. - ¿Son sus favoritas?
- - Sí – dijo – Son su debilidad. Al igual que los pasteles y dulces.
- - No lo sabía. – Recostándose en su cama. – Sabes mucho de los lobos, dime los lobos son buenos... ¿Wendy?
- - Algunos. – dijo la pelirroja. – Pero de preferencia... no confíes en ninguno.
- - ¿Por qué?
- - Tienden a engañarte con palabras dulces... y quieren ser tus amigos. – Recordando las cálidas manos que la tocaban de su cabello y orejas. – Mabel...
- - Mmm... - Sintiendo la mirada verde esmeralda de su amiga. - ¿Qué sucede?
- - Eres muy linda y te quiero mucho. – Abrazando a la castaña. – Mabel, eres como la hermana que nunca tuve.
- - Wendy... - Sonriendo. – Soy feliz estando aquí, pero... llegara un momento que no lo esté más.
- - ¿A qué te refieres?
- - No es nada. – recostándose en los muslos de la híbrida de gata. – Wendy... alguna vez ¿tuviste un novio? O ¿te gusto un chico?
- - ¡Tonta! – Jalando su oreja, escuchando la risa de la menor. – Eso no se pregunta.
- - Yo... yo quisiera... enamorarme. – Sonriendo de forma risueña. – Me gustaría enamorarme... y casarme de blanco con un hermoso velo que se ondee en el viento. También tener mi familia... ¿Tú podrías ser mi madre para aprobar a mi futuro esposo?
- - ¿Un conejo en mente? – Arqueando una ceja. – Dime viste algún chico interesante.
- - Mmm.... – Recordando a los chicos del orfanato, algunos eran menores que ella dos o un año. – Ninguno quiere conmigo. Dicen que soy algo no deseado por mi raza, que no tendría yo... – Fue interrumpida por un pequeño golpecito en la cabeza. – ¡Ouch!
- - No seas tontita. – Tomando un cepillo para cepillar su cabello largo. – Eres demasiado bonita para los chicos de aquí. – Comento. – Sé que conocerás un chico apuesto y ambos serán destinatarios. Su cortejo es lo más lindo e inocente a través de sus juegos, pero sé que los conejos encuentran a la pareja perfecta.
- - ¿Tú crees? – Ruborizándose de sus orejas. – Nunca he hecho uno... no sabría cuando me enamoraría o tuviera a mi destinatario.
- - Créeme que lo encontraras en quien menos lo esperes. – Sonriendo. – Y tendrás unos hermosos cachorros.
- - Me gustaría. – Viendo la ventana. – Wendy, cuéntame más del bosque. – Veía los arboles balancearse y el viento tirar de las hojas viejas.
- - El bosque... es un lugar pacífico y dominado por los animales Alfas. – Menciono. – Ellos cuidan de su territorio, pero no todo el bosque es suyo... por eso tenemos permitido estar a los límites del lugar.
- - Me gustaría conocerlo más al fondo, ver los cerezos de durazno que me contaste y ver el gran lago. – Cerrando sus ojos.
Mabel y Wendy se quedaron charlando un rato acerca del bosque y los lugares que más le gustaban a la chica ir. La pelirroja siendo una gata de origen beta era imposible que la atacasen, más no se salvaba de las discriminaciones de la sociedad de las bestias y los humanos.
"Tanto maltrato ha hecho que los gatos desconfíen"
•| ⊱✿⊰ |•
Dentro de una cabaña en las profundidades del bosque oscuro se encontraba un lobo de cabello rubio sentado en su estudio tocando el piano, sus dedos esbeltos y largos jugaban con las teclas de marfil blanco que golpeaban la caja de resonancia del cuerpo de madera oscuro; una combinación de fresno con palo de rosas. Hacían un sonido exquisito a sus oídos. Encima de un costado bebía una copa honda con su licor favorito; un suave vino oscuro afrutado.
Bill no estaba acostumbrado a estar mucho tiempo sin hacer nada, por lo general llegaba su hermano o su mejor amigo Kriptos para salir algún bar cercano del pueblo o divertirse con las presas que invadían su territorio. Solo una pequeña advertencia de no meterse en su área. La privacidad siempre fue muy personal para el lobo.
Pero esta noche tendría que aguardar en su hogar puesto que mañana iniciarían su temporada de cacería en el bosque. Sus instintos los llamaban y necesitarían desahogarse un poco. El aroma en el armario lo llamaba, dentro escondía sus más oscuros deseos. Veía sus manos y recordaba la sensación de la sangre y la carne caliente de los híbridos que había matado hace unos años atras.
Se relamió los labios y soltó un jadeo de lo delicioso que sería enterrar sus colmillos en un hembra pura e inocente. También el buscar una compañera omega, sería bueno aceptar alguna loba que aceptara el acuerdo de Strange de ir de cacería. Ya que después de matar un par de híbridos sus instintos los llamarían a una situación más íntima. Una compañera destinataria hermosa, traerla a su dominio hacerlo y aparearse tantas veces, quería al punto de preñarla y tener sus descendientes. Golpeo el teclado y vio sus manos empapadas de sangre por apretar las uñas afiladas en sus palmas desnudas.
"La soledad es mala en un híbrido de lobo"
Unos golpeteos en la puerta de su estudio lo alertaron cuando redirigió su único ojo al intruso que iba entrando.
- - Pensé que no vendrías. – Soltando un suspiro.
- - El viaje fue cansado, pero.... – Sacando un sobre amarillo en el escritorio. – Tú pago ya está aquí e hice el mandado de esta semana. – Señalando la bolsa de papel, viendo que su hermano vivía retraído de la sociedad tan apartado del pueblo y con una casa poco habitable para una dama. Emanaba tanto el olor a sangre y siempre estaba iluminada por la chimenea de la sala o el foco del pasillo. Un novelista oculto. – Uff~ - Soltando un bufido cansado.
- - ¿Y bien? – Pregunto Bill al ver el fajo de billetes y una carta de presentación a una entrevista al cual no iría y volvería a mandar a su hermano a entregarla con su respuesta a las posibles preguntas de su editorial. – ¿Están molestos?
- - Podrías haber escrito algo mejor. – Dijo el mayor mientras fruncía sus orejas adelante. – No es una de tus mejores novelas, pero tampoco veo que el público le interese los cambios. Siempre piden más descripción... de lo que ya pusiste. Le falta más emoción al personaje.
- - Solo soy un... escritor de narraciones de series oscuras. – Sonriendo. – Espero que les guste la siguiente historia. – Levantándose para guardar el dinero en un cajón y ver encima de un escritorio la máquina de escribir. – Pienso que la siguiente historia encajara perfectamente en lo que quieren los lectores, pero... necesito una musa.
- - Sí, sí, sí – Haciendo un gesto con su mano. – A veces pienso que estás loco, pero eso es hereditario. – Tomando un libro de sinónimos y reglas parafrasear. - ¿Qué diablos es esta mierda?
- - Algo que no comprendería tu pequeño cerebro de tanto alcohol que has tragado. – Dijo. - ¿Otro bar?
- - El mismo de siempre. – Comento. – Tenias dinero de más y tome mi parte y bebí un poco.
- - Las penas de un corazón roto de un alfa no se calman con alcohol, Phill. – Quitándole el libro y entregándole un cigarrillo. - ¿Y Will?
- - Con su esposa, para que preguntas. Y deja de decirme Phill. – Menciono el lobo pelirrojo mientras balanceaba el cigarrillo entre sus dedos. – Belle tuvo otro cachorro, con este es el tercero.
- - Nuestro hermanito no pierde el tiempo en conservar el linaje. – Menciono el rubio frunciendo el ceño y tomando un cigarrillo para encenderlo y saborear el amargo humo en sus pulmones. – Aunque aun no entiendo; ¿Cómo un beta pudo conseguir un Omega? – Exhalando el humo con molestia. – Will siempre fue... algo débil.
- - Es el misterio de la vida – Dijo Phill. – Yo pensé que Belle andaría con Kriptos, tu sabes era horriblemente fuerte su aroma. Siempre nos dolía la cabeza y era molesta en algunas ocasiones e inoportuna.
- - Cierto, odio la violeta. – Menciono Bill. – Belle huele mucho a violetas y jazmín... ¡uhg! Detesto los aromas a flores viejas.
- - Jaja, espera que te escuche Will hablar mal de su pareja y te arrancara la yugular. – Prendiendo el cigarrillo para dar una calada a su cigarrillo para después expulsarlo. – No estaría mal, intentar buscar una compañera y tener descendencia. Dos o tres cachorros correteando por la casa y que ella te reciba diciendo "bienvenido a casa Kill" con un delicioso estofado de ternera, eso sería grandioso.
- - ¡Hey! Nadie te pregunto por tu maldito sueño. – Dando un trago a su copa de vino. – Odio esta temporada. – Viendo a su hermano. – La has olvidado al fin... - Tomando otra calada fuerte a su cigarrillo. – Listo para por fin aceptar a otra.
- - Cállate tuerto. – Respingando de molestia. – No es tú asunto. – Comento. – Bill es fuerte esta temporada. No creo que aguante otra depresión amorosa.
- - Lo sé.
- - ¿Estas tomando supresores? – Olfateando el ambiente. – Porque apenas ocultas el aroma a perro muerto.
- - Vino hace unos días Kriptos aquí a la cabaña. – Comento. – Entro en celo y no tenía supresores, le dio fiebre y dolor muscular horriblemente. – Aclaro. – Desde entonces no se quita el aroma a perro muerto.
- - ¿Déjame adivinar te quito los tuyos?
- - Solo la mitad.
- - Bill, estas siendo muy caritativo y eso asusta mucho en tu persona. – Mirando al oji ámbar fumar su cigarrillo y contar el dinero del sobre que había guardado. – Dime que no iras con ellos a cazar. – Viendo a su hermano mirar la luz de la lámpara. – Bill...
- - Tad puede estar tramando algo, alguien necesita vigilar la manada. – Dijo. – Yo no cazare, mantendré mi distancia son solo cinco conejos que soltaran a perderse en nuestros terrenos. – Viendo a Kill. – Te aseguro que no matare a ninguno... me estado moderando, tranquilo o ¿acaso no confías en mí?
- - Te creo. – Respondió. - Eso es sospechoso... Tad trama algo. – Dijo Kill – Nadie suelta a cinco híbridos de conejos a perderse en el bosque oscuro.
- - Por eso vigilare a Tad Strange.
- - No estás en condición hermanito – Mirando de pies a cabeza al hombre lobo. – ¿Estas enfermo, cierto?
- - Una fiebre no me detiene.
- - Bill – Acercándose a su hermano quien guardaba las teclas del piano, cerrando la tapa. - Pídele a Pyronica el favor o vete al pueblo, si no lo haces en este momento cuando entremos en la siguiente temporada se agravara. – Refunfuñando de molestia. – Conozco algunas que si lo harían contigo, nadie sabe de ti... una noche en un motel de un bar o prostíbulo harán que calmen tú problema. – Comento. – Yo también tengo mis necesidades a los 28.
- - Vamos Phill – Soltando una burlona risa. – Tengo 27 no me ha pasado nada, puedo con una simple temporada.
- - De acuerdo – Cruzándose de brazos. – Pero no te quiero con tendencias suicidas.
- - No soy Will.
- - Gracias a Axolotl que encontró a Belle – Dijo el pelirrojo. – Y que la aguanto.
- - Era su destinario, su mate. – Tomando el dinero y colocando la mitad en el cajón y la otra mitad siendo llevada a otra parte, abriendo una caja fuerte que se encontraba enseguida del escritorio. – Tengo tanta hambre... demasiada.
- - ¿No comiste la hamburguesa que te trajo Pyronica?
- - Mmm... si, si lo hice – Brillando su ojo de color dorado. – Pero tengo ganas de algo fresco.
- - Si igual yo – Dijo el otro con sus ojos escarlata brillantes. – ¿Ovejas?
- - Ovejas – Reafirmo el rubio adoptando su forma de bestia de un lobo.
Kill abrió la puerta y lo siguió igual adoptando su forma, corriendo a los alrededores del bosque en busca de aquel aroma apetitoso del animal de corral. Llegaron a un granero apartado de los límites del bosque. Debían ser discretos a la hora de cazar o matar puesto lo que hacían era ilegal, el robar ganado que no estuviera perdido en el bosque.
Bill se abalanzo sobre un pobre corderito rompiéndole el cuello al hundir sus colmillos en su traque y desquebrajar parte de las cervicales de su columna. Sus patas desgarraban la piel raspando con sus afiladas uñas, ensuciando su pelaje rubio y dorado con blanco con aquellas manchas de sangre. Dando mordiscos en los músculos y tendones del animal. Saboreando aquella fibrosa y jugosa carne cruda con tanta satisfacción. Hurgo con su hocico dentro de la cavidad del pecho del cordero, masticando y deglutiendo los lóbulos de sus pulmones y su corazón.
Era un manjar el comer carne cruda y fresca del animal, el olor y la sensación caliente de la sangre recorrer sus papilas gustativas lo llevaban al deleite. Vio a lo lejos a Kill cazar una oveja de gran tamaño, posiblemente solo comería la mitad y el resto lo guardaría. Su hermano casi gustaba devorar sus presas en público y provocar ruidos en el animal, solo para alertar a los dueños de que fueron otra vez robados.
Bill tomo al animal y corrió dentro del bosque ya que su hermano causo alboroto, no le gustaría recibir un balazo por su imprudencia.
Habiendo perdido de vista a su hermano continuo disfrutando de su cena, arrancando el cuero de las patas y raspando aquella lana ensangrentada, retiraba lo que no le agradaba; vesícula biliar, páncreas, vejiga y parte del colón. Lo consideraba sucio y amargo.
Noto un aroma del órgano sexual del cordero, era hembra y su feromona era débil y secretaba un poco de lubricación. Bill se reprendió la palabra "carajo" en su mente varias veces, su miembro se había hinchado y lamió un poco para calmar su excitación.
El cadáver flácido del cordero estaba comenzado a tornarse frío, en cambio el lobo lanzo un gruñido de lo molesto que estaba. Se posición tomando de sus patas el lomo del cordero y busco con su erección aquel agujero apretado del animal.
Se enterró en sus pliegues y comenzó a penetrarlo con dureza y rapidez, mordiendo su lomo al punto de despedazarlo. No habría problemas en contenerse ya que el animal estaba muerto, su nudo se formó evitando salir de la criatura, eso lo enfureció cuando salió violentamente aun hinchado y con esa molestia.
Volvió a su forma humana y busco acabar con el trabajo, con sus manos tomo su miembro erecto acariciando y frotando de arriba hacia abajo con sus palmas. Jadeaba y reprimía sus gemidos dolorosos.
- - Maldita sea... - Aumento el ritmo de su masturbada, usando la sangre del cordero como lubricante. Solo necesitaba algo con que acabar, una imagen atractiva pero lo único que veía era el bosque y sus aromas confundibles; cedro, pino, flores, agua, tierra humedecida y sangre. – Odio esto.
Varios minutos en que no podía acabar, termino corriéndose en chorros su líquido seminal pegajoso.
- - Soy un maldito demente – Viendo el desastre de sangre y semen en su mano. – Ni puedo cazar a gusto. – Lanzando un chasquido de fastidio. – Ahora soy un puto necrófilo. Que usa una oveja para... ¡Diablos!
Se transformó en lobo regresando a su hogar, no quería darle explicaciones a su hermano de porque regresaría desnudo y con su miembro sucio.
Entro a su morada viendo a Kill en la cocina con un machete y una sartén.
- - ¿Y tú carne? Estoy listo para preparar barbacoa.
Seguí mi camino hasta llegar al cuarto de baño y volver a mi apariencia poco humana solo para verme cubierto de sangre. Mis orejas y cola eran un desastre y mi aroma estaba alto. Tome el frasco de supresores en la vitrina del espejo y tome más de una dosis.
- - ¿Bill? – Llamo atrás de la puerta del baño. – Carajo. – Encajando el machete en la tabla de picar. - Ehmm... iré a casa a preparar mi cena. – Carraspeando su garganta. – Te dejare solo, ¿de acuerdo?
- - Entendido.
- - Y echare aromatizante para eliminar el olor a perro muerto.
- - ¡Cállate el hocico Kill!
Se miró al espejo y lanzo un bufido cansado, decidió que la mejor manera de calmarse era tomar una ducha de agua helada y no pensar más en su situación.
Abrió la ducha y entro retirando el lodo y sangre que estaba en su cuerpo, tallando con fuerza su piel dejo rojiza la zona. El agua le ayudaba a calmarlo, se recargo en la pared de la ducha y no dudo en tomar su pene semi erguido y continuar con el masaje. Emitió sonidos de frustración en su voz y gemidos despacio, mientras su mano subía y bajaba hasta sus testículos repetidamente.
Bill abrió levemente su ojo ambarino y su mente se perdía, mientras sentía la sensación de placer.
- - Vamos... vamos... - Tres sacudidas hacia arriba y termino corriéndose en su mano parte de su esperma. – Mierda...
Se lavó y tomo la toalla gruñendo molesto de la situación, el solo masturbarse lo hacía sentirse mal. Tomo el frasco de supresores del botiquín y lo tiro a la basura. Para decidirse mejor el ir a dormir.
•| ⊱✿⊰ |•
Mabel se encontraba en su habitación preparándose para dormir, tomo sus dosis de supresores y observo por la ventana la clara noche despejada y brillosa de estrellas.
Unos golpeteos en la puerta de su habitación la alertaron y la hicieron meterse a su cama, puesto que si se trataba de la señora Kate la regañaría por estar hasta altas horas de la noche despierta.
Sintió una presión en su colchón y el cómo alguien se colaba debajo de sus sabanas.
- - ¡Dipper! – Llamo la menor sorprendida.
- - Vine a dormir contigo. – Acomodándose en su cama. – Supuse que tendrías frío.
- - Sí – Abrazando a su gemelo para hundir su rostro en su pecho. – Eres muy cálido.
- - La señora Kate no te dejo bajar a cenar.
- - Piensa que me enfermare.
- - Wendy se enojó con la señora Kate, dijo que era absurdo.
- - Yo también pienso lo mismo.
- - Mabel – Besando su frente con ternura, antes de acercarse a su oído y susurrarle. – Mañana haremos un picnic en el bosque. La señora Kate nos dio permiso para salir.
- - Eso es genial.
- - Ven con nosotros – Dijo el gemelo. – Saltéate la revisión de mañana, de todos modos Tad puede verte tarde.
- - ¿Y sí Kate se enoja?
- - Más enojada no puede estar la vieja gata. – Tomando sus manos con delicadeza. – Descuida aguantaremos el castigo, más las risas y la diversión serán nuestro tesoro de mañana.
- - ¿Wendy lo sabe?
- - Sí no lo supiera no me habría dejado entrar – Diciendo seriamente.
- - No he salido en mucho tiempo al bosque.
- - Es nuestra oportunidad.
- - Mmm... De acuerdo iré – Embozando una sonrisa.
- - Ya verás que será un gran día.
Ambos gemelos se acurrucaron sus cuerpos cerca de uno al otro, proveyéndose de calor y el cariño que se tenían como hermanos. Mabel no quería irse mañana con Tad y dejar a su hermano gemelo solo.
"Que injusta es la vida"
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