Al amor
Tienes aún ese léxico imponente, esa voz aguda que cuando hablas parece como si gritaras, tal vez hablas mucho en el espejo y no te escuchas. Como puede caber esa voz en tan pequeño cuerpo. Eres un poco envidioso y majadero, petulante y hasta soberbio, crees que tus poemas son lo máximo y no lo niego, pero tampoco deberías creerte Gustavo Adolfo; ni tú, ni yo, ni Neruda, ni Darío podrán ser como Gustavo Adolfo, tendremos que conformarnos con ser tú, yo, Neruda y Darío, y Gustavo Adolfo tendrá que conformarse con ser como él y no poder ser nada más. Y ese es el problema, yo quiero ser como tú, amar a las personas como tú las amas, con esa intensidad, con esa fuerza, ese coraje, sin temor a ser lastimado. Yo te digo muchacho tonto, esa mujer se irá y tus poemas pronto serán como los míos y tal vez allí, entonces allí, ya no querré ser como tú. Flaco loco, no ames a nadie con esa intensidad o pronto estarás con una actitud en el ártico.
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