Colmillos o no

Los pasos descalzos de un hombre sobre las arenas del lugar en que nació y creció, pueden indicar infinidad de cosas, pero para él, la sensación de aquellos polvos brillantinos entre sus dedos, no eran más que la fijación de la responsabilidad que se unía a su piel como símbolo de lo que su ser significaba para aquel mundo.

Había caminado infinidad de veces así... en todos los lapsos de tiempo que representaba su vida antes de llevar, con su corona en la cabeza y perdido entre los que deseaban verlo muerto.

Estar ahí... no era más que la prueba de su existencia. El remedio que su alma buscaba para sentirse viva... la señal que la vida le brindaba demostrándole que tenía voz.

La veía a la distancia, jugando cual niña pequeña a perseguir y ser perseguida por las olas, que a la orilla de la playa se asomaban con aquel característico olor salado que le cosquilleaba la nariz.

La espuma apenas y la tocaba, mientras el movimiento veloz de los pies de su amada lo mantenía atento.

Stacia se lo había dicho algunas veces... él tenía algo con sus pies...

Era verdad...

—Es inevitable, mi diosa... —cerró los ojos y suspiró. Después de todo aquellos pies la habían llevado hasta él, aún contra la adversidad de dos reinos en guerra, de la inexperiencia de una princesa que sufrida había sido enclaustrada en su propio castillo, de un príncipe cerrado y altanero...

Ella se había abierto paso como el sol.

Su atardecer se había fundido en sus pupilas hasta el punto de sentirse teñido de él.

—¡Ali! —levantó la mano en saludo, muy efusiva por la felicidad que aquel lugar le brindaba, al punto de descuidarse de escapar de la marea como lo hubo estado haciendo. Siendo atropellada por las pequeñas olas que la tiraron contra la arena mojada.

Al verla caer, su amado apresuró el paso, hundiéndose a cada uno un poco más en la arena empapada, pero no pasó mucho para que la tomara en brazos y levantara.

—No se descuide así, mi diosa... —sopló sobre su rostro, espantando algunos cabellos semihúmedos que se pegaban contra su nariz.

—Ahora entiendo eso que me dices de que te sople de frente... hazlo otra vez. —sonrió con dulzura, mientras se aferraba a su cuello.

—Usted sabe que podría ser su refrescador toda la vida...

—¿Aunque esté bañada en arena?...

—Podría usted estar cubierta de porquería y aún así... no mi diosa, olvide eso... —se sorprendió por el terrible elogio que había inventado.

—Por los dioses... —se rio discreta, pero decidió continuar. —¿Si estuviera cubierta de porquería no me besarías?... —la pregunta le llevó a pensar mucho, pero pensó que lo mejor sería esperarlo. —Fue una muy mala pregunta... discúlpeme mi señor... tal vez tentar así a la suerte no sea correcto.

—Mi respuesta... sabes que bajo cualquier circunstancia es que sí... no es eso lo que pensaba, mi diosa... —la bajó, a que se sostuviera por sí misma. Momento en que la ola los azotó de piernas, empujándolos un tanto.

—¿Entonces?... —le colocó la mano derecha sobre la mejilla. —No debes pensarlo tanto... es una broma.

—No... no lo es... ¿No te das cuenta?...

—¿De qué, Ali?...

—Eso... es algo que sus labios ya hicieron... en la realidad... —la mirada perlada del ex rey se posó sobre los delicados labios suaves de su esposa, tacto que llegó a él por sus pulgares que la tocaron sin pensar.

La diosa, al sentir la presión sobre su rostro, lo detuvo, cogiéndolo de ambas manos.

—Mis labios nunca han tocado la porquería...

—Por supuesto que sí... y todo... ha sido mi culpa... —bajó la mirada humillado por el recuerdo. —Jamás me perdonaré todo el daño que le he causado... todo lo que este hombre le ha arrebatado, mi diosa...

Entendía por qué lo decía... pero sus miedos y sufrimientos no iban a interponerse... la bestia no iba a ganar otra vez.

—En esos momentos... lo único que estos labios tocaron... fue a mi señor... porque para eso existen... de lo contrario este rostro podría prescindir de ellos...

Su amado permanecía con los ojos cerrados y la señal de malestar en las facciones. Dentro de él, el recuerdo aún vivía fresco como la sangre escurriendo de sus largos cabellos y colmillos. Envuelto en el sudor de la batalla y los días que se arrastró por la tierra del campo en busca de comida como animal salvaje y desposeído, guiado por el gruñir de su interior, mientras devoraba todo a su paso.

Y los labios de su diosa habían tocado toda su miseria estampada con la sangre seca de sus presas sobre el rostro.

—Su amor debe ser inmenso... al pensar de esa manera... y no tiene idea de cuánto la admiro... pero sobre todo... cuánto la venero mi diosa... —entre palabras se arrodilló ante ella. —¿Cómo podría una bestia devolver todo ese amor?...

—Sabes que no es necesario que actúes de esa manera... —se agachó frente a él, quedando arrodillada de igual modo.

—Encontrándome en ese estado... hasta el color de los alrededores se perdió... el día y la noche parecían uno solo... y mientras más avanzaba más me sentía desgarrar por dentro... hasta que llegó un momento en qué pensé... que lo que me estaba ocurriendo ya no tenía marcha atrás... que jamás iba a volver a verla... pero aunque llorara por aquel pensamiento... el sentimiento que tomar todas aquellas vidas indefensas me daba... me hacía sentir tan... bien... que pensé que sería mi castigo por disfrutar de manera tan aberrante... Porque fue completamente diferente a esa vez... donde tomé la vida del ministro... mis manos estaban manchadas y olían a él... pero me causaba tal asco por no recordar que había ocurrido conmigo que pensé que podría llegar a controlarlo...

Pero la verdad afloró... y es que dentro... no soy más que eso... un ser inundado en la desesperación y que nada contracorriente mientras más se hunde... Y aún así... —levantó el rostro hacia su amada, despacio, al notar que le había escuchado sin interrumpir, esperando que sacara todo lo que tenía por decir.

—Esperaba el momento en que finalmente te sintieras listo para hablar al respecto...

—No es que no deseara compartir mi sentir con usted, mi diosa... es... que se trata de vivencias demasiado terribles... jamás hubiera deseado que viviera algo como eso... que me viera de esa manera... y mucho menos que me besara como lo hizo... pero mi diosa... sin su beso yo...

—Mientras los labios que los míos besen sean los tuyos nada habrá en este mundo o cualquier otro que me impidan demostrarte cuanto te amo... cuánto significas para mí... que yo puedo ser la roca a la que te aferras al ser arrastrado por el río del que hablas...

—Lo eres... siempre lo fuiste... —sonrío dulce cual las palabras que le expresó trajeran a él las innumerables vivencias que habían experimentado juntos, desde su niñez. Al perder a sus padres y ser reconfortado sobre su tibio pecho hasta el atardecer.

—Por un momento... creí que te perdería... pero no podía aceptarlo... así como ves este mar... tan amplio y de horizontes perdidos entre la niebla... sin saber donde termina o qué tan profundo es... así era la desesperación que sentía... perdida en medio de la bruma de qué sería de mí... de Yvaine... sin ti... Imposible siquiera de imaginar...

—Stacia... —la mirada conmovida no dejaba la suya.

—Entonces mi señor... no me diga que un beso sobre la sangre seca iba a asustarme... Estoy en este mundo para ti... y si alguien debe besarte... esa seré yo... con colmillos o no. Tras sus palabras el rostro de su amado buscó el suyo para convertir en realidad lo mencionado.

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xD No podía no escribir Aliscia en la Kirito'sweek

Me hubiera gustado agregar otra escena... geme xD pero ya no pude, el tiempo me comió.

Espero lo fluff baste jajajaja.

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