N• 15 Secretos Vinculados
–¿Cómo es que sucedió esto? ––interrogó mi padre molesto.
––No lo sé ––se defendió Eberhard––. Cuando la encontré ya estaba así.
Identifiqué su preocupación y el peso de la culpa en su respiración mientras mi cerebro recobraba el sentido lentamente. Sus voces estaban amortiguadas, lo más probable es que estuvieran fuera de la habitación.
––Amara jamás quebranta sus castigos ––reprendió mi padre, Leuis, con molestia––. Tú debiste obligarla a ir a esa estúpida fiesta.
No pude evitar sonreír al escuchar la reprimenda que estaba recibiendo mi hermano. Al fin había llegado el turno de ser sermoneado. Sentí mi triunfo aunque estaría más feliz si no reposara adolorida en una cama.
El silencio de parte de Eberhard me dio a entender que mi padre estaba en lo correcto.
––Leuis ¿Cómo estás? Hace tiempo que no te veía por aquí ––saludó una nueva voz un tanto familiar.
––Como crees que estoy si mi hija está hospitalizada ––recalcó mi padre apaciguando su molestia.
––Te comprendo a la perfección. Mi hijo mayor se metió en una pelea anoche. Por fortuna, no fue nada grave –explicó la voz del desconocido restándole importancia al asunto.
––¿Stein, está bien?¿Con quién se peleó? ––interrumpió mi hermano curioso por saber más información.
A decir verdad, yo igual quería saber más sobre la conversación. Me sentía desconectada del mundo, de mi propia familia; hasta ese momento me di cuenta que no conocía a los amigos de mis padres, era ajena a toda convivencia de los denominados "adultos" hasta mi hermano conocía a los hijos de los amigos de nuestra familia.
No me considero una asocial pero al parecer si lo era y no porque quiera, es porque cada vez que converso con alguien que no conozco se me traba la lengua y las palabras salen desordenadas de mi boca.
Es incomodo que las personas me miren con lastima y con miedo de herir mis sentimientos si preguntan lo que acabo de decirles. Me cansé de esa mirada, de que sonrían y asientan como respuesta a algún comentario que dije y que no comprendieron. Por lo que, el silencio es mi mejor compañera.
Me atreví a abrir los ojos, esta vez no había venda que obstruyera mi visión. Era de noche, la oscuridad se adentraba por los grandes ventanales de la pequeña habitación. Mis manos y piernas estaban libres de ataduras, pude gritar algo pero no lo hice, quería seguir escuchando la conversación.
––Stein se peleó con un muchacho nuevo que llegó a la ciudad. Según lo que descubrí, viene de los Alpes de Baviera de la de Berchtesgaden. Ya es la sexta pelea en un mes y ese chico a ignorado todo nuestros advertencias de marcharse ––explicó la grave voz del desconocido haciendo una pausa––. Dice que no se irá hasta encontrar lo que busca.
––¿Cuál es el problema que se quede? ––preguntó mi padre defendiendo al forastero.
––Si te lo contara no lo comprenderías, sólo te diré que es un chico rebelde que altera el orden de la ciudad ––repuso el desconocido despidiéndose de ellos––. Que tu hija se recupere pronto, Leuis y Eberhard... él no es como los demás.
La misteriosa frase dirigida a mi hermano me perturbó, es como si tuviera un mensaje oculto, algo que solamente él sabía su significado, y el cual, debo averiguar sin falta cuando me recupere de mis lesiones. Al parecer, no fui la única la que encontró extraño el mensaje dirigido a mi hermano.
––¿Qué quiso decir con eso? ¿Quién no es como los demás? ––interrogó mi padre confundido.
––No lo sé, papá ––espetó mi hermano y agregó en tono burlón––. Tal vez sea el chico nuevo. Algunos dicen que apesta a rayos cuando pasa por tu lado.
––¡Eberhard! ¡No te he enseñado que debes de respetar a los demás! ––regañó mi padre levantando la voz más de lo permitido en un hospital––. No quiero escucharte, ni saber que dijiste algún comentario hiriente a alguna persona.
No escuché respuesta así que supuse que mi hermano había agachado la cabeza a modo de interpretar que había comprendido el mensaje.
Lo siguiente que escuché fue que se abría la puerta de la habitación, de inmediato cerré los ojos para que creyeran que continuaba dormida. No me sentía con ánimos de hablar con nadie.
Los pasos se aproximaron y mi padre me dio un beso en la frente como lo hacia todas las noches cuando era pequeña.
––Que descanses, Amara. Mañana vendrá tu madre a visitarte ––se despidió en un tono cariñoso.
El siguiente en despedirse fue Eberhard, con un beso en mi mejilla izquierda, que por cierto, era la que había recibido el golpe del puño del mafioso y me susurró algo escalofriante.
––Todo fue un maldito sueño ¿Me entendiste? ––murmuró en mi oído como si supiera que estaba despierta y me recalcaba que no dijera ni una palabra de todo lo sucedido.
¿Quién eres, Eberhard?
******************
Próximos capitulo en papel
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top