𝐁𝐞𝐥𝐨𝐯𝐞𝐝
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y sexual. Lenguaje ofensivo y vulgar.
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El Bosque: Epilogo Lazo Blanco: Beloved
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Una joven híbrida se encontraba recogiendo flores de su huerto en su casa de campo. Una simple residencia cerca del lago con una vista única del paisaje que tenía a su alrededor. Sus hortensias de color azul florecían bellamente en la época de verano a pesar del clima fresco y el viento que atraía el aroma del bosque, la hacía relajarse al punto de recostarse sobre la hierba suave. El viento calaba un poco su piel sensible pero eso no evito moverse de su lugar, hasta que un sujeto le hizo sombra en su rostro evitando ver su perfil por la luz del sol.
Ella no necesitaba saber quién era, extendió sus brazos hacia él y lo atrajo en un abrazo reconfortante mientras poco a poco lo recostaba al suelo junto con ella.
- Pequeña, andas un poco flojita el día de hoy. – Sintiendo los dedos de la chica acariciar el pelaje de sus orejas provocando un estremecimiento agradable en su espina dorsal. – Mm... de acuerdo quedémonos un rato más en el jardín, mi amada conejita.
- Sí – Ella se abrazó a su pecho recargando su cabeza. – ¿Terminaste?
- Un poco... pero aún estoy con falta de inspiración. – Comento soltando un suspiro satisfactorio. - Escribir una novela... con otra temática no es mi estilo.
- ¿Puedo ayudar?
- Ya lo estás haciendo. – Besando su frente.
Ambos veían el cielo cubierto de nubes esponjosas de color blancas como el algodón y el cielo azul, parecía que estaban en el cielo. Que su suicidio mutuo fue la única escapatoria ante la presión de la sociedad, más apenas solo era un fin para el comienzo de su nueva oportunidad en ese mundo gris y oscuro.
El joven paso su mano con suavidad en las orejas levemente alargadas de su amada castaña. Eran tan inmensurablemente suaves después de estar un año en rehabilitación encerrada con solo un equipo médico, mientras restablecían su nuevo estilo de vida. Paso sus dedos en modo de juego por su rostro y labios hasta descender en su pecho un poco más voluminoso hasta llegar al abdomen y seguir como resbaladilla hasta los muslos de la menor, levantando la falda de su vestido solo para adentrar su mano y tocar su monte cubierto por la braga decorativa de encaje lila.
- Oye preciosa – Se acomodó encima de ella empujándola al suelo y acariciando su sexo. Provocando unos deliciosos sonidos en la chica. - ¿Te interesa? – Besando sus labios de forma juguetona la cual ella seguía su ritmo poco a poco hasta fundirse en un beso profundo.
- Sí... señor lobo – Hablo de forma divertida en su juego. Ella movía sus caderas al compás de su mano, antes de sentir como esa misma mano apartaba su braga y adentraba dos dedos a su feminidad. – Mmh... ah, ah, ah... me gusta... - Sentía esos dedos moverse dentro suyo y penetrarla a un ritmo lento acariciando sus paredes vaginales. – Más... más...
- Veo que lo disfrutas, hermosa jeje. – Saco un momento su mano continuando con su recorrido en sus piernas antes de detenerse en la lesión de su pierna izquierda justamente en la pantorrilla donde se situaba la herida de bala.
- Ha dejado cicatriz – Menciono ella en un tono bajo. Pasando su mano para tomar la suya y entrelazarla. – Descuida ya no me duele mucho.
- Perdón. – Besando su lesión ya cicatrizada en forma de queloide. – Te obligado a sufrir un largo rato.
- Solo es un poco de sangre mía y... - abriendo su camisa para ver unos cortes profundos en su espalda. – Yo soy la que lo lamenta más. – Besando sus cicatrices. – Sí no fuera por esto...
- Mabel – La cargo en brazos levantándola del suelo del jardín. – Ya no pensemos más en aquello, querida mía.
- ¿A dónde me llevas, lobito? – Viendo que la llevaba dentro de la residencia.
- Bueno, es obvio que quiero aparearme con mi esposa. – Menciono caminando cómodamente en su hogar. – Así que te llevo a un lugar cómodo donde tú y yo podamos disfrutar.
- Me gusta nuestra habitación. – Dijo ella acomodándose y llevando sus brazos a su cuello, para colocar besos suaves. – Podemos dejar la ventana abierta... me gusta el paisaje.
- Supongo que sí – Entrado al pasillo. – Te gusta mirar el bosque.
- Bill – Besando su mejilla. – Pero primero quiero bañarme, estoy cubierta de tierra y también quiero tener una cena ando hambrienta.
- Lo que pida mi conejita. – Besando sus labios, bajándola con sumo cuidado. – ¿Y si nos bañamos los dos juntos?
- Es lo que haríamos lobito – Jalándolo de la camisa con lentitud para adentrarse al cuarto de baño. – Ven.
- Entonces no te haré esperar.
La casa estaba adornada con fotos suyas en la chimenea y en alguna que otra mesita. Cada momento de su vida reflejados en cada foto; incluidos las de su boda secreta. Los cuales los únicos testigos fueron sus vecinos más cercanos. En el estante de libros estaban todas las novelas que él escribió, incluidos algunas de sus obras recientes pero ya de otro género con un seudónimo aparte a lado de su esposa. Entre los libros estaba el que dejo como legado y recuerdo a su familia y amigos y parte de sus lectores en la comunidad; La Historia del Lobo y la Conejita: Relatos de un asesino frígido.
Ellos habían huido para empezar una vida nueva, pero para hacerlo tenían que deshacerse de todo lo que los ligaba, cortar lazos y eliminar su existencia. Un nuevo comienzo en Alaska en un poblado lejano, una casa ubicada en el bosque a 10 kilómetros de la ciudad más cercana. Sus vecinos no conocían sus verdaderos nombres ni apellidos. Una identidad nueva y una relación que pocos conocían y que podrían juzgar de prohibida entre las inter especies híbridas. Pero para su sorpresa fue que nadie le importo su relación, al contrario los felicitaron y preguntaban cuando era su boda.
El lobo estaba emocionado junto con su conejita al saber que nadie los miraba mal a la hora de ir a la ciudad hacer las compras o ir tomados de la mano. Incluso habían hecho amistades con sus vecinos. Del lado derecho vivían a un residencia a un kilómetro una pareja casada de hace dos años; Wirt un híbrido de ciervo rojo y Beatriz una híbrida de coneja Lope, ambos eran una pareja común y extraña pero que se querían demasiado y que tenían dos hijos. Sus hijos habían heredado astas y los rasgos de un conejo Lope al punto de ser "hermosos" como denomino Mabel cuando vio a los pequeños de un año y medio con el cabello caramelizado y los ojos verdes como los de su madre.
Del lado izquierdo vivían en otra residencia la familia Lucitor desde hace cuatro años. Tom un híbrido de leopardo y Jana una híbrida de gacela. Cuando Bill vio al niño que tenían un pequeño de cabello fresa rubio y ojos café ocre con dos astas en su cabeza. Pensó que era lo más inofensivo en el mundo hasta que vio su cola, con manchas y los colmillos que aparecieron en su sonrisa. Mabel estaba encantada cargándolo y dándole mimos, pero Bill con tan solo verlo y ver sus ojos con la pupila vertical como la de un felino, sintió temor. Literalmente el hijo de 3 años de la familia Lucitor era literalmente un demonio, puesto que una vez lo pillo comiéndose las aves.
Tom siempre se excusaba que estaba en la edad de muda de dientes. Aunque Bill tendría mucho cuidado de no dejar a Mabel sola con ese pequeño.
Con el tiempo la pareja recorrieron la zona viendo que era segura y fácil de cubrir su personalidad, por lo que cuando estaban en casa podían decirse sus nombres sin problema alguno. Y actuar con normalidad como si fueran una pareja de novios.
Aunque eso cambio cuando Bill le pidió matrimonio a pesar de su edad, pero si tenían identidad falsa. Fácilmente ella podría decir que tiene 18 años y punto final.
Bill y Mabel no perdieron el tiempo y empezaron organizar con calma una boda como ellos querían. Aunque para eso la coneja castaña quería recuperarse de sus lesiones al igual que su novio; puesto para fingir su suicidio mutuo... ambos tuvieron que autolesionarse y fingir que provocaron un asesinato en medio del bosque de Gravity Falls. Mezclar sus sangres y entre dejar pruebas de que alguna vez hubo algo de ellos.
[ F ]
Mabel al querer dispararse en su pecho el lobo movió el arma apuntando en su pierna provocando una hemorragia en su pantorrilla, casi un poco cerca de la tibia y del ligamento pero la bala permanecía incrustada siendo un taponamiento. Bill se había impresionado de lo que había hecho la menor al verla desangrarse.
- ¡¿QUÉ IBAS HACER?! – Arrojando el arma. – ¡ME TENÍAS QUE HABER DISPARADO!
- ¡NO PUEDO MATARTE! – Grito la menor en un estado jadeante por el dolor. – No puedo matarte... no me pidas que te.... Mate.
- Mabel – El lobo se arrodillo junto con ella para ver la lesión. – ¿Por qué lo hiciste?
- Bill... - Dijo ella en un quejido débil. – No seas un estúpido por un minuto y solo ayúdame.
- Estabas a punto de suicidarte, y te disparas la pierna y me dices estúpido. – Quitándose el abrigo para hacerlo bola y hacer presión en su pierna. – Carajo Mabel, ¿Qué pensabas? Que me comería tú cadáver o que regresara con tu hermano estando tú muerta. – Sonando preocupado. - ¿Cómo explicaremos en el hospital lo que sucedió?
- ¿Cuál hospital? – Tomándolo de las solapas de su cuello. – Córtame un dedo.
- Okey, Mabel ¡estás loca no te cortare un puto dedo! – Sintiendo las uñas de la menor encajar en sus hombros. - ¡Ahg! Mabel...
- Bill, ellos no nos dejaran estar y a ti te condenaran por los asesinatos en Raven Fair. – Diciendo con voz quebrada. – Escribiste demasiado... es demasiada información la que diste... hay testigos. Ellos te buscaran... sé que la entrevista será una trampa. – Apoyando su rostro en su hombro. – Bill no quiero perderte, no quiero separarme de ti... pero... ¿Por qué lo hiciste? Porque no me dijiste la verdad. – Aferrándose a su camisa. – Eres un idiota, un completo imbécil al escribir esa novela... lobo pervertido y pedófilo, sin olvidar que estas psicótico.
- ¿Qué? – Frunciendo la ceja. – Eso es más de un insulto.
- Bill me pides que te mate o eso – Señalando la cajita.
- Era más viable. – Dijo. – No hay nada de malo pedirte que seas mi compañera.
- Si elegimos la segunda opción, ellos lo sabrán. – Derramando lágrimas. – Todos lo sabrán... porque eres un lobo estúpido, porque no me dejaste ver lo que escribías idiota... ellos no descansaran hasta matarte o peor aún, lo nuestro jamás seria aceptado. – Dijo ella. – No soy como Wendy...
- Mabel... - Abrazando el cuerpo de la chica antes de ver la sangre esparcida en la hierba. - ¿Qué es lo que tienes en mente?.... dices que no pienso cuando estoy atemorizado de verte sangrar y pensar que te puedes morir en un instante. Y si doy otra opción de seguro que es una no muy segura.
- Suicidio mutuo... es lo que venía al final del libro – Dijo ella.
- Hablas de...
- Bill... - Viendo al lobo. – Finjamos nuestra muerte... y escapemos juntos.
- Tú hermano.... ¿Qué hay de tus amigas y la gente del pueblo? Ya tienes una vida...
- No importa. – Dijo ella. – Estaré bien... mientras estés conmigo.
Entrelazando sus dedos con los suyos.
- Bill... yo estos tres años que estado ayudando a Kill y a Wendy a cuidar de sus hijos, no mentiré que lo que hacía era para poder estar un rato contigo. – Sonrosándose de sus mejillas. – Siempre me imaginaba cada fin de semana que tú y yo, éramos una pareja de enamorados... que cuidaba de nuestros hijos. – Aclaro. – Aunque claro yo pensé que solo eran ilusiones mías. Me dejabas hablarte y compartíamos alimento, dormíamos siestas en el bosque y siempre me dejabas leer tus novelas a pesar que aún no tenía la edad apropiada.
- Los tres años fueron mis días anhelados contigo, Mabel – Hablo el lobo. – Yo a pesar de estar cargando un pecado grande... que podía apártate de mi lado en cualquier instante. – Acariciando su rostro. – Quise crear esa falsa ilusión de que tú y yo éramos... pareja.
- Estábamos muy nerviosos.
- Más que nerviosos... no sabíamos los que sentíamos el uno hacia el otro. – Recordando a la chica de 14 años que se perdió en el bosque. – Sí no te hubiera conocido... si no te hubiera besado, todo sería diferente.
- Posiblemente... no seguiría viva, al igual que mi gemelo y mi amiga Pacifica. – Menciono la castaña.
- Mabel... esto es un desastre. Peor que Romeo y Julieta. – Viendo la sangre empapar su pantalón y su camisa. – Sabes al olfatear el aroma de tú sangre o sentirla, no me entra deseos de devorarte.
- ¿Me ves como aperitivo? – Alzando sus orejas. – Eres un híbrido de lobo, sabes que sabor tiene los híbridos de conejo.
- Sí.... No te veo como un aperitivo – Dijo un tanto pensativo. – Te veo como algo que debo proteger con mi vida.
Viendo la herida de la chica y como dejaba un sendero frente al árbol.
- Suicidio mutuo, Je. – Sacando de su bolsillo una navaja. – No pensaba utilizarla un día, pero no seré yo. – Se la entregó a la coneja antes de voltearse. – Quiero que cortes mi espalda, no pares hasta que emane la sangre suficiente.
- Pero... - Dijo nerviosa.
- Mezclaremos nuestras sangres. – Dijo. – Así parecerá un verdadero suicidio.
Señalo con un dedo un río que iba hacia el lago del pueblo.
- Caminaremos hasta allá y pensaran que nos ahogamos los dos juntos.
- El asesino y su presa ahogándose... vaya que romántico Bill – Dijo ella entre risas. – Pero... ¿cerca no hay un muelle? ¿Pueden vernos el vigilante?
- No me dejaste más opción cuando te disparaste la pierna. – Dijo el lobo. – Es mejor a que haya un testigo.
- No quiero que te duela. – Pasando el filo de la navaja entre la tela hasta llegar a su piel y rasgar la carne, cortando de forma vertical.
- Créeme... que a mi... me duele – Jadeando. – Verte desangrando o lastimarte.
- Somos tontos – Dijo ella.
- Lo somos – Dijo con una sonrisa.
Bill se llevó a Mabel cargando hasta el lago antes de mirarse por última vez y lanzarse. Siendo vistos por un joven que cuidaba del muelle.
- Maldición – Grito el chico antes de tomar el teléfono y llamar a la policía y el servicio de rescate. – ¡Sí!, habla el guardia de seguridad Tate McGucket... acabo de presenciar a un sujeto y una chica, ambos híbridos en mal estado que se acaban de tirar al lago. – Asomándose por el muelle. – Ellos no salen... ¿Qué hago? – Dijo el chico en la línea. – Parece ser que estaban desangrándose. – Viendo el rastro de sangre provenir del bosque. – Voy a revisar si no hay nadie más herido.
[F F]
Habían salido del lago nadando al otro extremo menos visible, Bill llevaba en sus brazos a Mabel algo débil por los cortes pero llego al lugar donde se reunirían antes de lo acordado.
Jamás pensó que aquella mujer de aspecto terrorífico le ayudaría, más cuando dijo que era el último libro que publicaría en su editorial, ella se molestó demasiado con la pareja al punto de amenazarlos de muerte. Por suerte el joven pretendiente de la directora la calmo al punto de poner un acuerdo y eliminar su existencia, no estaba del todo contenta pero al pelirrojo de ojos ámbar le debía más de un favor.
"Una oportunidad"
La pareja acepto los términos abandonando todo contacto con amigos y familiares, no volver al pueblo de Gravity Falls ni Raven Fair. Y sobre todo eliminar nombre y apellido, si llegase a mencionarse en una ciudad o país, serian inmediatamente notificados al exterminio.
Bill sabe que no es un buen trato pero si quería estar con su amada conejita, aceptaría las condiciones le hubiera puesto la directora. Aquella señorita "Y" no se anda de juegos.
Ahora actualmente eran una pareja recién casada con un año viviendo en Alaska, sin preocupaciones de que fueran perseguidos o buscados. Nadie sabía de su paradero ni tendrían que ocultar su relación.
•| ⊱✿⊰ |•
Una habitación lleno de gemidos y jadeos inundaba cada rincón de la recamara, con las luces en tenue y la tarde de verano a mitad del ocaso. En una cama King size con las sabanas distendidas se encontraban debajo una pareja a mitad de su intimidad.
Los híbridos de conejos eran muy fácilmente atraídos por lugares oscuros y estrechos, pero Bill sabía cómo crear un ambiente para que su conejita estuviera cómoda a la hora tener relaciones sexuales.
Mabel gemía dulcemente pasando sus manos por la ancha espalda del lobo y arañando levemente su piel. Sintiendo las deliciosas estocadas del lobo rubio sobre su sensible vagina. Su cuerpo frágil pequeño y desnudo tocando el suyo; tan alto y fuerte de su musculatura. Bill se movía con rapidez sobre sus caderas chocando sus pieles y cubiertos por la leve capa de sudor en sus cuerpos. Sus manos atrayendo su pelvis y apretando las nalgas redondas de la chica, hasta estrujar su cola de algodón provocando un grito ahogado en su cuello.
Era un deleite escucharla y saber que su corazón golpeaba rítmicamente como una sinfonía que iba de lo bajo a lo más alto. Disfrutando del placer intenso y las penetrantes estocadas profundas.
- B-Bill... ahhh... ahh – Sus senos siendo aplastados por los pectorales masculinos del alfa y sus piernas abrazadas al torso del mayor. – Está tocando muy dentro... Bill, me voy a correr si sigues moviéndote mucho.
- Vamos Estrella fugaz... - Besando su cuello con fervor. – Erízame la piel con tus gritos y gemidos. – Encajando las garras en el colchón y aumentando el golpe más profundo al punto de escucharla gemir alto y mover la cama. Su cola alzada y sus orejas tensas provocaban una estimulación en el alfa. – Joder...
- ¡AHH! – Gritaba la menor contra las intensas penetraciones. - ¡ALFA! ¡AH, AH, AH!
Bill adoraba escuchar a su conejita gritar de placer, era mucho mejor disfrutar del verdadero momento y no una maldita fantasía más de sus pensamientos. Estaban solos en su hogar y se amaban, no tendrían que ocultarse cada vez que lo hacían. Si tenían ganas lo hacían en cualquier momento.
No era la primera vez que tenían sexo, desde que se casaron no habían perdido el tiempo en la intimidad. Por suerte nadie los escucharía a dos kilómetros de las otras residencias. La única cercana era la de sus vecinos Los Lucitor, aunque ellos eran más problemáticos y ruidosos a la hora de su intimidad.
Jana y Tom eran más escandalosos que un Lobo y una conejita, como no se iba encabronar Bill cada vez que los escuchaba tener sexo. "Maldita audición aguda que tenía" que podía escuchar a más de un kilómetro. Tal vez Mabel no los escuchaba o mucho menos Jana a ellos. Pero los dos carnívoros peleaban por quién complacía más a su pareja y la hacían gemir con fuerza. Bill solo se quería vengarse de la noche después del 4 de julio cuando no lo dejaron trabajar a gusto en su siguiente novela, más si apenas Mabel y él se recuperaban de sus lesiones que se realizaron para fingir su suicidio y estaban en periodo de vigilancia.
Aun recordaba las veces que se masturbo y tuvo que resistir para no dañar a su conejita que solo estaba en reposo de su pierna, durmiendo plácidamente con un solo camisón en su cama.
Pero ahora podían hacerlo, y el lobo se había vuelto muy activo en su relación al punto de no darle descanso alguno. Siempre que actuaban muy cariñosos de más ella y él terminaba teniendo relaciones o auto complaciéndose en cualquier parte de su hogar.
- ¡Bill! – Llamo Mabel apretando sus uñas en su espalda al punto de reabrir los cortes y sintiendo su vagina contraerse, haciendo los empujes más sensibles a la fricción y provocando un orgasmo fuerte. - ¡AHHHHH! - sintiendo la sangre de la espalda del rubio emanar. - ¡Perdón!
- Lo vale – Dijo el lobo gruñendo de placer al sentir las paredes de la vagina de su conejita envolver su pene al punto de que el glande tocara su cérvix y el útero. – Mabel... Mabel... Mabel... - Susurraba con excitación al punto de eyacular la segunda carga y moverse en su interior con la lubricación suficiente de su semen y el flujo de la menor desbordando en sus labios mayores y parte de sus genitales. – Grrr.... Ahg... - Sus gruñidos se escuchaban demasiados roncos de la estimulación. – Tú conejito no me quiere soltar. – Soltó una risa profunda que hizo que Mabel se sonrojada.
- E-El... lobo m-ee a-anda... comi-iiendooo. – Menciono la menor con su voz temblorosa y extasiada. – Bill... me estas llenando... de mucha... semilla.
- Adoro que la recibas. – Moviéndose con tres golpes en su sexo. – Quiero que mi conejita disfrute y suplique por más.
- Yo quiero más... más... aah – Sintiendo las embestidas lentas del mayor. – Bill... quiero que me preñez... quiero tener tus cachorros.
- ¿Qué hay del método anticonceptivo que usaste? – Dijo Bill intrigado puesto que la menor se había puesto la inyección anticonceptiva cuando estaban en el hospital. Para evitar los famosos abortos espontáneos en ella y poner en riesgo su salud.
- No me puse la siguiente. – Acariciando sus brazos. – Me saltee mi cita.
- Mabel.
- Por favor.... Bill, tengo 17... - Inflando sus mejillas. – Acabo de cumplirlos hace dos semanas. ¿No quieres un cachorrito? – Pregunto ilusionada. – Que te diga papi.
- Con 17 o no, no quiero que mi conejita sufra en el embarazo. – Besando su frente. – Terminando iré por una pastilla para ti, creo que tenemos en el botiquín.
- Las tire al excusado.
- Comprare en la farmacia. – Dijo sacando la vuelta al asunto.
- Escondí las llaves.
- Te haré té de ruda. – Saliéndole una venita en la sien.
- Le eche pesticida a la ruda. – Viendo el semblante del lobo como fruncía el ceño. – Corte el leño y lo queme.
- Mabel – Soltando un suspiro. – Quiero tener cachorritos contigo, pero si no somos compatibles solo te lastimare emocionalmente. Lo que escribí fue ficción algo imposible.
- En tú novela teníamos uno. - Besando sus labios. – Vamos lobito, quiero que me preñes... quiero tener un cachorro tuyo. – Acurrucándose en su pecho. – Quiero un hijo tuyo el cual me diga mami y a ti papi.
- No debí llevarte con Wirt y Bea. – Dijo Bill. – Maldición Mabel... - Viendo a la chica sobre encogerse. – Ya lo habíamos hablado... varias veces. Tú condición y los peligros que tendríamos. – Soltando un suspiro. - ¿Y si es niña? Me veras muy sobreprotegido con nuestra hija.
- Puede ser niño – Dijo la menor con una sonrisa, obteniendo la aprobación del su esposo. – Solo no te pongas celoso si recibe muchos besos.
- ¿Uno? – Dijo Bill con una sonrisa efusiva y moviendo el rabo. – Dos. – Dando una embestida profunda. – Tal vez tres contigo... tres hermosos cachorritos.
- Nuestra familia... Cipher Pines – Dijo ella en un gemido sintiendo las estocadas rápidas y profundas en su interior, antes de sentir sus piernas alzadas a los lados.
- Recuerda... ahh... que ya no somos... Cipher Pines... aahhh joder. – Besando sus labios de forma hambrientas antes de gemir y soltar sus alientos y jadeos. – Somos los Thompson del Lago del terror.
- Eso es estúpido, ahhh... Bill... mmm... en e-ese... punto – Moviendo sus caderas al compás de sus embestidas. – No te detengas.... Sigue... ¡aahh!
- Ya no podremos decirnos nuestros nombres en casa. – Aumentando la presión de sus golpes. – Tendremos que usar los que nos asignaron. – En un movimiento puso a la castaña en cuatro y levantando su trasero para cogerla con fuerza empujando su pecho hacia abajo y apretando su colita. – Catherine... - Embistiéndola salvajemente.
- Vincent... - Mordió la almohada y gimió con fuerza.
Ambos soltaron una risa por los nombres y el apellido. Bill no dejaba a su pequeña descansar un momento, sus manos acariciando su pecho entre un masaje y apretando sus senos levemente redondos y voluminosos, tirando de los pezones rosados y erectos. Besando su espalda y lamiendo disfrutaba de salir y entrar en la apretada y estrecha vagina de su esposa.
- Bill... Bill... Bill – Jadeaba su nombre sintiendo ese bulto entre en medio del cuerpo del pene del mayor. – Más fuerte... no pares.
- Estas muy caliente. – Lamio su cuello mordiendo con fuerza y aumentando la intensidad de sus embestidas al punto de arremeterla entre las almohadas y golpear el cabezal de la cama. – Mabel... ahh eres mía.
- Soy tuya. – Dijo ella apretando las almohadas. Sentía el semen ardiente de su pareja caer y escurrir en sus muslos.
- Déjame mirarte. – Quedo de lado abrazando su cuerpo sin separarse de su nudo, llenándola de su semilla.
Ambos se miraron con un sonrojo y los besos cortos y dulces eran lo único que acababa su intimidad romántica. Solo caricias y susurros entre palabras melosas entre ellos. Recostados en la cama viendo el anochecer que cubría el cielo nocturno.
- Podemos decir nuestros nombres cuando tengamos intimidad.
- Bill – Le regaño. – No.
- Suena raro cuando dices ese nombre y no el mío, me sentiría infiel ¿tú no? – Dijo el lobo con las orejas agachadas. – Me gusta decirte el tuyo.
- De acuerdo – Dijo la menor. – Solo porque se siente raro que digas Catherine, pesando que hay otra mujer en tú vida.
- Créeme que no quiero otra compañera más que contigo, hermosa conejita. – Besando su mejilla.
- Te amo Bill.
- Yo aún más, Mabel. – Acurrucándose junto con ella y acariciando su vientre.
El tiempo pasaba y la pareja disfrutaba de las siguientes semanas normalmente hasta que la pequeña tuvo las ganas de saber si estaba o no. Fue a la farmacia con Beatriz antes de comprar una prueba de embarazo y ver el cartucho con curiosidad.
- ¿Dices que debo mojarlo con mi orina? – Pregunto a la coneja Lope que estaba conduciendo de regreso a la residencia de la castaña.
- Sí.
- ¿Y cuánto espero? – Pregunto la menor.
- 60 segundos o para ser un poco más afirmativos 2 minutos. – Dijo. – Pero ya verás que pintara rápido. Sí dices que Vincent y tú lo han estado haciendo bien, pues seguro que tendrán cachorros.
- Eso es bueno.
- Una duda Catherine – Hablo la pelirroja. - ¿Cómo es el pene de un lobo?
- ¡¿QUÉ?! – Se sorprendió por la pregunta de su amiga. - ¿A qué te refieres?
- Bueno el pene de Wirt es suave y tierno cuando se alarga. Y en el acto le gusta besar y ser muy gentil. – Dijo ella haciendo una referencia en sus manos. – Incluso solo entramos en celo cada 4 meses. – Explico. – Pero son muy pocos los casos de que una conejita y un lobo que son pareja y tienen relaciones. – Comento de forma pensativa. – Si no mal recuerdo, los lobos les gusta marcar a sus omegas durante el acto. – Viendo a la castaña usar suéteres. – Y pues ninguna vez he visto tu piel descubierta o tu cuello.
- Bueno... Vincent es... suave en sus mordidas. – Recordando que la mordió muy fuerte la última vez que tuvieron intimidad. – Y pues su pene... es normal no tan grande.
- Imposible – Dijo Bea. – No son de los que se empalman cuando está cerca su compañera. Escuchado que son muy bruscos en el acto y tan salvajes que incluso pueden estar haciéndolo por horas.
Mabel ya sentía la culpa de las veces que se le insinuaba al rubio cuando estaban solos en la sala o cocinando, siempre colocando sus manos en su pelvis y toqueteando al pobre alfa al punto de hacerlo perder la cabeza y correr ante un lobo excitado.
- ¿Y ellos no tienen el famoso nudo? Digo los conejos tienen un límite en sus relaciones.
- Bea, voy a salir del auto e iré a preparar la comida que mi esposo ya no tarda en venir. – Dijo nerviosa y ruborizada la menor.
- Creo que perdí la apuesta, Wirt tenía razón. – Poniendo el carro en marcha atrás. – Vincent es un lobo pacifico.
La castaña entro inmediatamente a la residencia antes de que olfateara el aroma a la comida. Solo pudo suponer dos cosas. Oh dejo la estufa prendida o Bill llego a casa más temprano.
- ¡Mabel! – Le llamo el lobo con un mandil y un cucharon en mano. - ¿Dónde andabas?
- Me atrapaste jeje – Dijo nerviosa.
- Pensé que estabas en cama. – Dijo preocupado el lobo. – Me dijiste que tenías un resfriado.
- Mentí.
- Bueno, ya sabía que me mientes desde la última vez que se te cayó el frasco de pimienta en el estofado. – Viendo en su mano la cajita. - ¿Compraste un test?
- ¿Cómo lo sabes? – Dijo sonrojada.
- Lo tienes a la vista. – Caminando a su maletín a sacar una cajita. – Creo que no eras la única. – Entregándoselo a la coneja. – Yo también... tenia duda.
- Bill...
- Tú aroma... ha cambiado mucho. – Dijo levemente sonrojado.
- Espera aquí lobito – Dijo ella tomando ambos cartuchos, sonando emocionada. – No tardo.
Bill estaba contento puesto que no necesitaba de un test para saber que estuviera o no embarazada. Su instinto se lo hacía saber. Solo tuvo que esperar un minuto antes de escuchar los pasos de la chica y verla salta a su espalda aferrándose a sus hombros.
- Mabel, me vas a quemar. – Atrapando a la menor para subirla a su espalda. - ¿Y bien?
- Vas a ser papá – Susurro la pequeña colocando besos en su cuello. – Bill deja eso y ven conmigo. – Escuchando al lobo sollozar. – Serás un excelente padre.
El lobo rubio la bajo para tomarla entre sus brazos y abrazarla, inclinándose y acariciando su vientre para besar encima de su suéter. Sentía las caricias de ella sobre su cabello y como le hablaba de forma dulce sus planes con él.
- Es de nosotros. – Dijo él. – Solo tú y yo pequeña conejita.
- Sí. – Recibiendo un beso tierno en sus labios.
| ⊱✿⊰ |•
Ocho meses y medio después... se encontraba Bill dando vueltas en el hospital siendo acompañado por sus vecinos Tom y Jana, mientras que Wirt y Bea cuidaban de su hijo.
- Vincent, amigo cálmate. - Dijo el híbrido de leopardo. – Solo se reventó la fuente antes de tiempo, la has cuidado bien. – Pensando un poco en los cuidados que el rubio le brindaba a la castaña. – Aunque nunca me ha tocado ver que un conejo que coma carne, tenga fuerzas para soportar las crías de un lobo.
- Yo comía carne querido – Dijo Jana. – Y no fue raro.
- Es por que te dieron los antojos de un carnívoro. – Dijo Tom. – Bueno, solo cálmate ya está en el quirófano, la bolsa se rompió y tendrá a los cachorros antes de tiempo.
- Solo eso, vaya que suerte. – Dijo irónico. – Y la hemorragia en la sala ¿que fue? Y sus gritos de dolor cuando entraba al hospital o cuando estaba llorando también es normal. – Soltando un suspiro agónico. – No sé qué sale de un conejo y un lobo juntos.
- ¿Posiblemente un bebé mutante de un carnívoro? que se esté comiendo las entrañas de la madre. – Dijo la chica con una sonrisa.
- Tom, calma a esa loca de tú esposa o juro que terminara en el lago.
- No explotes. – Dijo el peli rosado con sus orejas redondas y moteadas de negro. – Créeme es mejor acariciar un conejito a que grites insultos y destruyas el hospital. – Sacando su mascota Fluffy. – Mira acaricia.
- ¡Estás de broma!, porque no me gusta esto – Viendo el animal. – Es extraño tocarlo sabiendo que me lo como de un bocado.
- ¡Oh por favor!, que debo hacer para calmarte Bill.
- ¿Qué dijiste?
- Vincent. – Dijo nervioso.
- Muy bien, ¿hace cuánto lo saben?
- Mitad del año, bueno tampoco Mabel y tú lo ocultan fácilmente cuando hacen el amor.
- Tom... por el amor a Axolotl, guarda el secreto y no menciones nuestros nombres. – Dijo el lobo temblando de miedo. – Ni me quiero imaginar lo que nos harán si saben que somos nosotros.
- ¿Puedo Googlear? – Pregunto Jana con el celular en mano.
- ¡NO! – Gritaron ambos.
- Okey. – Dijo la chica antes de recostarse en la sala de espera.
- De acuerdo... pero para de caminar como loco paranoico. – Dijo Tom. – Haces que me duela la cabeza y despiertes mi instinto depredador. – Empujando al rubio al asiento. – Ten. – Entregándole una bolsa de papitas. – Comete una.
- Gracias – Dijo el lobo más calmado mordisqueando las papas. – A ella no le gustara esto, pero es bueno tener... amigos. – Sonriendo. – Y comida chatarra... muy salada.
Un doctor con traje quirúrgico salió del quirófano con el expediente en mano.
- Señor Thompson del Lago del terror. – Tom y Jana no evitaron reírse del estúpido apellido.
- Soy yo. – Dijo Avergonzado con las mejillas rosadas. – Solo diga Thompson.
- Bueno, su esposa la intervenimos quirúrgicamente... una cesárea de emergencia fue viable para hacer el procedimiento lo más rápidamente posible y extrajimos con éxito a un par de mellizos.
- ¿Mellizos? – Dijo el lobo emocionado con su cola moviéndola como abanico. – Son dos... vaya. Eso explica el bulto tan grande en su vientre.
- Sí, sabe.... En estos casos es muy raro cuando son bebés de otra especie. – Dijo. – Los embarazos de este tipo son raros y difíciles de concebir. – Menciono. – Su esposa.... Aguanto lo necesario en la operación, pero...
- Pero... - Dijo Bill.
- Le tengo una mala noticia. – Dijo.
Bill escuchaba todo lo que le decía el medico obstetra antes de derramar unas lágrimas, y asentir ante la noticia. Espero paciente a que salieran del área de recuperación mientras que Tom colocaba una mano sobre su hombro. Había escuchado lo que sucedió adentro.
- Lo lamento Bill.
- Mabel quería esto, y lo tuvo. – Dijo el rubio mirando su amigo. – Me da miedo decirle, pero es necesario que lo sepa.
- Podemos dejarlos solos
- El duelo es necesario. – Dijo Jana. – Y ella lo necesita...
- Gracias a ustedes. – Dijo Bill intentando calmarse.
•| ⊱✿⊰ |•
Abrió la puerta del cubículo donde estaba su esposa para verla cargando a sus dos recién nacidos con la ayuda de una enfermera. Aun se encontraba débil y agotada por la anestesia, pero eso no era impedimento para ver un rato a sus crías.
- Oye, te ves muy mal lobito. – Dijo la castaña con una sonrisa.
- No tanto como tú, pero... - Acercándose a la chica a colocar un beso en sus labios. – Te ves radiante con esa sonrisa en tu rostro, debí traer la cámara.
- No creo que los pequeños quieran un recuerdo de su madre exhausta y con el cabello todo enmarañado.
- Merecen tenerlo.
La enfermera salió de la habitación no sin antes avisarle al rubio que si ocurría algo tocara el botón o fuera inmediatamente a la central de enfermería.
Bill se encontraba tenso antes de ver a la chica recostada en posición semi fowler con los bebés amamantando de su pecho, el cual era un alivio para la castaña liberar esa cantidad de leche que almacenaba para sus cachorros.
- Mabel – Hablo el rubio viendo a los pequeños; una pequeña híbrida rubio claro con orejas de conejo color crema y cola de lobo y un híbrido con orejas y cola de lobo pero con los rasgos muy suaves de un conejo. – Son hermosos.
- Verdad que lo son. – Dijo ella.
- Pequeña – Le llamo. – Parece ser que eran trillizos.
- ¿Trillizos? – Dijo ella emocionada. - ¿Y el tercero? ¿Acaso está muy pequeño?, Bill y si está en la terapia. – Sonando preocupada por su tercera cría.
- Shh... - Intentando calmarla. – Mabel. – Acariciando su cabello con ternura. – No se alcanzó a terminar de formar. – Comento. – Parece ser que no había suficiente espacio ni nutrientes... eso es lo que provoco que nacieran antes de tiempo.
- Entonces... él.
- Ella – Dijo el lobo. – Parece ser que salvo a sus hermanitos... ya que te estabas quedando sin líquido amniótico.
Mabel se quedó un momento triste de la situación que había presentado, mientras era consolada por el híbrido de lobo. Hubo momentos en que lloraba y se quedaba recostada mientras pedía disculpas a su pequeña perdida. Más nunca dejó de prestar atención a sus otras dos crías.
Los siguientes tres días la pasaron en el hospital antes de darle de alta. Sus amigos la recibieron ofreciéndoles una reunión de bienvenida mientras mostraba sus cachorros a sus conocidos, aunque Bill estaba muy protector evitando que los tocaran.
- ¿Puedo? – Pregunto Jana queriendo acariciar la cabecita del bebé.
- ¿Conoces el reglamento del museo Jana? – Le pregunto Bill a la híbrida de gacela.
- ¿Sí? – Levantando una ceja confusa. – Oh más o menos.
- No se toca, solo se mira.
- Eso es absurdo. – Dijo Jana molesta. – Déjame tocarlo.
- No se toca. – Dándole un manotazo leve a la chica. – Mantente un metro alejada de mi esposa.
- Vamos Bill, déjala. – Acercándole el bebé a su amiga. – Él es el pequeño Legosi Cipher Pines, aunque ya saben cómo es nuestro apellido. – Dijo Mabel nerviosa.
- Sí como no, Sra Thompson del Lago del terror. – Soltando una carcajada escandalosa. - Es tan lindo y tan regordete de sus mejillas. Serás un gran devorador de nenas.
- ¿Quiero ver? – Dijo Bea acercándose para ver al bebé bostezar. – Aaaw es tan lindo.
Bill estaba cargando a su hija mientras acariciaba sus suaves orejas color crema y mira sus ojos color avellanados con la pupila rasgada en vertical. Herencia de su padre y madre en cada mitad de los rasgos. Ladeo la mirada para ver al hijo Tom; Meron quien veía con una fijación intensa a la bebé.
- Se te perdió algo. – Dijo Bill con un escalofrío al ver al chico mirar a su hija. - ¡Tom! Tu hijo actúa raro.
- Meron, no mires fijamente el alma de Bill - Dijo Tom regañando a su hijo. – Bill no es comida.
- Papá – Le llamo el hijo de Tom.
- ¿Qué sucede Meron? – Pregunto Tom.
- Me gusta ella – Señalando a la bebita que mecía Bill en sus brazos. – Es muy bonita y me recuerda a los malvaviscos.
- Oh... bueno, es linda muy linda Haru. – Dijo Tom. – Y será una bebita muy hermosa.
- ¿Puede ser mi compañera? – Comento. – Quiero que sea mi destinataria.
Bill tosió con fuerza casi a punto de tirar a la bebé al escuchar lo que dijo el engendró del demonio. Miro a Tom de forma iracunda y molesta, como diciendo: "Ni te atrevas a tocar a mi hija".
- Meron, jeje es muy pequeña. – Tratando de llevarse a su hijo antes de que Bill le arrancara el cuello.
- Descuida cuando crezca será mi novia. – Dijo con determinación antes de irse contento. – Ya me imprime.
- ¡TOM! – Dijo Bill furioso.
- Tranquilo Bill, hablare con él.
•| ⊱✿⊰ |•
En la noche se encontraba Mabel acostando a sus dos cachorros en la cuna que estaba enseguida de su cama, puesto que Bill siempre estaba atento de los mellizos vigilándolos y viendo como dormitaban los pequeños. La castaña puso un poco de música baja pero lo suficientemente relajante para no interrumpir el sueño de los pequeños.
- Si querías música, yo podría tocar el piano. – Dijo Bill un tanto atento y preocupado. – Aunque tendría de subirlo por las escaleras.
- Okey, papá sobreprotector. – Abrazando su brazo. – Ponte tu pijama y deja de mirarlos intensamente.
- Yo me levanto en la primera ronda. – Dijo el rubio apurándose a colocarse la pijama. – No quiero que mi conejita este cansada. Luego te da sonámbulo y estarías comiendo hasta tarde.
- Oye, si yo soy la que les doy de comer. – Dijo. – Es necesario que baje por jugo o fruta para comer en la madrugada.
- Cierto.... – Viendo su pecho. – Descúbrete los senos para acercarlos mientras estás dormida.
- ¡Bill!
- Bueno, te despertare si tienen hambre.
- Estarán bien – Acercándose al lobo rubio para pararse de puntas y besar su mejilla. Mientras ayudaba a abrocharle su camisa de noche.
El alfa escucho una canción tranquila en el reproductor que tenían; "Carla Morrison – Eres tú", sonaba en la playlist. Tomo de una mano la sujeto suavemente de la cintura a la castaña y con su otra mano entrelazo su mano donde tenía su anillo de bodas.
- ¿Bailamos? – Sugirió el lobo con las mejillas rojas y soltando una risa risueña. – Esta noche es perfecta.
- Sí – Siguiendo sus pasos con lentitud.
Hoy desperté con ganas de besarte
Tengo una sed de acariciarte
Enredarme a ti y no soltarte
Eres tan embriagante
Eres tú
Eres tú, uuh
- Hace rato que no bailábamos cuando estábamos cuidando a los pequeños de Will y Belle.
- Cierto – Sonriendo la castaña. – Ellos se nos quedaban viendo con extrañez.
- Te decían tía Mabel. – Aclaro Bill.
- Me gustaba que me dijeran así... me sentía parte de su familia. – Sonrosándose del rostro.
- Es porque ya lo eras.
Quiero contemplarte sin contar el tiempo
Dibujarte con mis puros recuerdos
En mi mente marcarme tus labios, tus besos
Estar aquí otro momento
Eres tú, hu hau hu
Eres tú, hau nou
Eres tú, hu hau ou ouu
- ¿Me pregunto si Pacifica tuvo a los suyos?
- De seguro salieron idénticos a tu hermano. – Dándole una vuelta para regresarla a sus brazos y tenerla abrazada mientras se movían. – Mordelones de lápices.
- Dipper quería nombrarte padrino.
- ¿Y quién sería la madrina? – Dijo curioso el rubio. – A puesto que una conejita tan traviesa y que mete sus narices en cada momento.
- Curioso – Dijo ella entre risas suaves. – Hubiéramos sido pareja.
- Tan tontos fuimos.
- Ambos querido, ahora Wendy y Phill tendrán que serlos.
- Ya me los imagino.
Me encanta verte, tenerte, abrazarte
Cuando estoy a un lado de ti
Todo lo bueno de mí, florece, eres tú
Ese imán de una preciosa energía
Es tu alma que envía, señales a mi cuerpo
Porque este sigue pidiendo ese aroma de ti
Que me invita al acecho
Eres tú, hu hau hou
Eres tú, hu hau uuuu
Eres tú, hu hau hou
- Es una nueva vida y una nueva oportunidad contigo.
- Sabes que siempre seré feliz estando a tú lado – Abrazándolo con fuerza. – Esposito.
- No tendremos a nuestra familia y amigos cerca, pero... - Viendo a los pequeños. – Tenemos una nueva y amigos de confianza.
- Cierto. – Viendo a sus cachorros.
Tenemos planes diferentes
Pero tú siempre en mi mente
Pues mis venas tan sutilmente
Disfrutan tanto quererte
Eres tú
Eres tú, huu hou huu
Eres tú, huu hau hou
Eres tú, hau nou nou
Eres tú, hau nou nou, ha ha nou
- Gracias por darme esto, Estrella fugaz – Inclinándose y besando sus labios.
- No olvides cuanto te amo, Bill – Abrazando su cuello.
- Eres lo único que quiero proteger aparte de mis hijos.
- Es nuestro milagro. – Sonriendo la castaña antes de que terminara de sonar la canción y cerrada sus ojos de la felicidad.
"Un precio justo y cruel que pagaron, y algo que ganaron. El lobo y la conejita podrán estar juntos siempre."
.
.
.
Fin del Epilogo.
Ahora si se terminó este Darkfic, con un epilogo de lazo blanco, puesto que es un final neutro ni feliz ni triste. En que me refiero que no es feliz, pues porque no hay relación con los personajes anteriores, no es triste porque no murieron y tuvieron sus cachorros.
Deje huevos sorpresa de algunas historias :D los que se dieron cuenta, que bueno y los que no... pues ni modo. Alguno de los huevos sorpresa son de las siguientes historias; "Merced del demonio", "Dulce Armonia", "My Girl" y "Mi Mascota".
Hice un homenaje a los hijos de Bill y Mabel llamando a los mellizos como Legosi y Haru, por el manga de "Beastars" el cual me base su relación en estos dos personajes. El hijo de Tom y Jana se llama Meron y es mitad híbrido de gacela y leopardo, tributo al maldito desgraciado que es muy odiado en Beastars. Los hijos de Wirt y Beatriz son híbridos de ciervo y Conejo, me inspire en "Conescualo" de Isla de mutantes. Casi no se mencionan mucho en el epilogo cuando van y visitan la residencia de ellos.
Al final del epilogo Mabel iba tener un tercero, pero por las misma complicaciones de genes este no se alcanza a desarrollar por completo. Recuerden que su raza es propensa a los microabortos en toda especie.
Por si preguntan... Mabel mintió en el registro civil XD no tiene 18, cuando Bill y ella llegan a Alaska todavía tenía 16 años. Y al final de esta historia tiene 17 años y medio. Mientras que Bill tiene 31 años al final de la historia. Por eso Mabel le dice enojada lobo pedófilo.
Al final del epilogo los únicos que saben de la identidad de ellos son sus vecinos, no pregunten por las residencias :D y de donde jodidos sacaron el dinero. Por cierto Bill ya no escribe novelas oscuras, por eso se muestra en el epilogo que Mabel y él son colaboradores en su propia novela.
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