Capítulo 41

"Todos ocultan secretos, el problema es que algunos de ellos son mortales y pueden ser tu perdición. Valiente es quien los enfrenta a pesar de ello"

Sus palabras me dejaron anonadada, mis ojos oscuros se encontraban fijos en su rostro precioso. Proseguí a corresponder al beso, le resté importancia a sus palabras.

Sólo me importaba ella en ese momento. Ella, como se sentía, como estaba, como quería estar, sólo ella.

Sus labios se movieron con seguridad y confianza sobre los míos, profundicé el acto con un empuje de mi lengua contra la suya. Se sentía tan bien besarla, la quería tanto a pesar de no demostrarlo.

La amaba.

Y aún la amo.

Las demostraciones de cariño nunca fueron lo mío, ella lo entendió siempre. Y estoy tan agradecida por eso.

—Lo sé todo. Y quiero ayudar —susurró al separarse de mí—. Quiero ayudarte, linda.

Su mirada me daba a entender que sabía más de lo que yo podía imaginar.

—Entonces ayúdame, Isabel —susurré mientras veía de reojo a Ara.

No quería que se despertara, ella sabía cosas y estaba del lado de los Sark. Jamás olvidaría ese maldito detalle, no podía, no debía.

Estuvo tras la muerte de Lila, ¿Cómo no había desconfiado de ella antes? Oh, sí, porque resulta que siempre fue una excelente doble cara.

Nunca hubiera sospechado de ella de no ser que la escuché esa noche. Debí darle las gracias merecidas a William por abrirme los ojos.

—Sería mejor que dejáramos de hablar, ya sabes... —murmuró en referencia a la castaña que dormía en su cama.

Asentí comprensiva y me acerqué a mi cama para recostarme. No dormiría, últimamente se me dificultaba demasiado conciliar el maldito sueño, así que me quedaría despierta hasta que me durmiera o llegara la hora del desayuno.

De refilón, pude apreciar como Leyla se acercaba para sentarse a mi lado. Alcé las cejas un poco confundida y sorprendida a la vez, estaba segura de que quería dormir conmigo.

—¿Puedo dormir contigo? Mis... mis pesadillas regresaron... pero prometo no patearte si aceptas —aseguró con una leve sonrisa que se asomaba por su rostro.

—Claro —me limité a responder, dejé un espacio para ella—. Sabes que puedes pedirme lo que quieras.

Ella no acotó nada más, se recostó en mi cama después de unos segundos y se detuvo a mirarme con sus orbes verdosas con toques grisáceos.

Pequeñas motas de confianza se reflejaba en ellas. También existían vestigios de tristeza.

—Mañana te diré todo lo que quieres saber —musitó antes de acariciar un poco mi barbilla.

—De acuerdo, Fresita —murmuré en respuesta, dándole un corto beso en los labios.

Sus mejillas se tiñeron de un leve rojizo, dándole un aspecto más tierno del que ya tenía. En un movimiento corto, se dio la vuelta, dándome la espalda.

No me había dado cuenta hasta ese momento, que aún teníamos ropa que no eran nuestros pijamas y que ella tenía un tatuaje de mariposa con un ala partida, en el hombro, junto con una pequeña cicatriz en forma de x.

Definitivamente Leyla Isabel Van ocultaba más de un secreto. Y cada uno de ellos, sin saber que era, me atraía aún más hacia ella. Su linda personalidad tan cordial y noble terminaba de hacer la combinación que yo llamaría "perfecta".

Ella era perfecta para mí.

...

No tuve una mala noche, pero no pude dormir ni un rato. Mi cabeza pensaba en distintas posibilidades, diferentes escenarios; intentaba encontrar las respuestas que estaba buscando desde un principio. ¿El problema? Mi mente terminaba siendo una hoja en blanco.

«¿A qué le temen tanto en Grelim

—Cariño, ¿Crees que esta camiseta me queda bien? —preguntó Leyla, con una sonrisita.

Observé la camiseta que llevaba puesta. Era en un color burdeos, de mangas largas y hombros descubiertos, ajustada al cuerpo y con algunos brillos por esa zona.

—Te queda estupenda. Todo te queda perfecto, Fresita —aseguré honesta, sin despegar mi vista de ella.

Lo más probable es que esa conversación haya sido la más normal que tuve estando dentro de ese Internado maldito.

—Gracias, Nia —me lanzó un beso y fue a colocarse su chaqueta del uniforme. Al parecer ella no llevaría puesta la camisa del uniforme.

Llegábamos tarde a clases y ninguna de las dos le importaba ese hecho. Tanto ella como yo sabíamos que necesitábamos un tiempo a solas para hablar de lo que sea, antes de hablar de ese tema.

En lo que ella se terminaba de vestir, yo me quedé escudriñando con la mirada nuestra habitación. Nunca le daba suficiente atención a ese espacio que se me había asignado con Leyla y Ara.

Al llegar a la pared de Leyla, me detuve en varias fotos que estaban colgadas y otras reposaban en su mesita de luz. Eché un vistazo a varias de ellas.

Una era de quienes suponía eran su familia, sus padres, dos hermanos y ella en el medio, se veían tan felices y parecidos. Sentí un poco de pena por el hecho de que unos de esos chicos ya estaba muerto, la pérdida de un familiar te marca de por vida.

Incluso cuando aprendes a convivir con el dolor que te provoca. Una muerte cambia tu vida.

Dirigí mi atención a las otras fotografías que eran de ella y diferentes chicos, ya los había visto antes en ese cuarto cargado de fotos y espejos. Al parecer, según le había escuchado decir a Adielt, todos estaban muertos.

¿Por qué Leyla tenía fotos con muertos? Y no me vengan con que podía ser una casualidad, porque no creo que existan.

A esas alturas, ya nada era una sencilla coincidencia. Todo estaba conectado, no importaba si se trataba de un hilo fino y casi roto lo que unía las piezas. 

—Ya termi... —dijo, pero se interrumpió al verme husmeando por ahí—. Nia...

—Ara también te engañó, ¿Verdad? —escupí sin tapujos. Mi voz salió dura y a la vez un tanto resentida—. Por eso quieres ayudarme.

—Sí —se limitó a responder—, pero te juro que puedes confiar en mí.

Alcé una ceja, un poco dudosa, pero luego suavicé mi expresión. Ella no tenía razones para mentir y su lenguaje corporal no indicaba nada raro, sólo tranquilidad.

...

Cuando cayó la luz de la luna, logré escabullirme entre los pasillos del internado para poder forzar la puerta de la oficina de la directora y entrar en esa sala. Las cámaras no habían logrado captarme, no sé si pensar que por fortuna o porque fui lo bastante ágil.

Una vez dentro de ese despacho, suspiré aliviada y me encaminé hacia el escritorio. Si bien yo trabajaba junto a los chicos, necesitaba investigar algo por mi cuenta.

Algo de lo que no me había percatado antes, pero que cuando pude verlo, necesité investigarlo. Averiguar si era real o una maldita mentira más. Todo el colegio, toda esa sociedad estaba construida a base de mentiras.

Coloqué la contraseña y entré a la computadora de la madre de Lucas poco después. No estaba nerviosa en lo absoluto, más bien me generaba cierta intriga lo que pudiera encontrar en ese espacio. Aclaré mi garganta, para luego navegar entre los archivos y carpetas que abundaban hasta que hallé lo que buscaba.

Oí el sonido de la puerta al abrirse y levanté la mirada con rapidez, Leyla me miró en un intento de tranquilizarme. Respiré más tranquila, le sonreí e hice un ademán para que se acercara.

—Me lo pensé mejor y sí, acepto ayudarte en lo que quieres buscar —susurró, apoyando su cabeza sobre mi hombro. Su suave aliento chocó contra mi rostro—. ¿Qué necesitas?

—¿Alguna vez escuchaste hablar del archivo IST-10? —inquirí, centrada en la pantalla.

Una carpeta con las siglas y número que había mencionado, se encontraba entre las carpetas de los alumnos de mi curso. Estaba al lado de la de Ira Smith, que maravillosa casualidad, ¿Verdad?

—¿Qué es eso? No escuché sobre algo así —respondió, confundida. Relamió sus labios—. Bueno, en realidad no lo recuerdo.

—Alguien lo mencionó, bueno, en realidad fue la secretaria en el desayuno —detallé mientras cliqueaba sobre la carpeta—. Parecía preocupada por eso. Bah, supongo que estaba así.

Tras un par de segundos, la carpeta se abrió. Desplegó una gran cantidad de archivos, videos e imágenes. Eran un total de cien archivos guardados.

Las fotos y videos eran los más pesados, los archivos word apenas ocupaban megabytes. Arqueé las cejas, interesada por ello.

Lo primero que decidí hacer fue revisar uno de los archivos word. Me llevé una sorpresa al notar que se trataba de biografías de Ira Smith, Thelonius Aret y una tal "S".

Nombre del alumno: S anónima.
Edad: 17 años.
Procedencia: Desconocida, pero puede ser asiática.
Estado actual: Desaparecida

La alumna ha desaparecido hace más de un año. No hay rastros de ella, pero se cree que se fugó.

Aún sigue siendo miembro de IST-10. Sin ella, el resto no puede empezar.

—¿Qué mierda? —me extrañé cuando el archivo se cerró solo, sin darme tiempo a leer algo más—. ¿Qué carajos?

Intenté abrirlo de nuevo, pero fue un vano intento.

—¿Leíste lo mismo que yo? —cuestionó mi acompañante, rígida.

—Sí... —vacilé—. ¿Qué mierda acabamos de leer?

Suspiré para no darle más vueltas al asunto, que claramente era importante, pero necesitaba un poco de serenidad. Luego, cliqueé sobre un vídeo cualquiera, titulado "05/10/11. 1i". La pantalla al instante se tornó negra en su totalidad, respiré un tanto impaciente, luego regresó a la normalidad.

El vídeo poseía una duración de unos diez minutos. En el comienzo se podía visualizar al comedor, los alumnos sentados en las distintas mesas hablando serenos, parecía ser una grabación de una cámara de seguridad.

Al cabo de dos minutos de grabación, una persona encapuchada entró a la escena, por la altura y lo holgada que estaba su ropa, no se podía distinguir si era un hombre o una mujer. Llevaba un bidón de gasolina en una mano y una caja de fósforos en la otra.

El minutos siguiente eran gritos de personas y llamaradas de fuego anaranjado que cada vez cobraban más altura, más volumen, y causaban más terror. Las cenizas volaban en todas las direcciones, impregnándose en el lente de la cámara, lo que volvía a la grabación cada vez menos nítida.

Los siguientes minutos eran las distintas habitaciones del internado inundadas en llamas. Todo el colegio ardía en fuego, en cenizas, en gritos de dolor.

«El vídeo está cortado. Falta la parte en donde la persona quema todo»

Cuando la grabación acabó, Leyla y yo compartimos una mirada impactada por lo que vimos. Ella lo estaba más que yo.

—La i en el título, ¿Significaba incendio? —pensó en un susurro.

—Y si era la primera... ¿Cuántas más hay? —murmuré, dubitativa.

Nos encontrábamos frente a más de lo que podíamos imaginar. A imágenes que podían consumirnos, adentrarnos a un mundo lleno de oscuridad. O desatar un completo caos.

...

Al día siguiente, en horas de la tarde, había decidido tomar un poco de aire fresco. Mis ansias por descubrir lo que se ocultaba tras la fachada de colegio perfecto, me consumían un poco. También estaban mis ganas de acabar con los Sark, esas se apoderaban de mí hasta extremos que no creía que existían.

El viento soplaba sin mucha fuerza ese día, provocando silbidos un poco molestos. Mientras me recostaba contra una de las paredes, visualicé como una silueta se formaba enfrente de mí.

Mi reacción no fue nada extraña, sólo me quedé observando a la figura delante de mí.

Era yo misma, pero sin ojos, sólo dos agujeros negros que parecían no tener fin. Retrataban lo que era un abismo infinito, uno lleno de dolor, de pesadillas cumplidas y sueños frustrados.

Me mantuve estática, fijándome que es lo que hacía mi "clon", por así decirlo. No hacía nada, sólo parecía observarme a través de esos pozos sin fondo, tan profundos que parecía como si el abismo te quisiera tragar.

—¿Qué quieres?¿Quién eres? —pregunté fría y sin miedo.

Ese tipo de sucesos ya no causaban nada en mí. Por más irreales que fueran, se habían convertido en acontecimientos normales.

Mi clon no respondió, comenzó a caminar hacia un punto en específico. Decidí seguirla, con cuidado de no ser vista por las cámaras o algún otro alumno.

Mientras más la seguía, me daba cuenta de que nos acercábamos al edificio de la universidad. Una teoría cruzó por mí mente, tal vez ella me estaba llevando al lugar que yo quería llegar.

Tal vez.

O tal vez no.

Sus pasos no se oían, estaba más que claro que sólo yo podía verla, pero esa situación se sentía tan irreal. No era como los otros fantasmas que pude apreciar en otras ocasiones, ellos parecían ser más reales que mi otra yo.

Asumí que era porque yo estaba viva, mientras que los espíritus que me hablaban estaban muertos.

Al salir de mis pensamientos, noté como nos había detenido de repente. Mantuve mi mirada enfocada en esa silueta, con los brazos cruzados, esperando que haga algo.

Vi como se agachó de manera robótica, buscando algo en el césped y arbustos de flores, mi interés fue notorio ni bien observé sus acciones más de cerca. Buscaba algo con tanto ahínco, tanta desesperación.

Después de unos minutos, que imagino no fueron más de cinco, encontró lo que estaba buscando. Arrancó un par de hojas del suelo y unos cuantos puñados de césped antes de dejar descubierta lo que parecía ser una trampilla de metal.

Intentó tirar de ella hacia arriba, pero esta no se abrió, dando a entender que estaba cerrada desde dentro.

Pareció soltar un suspiro ante esa acción fallida y se giró a verme. Sus agujeros no me intimidaron en lo absoluto, nada de ella me causó miedo. Mantuve mi actitud sosegada todo el tiempo.

Soltó otro suspiro, esta vez más pesado, antes de murmurar:

—Eres la siguiente. Ya has encontrado tus respuestas. La x significa blanco. Peligro.

Mercink~

¡Buenas, buenas! ¿Qué tal están? Espero que bien, y si no es así, les mando abrazos para que reciban buenas vibras uwu. Lamento tardar en actualizar.

¿Qué creen que haya sido eso?¿Sueño o realidad?

¿Qué es lo que sabe Leyla?

¿Cuáles son esas respuestas?

¿Y esas grabaciones?¿Hubo un incendio o no? 👀

¿Opiniones del capítulo?

¿Qué opinan del cambio de Vania?

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