EL BOSQUE MALDITO.

Isabella, se encontraba en su recámara preparándose para la noche de Halloween. Sus amigas y ella, habían planeado salir a pedir dulces e ir disfrazadas. Su amiga Britany, se disfrazo de doctora; Harley de Gatúbela; Ana, de angelita y ella, para hacerle honor a la noche, decidió disfrazarse de bruja.  

Al llegar la noche, la infante salió de su casa para encontrarse con sus amigas y doña Marta; la madre de Harley quién amablemente, se había ofrecido a acompañarlas durante la noche. Anduvieron por más de una hora, de casa en casa; algunas personas le daban dulces y otras... Mejor ni nombrarlas.
Al pasar por el cementerio, el cuál se encontraba a tan solo unas cuadras al sur de su casa, notó que había una ligera figura con una luz blanca y tenue. Viendo que nadie le prestaba atención; siguió a la luz que se hallaba adentro del cementerio, se escabulló entre las tumbas y achicó los ojos para distinguir aquella extraña figura, abrió su boca en un perfecto círculo; su mirada reflejaba miedo, asombro y curiosidad. Quién se encontraba en frente de ella, era Pete, su hermano quien desde hoy a la mañana no veía; este se había ausentado desde temprano y a la hora que ella se fue, el seguía sin aparecer. Pero ¿Qué hacía a estás horas en el cementerio? ¿y sólo?

—¿Pete? ¿qué haces aquí?  —murmuro, temerosa; por unos segundos no recibió respuesta, pero después él habló.

—Necesito que me acompañes a un lugar ¿Vienes? —dijo extendiendo su mano, Isabella, quién miraba con miedo la mano de su hermano, suspiro y la aceptó, era su hermano ¿Qué podría pasar?

Caminaron juntos, tomados de la mano, por el gran bosque que se situaba detrás del cementerio, los árboles eran gigantes y aterradores. Las leyendas urbanas, decían que en aquél lugar, habitaban criaturas espantosas, que si te veían podían llegar a romper tu cuerpo y sacar tus extremidades; sacudió su cabeza para sacarse esos pensamientos de la mente, antes de asustarse pero fue tarde. Su imaginación le había jugado una mala pasada y aquél bosque, ahora solo le parecía horroroso y aterador.

Se soltó de la mano de su hermano y retrocedió temerosa.

—Vamos —dijo su hermano, con un semblante frío y serio

—No... No, Pete —murmuro la pequeña Isabella —No puedo, tengo miedo —retrocedio un par de  pasos, con miedo.

Pete, haciendo caso omiso a los quejidos de su hermana; agarró su brazo con fuerza y la obligó a caminar. Isabella se quejó todo el camino, la presión en su brazo se hacía cada vez más fuerte y el caminar de su hermano más rápido. Decidió callarse y seguir los pasos de Pete, era un desperdicio de escándalo, su hermano no se iba a detener.

Al llegar al final del bosque, tal fue su sorpresa; en frente de sus ojos se encontraba un enorme castillo, cómo el de los cuentos de hadas. Pero este era muy diferente, las paredes estaban sucias y desgastadas, llenas de mugre, daban el aspecto de un castillo de terror, cómo los que aparecían en las películas de miedo.

Su hermano, no pronuncio palabra y la llevo hasta adentro de aquél espeluznante lugar. Lo primero que vio al entrar, fue una sala enorme, adornada con decorativos de Halloween, y muebles demasiado antiguos. Pero lo que más llamó la atención de Isa, fue el báculo y el ataúd situados en la esquina de aquél lugar. Se aproximó hasta el ataúd y sin preámbulo abrió sus puertas temiendo encontrarse con alguna criatura; para su sorpresa, no había nada. Con el seño fruncido se dio vuelta, esperando  encontrarse con su hermano, pero en su lugar; halló algo peor. Quiso gritar pero se paralizó por el miedo; quería correr pero sus piernas no le correspondían. Y de pronto, se sumergió en la oscuridad.

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Al día siguiente, reporteros y noticieros locales, estaban enfrente de la casa de la familia de una infante, de aproximadamente diez años; se había ausentado de su casa la noche anterior, junto a sus amigas, supuestamente para pedir dulces; y acabo muerta, los policías la encontraron en un cementerio con sus extremidades dispersadas en el lugar y dos marcas rojas en su cuello.  La policía local habló con todos los integrantes de la familia; incluyendo el hermano mayor.

—Entonces ¿En dónde estuvo anoche a las 10:30pm? —preguntaba el agente, hacía el joven de veintidos años, quién se encontraba con lágrimas gruesas saliendo de sus ojos.

Se extraño ante la pregunta, pero de todas formas, le contestó.

—Estaba en la casa de un amigo; le dije a mí madre que me iría por todo el día, la madre de James puede confirmarlo. No vi a mí hermanita en el día de ayer. —murmuro, para luego soltar un quejido, seguido de sollozos que destrozaron a los policías.

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