Capítulo 12: TRATO
Su ambición por la vida eterna lo llevo a donde está hoy en día. Luego de escuchar su historia, no había duda alguna que aquí no me quería quedar. Teníamos que conseguir la manera de salir antes de que la situación empeorara. Ahora entendía porque Josue lucía de esa manera. Lo único que me molestaba era el porque teníamos que pagar las personas inocentes. Los que entran al bosque no tienen la culpa de su búsqueda por la vida eterna. Nadie le dijo a él ve y haz tal cosa, cada cual vive su vida como quiere y ahora los inocentes tienen que pagar con su vida por culpa de su curiosidad. Esta demás decir que estaba realmente molesta. Si comentes un error busca como solucionarlo sin meterte en las vidas de los demás al punto de matarlos.
Necesitaba tranquilizarme y pensar con claridad para poder salir de aquí de alguna manera. Comienzo a sentir un cosquilleo en mis manos y me percato de lo fuerte que estaba apretando los puños. Cambié mi peso de un pie a otro, coloqué mis manos en los bolsillos delanteros del pantalón. Tome una postura segura pero alerta a la misma vez, tenía que actuar rápido.
- ¿Nos vas a dejar salir de aquí? – pregunté de manera tranquila, no quería alterar a nadie, pero aún así sentí como todos los ojos se dirigieron a mí.
- Eres graciosa. – movió su cabeza de lado a lado como si estuviera estirando su cuello. Creo que le molesto mi pregunta.
- Dices que somos tus huéspedes. ¿No crees que estas siendo un poco irrespetuoso con nosotros? Aunque sea deberías tenernos en una habitación cómoda. – se comenzó a reír, esta vez fue una risa diferente a la anterior, no sonó siniestra, ni burlona.
- Tu realmente me entretienes. Eso me gusta. – aplaudió dos veces y estábamos en una habitación iluminada con muebles en cuero negro, una mesa pequeña en el centro con forma octagonal, era negra con cuernos saliendo de ella en cuatro esquinas. Las paredes eran de un rojo sangre, sin lugar a dudas una habitación sumamente tétrica. – Espero que la decoración sea de su agrado. – una sonrisa de superioridad se dibujaba en su rostro.
- Debo decir que tienes un gusto muy peculiar, pero se ve bien. – le dije con una sonrisa fingida, no me gustaba en absoluto nada de lo que veía.
Él se dio la vuelta y comenzó a caminar, quizás a la salida de la habitación. Eso era lo que creía porque no había una puerta o ventana en ningún lugar. Era un cajón sin salida. Antes de que siguiera su camino tenía que detenerlo, no sabía que este hombre tenía en mente.
- ¿Que tal si hacemos un trato? - Josue detuvo la marcha, había captado su atención, eso era exactamente lo que quería.
- ¿Qué crees que haces? - me susurro Marcos.
- Intentando que todos salgan de aquí. - le respondí de la misma manera.
- ¿Y bien, que propones? - no se que es lo que quiere asi que tengo q atacar con otra pregunta.
- ¿Tu que deseas? - le pregunte con una sonrisa picara. - Para yo poder proponerte algo tengo que saber cuales son tus deseos.
- No dejas de sorprenderme. - me miraba como si fuera la única persona en la habitación. - Quedate un tiempo conmigo y los demas se pueden ir. - me observaba como si estuviera buscando una respuesta a traves de mis ojos.
- ¿Estas bromeando? - pregunto Ariz esasperada. - ¿Que se quede? ¿Y luego la regresaras? - Josue rodó sus ojos en forma de molestia.
- Es obvio que no la voy a regresar, la quiero aquí conmigo. Quiero ver cuanto tiempo puedo resistir sin obtener su alma. - nos mostró una sonrisa perfecta de dientes amarillos. Al mismo tiempo Kenai se paraba a mi lado aguantando mi brazo.
- Ni de broma lo pienses. - nunca antes en mi vida había escuchado ese tono de voz en Kenai. Alcé la vista y él miraba fijo a Josue.
- Hace tiempo que no tengo una dama tan guapa cerca, algo así como unos tres años. - no me gustaba lo que estaba insinuando.
Un silencio incómodo se formo en aquello que pensaba era una habitación. Todos de pie, se podía palpar la tensión. Josue no dejaba de mirarme, a sus ojos era como si yo fuera la joya mas valiosa y extraña nunca antes vista. Ni siquiera le prestaba atención a todos los demás presentes en la habitación. En ese momento Julie dió unos pasos al frente.
- ¿Y mi esposo y padre, donde estan? - sin duda alguna me tense, yo ya sabía la respuesta. Josue la observó con mucha seriedad, al parecer se había molestado por sacarlo del transe.
- ¿Y tu de que estas hablando? - uso un tono de desprecio al hablarle. Esta vez se fijo en ella, apaludió de la nada y la señaló como si se hubiera acordado de algo. - ¿Esos dos inservibles eran tu esposo y padre? - tapó su boca con una mano mientras que con la otra la señalaba, era todo un dramático.
- ¿Dónde estan? - preguntó casi sollozando. Josue la miro con desprecio para luego reirse. - Quiero verlos. - demandó desesperada Julie.
- Claro que si querida. - sin lugar a dudas él lo disfrutaba. Hizo sus dedos tronar y aparecieron dos figuras masculinas a su lado.
Todos observamos aquella escena con horror. Los dos hombres que se presentaron al Josue tronar sus dedos eran el esposo y el papá de Julie. La piel de ambos estaba opaca, como de un color grisaceo y sus ojos brillaban color naranja. Julie no dejaba de gritar y llorar. Ella intentaba llegar a ellos, pero se desplomó en el suelo mientras se echaba la culpa porque ella era quien quería ir al bosque. Ella les hablaba pero ninguno respondía, mientras tanto Josue miraba todo muy entretenido.
- Papá perdoname. - lloraba sin cesar mientras se colgaba de sus piernas. Se puso en pie hasta llegar a su esposo. - Luis, cariño mirame porfavor. - le decía mientras tocaba su rostro de manera cariñosa.
Ninguno de los hombres parados frente a ella la miraba. Eran como dos estatuas sin alma. Veía aquella escena y mi corazón dolía, esos podríamos ser nosotros si no salimos de aquí. Esos podrían ser mis amigos y la que estuviera llorando sería yo. Al darme cuenta una lágrima bajaba por mi mejilla izquierda. Voltee a mirar a los demás en la habitación y todos tenían expresión de horror.
Vi a Karen que lloraba sin emitir ningún sonido ni parpadear, estaba en estado de shock. Hice mi camino hasta llegar a ella que se había movido hasta el fondo de la habitación. Tome su rostro en mis manos pero no me miraba.
- ¡Karen! ¡Karen! ¡Mirame! Necesito que me mires Karen. - ella seguía sin reaccionar. La moví, aprete sus mejillas y nada. Tuve que recurrir a la última opción, la abofetee. Le di tan fuerte que la mitad de su cuerpo se movió para el lado derecho, ella me regresó la mirada con furia y su mejilla roja.
- Eso dolió. - me dijo al momento en el que comenzaba a llorar fuertemente y se abalanzaba hacia mi para abrazarme.
- Necesito que no entres en estado de shock. - le dije mientras sobaba su espalda para que se tranquilizara.
Después de unos segundos dejó de llorar y temblar. Me dijo que haría todo lo posible por mantener la calma. Que sería una mujer de hierro al igual que yo ante esta situación. Lo que ella no sabía era que tenía miedo igual que todos en aquella habitación. Podía ser de hierro cuando la situación lo requería, pero por dentro temblaba porque no sabía que podíamos hacer para salir de aquí. Mi deseo era salvarlos a todos, pero dada la situación no creo que eso sea posible. Una vez tranquilicé a Karen hice mi camino hasta Julie. Estaba consciente de que iba a ser complicado bregar con ella y más por la situación por la que estaba pasando. Tiene frente a ella a los dos hombres de su vida en estado no natural, prácticamente son fantasmas, sí, están muertos. ¿Cómo hacerla entrar en razón en esta situación?
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