Mis primeros escritos

YourLittleBiscuit cree que soy una plaguera y me ha retado a poner aquí mis primeros escritos.

Considero que he mejorado desde que empecé, así que me da algo de vergüenza poner este texto aquí (en serio, era una basura jaja).

Advertencia: No me hago responsable de dolor de ojos, sorpresas por clichés o que sintáis vergüenza ajena.

Era ya muy de noche cuando Tania llegó con sus amigas.

-Lo siento, chicas, es que yo... ¿chicas?

Pero ellas no respondían. La miraban con frialdad.

-Chicas... -dijo Tania-. ¿Qué...?

No pudo terminar. Celia la había agarrado por la espalda y Lucía le inmovilizaba el brazo.

-Has sido tú -siseó Valeria-. No mientas.

-¿El qué?

-Tú has hecho que el libro golpee a mi hermano -susurró Juana.

-¡Yo no he hecho nada! -Tania miró a Sandra, su mejor amiga-. ¡Díselo!

Pero la otra dijo:

-Sé lo que he visto. ¡Bruja!

Tania sollozó. Celia la golpeó en la cabeza y perdió el conocimiento...

---

Tania despertó empapada en sudor en su cama. Se sentó respirando fuerte.

-Solo era un sueño -murmuró-. Un mal sueño.

Pero no el único. Había tenido más sueños como ese desde su decimoquinto cumpleaños, cinco meses atrás.

Miró el reloj. Las cinco de la mañana. Cerró los ojos y se volvió a dormir.

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-Los gases nobles no se enlazan con otros elementos químicos -dijo Beatriz, su profesora de ciencias naturales, a la mañana siguiente-. Ahora os voy a repartir los exámenes para que veáis el resultado.

Tania miró su nota. 8'1.

Cuando tocó salir de clase, Beatriz la llamó:

-Tania, espera un momento.

-¿Sí, Bea? -como tenían mucha confianza con la profesora la llamaban así.

-Tienes ojeras. ¿Estás bien?

-Tuve una pesadilla. Nada más.

-Si te encuentras mal, dímelo, ¿vale?

-Vale.

Después tenían clase de ciencias sociales. Gerardo, su profesor, estaba explicando. Tania no le escuchaba porque no le interesaba la lección. El sueño vino a su mente... «Bruja». Tania cerró los ojos...

Se durmió. La despertó el grito de Pablo:

-¡Ah! ¿Pero qué...?

Su mesa flotaba. Tania lanzó un grito de sorpresa y de golpe la mesa bajó al suelo. Llevaron a Pablo a la enfermería, todos creían que había sido un efecto óptico.

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Tania volaba en libertad, pero de pronto vio algo bajo ella. Una ciudad en ruinas. Se acercó y vio edificios destruidos y mucho polvo. A la izquierda había una mujer de pelo negro, ojos verdes y una túnica de plata con bordes verdes. La miraba.

-Yeria -dijo.

-¿Quién eres?

-Me llamo Seleria -dijo la mujer de la túnica de plata-. Ya sé que tú eres Yeria.

-No, yo soy Tania.

Seleria enarcó una ceja.

-¿No lo sabes? Mira la ciudad. ¿Qué ves?

-Destrucción.

-Mira a la derecha.

Había un borde. Tania deslizó la mirada por él y vio que era un marco. El marco de un espejo.

-Eso es lo que eres -susurró la mujer de la túnica de plata-. Destrucción. Pero eres la única que no lo sabe. Tus padres también lo saben. Y tu hermano también.

-¿Lucas? Pero él me lo cuenta todo.

-Te han mentido. Ahora has empezado a despertar, Yeria. Pronto te dirán la verdad... Pero no te fíes de ellos. Y menos de Teúniet.

-¿Quién es Teúniet? -preguntó Tania, pero en ese momento despertó.

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En clase de lengua, la asustó el grito de Leire:

-¡Ah! ¡Mi mesa está ardiendo!

Entre todos, con los botellines de agua apagaron el fuego. Leire miró a Tania.

-Has sido tú.

-¡No es verdad!

-Sé que has sido tú.

Fernando, el profesor, las separó:

-¡No discutáis! Estáis castigadas. ¡Id a casa! Mañana os daré una amonestación.

-Pero... -protestó Tania.

-Castigadas -zanjó Fernando.

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-Qué pronto has vuelto -comentó Lucas.

-Me han castigado por algo que no he hecho -se quejó ella.

Lucas, de diecisiete años, miró a su hermana pequeña. Ambos eran rubios, pero él tenía los ojos castaños y su hermana los tenía azules.

-¿Qué ha pasado?

Tania se lo contó. Lucas parecía muy serio.

-¿Qué pasa?

El otro forzó una sonrisa.

-Nada. Leire es idiota.

Estaba mintiendo. «No te fíes de tu hermano», había dicho Seleria.

-Sí -asintió Tania-. Voy a mi habitación.

Lucas no dijo nada.

Por la noche, mientras Tania dormía, Lucas se escabulló a la habitación de sus padres.

-Mamá -susurró en su oído.

Sara lo miró con sueño.

-¿Qué?

-Creo que Tania está despertando -susurró-. Hoy una mesa se ha quemado en su clase.

-Oh, no. Ella no debe saberlo. ¿Qué hacemos?

-Ya me ocupo yo.

Sara sonrió.

-Gracias, Teúniet.

Desde la cocina, Tania, que había bajado a por un vaso de agua, lo oyó.

Tenía que averiguar qué ocurría.

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-Tendrás que encontrar a los guardianes -dijo Seleria-. Ellos te podrán contar más que yo. Y te llevarán hasta las Llaves.

-¿Qué llaves?

-Las llaves de Yutek.

-¿Yutek? ¿Qué es eso?

-Mi mundo. De ahí vengo. De ahí viniste tú. En Yutek hay cuatro dioses: Terúnek, dios padre que creó la vida; Setédenek, diosa madre que creó la tierra; Zatúrenek, dios del agua; y Yiálenek, diosa de la luz. Cada dios tiene su llave. Es tu misión encontrarlas. Solo los guardianes te podrán llevar hasta ellas. Son cuatro, uno para cada dios.

-¿Y por qué tengo que hacerlo?

-Eres destrucción, pero si encuentras las Llaves y descubres la verdad puede que no seas destrucción.

-¿Y por qué no me dices tú la verdad?

En ese momento Tania se dio cuenta de que la mujer de la túnica de plata era semitransparente.

-Soy una criatura compleja -dijo-. No está en mi mano hablar de eso.

Antes de que Tania pudiera preguntar, se despertó.

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Cuando en clase de matemáticas ocurrió algo inesperado, ella ya estaba preparada.

Pedro gritó aterrado cuando un árbol surgió en mitad de la clase y lo elevó. Muertos de miedo, todos corrieron fuera. Solo Tania se quedó dentro.

El árbol tenía cara. La cara de un hombre anciano que sonreía. Miró a Tania y sonrió más.

-Sé quién eres -dijo.

-Yo no -murmuró Tania-. Ya sabes más de mí que yo misma.

El árbol ensanchó su sonrisa.

-¿Seleria ya te ha hablado de mí?

-Tú eres un guardián.

-Eso es. El guardián de Terúnek. Ahora debes encontrar a la guardiana de Setédenek. Los guardianes de los otros dioses no están en el Yutlur, me temo.

-¿Yutlur?

-La Tierra -aclaró-. Encontrarás a la guardiana de Setédenek en cualquier montaña. Los otros, en cambio, no. La tierra de Yutek corre peligro. Toma mi llave.

De su rama más alta cayó una llave con forma de árbol.

Y desapareció.

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Tania metió dinero, ropa y comida en una mochila y salió de casa a las seis de la mañana.

Cogería un autobús hasta Santoña. Su objetivo era la Cordillera Cantábrica, y ya había estado en Santoña. Sabía dónde encontrar el albergue. Una vez ahí, dejó sus cosas y cogió otro autobús que la dejase más cerca de las montañas. Subió a una montaña y clamó:

-Oh, montañas, soy Yeria. Vengo a llamar a la guardiana.

La montaña se estremeció y de ella asomó una cara de mujer.

-Bienvenida, Yeria -dijo-. Te estaba esperando.

-El otro guardián me ha hecho venir aquí.

-Sí. Lo sé. Y te ha dado la llave. Toma la mía.

Del suelo brotó como una planta una llave con forma de volcán.

-Son solo réplicas, no son auténticas -dijo la guardiana-. Las originales están en Yutek. Tendrás que buscarlas.

-¿Y cómo puedo llegar a Yutek?

-Tus padres lo saben. De ahí venís.

Y calló. Tania se fue.

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-¡Tania! -gritó su madre al verla en el umbral-. ¡Llevas dos días desaparecida! ¡¿Dónde estabas?!

Entró en casa, y ahí sus padres le echaron la mayor bronca de su vida, pero también lloraron por ella. Finalmente, Diego, su padre, exigió saber dónde había estado.

-Yeria -dijo su hija.

Sus padres se petrificaron.

-¿Cómo lo sabes?

-Me habéis mentido -sollozó Tania-. No me dijisteis nada sobre Yutek.

-Queríamos protegerte -lloró Sara.

-Ocultándome la verdad.

-Era por tu bien.

-Os odio -escupió Tania.

-Yo quería decírtelo -intervino Lucas-. Creo que ya va siendo hora de volver a Yutek, ¿no?

-Sí -murmuró Sara-. Va siendo hora.

-Lucas... -dijo Tania.

-Ah, y no me llames Lucas -esbozó una sonrisa triste-. Ahora soy Teúniet.

-Y yo Jerut -dijo Diego.

-Y yo Leran -dijo Sara-. Y tú Yeria.

Fueron al salón y levantaron la alfombra. En el suelo había un símbolo: un cuadrado con un círculo dentro que contenía un triángulo invertido y una Y.

Teúniet lo tocó y entonó:

-Enaru rikka lare umo nitti, ei kara inzia nakamei.

Y se iluminó. Tania sintió que se desmayaba...

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Acabó en una casa pequeña con una atmósfera diferente. Sintió la mano de Leran en su hombro:

-Bienvenida a casa -había lágrimas en sus ojos castaños.

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-Señor -dijo un enano en la puerta-, tenemos noticias.

Qeron levantó la cabeza del libro que estaba leyendo.

-¿Sí, Cuarzo?

El otro tragó saliva. Los ojos azules de Qeron eran intimidantes.

-Se ha detectado una gran cantidad de magia en el oeste.

Qeron cerró el libro con tranquilidad.

-¿En el oeste, dices?

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-Tuvimos que hacerlo -explicó Jerut-. Cuando erais unos niños, algo hizo que todos los niños enfermaran. La luna, Datona, salió de día y formó una letra Y con los tres soles. En ese momento, los niños entrasteis en agonía y empezasteis a crecer sin control. Tuvimos que huir.

-Háblame de las Llaves -pidió Tania.

-Son una leyenda -dijo Leran-. Según la historia, los dioses dejaron parte de su poder en unas llaves que escondieron en Yutek. Si alguien las encuentra, alcanzará su poder. Muchos lo han intentado.

-Todos los que lo han intentado eran jóvenes y fuertes -añadió Jerut-. Creen que quien encuentre las llaves será alguien arrogante y poderoso. El que lo consiga será conocido como «el Elegido».

-Yo no creo eso -opinó Tania-. Creo que el Elegido será alguien de espíritu noble, alguien bueno.

-Yo también lo creo -asintió Jerut.

-Hay cuatro llaves -prosiguió Leran-. La Llave de la Sabiduría, la Llave de la Alegría, la Llave del Valor y la Llave de la Vida.

»Una persona muy conocida que intentó encontrar las Llaves fue Seleria. Para encontrar la Llave de la Alegría, cometió un crimen espantoso. Mató a un unicornio, criatura de la luz, después de interrogarle brutalmente para que le dijese dónde estaba la Llave de la Alegría.

«Seleria...», pensó Tania.

---

-Adewyl -sonrió complacido Qeron-. Has venido pronto.

-En cuanto me habéis llamado, señor -el elfo torció una sonrisa falsa.

-Cuarzo ha detectado una gran cantidad de magia en el oeste. ¿Qué opinas?

-Yo también lo he sentido. Antes de que lo preguntéis, sí. Semejante nivel de energía solo podía provenir de un Lector.

Qeron asintió.

-La tendré vigilada, entonces.

En cuanto el elfo se fue, Qeron miró a un punto concreto de la pared, al lado del armario.

-Sal -dijo.

Una mujer de pelo negro, mortalmente pálida y ojos verdes salió de entre las sombras. Llevaba una túnica plateada.

-Espero que valga la pena -dijo.

-Sabes que hago lo que puedo.

-Dime, hermanito, ¿qué vas a hacer en cuanto encuentres al Lector?

-Seleria, ya hemos hablado de esto. Tal vez tenga el poder necesario para devolverte la vida.

-O para ti -acusó ella-. No he olvidado que tienes intereses en esto. Estás medio muerto.

-Prefiero pensar que estoy medio vivo -repuso su hermano con una triste sonrisa.

Seleria frunció el ceño.

-Espero que no me engañes.

-Eres mi hermana -suspiró Qeron-. Pensé que confiarías más en mí.

---

-¿Y qué ocurre con los dioses?

-Ahora me toca a mí -Jerut dio un paso al frente-. Primero estaban Zatúrenek, el mar, y Setédenek, la tierra. Vivían en armonía, y de la tierra surgió un nuevo dios: Yiálenek. Más adelante, fue Terúnek el que nació. Los cuatro dises crearon a las criaturas que habitan Yutek: humanos, elfos, enanos, unicornios, hadas, sirenas y dragones. Yiálenek influyó mucho en los unicornios, hadas y dragones; Setédenek, en los enanos y los humanos; y Zatúrenek, en las sirenas.

-Los guardianes me dijeron que debía encontrar las Llaves -dijo Tania al cabo de un rato.

-Si te lo dijeron los guardianes -suspiró Leran-, es que tenemos que hacerlo. Mañana será otro día.

***

Es un ñordo, lo sé. Me justificaré diciendo que lo escribí con doce años y que era la primera vez que escribía algo en serio XD

Apenas iba por la mitad y me dije «Tengo que cambiarla». Cambié TODA la historia, empezando por la protagonista y las tremendas incoherencias. Esta historia no está en Wattpad, la tengo en el ordenador en un Word. Para mí es mi historia más trabajada, pero de nuevo me la estoy repensando porque me he dado cuenta de que tiene bastantes clichés y alguna incoherencia grave. Sin embargo, hay detallitos de esta historia de los que me siento muy orgullosa.

Sí; llevo casi cuatro años con esta novela rondándome por la cabeza, y cada vez va tomando más consistencia. Este primer texto es una mierda con todas las letras, y yo soy la primera en criticarlo.

Ahora me doy cuenta de lo mucho que he mejorado la narrativa y los diálogos jaja. Aunque bueno, cualquier cosa es mejor que este fragmento, que en su momento me pareció una joya literaria oculta (menos 50 sombras de Grey, ese se queda en el subsuelo XDD).

Si has leído esto estás nominado :D

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