N• 14 Esperanza Inexistente
En la oscuridad de la noche visualicé a una figura, aun no sé si era humana o una criatura fuera de este mundo, lo que si estaba segura era que Eberhard moriría esta noche.
La abundante sangre que brotaba de su pecho teñía sus ropas de rojo, en un intento desesperado intenté presionar su herida con mis temblorosas manos pero el rojizo líquido no dejaba de brotar, de escaparse de su cuerpo.
––No te mueras ––balbuceé destrozada y mis lágrimas comenzaron a brotar en abundancia.
Antes que fuera posible escuchar la respuesta de mi hermano unas manos me sujetaron de los hombros y me sacaron del interior del auto.
¿Quién fue el que disparo? ¿Dónde estaba Derek? ¿Quién eran nuestros perpetradores? ¿Qué sucedió con la manada de lobos? ¿Eberhard, murió? Muchas preguntas pasaron por mi trastornada mente y la cálida sonrisa que me ofreció mi hermano fue lo último adiós.
Las voces distorsionadas de mis secuestradores las escuché alejadas, no pude descifrar ninguna de sus palabras, tal parece que me drogaron, me hicieron inhalar una sustancia de procedencia desconocida; antes que los efectos de la droga hiciera efecto en su totalidad, en mi campo de visión, se interpuso un chico de cabellera plateada, era Egmont.
Intenté formar una pregunta que ni yo sabía cuál era y la oscuridad invadió mi mente, tornándose un chillido de confusión.
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––...¿Amara, estará bien? –escuché a la distancia.
No logré distinguir su voz al despertar y mi cerebro no diferenció la voz.
––Tienes que sacarla de aquí antes que vuelvan a... ––explicó una voz que si logré identificar con mucho esfuerzo, Strom.
––No se irá. Nadie se ira de Quedlinburg. Yo lo trajeé hasta aquí y yo me encargaré de sacarlo a patadas ¡Me entendieron! ––espetó molesto interrumpiendo a Strom.
... creo que es mi hermano. Esa voz era o es de Eberhard.
––Lo hemos entendido ––dijeron al coro dos voces diferentes, una era de Strom y la otra de... ¿Derek?
––No te alteres. Sabemos lo complicado que es todo esto para ti pero debes permanecer tranquilo para que Amara no sospeche nada ––explicó Derek bajando la voz, temiendo que alguien pudiera oírlo.
Despierto y lo primero que escuchó es una conversación bastante sospechosa. Aun no sé donde estoy o si esto es un sueño.
Sentí los parpados pesados, no me fue posible abrir los ojos, no porque estuviera cansada si no que tenía una venda que cubría mi visión y no sólo eso; al intentar moverme no lo conseguí, mis brazos yacían atados a la cama y mi boca obstruida por una gaza que me imposibilitaba decir alguna palabra lo suficientemente entendible.
Lo más seguro es que estuviera sedada, sentía unas pequeñas molestias pero nada de dolor. Lo más seguro es que no tenían planeado que despertara y escuchara su conversación.
Pero... ¿Eberhard, no había muerto? ¿Y su herida en su pecho? ¿Cuántos días habían pasado? ¿Cuánto tiempo llevo dormida? ¿Qué paso con la manada de lobos? ¿Y los responsables que me sacaron del auto? ¿Cómo llegué aquí? ¿Dónde es aquí?
Entré en pánico, mi respiración se hacía cada segundo más agitada, mi cuerpo comenzó a sacudirse por completo, quería salir de aquí.
Era incontrolable, el no saber lo que había ocurrido, lo que me iba a ocurrir, me espantaba. Intenté gritar con todas mis fuerzas pero los bullidos de mi amortiguada voz era lo único que se escuchó en la habitación.
A pesar, de que hacia el suficiente ruido para que los individuos que se encontraban en las cercanías me escucharan, nadie vino por mí. Es como si hubiera soñado esa conversación, no se oyó ni un paso, ni una respiración de frustración, ni una protesta. ¿Eberhard, realmente estaba aquí? ¿Su voz fue real o tan solo mi subconsciente creó una ilusión?
Estoy cansada, es la única explicación que puedo deducir en este desesperado momento.
Tras intentar liberarme de las cuerdas que obstruían mis movimientos y de todo escape, desistí. Me entregué a mi confinamiento y un nuevo suministro de insulina ingresó a mi cuerpo llevándome al mundo de los sueños.
Mi cuerpo se relajo, mi respiración se normalizo y me obligué a creer que despertaría en un lugar diferente la siguiente vez que volviera a la realidad pero mi consternada inquietud no iba a volver a la normalidad.
––Hiciste lo correcto. Amara nunca lo comprendería pero has hecho lo correcto ––murmuró Derek creyendo que me había dormido por completo.
––Espero que estés en lo cierto. Me es difícil ocultarle cosas a mi hermana ––recalcó Eberhard con amargura en sus palabras y antes que la luz de mi cerebro se apagara.
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