Un Pueblo Aislado
Había un pueblecito en medio de las fronteras de EEUU en un lugar muy remoto y casi sin población.
Vivían en la ladera de una montaña nevada y un río transcurría por la ladera dividiendo al pueblo en dos partes, solo pudiendo pasar a la otra por un gran puente de piedra de hace centenares de años que construyeron los antiguos nativos de allí.
El río es de un agua azulada y cristalina, agua muy fría que es producida por el deshielo del pico de la montaña que rodea al pueblo.
Ese pueblo constaba de decenas de casas hechas de madera y piedra con un decorado antiguo, con muebles de madera con tallas, alfombras de piel de animales, iluminado con velas y con lamparillas sencillas.
Ese pueblo en concreto tenía muy buenas vistas y era muy bonito, rodeado de naturaleza y repletos de bosques oscuros que rodeaban todo el pueblo.
En el centro de esa civilización había una plaza hecha con suelos de piedra lisa y había un roble gigante y robusto con grandes raíces tan resistentes como el acero y ramas muy pobladas de hojas.
Ese árbol llevaba allí desde hacía milenios y desde que hay gente viviendo allí cuentan la leyenda de que ese roble es la protección de aquel pueblo de unas criaturas que residían en el bosque que rodea al pueblo, el Bosque Maldito, que era como llamaban allí a ese bosque que no llega ni un haz de luz por los árboles que lo poblan y que intimida tanto entrar.
En ese lugar mayoritariamente vivían ancianos y personas mayores, pero entre esa multitud había un grupo de chavales que vivían allí.
El grupo consta de 4 chicos y 3 chicas, los chicos son:
Mateo, un chico formal y sin prejuicios que tiene buenos principios y siempre es el más empollón de la pandilla y al que se le ocurre más ideas. El chaval, moreno con los ojos oscuros, alto y delgado, quizá un poco más de la cuenta pero tiene buen tipo y siempre tiene unos relatos muy interesantes que contar y tiene muchos buenos hábitos tanto en su cómoda casa como en la calle. Sus padres son muy sobreprotectores con él porque saben con quiénes pasan la tarde, con ese famoso grupo de rebeldes y los padres se preocupan mucho para que no se le pegue las malas influencias con las que se junta. Sus padres trabajan en un huerto al lado del río donde están las tierras más fértiles y cultivan arroz y trigo, mayoritariamente. Miguel, que es un poco más gamberro y una persona que, aunque se pueda razonar con él y preguntarles y aconsejarte en los momentos difíciles, no se puede confiar plenamente y es un pervertido. Le saca siempre los dobles sentidos a las cosas y es un experto en joderte en las sorpresas que le vas a dar a alguien así que hace tiempo que no está a la corriente de muchas fiestas sorpresas y regalos de su pandilla por miedo a que haga de las suyas. Es moreno con los ojos marrones oscuros, un marrón que parece negro y lo que más llama la atención de él es que tiene las cejas muy pobladas que hace que se vea más varonil. Él duerme en una casa distinta a la de sus padres y su hermana pequeña, ya que no tienen sitio suficiente y él decidió irse a esa casa al lado a las de sus padres, que viven en unos de los extremos del pueblo, al lado del bosque y nosotros nos burlamos de él porque siempre está con la tontería de que por la noche escucha cosas extrañas, cosa absurda porque allí se conocían todos y nadie se iba a poner a molestar a los vecinos mientras duermen. Los padres y él tienen un pequeño huerto pero sobre todo trabajan en ganadería, con gallinas y vacas.
Javi, que es el menor de los que hay en la pandilla pero a pesar de ello es un enterado y siempre sabe cosas que otros no, aunque también es muy cotilla cuando quiere. Javi tiene un increíble físico para tener 15 años, moreno con los ojos azules como el mar, un pelo suave y oscuro y una nariz chata que le acompaña a una cara aparentemente simpática, el angelito del grupo pero las apariencias engañan, nunca mejor dicho porque es un aprendiz de gamberro que cada vez sube más de nivel pero esa cara de bueno no se la quita nadie. Vive cerca del centro pero no en primera fila aunque es un buen sitio. Él tiene que pasar al otro lado del pueblo cruzando el río, que es donde viven todos sus compañeros pero para él no es problema porque le coge cerca el gran puente de piedra. Los padres trabajan de panaderos, donde su tienda es una pequeña parte de su casa. Le compran el trigo a Mateo y con otros ingredientes que ellos consiguen se ponen a hacer pan desde por la mañana. También hacen galletas y más dulces que todo el pueblo comen con satisfacción.
Fran es el cabecilla del grupo, el que es más guapo y atrctivo y el que está más bueno, aún así, todavía no ha tenido ninguna novia en su vida por culpa de ese pueblo tan reducido y falta de personal, ya que en ese pueblo podía haber dos grupos más como el de ellos de jóvenes. Es el mayor del grupo y aunque esté más bueno y tal, tampoco es tan listo como aparenta y en cualquier problema que tenga siempre saca la fuerza bruta. Es moreno con ojos marrones claros, con nariz respingona pero bonita y con un pequeño lunar en una mejilla. Su boca pequeña y sus finos labios constractan con su pelo ondulado y brillante. Sus dientes blancos como la nieve y su sonrisa cálida y suave que se quedaban en la mente de cualquier chica. Sus padres trabajan de tejedores y hacen la ropa a todos los que residen allí. Utilizan su pequeño cultivo de algodón y sus tintes caseros para hacer estupendos pantalones, camisetas y vestidos aunque lo que más bien les salía era la ropa interior, para muchos la más suave del mundo.
La chicas son:
Paula, una chica que siempre va bien vestida, da igual a dónde vayan, lo que le apasiona es el baile aunque no haya podido practicarlo nunca pero aun así sabe que lo lleva dentro. Es muy extrovertida y siempre está poniéndoles pegas a las cosas. Es rubia con los ojos verdes con una fina barbilla y una nariz chata, es atrctiva y tiene buen cuerpo. A ella le sobran los consejos de moda, ya que sus padres y ella diseña la ropa para que los padres de Fran los haga. Sus padres lo hacen bien, pero ella tiene un don para combinar colores y tipos de telas y los vestidos que mejor le sale se los encarga para ella. Ella vive en las casas intermedias del pueblo, en la parte de la derecha del otro lado del río. Ella da muchos paseos nocturnos porque le gusta ver a los búhos y a los grillos pero por mucho que quiera estar mucho rato fuera, siempre llegaba a casa antes de las 12 por la leyenda que cuentan los ancianos, que ella no se lo cree pero prefiere mantener precauciones.
María, una persona muy amable y siempre ayudando con lo que puede y con lo que tiene. Va siempre mirando de color de rosa y es una persona muy feliz y a gusto con todos los que la quieren y lo que no le falta nunca son amistades ya que es muy suelta y le gusta hacer feliz a la gente. Es delgada y no muy alta, morena con los ojos azules claros y pestañas muy largas. Su pequeña nariz chata y mofletes están bombardeados de pecas. Ella es un poco más vulnerable y se cree todo lo que se le dice y, por tanto, la vieja leyenda del pueblo y siempre sus amigos de la pandilla están siempre bromeando con eso pero a pesar de ello, ella siempre los quiere proteger. Sus padres trabajan en el campo recogiendo frutos silvestres y materiales que necesita todo el pueblo para trabajar. Ella intenta ayudar pero no le gusta ir a ese bosque aunque sea por la mañana, porque tiene pesadillas con que se pierde dentro de él por la noche y le ocurren cosa malas.
Laura, es una persona más realista y cabezota pero si tiene que elegir siempre se queda con la opción que le venga mejor a todos, piensa en los demás y nunca tiró la toalla con las decisiones que tomaba por difíciles que sean. Ella es morena con los ojos marrones oscuros. Le gusta el deporte y la música que hacían todo el pueblo todos los fines de semana, cuando se ponen alrededor de una gran hoguera de leña y sus compañeros y ella se ponen a cantar canciones tradicionales de allí. Le encantan los animales pero lo que no le gusta son los bichos, los odian. Sus padres trabajan cuidándoles los caballos a la gente y criando a los suyos propios y así poder venderlos después o quedárselo dependiendo de la calidad del que sea. Ella, como era de esperar, sabía montar a caballo. Laura, María, Javi y Fran eran los únicos que sabían montar a caballo, cosa que era fundamental allí para llegar de un lugar a otro rápido porque aunque no sea un pueblo muy grande, como no sean por caminos no se puede andar bien por ese tipo de suelo y se tarda bastante en llegar a un lugar lejos.
Allí en el pueblo no había reglas ni leyes que impidieran hacer ciertas cosas, pero lo que nadie nunca hace ni haría es vivir en ese bosque que rodea el pueblo, ya sea porque no entra ni un hilo de luz o porque tienen miedo de una antigua leyenda que se contó de generación en generación desde los primeros nativos que residían allí sobre lo que ocurría por la noche en ese lúgubre lugar. Todos respetaban esas horas y nadie se le ocurría vivir allí menos un hombre, de elevada edad que muchos dicen que vive en el bosque porque de vez en cuando va al pueblo a comprar papel y tinta y se adentra en el bosque y no vuelve al día siguiente. Es un hombre muy peculiar y nunca le llaman por su nombre, porque nunca le han preguntado por el miedo que le tiene todo el pueblo a ese señor. Evitan hablar con él, tanto porque hay rumores de que él vive en el bosque y porque tiene unas pintas muy raras y es muy sospechoso.
Allí no había moneda, lo que vivían todos en comunidad y se intercambiaban cosas que necesitaban y prestaban cosas. Eran todos conocidos y se confiaba el uno al otro.
Como cualquier otro día, la pandilla quedó a la sombra de un árbol para tomar su merienda y para que sus caballos pastaran hierba en una parte del bosque que no estaba lejos de la entrada del pueblo. Se estaban burlando un poco de Miguel porque les dijo que cuando se levantó para ir al baño de su casa había escuchado cosas extrañas, como que arañan el cristal o que golpean la puerta e insistió de que cuando volvió a su cuarto, desapareció un lápiz que tenía en la mesa cuando antes de dormirse estaba dibujando con él.
Los amigos se cachondeaban de él diciéndole que habría sido las ramas de los árboles que tiene al lado de su casa los que golpeaban el cristal, algún mapache que estaba haciendo de las suyas y golpeaba la puerta, la ventana de su cuarto que tiene salientes en la madera por donde entró el viento y tiró el lápiz al suelo... que era como un niño chico que se cree las historias absurdas que cuentan los viejos que ya deliran por su edad y se asusta por eso.
Miguel, indignado les dice a sus compañeros que se queden a dormir esa noche en su casa, que tiene dos camas más y los demás se traigan sus sacos de dormir. Ellos al principio no querían porque decían que tenían cosas que hacer, ponían excusas pero Miguel les dijo que con lo que tanto se burlaban de él y ahora no tenían valor de pasar una noche en su casa, que según ellos no debería pasar nada.
Después de que Miguel insistiera tanto decidieron quedarse en su casa por una noche.
Fueron a sus casas a recoger las cosas que necesitaban para dormir allí y pronto se pusieron en marcha, algunos teniendo que pasar por el puente hasta llegar a la casa de Miguel. Ya todos allí dejaron los sacos y dieron un paseo. Serían ya las 22:20 porque ya estaba anocheciendo. Tenían que estar en casa antes de las 24:00. Fueron a la orilla del río que estaba cerca de la zona y pasaron el rato mirando como nadaban los peces, mientras que Javi los espantaba intentando atraparlos.
Después de dar una vuelta se quedaron en la casa hablando y acariciando al caballo de Miguel que tenía amarrado a un póster de su casa.
Serían ya las 23:45 y todos se quedaron dormidos.
María, y Laura se despertaron por el chirrido de una puerta. Se quedaron calladas, sin poder reaccionar y poco a poco fueron despertando a todos los miembros del grupo.
Dijeron que sería el caballo que está empujando una puerta y que no le dieran importancia, pero el chirrido se sumó a un ruido de pasos que se escuchaban de fuera, del ruido que se hacía al arañar una ventana con algo puntiagudo donde se veía una sombra desde la ventana, un ruido que hacía al subir la cuerda metálica del pozo y esos ruidos juntos en tan poco tiempo hizo que Fran se levantara de un salto y encendiera la luz.
Todos los ruidos acabaron. Fran estaba a punto de decir una palabra cuando se apagó la luz sola y empezaran otra vez esos ruidos, más fuertes que antes y los chicos lo único que podían hacer era taparse los oídos. Después de unos intensos 20 segundos paró ya todo de golpe y se encendió la luz poco a poco. Estaban todos paralizados, no se atrevían a moverse ni a decir una sola palabra y, finalmente Miguel se asomó por la ventana de su casa pero no vió nada. Abrió la puerta y vió que estaba arañada por fuera. Estaba saliendo de su casa cuando ve que su caballo ya no está.
La cuerda con la que estaba amarrado estaba rota y había un rastro de sangre que llevaba al bosque.
Cuando miró hacia aquel lado vió una sombra a lo lejos. Una cosa que parecía ser una criatura estaba observándole. Se quedó quieto y miró de reojo la casa que estaba ahí cerca y la luz que estaba encendida se apagó de repente. Eso significaba que tenía que correr.
Corrió como si le fuese la vida en ello y la criatura empezó a acercarse más y más hasta que le alcanzó y le agarró del pantalón, que se le rompió haciendo que tropezara y se cayera justo delante de su casa y sus amigos no veían nada, mejor porque sería peor ver cómo despedazaban a su amigo de la infancia y cómo lo arrastraban hacia el bosque y lo único que podían escuchar eran los gritos de Miguel dando fin a su vida.
Desde entonces el grupo empezó a investigar estos sucesos extraños que ocurrían en ese bosque y cuál fue la consecuencia de la muerte de Miguel.
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