Capítulo 15.
Odiaba con todo mi ser ver especulaciones falsas sobre mi Melissa. Otra vez la maldita prensa me tocaba las bolas haciendo ese tipo noticias.
Las nuevas fotos eran del día anterior, de cuando Melissa y yo estuvimos en el local. Estábamos besándonos, abrazados y cuando entramos a la tienda. El título decía en grande ¡Ya confirmenlo! Pero no les daría el gusto. Decían que Melissa se estaba aprovechando, que obviamente no era de mi misma clase social por como iba vestida, que habían averiguado donde trabajaba antes y descubrieron que hacía nada había trabajado en un local de maquillaje. Odia que ahora le gente conocía a Melissa, no la quería exponer pero era inevitable.
Me moví de la cama con cuidado, no quería despertarla. Merecía descansar. Salí de la habitación con teléfono en mano y llamé a Dereck.
—Disculpa que te llame en tu día de descanso pero, necesito de tu ayuda. Dile a algunos de tus contactos que elimine la noticia que te pasaré por mensaje.
—Ya me imagino que es —suspiró—, Henry, sabes cómo se puede acabar eso ¿verdad?
—Lo sé, pero todavía no lo haré.
Colgué, volví a entrar a mi habitación y deje el celular en la cómoda. Así como me levanté de la cama me volví acostar, está vez atraje a Melissa a mi pecho haciéndola remover un poco pero al final quedó con su rostro en mi cuello respirando con naturalidad.
Amaba esa nueva sensación que nacía en mi pecho cuando la tenía cerca, amaba lo acelerado que se ponía mi corazón con solo una mirada suya. La quería, muy pronto, pero la quería. Era algo que me parecía gracioso hacia unos meses, y me resignaba a que llegara alguien que me hacía ser vulnerable, que me provocara sentimientos poco conocidos en mí. Todo por ella, todo gracias a su llegada.
Tenerla bajo de mí, encima de mí, la noche anterior, hizo que ella sin imaginarlo firmara un pacto conmigo. No la dejaré alejarse de mi, ahora era mía por completo. Sentir su humedad empapar mi polla, sus paredes apretándome en cada estocada que daba hacia que se convirtiera en mi única fantasía. La quería de nuevo.
—Uhm… tengo hambre —mi mujer habló haciendome bajar de la nube.
Reí.
—¿Que quieres comer? —me aparté un poco para mirarle la cara.
Aun seguía con sus ojos cerrados, y relamió sus labios.
—Una hamburguesa… grasienta, con mucha salsa y pollo… mucho pollo.
Volví a reír.
—¿No crees que es muy pesado para desayunar?
Abrió los ojos, y me di cuenta que si pipula no era totalmente negra como pensaba. Eran marrones, un marrón bonito no era tan oscuro pero tampoco tan claro. Esos lindos ojos brillaban, y me sentía feliz de ser yo (o como estábamos) la causa de ello.
—No lo sé, Henry, dile a tus bebés que no antojen cosas raras.
Sonreí para luego besar sus labios.
—Todavía no nos escuchan, pero en cuanto lo hagan les hablaré.
Melissa también sonrió.
—Ya quiero saber que serán, niñas o niños, o quizá una niña y un niño ¿te gustaría eso?
—Me encantaría, pero ahorita sólo me importa que esten sanos. Los amo y amaré sea cual sea su sexo.
Hizo un puchero.
—Eres tan lindo.
—Tú más.
Nos quedamos un rato más así, abrazados en la cama. Hasta que tuvo ganas de ir al baño y a regañadientes la solté, luego de un rato escuché arcadas y fui corriendo hacia ella. Sabía los síntomas que el embarazo conlleva, pero odiaba verla vomitar, preferiría yo hacerlo. No quería que Melissa pasara por eso.
Luego de terminar, se cepilló sus dientes y lavó su rostro. Sonrió atraves del espejo y dijo:
—Creo que si me puedo comer la hamburguesa.
Negué riendo.
Aunque a mi no me gustara verla vomitando, a ella no le molestaba en lo absoluto. Ella sabía que era normal y por eso no se sentía tan mal.
—No, mi amor, ahora comerás frutas. Algo ligero —le contesté—, si quieres, luego podrás comer tu hamburguesa pero por ahora será fruta.
—Bueno —hizo un mohín.
Salió del baño sin decir nada más y ahora era mi turno de alistarme. Ese día era para estar todo el día en casa, ya que la prensa estaría como buitres esperando a que saliéramos.
Luego de estar listo, salí hacia la cocina y me encontré a Melissa con su tazón de frutas. Le llegué por detrás y besé su cuello un par de veces y me separé dándole la vuelta a la encimera. Mi morena seguía en decirme nada, ni siquiera reaccionó cuando la besé y entrecerré los ojos en su dirección.
—¿Ahora que sucede?
Nada. Seguía sin contestarme.
—Nena, oye, dime que tienes —me acerqué—, ¿Es por lo de la hamburguesa? La comerás pero más tarde.
Negó.
—Anoche tuvimos sexo —fue una confirmación.
—Si, ¿es eso el problema? —apresuré a preguntar—, ¿fui muy rápido? ¿te sentiste obligaba a hacerlo?
Me sentiría mal si sabía que se sintió obligada, eso era lo menos que quería.
—No, Henry, no es eso —dijo—, si quería, deseaba estar contigo. Pero, ahora esto nos vuelve más íntimos.
Fruncí el ceño.
—Amor, ya éramos íntimos antes y ahora después del sexo. No entiendo lo que quieres decir.
Me acerqué a ella y acune sus mejillas con mis manos. Veía duda en sus ojos y no me gustaba para nada.
—Me prometiste que no me romperás el corazón, por favor mantenlo presente.
—¿Es eso? —le dije, mientras seguía viendo sus ojos—, ¿piensas que ahora que estuvimos juntos, te dejaré?
No respondió, hice un movimiento rápido sentándola en la encimera para que esté más a mi altura.
—Escuchame, ya no hay vuelta atrás. Yo no te dejaré nunca, ya estás atada a mí en cuerpo y alma. —la besé—, y querré más, mucho más de ti porque no me cansaré jamás.
La volví a besar sin dejarla hablar. Quería demostrarle lo mucho que la deseaba, y que mis palabras para ella eran ciertas. No quería que ella tuviera inseguridades acerca de nosotros, y trabajaría en ello.
—Ya estoy duro —pegué mi polla a su coño—, y sólo nos hemos besado.
Volví a besarla, está vez ella enrolló sus piernas a mi cintura y la conduje hacia el gran sillón que tengo en la sala. Me senté son ella encima de mí y le quité su delgada blusa para empezar a besar sus tetas.
Como me encantaban sus lindos senos.
Melissa soltaba pequeños gemidos mientras lo hacía, y frotaba nuestros sexos entre sí. La detuve para así quitarme mi chándal y bóxer, a la par Melissa se quitaba su diminuto short. Se volvió a subir encima de mí está vez de espaldas pegando sus nalgas a mi abdomen bajo llevando mi polla hacia delante y empezando hacerme una paja mientras la pegaba a su humedad.
—Joder, nena, me voy a correr pero dentro ti. Por favor, para.
No lo hizo, acto seguido se levantó un poco y colocó mi punta en su entrada.
—Oh Dios —jadeó mientras bajaba.
Puse mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos, disfrutando de la sensación que se estaba volviendo mi adicción. Su estrechez me mataba, y tomaba todo de mí para no correrme. Antes de ella no había follado sin condón, lo tenía prohibido. Pero con mi mujer me sentía la confianza de hacerlo.
Melissa puso sus manos en mis rodillas y empezó con sus movimientos. Subiendo y bajando con lentitud. Yo la seguía al compás, queriendo disfrutar los dos. Sus gemidos se enlazaban con mía gruñidos llevando el lugar de nuestros sonidos.
Mi mujer pegó su espalda a mi pecho mientras seguía con sus movimientos, giró su cabeza hacia mí y nos besamos disfrutando de nuestros puntos pegados.
La quería para toda una vida, y la siguiente a esa. La felicidad que me había sentir Melissa no se comparaba con nada ni nadie, pronto haría todo oficial.
—Te quiero debajo de mí —ronronee.
Nos levantamos, para luego acostarnos en el sillón. Me subí encima de ella y en una sola estocada me metí. Estaba tan húmeda que mi polla entró sin trabas y sin hacerle daño. Agarré una de sus piernas y la puse en mi hombro. Empecé a moverme con furor, haciendo que Melissa gimiera aún más alto. Sus paredes se cerraban con mi pene dándome un aviso de que ya estaba en mi punto.
—Henry… que rico —Melissa mordía levemente su labio.
La besé, quería ser yo con mordiera sus labios y quería llegar al límite del placer con nuestros labios juntos.
Mis estocadas iban más rápido, hasta que sentí la humedad de mi mujer empaparme las bolas, seguidamente de mí llenándola por completo.
—Dios —Melissa meneaba su cadera para terminar el orgasmo.
—Joder, amor, me empapaste todo —me burle, y ella rió.
Luego de salir de ella, la cargué llevándola al baño. Teniamos que ducharnos, limpiar de lo que quedó de nuestros placeres. Melissa se metió en la tina mientras abría la regadera y así llenar la bañera. Luego de que los dos estuvimos limpios, nos quedamos un rato ahí, juntos como nunca. Ella tenía su cabeza en mi pecho con sus ojos cerrados mientras yo acariciaba sus brazos.
—Hace rato dije que querría más de ti ¿cierto? —hablé y ella asintió—, aparte de tu amor y tu cuerpo, quiero más bebés.
Melissa abrió sus ojos y se separó de mí.
—Henry…
—Pero, todo depende de ti —la interrumpí—, si tu estas bien con estos dos que vienen en camino, yo también —toqué su vientre—, pero si me gustarían como mínimo cinco bebés, ya tendremos dos, faltan tres.
Nos quedamos unos segundos haciendo que mi corazón se acelerara. Era cierto, quería muchos bebés, estar rodeado de pequeñas versiones de mi y Melissa sería un sueño cumplido. Escuché la risa de mi mujer e hizo que me riera tambien.
—Yo quería ocho bebés —soltó fingiendo desánimo.
Volví a reír a lo que ella también.
—Desde pequeña soñaba con una familia numerosa, donde ninguno de mis hijos se sintiera solo si yo en algún momento moría y…
—Dulzura, no hables de morir —volví a interrumpirla—, verás a tus hijos crecer, al igual tus nietos.
—Nuestros, además, ya lo dijiste, quieres cinco bebés conmigo, así que te aguantas. —dijo—, retomando lo que había dicho, cuando mis padres fallecieron me sentí muy sola, estaba mi tía y mi prima pero no era lo mismo y me juré que cuando tuviera hijos, ninguno de ellos conocerían ese feo sentimiento.
La abracé muy fuerte a mí. Sentía demasiadas cosas por ella y tenía demasiadas cosas que decirle atoradas en mi pecho pero, tenía miedo de que se asustara. Igual la besé, tratando de transmitirle en ese beso lo mucho que la quería
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Lo amo✨😭
Pd: este capítulo está sin editar por si ven fallas o palabras repetidas🙈
Nos volveremos a leer dentro dentro de dos semanas(o más) ya que estaré preparando un maratón🙈
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