Capítulo 3

"El final es el comienzo de algo nuevo"

Luego de esa tediosa clase y otras cuantas más, llegó la hora del almuerzo.

Ara, Leyla y yo nos dirigimos al comedor a buscar un lugar para sentarnos.

Creo que fue uno de los varios y pocos momentos en los que extrañé a mis viejas amigas. Sobre todo a mi casi mejor amiga, Adrianne.

«Las cosas no salen como uno quiere a veces, este es el precio por entrar aquí»

Lo sé, en ese momento no me arrepentí de dejar una vida atrás. Una vida perfecta.

Una vez nos sentamos ya con nuestras bandejas, ellas comenzaron a comer. Pero yo no, lo cual era extraño, puesto que amaba y amo comer.

¿La razón?Me sentía intranquila, sin ningún motivo, pero en fin. Eso era.

—Come o se te enfriará. Necesitas nutrientes para seguir el día —aconsejó Ara mientras pinchaba una papa frita con su tenedor, para luego llevársela a la boca.

Asentí sin mirarla y comencé a cortar el pedazo de carne que tenía en mi plato. Tenía razón, tenía que nutrirme para afrontar lo que quedaba del resto del día.

Mientras masticaba un pedazo de carne con una papa frita, oí unas pisadas acercarse. Parecían provenir de unos zapatos de hombre, puesto que el ruido que provocaban era diferente al que acostumbraba escuchar.

—Hola, hermosuras —saludó una voz masculina. Sí están creyendo que su tono de voz era seductor, están equivocados. Su tono era gélido, casi que congelaba como un hielo recién sacado del refrigerador.

—¿Qué quieres ahora, Smith? —bufó Leyla, notándose bastante enfadada.

—Me deben algo —comentó mientras se alejaba de mí.

Tomé valor y levanté la mirada de mí plato para observar a ese tal "Smith". Sus ojos azules se encontraron con los míos por unas milésimas de segundos antes de dirigirlos a los de Ara.

—Ya lo dejé pasar muchas veces —se acercó a la mesa otra vez y miró detrás de él—. No lo dejaré pasar esta vez —hizo una extraña seña con sus dedos, como un... ¿Cuadrado o círculo?No supe distinguirlo bien en ese momento.

Aparecieron unos adolescentes, dos chicas y tres chicos, quiénes levantaron rápidamente a Leyla y Ara.

Yo me mantuve inmóvil, espectante. No sabía qué hacer.

—No te tengo miedo, imbécil —alzó la voz, Ara. Estupefacta, miré a mi alrededor, todos observaban.

Observaban con aparente miedo y otros con tranquilidad.

Smith me volvió a observar y luego sonrío levemente.

En un abrir y cerrar de ojos, Leyla golpeó a la chica que la sostenía en el estómago, provocando que ésta se quejara por el dolor. La adolorida, le propinó un golpe en el rostro, quizá en el pómulo.

Ara le encajó un codazo a los que la sostenían y los intentó tirar al suelo, pero el chico que se acercó hace unos minutos él solo, la lanzó sobre la mesa. Partió a la pobre mesa por el medio con el impacto.

«Ay, ay, estas mesas de papel...» pensé divertida.

—Déjalas —ordené al ponerme de pie. Mi voz sonó débil, baja. Él se rió como si hubiera escuchado lo más divertido del mundo.

No lo pensé y me lancé sobre él, propinándole un golpe en el hombro y otro en el rostro, pero él fue más rápido y lo esquivó.

—¿Qué está pasando aquí? —habló una voz adusta a nuestras espaldas, me encogí de hombros y me levanté.

—Nada, directora, no ha pasado nada. Sólo hablábamos con las chicas —respondió una de las chicas con sosiego.

—Todos castigados, los Smith y Wills se encargarán de limpiar los baños. El resto le toca el comedor y todas, TODAS las aulas —enfatizó lo último con severidad—. Qué pena por usted, Vantest —se lamentó al reconocerme.

«¡Wee, no es justo!¿Qué tenía que ver?Siempre entrometiéndome donde no me llaman» me regañé mentalmente. Y suspiré

¿Qué esperaban que hiciera?¿Qué me quedara como una estatua mientras golpeaban a mis compañeras de cuarto por algo que supuestamente les debían?

No, no dejaría que algo así ocurriera. Las consideraba mis amigas y siempre defendería a toda persona que considerara amistad mía.

Yo era así, nada iba a cambiarlo. Aunque me había ganado un castigo innecesario, fue por un bien.

Visualicé el rostro de Smith, que mostraba cero arrepentimiento por lo que acababa de pasar. A su lado se encontraba una chica, unos centímetros más baja que él y con características similares a él, que si mostraba un poco de arrepentimiento.

Le lanzó una mirada asesina y se fue por la puerta, dando grandes zancadas. Obviamente se notaba su enfado.

Leyla tiró de mi brazo y me alejó de aquella escena, pero mi mente estaba tan distraída en una sola cosa...

«¡No terminamos de comer!»

—¿Alguna de ustedes me puede explicar que acaba de pasar? —inquirí con cierta confusión, alternando la mirada entre Ara y Leyla.

Ara suspiró, antes de decir:

—Por lo que más quieras, Dafne, mantente alejada de ellos —advirtió en un tono algo misterioso mientras sus ojos estaban cargados de pesadumbre.

Arqueé las cejas, pasmada.

¿Por qué me decía todo eso?No había razones, bueno quizá sí las había: esos chicos las habían golpeado sin motivo alguno.

—Vayamos a pedir unos hielos —sugirió la pelirroja, intentando bajar la tensión del ambiente. Recién había notado que su pómulo estaba un tanto morado, supuse que por los golpes que se había dado con ellos.

Intenté quitarle importancia al asunto para calmarme. Las seguí hasta la cocina, donde solicitaron unos pares de hielos a una cocinera y luego nos retiramos de allí.

Di una mirada hacia el comedor, todos habían vuelto a su almuerzo normal, como si nada hubiera pasado.

Era tan raro ese lugar.

Mercink~

¿Quiénes serán esos chicos?

¿Por qué Ara le dijo eso a Vania/Dafne?

¿Qué les pareció?

Este capítulo fue un poco raro y misterioso, pero bueno. Espero que les guste la historia.

Nos vemos~

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