La Puerta de Lavos
https://youtu.be/nJ3jl794mGs
Me encuentro corriendo desesperada por Dëkifass. Voy puerta por puerta, llamando, entrando en cada una de las casas y encontrándome un panorama devastador. Los cuerpos inertes de mis amigos, compañeros de trabajo o vecinos me esperan y me miran con sus ojos vidriosos. Su palidez y expresión de terror me reprochan que el inhper'i visitara nuestra ciudad. ¡Yo atraje la muerte! ¡Es el castigo por haber traspasado sus fronteras! Y, mientras yo vivo, todos sufren y mueren.
—Vö dagerut gelet boyr bein veilöth tolsti! —exclama en galame un ser informe. A pesar de que no domino el idioma, siento lo que me quiere decir: «Arrastrarás la culpa de los miles de vidas perdidas».
Llego a casa. La puerta está hecha trizas y veo un rastro de sangre desde el vestíbulo, perdiéndose por el pasillo que lleva a las escaleras. Tengo mucho miedo de subir y encontrarme con Orph...
—¡No! ¡Mamá, papá! —grito al ver el cuerpo sin vida de mi madre, acurrucada sobre mi padre en la base de las escaleras. No es una imagen bucólica, ni mucho menos. Parece más bien una composición macabra de ambos cuerpos que han sido eviscerados y mutilados—. ¡Perdonadme! Boyr Thelos! ¡No quería que esto os pasara!
Escucho ruidos en el primer piso. Subo lo más rápido que puedo...
—¡Aaah!
Freno en seco y me resbalo por culpa de la sangre que se desliza del cuerpo crucificado de Welorys. Su tórax abierto muestra cada uno de sus órganos, agarrados por sus costillas fracturadas y clavadas en ellos. ¡Qué clase de monstruo es capaz de hacer esto!
Entro a la habitación de Ricca y me hallo con Rearn, en la cama, apuñalando repetida y violentamente el cuerpo de Tarine. Aquella desagradable visión me hace vomitar. Rearn vuelve su rostro despellejado y sin ojos dibujando una tétrica sonrisa. Seguidamente, lleva el cuchillo a su cuello y se lo clava en la yugular. Se desploma ahogándose entre borbotones de sangre, sin que su expresión se modifique.
Corro hacia mi dormitorio esperándome lo peor. Todos están muertos o han perdido la cordura. Sólo quedan Ricca y Orph. ¡Oh, Thelos! Nunca te he pedido nada, sólo que guardes sus vi...
Un punzante dolor en el pecho me frena en seco. Un machete se encuentra clavado profundamente. Una mano lo sostiene y evita que lo pueda sacar.
—O-Orph... —digo, sorprendida y tosiendo sangre —. ¿Ri-Ricca? ¿E-está...?
—¿Todavía no lo entendiste? ¡Estamos todos muertos! Tú, yo... Ricca. ¡Todos! ¡Todos!
Me da un puñetazo en la cara que me tira de espaldas al suelo. Se sienta sobre mí y, como si estuviera poseído por Lavos, sigue pegándome sin importarle mis gritos de dolor o mis ruegos...
—¡Aaah!
Erenz frena en seco y me baja. Parpadeo por un par de veces hasta que me doy cuenta de que era una pesadilla, demasiado real.
—¿Estás bien?
—Esa maldita sangre me provocó una terrible pesadilla —expreso, mientras me seco un par de lágrimas.
—No bebí nunca de ellos, así que no te lo puedo confirmar. Hasta lo que recuerdo, la sangre de galame solía provocarme gratos sueños.
No sé si se está burlando de mí o simplemente comentándome sus jureki experiencias. Cada vez me siento peor y no veo la hora de que este suplicio termine.
—Sólo dime que estamos cerca de esa mhasit ciudad.
—Estamos cerca —dice con su sardónica sonrisa—. Me está gustando esa faceta tuya más liberada.
—Si pudiera matarte ahora mismo, lo haría.
—¡Fantástico! Esto es de lo que hablo. —Da una palmada que reverbera en la zona—. Entraste con la decisión de matar a los dioses, pero, en tu interior, no era más que una obligación. Ahora, ya nace naturalmente de ti. Pienso que, de hecho, ahora estarías preparada para matar a una persona.
—Ya lo hice con los ruost... los cabrones esos de antes.
—Esos ya no aplicaban como galame al uso.
—¿Qué interés tienes de que mate a la gente?
—Ninguno, pero no dejas de ser un caso de estudio. Antes de entrar en Efasthereth, si te daba un arma, no serías capaz de usarla contra nadie. Hoy te sobrarían ganas de tener un arsenal para emplearlo contra el secuestrador de Ricca.
Es tan cierto que duele —tanto como saber que el responsable de que Ricca y yo estemos aquí es alguien cercano. Todavía me cuesta pensar en Orph como el culpable. Es muy probable que lo sea. Aunque no puedo descartar a nadie de nuestras familias. Mis padres, mis hermanas, mis suegros...
—No tengo ganas de pensar en esto ahora. Cuando encuentre a mi hija ya tomaré la decisión pertinente.
—En algún momento tendrás que afrontarlo.
—¡Eso será cuando la esté abrazando!
Erenz se encoge de hombros y se aleja dos pasos, dándome espacio para ponerme en pie. La sangre de ruostandeth parece haber cumplido con su cometido de cerrar mis heridas. Mi mano derecha, sin embargo, muestra el vacío creado por los dos dedos que me amputaron. Eso nunca me dejará olvidar el secuestro de Ricca. Sólo ruego que...
—Estamos muy cerca —expresa Erenz, con los brazos en jarras.
—¿Cómo?
—Son unos pocos cientos de metros los que nos separan de Kaenpolus.
Me incorporo y me sorprende no sentir más el suelo abrasar mi piel desnuda.
—¿Qué está pasando? —pregunto asustada—. ¿P-por qué no me quema más la tierra de Efasthereth?
—Lo mismo la sangre de ruostandeth te da una cierta inmunidad.
—¡Sólo me faltaría que me convirtiera en uno de ellos!
—Te aseguro que no. Su número no ha crecido a pesar de que no son pocas las mujeres que secuestraron.
—¿Por qué me haces esto? ¿Por qué quieres que mi cabeza pasee por las historias más trágicas que involucran al bosque y a mi gente? ¿Quieres ponerme en contra de ellos?
—¿En serio me preguntas eso? No hago más que abrirte los ojos. Ya depende de ti decidir qué hacer con esta información. Si te quieres abrazar con los que te mintieron en la cara y conspiraron contra tu hija, es tu maldito problema. Jureki galame! —reprocha Erenz.
—¿Qué es lo que quieres de mí?
—Cuando encuentres a tu hija, estarás preparada para que te lo pida. Mientras tanto, centra tu atención en ella.
Se da la vuelta y avanza. Mi desconfianza me obliga a cuestionar sus palabras. Suenan muy sentidas, pero es un eremav. Boyr Thelos! Confiar en él, es cavar mi propia tumba. Aunque sin él, no habría llegado hasta aquí. Me ha salvado la vida más veces que las que puedo devolver. ¡Estoy muy confundida!
Me siento tan derrotada, tan cansada... No sé cuánto tiempo voy a poder soportar tanta tensión, tanto estrés. Ya ni me reconozco. No soy la misma persona. No pienso igual, no siento igual y, si me mirara en un espejo, me encontraría con una figura muy distinta, de rasgos similares, pero un cuerpo lleno de cicatrices, mutilado y más delgado. Sólo mi voluntad por reencontrarme con Ri-ri me da fuerzas.
Si tuviera la máscara de Benfers me la pondría. Así habría podido ocultar mis lágrimas. ¡Estoy harta de llorar!
Recuerdo muchas de las charlas que los técnicos tienen con todos los miembros de seguridad del país. No es sólo tener fuerza física, sino tener la estabilidad mental como para superar todo tipo de circunstancias. Es tan importante el cuerpo como la mente. Nos tomamos muy en serio ser capaces de dar el soporte psicológico que ahora estaría necesitando.
—¡Alto! —exclama Erenz, asustándome.
—¿Qué pasa? —pregunto a sottovoce, mirando a todos lados—. ¿Has visto a algún dios?
—No. Cuando crucemos esa línea de árboles, llegaremos a las afueras de Kaenpolus. Estate preparada. Pueda ser que...
—Boyr Thelos! —exclamo, ante una impresionante visión.
El muro de árboles me ocultaba un alto muro de piedra, que parece haber sido hecho con la falda de una montaña. Son dieciocho escalones los que me separan de una puerta quebrada de piedra negra, cubierta de musgo rojo palpitante, flanqueada por dos altas columnas, adornadas con runas y figuras atacando a otros galameth, llevando cabezas cortadas y bebiendo de los cuellos de sus víctimas. De los capiteles sobresalían dos esculturas de dos seres antropomorfos, alados sujetando el cornisamento, en donde destacaba un frontón con un trono esculpido, en donde se sentaba una figura que bien podría ser Lavos por su terrorífica apariencia.
—Lavos Nephoar o Puerta de Lavos. En el antiguo y olvidado idioma eremav: Kaen Ferjul. Kaen es el nombre con el que Lavos se dio a conocer a nuestro pueblo.
—Kaenpolus entonces significa...
—Pueblo de la Muerte. Porque Kaen en galame significa muerte y polus... bueno, lo dejo a tu criterio. ¡Estás aprendiendo mucho conmigo!
Me molesta que se burle de mí en esta situación. ¡De verdad que lo mataría si pudiera!
—¿Algo que deba de saber antes de traspasar sus puertas?
—Sólo pueden pasar esta puerta aquellos que sean indignos de ser llamados seres santos y sin mácula. Es decir: no puedes ser pura. También, tras nuestra caída, se necesita haber tomado algo de este bosque para no ser fulminada por su poder —indica. Lo miro con los ojos entrecerrados, dilucidando si beber aquella sangre era algo inevitable—. Yo creo que cumples con creces todas estas condiciones.
—¿Cómo las traspasó Ricca entonces? —No hay muchos seres más puros e inocentes que una niña de tres años.
—Los niños son siempre bienvenidos.
—¿Cómo?
—Son muchos los huérfanos que han terminado frente a estas puertas formando parte de la población eremaven. Llegados a una edad, se les transformaba o tenían que dejar Kaenpolus.
—¿Habéis abandonado a niños en el bosque?
—Adolescentes más bien. Cuando cumplen quince años tienen que tomar la decisión. Quedarse ahí supondría una muerte dolorosa y larga. Por lo que o te conviertes o dejas la ciudad.
Iba a reprocharle algo a Erenz, pero es inútil. Cualquier ser que more en el bosque tiene otros valores... Bueno, en el resto de Galam no es que seamos mejores.
Resoplo y empiezo a subir los escalones, tan asustada como emocionada. El corazón me late desbocado. No sé qué me voy a encontrar dentro de Kaenpolus. El pueblo de la muerte bien podría estar plagado de más monstruos, dioses u otros seres que estén aguardando su oportunidad para tomar mi vida.
Llego a la puerta de musgos y líquenes palpitantes. Todo ese conjunto de organismos de color carmesí parece tan distinto a los que he podido ver en Dëkifass o Tempros. Estos son más... nocivos. Siento el peligro en cada latido. No sé si será una medida de seguridad que aguarda a que dé un paso en falso para envenenarme o atacarme, o que simplemente son así.
Volteo la cabeza y de reojo veo a Erenz esperando con una sonrisa en sus labios y no me gusta. No es de felicidad. Es como la de un cazador que ve a su presa cayendo en la trampa.
—Ckeruthelos —rezo. Sin pensarlomás, traspaso la puerta.
Ckeruthelos: Del galame: Thelos/dios te guarde.
Casi podemos sentir las dudas de Zhora y, al mismo tiempo, su decisión de seguir adelante. Esta ciudad siempre ha sido un lugar maldito (al igual que todo el bosque) y ella está ahí, todavía en pie, descubriendo cada vez más misterios.
Lo importante es que Ricca está cerca. ¡Muy cerca!
No diré nada más porque la emoción me puede y no quiero hacer spoilers. ¡Se vienen capis muy interesantes!
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