Capítulo 2
"A veces las cosas resultan un poco aburridas"
No recuerdo en qué momento me dormí, pero desperté al día siguiente con toda la espalda contracturada. O al menos una buena parte.
Moví mi cabeza para un costado, encontrándome con la mirada verde de Leyla. Sus ojos me escrudiñaban con intensidad.
—¿Qué? —solté sin pensarlo.
Ella no respondió, dejó de mirarme y se volteó a su costado para susurrarle algo a una chica que estaba a su lado.
—Soy Ara —se presentó la chica. Tenía ojos cafés y el cabello castaño.
Me permití sonreír un poco, parecía simpática. Aunque debo reconocer que todos podemos aparentar cosas que no somos. Y ella quizá era o no, la excepción.
—Dafne —me presenté con simpatía.
—Ella es la nueva. Será nuestra compañera de cuarto —le explicó la pelirroja a la castaña. Me limité a asentir.
De repente sentí una tremenda curiosidad por saber que hora era. Leyla pareció leerme la mente, pues me dijo la hora:
—Son las 8:40am, ya llegamos tarde —me dijo en un tono despreocupado.
Alcé las cejas, sorprendida por su indiferencia a ello. ¿Acaso a esta chica no le importaba llegar tarde a clases?
Me levanté de la cama a la velocidad de un rayo. Fui hacia mi armario a buscar que ponerme o ver si tenía mi uniforme allí.
Supuse que debíamos usar uniforme.
—Tu uniforme está en el baño —me informó Ara—. Ve y dúchate rápido si quieres. Pero debes ponertelo. Salvo los fines de semana —explicó con sosiego.
Asentí lentamente y busqué ropa interior para cambiarme. Corrí al baño.
Abrí la llave del agua y dejé que cayera mientras me desvestía. Luego me introduje en la ducha y me bañé.
Después de un rato, estaba terminando de vestirme cuando Leyla me gritó que teníamos que irnos.
—¡Ya voy! —grité mientras dejaba mi cabello suelto, no había tiempo para recogerlo. Salí torpemente del baño y me dirigí con ellas al exterior de la habitación.
Con disimulo, revisé la hora en mi celular. ¡Eran las nueve de la mañana!¿En qué momento había transcurrido tan veloz el tiempo?
Me distraje tanto en mis pensamientos que no fui capaz de darme cuenta de que ya estábamos en la puerta del aula.
La castaña abrió la puerta y entró, seguida por Leyla. Opté por imitarlas y entré, obviamente cerrando la puerta luego.
Varias miradas recayeron en mí. Miradas maliciosas, burlonas, indiferentes, estoy segura que de todos los tipos.
—Llegan tarde... —comentó el profesor, como si no supiéramos eso—. ¿Quién eres tú? —me observó de soslayo, dejando de escribir en el pizarrón.
—Soy una alumna nueva, Dafne Vantest —alcé la voz con valentía. Desde siempre había sido tímida hablando en público, pero ese día fue la excepción: no tuve miedo. Tuve valor.
Muy interesante, lo sé.
«¡Genial, Vania!Ahora te castigarán por llegar tarde, ¿Eres así de irresponsable siempre, verdad?» me regañé en un pensamiento.
El profesor agarró lo que, supongo yo, era su listado de alumnos y corroboró mi respuesta.
—Bien, siéntate donde quieras —afirmó con hastío antes de seguir escribiendo en el pizarrón.
Busqué con mi mirada a mis compañeras de cuarto y me las encontré ya sentadas. Vacilé un poco antes de caminar hacia una de las mesas del fondo, bastante alejada de ellas.
Mientras caminaba, escuché una risita burlona femenina y dirigí mi mirada a quien la provocara. Ella me devolvió la mirada, abrazando a un chico con burla.
«En estos momentos es cuando extrañas a tus viejas amigas. Ay, dios, ¿Por qué te fuiste?» me lamenté en mi mente. En verdad las estaba empezando a extrañar un poco.
—Parece una ridícula —escuché que alguien murmuró y mi rostro se enrojeció, no sé si por la ira o la vergüenza.
«¡Cuando te quedes sola con esa persona, dale con la silla!¡Con la silla!» sonreí al pensarlo.
Me dio un poco de gracia ese comentario en mi cabeza, pero tuve que contenerme de reír.
Me dispuse a copiar lo que escribía el profesor en mi cuaderno, lo había llevado por las dudas. Y realmente me sirvió, porque no tenía más cosas que mi cuaderno y mi estuche con algunos bolígrafos.
Definitivamente debería comprar útiles escolares.
—Ah y, Vantest —tardé un poco en alzar la mirada para ver al profe—. Si no entiende algo, sólo comuníquelo —asentí levemente y siguió con lo suyo.
Volví a escuchar risas, murmullos, susurros. Me removí en mi silla, incómoda, podía jurar que escuchaba cosas como:
¿De dónde vendrá?
¿Por qué es así?
¿Acaso no sabe dónde se mete?
Mejor, no debería saber nunca.
¿Por qué ellas parecen conocerla?
Se ve como una idiota, una fácil.
Tomé aire y me tranquilicé. Seguro que lo único que ellos querían era que tuviera un arrebato. Tenía que evitar que eso ocurra.
Recuerdo que apoyé mi codo sobre la mesa y descansé mi rostro sobre la palma de mi mano. Era una posición un tanto incómoda para los demás, pero a mí siempre me sentó perfecta.
Crucé mis piernas por debajo de la mesa y moví mi pie izquierdo en un intento de tranquilizarme.
Sentí una mirada sobre mí y decidí buscar al causante, encontrándome con un par de ojos verdes.
Leyla.
Sonreí con serenidad y ella me devolvió la sonrisa.
A día de hoy, no tengo ni idea de porque hice eso, pero bueno. Es una de las muchas cosas que no sé explicar.
Mercink~
Un capítulo más largo que el anterior, pero bueno, espero que les esté gustando.
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