Capítulo 17
"No todas las sombras son malignas ni todas las luces son buenas"
Me encaminaba hacia la cocina de la escuela para beber un vaso de agua, era de noche.
Habían pasado tres semanas desde el día de mi cumpleaños. Aquel día donde una chica había muerto y yo había cumplido diecisiete años.
La escuela estaba bastante silenciosa, mi corazón latía velozmente. Estaba asustada.
Y otra vez estaba esa maldita sensación de ser observada. Esa impresión de que unos ojos te espiaban.
El ambiente estaba oscuro, por lo que me mentalizaba: vas a la cocina y enciendes la luz.
Cuando giré en el pasillo, ví a un chico. Le resté importancia y seguí mi camino, pero éste me agarró el brazo e hizo que lo mirara directo a los ojos.
Estos tenían un brillo inusual. Rojizo y un tanto cristalino.
Intenté soltarme de su agarre, pero no pude y él me empujó contra una pared. Lo golpeé en el estómago y le di un puñetazo con la mano que tenía el anillo que me había dado Daniel semanas atrás.
Sin embargo, pareció no inmutarse ante mis golpes. Ni siquiera ví que haya hecho una mueca de dolor. Eso me asombró.
¿Cómo carajos podía soportar esos golpes? Ninguna persona normal podría soportar un topetazo de ese estilo en el estómago o el rostro.
Se apresuró a agarrarme del cuello, presionando esa zona sin llegar a asfixiarme, pero aplicando la fuerza suficiente como para inmovilizarme.
—Tranquila, será rápido el asunto —sacó una inyección de su bolsillo, ésta contenía un liquido azul marino y con apariencia transparente—. No te va a doler.
—¡Qué me sueltes, te digo! —le di un rodillazo y lo empujé lejos, logrando que retrocediera unos pasos. Corrí hacia la zona de la guarida de los chicos, asustada.
—No podrás escapar del verdadero peligro, Vania. Te deberás unir. Créeme que no es nada lindo, lo comprenderás llegado el momento.
Y tras aquellas palabras, abrí los ojos, sorprendida. Estaba respirando muy agitada, eso había sido un sueño.
Miré a mi alrededor, a la vez que acariciaba mi pecho para tranquilizarme. Estaba en la guarida de los chicos, pero era la quinta vez en esa semana, que tenía esa pesadilla.
Mismo escenario, distintas personas. ¿Qué mierda?
¿Que significaba?¿Qué era lo que ocurría?
—¿Vania?¿Qué pasó?¿Estás bien? —observé a Adielt en la encimera al otro lado de la habitación, sirviéndose un poco de jugo en un vaso—. ¿Te encuentras bien, Vania? —volvió a preguntar al no obtener respuesta de mi parte.
—Sí, estoy bien —musité mientras se me nublaba la vista. Las lágrimas no tardaron en caer, me sentía muy mal por aquella pesadilla.
Sin embargo, trataba de contenerlas. No me agradaba llorar en público, desde pequeña me sentí incómoda al hacerlo.
Para mí, llorar es algo personal y debe hacerse en privado. Nadie quiere estar respondiendo preguntas idiotas de personas ajenas a lo que sientes.
—Hey, hey, tranquila —se acercó a mí al verme en ese estado—. Fue una pesadilla, ¿Sí? Nada fue real —me secó las lágrimas con delicadeza—. Estoy aquí para protegerte de que algo malo te pase.
—Es la misma pesadilla todas las noches, intentan inyectarme un líquido azul, yo me niego, corro hacia este lugar y me dicen que no podré escapar del verdadero peligro, que deberé unírmele —expliqué con la voz entrecortada.
—Mientras estemos nosotros, no te va a pasar nada —me aseguró con una débil sonrisa. De todos ellos, Adielt era el que menos me intimidaba.
Asentí y me senté en el sofá, no lograba recordar en qué momento me había dormido allí. Eso era lo más extraño.
—Nosotros te trajimos aquí, teníamos que tenerte bajo vigilancia, ¿Sabes? Hemos visto a un enemigo nuestro mirándote en el almuerzo. Sonará loco, pero es mejor prevenir que lamentar —explicó con simpleza mientras se sentaba a mi lado—. Al final te dormiste y despertaste ahora. Por cierto, son las tres de la madrugada. Hace frío, abrígate. Estar enfermo no es nada bonito.
—Leyla y Ara estarán preocupadas por mí, tengo que volver —me paré y él me jaló del brazo para que yo me siente otra vez.
—No, ellas ya saben que estás con nosotros. No dirán ni harán nada por miedo. Confía en mí.
Miré a sus ojos oscuros, estos denotaban sinceridad en sus palabras. Adielt no era de hablar mucho y que hayamos tenido una conversación fluida, larga y tranquila, era bastante raro. Y lindo.
Era una persona agradable, de eso no tenía dudas.
Detrás de toda máscara de maldad, se ocultaba un corazón de los que hoy ni quedan. Aquellos que sienten como ningún otro.
...
Horas después, me preparaba un café mientras esperaba que los chicos aparezcan en la guarida. Eché una mirada a las estanterías con frascos y mi curiosidad me guió a ellas para ver.
Tomé un frasco, este contenía un líquido transparente. Miré su etiqueta, "anestesia".
Tomé otro, contenía un líquido rojo, "borra memoria".
Agarré otro, un líquido azul, "sedante general para poder borrar la memoria".
«¿Entonces esto me querían inyectar en mi sueño?¿Un sedante para borrarme la memoria?¿Eso es posible?» pensé mientras dejaba los frascos en su lugar.
—La curiosidad mató al gato, ¿No? —ironizó Stacy, volteé a verla, se recogía su cabello rubio en una coleta alta—. Deja esas cosas ahí, novata, no te incumben. No provoques que me moleste.
—¿Siempre eres así? —inquirí firme. Estaba cansada de sus burlas, de que me ignore y me aparte de todo. Estaba harta de sus insultos, porque siempre me llamaba "estúpida" o "idiota".
Simplemente estaba irritada por sus aires de superioridad.
—¿Así cómo? —se colocó un moño en su coleta, sin perder su sonrisa arrogante—. Responde de una vez, mi tiempo es valioso y no pienso perderlo sin una buena razón.
—Así de soberbia, arrogante, me tratas como si fuera una estúpida, me dejas de lado, me ignoras. No te he hecho nada, Stacy —objeté firme y un poco nerviosa, ella podía golpearme y dejarme inconsciente. Podía hacer muchas cosas y nadie lo sabría.
—Te diré una cosa, Vania —se acercó a mi, intimidante. Tragué saliva y sus labios pintados de rojo formaron una mueca—. Tú no deberías estar aquí, deberías estar en tu pueblo. No sabes nada de lo que pasa y no estoy para perder el tiempo explicándote cosas que no vas a entender, probablemente. Mejor nos quedamos así, ¿Si? Tú no curoseas y yo no te insulto.
Antes de que pudiera responder, oí como los demás bajaban. Ella y yo nos quedamos estáticas, yo acorralada contra una pared y ella casi encima mío.
—Wow, no pensé que tenías esa orientación, Stacy —sonrió divertido y coqueto, William.
—Por favor, quiero que esta zona sea inocente todavía —mencionó Blas—. En el sofá no, please.
—Pero si cuando William estuvo con A... —se burlaba Eiden, pero recibió un golpe en el hombro por parte del nombrado, lo que logró que gritara un poco del susto—. ¡OYEEEEE!
Esbocé una sonrisa cargada diversión. Por mi cabeza en un momento se cruzó el ir a buscar unas palomitas y un refresco para ver cómo discutían entre ellos.
—Imbeciles, no es lo que piensan —chilló ella, separándose de mí—. Estuvo viendo los frascos.
El ambiente de diversión y tranquilidad, se volvió uno tenso y frío. Podía sentir las miradas de todos sobre mí.
Unas penetrantes miradas que lo único que deseaban era asesinarme.
Una pena que el ambiente tranquilo se haya acabado tan pronto.
—¿Segura? —indagó Daniel y la rubia asintió. Él suspiró y se acercó a mí, para tomarme del rostro.
Y si creen que lo hizo de manera delicada, no fue así. Fue todo lo contrario.
Su agarre en mi mandíbula hasta incluso llegó a doler, me estaba obligando a mirarlo. Por más que sus ojos te hipnotizaran con lo azules que eran, no resultaba agradable verlo.
Tenía "algo" que te daba repulsión.
—No vuelvas a tocar las cosas de aquí, ¿Está claro? —me habló firme—. Por favor, Vania, ya me estás cansando con tu actitud de curiosa.
—Cálmate, Smith. Todo está bien, no hace falta que reacciones así —dije, un poco atemorizada por su cercanía. Lo aparté, alejándome lo más que podía.
¿Qué se creía para agarrarme así del rostro?
—No lo entiendes. Quieren matarte.
—¿¡Quiénes?!¿¡Quiénes quieren matarme?! —exclamé harta e irritada—. Siempre dicen lo mismo, ¡Nunca dicen quién!¿Cómo voy a saber yo sí estoy hablando con mi futuro asesino?
—Vania, no te confíes de nadie. De nosotros sí, pero no de otros —ordenó Ira—. Ni siquiera de Ara y Leyla, ¿Ok? —se acercó a mí y acarició mis hombros en un gesto reconfortante.
—Mira, Vania, no podemos decirte quiénes, porque no nos creerías. Es mejor así —suspiró él, frustrado—. De todas formas, la puerta está abierta y puedes irte. Podemos inyectarte el líquido rojo y hacer que olvides esto de lo que hablamos, no serías nuestra cómplice ni nada.
Me quedé en silencio unos minutos, pensando que responder.
—Me quedo con ustedes —respondí segura y a la vez con resignación—. Me quedo con ustedes y soy su cómplice, porque si no, dirán quién soy e irán contra mi hermanastra, ¿Verdad?
—Chica lista —sonrió la melliza del castaño de ojos azules—. Es bueno que sepas lo que te conviene, linda Vania.
¿Quiénes querrán matar a Vania y por qué?
¿Qué creen que vaya a ocurrir?¿Alguna teoría?
¿Qué serán esos líquidos extraños?
¿Y ese sueño?
Muchas preguntas y pocas respuestas por el momento 👀
Los capítulos que se vienen, son mis favoritos ❤️ Estaré tardando un poco en subirlos ya que los estoy editando. UwU
Nos vemos en la próxima actualización 💕
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