Prólogo

—Quiero ser astronauta.—declaró, sintiendo la felicidad burbujear en su interior. Después de atravesar noches de insomnio durante todo su último año de bachillerato, finalmente había encontrado eso que le apasionaba e interesaba de pies a cabeza.

Sin que fuera un factor sorpresa para el adolescente, su padre guardó silencio ante la declaración de su hijo menor, casi como si no hubiera escuchado nada, sin embargo, no recibir una respuesta de su progenitor dolió.

Por otro lado, su madre se limitó a esbozar una imperceptible mueca.

—Izan, sabes que en esta ciudad no imparten la carrera universitaria para ser astronauta.

Una esperanza ciega y un sinfín de posibilidades se crearon en la mente de ese chico soñador.

—P-pero... Me puedo ir a otra ciudad en donde sí la den—ese era otro motivo de felicidad. Deseaba salir de esa pobre ciudad en la que creció—. Y puedo trabajar estando allá, de ese modo los estaría ayudando a no transferirme tanto dinero para la comida, aseo personal o alquiler.

Hablaba con tanta ilusión y rapidez, que en el fondo dolía ver como las reacciones de sus padres no cambiaban.

—Ya veremos—musitó su progenitora antes de tomar su móvil y enfocarse en él—. Primero enfócate en terminar tu último año de bachillerato, ¿sí?

Suspiró con algo de tristeza. No esperaba que esa conversación terminara de ese modo. Murmuró un «sí» y se adentró a su diminuta habitación.

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Su último año de bachillerato había terminado, finalmente se encontraba en su acto de graduación con una mezcla de nostalgia por haber culminado esa etapa de su vida, y emoción por querer saber de lo que sería esa añorada etapa universitaria, aún más si lograba llegar a lo que soñaba hacer por el resto de su vida.

Llamaron su nombre junto a su apellido para que subiera al escenario a recibir su título de «honor al mérito». Una meta que soñó desde que entró a su primer año de bachillerato, y la cual había logrado.

Le sonrió a sus padres cuando ellos aplaudieron emocionados por el logro obtenido de su hijo, y ya para cuando el acto culminó, salió de la institución junto a su mejor amigo y sus progenitores para celebrar.

La emoción no le cabía en el pecho al imaginar los miles de escenarios en los que felizmente estudiaba su añorada carrera universitaria, además de finalmente salir de su ciudad y de su casa, con el objetivo de obtener esa independencia que tanto deseaba.

Sin embargo, aunque todo se tornara oscuro, de algo estaba seguro: Así le costara sudor y un vendaval de lágrimas, lograría lo que quería.

—¡Eh, Izan! ¡No te pierdas en tus pensamientos y enfócate en celebrar este día!

Izan sacudió la cabeza ante las palabras de su amigo, pero sabía que tenía razón.

Por hoy, olvidaría lo incierto que era su futuro y disfrutaría de su presente.