XXVI-Pesquisando
—Quiero que hablemos.
Me quejo contra su cuerpo. Y me restriego contra ella sin ninguna intención de separarme. Por un momento me pierdo en su suave aroma tranquilizador, me siento tan a gusto que un ronroneo mezclado con mi quejido se me escapa y yo me congelo en mi lugar.
Siento su cuerpo vibrar seguido por su suave risa.
—Dios que vergüenza, ni siquiera puedo controlar mi cuerpo.
—No te quejes, diamante, mejor entrena para controlar eso, no querrás que tu compañero lo sienta cuando estés con él.
Me separo de ella de golpe.
—Me tendrás que decir quien te dijo semejante mentira para manipularte, le daré una paliza—cruzo mis brazos y la observo a los ojos, sus mieles iris cobran un brillo inusual cuando cruzamos miradas.
Mi abuela es fuerte, una guerrera inédita, lista para cualquier combate impredecible que se presente, no solo porque en la manada todos deben estar preparados para cualquier cosa, sino que es una mujer de batalla, de las mejores en el campo, pero cuando se trata de mí...
—Dudo que seas capaz de darte una paliza a ti misma, te amas demasiado—me observa divertida.
—Espera, ¿En qué momento...?—Y allí caigo.
También es buena.
—¡Me engañaste!—me quejo.
—¡Claro! Pero tú intentabas engañar a la suegra del Alpha, a tu Superior de 87 años y sobre todo a tu abuela ¿Quien es peor?
Bufo inconforme, a veces no sé quién es más manipuladora.
Sé que aunque no quiera la mujer me perseguirá hasta que hable. Me alejo de ella y mirando el suelo, espero a que hable.
—Oh, cielos ¿Cómo crees?—confundida capto su mirada con reprobatoria—No podemos hablar así.
—¿Qué?
—Quiero que hablemos, pero primero ve a darte una ducha, apestas, mi pequeño diamante.
Frunzo el ceño y me olfateo, inmediatamente hago una mueca. Ella sonríe divertida mientras me alejo ofendida, en busca de las duchas.
—¡Es increíble!—chillo—Mi hedor no es tan fuerte como cuando salí del cuchitril ese, entonces apestaba...
—Siempre has apestado Aisha—rezonga una voz juguetona, tapándose la nariz con una mano y con la otra alejándome—Hazle caso a tu abuela, seguro por eso no tienes novio...
—Tú tampoco tienes novia, Tony—deslizo mi voz con altanería y sin dirigirle la mirada.
¿Por qué eso es importante? Si yo deseo vivir dejando mi esencia mezclada con bacterias por todos lados, es mi decisión. Cabe aclarar que nunca lo haría, al menos que la situación sea cómo está.
Y aun así conseguiría novio, no se pueden resistir a mi.
Lleva una mano a su pecho fingiéndose ofendido y me detiene del brazo.
—Si así me tratas a mí, no me imagino como tratas a tus pretendientes. ¡Ten compasión Aisha!—exclama en un tono melodramático. Sonrío por su ridículo Show, esperando su cierre—tu papá seguro por eso tuvo que buscarte alguien para que te aguantara, probablemente eras de esas que corría a sus pretendientes a propósito.
Si bien es cierto que es la primera vez que mi padre me compromete con alguien, no significa que no haya tenido pretendientes que huyeron por circunstancias "misteriosas". Mi excelentísimo ser no es para cualquiera y más si solo querían acercarse a la cachorra del Alpha, así que si, es probable que haya tenido algo que ver con esas circunstancias "misteriosas".
—Mejor ayúdame a encontrar los baños, necesito relajarme unas horas.—Suspiro imaginando cómo pasaría las próximas horas de la tarde—se me antoja tomar un baño de espuma con unas sales aromáticas... ¡oh! unos aceites esenciales me vendrían de maravilla ¿Donde crees que pueda encontrarlos? No importa si son sencillos, me conformo con algo simple—sonrío imaginando la sensación que dejaran en mi piel.
—Dime que no estás hablando en serio—Tony me observa con una mueca extraña—Aisha, no creo que puedas satisfacer muchos de tus caprichos en esta situación...
—Un baño no es un capricho, la abuela dijo...
—Bañarse no es un capricho, tienes razón—asiente—pero ese mejengue que quieres hacer lo es.
Frunzo el ceño confundida.
—¿Estás insultando mi baño?
—Báñate como la gente normal y ya.
—Yo me baño como la gente normal.
Se acerca a unos Omegas de la manada y les pregunta por las duchas. Ellos le señalan un lugar y él comienza a caminar en esa dirección, inmediatamente le sigo.
—¿Qué es esto?
Nos detenemos junto a un cubículo donde hay varias puertas. Está a unos metros de las tiendas de la manada, no es difícil de encontrar.
—Este es su baño, magestad—se inclina haciendo una ridícula reverencia, hago una mueca—puedes usar el lago si prefieres.
Le doy un golpe en la cabeza. Se queja llevándose una mano a la zona herida.
—Iré a buscar una toalla, ya vuelvo, mientras tanto explora las exóticas junglas misteriosas de la ducha—se burla para buscar el producto del que habló anteriormente.
Con temor me acerco a los cubículos. Algunos ya están ocupados, me centro en el del final para poder conservar aunque sea un poco de privacidad. Jalo la puerta, pero esta no cede.
—Déjame ayudarte.
Tony ha vuelto con una toalla en mano y dos botes sin etiqueta. Da un golpe a la puerta y esta cede.
Cuando puedo ver el interior del lugar solo hago una mueca. Está limpio, sí, pero es pequeño. Suspiro cansada, esto será más difícil de lo que me esperaba.
—Tendrás que hablar con Edick de la situación de la manada para comprender esto—lo miro cuando comienza a hablar, sonríe débilmente—No estoy a favor de nada, pero es mejor que sepas a lo que te estas metiendo. Aún podemos irnos si quieres.—Me ofrece en un susurro para que nadie escuche. Niego con la cabeza—bien, si se traba cuando intentes salir dale un pequeño golpe y se abrirá. Aquí tienes el gel de baño y el champú. Ten cuidado, aquí no hay regulador de agua.
Dicho esto se aleja del lugar. Dejándome sola en la ducha. Ducha demasiado fría para mi gusto.
Ya en mi tienda tengo que ponerme un suéter para cubrir todos los moretones y rasguños que sufrí mientras estuve fuera. No será fácil moverse por la manada luego de todo lo que ha pasado, pero lo intentare.
Sin duda mi abuela sabía que necesitaba ese baño para poder hablar con ella. Sino nunca habría podido expresarme bien. Ya me siento más despejada y tranquila.
Una vez lista observo el pequeño lugar en el que me encuentro con detenimiento. Como la mayoría de tiendas de la manada no es muy grande, pocas cosas están en el lugar; un pequeño catre con un colchón, una silla con una pequeña maleta de mano sobre ella, un pequeño baúl en el cual están algunas de mis prendas de otoño y una pequeña mesita. Eso es todo.
—Al menos es más de lo que tenía en aquella celda—susurro como consuelo para mi misma.
Un escalofrío se esparce por mi cuerpo cuando a mi mente llegan las imágenes de esas oscuras noches donde estuve encerrada en esa fría celda con torturas diferentes cada vez.
Alejo esos pensamientos de mi mente, no necesito más distracciones de las que ya tengo. Me hago una cola alta, que en seguida deshago al ver que deja ver una de las pequeñas heridas.
—Parece que tendré que ir con el cabello suelto—inclino mi cabeza viendo el reflejo del pequeño espejo que se encuentra adherido a una de las bases de la tienda.
Suspiro un poco decepcionada, esperaba poder jugar con mis conjuntos y peinados para relajarme más, pero ya veo que eso no pasará.
Aquí no hay casi nada de lo que acostumbro, los recursos son limitados y ni siquiera puedo encontrar algo de maquillaje o un dulce que me relaje. Tenía claro que la situación no era buena, pero no me imaginé hasta qué punto, ahora puedo verlo.
Es muy probable que goce de algún privilegio con el que algunos miembros de la manada no cuenten, pero no deja de ser vacío. El pequeño espejo de alguna manera alivia.
—Eres idéntica a tu madre.
Me quedo congelada al escuchar la suave voz de mi abuela irrumpir en el silencio de la soledad que yo misma había creado. Hace años no escuchaba hablar de mi madre, no de esa manera al menos. La recuerdo, sí, pero no es de los temas más fáciles de manejar, sobre todo porque significa la exposición de mis sentimientos, nada conveniente.
—Claro, exceptuando tu mirada.
Arqueo una ceja y me giro en su dirección.
—Pero sus ojos eran verdes—reflexiono.
—No querida mía, tú solo posees el color de sus ojos, pero tu mirada—se acerca a mí y observa mi rostro cerciorándose de lo que dice y tras un asentimiento habla—Es la mirada de tu padre. No hay duda de ello.
Incómoda aparto mi rostro y la invito a caminar fuera de la tienda. Ella toma mi brazo y lo cruza con el suyo, caminamos por la manada tal y como solíamos hacerlo cuando yo era una cachorra y ella venía de visita a la manada. Me tomaba de la mano y nos paseábamos por el lugar, reíamos mientras ella me contaba de sus aventuras por el mundo y yo me quejaba que no me dejaban salir. Eran buenos tiempos.
Deseo poder recostarme sobre su hombro, pero me contengo.
—¿Edick fue el encargado de organizar esto?
Mi abuela asiente con la cabeza sin apartar sus ojos del lugar.
—Sorprendentemente, él ya conocía de este lugar aunque solo tu padre y su Beta lo sabían. O eso suponía yo.
—Eso es extraño ¿No crees?—indago dispuesta a sacarle algo.—Aparece de la nada y dice que se casará conmigo, como si pudiera tener esa suerte—bufo con altanería y egocentrismo.
Luego de saludar a unos miembros de la manada con una alegre sonrisa dirige sus ojos mieles a mi rostro, buscando en ellos información, información que desde luego no desvelaré al menos que ella pueda ingresar al fondo de mi alma y encontrarla, mientras tanto permanece en lo más recóndito de mi ser.
—¿Lo consideras extraño?
Decido retomar nuestro paso evadiendo la pregunta. Si bien es cierto que sospecho de él, ahora soy consciente que también hay otros sentimientos que se entretejen con la desconfianza, sentimientos a los que tendré que ponerles un límite si no quiero que esto se salga de control.
—Al principio creí que era alguien demasiado misterioso...—reflexiona distraída.
—¿Y ahora?—la interrumpo ansiosa por sus palabras y su veredicto.
Ella sonríe con dulzura a pesar que la estoy rematando de preguntas.
—Él se hizo cargo de la manada sin rechistar—señala con disimulo alrededor, las familias organizadas, el campo de entrenamiento, todo muy bien organizado—tu padre no estaba en condiciones de dirigir la manada, el Beta John está en una misión importante de la que nadie sabe y el Delta Zack declinó, cediendo el lugar a Edick afirmando que tu volverías y darías todo de ti para poner todo en su sitio. Dijo algo como que su gobierno no sería mejor que el tuyo y que prefería esperar.
—Me parece extraño que el Delta Zack diera una responsabilidad así al Alpha Edick, después de todo no parece agradarle.
—Tampoco parece que lo odia—completa mi abuela, asiento de acuerdo—la verdad es que no parece agradarle a todos, es muy reservado y silencioso, pero es un buen líder. El Delta Zack es uno de los más sabios de la manada, él simplemente fue objetivo—se encoge de hombros—tu padre también pidió que fuera Edick quien se encargará de la manada antes de perder el conocimiento y así se ha hecho hasta ahora. Sus actos han sido certeros y creo que tu padre tenía razón, su preocupación por la manada parece genuina. Ha hecho de todo para mejorar el bienestar de la manada y...—se interrumpe a sí misma y me observa ansiosa por ver mi siguiente reacción ante lo que diría—fue quien se encargó de que trajeran algunas de tus pertenencias y que pusieran ese espejo para ti.
—¿Por qué él haría eso?
Me parece absurdo que se tomara esas libertades, pero al parecer a mi abuela no le parece absurdo ni preocupante. Más bien parece preocuparse por medir mis acciones.
—Creo que ya sabes la respuesta. Él parece conocer varias cosas de ti.
Su mirada inquisitiva me provoca nervios que disimulo viendo en otra dirección.
Cuando me doy cuenta ya hemos salido del centro del refugio, ahora simplemente estamos a unos pasos del bosque. Sin duda aquí podremos hablar tranquilas, sin necesidad de escondernos ni de modular nuestra voz para no ser escuchadas, nuestra distancia es perfecta para tratar temas convenientes.
—¿Desde cuándo lo sabes?—le pregunto soltándome de su brazo, me acerco a una enorme roca y decido reposar sobre ella.
Ella sonríe sabiendo que responderé todo lo que pregunte. Tal vez no todo, pero si algo para que sacie su curiosidad de colegiala.
—La que debería preguntar soy yo, pequeño diamante. Lo tenías bien escondido, que si no lo veo con mis propios ojos el día de la batalla nunca lo hubiese sabido.
—Ese día aun no lo sabía—digo para calmar sus recriminaciones—o bueno... Tenía sospechas, pero las confirme cuando vagué por el bosque—suspiro pensativa recordando cómo descubrí todo—Pasaron muchas cosas y quise negarlo al inicio, pero... no pienso gastar mi energía en una ridiculez como esa. Si somos com... o bueno, eso, no es algo a lo que deba dedicarle principalmente mi tiempo. Es una ridiculez y ya. Tengo mejores cosas en las que enfocarme.
Al parecer mi respuesta no le gusta, pues con cada palabra que abandona mis labios se va marcando una mueca en los de ella.
—¿Qué harás entonces si crees que ser compañeros es una ridiculez?
—Lo ignoraré, así he hecho con muchas cosas de mi vida que no me parecen y me ha ido bien.
—Veo que ser tonto se hereda—dice mi abuela en tono amargo.
—¡Abuela!—chillo en su dirección.
—No sé porque no me sorprende—habla como si no estuviera junto a ella.—Al parecer no solo heredaste la cobardía de tu padre, también heredaste su falta de cerebro.
—¿Disculpa?—pregunto incrédula.
¿Desde cuando mi abuela es tan descarada?
—No finjas ser valiente ahora, que en varias de las ocasiones que has querido huir, te hemos ayudado.
—Dime una—la reto y quiero retractarme de ello cuando recuerdo que es cierto.
—Cuando tu padre te informó del compromiso, él sabía que intentarías huir por lo que reforzó la seguridad de la casa. Pero Edick no—se burla como si estuviera recordando ese día.—El hecho que decidiera visitarte en tu habitación representaba una oportunidad única, así que con Dylan nos aseguramos que pudieras salir ese día distrayendo a tu padre y a algunos de los Omegas que aseguraban la casa. Sabíamos que de alguna forma él se confiaría y no pensaría que intentarías escapar. Como la buena cobarde que eres, lo hiciste, solo que no contábamos con que tuviera esa ventaja de ser tu compañero.
Habla refiriéndose a la forma en la que me encontró.
—Y yo creyendo que había logrado escapar con mis propios esfuerzos—murmuro.
—Ya ves que no. De cualquier forma, si no te hubiera encontrado estaríamos en una peor situación.
—¿Qué? ¿Ahora estás de su lado? Hace más de un mes tuviste una discusión con mi padre por el hecho que me estaba obligando a casarme y ahora resulta ¡Qué estas a favor de que me case con ese retrasado mental! ¿Acaso lo has visto? ¡Una belleza imponente como la mía no podría estar con él!
—Yo no lo veo feo...—dice divertida mi abuela.
En ese momento sin poder evitarlo gruño hacia ella como amenaza. Me cubro la boca inmediatamente. Mi cuerpo ha elegido este preciso momento para traicionarme.
Pero ¿Qué necesidad tenía mi abuela de decir eso? Seguro era por molestarme, pero ¿Si realmente lo piensa? detengo el rumbo de mis pensamientos cuando siento el aroma posesivo que comencé a desprender por los celos que siento.
Esta es una de las razones por las que no quería volver a transformarme, mis sentidos animales se han reactivado y no es algo fácil de controlar.
Suspiro. Esto será más difícil de lo que creí. Camino lejos de ella para relajarme, pero ella se está riendo de mí, así que con el poco orgullo que puedo reunir, me giro a ella con toda la rabia resurgiendo de mi interior.
—Abuela—hablo seria y ella deja de reírse de golpe—sea feo o no, no me importa, no vine a casarme con un tipo con síndrome de Alpha introvertido con fuerza bruta—intenta hablar pero no la dejo—valgo más que ese insignificante ser. Él, simplemente es un intento de licántropo incapaz de seguirme el ritmo en muchas cosas ¿Cómo podría estar con alguien tan incompetente? no abuela, mis estándares no son bajos.
Ella se queda en su sitio sin decir pío, pero sonríe divertida.
—Pues en el lago parecía que tenías estándares muy bajos. Hasta me atrevería a decir que quisiste besarme.
Me congelo en mi lugar. Que no sea él, que no sea él... Me giro y ¡vaya sorpresa!
—Edick...—susurro tragándome mis nervios.
Él está con la respiración acelerada y un ceño fruncido muy marcado, una pequeña capa de sudor se extiende por su rostro, parece que viene de correr.
Yo solo lo puedo observar sin decir nada más. Rayos. Hace mucho no me atrapaban en mis mentiras, aunque fueran muy obvias nunca había nada que las delatara, pero ha aparecido este espécimen arruinándolo todo y viéndose increíble.
No, reacciona Aisha, no se ve increíble, está transpirando y eso es asqueroso, si eso. Asqueroso, pestilente y huele increíble...
—Yo ya estoy vieja como para andar lidiando con sus problemas pasionales—mi abuela rompe el denso silencio que se ha formado de la manera más vergonzosa que lo pudo haber hecho y pasa por nuestro lado—ay se arreglan, hablando o besándose, ¿qué sé yo hasta que harán? pero no seré sujetavelas, mejor me voy a ver si encuentro algo de comer.
Intento detenerla, pero ella esquiva hábilmente cada uno de mis movimientos dejándome sola con él.
Levanto mi mirada y la deslizo sobre sus oscuros ojos, que en este momento transmiten emociones fuertes difíciles de descifrar.
Un suspiro escapa de mis labios por la intensidad del momento para relajarme y colocar mi mejor pose altanera.
Pero no creí que se vería tan imponente, tanto que hasta me hace dudar de si ganare esta batalla.
Si antes estaba molesto por el desplante, después de esto debe querer matarme, después de todo he atacado su orgullo dos veces, en su lugar yo querría hacerlo.
El tan conocido miedo comienza a escabullirse por cada fibra de mi ser. Por precaución doy un paso atrás y esa pequeña vocecita cobarde aflora, para decirme que lo más prudente es huir.
—Bueno, debería acompañar a mi abuela, tal vez encuentre algo de caviar o res, con permiso.
Cuando me dispongo a pasar por su lado me detiene del brazo. Solo unos instantes en los que nuestras miradas chocan y puedo sentir mi cuerpo temblar. Su imponente figura está causando estragos en mí y mi voz no se atreve a salir.
—Aún no es hora de la cena—un escalofrío se extiende por todo mi cuerpo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top