N•12 Ilusión Desesperada

                 

"Cuando creí que todo terminaría la esperanza llegó"

Es una frase bastante bonita, te entrega el alivio que estarás a salvo, entonces ¿Por qué soy la única que siente que no tengo esperanza alguna de sobrevivir?

Tal vez sea porque estoy herida, aturdida y rodeada con más de una docena de lobos que me gruñen mostrándome sus grandes colmillos dispuestos a devorarme en el segundo en que los desafié con la mirada y creó que será pronto, no parecen tener mucha paciencia ¿Ya dije que se ven hambrientos? ¿Pero en que estoy pensando? No es tiempo de bromear, me encuentro en una de esas situaciones de "vida o muerte" y en mi caso es literal.

Ni siquiera conseguía temblar de miedo, mi cuerpo lo sentía tan pesado que apenas lograba mover mis acalambradas piernas, sin mencionar que el dolor se extendía por cada célula de mi cuerpo, era horrible.

Me recordó a una de las épocas de mi infancia donde solía trepar árboles y en un descuido resbalé y caí, a consecuencia de la caída me rompí la pierna, el hueso traspaso mi piel expandiéndose y arrancándome el chillido de dolor más terrible de toda mi infancia pero ¿Qué es la vida sin dolor?

En este momento desesperado de mi vida opté por pedir ayuda pero al echar una ojeada a mi alrededor me di cuenta del por qué no me habían atacado en el lugar donde caí, fue para que nadie me socorriera cuando fuera devorada por los lobos. Pero que inteligente son, demasiado inteligentes, hasta resulta aterrador.

El primer lobo que se me abalanzó se detuvo con su hocico en mi cuello, con sus afilados dientes tocando mi piel, el miedo me paralizó; contuve mis resacas lágrimas, no iba a permitir que se derramaran.

Al parecer, ese lobo de ojos grises, le llamó la atención un ruido proveniente de la lejanía y agudizó sus oídos, los demás lobos lo imitaron levantando las orejas y observando un lugar fijo a mi derecha. La enorme pata del lobo reposaba sobre mi pecho resultándome difícil inspirar entre mi agitada respiración y el poco aire que albergaba en mis pulmones.

Tal vez mi destino no era sufrir más, ya que, el lobo dejó de aplastarme y corrió en dirección al ruido que escucharon hace unos segundos atrás. Lo cual, también tuve la oportunidad de oír.

Las ruedas de un auto desconocido chirriaron contra el pavimento al frenar de golpe para luego conducir en zigzag; o el chofer era un pésimo conductor o evitaba atropellar a los lobos que se le aproximaban a atacar, al menos eso fue lo que logré ver.

Un grupo de la manada fue al ataque contra el auto mientras el otro grupo me acechaban desde las cercanías, avanzando sigilosamente.

En mi desesperación observé, detrás de mí, al auto que se detuvo y me cegó con las luces. Realmente creí que alguien vendría a rescatarme pero pasaron los segundos y nadie salió del auto. Quería llorar y patalear como una niña pequeña pero el miedo no me lo permitió y me quedé quieta.

Mi visión se recuperaba con lentitud a la excesiva luz, aun así, escuché y visualicé como los lobos gruñeron para luego abalanzarse sobre mí dispuestos a acabar con mi insignificante vida, hasta que una figura humana se interpuso en mi campo de visión y con un bate de baseball golpeó a los lobos con violencia arrancándoles aullidos de dolor.

No disfruté la oportunidad de ver como ese sujeto alejaba a esos animales salvajes de mí porque, en un segundo después, sentí que unas manos se aferraron a mis doloridos hombros y me levantaron sin la más mínima delicadeza para arrojarme al asiento trasero del auto.

Mareada y aturdida sentí como unos fuertes brazos me envolvían traspasándome su calor, y sí que me hacía falta, mi cuerpo estaba frío como el hielo y era uno de los causantes por la que mis extremidades perdieron fuerza.

Por fortuna, esos brazos me sujetaban porque el conductor, al cerrar la puerta del auto, presionó el acelerador y condujo a toda velocidad.

Quería saber quien había venido por mí, a salvarme pero la voz de Derek llamó mi atención.

–Ese maldito lobo solitario. Cuando lo encuentre lo destrozaré con mis propias manos –vociferó en cólera.

Si el conductor era Derek ¿Quién era el que tenía a mi lado?

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