9. Izan
9 | Izan
"Navidad junto a Meck"
—Eres tan bonito.
Izan enarcó una ceja con curiosidad, acomodándose mejor en la cama. Ya la noche los arropaba.
Kelly, desde el otro lado de la pantalla, pestañeaba con una sonrisa bobalicona.
—¿Estás... borracha?—inquirió el trigueño, frunciendo ligeramente el ceño.
—Un poquitín.
—Kelly...
—Me fuí de tragos con unas amigas. ¡Y una casi me vomita! La pobre no se acordaba ni de su nombre—sonrió y se le escapó una risita. Lucía adorable aquella noche—. Pero, ¡eh! Yo estoy bien. Soy Kelly y tú eres mi amigo del que alguna vez me enamoré.
Izan notó que en las últimas palabras se había colado un tono de tristeza. Él reconocía que fue un momento bonito para ambos, pero la distancia fue una gran brecha, sin embargo, Izan no consideraba que en su momento había surgido enamoramiento hacia ella, sólo una bonita atracción, por eso, algo inseguro, respondió:
—No te creo.
Kelly frunció el ceño.
—¿Qué cosa no me crees?
Izan tragó saliva con dificultad, en el fondo, se lastimaba al pensar que era irreal que se enamoraran de alguien como él, producto de los defectos que lo hacían ciego de sus virtudes.
—Que te enamoraste de mí.
Tres inhalaciones bastaron para que la chica volviera a hablar, esta vez con más seguridad en su voz:
—Izan, sí me enamoré de ti. Eres de las pocas personas que me han enamorado—una suave sonrisa se dibujó en sus delgados labios—. Y eres una de las pocas personas que más feliz me hace.
El pecho del chico se contrajo con calidez. Siempre era reconfortante escuchar que no hacía las cosas tan mal con las personas.
—Yo...—se calló, no podía mentirle. De sus labios no saldría que se enamoró, porque ni él estaba seguro de aquello—. También me haces feliz, Kellita.—sonrió con cariño, su voz destilando sinceridad.
—Soy lo mejor que llegó a tu vida, querido.—alardeó con burla, pero sus mejillas se sonrojaron. Delatando que no estaba tan acostumbrada a soltar cosas como esas.
Aún arrastraba algunas palabras, así que Izan asumió que se debía por el alcohol que aún se encontraba en su sistema.
Un bostezo de parte de la chica provocó que sus ojos oscuros se cerraran por un par de segundos.
—Deberías ir a dormir.—comentó Izan.
—Sí, pero quiero hablar un poco más contigo.
—Ya sabes que soy pésimo para sacar conversación.
—No importa. Hablemos de cualquier cosa. Me gusta hablar contigo.
Izan rodó los ojos con diversión.
—¿Qué hiciste hoy?—preguntó con interés.
—No mucho. Hice ejercicio, jugué un rato en la consola y luego fuí con mis amigas a tomar, y no fue precisamente agua.
Lo último provocó unas risitas de parte del chico.
—Alcohólica.
Kelly le sacó la lengua, juguetona.
—¿Qué harás en Navidad?—preguntó la joven—. Aquí ya es, y si mis cálculos no fallan, en tu país faltan unos pocos minutos para que sea.
Izan suspiró al recordarlo. El mes de diciembre le provocaba cierta ilusión y al mismo tiempo una sensación de vértigo.
—No lo sé—respondió con sinceridad—. Cada año la paso aburrido en casa, porque sólo nos reunimos en la casa de los abuelos para fin de año—se mordió el labio, pensativo—. Pero... Meck me ofreció irme a su casa. Sería la primera Navidad juntos.
Le gustaba la idea, así que ya tenía la decisión clara.
Kelly no respondió, y poco después Izan se dio cuenta de que se encontraba dormida. No la culpaba, él también tenía sueño, pero no se había ido a dormir por ella, como tantas veces su amiga lo había hecho por él.
—Buenas noches, oruga. Te quiero.—susurró Izan antes de cortar la llamada e irse a dormir.
👨🏽🚀🚀
Hola ma, ¿cómo la están pasando?
Izan envió el mensaje y mordió ligeramente su labio inferior con algo de ansiedad. Era la primera Navidad que pasaba lejos de su familia, puesto que se encontraba con Meck y sus padres en un pueblo a una hora y media de donde ellos vivían.
Conociendo a su padre, se mostraría irritado por cualquier cosa, ocasionando que a su madre se le esfumara el buen humor de la noche y anduviera con una expresión de irritación antes de irse a dormir. Por otro lado, estaba seguro que Xam, su hermano mayor, llevaría la noche con calma, limitándose a responder con serenidad para que el mal humor de sus padres no lo alcanzara a él también. Sabía esa dinámica porque siempre ocurría en ese tipo de fechas. Menuda Navidad.
Sintió que el corazón se le apretaba en el pecho al leer el mensaje de su madre:
Ni muy bien, ni muy mal, hijo. Ya sabes como es tu padre... En la cena sólo estuve con Xam.
Pero, no te preocupes por nosotros. ¡Disfruta tú!
Izan deseaba que en su familia no hubieran tantos problemas y tan mala comunicación, pero era consciente que, desde hace mucho, la relación de sus padres estaba rota. Si el respeto se perdía, entonces para que lo demás también se pierda sólo era cuestión de segundos.
—¡Hey!—lo llamó Meck, acercándose—. ¿Estarás toda la noche con el móvil?
—No, sólo estaba hablando con mamá.—respondió antes de despedirse de su madre, deseándole una feliz navidad y recordándole que la quería mucho.
Guardó el móvil en el bolsillo delantero de su pantalón y aceptó el vaso que le tendía Meck. Le dio un largo sorbo y luego arrugó la cara al darse cuenta de que era alcohol.
—Venga, vamos a encender las velas de los deseos.—lo animó su amigo Meck.
—¿Y tus padres?
—Están esperándonos en la plaza. Todo el pueblo está ahí. Debemos apurarnos o no llegaremos.
Meck cerró la puerta de la casa de sus abuelos, y la brisa fresca los envolvió cuando empezaron a caminar.
—Este año tampoco nevó.—murmuró con pesar el castaño, dándole un sorbo a su bebida.
—Ve lento, ¿de acuerdo? Tomas el alcohol como si fuera agua y la última vez no podías ponerte de pie sin tambalear.—recordó Izan.
Meck abrió la boca con indignación ante las palabras de su amigo.
—¡Ese fuiste tú!
Izan rió. Tenía razón. La última vez se le fue de las manos el alcohol mientras los dos se encontraban escuchando música.
Recordaron ese día entre risas mientras en el cielo se extendía un manto de estrellas que no apreciaban en su totalidad por la luz de las farolas, sin embargo, los dos intentaban darle formas mientras se reducía el camino a la plaza del pueblo.
Ninguno de los dos lo dijo, pero algo tan sencillo como esa caminata estaría grabado en sus memorias por mucho tiempo. La sensación de paz que ambos encontraban en el otro era algo que valoraban demasiado.
Entre risas, formas extrañas que le dieron a las estrellas y un vaso de alcohol que ya se encontraba con poco contenido, llegaron a la plaza. Meck no había mentido al decir que todo el pueblo estaba ahí, puesto que la mayoría asistió para conmemorar la tradición.
La mamá de Meck les entregó las doce pequeñas velas en su respectivo recipiente de vidrio que a cada uno le tocaba y, cuando alguien informó que ya podía darse por iniciada la tradición, cada quién empezó a encender una vela por cada deseo. Luego, debían dirigirse al centro de la plaza, creando un seguro espectáculo de velas encendidas.
Deseo ser astronauta. Fue el primer pensamiento de Izan al encender su vela.
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¡Hola por aquí! ¿Cómo están el día de hoy? Yo aprovecho que ya llegó la luz (la cortan por unas 4/5 horas) para actualizar esta historia que tiene todo mi corazoncito.
¿Les gusta la Navidad? ¿Su familia tiene alguna tradición en particular? 🌲☃️
¡Gracias por leer, votar o comentar! 👨🏽🚀💐
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