24. Izan
24 | Izan
"Abrazo de años"
—¿Cómo estará Xam?—preguntó su padre, la tristeza se escurría en su voz.
—Seguramente se encuentra feliz, papá.—le respondió Izan, escribiendo una investigación de la universidad. Había empezado el segundo semestre a mitad de octubre.
—Nosotros los padres tenemos claro que nuestros hijos no se quedarán a nuestro lado para siempre, ¿sabes?—reflexionó en voz alta—. Y también sabemos que deberíamos apoyarlos, pero duele como la mierda el proceso de verlos partir. A veces pecamos de ilusos al pensar que seremos dueños de su vida para siempre.
Izan alzó la mirada con lentitud, su corazón se saltó un latido. Era momento de contarle la decisión que ya se había instalado en su mente, y que pensaba defenderla aún si le costara otro vendaval de lágrimas.
—Padre, yo pienso irme con Rou a otro país—dijo con cautela—. Está la posibilidad de estudiar lo que quiero estando allá y, además de ello, también está la posibilidad de trabajar en mis momentos libres para costearme algunas cosas. En unos pocos meses, Rou me ayudará a pagar el pasaporte y también empezaré a tener todos los papeles en regla.
Y sólo faltaban dos meses para que se acabara ese año. Pensó.
Soltada aquella bomba de realidad, su padre sólo se limitó a entregarle un inmenso silencio como respuesta. Tal vez, lo tomó como una idea lejana, o tal vez lo impactó a tal punto de quedarse callado.
Izan pensó que ya no le diría nada, así que volvió su atención a la investigación que tenía pendiente, sin embargo, su corazón incrementó sus latidos al escuchar que su padre decía:
—Si te vas para finalmente estudiar lo que quieres, entonces está bien.
Sólo bastó escuchar eso para que una pequeña sonrisa curvara sus labios.
👨🏽🚀🚀
—¿Qué mierda es lo que te pasa? ¿Por qué tienes que halagar tanto a esos chicos que ves en redes sociales? ¿Es que en verdad eres del otro... bando?
Las palabras de Gonn, el padre de Meck, fueron pronunciadas con un brutal veneno que, de manera inevitable, a Izan le tomó por sorpresa, encontrándose de pie en el umbral de la puerta. Había ido a visitar a su amigo, ya extrañaba su compañía. No se habían visto antes porque ambos se encontraban ocupados con cosas de la universidad.
Meck sólo se dedicó a rodar los ojos con fastidio.
—No digas más de la cuenta, llegó una visita a la casa. No vaya a ser que arruines tú mismo la fachada que le muestras a los demás.—Meck señaló con un movimiento de cabeza a Izan, quién se encontraba tenso tras presenciar aquel intercambio de palabras entre padre e hijo.
Gonn se giró hacia el umbral de la puerta y, en efecto, compuso una cálida sonrisa nada más ver a Izan.
—¡Izan, hijo! Qué gusto verte por aquí. Adelante, estás en tu casa. Yo me iré a trabajar.
Izan le devolvió el gesto a Gonn, aunque por su parte la sonrisa que mostró fue algo tensa. No se negaba a ver ese rincón de la personalidad de Gonn, pero tampoco era sencillo de aceptar. Realmente le tenía aprecio, y por poco olvidaba que, de una u otra forma, al menos una o dos decepciones nos llevábamos.
—¿Estás bien?—inquirió Izan, enviándole una mirada a Meck, quien sujetaba su móvil.
Meck se levantó del sofá, tomó la mano de Izan y lo guió hacia su habitación. Al llegar, se sentaron en la cama, uno al lado del otro.
Su amigo no dijo nada, sólo mantuvo la vista perdida en la pared que tenía al frente. Pasados los segundos, se encogió de hombros con indiferencia, sin embargo, Izan no pasó por desapercibido el hecho de que una delicada lágrima se perdía por la pálida mejilla de Meck. El trigueño llevó dos dedos al mentón de su amigo para que girara su rostro y, al hacerlo, sus ojos marrones se encontraban cristalizados.
—Te conozco—dijo Izan en voz baja—. No estás bien. Lamento las crudas palabras de tu padre.
Meck le dio el intento de una sonrisa que se acercó más a una mueca.
—No soy suficiente para él. Nunca lo seré.—susurró, logrando que otra lágrima hiciera un lento recorrido por su mejilla.
—Lo eres para mí.—susurró Izan de vuelta.
Acarició la mejilla de su delgado amigo y éste cerró los ojos, dejándose llevar por su cálida caricia. Lo quería demasiado. Se querían demasiado. Ambos siempre estaban cuando el otro más lo necesitaba, incluso estando a una llamada de distancia.
Meck abrió los ojos y acercó su rostro al de Izan, logrando que sus frentes se unieran, pese a que no logró solo eso, pues sus labios permanecieron a un suspiro de distancia.
Meck nunca había pasado por alto que Izan contaba con unos bonitos y seductores labios, y éste en distintas ocasiones lo pillaba mirándoselos, pero lo dejaba pasar.
Con una respiración que empezaba a tornarse intensa por parte de Meck, los ojos de Izan empezaban a cerrarse, sin embargo, se apartó con delicadeza. No iba a permitir que un beso sucediera con alguien que consideraba como un hermano. No lo sentía correcto.
Meck no se mostró ofendido, en su lugar, intercambiaron una profunda mirada.
—Eres como mi hermano, Meck—murmuró Izan con la vista puesta en los ojos marrones de su amigo—. Y no me beso con mis hermanos.—sonrió con diversión.
Meck copió su gesto y chocó su hombro con el de Izan.
—No me prestes atención. Estoy calenturiento últimamente—con un rápido movimiento, se abalanzó hacia Izan con la intención de darle un abrazo, así que añadió:—. Gracias por estar aquí.
Tantos años de amistad habían servido para reforzar una relación que por momentos era el hogar del otro. Ambos lo recordaron con ese abrazo, e internamente agradecían por el hecho de que se toparon en sus caminos.
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¿Estaban esperando ese beso? 🤭 Jijijaja qué malita.
Espero que se encuentren bien el día de hoy, queridos astronautas.🩵
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