Epílogo

Y finalmente, al concluir el último cuento, el atamán cerró el precioso libro de tapas rojas y ribetes dorados. Mientras la brisa se hacía más fresca, las estrellas titilaban en el oscuro cielo nocturno, indicándoles a los humanos que la hora de dormir ya había llegado.

El bullicio de familias enteras se convirtió en un oscuro y gran silencio, que solo era roto por el canto de los grillos y el croar de las ranas del río cercano.

Las rondas que habían formado los Kozzakhi para presenciar la usual jornada de cuentos nocturnos se deshicieron, y en los rostros de aquellos dos niños tan especiales –el hijo del atamán y su mejor amiga–, en cansancio era evidente.

—Aún no tengo sueño—mintió el  castaño niño, haciendo un descomunal esfuerzo para mantener sus ojos bien abiertos. Mientras tanto, la morena niña intentaba no bostezar, y cubría su rostro con su roja cabellera para ocultar su lucha con el cansancio.

El atamán exploró el ambiente con su imponente pero al mismo tiempo, serena y noble mirada, y se alejó de la fogata ya apagada, acercándose a los pequeños retoños. Su esposa acarició el cabello de su hijo y lo observó a los ojos, para luego abrazar a su esposo.

Los niños a duras penas podían caminar del sueño que sus pequeños cuerpos intentaban contener. Sus padres los dirigieron hacia una de las tiendas, la cual tenía varias camas pequeñas hechas con mantas, edredones y almohadas de coloridos bordados. Los dos pequeños se recostaron, cada uno en una cama distinta y se taparon con las mantas. La niña dio un fuerte bostezo y sus ojos color ámbar se cerraron, para luego recibir un pequeño beso en la frente por parte de su madre.

El atamán dio su último vistazo dentro de la tienda en completo silencio, para luego acercarse a la cama del niño, quién aún mantenía sus verdes ojos abiertos. El adulto se arrodilló y se dirigió a su hijo con una pequeña sonrisa en su rostro, casi imperceptible.

—Спокойной ночи!(*)— dijo el jefe de la tribu a su pequeño, desordenando un poco su cabello.

—Спокойной ночи!—respondió el cansado travieso, finalmente cerrando sus ojos para descansar hasta un nuevo día.

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(*)Спокойной ночи: ¡Buenas noches!

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