Capítulo 22.

Desde mi ventana veía pasar una camioneta negra por la casa, era la quinta vez que pasaba. Sabía lo que buscaban, sabía a quién estaba esperando pero ya tenía un plan para ello y tenía que cumplirlo. 

—No se porque no agarramos a esos malditos. 

—Todo se pondría peor, James, su jefe buscaría venganza y no queremos eso. —acoté. 

Había pasado una semana desde que supe todo, desde ese entonces había estado planeando con el FBI varias estrategias, ninguna me convencía hasta que hablé de lo que tenía pensado. Al principio ellos se negaron, no podían arriesgarme pero, el jefe de estrategia de ellos modificó algunas cosas y aceptaron. 

Tenía que funcionar, en cinco días desconectaban a Henry del coma inducido y a partir de ahí podría despertar en cualquier momento y quiero que cuando lo haga todo esté resuelto. 

Había mandado a detener todo sobre la tienda, gracias al cielo Henry le había pagado una gran cantidad de dinero y no dijeron nada más. En cuanto a mi embarazo todo iba bien, no se presentaron más náuseas y mareos. En las mañanas les hablaba un poco, y con mi crema hidratante acariciaba mi panza. 

—Creo que ya pasaron los minutos, saldré —dije decidida. 

Josef se puso alerta, y salió detrás de mí al momento de abrir la puerta. Estaba nerviosa, mis piernas temblaban pero tenía que ser y parecer fuerte ante la situación. Me puse lentes oscuros por el sol tan candente que había ese día, cada paso que daba hacia la salida de la casa me decía que tenía que hacerlo, que todo saldría bien. 

La camioneta se detuvo cuando me vieron en la acera del hogar. 

—Dile que se baje uno de ellos, no voy a arriesgarme. —le ordené a Josef—, ¿Están todos en sus puestos, cierto? 

—Si, señorita. 

Había personas de la policía escondidas en cada esquina del lugar. Si cualquier cosa pasaba, ellos estarían ahí dispuestos a todo.

Josef hizo una seña para que salieran de ahí, la puerta del otro lado del auto se abrió y salió un hombre alto vestido totalmente de negro con mi mano en la pistola de su cinturilla. Al verlo por instinto me escondí detrás de Josef y escuché una risa siniestra. 

—Tranquila, señora Campbell —dijo el hombre—, no le haré nada. 

—Tu profesión no me consta. —con un toque de vergüenza salí de mi escondite—, seré breve. Quiero hablar con tu jefe, haremos lo que pida pero sólo dejemos en paz. 

—¿Cómo me asegura usted que no es una trampa? 

—Como sabrán, estoy embarazada y quiero vivirlo bien no en guerra. 

—Está bien, sólo le diré una cosa; el jefe ya se está cansando, solo se necesita una llamada y el señor Campbell ya no estará en este mundo. 

Tragué grueso con un miedo palpitante en mi pecho. Asentí.

—Le pasaré el lugar de encuentro, la esperamos en dos días. Y recuerde, sin trampas. 

Con eso se fue, dejando un sentimiento de temor rotundo. Josef me dirigió hacia la casa agarrándome de los hombros, me decía que todo saldría bien y que no me preocupara. 

Al entrar a la casa James se levantó y me abrazó, nos habíamos familiarizado aún más después de todo. Me dijo que era fuerte, que lo había hecho bien y que descansara, me negué porque quería ir al hospital. James me entendió y dijo que me llevaría. 

James y los agentes habían escuchado todo lo que aquel hombre me había dicho gracias a un pequeño micrófono instalado en mi ropa, dicho micrófono fue retirado al momento de decir que me quería ir. 

Ya en el auto todo iba en silencio, mi corazón seguía sofocado me repetía mentalmente que todo saldrá bien, aunque todavía no llegaba el día. 

Cuando llegamos al hospital me bajé en seguida sin esperar a nadie, las palabras del hombre seguían en mi mente y miraba para todos lados buscando algún sospechoso pero no me encontré a nadie. Entré a la habitación en donde se encontraba Henry y suspiré aliviada de verlo bien. Me acerqué aún más a él y noté su barba más crecida tapando sus labios secos, sin embargo, ahí postrado y barbudo, seguía siendo hermoso. 

—Hola, amor —empecé a hablar—, este tiempo sin ti he descubierto una cosa, bueno, varias. Lo primero es que el sentimiento de soledad en la casa es terrible, lo segundo es que soy valiente por todo lo que está sucediendo y por último… he descubierto que te amo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. 

Lo amaba, sabía que en cualquier momento pasaría, pero no tenerlo me hizo confirmarlo y afirmarlo. Lo amaba tanto que daría mi vida por él. 

—Espero reacciones rápido, para que vivamos juntos lo que queda de mi embarazo. 

Besé su frente y me despedí, prometiéndole que pronto volvería. No le había comentado nada sobre el plan, ahora desconfiaba de todo y sabía si había algún micrófono escondido en la habitación. 

Al salir del hospital, Josef me estaba esperando pero me detuve al ver un pequeño perrito lloriqueando y algo perdido. Se me arrugó el corazón al verlo, estaba algo sucio y se veía de un par de semanas de nacido. Decidí agarrarlo sin importar nada y le dije al vigilante si alguien era el dueño del perrito, me respondió que no, que llevaba dos días ahí y nadie lo quería. Casi lloré, el pequeño canino era tan lindo y apenas se le veían sus orejitas. 

Decidí llevármelo a casa, lo cuidaría muy bien y además necesitaba algo de distracción y compañía. Josef al verme con el perro no dijo nada, pero sí se mostró algo confundido. 

Antes de parar a la casa fue al veterinario, le dieron un baño y lo revisaron para ver si no tenía alguna enfermedad, gracias al cielo todo salió bien y le aplicaron sus respectivas vacunas, me dijeron que tenía como dos semanas y media de nacido y que era macho, aproveché y compré dos bolsas de comida para el pequeñín. Debía de ponerle un nombre. 

Cuando llegamos a la casa lo dejé en la sala para que conociera su nuevo hogar, sonreí al verlo muy confiado correteando con algo de despistes por el lugar. 

—¿Cómo te llamaremos, eh? —le dije mientras me sentaba en el sillón. 

Volteó a verme y correteó hasta a mi, lo agarré y lo puse en mi regazo. El pequeñin colocó su cabecita en mi vientre abultado y sonreí. 

—¿Qué tal si te llamamos Rex? Es lindo, así como tú.

El pequeño Rex ladeó su cabecita por unos instantes para luego ponerla como estaba. Su pelaje blanco estaba reluciente gracias a su bañada pero lo que lo hacía especial era tu pelaje cobrizo. 

Dos horas después, luego de comer y leer un poco, decidí descansar. Lo necesitaba. 

🤰🏽🤰🏽🤰🏽

El día había llegado. 

Todo estaba listo para atrapar a esos malnacidos, había practicado lo que iba a decir y el drama que haría. El lugar era en un almacén abandonado casi al final de la ciudad, cosa que me dio algo de miedo pero sabía que todo saldría bien. 

Los del FBI ya estaban listos, cada quien en sus posiciones para la hora de atraparlos. Ya habían estudiado el lugar y sabían en qué punto estarían cada uno de los matones. 

La hora acordada era a las siete de la noche, me había negado en un principio pero ellos dijeron que era eso o no había ninguna reunión. Les dije que conmigo estaría guardaespaldas, es decir, Josef, y ellos aceptaron pero que fuera sin armas (cosa que no lo haría) 

Mi corazón latía a mil por hora, tocaba mi vientre mientras los segundos pasaban hasta que se hiciera la hora de reunión. El camino se me hizo largo y tenso, cada árbol y casa que venía pasar me daba más pánico porque ya estábamos cerca. 

—Josef, ¿todo saldrá bien, cierto? 

Él me miró por el retrovisor y asintió. 

—Si, mi niña, todo saldrá bien. Saldrás de ahí sana y salva, y siendo la más valiente de todas. 

Suspiré, aguantándome las ganas de llorar. 

Cuando llegamos al lugar vi un par de camionetas negras, pero no sabía si eran de los maleantes o de la policía ya que ellos también estarían ahí camuflajeados. 

—Bien, hija, recuerda no parecer intimidada por ese sujeto. Tú eres más que él ¿ok? 

Asentí, Josef se bajó para abrirme la puerta y ayudarme a bajar también. Me dijo que todos estaban en sus posiciones y que nada me pasaría. 

Suspiré cuando vi al matón de la otra vez venir a nosotros. Nos dijo que nos guiaría hacia donde estaba su jefe y al entrar nos revisaría para ver si llevamos algo extraño. 

Cuando entramos lo primero que vi fue una especie de oficina, tenía un escritorio y dos sillas algo descompuestas. El matón revisó a Josef de pies a cabeza y no le encontró nada, cuando lo iba a hacer conmigo una voz externa a nosotros lo detuvo. 

—Con ella no, chico, ella es nuestra invitada especial. 

Miré de donde venía esa voz y era de un hombre algo gordo y canoso. Era el jefe, era Miguel Guevara. Me lo habían enseñado en fotos y sabía que era él. 

Josef se puso a mi lado y le entregué mi bolso

—Es aún más linda en persona, señora Campbell. —fue lo siguiente que dijo.

—¿Debo de sentirme halagada? 

Se encogió de hombros.

—Tómelo como quiera. Siéntese por favor. 

Lo hice, aunque mis miedos y nervios estaban a flor de piel me mantenía neutral, sin ninguna expresión en mi rostro. 

—Vamos al grano —dije—. Ya no quiero que nos molesten, como verá y sabrá, estoy embarazada y quiero estarlo en paz. Todo esto le está haciendo daños a mis bebés. 

—Oh ¿son dos? Esa información no la tenía —el viejo verde sonrió—, yo también soy gemelo, pero el otro eligió el lado del bien y me dejó a mi con toda esta mierda. 

—¿Tengo que decir lo siento? Cada quien es consciente de lo que hace. 

—Lo se pequeñita, pero no hablemos de mi. —sacó un sobre amarillo—. Hablemos sobre esto, como tú también eres dueña de las empresas del señor Campbell necesito que me firmes esto para proceder a lavar mi dinero, mandarlo a su banco y listo, todo resuelto. 

A esto, me había enterado de que Henry le había hecho saber de qué yo era la dueña de todas sus empresas, no sabía porque lo hizo lo tendría que preguntar después. 

—Esta bien, luego de esto nos dejarás en paz ¿ok? Te perderás de nuestras vidas para siempre. 

—Para siempre es mucho, pequeñita, no sabes las vueltas que da el destino. 

—Jodete, nos dejarás en paz y punto. 

Tomé el papel y bolígrafo que me ofrecía y firmé, sabía que sería nulo ya que las empresas no estaban a mi nombre y no le funcionaría. 

—Listo, ahora me voy. —me levanté. 

—¿Cual es la prisa? —rió—, sé que hay algo escondido, me quieren joder pero no lo lograrán. 

Los papeles se los dio a la otra persona que se encontraba ahí y lo mandó a irse. Este se fue corriendo del lugar, y en cuestión de segundos Miguel sacó su pistola. 

—De aquí salimos los dos. 

Josef tenía mi bolso y ahí estaba escondida una pistola, la cual sacó y lo apuntó. 

—Tocas a mi hija y te mato. 

Mis piernas empezaron a flaquear, mi corazón latía con fuerza, el miedo y pavor corría por mis venas. Tenía que salir de ahí. 

—Oh, vamos a ver quien mata primero a quién. 

En ese instante la puerta del lugar se abre, uno de los agentes me apartó de todo y cerré los ojos cuando escuché dos disparos. No quería abrirlos y pedí que me sacaran de ahí, logré escuchar como el hombre se quejaba y decía que lo soltarán. 

Al fin las lágrimas salieron de mis ojos, y sentí alivio de que todo esto había acabado. 

Llegó la ambulancia cuando salí de aquél lugar, James estaba esperándome y me tapó con un gran abrigo y me abrazó. 

—Es todo, cuñadita, todo estará bien. Vamos al auto. 

—¿Y Josef?

—Él estará bien, vamos.

—No, dime dónde está.

—Está herido, pero estará bien.

—Oh Dios. 

De repente un dolor se instaló en mi vientre y me asusté, más lágrimas salían de mis ojos. 

No, no, no. 

—James, me duele el vientre llévame al hospital, rápido —seguía llorando. 

Deseaba que todo esto fuera una pesadilla, deseaba que mis bebés estuvieran bien, deseaba estar en los brazos de mi hombre, deseaba pasar todo esto en mi abrir y cerrar de ojos. 

 
•••

Oh mi bebé😭

Disculpen la tardanza. ❤️

(Está sin editar, perdonen los errores)

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