Experiencia De Amor
Siempre quise hacer un Talk show a lo Pedro Suárez Vertiz, con efectos de guitarra y piano incluidos. Así que, imaginen la base mientras relato una pequeña historia que pasó en mis primeros ciclos de universidad.
En fin, ojalá salga bien.
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Siempre es difícil hablar de uno mismo.
Historias de amor sin final.
Demonios nocturnos que atormentan en días.
Insomnio. Ansiedad. Caídas.
Todo empezó en un verano lejano. Es complejo explicar lo que sentí al verla por primera vez.
Emoción, tal vez excitación al verla caminar.
Bueno, todo pasó muy rápido.
Ella se acercó, hablamos y reímos de problemas ajenos, minimizando aquello como si fuera lo más estúpido del mundo.
El momento trascendió entre lo efímero y perpetuo de las caricias entre manos juguetonas.
No voy a mentir, dejó marcas en mi cuello apenas veinte minutos de conocernos.
Aunque, dolorosas en su momento, fue increíble la sensación de ser amado por unos segundos.
Salimos.
Viajamos.
Nos besamos en hoteles y follamos en salones.
Trios con su amiga y discusiones cuyo desenlace fueron raspones en sus rodillas.
Una aventura surrealista de un libro de tapa gruesa.
Recuerdo cuando me presentó a su padres.
Fue difícil contar que la conocí el mismo día decuando nos besamos.
Pensé que su padre me mataría en el momento.
Ahora que lo pienso, no tuve que callar ante miradas desubicadas contra mi accionar en la mesa.
Pero siempre es así cuando experimentas lo desconocido por primera vez.
Fui feliz en su momento. Ella también lo era.
Me contó sobre sus anteriores relaciones, hice lo mismo.
Historias de amor con sentimientos volubles que en su momento hirieron corazones castos.
Niños incomprendidos e incompletos.
Adolescentes a un paso de ser adultos contemporáneos.
Un ciclo de vida que deseamos detener en su cama ante la mirada molesta de su madre.
Aunque la vida pinte un cuadro que represente un final feliz de circo.
No es una telenovela con guiones ya determinados.
Ella se volvió fría de la noche para la mañana.
Me esforcé en saber que es lo que le molestaba.
Si era yo.
Si era ella.
Si fue otro.
Cuando pienso en cómo terminó lo nuestro, recuerdo estar siendo empapado por la llovizna que azotaba la ciudad.
No comprendí, ni mucho menos acepté que yo fui la estrella fugaz que alumbró parte de su camino.
¿Qué hice mal? Pregunté varias veces mirando el techo de mi cuarto.
Tal vez no amé lo suficiente.
O, quizás, en momentos de descontrol, no actué como ella esperaba.
No pasó mucho tiempo hasta que un amigo, en cierta noche otoñal, me contó acerca de cierta foto que no creí en su momento.
Bueno, tuve que entender a la fuerza.
Ella tenía a otro.
Es ahí donde aquellos pensamientos destructivos, que alguna vez crees haber superado, vuelven.
Te lastiman. Se burlan. Blasfeman en contra de lo sentido.
Lo peor de todo, reviven momentos con preguntas tontas sacadas de respuestas obvias, pero dolorosas.
En fin.
Es mi historia de desamor.
Donde, en tan poco tiempo, amé tanto hasta olvidar lo que realmente tenía en mis manos.
Ella se fue. Me echó de su vida.
Yo, resignado, tuve que aceptarlo.
No supe nada de ella por mucho tiempo. Más que todo por mí que por ella.
Quise encontrar estabilidad.
Mas las continuas decisiones que tomé fueron el detonante de mis visitas al hospital.
Yo era la cadena de un sin fin de problemas.
Mi alma fue vendida al diablo, mientras que mi espíritu iba al cielo. Más que todo a reclamar al creador.
Un lío tortuoso cuyo final fue llorar en la sala, delante de mi padre.
Odiaba y amaba a ese tipo, su sabiduría era el motivo de mis continuas rabietas. No aceptaba sentirme tonto frente a alguien.
“Si tanto la amas, ¿por qué la maldices en tus poemas?”
Dijo, a la vez que sacaba un cigarro sin que mamá lo viera.
“Porque me hizo daño”
“Entonces, nunca más ames”
Pasó mucho tiempo desde aquella frase. Lamento no haberla entendido en su momento.
Fue un gran consejo de mi viejo.
El amor es así. Embustero, ladrón, lo que sea, menos justo y sincero.
Ella me hirió, destrozó mi vida de un puñal.
Pero, ¿eso es el amor, no?
Amar tanto hasta herir. Herir a los que te aman. Amar a los que te hieren.
Una simbiosis determinante por matar a Romeo y a la estúpida de Julieta.
De que Werther se pegara un tiro.
De los celos que llevaron a Juana a la locura.
Salí lastimado porque quise. Aunque lo negara, sabía que tarde o temprano iba a pasar.
Lo que fácil viene, dolorosamente se va.
Solo aguardo a que me digan que eso no es lo que me quiso decir. Cambiar el significado de sus palabras.
Lo que sea.
Pero eso es el amor para mí, por lo menos por ahora.
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