Capítulo 20.
Primero que todo, gracias por llegar hasta aquí, no saben lo feliz que me hacen.
Segundo, si ven algún error ignorenlo porque el capítulo esta sin editar.
Tercero, lean con calma y entre líneas🙈.
Disfruten:)
•••
Volteé hacía el otro extremo de la cama y me di cuenta de que Henry no estaba. Tenía casi tres semanas alejado de mi y lo veía como preocupado, salía muy temprano a la empresa y no llegaba hasta muy noche, yo lo esperaba pero sólo me decía:
—Ve a dormir.
Luego se encerraba en su despacho.
Esto estaba haciendo pedazos mi corazón y a veces lloraba por el daño que me hacía su indiferencia. No sabía que le pasaba, por más que trataba de hablar con él no me dejaba o sólo evadía lo que le preguntaba. Desde hace casi tres semanas ya no me toca, y era muy raro. Todo esto era muy raro.
Había pasado un mes desde su fiesta de cumpleaños, al día siguiente la prensa no se hizo esperar y publicó cosas sobre la fiesta y volvieron a publicar que Henry y yo teníamos una relación. Esta vez el padre de mi hijos no hizo nada para eliminarlo, diciendo que dejara que piensen lo que quieran porque al fin y al cabo si estábamos juntos.
Me levanté de la cama y fui al baño, lo único que me mantenía feliz era lo grande que había crecido mi panza indicándome que mis bebés estaban bien, la semana anterior a esa había ido a consulta y por fin pudimos escuchar los corazones de mis bebés, latían fuertemente haciendo que llorara y ese día fue el único momento en que Henry demostró emociones.
Al salir a la cocina, la señora que Henry había contratado para cocinarme (aunque me negaba) fue la primera que vi y me sonrió cuando se fijó que estaba ahí.
—Buenos días, señorita Melissa, ¿que quiere de desayunar?
—Buenos días, algo de fruta y pan tostado por favor.
Aunque las náuseas y vómitos habían disminuido, por las mañanas no quería comer algo pesado.
—¿Sabe a que hora se fue Henry?
—Hace como dos horas.
Miré el reloj y eran las ocho de la mañana, o sea que había salido a las seis. Era el colmo. Ya no podía soportar su indiferencia, dolía mucho que tenía la intuición de que algo iba mal.
Las semanas en la que estaba sola, decidí salir; salía hacia que mi tía, salí a comer con mi amiga, iba a supervisar la tienda y esto último era algo doloroso porque lo quería hacer al lado de Henry.
Cuando terminé de comer, fui a la habitación a cambiarme de ropa. Saldría pero esa vez iría a la empresa de Henry quería ver con mis propios ojos que era lo que hacía tardar tanto. Anteriormente no tenía la voluntad y fuerza para ir, ya que supuse era normal en el ámbito empresarial pero, ya se cumplirían tres semanas y tenía que saber que pasaba.
Al estar lista con mí vestido rojo liso, llamé a Josef. Él se había convertido como en un tío, las veces que me ha llevado a cualquier lugar ha hechos bromas y contado algunas anécdotas de su vida, ha hecho que la distancia de Henry duela menos.
—Digame, señorita Melissa, ¿necesita algo?
—Necesito a Henry, por favor lleveme a su empresa.
—Ya estoy preparando el auto, puede salir.
Apliqué mi brillo labial y salí de la habitación con un bolso en mano. Cuando llegué con aparcamiento, Josef ya me estaba esperando y subí al auto.
En el camino decidí sacar mis audífonos y escuchar un poco de música, últimamente era mi refugio. Vi mi panza y la acaricié, amaba el crecimiento de mis retoños.
Cuando sentí el auto apagarse, quité la música y guardé todo en mi pequeño bolso. Josef me abrió la puerta y salí, aunque ya había visto la empresa por fuera, me seguía apareciendo una magistrosidad. El chofer caminaba a la par mío y el olor a desinfectante cuando entré a la empresa era más intenso.
Cuando llegué a la recepcionista e iba a hablar, Josef me detuvo diciendo que yo tenía por qué anunciarme. Fuimos al ascensor y traté de no marearme. El sonidito que emitió hizo ponerme recta y tensa, no se porque el sentimiento de que algo iba mal se había intensificado cuando entré.
—Buenos dias, ¿tienen cita? —preguntó la secretaria.
Iba a responder pero Josef lo hizo.
—La mujer del jefe no necesita cita ni que la anuncien.
Acto seguido me guió a la gran puerta y me dio espacio para poder abrirla. Lo que me encontré en su interior me decepcionó, había una chica riendo animamente con Henry, él también reía haciendo que mi corazón se estrujara.
—Buenos días —hablé.
Henry eliminó su sonrisa, me miró y vi asombro y preocupación en sus ojos.
—Disculpen si interrumpí —seguí—, pero necesito hablar algo con el señor Campbell.
La mujer se levantó de la silla en donde estaba, era alta y esbelta tenía el piel clara y limpia, su cabello cobrizo estaba perfectamente liso con unas ondas en las puntas. Vestía de manera formal pero con sus curvas hacia verla muy bien.
—Melissa, ¿De que quieres hablar? —Henry caminó rápido hacía mi, y cuando vi sus intenciones de tocarme me alejé.
—Quiero hablar a solas.
Henry volteó hacia su acompañante y le dijo:
—Disculpanos, pero tengo que hablar con ella.
«Con ella» no con mi mujer o la madre de mis hijos, no, con ella.
—Será rápido, no te preocupes, luego los dejaré seguir —dije.
—Melissa —el tono de reproche de Henry no pasó desapercibido.
No dije nada más hasta que la mujer salió. No quería estar de pie así que me fui hacia el sillón que estaba ahí y me senté, segundos después lo hizo Henry y lo miré fijamente. Se veía mal, tenía ojeras y su barba había crecido, ese no era mi Henry.
—Sigues teniendo la promesa presente, ¿cierto? —dije y él no contestó—, dime ¿que está pasando, Henry? Tu no eres así, tu no me dejarías sola, tu no llegarías tarde… te necesito.
Mis ojos empezaron a picar, no quería verme débil frente a él pero me era imposible. Henry seguía sin decir nada, sin embargo se levantó y fue a un pequeño bar que tenía para luego a agarrar un vaso y llenarlo de licor.
—Es muy temprano para beber, Henry.
—No importa —habló y dio un largo trago.
Me levanté también y por instinto agarré mi vientre y fui hacía él.
—No volveré a pasar por otra desilusión amorosa, dime si tienes a otra y saldré de tu vida con mis hijos —Henry vio en donde tenía la mano, mi vientre hinchado.
—Ha crecido.
—Si, es normal ¿o acaso ya no te gusta? ¿Ya se fueron las ganas de verme hinchada?
Suspiró y quiso acercarse pero me alejé.
—Dime toda la verdad ahora mismo, Henry.
—Cuando llegue a casa te lo contaré.
—No, lo quiero ya, dímelo. —me crucé de brazos esperando su respuesta.
Esa respuesta nunca llegó, sólo se quedó mirándome; como detallando cada parte se mi rostro. Un rostro con lágrimas corriendo por mis mejillas.
—Si salgo por esa puerta sin saber lo que pasa te odiaré mucho, Henry Campbell.
Seguía sin decir nada y esa fue mi respuesta, fui por mi bolso y encaminé hacia la puerta y cuando la iba a abrir su voz me detuvo.
—Dulzura, yo… puedo vivir con tu odio, pero no podría vivir sin ti.
Eso hizo que sollozara y sin mirar atrás abrí la puerta y salí. Escuché como se estrelló algo dentro de la oficina, pero ya nada importaba.
Josef me vio preocupado y le pedí que no preguntara nada y me ayudara a salir de ahí. Cuando llegamos al auto le pedí que me llevará al cementerio, no quería ver a mi tía y mucho menos a Rossy porque me abordarían en preguntas. En el camino Josef no habló, sólo se escuchaba los pequeños sollozos que yo soltaba.
Me dolía mucho, dolía más lo que pasaba con Henry que lo que pasó con Kevin. Ahí entendí que lo que sentía por Henry era real y más fuerte de lo que sentía por mi ex pareja.
Antes de llegar al cementerio compré unas flores, tenía tanto tiempo sin ir a la tumba de mis papás y hermano que me sentí peor por eso.
Josef apagó el auto y le dije que se quedara, que sería algo rápido. Al bajar saludé al guardia que se encuentra ahí por cortesía y caminé con el estrecho camino que daba a donde se encontraba mi familia.
Cuando leí sus nombres en la lápida sollocé, había pasto seco y flores muertas. Me sentía culpable por esto, los había olvidado por completo.
—Lo siento, siento haberlo abandonados —lloré—, pero han pasado tantas cosas en mi vida que… ya se imaginan.
Quité las flores muertas y puse las que había comprado, con mis manos limpié un poco el pasto seco.
—Tengo algo para decirles, me imagino que ya lo saben porque se que me ven desde donde estan pero, estoy embarazada. Son gemelos —sollocé—, daría lo que fuera necesario para tenerlos aquí conmigo, y vivan está linda experiencia conmigo… los extraño mucho.
Rompí a llorar, habían pasado más de quince años desde su partida pero aveces el dolor seguía vivo. Los padres son fundamental para la vida de un niño y yo al crecer sin ellos me había sentido incompleta, hasta que llegaron dos personitas hermosas a mi vida.
—En un mes sabré que sexo son, ya he buscado nombres y si son hombrecitos uno llevará tu nombre pequeño Marco —era el nombre de mi hermano—. Serías un excelente tío, pero se que los cuidarás desde el cielo.
Me levanté de donde estaba y absorbé la nariz.
—Me tengo que ir, pero primero visitarlos pronto.
Me despedí con un beso al cielo y empecé a caminar hacia la salida. De repente sentí que alguien me miraba, era una sensación extraña ya que no había casi nadie en el lugar. Volteé hacía atrás y vi a alguien vestido totalmente de negro detrás de mí. Caminé lo más rápido que pude y hasta llegar al auto para después subirme rápidamente.
—¿Sucede algo, señorita? —preguntó Josef.
—No, salgamos de aquí.
Pude respirar tranquila cuando nos alejamos del cementerio, aunque la duda seguía en mí.
—Mi señora, ya es algo tarde ¿no cenará?
Miré la hora y eran casi las nueve de la noche.
—No, gracias por preocuparte. Ve a descansar.
—Llameme si me necesita.
Y con eso salió de la habitación.
Sabía que la tristeza que sentía y no comer podían hacerle daños a mis bebés, pero no tenía apetito sólo me apetecía estar enrollada en la cama.
Luego de ir al cementerio fui a la tienda y ya estaba casi lista, mi plan era inaugurarla el día de mi cumpleaños, faltaba exactamente un mes. Después de la tienda regresé a casa, comí un poco, escuché música, leí un libro todo para que las horas pasaran rápido. En todo eso mi pecho dolía, sentía algo malo y supuse que era la decepción que tenía, aunque al hacerse las 7 de la noche me empecé a sentir ansiosa y por eso decidí acostarme un rato y acariciar mi panza.
Se hicieron las nueve de la noche para cuando mi teléfono sonó, fruncí el ceño cuando vi quien era «James». No se porque me llama a esa hora, sin embargo contesté.
—¿Hola?
—Melissa, ¿estas bien?
—Si —me levanté de la cama—, ¿que sucede?
—¿Estas con Josef?
—No, pero…
No puede terminar de hablar porque James habia colgado.
No entendía el porqué de su llamada y eso me preocupaba. Decidí llamar a Henry, no lo había hecho en todo el día pero por eso situación tenía que hacerlo. Lastimosamente Henry no contestó, por más que llamé el nunca agarro mi llamado.
En un abrir y cerrar de ojos Josef apareció en mi habitación incrementando mi preocupación y nervios. Él nunca había entrado así. Vi como marcó algo en teléfono y se escuchó dos tonos para luego escuchar la voz de James.
—¿Estas con Melissa?
—Si, señor —respondió.
—¿Se encuentra sentada?
—¡Dejen el puto misterio! —me alteré, quería llorar, quería tener a mi Henry abrazándome.
—Melissa, necesito que te tranquilices y te sientas —pidió y a regañadientes lo hice.
—Ya.
Estaba muy enojada ahora, cruzada de brazos esperando a ver que tenía que decir.
—Necesito que seas fuerte.
—¡¿Por que me dices eso?! ¡dime!
Mi corazón latía a mil por hora y lágrimas corrían por mis mejillas por alguna razón.
—Dime, James —sollocé—dime que pasa.
Escuché un suspiro entrecortado del otro lado y pensé que…
—Henry tuvo un accidente y está grave en el hospital.
Mi mundo cayó, mi corazón se volvió pedazos, sentí débil mi cuerpo y me faltaba el aire.
Mi Henry, Oh Dios, mi Henry.
—Dime que es una broma, James, ¡dime que es mentira! —grité llorando desconsoladamente.
Como si fuera una película, mi cerebro empezó a producir mis momentos con Henry. Su sonrisa, sus ojos brillosos, sus abrazos, sus besos. No podía parar de llorar.
—Por favor, Melissa, te necesito bien… hazlo por tus hijos.
Di un gran suspiro y traté calmarme.
—Voy para allá.
—Meli… es mejor que te quedes.. .
—¡¿Que me quede?! ¡Es mi hombre quien está entre la vida y la muerte! ¡necesito estar ahí!
Sin esperar nada más agarré el teléfono de Josef y colgué. Fui a mi armario y agarré mi gran abrigo y salí de casa.
Por el camino rezaba que Henry lograra salvarse, tenía que ver a sus hijos crecer, tenia que volver a estar a mi lado.
•••
No me maten:)
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