Capítulo 19: ¿QUÉ SUCEDE?

Varios días han pasado desde lo sucedido en el bosque. Aún sigo en el hospital, según la doctora González estoy bajo observación. Cada vez que le preguntó a qué se debe la observación me da la misma respuesta, es para ver la recuperación de todas las cortaduras que tengo en mi cuerpo y dado al shock que sufrí. Toda esa babosería es mentira. Hacen dos noches atrás me hice la dormida y la escuché decirle a la enfermera que no me habían dado de alta porque piensan que estoy psicológicamente inestable. En pocas palabras piensan que estoy loca y que yo provoqué todo en el bosque.

Si de algo estoy agradecida es que dejan a mis padres visitarme cada vez que quieran, pero sé que afuera hay un detective y una enfermera observando mi comportamiento. El día que le conté todo a mis padres el detective Alborán fue quien tomo todas las anotaciones de lo que dije. Luego de eso me comenzó a hacer preguntas. Le contesté todas, dando una y otra vez los mismos detalles, me hizo repetirlos tantas veces que me sentía como una grabadora. Estaba consciente de que él y los policías presentes buscaban una inconsistencia en mi historia. Nunca la encontraron porque no había una.

Eran ya las doce del mediodía, estaba esperando el delicioso almuerzo que hacen aquí. Ya saben que no tiene prácticamente sabor a nada y te dan una pequeña cantidad. Sentía que me estaban matando de hambre, pero siempre a esta hora mi madre entra con comida echa en casa sin que las enfermeras se den cuenta. Entran y me dejan el almuerzo preparado y a los dos minutos llega mi madre. Hoy no fue la excepción. Siempre la espero con ansias, quisiera que estuviera todo el tiempo conmigo, pero no se puede. Y como si fuera un reloj llegó.

- ¡Ma! – dije con emoción. Siempre cierra la puerta tras ella porque le molesta la enfermera y el policía que están afuera haciendo guardia. Esta vez me hizo señas y alguien más entró con ella. Era mi tía Doris, madre de Ariz.

- Mi niña querida. – me dijo mientras me abrazaba y lágrimas brotaban de sus ojos.

- Lo siento tanto, lo siento. Voy a regresar ahí a recuperarlos. – le decía una y otra vez entre sollozos.

- No mi niña. No vas a regresar ahí, además está cerrado y con vigilancia. Nadie puede entrar.

- Pero sus almas están ahí, tengo que recuperarlos.

- Lo sé mi niña. – me decía entre sollozos.

- Piensan que estoy loca y que todo lo inventé. – decía apenas audible.

- No lo estas, toda la familia te cree. ¿Cómo mentirías en algo como eso? Sí, para aquellos que no creen en cosas sobrenaturales se entiende, pero es obvio que ese bosque tiene algo y todo el mundo lo sabe. Así que tu mi niña hermosa no estas loca. - me abrazaba y llenaba de besos al mismo tiempo. – Estoy tan alegre de que, aunque sea uno haya regresado para contar lo sucedido.

- Los recuperaré tía Doris, ya verás que lo haré.

Comí lo que me había traído mi madre mientras ella y tía Doris conversaban. Una vez terminé mi madre echaba la comida del hospital en los envases que ella había traído. Mi madre estaba molesta porque había escuchado que me habían puesto una dieta completa, no sé en qué cosa, para ver si había algún detonante en mi comportamiento. Lo que ellos no sabían era que mi amada madre me estaba alimentando como de costumbre. Ellos insisten en que estoy mal de la cabeza. Malditos idiotas si hubieran pasado por lo que yo pasé no me estuvieran tratando como una psicópata.

Mi madre y tía se quedaron conmigo durante horas. Ya estaba cayendo la noche cuando se decidieron en marcharse, pero antes estaban esperando a que mi padre llegara para que se quedara conmigo en la noche. Otra cosa que mi madre no quería era dejarme sola de noche, no confiaba en absoluto en las enfermeras o los policías que se quedaban afuera de mi habitación. Me estaban tratando como a una asesina en serie o algo por el estilo. Antes de que mi padre llegara fui a darme un baño. Por lo menos esta habitación tenía todo incluido. El único problema era que para bañarme siempre requerían que una enfermera estuviera presente, mi madre nunca le avisaba. Así que podía bañarme felizmente sin que hubiera alguien más en la habitación conmigo.

El otro motivo por el cual mi madre no quería que me quedara sola por la noche, era porque se me hacía difícil dormir y tenía pesadillas. Era cierto, no solo eso, me negaba a dormir a menos que no estuviera acompañada. Por esa situación mi padre se quedaba conmigo todas las noches. Como si fuera niña otra vez, se acuesta a mi lado sobando mi cabello para que me duerma. Como ya se había hecho costumbre llego y mi madre y tía se fueron. Me quede un tiempo hablando con él hasta que me quedé dormida.

Estaba desesperaba por ver a mi hermano, Karen, Ariz y a Julie. No me permitían salir de mi habitación. Ya habían pasado alrededor de dos semanas y aún no podía verlos. Mi madre y padre eran los que me dejaban saber en qué condiciones seguían. La madre de Ariz tomó de costumbre ir a verme en las mañanas, casi siempre junto con su otra hija Jerika. La familia de Julie solo ha venido dos veces, pero entiendo muy bien. Perdieron a dos seres queridos y Julie está en estado comatoso igual a los demás.

Me encontraba sola en mi habitación cuando entró el detective Alborán. Estaba acompañado por otro hombre, muy bien vestido. Ni siquiera dan los buenos días al entrar solo me observan y dan un asentamiento de cabeza. Los miro con curiosidad porque no entiendo que están haciendo en la habitación.

- He venido hoy, porque me gustaría repasar su historia. – me dice el detective con voz muy aburrida. Yo solo lo miro y ruedo los ojos.

- Estoy cansada de esto. Ya no sé cuántas veces más le voy a contar lo que sucedió. ¿Sabe? Si lo que está buscando es inconsistencia en mi historia, dese por vencido. Todo lo que le he dicho es la verdad y nada más que la verdad. – le dije con coraje y a la vez lágrimas en mis ojos. Estaba agotada de que me estuviera tratando como una loca mentirosa.

- Solo me gustaría escuchar de usted lo sucedido. – hablo calmadamente el hombre bien vestido.

- ¿Y usted quién es? – le pregunté un tanto molesta. – Entran aquí con muy malos modales, ni siquiera dicen buenos días o tocan a la puerta antes de entrar.

- Me disculpo, soy el doctor Rodríguez.

- ¿Especialista en qué?

- Soy psiquiatra.

- ¡Oh por Dios! ¿Esto es enserio? – estaba molesta. – No estoy loca, entiéndalo de una vez. No he mentido en nada de lo que he dicho.

- Solo quiero escuchar lo sucedido de su parte. – volvió a decir el doctor.

- Ese hombre que está ahí – dije señalando al detective – me grabó, puede escucharlo de ahí, porque no voy a seguir repitiéndolo. Y si me disculpan, quisiera estar sola.

Ambos me observaron por un momento sin decir nada mientras yo señalaba la puerta de salida. Se miraron entre ellos, se hicieron muecas que no entendí y sin mediar palabras se levantaron y abandonaron la habitación. Ese mismo día cuando mi madre llegó junto con mi tía otra vez a llevarme la comida, fuimos interrumpidas. La doctora González entró para anunciar que me darían de alta esa misma noche. Quería llorar de alegría y porque iba a poder salir de la habitación a ver a mis seres queridos. Estaban mis padres y mi tía mientras me preparaba para salir. En ese momento el detective entró con dos policías estatales.

- ¿Qué sucede? – preguntaron mis padres al mismo tiempo.

- Su hija esta arrestada por asesinato e intento de asesinato.

En ese instante me quedé sin habla, no entendía lo que estaba sucediendo.




Nota: ¿Qué tal les esta pareciendo?

¿Será todo obra de su mente o habrá ocurrido todo de verdad?

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