Capítulo 9.
—Oigan, hoy cerramos a las siete ¿bien? —nos informó la jefa.
Todas asentimos estando de acuerdo, pero yo por dentro quería llorar porque me dolían los pies y tenía hambre.
Habían pasado cuatro días desde la última vez que había visto a Henry. No lo llamé, como él tampoco me buscó. No sabía nada sobre él, sólo había leído un artículo en Internet donde decía que tenía varias empresas y era multimillonario pero, nada sobre su vida privada ¿y si estaba casado? ¿y si aparte de tener las empresas, tenía cosas ilícitas? ¿y si era un psicópata? No podía confiarme. Por más que en el hospital me haya demostrado su ilusión de tener al bebé, no podía confiar.
Atendí a algunas clientas mostrándoles los productos y recomendándoles en base a su tipo de piel. Aunque amaba trabajar ahí, estaba cansada y quería irme a dormir. Las horas se me hicieron eternas y a cada rato miraba el reloj pegado a la pared para confirmar que hora era.
Cuando vi que ya estaba oscureciendo empecé a buscar mi bolso para salir de primera y poder conseguir cualquier taxi que viera. Bebí un poco de agua cuando sentí mi boca seca, y vi a la jefa acercarse.
—Tu novio tiene como treinta minutos esperándote afuera. —me informó.
Me asombré, no por que mi jefa se dirigiera a Henry como mi novio, sino porque estaba esperándome y no me había dado cuenta.
Al día siguiente de mi desmayo, fui a la cosmético en busca de la jefa, llamada Violeta, para aclararle el porqué de faltar ese día. Ella me recibió con una sonrisa la cual me extrañó porque pensaba que iba a botarme por mi falta, le expliqué la situación y en medio de esta me interrumpió diciendo que ya mi novio le había explicado todo y se asombró que siendo novia de un magnate estaría ahí trabajando. Sin embargo, Henry no le había dicho nada sobre mi embarazo. Tenía varias preguntas que hacerle.
—Puedes salir, las chicas se encargarán de cerrar.
No lo pensé dos veces para irme, me despedí y casi salí corriendo. Imaginaba que Henry estaba ahí para saber de mí o algo así.
El padre de mi bebé se encontraba recostado en su auto con los brazos cruzados y rostros totalmente serio. Se veía muy guapo, su traje complemente negro resaltaba su piel y la barba de pocas semanas le quedaba muy bien.
—Buenas noches —lo saludé.
—¿Por qué no me llamaste? —me preguntó, ignorando mi saludo, aún teniendo su expresión seria.
—No quería incomodar en lo que sea que estabas haciendo —le respondí.
Ya no quería irme con él así que, me giré y empecé a caminar hacia la parada dónde posiblemente conseguiría un taxi. Si Henry pensaba que porque estaba llevando a nuestro bebé tenía algún derecho sobre mí, estaba equivocado.
—Espera, Melissa, ¿a donde vas? —me alcanzó.
—A mi casa, tengo hambre.
Había comido poco en mi hora de almuerzo para evitar que me diera alguna náusea. Aunque es muy temprano para los síntomas, es mejor prevenir.
—Vamos a cenar, yo tampoco he comido. ¿Quieres pizza? —ofreció y de inmediato imaginé una jugosa pizza con mucho queso y jamón.
Asentí, sin decir nada más.
Me condujo hasta su auto y me abrió la puerta para que pudiera subirme a el. Tenía preguntas que hacerle, empezando el porqué le había dicho a mi jefa que era mi novio, por eso mi jefa estaba tratándome un poco mejor a mis demás compañeras y eso no me gustaba.
En el camino nadie dijo nada, había una musiquilla clásica de fondo con muy bajo volumen. Unos minutos después llegamos a un restaurante de pizzas, era lindo y se veía poca gente. Nos bajamos y entramos a la pizzería, el olor que tenía dentro hizo que mi estómago rugiera y temí por si Henry lo hubiera escuchado.
—¿Cómo quieres tu pizza? —preguntó.
—Con mucho queso, jamón y poco pepperoni —le respondí.
Me dijo que buscara una mesa mientras él pedía las pizzas. Conseguí una en un rincón y esa fue la elegida. Me senté y me puse a pensar que, no le había dicho nada a mi tía y a Ross sobre mi embarazo, a pesar de estar hablando casi todos los días por teléfono nunca se lo mencioné, estaba esperando verla en persona para decírselo y ver su reacción.
Mis pensamientos se alejaron cuando vi a Henry venir a la mesa. Su hermosura sobre saltaba y me gustaba eso.
—Vendrán en veinte, pedí dos pequeñas —dijo al sentarse.
—Bien —le respondí, y volteé a ver el lugar.
No quería verlo a la cara, como tampoco quería sacar mi teléfono. Henry tenía un aura que imponía pero, sentía y cuando me miraba eso se iba y sus ojos tenía un brillo particular que no sabría cómo describirlo…
—¿Cómo te fue hoy? —preguntó, viendo que el ambiente estaba raro y silencioso.
—Bien, algo agitado pero bien —respondí mirándolo—, ¿y a ti?
Ladeó su cabeza hacia un lado e hizo una mueca con su boca.
—Bien, monótono. —así sin más, dijo.
Suspiré, era mi oportunidad para preguntarle cosas sobre él.
—Henry —se sentía raro decir su nombre—, no se nada de ti y no quiero sonar mal pero, por más que esté aquí a punto de cenar contigo no significa que confíe en ti ¿bien? Sé que eres empresario y tienes varias empresas pero ¿estás casado o en una relación? ¿Por qué llevas guardaespaldas siempre, eres un mafioso o algo así? ¿cuantos años tienes? Necesito saber quién es el padre de mi bebé.
Él sonrió, como si fuera un chiste.
—Hablaste rápido —fue lo primero que dijo—, primero no estoy casado ni en una relación, si fuese así no estarías esperando a mi bebé, segundo, no soy ningún mafioso y tengo guardaespaldas porque anteriormente ya me han intentado secuestrar y algunas veces personas de la prensa me han acosado, y eso es algo que tenemos que hablar.
Fruncí el ceño procesando toda la información que me había dado. Está bien, le creí. No sentí ni una pizca de mentira en su voz así que podía relajarme.
—Bien, ¿de que hay que hablar?
—Todavía nadie conoce tu relación conmigo, pero eventualmente lo harán y es por eso que quería proponerte llevar…
—No —lo interrumpí—, no llevaré guaruras detrás de mí siempre.
—Pero es por tu seguridad y por ende, la del bebé.
—Lo sé, pero mientras no nos vinculen todavía no hay porque tener guardaespaldas.
Henry suspiró con rudeza.
—Perfecto, mi hijo tendrá una mamá terca.
Rodeé los ojos. No era terquedad, sólo que lo veía innecesario ese momento además de que no le había dicho nada a nadie sobre mi embarazo y si un día me veían con guardaespaldas se preguntarán el porqué o pensarán que estoy en malos pasos.
La pizza había llegado y no hablamos de nada más, esperaba que él me hiciera preguntas a mi pero no lo hizo, lo cual me puso a pensar que eso no le interesaba y me sentí un poco mal.
Mi pizza era pequeña con 6 piezas y demasiado queso, me concentré en comerla y nada más. Sentía la mirada de Henry en mi pero no le di importancia, tampoco tenía pena porque mi hambre era más grande.
—Hay una pregunta que no te respondí —pronunció mientras se limpiaba la comisuras de sus labios con la servilleta—, mi edad ¿cuántos años aparento?
—Uhm, ¿cuarenta?
Rió y negó.
—¿Me veo tan viejo?
Ahora fue mi turno de reír. En realidad no parecía tan viejo, pero si tenía más de treinta.
—¿Treinta y dos?
—No, tengo treinta y cinco, en un mes y algo cumpliré treinta y seis —confirmó.
No me asombré, en realidad si aparentaba esa edad.
—Yo tengo veinticinco, en julio cumpliré veintiséis.
—Lo sé —respondió asombrándome y se dio cuenta de ello, haciendo que carraspeara—, lo vi en el informe que me dio la doctora.
Asentí, sin importarme lo nervioso que se puso al momento de decirlo. Llegó la hora de irnos y propuse a pagar mi pizza a lo cual él negó diciendo que él invitó y que ya pagó. Me encogí de hombros, mejor para mí.
Me abrió la puerta de su auto cuando llegamos a él y me subí. Henry hizo lo mismo y encendió el vehículo para arrancar y llevarme a casa.
—Quiero pasar más tiempo contigo —soltó de la nada—, es decir, para poder tener la conexión que dicen con los bebés.
—Podemos planear salidas, puedes visitarme en el departamento si quieres.
—Claro —asintió no muy convencido.
Cuando vi la calle de mi edificio puse mi celular en mi bolso y lo sostuve preparándome. Dos minutos después se detuvo a la entrada de mi edificio, pero cuando iba a abrir la puerta le echó seguro.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—En realidad, quiero que te mudes a mi casa. —dijo y reí.
—Estás loco, entiendo que quieras tener esa conexión que decía con nuestro bebé pero, de ir a vivir a tu casa no lo veo bien.
Negó.
—No, no quiero decir que mañana mismo te mudes. Es un mes quizá, porque requerirás de cuidados, a alguien que cuide de ti y cumpla tus antojos y quien más que yo para hacerlo siendo el padre de el bebé.
En eso tuvo la razón. Quizás en ese momento no necesitaba a nadie ya que mi embarazo no estaba avanzado pero, ¿cuando lo estuviera quien estaría para mí? No me gustaría pasar un embarazo sola.
—De acuerdo, por el momento quiero conocerte más ¿ok? Para poder estar más cómoda al momento de mudarme a tu casa. —le dije—, acepto porque entiendo tu punto y si me gustaría una ayuda cuando el embarazo este más avanzado.
—Perfecto. ¿Ya has visto a una gineco obstetra?
—No, pero ya he buscado una y nos verá la próxima semana.
—Bien.
Abrió el seguro de la puerta pero primero bajó él para abrirme la mía. Salí de su auto y me acompañó hasta la entrada.
—Descansa, y come como es debido ¿ok?
Asentí.
—Descansa también, que tengas una linda noche.
Sonrió y se acercó a darme un beso a la mejilla, dejando su rico aroma a su paso.
—Nos vemos luego. —se despidió caminando hacia atrás.
—Adiós.
Me volteé y entré al edificio, subí por el ascensor hasta mi apartamento y fui directamente hacia mi habitación, me duché rápidamente y al salir me puse mi pijama más cómoda. El día siguiente era mi día libre así que le envié a Ross que viniera porque necesitaba hablarle sobre algo. Al poner mi cabeza en la almohada me quedé dormida.
•
Al día siguiente me despertó el sonido de mi celular, cuando lo iba agarrar la llamada se acabó y no pude ver quien era. Vi la hora y eran las ocho de la mañana. Tenía cinco mensajes de Rossy y los leí.
Ross<3:
Claro, estaré ahí.
Espera
¿Es sobre esto de lo que quieras hablar?
Porque no me habías dicho antes?!
Luego de eso envió un link, lo abrí por curiosidad y era una página de noticias y farándula. En esa había un artículo sobre Henry y… yo.
No lo podía creer, habían fotos de cuando cenamos en la pizzería, de cuando me abrió la puerta para subir a su auto, al momento de llegar a mi edificio y darme un beso en la mejilla, todo en imágenes. Había unas letras en grande que decían: «¿Por fin el empresario Henry Campbell encontró el amor?»
Todo estaba mal, y tenía miedo de que llegara a mi tía. Mis ojos se llenaron de lágrimas, y llamé a Henry sin pensarlo.
—Henry… —susurré al escuchar que contestó.
—Lo sé, dulzura, lo sé. Quédate en tu departamento, no salgas por nada del mundo ¿ok? Ya estoy solucionando —dijo—, ¡Mierda, Dereck! Denuncia a esa puta página.
—Henry, ya muchas personas lo han visto y ahora…
—Tranquila, hablaré sobre eso. Sin embargo, no te dejarán en paz. Así que, desde ahora tendrás guardaespaldas, te guste o no —su voz sonaba seria—, de ahora en adelante tendrán cuidado para todo ¿bien?
—Si —dije.
—Recuerda, no salgas de tu casa.
Asentí como si me estuviera viendo, pero era producto de los nervios. Colgué y volví a recostarme en la cama, sabía que eso llegaría en algún momento pero nunca pensé que sería tan pronto.
Le di una respuesta rápida a Ross y apagué mi celular. Ese día no tenía ánimos para nada.
•••••
Jaja los amo😭💗
Por cierto, no se si sabían pero tenemos grupo de Whatsapp sobre este lindo libro🙈 por si quieren entrar.
También les informó que hay un ship para Melissa y Henry: Henissa o Henssa.
¿Ya vieron la nueva portada? Esta linda. 💗
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