Capítulo 33.
—¿Quienes son las princesas de mamá? ¿Quien, ah? —les hablé de manera infantil a mis nenas.
Las estaba preparando para su primera consulta, aunque luego de quince días de nacidas fuimos a revisarlas, sin embargo, gracias al cielo, las dos habían salido en perfectas condiciones, pero con el frío que estaba haciendo queríamos descartar cualquier indicación de resfriado. Las vestí lo más abrigadas que podía y tape sus orejitas con el mismo gorrito que le había puesto.
Henry por su parte estaba preparando el bolso con todo lo que necesitamos.
Hacia tres días me había dicho unas palabras muy lindas que me llegaron al corazón, sabía que me amaba pero, la inseguridad que me dejó la cesárea y verme las marcas en mi cuerpo atormentaban mi cabeza cada cierto tiempo y tenía vergüenza de mostrarme a él. Odié el dolor en sus ojos cuando lo alejaba cada vez que quiera ayudarme pero, no quería que me viera así. Aunque sus palabras funcionaron de manera positiva y me reafirmaron que es el amor de mi vida, no puedo sacarme del todo esa inseguridad.
—Listas, están hermosas como siempre.
Se rieron a la vez y agrandé mis ojos de sorpresa, estas niñas hacían todo al mismo tiempo. Era como si sus mentes estuvieran sincronizadas y me asombraban cada día que pasaba.
—Las amo mucho —besé sus pequeñas frentes—. Son mi mundo entero, son todo lo que soñé y más.
Volví a besarlas pero está vez fue en sus mejillas.
Para estas fechas del año anterior mi sueño era tener mi propio negocio, mi propio emprendimiento, pero todo eso quedó de lado al momento de estar embarazada y verlas me hace confirmar que ellas eran mi sueño, ellas son mi todo.
—¿Ya están listas las mujeres de mi vida? —preguntó Henry, asomándose por la puerta.
—Listisimas, ven.
Mi hombre terminó de entrar y nos sonrió.
—Son mi mundo, joder, verlas me hace el hombre más feliz.
Voltee para darle un corto beso.
—Tambien te amamos, mi amor, ahora carga a una que se nos hace tarde.
Cargó a Alyssa dándole un leve beso en su mejilla para luego cargar yo a Hazel y se acercó a ella para hacer lo mismo que hizo con Aly. Henry las trata a las dos por igual, si le da un beso a una también se lo da a la otra, decía que no queria que sintieran deferencias entre las dos y que sería así hasta que dejara de respirar. Casi lloré cuando me lo dijo una noche cuando no podiamos dormir.
Josef ya nos estaba esperando en la camioneta, a veces manejaba Henry como otras veces él, según para que Henry no perdiera ningún detalle de lo que hacían las gemelas.
Por el camino empezamos a hablarles bonito a las gemelas para que llegarán de buen humor a la clínica.
Cuando llegamos, las cargamos poniendo una manta encima de cada una. Henry cargaba a Aly con su brazo derecho mientras que con el izquierdo cargaba el bolso. Yo cargaba a Hazy caminando a la par que mi hombre.
Llegamos a recepción nos anunciamos y la secretaria nos dijo que esperamos unos minutos que a la doctora le salió un inco de último momento. Nos sentamos en la sala de espera con las bebés en brazos. De repente, sentí ansiedad por algo, mi corazón latía de una manera sofocada y no sabía por qué.
Miré a mis bebés y traté de pensar en positivo tratando de calmarme, no sabía la razón del porque me sentía así y me preocupaba más.
Al momento de que la secretaria de la doctora nos anunció que ya podíamos entrar. Nos levantamos a la par y caminamos hacia su consultorio, tocamos y nos permitió entrar. Lo primero que ví al momento de hacerlo fue al pequeño niño rubio que yacia sentados en un rincón del lugar, estaba cabizbajo con una manta envolviendolo, le calculaba unos dos o tres años de edad.
Mi corazón latía muy fuerte y sentía que era llorar, pero también quería correr a abrazarlo y tenerlo en mi pecho mientras lo arrullaba. No sé si el instinto maternal me estaba haciendo esto, pero lo quería.
—Buenos días, señores Campbell.
—Buenos días, doctora. Aquí están nuestras hermosas hijas.
Habló Henry por mí, mi lengua estaba entumecida. Quité la mirada del niño y miré a la doctora dedicándole una sonrisa.
—Son muy hermosas, felicidades —dijo y volteo hasta donde estaba el niño—. Lo siento por el pequeño que está aquí, no quería irse a otro lado. Es un niño tranquilo por lo que veo, así que no molestará.
Henry lo miró y asintió.
—No hay problema.
Suspiré controlando mis ganas de llorar por esa hermosura criatura, no sabía su historia pero sentía que no era nada linda.
—Viendo el expediente de la doctora, me doy cuenta que todo está bien con su peso y desarrollo. —habló—. Presenciandolas veo que son tranquilas, ¿Cómo son en casa?
—Tambien son tranquilas —por fin hablé—, comen mucho y duermen bien. Lloran por lo que es necesario pero siempre estamos pendientes de lo que necesiten.
—Eso es bueno escuchar, recuerden que a esta edad es importante una buena alimentación y descanso al igual que mantener un ambiente tranquilo y sano para ellas. También es importante ver los comportamientos de ellas cada día.
Asentí.
—Si, en definitiva estábamos muy al pendiente de ellas.
—Me alegro, ah, y también es elemental alejarlas de cualquier persona que se encuentre enferma. Sus sistemas inmunológico todavía es muy vulnerable y pueden pescar una enfermedad. Por eso alejé al niño, no está enfermo pero no viene de un ambiente sano.
Miré nuevamente al rubiecito está vez se encontraba mirando a nuestra dirección y escondí un jadeo de asombro al ver sus ojos, eran extremadamente azules, un azúl océanos y tan grandes. Su pequeña nariz estaba roja al igual que sus mejillas, se había quitado parte de la manta y le puse ver su suéter desaliñado, parecía algo viejo.
—¿Sabe cómo se llama? —le pregunté a la doctora.
—No habla mucho, pero luego de intentar con varios nombres, asintió con el nombre de Marco.
Mi respiración se detuvo y tuve que tragar el gran dudo que estaba formándose en mi garganta.
Se llamaba como mi hermano.
Le había prometido que si mis bebés hubieran sido niños, a uno de ellos le pondría su nombre. Cuando describí que las gemelas serían niñas, esa promesa la pospuse, sin embargo, seguía presente.
—Bueno, vamos a pesarlas y a escuchar sus pulmones y corazón. Si puedes, coloquenlas en el pequeño peso de ahí —la voz de la doctora me hizo volver a la realidad.
Mis hijas.
Coloqué a Hazel primero y como si supiera de algo empezó a llorar, y como todo lo que hace una lo hace la otra, Aly también comenzó a llorar en los brazos de su padre. Quiera llorar con ellas también, no me gustaba que lloraran porque mi corazón no podía soportarlo.
—Será rápido corazón.
Y así como lo dijo, fue, luego fue Alyssa. Ninguna de las dos dejaban de llorar. La doctora con el estetoscopio tocó sus pequeños pechos aún en nuestros brazos. Ella salió diciendo que vendría con los resultados y el expediente impreso para darnoslo.
Nos volvimos a sentar mientras arrullabamos a las gemelas para que se calmaran. Mis ojos captaron un moviendo del fondo y vi como el niño se bajó de la silla donde estaba y se estaba acercando a nosotros.
Con cautela se colocó en medio de nosotros y me miró con sus asombrosos ojos azules.
—¿Po qué están llorando? —hizo un puchero y se alzó para mirarlas—. Son muuuy indas, no poeden llorar.
—Son unas bebés, campeón, es normal que lloren un poco. Creo que tienen hambre. —le explicoó Henry.
El pequeño rubio lo miró con sus ojos muy grandes.
—¿Eres su papá?
Mi hombre asintió.
—¿Quiere ser mi papá? —sus ojos se tornaron aguados, llenos de lágrimas. No pude aguantar más y las mías salieron de mis ojos.
—¿No tienes papá?
Él bajo la cabeza y negó.
—Oh, lo siento campeón. ¿Tienes mamá?
—Shi pero …
Lágrimas salieron de sus lindos ojos y quería abrazarlo. Miré a Henry, ya él me estaba mirando y sabía lo que quería hacer, me sonrió y con su brazo libre me pidió que le diera a Hazel, con cuidado lo hice y sin esperar más. Abracé al niño.
—Lo siento, mi amor, siento mucho lo que estés pasando.
Posiblemente no me haya entendido, pero sus delgados brazos envolvieron mi cuello aferrandose a mi. Seguió sollozando, lo abrazaba muy fuerte queriendo demostrarle amor en ese abrazo.
Miré a Henry y este nos miraba con adoración. Las gemelas se había calmado y tenían sus ojos cerrados «solo tenían sueño».
La doctora llegó para cuando lo solté y nos miró con apenada. Se disculpó y mando a sentar al niño de nuevo en su lugar, antes de que se fuera le di un beso en su pequeña frente. No quería dejarlo ahí, quería llevarlo a casa y tenerlo con todas las comodidades, quiera que tuviera ropa que le abrigara no esos pantaloncito corto que no le cubrían ni sus rodillas.
—Aquí están los resultados, para que lleven el control de esto también. Sus hijas están muy sanas y muy lindas también. Sin más que decir, los veo en próximo mes.
Nos levantamos con ella y nos dirigió hacia la puerta, antes de salir le dediqué una miraba al niño y este se encontraba mirándonos con lágrimas en sus ojos.
—El niño estará en adopción —soltó la doctora tras cerrar la puerta—. Su madre murió por una sobredosis, era prostituta. Su padre es desconocido y por más que buscamos no encontramos a un familiar cercano. Lo dejaron aquí y no sabíamos nada, tuvimos que llamar a la policía para que investigara y eso fue lo que nos dijeron.
—Oh, Dios, pobre niño.
—Les diré en dónde será su casa de adopción, no digo que lo acepten solo que si pueden visitarlo de vez en cuando sería genial. Vi el amor con que lo miraban y él no tiene a nadie.
Asentí comprendiendo.
Ojalá pudiera llevarlo…
Ese pensamiento rodó por mi mente todo el día, no podía sacar esa carita triste de mi cabeza. Henry se había dado de cuenta y me ayudó a comprender, sin embargo, me sentía mal haberlo dejado.
🤰🏽🤰🏽🤰🏽
Al día siguiente me levanté con una idea y no sabía porque me emocionaba si todavía no lo había confirmado. Las de servicio ya habían hecho el desayuno para cuando salí de la habitación, Henry se quedó un poco más dormido ya que había pasado casi toda la madrugada despierto al igual que las gemelas, estaba sola esa mañana.
Agarré mi celular y vi un mensaje de la doctora notificando todo lo referido al niño Marco. Se encontraba en un buen lugar, y sabía que lo recibirían bien, sin embargo, la idea que rondaba por mi cabeza era mucho mejor.
Faltaban dos días para año nuevo, la pasaríamos nuevamente en la casa de la señora Alice. Quería hacerlo en la casa pero Henry dijo que era tradición hacerlo en la casa de su madre, aunque intuí que algo ocultaba.
Luego de comer, aproveché de darme una ducha larga exfoliandome el cuerpo y lavando mi cabello. Para cuando salí ví a Henry despierto, que al verme me dió una sonrisa que hizo derretirme.
—Que divinidad estoy viendo, ¿Estoy soñando acaso?
—Henry, solo tengo una toalla puesta. —reí.
—Aunque estés llena de tierra y con un saco de papas puesto te seguirías viendo la mujer más hermosa del mundo.
Me sonrojé. Tenía mucho tiempo sin sonrojarme e hizo reírme como una adolescente.
—Ay basta, ve a ducharte que tengo algo importante y serio que decirte.
Su expresión cambió a una preocupada y negué.
—No es nada malo, amor, pero es algo que puede cambiar el camino de nuestras vidas.
—¿Pero todo bien con nosotros y las gemelas, cierto?
Asentí.
—Si, no te preocupes.
Me vestí con un jean cómodo y una chamarra de lana color beige, mientras que Henry se duchaba. Sequé mi cabello y lo peine de manera que quedará liso. Cuando ya estaba lista salí diciéndole a Henry (que para ese momento se estaba vistiendo) que lo esperaba abajo en la sala.
Pasé por la habitación de las gemelas y fui a verlas, todavía se encontraban dormidas, les di un pequeño beso y salí. Ya abajo le servirá a Henry su desayuno y lo esperé algo impaciente.
Al verlo con su suéter azul oscuro de cuello tortuga me hizo suspirar y le sonreí, no esperé muy bien a qué se sentará y le solté lo que tenía.
—¿Y si adoptamos a Marco?
Casi sentí como me caía el café encima, Henry me miró asombrado pero luego cambió a una sonrisa tranquilizadora.
—También lo pensé. —se puso frente a mi—. No sé porqué pero, ese niño despertó algo en mi. Amo a las gemelas, con mi vida, sin embargo tener un varoncito en casa sería genial. Puedo ir con él a clases de fútbol o béisbol o lo que quiera.
Mis ojos se encontraban aguados de solo imaginar a mi hombre con el pequeño. Lo amaba tanto.
—Amaria eso —me acerqué más y lo besé—. ¿Entonces si? ¿Lo adoptamos? No creo que pongan trabas, tenemos una casa espaciosa, buena posición económica y, lo más importante, tenemos mucho amor para darle.
—Si, aunque solamente falta un papel que diga que eres mi esposa.
Fruncí mis labios al ver su sonrisa pícara.
—Eso se puede solucionar muy fácil —dije y agarré sus manos y para mirarlo a los ojos—. Henry John Campbell Cox, ¿Quieres…
—Shh —tapó mi boca con su mano interrumpiendome—. No lo digas, debería ser yo. Solo… solo aguanta ¿Ok? Lo resolveré.
Entrecerre mis ojos.
—Ok, pero quiero a Marco antes de nuestro aniversario del primer encuentro.
Sonrió.
—¿Te recuerdas cómo fue? ¿El día?
—Como olvidarlo, el día catorce de marzo salí del trabajo en mi hora de almuerzo para comer algo y al salir me dieron la noticia de que, oh sorpresa, estaba embarazada y me desmayé. Pero antes de eso, fuiste a mi trabajo y… ¿Que hiciste con lo que te vendí?
Lo había olvidado y nunca le pregunté. Él se rió, diciendo que lo había tirado al suelo cuando me dió casi caer a mi. Lo besé enrollando mis brazos en su cuello.
—Hace un año no me creería que estuviera aquí, siendo amada por tres hermosas personas y siendo feliz. Todo gracias a ti, te amo Henry Campbell.
—También te amo, dulzura, lo sabes bien.
••••
Nos leemos luego🎀✨
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top