—Todo está bien, debes de tomarte las vitaminas prenatales, comer bien, no hacer mucho esfuerzo —dijo la doctora—, recuerda que los primeros tres meses del embarazo son vitales y hay que tener cuidado, más cuando son gemelares.
Asentimos.
Henry tenía su mano entrelazada con la mía y juntas descansaban en mi vientre un poco plano. Me gustaba esa nueva sensación, de su mano con la mía.
—Muchas gracias, doctora —nos levantamos de las sillas donde estábamos sentados—, había olvidado decirle qué con esto de la inseminación me hicieron una estimulación ovárica ¿eso tiene algún problema?
Sentí la mirada del padre de mis fetitos en mí, no le había comentado nada aunque imaginé que lo sabía con eso de que me mandó a investigar.
—Oh, no, eso explica que ahora te encuentres en un embarazo doble —sonrió—, con la estimulación te hicieron más fértil por así decirlo. Y no, no tiene nada de malo.
Asentí comprendiendo, nos despedimos y dimos las gracias cuando me entregó las fotografías de la ecografía y nos citaron el próximo mes si no había problema alguno. Salimos de la clínica tomados de la mano, yo no paraba de observar los dos pequeños puntos señalados en la fotografía.
—Los amo —susurré, esperando a que mi corazón se los trasmitiera a ellos.
Sentí la mano de Henry apretando la mía y lo miré para darme cuenta que me estaba viendo a mí.
Llegamos al auto, nos subimos a él y casi enseguida Henry arrancó fuera de la clínica. Ninguno de los dos dijo algo en el camino y él silencio no fue incómodo. Por las calles me di cuenta que no nos dirigíamos a mi departamento sino a otra parte, no me preocupé confiaba en él.
Un par de minutos después aparcó en frente de un restaurante muy bonito. Henry bajó primero para abrirme la puerta y ayudarme a bajar.
—No tengo mucha hambre, Henry —le dije mientras nos dirigiamos hacia la entrada del restaurante.
Con su mano en mi cintura estrechándome a él.
Traté de disimular el efecto que su toque producía en mí esperando que no se diera cuenta.
Cuando entramos al lugar me di cuenta que era mixto, servían comida pero también postres y vi un pastel frío de chocolate el cual hizo que mi boca se hiciera agua.
—Sentémonos en un lugar lejos de la ventana —me anunció Henry.
Vi un lugar lejos y se lo señalé.
—Adelantate, iré a pedir algo.
—Vale, yo no quiero nada —mentí—, sólo un vaso de agua, por favor.
—¿Segura?
Asentí.
Me senté en la respectiva silla de la mesa y me di cuenta que desde donde estamos no se veía en donde hacían los pedidos. Un par de minutos después llegó Henry con mi botella de agua y me la extendió.
—¿Qué has pedido? —le pregunté para luego beber agua.
—Una hamburguesa con papas. —respondió sentándose al otro lado de la mesa.
—Uhmm.
Henry se me quedó viendo fijamente, con sus ojos brillosos inspeccionaba mi cara. Me sonroje por que no entendía porque lo hacía, vi como la comisura izquierda de su boca se elevaba formando una media sonrisa.
—A veces pienso que es un sueño —soltó—, que me encuentro en coma y que todo esto lo estoy soñando.
Mis mejillas se calentaron y le sonreí.
—¿Por qué lo dices?
Se encogió de hombros, está vez me esquivó la mirada.
—Parece irreal, es todo.
Llegó la comida de Henry, me dijo que no había desayunado más que un café ya que se encontraba nervioso y emocionado por la ecografía. Me reí, luego la idea que se me había ocurrido al llegar volvió a mí.
—Iré al baño, ya vuelvo.
—¿Estás bien? ¿algo va mal? —preguntó enseguida.
Negué.
—Estoy bien, sólo tomé mucha agua —le respondí.
En parte era verdad, había tomado mucha agua pero todavía no quería ir al baño. Caminé hacia el mostrador donde estaban los postres y pedí una porción del pastel frío que había visto cuando entré. Volteé para atrás un par de veces para asegurarme de que Henry no estuviera viéndome. No quería pedirle nada, ya bastaba con lo que hacía para tomarme el atrevimiento de pedirle.
Saqué el dinero que tenía en mi cartera y pagué, me dieron la porción guardada en su cajita y me dieron una pequeña cuchara. Lo guardé con cuidado en mi bolso y fui de nuevo a mi asiento.
—Tardaste —dijo.
—N-no —tartamudee.
—Si, pero no importa. —Henry se limpió la comisura de sus labios.
Ya había terminado de comer y eso significaba dos cosas, o en verdad había tardado sin darme cuenta o él había comido muy rápido. Pero ya no le di importancia, se levantó e hice lo mismo, volvió a entrelazar nuestras manos como si fuera lo más normal y salimos. Hizo lo mismo que cuando llegamos, me abrió la puerta de su auto y me ayudó a subir.
Ya quería que me dejara en mi casa para así poder comer mi postre. Lo vi subir y sienta y se queda viendo directamente al frente sin hacer nada más
—¿Qué sucede? —cuestioné.
—Tendremos dos bebés, Melissa, dos —murmuró eso último.
Fruncí el ceño, pensé que ya lo había asimilado. Sí, fue una noticia impactante, pero la que debería de estar asustada era yo.
—Si, Henry, dos bebés. Pensé que te encantaba que lo fueran. —me crucé de brazos.
Me miró de inmediato.
—No me mal entiendas —dijo deprisa—, amo que sean dos sólo que… tengo miedo. Necesitarán de más cuidado ellos y tú.
Asentí comprendiéndolo.
—Es cierto, pero tendré mucho cuidado, no te preocupes.
—No, no me entiendes… te explicaré mejor cuando lleguemos a tu apartamento.
Volví a asentir.
Sólo quería comer el postre, tenía muchas ganas ya no me interesaba si Henry me describiera. El padre de mis bebés arrancó directamente a mi departamento y lo agradecí porque ya quería descansar además de que me tenía intrigada de lo que me diría.
Mirándolo de vez en cuando me puse a pensar, y es que tenía miedo de que mis sentimientos hacia Henry incrementaran y que él sólo estuviera conmigo por los bebés y no porque verdaderamente siente algo por mí. Sus besos me gustan cada vez más y eso me aterraba ¿y si solo era un juego? Es hombre posiblemente se siente solo y quiera llenarlo conmigo y no quiero ser un relleno quiero ser su todo, pero no puedo obligarlo.
—Dulzura, ya llegamos —la voz del hombre a mi lado me sacó de mi cavilación.
Hizo lo que siempre hace, se bajó primero para abrirme la puerta a mí ¿eso lo habrá hecho con alguien más, con las demás? Pensar que si se me revolvía el estómago.
Saludó al recepcionista y subimos por el viejo ascensor, todo eso con su mano en mi cadera. Cuando llegamos a la puerta de mi apartamento abrí mi bolso para sacar la llave pero el pastel acaparaba todo y no podía sacar la llave. Tenía que sacar el pastel y lo hice dándoselo a Henry sin importarme lo que dijera.
—¿Y esto?
—Un pastel —le respondí abriendo la puerta.
—Si, pero ¿en qué momento lo has comprado?
Entramos y tiré el bolso a mi sillón, para voltearme hacia él y quitarle mi pastel.
—Cuando fui al baño, ¿puedes dármelo, por favor? Lo meteré un momento al refrigerador.
Me lo dio y fui a mi pequeña cocina.
—¿Por qué no me has dicho nada?
Abrí la nevera y metí el pastel, y le eché un vistazo rápido dándome cuenta que tenía que comprar comida.
—No quería molestar, además tenía para poder comprarlo.
Lo esquivé para ir a mi habitación pero me detuvo.
—No me molesta, joder dulzura, pídeme el mundo y te lo doy —acercó su rostro al mío—, la próxima vez que quieras algo solo pídemelo.
Miré sus ojos brillantes y no me había fijado la mota verde que tiene en ellos, me encantan. Y lo besé, no pude resistirme. Por más que quería alejar un poco el sentimiento que ya estaba en mi, no podía y él tampoco ayudaba. Henry me siguió el beso atrayéndome más a él agarrándome de las nalgas haciendo que enrolle mis piernas a su alrededor.
Sentí lo dura que se estaba poniendo su entrepierna pegaba a la mía y me inevitable no excitarme. Empecé a frotar mi coño con su polla.
—No lo hagas, si no quieres que llegue a más no lo sigas haciendo —murmuró en mis labios.
—Has dicho que me darías lo que te pidiera —jadeante dije—, ahora quiero que me folles.
Sentí la sonrisa formándose en sus labios y empezó a devorar mi boca caminando hacia mi habitación. Abrió la puerta de una patada y agradecí de haberla dejado sin seguro. Cuando llegamos a la cama se sentó en ella dejándome en su regazo, despegamos nuestros labios y quitó mi blusa de un tirón para luego pegar sus labios a mis senos besándolos. Quité su saco mientras seguía frotando nuestras partes, su pene estaba extremadamente duro y eso me mojaba aún más. Volvió a besar mis labios, tan desesperado como su vida dependiera de ello.
Todo se esfumó cuando empezó a sonar su celular que estaba tirado junto al saco.
—No le prestes atención —dijo Henry.
Pero no podía no prestarle atención, su celular seguía sonando y mi mente se estaba empezando a aclarar.
—Contesta —le ordené.
Él a regañadientes lo hizo, agarró el celular y contestó.
—¿Qué?
Escuché la voz de una mujer y su cara cambió por completo, sus ojos estaban demostraban preocupación.
—Ok, quedate tranquila ya voy para allá.
Me levanté de su regazo al segundo de que lo dijo, se iría con esa desconocida y a mi me dejaría sola con ganas de él.
—Lo siento mucho, mi amor, pero es una emergencia. —aclaró.
No le dije nada, sólo le dediqué una sonrisa de boca cerrada y ya. Agarró su saco y salió despavorido sin decir nada más.
¿Eso pasaría cuándo los bebés nacieran? ¿nos dejaría para atender a otras personas? Esas ideas no me gustaban para nada. Me sentí decepcionada y decidí darme una ducha para relajarme un poco.
No sirvió.
Comí mi pastel luego de bañarme y ponerme ropa cómoda pero no era el sabor que esperaba.
Volví a mi cama pensando en que descansaría pero al rato mi estómago dio un revoltijo y fui al baño para vomitar.
Esperaba que no fuese por un largo tiempo.
🤰🏽🤰🏽🤰🏽
Había pasado una semana desde que Henry se fue dejándome necesitada, una semana donde los síntomas se intensificaron y lastimosamente paré de trabajar, fue una decisión difícil porque apenas estaba comenzando pero lo tenía que hacer. Una semana que no había visto al padre de mis fetos pero me llama a cada rato y me envía preguntándome por lo que tengo o lo que me hace falta. Quería reclamarle cada vez que lo hacía, decirle que porque no venía a verme y verificar que estoy bien, pero me contuve porque no somos más que los padres de los gemelos.
En la mañana había invitado a mi tía a casa, para comer y así contarle sobre mi embarazo. Agradecí a la vida porque todavía no se había enterado por algún lado y pensé que era el momento de decírselo.
Mientras cocinaba la comida estaba pensando seriamente en emprender algo para poder pagar el departamento, estaba pensando en hacer maquillaje a domicilio o vender algún postre, y es que no quería molestar a Henry y mucho menos por eso.
Cuando la comida ya estaba lista, me fui a bañar. En la ducha me di cuenta de que mi vientre ya no está totalmente plano pero todavía no se hacía notar. Al salir me vestí de una manera sencilla pero linda, después de estar lista acomodé la mesa y esperé a que llegara mi tía.
Me senté en el sillón y agarré mi teléfono encontrándome con un mensaje de Henry.
Henry.
¿Qué haces?
Yo.
Nada, estoy a punto de comer.
Al enviarlo la puerta de mi departamento sonó, la abrí y era mi tía quien había llegado. Nos saludamos con un abrazo y me ayudó a echar la comida en los platos cuando entró. Nos sentamos en mi pequeña mesa y me contó lo que le había pasado el tiempo en que no supe de ella.
—... Y estoy conociendo a alguien —dijo para luego darle un sorbo a su jugo—, me trata bien y es bueno.
Me alegré, en verdad. A mi tía nunca la vi con un hombre en su casa, y era hora de que se enamorara y encontrara un amor real.
—Eso es bueno, tía —le sonreí—, me alegro muchísimo. Eres como una madre para mí y quiero que seas feliz.
—Gracias, hija.
—Yo también tengo algo que decirte —me miró con interrogantes—, espero que no te enfades ni nada, pero, estoy embarazada.
Mi tía agrandó sus ojos poniendo las manos en la mesa.
—¿Es en serio?
Asentí.
—No jugaría con algo así.
—Oh por Dios —se levantó y la imité—, no se que decirte, ¿de quién es el bebé? ¿cuánto tiempo tienes?
—Casi un mes —no le quería responder sobre quién era el padre de mis fetos, lo haría más adelante—, y son dos bebés.
—Dios mío, Meli, felicidades —llegó a mi y me abrazó—, sé que amas la maternidad y ahora que tendrás tus propios bebés me puedo imaginar tu felicidad.
Nos separamos y le sonreí.
—Si, me emocioné mucho cuando me enteré.
—Pero dime, hija, ¿quién es el padre de tus bebés? ¿lo conozco o…
No pudo terminar de hablar porque la puerta fue tocada, fruncí el ceño porque no esperaba a nadie pero seguramente fue Henry quien mandaría algo. Me disculpé con mi tia y fui abrir la puerta, cuando lo hago me encuentro con la sorpresa de que el padre de mis hijos es quien tocó.
—Hola, dulzura —hizo acercarse a mí para besarme pero lo alejé—, ¿qué sucede?
—¿Qué haces tú aquí?
Henry frunció el ceño.
—¿No puedo visitar a la madre de mis hijos?
—Te desapareciste por una semana y ahora vienes como si nada —sonreí sarcástica—, por favor, vete que tengo visita.
Lo empujé para cerrar la puerta pero resistió.
—¿Quien es tu visita? —su expresión se tornó totalmente sería.
Iba a responder pero la voz de mi tía me interrumpió.
—¿Melissa? —la sentí detrás de mí—. ¿Señor Campbell? ¿qué hace aquí?
Casi me desmayaba cuando mi tía pronunció su apellido.
—¿Se conocen?— volteé a verla.
—Si, bueno, en persona no pero lo he visto en el periódico…
Todo el mundo sabía quién era Henry menos yo, fantástico.
—Mucho gusto, señora —Henry estrechó su mano con la de mi tía—, bueno, ya conoce mi nombre pero se lo diré de nuevo; soy Henry, y soy el novio de su sobrina y padre de los bebés que tiene en su vientre.
Henry puso su mano en mi vientre y pegó mi espalda a su pecho. Mi tía estaba pálida pero miraba a Henry luego a mí. Mi estómago empezó a revolverse avisándome que iba a vomitar
No, bebés, no ahora.
Pero no aguanté, y salí corriendo al baño a vomitar lo poco que había comido. Sentí unas manos recoger mi cabello y el olor masculino de Henry.
—Ya no vivirás aquí sola, o te mudas conmigo o me vendré a vivir contigo. Pero ya no te dejaré sola —declaró Henry, y sabía que hablaba en serio.
¿Qué podría salir mal si vivo con él?
••••
¿Yo? Yo estoy enamorada de ellos😭💗
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top