Capítulo 29.



Mis manos sudaban de lo nerviosa que estaba, veía a través de la ventana del auto todos los flashes y personas que estaban en la entrada. 

Era la reunión de recaudación de fondos que la mamá de Henry había organizado, era el día en que sería mostrada al mundo oficialmente como la pareja de Henry. Y los nervios no tardaron obviamente. Por todo el camino le preguntaba a Henry que si me veía bien y él afirmaba que sí, sin embargo, para él hasta con un saco de papas me vería hermosa. 

—Es hora, vamos —anunció Henry. 

Un señor abrió la puerta del auto y el primero en salir fue Henry, los flashes nos tardaron en aparecer. Mi corazón latió a mil por minuto cuando mi hombre extendió su mano hacia mí, con temblor la tomé y salí. Escuché jadeos y preguntas a parte del sonido que emiten las cámaras al tomar las fotos. El viento frío se coló por mi espalda e hizo que me estremeciera. 

—Señor Henry ¿es verdad que se casó?

—Señor Campbell ¿Desde cuándo andan juntos? 

—Señor Henry ¿cómo sabe que el bebé que ella espera es de usted? 

Casi caí cuando Henry se detuvo abruptamente, el periodista habló muy rápido pero se entendió a la perfección. Con la cara seria Henry lo voltea a ver, se acerca a él dejándome a sus espaldas. Yo sólo miraba a mi al rededor y dedicaba sonrisas, todas fingidas.

—¿No te explicaron cómo se hacen los bebés, señor periodista? —escupió— Son mis hijas porque fui yo quien las puso en su vientre ¿quedó claro? Y sí, esta preciosa mujer que ven a mi lado es mi mujer. Ya no quiero responder a nada más. 

Henry agarró mi inexistente cintura y les dimos las espaldas para llegar a la entrada. Todos los periodistas empezaron a vociferar preguntas que claramente no fueron respondidas. Escuché como Henry suspiró al entrar al salón donde se estaba realizando la recaudación y lo miré, tenía una expresión de enojo inigualable sabía que él estaba en desacuerdo a que fuera pero quería y tenía que hacerlo. Lo detuve en la puerta.

—Oye, todo bien ¿ok? —acuné su cara con mis manos— No le hagas caso a esos comentarios. 

—Lo se, dulzura, pero joder, es una impotencia. Por eso no quería mostrarte, sabía que hablarían mierdas. 

—No te preocupes, amor. Olvidemos esto y pasemos —le di un pequeño beso. 

Agarré su mano y lo impulsé a caminar. Había muchas personas, todas elegantes con trajes y vestidos de alta gama. Tenían copas en sus manos, unos sentamos otros de pie. Henry me llevó hacia un lado del lugar y nos encontramos a su madre, cuando nos dio se le iluminaron los ojos. 

—Oh por Dios, están aquí —habló emocionada. 

Nos saludó con un beso en la mejilla y nos pidió que nos sentáramos lo cual agradecí porque mis pies me dolían. No llevaba tacones altos pero tampoco eran bajos y últimamente se estaban hinchando mucho.

Alice pidió comida y me pusieron un gran banquete en frente, no tenía tanta hambre porque había comido antes de venir. Sin embargo, Henry emplató para mi poca cantidad y echó para él también. 

—¿Como les fue en la entrada? —preguntó la madre de Henry. 

—Como la mierda. 

—Henry —mi tono de reprimenda no pasó desapercibido.

—Es la verdad, un imbécil insinuó que las gemelas no son mis hijas. 

La señora Alice suspiró y negó. 

—Sabes como son, no caigas en ellos —palmeó su hombro—. Los dejo, hablaré con los demás. 

Comí un poco más y sentí la mano de Henry en mi vientre debajo de la mesa. Lo miro y él estaba mirando la banda sonora que estaba en el escenario. A mi hombre le gustaba sentir a las bebés, sólo pateaban o se movían si su padre les hablaba o tocaba mi vientre, mi mejor amiga intentó pero no hicieron ni un movimiento, nada. 

—¿Por qué no patean? —la pregunta me hizo mirarlo con confusión.

—No lo sé, quizás estén durmiendo. 

—No, ellas siempre se mueven cuando toco. —me miraba preocupado, frunciendo su entrecejo. 

—Henry… no pienses mal, seguro están durmiendo. 

—No —se levantó—. Vamos al hospital. 

—No, Henry, nos quedaremos. 

Estaba loco, las gemelas no siempre se iban a mover con él. 

—Mira, Melissa, si algo le pasa a las bebés creo que sería nuestro fin. Así que, vamos a un puto hospital. 

No sabía que me había dolido más, si sobre nuestro fin o que me llamara por mi nombre. 

—No seas paranoico, Henry —me crucé de brazos—. Sientate ahora mismo o me iré de aquí sin ti. 

Vi como ensanchó sus fosas dando un largo suspiro, levanté la ceja y señalé su silla con mi barbilla.

—Voy a hablarles. —refutó.

Se incó hasta la altura de mi vientre y empezó a murmuro. 

—Oigan, soy papá ¿por que no se mueven? Por favor —besó— Papá las ama mucho ¿saben? Daría la vida por ustedes. Por favor… 

Puso su mano y de inmediato se movieron, y hasta patearon. Me tensé de dolor, cuando se movían no dolía pero cuando pateaban si. 

—Listo, ya tienes tu dosis. Ahora me voy. 

Me levanté para hacerlo, Henry me agarró de la mano para que no lo hiciera pero sabía que me cara expresaba enojo. Se levantó también.

—Lo siento, dulzura, yo solo… tenía miedo. —sus ojos demostraban arrepentimiendo, pero ya me quería ir. 

—Te entiendo, Henry, pero las llevo dentro de mí y más o menos sé que están bien. Y sabes que también duele cuando patean. 

—Amor yo lo…

Señoras y señores, los invito a venir a la pista si quieren bailar está linda canción  —la voz de su madre lo interrumpió. 

Henry me miró y agarró ambas manos besándolas. 

—Bailemos, luego nos vamos ¿si? 

Amaba a Henry, juro que si. Pero a sus treinta y seis, parecía un adolescente. 

—Cinco minutos nada más. 

La intro de la canción Can't help falling in love de Elvis Presley se escuchó por el lugar. Varias parejas se unieron y empezaron a bailar, Henry agarró mis caderas y yo enrollé mis brazos a su cuello. Empezamos a balancearnos, sentía la mirada del padre de mis bebés sólo en mi mientras yo miraba a mi alrededor. Henry me pegó lo más que podía a él sin aplastar mi panza. 

—Mírame. 

Lo hice y mi corazón involuntariamente empezó a latir, cada vez que lo veo ese órgano vital lo hace, es como si conociera su dueño y bailara para él. 

—Perdoname por lo de hace rato. 

Asentí mirando directamente sus ojos los cuáles demostraban sinceridad. 

—Te amo. 

Volví a asentir sin decir nada más. 

—Te amo mucho —volvió a repetir pero esta vez besó mi cuello—. Te amo tanto —besó mi mandíbula—... But I can't help falling in love with you —canturreó para terminar dándome un beso en los labios. 

Le hice un puchero queriendo fundirme en él. También lo amaba y lo haría siempre. 

—Yo también te amo, mi amor, y no tengo que perdonarte. Entiendo tu preocupación —lo beso—. Ahora quiero irme a casa. 

Él sonrió. 

—Vamos a casa entonces. 

Salimos de la pista y buscamos a Alice para despedirnos de ella. Cuando expusimos que nos quería ir no tuvo objeción y nos dijo donde estaba la salida trasera. 

Al llegar al estacionamiento estaban nuestros guardaespaldas y el auto de Henry.  Me subí a él rápidamente y me quité los tacones suspirando de alivio. 

—Al llegar a casa te haré un masaje. —anunció mi hombre. 

Le agradecí dándole un beso, para que minutos después arrancara el auto hacia la salida.

🤰🏽🤰🏽🤰🏽

Noviembre había llegado y con ello los nervios que tenía al saber que sólo quedaban dos semanas y media para conocer a mis hermosas princesas. Estaba todo listo, entre Henry y yo terminamos de decorar su habitación, sin embargo, los primeros tres meses dormirían en la nuestra. Había un closet lleno de pañales, toallas húmedas y demás, recuerdo cuando lo fuimos a comprar; lloré casi todo el día de la felicidad que sentía. 

Henry decía que esperaba a que se parecieran a mi, mi tono de piel y mi cabello ondulado, yo decía lo contrario; quería que se parecieran a él y sobre todo que tuvieran sus ojos. A eso, me puse a investigar y descubrí que la primera hija es muy probable que se parezcan a su padre, por ende sabía que las gemelas se parecerían a él. Al saberlo se lo comenté a Alice y me invitó a su casa para ver fotos de mi hombre cuando era pequeño. 

—Henry nació pelirrojo, pero al pasar los años se oscureció y quedó como lo tiene ahora. —informó—. Sus ojos eran casi negros, pero se les aclararon. Mira aquí. 

Me mostró una foto de Henry bebé, y sí, era muy pelirrojo y de ojos oscuros pero seguía teniendo su brillo en ellos al igual que el pequeño hoyuelo en la mejilla izquierda. 

—Que lindo, es seguro que las gemelas se parecerán a él. 

—Pero tendrán tu corazón, eso si es seguro. 

La voz de Henry me hizo voltear de sorpresa, no lo esperaba porque me había comentado que llegaría muy noche. 

—Hola, hijo, ¿cómo estás? 

—Bien, vengo a llevarme a mi mujer a cenar. Ya es tarde. 

—Ni siquiera son las siete de la noche, no exageres. —su madre volteó los ojos. 

—No, Melissa no almorzó bien. 

Suspire y me levanté del sillón, le dije a Alice que era cierto y ella saltó diciendo porque no le había dicho que hubiera mandado a preparar algo. Negué, y le refuté diciendo que no hacía falta. Al final me despedí y me fui con mi hombre. 

No sabía hacia dónde íbamos, pero me dejé llevar por él porque siempre daba lo justo que quería. 

Unos minutos después nos detuvimos en una pizzería conocida, en la que cenamos por primera vez juntos. Le sonreí cuando me miró y bajé sin que él se adelantara a abrirme la puerta. Había dado justo en el clavo, tenía un par de días con ganas de comer pizza. 

—¿Lo mismo que aquella vez? —me preguntó cuándo nos instalamos en la mesa. 

—Si, me encanta. 

Hizo el pedido con amabilidad y volvió a mirarme. 

—¿Visualizaste cómo saldrán nuestras niñas? —vi una sonrisa asomarse. 

—Ujum, pero serán aún más hermosas. —respondí acariciando mi gran panza. 

Ya había empezado a pesar, mi espalda no le gustaba para nada el peso, dolía mucho pero los días estaban contados para que eso acabara.

—De eso no cabe duda.  

A los minutos la pizza llegó y nos dispusimos a comer. Mientras lo hacíamos le comenté a Henry sobre el susto que pasó Rosy, pensó que estaba embarazada porque tenía un retraso, al confirmar que no lo estaba dijo que estaba aliviada pero ví en sus ojos algo de decepción.

—Mi hermano se explotaría de alegría si Ross llega a estar embarazada. 

—Lo sé, pero todavía no es el momento.

—Claro. 

Terminamos de comer muy agusto, estaba muy deliciosa. 

Al llegar a casa, Henry me hizo un masaje en los pies y me quedé dormida sin saber nada más. 

~~~

¿Capi de relleno?🧐

Nos leemos lueguito🤱🏽

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top