[0.] Lo que habría cambiado



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A veces, cuando Ilari la ve pasar por la alameda en dirección a la tienda de comics, se pregunta qué habría sido de su vida de haber estado enamorado de ella a sus 15 años.

Uno puede afirmar que la vida de cada ser humano está determinada por las decisiones que vayan tomando a lo largo de su vida, pero eso es limitarse a apreciar tan sólo una esquina del mapa. Ilari sabe muy bien que el resto bien podría estar predicho por la suerte y el destino.

Él cree en ambos, porque de otra forma, no tendría manera de explicar cómo es que las cosas habían ido tan mal a partir de ese día, la mañana soleada en que una Willow de catorce años le entregó una carta envuelta en un pañuelo desechable con aroma a sandía. Una declaración de amor escrita con tinta negra, brillos fluorescentes en las esquinas y un par de errores ortográficos.

De poder volver a ese momento con los sentimientos de su yo presente, está seguro de que el futuro trazado habría sido distinto. Cuando decidió dejar el cigarro por el bien de sus pulmones, tuvo unas semanas muy complicadas con síndrome de abstinencia en las que le pareció divertido distraer su mente con posibles "y sí". No fue la decisión más sana a tomar, pero le sirvió bastante para plantearse distintos escenarios imposibles de hacer realidad.

De seguro habría sonreído, esa fue su primera conclusión. De seguro no habría soltado ese tonto «No estoy resfriado» ni se habría permitido lucir como un borrego confundido. Y mucho más importante, más que cualquier otra cosa: de seguro habría dejado el maldito medallón en casa. Así, cuando Willow tuvo que armarse de valor y envolver las manos del Ilari de 15 para que se diera cuenta de que no era un pañuelo, sino una carta envuelta, él no habría sentido ese repentino vórtice de sensaciones amargas y asquerosas.

La impotencia hecha un nudo en su garganta, el dolor y la sensación de injusticia picando en las esquinas de sus ojos... El deseo ferviente de nunca haberla conocido en sus dientes rechinantes y sus puños apretados.

¿Por qué fue precisamente la mañana del 15 de agosto el día en que recibió el medallón plateado de su abuelo como herencia además de la confesión de Willow? La respuesta es una sola, porque su destino ya había sido escrito de esa manera.

Por ello, lo único que Ilari puede hacer al respecto es cargar con las consecuencias.

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