XX-Rabilouts intis

POV Omnisciente

Es una típica noche vacía. Rayos de luna se filtran, por los agujeros de la carpa de aquel enorme circo, donde les tienen encerrados. Es de madrugada y la mayoría de los cazadores que hay en el lugar ya están durmiendo, unos cuantos están en guardia y la cocinera que junto a sus ayudantes prepara el desayuno de todos. Los cazadores no comen de la mejor manera, pero es mucho mejor que lo que le dan a las criaturas sobrenaturales y a los demás animales que tienen cautivos.

La situación para los animales es lamentable, apenas y pueden comer una vez al día y son tratados de una manera tan deplorable que puedes sentir su tristeza y dolor.

La calamidad es la palabra perfecta para describir la forma en la que viven aquellos seres inocentes y desdichados. El solo verlos es suficiente para que se te remueva el alma y el corazón a tal punto que su miseria te atrapa en una burbuja de desesperación, dolor y soledad.

Esa es la vida para toda criatura que va a parar a ese lugar y no es cazador ni humano.

Es la realidad que muchos desconocen y se atreven a negar. El sufrimiento ya no es una leyenda, no para quien lo vive. No para ellos.

En lo más profundo del lugar, en una añadidura al circo, está la celda de los seres sobrenaturales. Bajo una carpa llena de parches y con una mezcla de Alquimia vertida sobre ella, que hace que nada pueda romperla, protegiendo así su mercancía.

Los cazadores han preparado todo minuciosamente, para que dentro de esa carpa no puedan usar completamente sus habilidades sin agotarse, y que el olor de esas especies sea neutralizado hasta el punto de no ser rastreables.

Pero ese fue su error, pues solo esa carpa está llena de todas esas mezclas que el alquimista había preparado, ya que, cada fin de semana que hacen los shows, los sacan a la carpa principal, donde no hay ninguna poción para que ellos usen sus poderes, solo los controlan con inyecciones o sonidos, así como cuando los capturaron.

Sin inhibidores de olor, partículas del mismo llegaron a Edick el suficiente tiempo como para establecer conexión a través de la menpÿa. Así cuando cada que vuelve a ingresar a la carpa, él sabe lo que ella piensa, aunque en ocasiones perdía contacto por la fuerza de las pociones de la carpa. Él ya sabe dónde está y va por ella.

Esto es algo que esperaban los mellizos, que cada que salieran a la carpa sus padres pudiesen rastrearlos, así como Edick ha hecho con Aisha. Por medio de los árboles, a sus padres logró llegarles el mensaje pero, para desgracia de los mellizos, sus padres no están lo suficientemente cerca y no la tienen tan fácil, el mensaje no llegó con la misma velocidad que a Edick. Y a pesar que todo el pueblo busca a los hijos de sus Reyes, la situación en el bosque no es la mejor y ellos no cuentan con la agilidad que posee un lobo para moverse.

Sin embargo los mellizos no se rinden y buscan cualquier oportunidad para huir, esperar ya no es una opción y ambos lo saben.

Ahora ya tienen un plan, uno fríamente elaborado desde hace semanas por el temperamental Arthur y no tardarán en ponerlo en marcha, pues están decididos a ser libres sin importar que tengan que hacer, aunque unos más que otros, claro está.

—Arthur—Genevieve con temor y tristeza en su semblante se dirige a su mellizo—¿Estás seguro de esto? Cuando ella lo sepa se molestara mucho, podríamos hacerle daño...

—Lo estoy—asegura él, con esa voz tan firme y autoritaria que posee, que destila el hecho que él es el próximo rey.—Estoy decidido a salir de aquí, no importa lo que deba hacer o a quien deba quitar de mi camino para lograrlo.

Delante de ellos, al otro lado de los barrotes yace el cuerpo de una tranquila y relajada Aisha, que mantiene su cuerpo y mente en un profundo sueño. Es de las pocas veces que logra conciliar el sueño considerando la situación en la que se encuentra.

—Creo que el esfuerzo que invertí todas estas semanas, en las que gaste mis energías creando infusiones y plantas es prueba de ello. Tenemos que salir de aquí.

La noche anterior ellos y Aisha habían hablado sobre un plan para huír, poniéndose al tanto de todo, solo que Arthur había omitido ciertos detalles.

—Cosa, que hiciste sin mi consentimiento.

—Te habrías negado.

—Es evidente, pero te habría ayudado al ver tu determinación, probablemente te provocaste algún daño irreparable.

—Estoy bien, Genie.

—No podemos estar seguros—terca en preocuparse por la salud de su hermano se cruza de brazos y hace una mueca que remueve la ternura que él siente por ella.

—Cuando regresemos, lo sabremos.

Ella inmediatamente capta que es un tema en el que él no estará dispuesto a profundizar y que al parecer no es conveniente tocar, centrándose así en lo que tiene que hacer.

El castaño consciente de las dudas en su hermana, usa lo que sabe la podría motivar—¿Tu no quieres ver a nuestros padres de nuevo, hermanita?

Genevieve le voltea a ver con los ojos brillantes, el corazón de la menor se acelera con la simple mención de sus padres, los reyes del bosque. Su pecho se comprime y su vista se pierde en el bello recuerdo de ellos. Claro que los extraña, ella ama a su familia más que a nada y estar lejos de ellos rompe su frágil corazón.

—Yo también los extraño, pequeña—le habla con un tono más bajo y dulce, ese que sólo reserva a su otra mitad. Se acerca a ella y la envuelve en un abrazo—este no es nuestro lugar y las opciones aquí se nos han reducido y lo sabes. Si nos quedamos más tiempo, buscando una solución tranquila podríamos nunca salir.

Ella lo observa sabiendo que él tiene razón, solo que el valor de hacer que su amiga tomase aquella fórmula aún no le es suficiente. Con un suspiro, reúne todas las fuerzas que puede y se gira decidida hacia el.

—Hagámoslo, Arthur.

POV-Aisha

Rabia. Eso es lo que siento, mucha rabia. Se supone que es la emoción que necesito, pero es difícil acumular tanta. Y más que desperté de malas.

Bueno ¿Quién no lo haría? Pues estaba en lo mejor de mi sueño, cuando el alcornoque aquí presente me despertó con un escándalo, uno que enloqueció mis oídos y por momentos como este, extraño mi anterior sentido de locución que era menos sensible que el actual.

¡Odio que me despierten!

—Sentada—me ordena el tipo que al parecer se llama Mink, un nombre ridículo para un hombre ridículo.

Le queda bien.

—Te dije, sentada...—sube su tono de voz.

—Eso escuche—me burlo.

Él, no es nada para darme órdenes.

—Entonces, siéntate—se altera.

No lo hago, ni haré nada.

—Tu lo pediste.

No entiendo a qué se refiere esa absurda referencia, hasta que saca un rociador y empieza a tirarme quién sabe qué cosa. Chillo tratando de evadir ese líquido maloliente.

—¡Detente!—grito alterada.

—Entonces siéntate.

Parece disfrutarlo, pero por el contrario estoy que exploto.

Me sigue echando eso hasta que con toda la rabia del mundo, me siento. Tengo la respiración acelerada, mi cabello mojado y apestoso de esa cosa y del agua putrefacta que me echo la vez anterior. Mi enojo ebulle, mis venas arden almacenando esa rabia que con dificultad estoy conteniendo, mis encías pican y mis uñas duelen. Quiero transformarme y arrancarle la cabeza.

—¿Eso era tan difícil?

Le gruño, indispuesta a responder. Él levanta el rociador dispuesto a llenarme de ese líquido nuevamente, cuando el fortachón de la primera vez aparece por la entrada.

—Mink, ya deja de jugar—habla el sujeto, con un tono simple y aburrido—El jefe nos necesita.

—¿No puede esperar?—se queja Mink.

—Si quieres—el enorme tipo suelta con una emoción por primera vez desde que llegue, burla—Yo estaré en primera fila, cuando lo hagas esperar.

El tal Mink aparta la mirada con miedo, su cuerpo tenso y su pulso acelerado delatan su estado.

**Si su jefe no lo mata, lo haré yo.**

Además, en la fila para matarlo, yo tengo el primer puesto.

—Está bien, ya voy. Podré divertirme luego. Después de todo hoy es noche de función—ahora la tensa soy yo. Voltea hacia mí—así es lobita, hoy en la noche serás la estrella. Tú última noche de estrellato, asegurate de brillar más que las veces anteriores para que no te olviden.

Se da la vuelta y sigue al fortachón fuera del lugar, observo sus movimientos apretando la mandíbula.

—Tienes razón, seré la estrella y el animal humillado serás tú—siseo apretando los dientes.

—Co-como si pudieras hacerlo...—dice una vocecita.

Me giro apretando aún más mi mandíbula, si eso es posible. Mis encías escuecen y no sé si es ante la presión o ante mi rabia.

—¿Qué dijiste?—me sorprendo del tono bajo en que suelto esa pregunta.

Ella se pone en pie y camina hasta acercarse a mi celda.

—Dudo que puedas cerrarle la boca, estás encerrada—dice como si nada.

—¡Claro que puedo!

—No, tu especie es débil, más tu. Agh eres una desgracia.

—¿Qué dijiste?—gruño hacia ella.

—Que eres una desgracia—asegura—¿No lo notaste? Sin-no ¿Por qué no han venido a rescatarte?

Mi corazón arde ante sus palabras, trato de controlarme, lo juro, pero la rabia acumulada por los abusos de Mink y estos comentarios hacen que pierda el control.

Tapo mis oídos, trato de no escucharla. No, no la escucharé. Yo puedo controlarme, claro que puedo.

—Genie tiene razón.—Una voz grave secunda a fina y delicada de Genevieve, Arthur—Seguro que tu compañero si te mira en esta penosa situación, te rechazaría, porque solo eres una neófita, que ni siquiera controla su transformación—niego con la cabeza, no no me afectara—O dime, si fueras tan especial como dices ¿Porque estás aquí, chucho?

Gruño hacia Arthur. Solo es un niño que no sabe lo que dice, si eso es.

—Callense, si no quieren morir—logro decir con la poca paciencia que me queda.

No reconozco mi voz que sale mezclada con gruñidos, tampoco sé porqué me están irritando con tanta facilidad. Todo me parece insoportable.

—¿Morir? Tu no podrías matarnos—la voz molesta de Arthur causa un eco en mi cabeza—Ni siquiera por accidente.

Quiero gritarle que sí, que he matado a alguien, pero me aguanto esas palabras y las trago sintiendo como mi orgullo se aprieta más y más por sus palabras.

—Creo que tus padres ya deben haber notado que no eres una verdadera licántropo, seguro por eso no te buscan.

—No menciones a mis padres—suelto rápidamente y me arrepiento al instante.

No sé porque estoy siendo tan impulsiva, no me puedo controlar, ni siquiera para ponerlos en su lugar.

Ni siquiera puedo levantar la mirada para verlos, porque seguro que al ver sus miradas altaneras enloquecere más.

—¿Por qué? ¿Ya se decepcionaron de ti? ¿La verdad duele? Lo más probable que hasta tu madre...

—Mi madre, no es de tu incumbencia—escupo molesta.

—¿Acaso le pasó algo? —yo solo me tenso. Su tono cambia por uno más interesado—Ah ya veo, seguro pasó algo y ni siquiera pudiste ayudarla.

Esas palabras bastan para que levante la cara, no sé qué expresión debe tener mi rostro en ese momento pero no debe ser bonita porque por un momento veo miedo esparcido por las facciones de los mellizos.

—Se lo buscaron.

Dejo salir a mí loba, me transformo encolerizada y me lanzo sobre ellos sin pensar las cosas, pego en los barrotes pero apenas y lo siento, solo tengo un objetivo. Hacer que se retracten de sus palabras.

Gruñidos, ladridos, aullidos, el lugar resuena en un escándalo que no llega claramente a mí, por el silencio que crean mis pensamientos llenos de recuerdos y de rencor, pensamientos que ni siquiera soy capaz de analizar bien.

Recuerdos borrosos de esa noche llegan a mi mente, recuerdos de hace siete años llegan a mi, recuerdos duros que ni siquiera soy capaz de analizar o ver bien invaden mi mente, recuerdos de lo que fui incapaz de hacer y eso me enoja más.

Me enojan las palabras del alcornoque. Me enoja que estos chicos hayan logrado tocar una fibra sensible con sólo unas palabras. Me enoja que tocaran ese tema. Pero más me enojo conmigo misma por dejarles hacerlo, por no poder controlarme y dejarme afectar. Me enojo a tal punto de no ser capaz de razonar en nada.

Ni para detenerme.

Escucho que disparan algo, no le presto atención, yo solo quiero descargar mi enojo, ver sangre y ya tengo un objetivo claro.

—¡No funcionó!—escucho un grito alterado a lo lejos.

La puerta de mi celda al ser abierta llama mi atención. Vienen dos cazadores que no había visto antes. Uno de ellos dispara varios tranquilizadores que esquivo y le muestro mis dientes atemorizandolo con mi sonrisa canina. El otro es agarrado del cuello por Arthur y cae al suelo inconsciente.

Centro mi atención en el tipo que tengo delante y cuando menos lo pienso cae al suelo con una rara mueca.

¿Qué pasó?

Miro a los lados y observo a los mellizos ya fuera de su celda y a Genevieve con el arma de tranquilizantes del otro tipo.

—Dormirá por un muy buen tiempo—dice divertida.

Su diversión se desvanece cuando siente mi mirada y es sustituida por una de terror. Asustada se esconde detrás de su mellizo.

¿Creíste que podías insultarme y salir ilesa de ello?

Estoy dispuesta a saltar cuando algo me cae encima, impactada miro como polvo rosa se esparce a mi alrededor.

¿Qué es esto?

Poco a poco voy olvidando porque estaba enojada y vuelvo a ser humana.

—Lo siento, pero debíamos hacerlo—se disculpa Arthur.

—¿Que me echaste?—pregunto con recelo.

—Son conocidas como dormilonas, estás te ayudan a dormir a cualquier ser, pero en el caso de un licántropo transformado le baja la rabia y enojo.

Escuchamos ruido de pasos desde el pasillo.

Sin estar muy segura le hago caso a la seña que hace y nos escondemos.

Dos cazadores más llegan, pero con los tranquilizantes que dispara Genevieve caen al suelo en un santiamén.

—¿Pero porque me diste eso?

—Porque tu enojo se debió a que te dimos una poción de la planta rabilouts intis, es una planta que enloquece a cualquiera que la consuma. Tu enojo normal no sería suficiente.

Y allí lo comprendo, todo tiene sentido, todo fue para llamar la atención y salir de esas celdas. O sea que todo lo que dijeron antes no iba enserio, solo necesitaban que explotará y lo lograron.

Genevieve se mueve nerviosa, Arthur sabe que no estoy molesta y aunque lo sabe no se interesa, pero ella sí. La miro con una sonrisa para tranquilizarla y ella me sonríe de vuelta sin dejar el espasmo de sus manos.

—No hay rencor—le susurro antes de que salir de ese cuchitril.

Si, sus palabras fueron fuertes y me dolieron, pero estamos en una situación donde es todo o nada. Si yo hubiera tenido un plan tan radical, mientras me asegurara de poder huir, lo hubiera puesto en marcha sin importar nada. Así que no hay razón para guardar rencor por algo como eso.

Los tranquilizantes no hicieron efecto en mí porque con los mellizos hablamos de algo así como un inhibidor de esa fórmula que ellos podían hacer con las plantas, pero que no había mucho, solo para uno de nosotros. Y esa debía ser yo.

No supe en qué momento me la hicieron beber, ni la que provocó toda mi ira, pero lo hicieron con éxito.

Unos jóvenes listos y valientes.

Con admiración observo a ambos, tienen mi respeto.

Hicieron una buena jugada.

—Bien chicos, salgamos de este denigrante lugar. Aquí apesta.

Con una sonrisa decidida nos lanzamos sin temor para aprovechar nuestra única oportunidad de escapar.

Si fallamos podríamos nunca salir de este lugar. Es todo o nada.

—Andando.

Rabilouts intis: son unas hierbas rojas poco conocidas en el mundo de los Cambiantes, suelen mantenerse en secreto para evitar que sean utilizadas para el mal, anteriormente habían sido utilizadas para crear ejércitos descontrolados. Según su preparación pueden hacer que cualquier ser, se llene de enojo y rabia inclusive puede provocar la muerte. 


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