Capitulo 4


-¿Y ya habéis decidido tener hijos, Eva?- Randgriz había estado hablando con aquella pareja de jóvenes desde que Anne los presentó. Eran muy alegres, o al menos Eva lo era. Su novio Adán era más callado, pero también parecía buena persona. Estuvieron hablando apenas un par de horas, pero se habían hecho amigos enseguida y ella disfrutaba mucho estar con ellos.

-Si, la verdad es que estamos muy emocionados. Por suerte, la frutería va bien, así que no tenemos que preocuparnos por el dinero. Siempre y cuando Adán no se coma más manzanas de la cuenta.-

-Ya te he dicho que es por probar su calidad.- Su novio le respondió junto con un beso en la frente.

La charla seguía entre risas y anécdotas. Tras un rato,  Anne llevó a Randgriz a bailar para divertirse. la música acompañaba con un ritmo frenético y todas las personas en la pista se movían de forma armónica. Hasta el momento en que su espalda chocó con la de un chico.

-Lo siento. No ha sido a propósito.- Randgriz se disculpó de inmediato.

-No es nada. ¿Pero qué tal si lo hablamos con una copa?.- El hombre le habló con una sonrisa mientras ella trataba de aguantar la risa por culpa de su peinado en forma de cresta. Anne decidió dejarles solos y volver con la pareja de rubios, deseándole suerte a su amiga.

La conversación fue bastante bien. El hombre, llamado Hotei, era bastante hablador y dinámico, y aunque al principio era gracioso, Randgriz empezó a sentirse incomoda. Algo en aquel hombre le resultaba extraño, como si recitara un papel preparado para ella. Una extraña sensación de peligro empezó  a aflorar en su mente.

-Pero lo mejor es de este lugar es sin duda la compañía.-

-Gracias, pero creo que voy a volver con mi amiga.-

-¡Oh, vamos! Una última copa.- Él la tomó del hombro.

-Lo siento.- Se terminó la bebida y se fue.

Ella se alejó rápidamente, pero aquel hombre sonrió. Lo había conseguido. Cogió su teléfono y llamó.

-Soy Hotei. Lo ha bebido. Estará en mis garras en unos minutos.-

Randgriz se dirigió de vuelta con su grupo en la parte alta del club. Encontró a Anne medio borracha desvariando mientras se apoyaba en Eva.

-¿Cómo ha ido?- Preguntó Adán.

-No era mi tipo.- Randgriz respondió para no preocupar a sus amigos.


~0~


Lu Bu había estado mirando por toda la planta baja buscando algo que le indicara peligro. No había encontrado más que borrachos idiotas y chicas un poco salidas, pero no alguien que pudiera ser una amenaza. Había dado una vuelta al exterior y nada. Algo malo estaba pasando. El hecho de que ese coche ya estuviera allí antes de que llegaran significaba que tenían la trampa lista desde antes. Dio otro vistazo por la planta baja hasta que un mensaje llegó a su móvil.

-Lu Bu, voy a salir. No me encuentro bien.-

Randgriz había empezado a sentirse rara. Después de un rato de hablar, un extraño mareo y nauseas se habían empezado a manifestar. No entendía por qué, pero decidió que lo mejor era bajar para reunirse con Lu Bu. Se despidió de Anne y de la pareja y trató de bajar las escaleras. Con cada paso le resultaba más difícil mantenerse. Su visión se nublaba y sus sentidos se veían reducidos. Se apoyaba como podía en la barandilla de la escalera. Las luces fuertes y cambiantes, los ruidos ensordecedores y el movimiento de la gente hacían que el mareo fuera peor.

En ese momento vio a Hotei bajar tras de ella, con una sonrisa extraña. De repente lo entendió. La bebida que aquel hombre le había pasado debía de llevar algo. Trató de moverse rápido hacia la salida mientras se iba apoyando en la pared, pero el estrés y el miedo solo hicieron que le fuera más difícil combatir la confusión.

Tenía que llegar afuera. El coche era un lugar seguro y Lu Bu ya estaba sobre aviso. Llegó a la entrada del descansillo que daba a la puerta. Sin embargo, unos brazos la agarraron y le taparon la boca. Fingiendo que la ayudaba para que no vomitara, Hotei la llevó hasta la puerta que daba al callejón.

-Lo siento, guapa, pero me gusta el postre para llevar.- Dijo agarrando de lugares donde no necesitaba mientras la arrastraba al coche negro.

Randgriz tenía miedo. No podía moverse como quería, ni con la fuerza que quisiera. Un sentimiento horrible se formó en su pecho. Aquel que sentía cada vez que su padre la cogía del brazo cuando era niña para llevarla a algún lado, cuando le gritaba, o cuando simplemente la miraba enfadado esperando que hiciera algo. Aquella sensación de miedo y ganas de correr, al mismo tiempo que sentía que le faltaba el aire.

En condiciones normales, ella podría habérselo quitado de encima con un movimiento, pero el efecto de la droga era fuerte. Aun así, logró agarrar uno de sus dedos y rompersolo. Consiguió que la soltara, pero también que le diera una bofetada que la tiró al suelo, hiriéndole el labio inferior. Enfadado y cansado, el hombre fue agarrarla, pero . . .

-¿Por qué no pruebas tu fuerza con alguien que pueda responderte?- Una voz baja y terrorífica se oyó por detrás de Hotei, el cual se quedó paralizado por el miedo al monstruo que tenía a la espalda. En cambio, Randgriz nunca se había alegrado tanto de escucharla.

Al no verla en la salida, Lu Bu miró en el callejón por puro instinto.

-¡Piérdete, capullo!- Hotei lanzó un puñetazo por instinto, pero este fue fácilmente detenido por aquel hombre, el cual apretaba su agarre hasta hacer doblarse de dolor a su agresor.

-¿Nunca que te has topado con alguien a quien no deberías. . . haber puteado?- Lu Bu hizo una pausa- Ese soy yo.

Un golpe fulminante al entre-cejo acompaño las últimas palabras que aquel hombre escucharía esa noche. Lu Bu dejó caer al inconsciente idiota al suelo mientras se dirigía a su clienta. La tomó por los hombros con delicadeza y la irguió con cuidado mientras limpiaba la sangre del labio de la chica y las lagrimas que salían de sus ojos.

- Lamento no haber llegado antes.- Se disculpó el guardián.

-Gracias.- Fue todo lo que obtuvo por respuesta.

Tras aquel agradecimiento en forma de sollozo, Lu Bu suspiró y tomó a la chica en brazos. Los efectos de aquel somnífero aún hacían mella en ella. Era muy ligera, casi como una pluma, y el tacto de su piel era suave y cálido, parecido al tacto de una sabana de seda. El olor de su perfume era extrañamente formal para una salida con amigos, lo que le resultó cautivador. Sintió como se acurrucaba contra su pecho, como si fuera un animalito asustado buscando el cobijo de su madre. La sentó en el asiento de atrás del coche y arrancó. Fue mirando si ella se encontraba mal, pero comprobó que simplemente se había quedado dormida. El somnífero y todas esas emociones habían sido demasiado para ella.

Llegaron al hotel cerca de las 4 de la madrugada. Lu Bu volvió a cargarla en brazos y se dirigió a la puerta. Los guardias se alertaron por la repentina imagen de su clienta inconsciente en los brazos de aquel sujeto, pero antes de que pudieran siquiera abrir la boca, la voz de Lu Bu los cayó a todos con unas tranquilas palabras.

-Lo que llegan a beber en esos lugares. Apuesto que mañana tendrá una horrible resaca.- La son risa que acompañó aquella frase parecía tranquila, pero también guardaba una emoción por el conflicto que se iba a desatar.

Cuando detuvo el golpe de aquel hombre llamado Hotei, vio la marca del dios enmascarado rodeado por una rueda con llamas en su brazo. La marca de Bishamonten, líder de los Siete Dioses de la Fortuna, la mafia más poderosa desde la caída de la banda del Rey Tirano. El solo pensar en enfrentar ese desafío ya lo emocionaba.


~0~


Mientras eso pasaba, Hotei caminaba por las afueras de la ciudad intentando pensar una manera en la que volver ante su jefe. Había fracasado miserablemente. Aun habiendo conseguido que bebiera el tranquilizante y teniendo el coche a algunos pasos, habían logrado noquearlo con solo un golpe. Incluso sabiendo quien lo había hecho, volver con las manos vacías sería un suicidio. Tenía que encontrar una manera de remediarlo.

-Mierda, tengo que hacer algo antes de que el jefe se entere- Murmuró mientras miraba hacia el suelo.

-¿Antes de que me entere de qué, Hotei?- Esa voz lo dejó petrificado.

Ante el se alzaba un hombre alto y musculoso. El casco que llevaba en forma de casco samurái acompañaba la larga espada resplandeciente que llevaba consigo. Su ceño fruncido acentuaba su mirada llena de enojo y oscuridad.

-¿Dónde está la chica?- Preguntó mientras la hoja brillaba con la luz de la luna.

Hotei no respondió, solo se quedó callado, inmóvil y aterrado.

-Hubo complicaciones y alguien interfirió pero. . .- Respondió tras un rato de silencio.

Los ojos de su jefe no cambiaron de expresión. En cambio, se clavaron aún más en él a medida que el hombre se acercaba con la espada lista. Por instinto y fruto del miedo, Hotei sacó la pistola que llevaba consigo, pero la desaparición de Bishamonten junto con el tacto del frio acero en su pecho en el momento que sacó el arma lo hicieron caer al suelo retorciéndose de dolor.

-¡Je-jefe espere! Aún puedo arreglarlo, por favor. Deme otra oportunidad.- Gimió Hotei.

-¿Cómo puedes arreglarlo? Ya conocen tu cara.- La voz del Jefe volvió a sonar.

-Uugh. . . -El dolor le impedía articular palabras.

-Ya veo.-La espada volvió a alzarse.

-¡¡Ma-ma-mañana!! ¡Tiene u-una fiesta! Podemos capturarla cuando vuelva.- Gritó de forma desesperada.

Bishamonten bajó la espada complacido. Detrás de él aparecieron unos hombres que levantaron a Hotei, llevándoselo hacia un coche .

-Hotei ¿Quién fue el que intervino?- La pregunta salió de la boca del lider mientras observaba los edificios en la noche.

-El dragón furioso.- La respuesta de Hotei fue corta y concisa.


~0~


Randgriz se sentía como si estuviera flotando. Una sensación cálida y tranquilizadora la envolvía, mientras que notaba un pequeño va y ven en su cuerpo, como si trotara. Tras esto, un suave tacto la envolvió mientras una comodidad se hacía presente en su espalda. Estaba en su cama. Despertó levemente para ver a Lu Bu erguirse.

-¿Lu Bu?¿Qué ha pasado?- El cansancio no le permitía erguirse bien.

-Ha habido algunos problemas, pero me he ocupado de ellos.- Su voz sonaba seria e inexpresiva como siempre.

-¿Me trajiste tu?- Randgriz no sabía por qué había sentido esa calidez, pero tal vez si la hubiera cargado alguno de sus guardias. . .

-Si. Estaba dormida y no quise despertarla. Ahora duerma, necesita descansar.- Lu Bu se giró hacia la puerta para irse.

-¿Podrías quedarte? Al menos hasta que me duerma.-

Aquella pregunta salió de forma inocente de sus labios. Ni siquiera sabía por qué la había dicho, pero la verdad era que no se sentía segura. Aquella noche podría haber desaparecido de no ser por ese hombre. Aquel hombre, que al principio le pareció un monstruo terrible, Era lo único que le transmitía seguridad en ese momento.

Lu Bu se quedó pensativo durante un tiempo. Entendía la situación de la chica. Había pasado por muchas cosas esa noche y necesitaba tranquilizarse. Ese sentimiento, la necesidad de buscar algo que le hiciera sentir mejor, que le diera cobijo en esos momentos, era algo que conocía bien.

-De acuerdo.-Respondió sentándose en una silla cerca de la cama.

Randgriz se acurrucó en su almohada y cerró los ojos. El cansancio pronto hizo el trabajo y se quedó dormida rápidamente. De repente se encontraba de nuevo en aquel sueño, oscuro y lúgubre. Pero esta vez era diferente. No tenía miedo, ni de la soledad, ni de la criatura que acechaba en la oscuridad.  Aquella criatura se apareció, pero era tranquila. Imponente y poderosa, pero no malvada. Esta se envolvió a su alrededor, dejándola descansar en sus escamas. Aquel sentimiento de paz, era extraño. Notó como la bestia pasaba sus bigotes por sus mejillas con delicadas caricias. Era un sueño agradable y tranquilo.

Mientras tanto, Lu Bu la miraba mientras pasaba su mano por su mejilla. Aquella vista tan relajante y tierna, le daba una sensación extraña. Verla así era cautivador, hermoso. De repente se dio cuenta. Estaba demasiado cerca, casi encima de ella. Se apartó con cuidado de no despertarla  y salió por la puerta. Trató de aclarar sus ideas. ¿Qué había estado a punto de hacer? Decidió no pensar en ello. Se encendió un cigarro para calmarse y olvidar.


No podía permitirse pensar en esas cosas.


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Aquí está el capitulo 4. Gracias por todo el apoyo que estoy recibiendo. Me alegra mucho.



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