Capítulo 28.
Me miré al espejo y estaba satisfecha con mi atuendo, el vestido corto color blanco se pegaba a mi cuerpo haciendo que mi panza se notará aún más. El bleizer negro combinaba con mis botas altas y mi maquillaje lucia espectacular al igual que las ondas en mi cabello.
—Pero que es lo que estoy viendo… ¿un ángel? —la voz de Henry me hizo voltear hacía él y le sonreí.
Él también estaba guapo, llevaba puesto una suéter color beige de cuello alto y un saco de color negro al igual que su pantalón. Su barba estaba perfectamente cortada y su cabello también, haciendo lucir sus raíces cobrizas.
—Puede ser —le respondí.
Se acercó más a mí y me rodeó con sus brazos, e hizo que levantara mi cabeza.
—Eres muy hermosa, Melissa, no me cansaré de recordártelo.
Lo besé, fue un beso lindo y lento. Había una separación entre nosotros gracias a la gran panza que tenía. Los primeros meses de mi embarazo no era tan grande por mi contextura, pero al cumplir los siete meses mi barriga se infló de una manera grandiosa.
—Ya vámonos, se hace tarde. —informé.
Ya era siete de octubre, era el cumpleaños del sobrino de Henry e íbamos a su fiesta. Logan estaba emocionado con que fuéramos y no quería llegar tarde a ello.
Agarré su regalo y nos dirigimos a los autos, Henry abrió la puerta para mí y me ayudó a subir. En el camino nos pusimos a hablar sobre mi tienda, ya estaba lista con los productos incluidos y la inauguraríamos en tres día, o sea el lunes de esa semana. Estaba emocionada por ello, lo que veía lejos ahora lo tenía tan cerca.
—Llegamos.
Miré por la ventana y era un famoso club para fiestas infantiles. Había lugar de recreación hasta piscina. Mi hombre me abre la puerta del auto y de la mano nos dirigimos a la entrada del lugar. Al hacerlo oímos la música infantil proveniente de una de las habitaciones, fuimos a ella y abrí la puerta encontrándome con mucho mucho color verde, los globos, las decoraciones, los comestibles, los dulces, las luces todo era de color verde.
—Ama el verde ¿no?
—Como no te imaginas. —respondió Henry.
Caminamos hacia donde estaban los regalos y dejé el nuestro ahí. Aún de la mano paseamos por el lugar hasta encontrar a su hermana, la saludamos y le preguntamos por el cumpleañero ella nos dijo que se encontraba en la sección de juegos.
Habían varios niños de su edad, pero el cabello castaño claro y su altura resaltaba mucho a la luz del lugar. Logan era un niño muy alto para su edad, pero eso venía gracias a sus padres; los dos eran altos.
—¡Tio Henry! —su grito me hizo sonreír.
Corrió hacía su tío y lo abrazó como pudo, Henry lo alzó un poco.
—Hola, campeón, feliz cumpleaños —le dijo.
—Gracias, tío —volvió a abrazarlo.
Cuando sus pies tocaron el suelo, decidí hablar.
—Hola, feliz cumpleaños.
Le dediqué una sonrisa y lo siguiente que hizo me asombró; me abrazó llegando su cabeza a mi pecho tomando una distancia considerable con mi panza pero demostrando su amor con ese abrazo.
—Gracias, tía Meli.
Agrandé los ojos mirando a Henry, este sonreía de una manera muy linda, mientras yo estaba conmocionada. El nuevo sentimiento de familiaridad se sembró en mi pecho y lo abracé aún más, era muy agradable sentir que te incluyen en su vida. Besé su mejilla y salió corriendo para volver a jugar con sus amigos.
—Otro lazo que te ata a mi —canturreó Henry, envolviendo su brazo al rededor de mi hombro.
Reí, la realidad era que nuestros lazos ya estaban unidos desde hace mucho tiempo. No hacía falta que Logan me uniera a su vida con ese título para estar atada a Henry.
La fiesta continuó mientras estábamos sentados en una mesa llena de aperitivos, dichos dulce los probé todos porque no me pude aguantar. Henry observaba de manera graciosa la manera en que los comía y decía que le pediría a su hermana para llevar a casa, no refuté.
La mamá de Henry apareció luego después, me bombardeó de preguntas sobre el embarazo y las gemelas, también sobre de como se estaba comportando Henry. Le respondí muy feliz mientras que Henry sólo observaba la escena.
—Oye, Melissa, la semana que viene haré una reunión para una recaudación de fondos estas invitada —informó—, eres de la familia y tienes que estar ahí.
—Mamá, no creo que sea conveniente —saltó a decir Henry y lo miré confundida.
—Claro que sí, Henry, es hora de una prestación oficial.
Mi guapo hombre me miró cuestionándome con su mirada si quería hacerlo. Escondí un suspiro y asentí, era verdad lo que decía la señora Cox; tenía que salir a oficializarlo.
—Si, está bien. Ahí estaremos —le aseguré a Alice.
Aunque sentía un poco de miedo y nervios, tenía que hacerlo. No quería que dijeran que las gemelas eran de una noche de pasión, no obstante, tampoco fueron concedidad de manera natural y con amor pero eso nunca lo sabrían los demás.
—Perfecto, los veré ahí. —se despidió y se fue a saludar algunos conocidos de ella.
Sentí la mano de Henry colarse a la mía y lo miré, todavía no podría creer que esos ojos sólo me miraban a mí, esa linda mirada color verde y castaña a la vez me miraban con un amor que nunca creí que me pasaría.
—¿Estás segura? Podemos hacerlo después de que nazcan las gemelas, faltan dos meses para eso.
—Si, amor, estoy seguro. No te preocupes.
—No quiero que sientas presión, todo lo contrario; quiero que estos dos meses que faltan lo pases en paz absoluta.
Sonreí.
—Te amo, pero no te preocupes por eso, amor. Yo estaré bien.
Suspiró seguido de un beso, pasamos la fiesta normal. Conocí al otro hermano de Henry por parte de su padre, ese hombre era muy mujeriego y sus hijos salieron todo lo contrario; obsesionados con sus mujeres. A James lo vi de soslayo cuando salió de la fiesta casi corriendo. Él y mi amiga decidieron intentarlo, aunque Rosi no es para nada fácil James es fuerte y sigue ahí para ella.
Al terminar, cada quien se fue a sus respectivos hogares. Antes de hacerlo, me despedí de mi nuevo sobrino prometiéndole que en unos de esos días lo llevaría al cine para que, según él, sus primas conozcan sus gustos.
En el auto, Henry puso mi canción favorita del momento Tatto de Loreen. La canté a todo pulmón mientras el padre de mis hijas se reía diciendo que sacaría a mis bebés por lo fuerte que cantaba. Esos eran los mejores momentos que pasaba con Henry, aparte de amanecer con él.
En casa, me cargó al estilo princesa y me sostuvo hasta nuestra habitación, colocándome en la cama sacó mi abrigo y quitó mis botas. Tenía algo de sueño y mientras lo veía quitarse su ropa mis ojos poco a poco se cerraron y lo último que escuché fue un:
—Te amo, gracias por todo.
🤰🏽🤰🏽🤰🏽
—Mamá quiere verte —Rosi absorbió su café—, dice que eres mala por no visitarla.
Reí. La señora Gomez era elocuente y eso no cambió cuando enfermó, antes me la pasaba en su casa casi todo el tiempo pero al pasar los años llegaron más responsabilidades y las visitas ya no eran a menudo.
—¿Por que no quedamos en tu casa? Así la hubiera visto.
Mi amiga negó.
—Te cité aquí porque lo que te diré no debe de escucharlo mi mamá.
La miré sin entender pero comprendiéndola ante todo.
—Bueno, dime ¿que pasa?
Ella suspiró, en sus ojos veía inseguridad y eso no me gustaba. Llevaba conociendo a Rosi casi trece años y la última vez que habia visto esa mirada fue cuando descubrió que su novio la engañaba, eso pasó hacia varios años.
—Creo que estoy muy enamorada de James —soltó—, pero tengo miedo. Él es tan guapo, con dinero, independiente con una vibra exitosa mientras que yo soy tan meh, no soy la más perfecta, no tengo una carrera profesional, ni mucho menos dinero. ¿Que dirán de él? "Pobrecito, se consiguió una novia pobre" no me gustaría eso.
—Oye ¿si sabes que James está loco por ti, no? A él no le interesa la opinión de los demás, además de que tampoco está en el foco de la prensa. No te preocupes por eso —agarré su mano libre y le di un apretón—, si se quieren, luchen por ese amor.
—Lo sé, pero
—Pero nada, que se jodan los demás, vivan su amor sin importarles nada.
Sonrió y la vi más relajada.
—Gracias, trataré de dejar estas inseguridades atrás. James se lo merece.
—Eso es —mi teléfono sonó y reí cuando leí el nombre del remitente—. Hablando del rey de roma.
Agarré la llama y escuché un suspiro seguido de una exclamación de: gracias al cielo.
—Hola, James ¿pasó algo?
—¿Estás con mi mujer?
Levanté una ceja asombrada pero divertida.
—¿Tu mujer? —mire a Ross y está estaba muy sonrojada— ¿quieres decir mi mejor amiga por casi trece años?
Escuché un gruñido.
—Por favor, Melissa, dime que está contigo.
Reí. —Si, cuñado, está conmigo pero ahora es mi turno de pasar un rato con ella. Tú la tienes casi todos los días.
—La palabras clave es "casi" no siempre, pero seguramente cambiaré eso. Dile que por favor me conteste el celular, quiero verla.
—Aja, si, chao —colgué sin esperar su respuesta.
Quería reírme fuertemente por lo roja que estaba Rosi, pero tenía que aguantarme por estar en público.
—¿Que dijo?
—Que quería casarse contigo y tener muchos bebés.
—¡Melissa! —susurró-gritó agrandando los ojos.
Juro por Dios que quería reírme por su cara, sólo me limité a reírme por lo bajo.
—Mentira, me dijo que le contestaras el teléfono. Quiere verte.
—Y yo a él, lo llamaré después. —bebió su café—. Por cierto, ¿qué tal la tienda?
Había pasado tres días desde su inauguración y todo iba de maravilla, no hice una fiesta sólo habían asistido Henry, su hermano, mi tía y Rosi, además de las tres chicas que contraté para atender el negocio.
—Todo bien, y hablando sobre eso quiero que seas la encargada.
Rossi agrandó sus ojos y estaba seguro que casi escupía su café.
—Oh por Dios, Melissa, sería un honor.
—Me alegro mucho que aceptes, no estaré muy presente y necesito a alguien de confianza ahí ¿quién más que tú?
Ella volvió a agradecerme y seguimos conversando un rato más de cosas triviales, reímos mucho y me sentía bien al pasar el día con mi amiga, lo necesitaba. Antes de irme pedí un pedazo de pastel para dárselo a Josef, él volvió a trabajar para Henry, volvió a ser mi cuidador y chófer.
Al salir, dejamos a mi amiga en su casa y le pedí a Josef que me llevara a donde Henry, en su empresa, me dijo que estaría ahí. Cuando llegamos le pedí a mi chófer estrella que se retirara a descansar, que me iría con Henry luego. Me acompañó hasta la entrada de la empresa y se despidió de mí. Cada que caminaba me topaba a alguien y me saludaba con una inclinación luego de un "Buenas tardes, señora Campbell' me sentía de la realeza pero a la vez me daba un poco de vergüenza, sin embargo, seguí mi camino hasta llegar al ascensor que deba justo a la oficina se Henry, apreté el botón y esperé a que subiera.
Cuando las puertas del ascensor abrieron, caminé a pasos seguros hasta la gran puerta de la oficina, saludé a la secretaría para luego abrir la puerta con cuidado y me asomé para ver qué estaba haciendo, lo encontré concentrado en su computador con sus lentes de lectura, se veía tan sexy con ellos. Carrapee para hacerme notar y cuando sus ojos me miraron su expresión cambió por completo a uno de felicidad.
—Hola, amor de mi vida.
—Hola, mi dueña.
Se levantó y a zancadas vino hacia mi para darme un largo beso.
—Me alegra verte aquí.
Le di una sonrisa y un beso corto, me guió hacia los sillones y nos sentamos ahí.
—¿Te sientes bien? ¿ya están pesando las bebés?
—Si, y no, por ahora están ligeras.
La doctora nos había dicho que ya en el séptimo y octavo mes, la panza puede pesar un poco y puedo sentir dolores de espalda por ello pero en ese momento mis nenas no pesaban.
—Que bien —dijo, sin dejar de mirarme. Era como si no quisiera perderse cada uno de mis movimientos.
Fue entonces que recordé algo que me llevaba atormentando desde hacía varios días, su afán en las cosas.
—Henry, yo quería a preguntarte sobre…
—Espera —me interrumpió—, antes que nada quiero que firmes algo.
«¿Y ahora que sería?»
Henry me había mandado a firmar unos papeles, me enteré que la granja también está a mi nombre no a la de él, toda la residencia en donde vivíamos estaba a mi nombre, parte se sus autos también lo estaban y no me gustaba para nada, no me gustaba en absoluto. Primero, no quería que me llamaran oportunista, segundo ¿que pasaría con él?
Llegó a mi con unos papeles, pero la hoja que tenía que firmar tenía tapado su contenido y no me dejaba leer.
—¿Sobre que es? —agarré el bolígrafo, haciéndole creer que firmaré.
—Te lo diré después, firma.
Puse la punta en el papel y fingí que iba a firmar, pero luego de unos segundos quité el bolígrafo y lo miré seriamente. Él me miró confundido.
—No firmaré, sea lo que sea, no lo haré.
—¿Por qué no? Es algo bueno, amor, yo no te engañaría.
—Se que no, pero no me dices la verdad. Así que, dime la razón de estos papeles.
Suspiro entrecortado.
—Solo firmalo, por favor —rogó y seguí negando.
No entendía porque lo hacía y me estaba asustando «¿Lo estarían amenazando de nuevo? ¿pasaría algo malo?» los vellos se me pusieron de punta a pensar que a Henry le pasaría algo, no quería ni imaginarme lo que sería de mí sin él. Me levanté para cruzarme de brazos, él hizo lo mismo.
—Dime algo, Henry, ¿que sucede? ¿crees que soy tonta? —cuestioné—. La granja, la casa, los autos, y que se yo si hay mas cosas; todo a mi nombre, eso no es normal. Dime ahora mismo que está pasando, ¿alguien te ha vuelto a amenazar?
Temía por su respuesta, pero la necesitaba. Si algo estaba pasando, los dos lucharíamos con ello, saldríamos ileso de ellos.
—¿Puedes firmarlo para luego decirtelo?
—Déjame leerlo y lo haré. —era mentira, sólo quería ver sobre qué se trataba.
Henry suspiró y me pasó los papeles, pasé a la última hoja obviando las primeras hojas de protocolo. Lo siguiente que leí hijo que mis manos temblaran y mi ojos ojos se llenaran de lágrimas.
"Yo, Henry Campbell en mis buenas facultades decido cederle a Melissa Jones el 60% de mis bienes empresariales, tanto nacionales como internacionales..."
Seguía leyendo aún asombrada y con un dolor en mi corazón. Henry estaba haciendo eso como si se hubiese a morir pronto y no me gustaba. Lo siguiente que leí me hizo romperme en llanto.
—Por favor, amor, no llores no me gusta…
—Cállate ¿como que me dejarías el 100% de todo si llegas a morir naturalmente o no? ¡¿Que quieres decir con esto, Henry?!
—Solo quiero asegurarme de que vivirán bien si llego a…
—No, no sigas. —lloré—, no morirás Henry, no lo harás —pegué a su pecho.
—Amor, este mundo nada es seguro.
—¡A la mierda con eso! —lo seguía mirando con ojos aguados—. Estamos seguros, tu, yo y las gemelas, estamos seguras contigo, Henry. Nada te pasará y nada nos pasará ¿vale? Así que olvidate que firmaré eso, todo es tuyo, amor, lo has construido tu, y si algún día quieres darme parte de eso que sea porque así lo quieres no porque pienses que morirás el día de mañana.
Suspiré, tratando de que mi pobre corazón se calmara aunque las lágrimas seguían rodando por mis mejillas.
—Ahora quiero irme a casa, vamos a casa.
Él tenía sus ojos llorosos también, pero no soltó las lágrimas. Tragó y asintió, dio dos pasos hacia mí y me envolvió con sus brazos poniendo su cabeza en mi cuello-hombro y suspiró fuertemente.
—Lo siento, dulzura, lo siento mucho —musitó—, tenía miedo, perdóname. La idea rondaba por mi cabeza y el miedo se volvía más grande.
—Te amo, Henry, y ya no quiero que me ocultes cosas así. Comparte tus miedos y dolores, quiero acompañarte en eso también.
Besó mi cuello un par de veces y luego salió de su escondite para darme un beso en los labios.
—¿Y si nos casamos mañana?
Reí.
—Uhm, no lo creo. No veo una propuesta linda con un camino hecho con pétalos de rosa y tú hincado con un precioso anillo —traté de bromear también.
—Anotado.
Reímos para luego besarnos.
Y así éramos nosotros, luego de algo grave lo solucionábamos y terminamos dándonos amor el uno al otro.
~~~
Ay, mi bebé.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top