13. Meck
13 | Meck
"Confiar en ti mismo"
El castaño se encontraba con la vista perdida mientras el vehículo de su padre se encontraba en movimiento. Iba de camino a terminar de inscribirse de forma presencial a la universidad, y lo único que deseaba era no arrepentirse de tomar la decisión. Su problema no consistía en que no quería estudiar esa carrera porque no le gustaba, su problema radicaba en que nada le despertaba realmente interés como para darlo todo por ello. No era como su buen amigo Izan.
Meck compuso una pequeñísima sonrisa al pensar en Izan. A pesar de su corta edad, su amigo parecía tener claro lo que quería en su vida, y en su mirada no se podía negar la determinación que resplandecía cuando hablaba de lograr sus sueños, sin importar qué tan difícil fuera el camino.
Pensar en Izan también lo llevó a recordar que su tiempo estudiando juntos había acabado, puesto que ambos habían tomado carreras universitarias distintas.
El pánico invadió a Meck cuando, días atrás, Izan le contó de una carrera totalmente diferente a la que Meck había escogido, sin embargo, se tranquilizó cuando su mejor amigo le aseguró que, sin importar que no se pudieran ver todos los días, su amistad continuaría.
—¿Trajiste la copia de tu cédula de identidad?—preguntó su madre desde el asiento de copiloto, irritada.
Desde que salieron de casa le preguntaba si llevaba consigo algún documento, puesto que su hijo era totalmente descuidado y ya no se fiaba de él. La realidad era que lo veía como un frágil cristal que no tenía idea del mundo exterior.
—Sí, mamá.—murmuró Meck con un tono visiblemente cansado.
Para olvidarse de los minutos que faltaban para llegar al lugar, sacó su móvil y abrió el chat de Izan para escribir:
Me quiero morir.
Sus mensajes siempre llevaban un toque de dramatismo, así que se le escapó una risita al leer el mensaje de Izan, quien seguramente tenía el móvil en la mano como para responder tan rápido.
Lancémonos de un puente juntos.
Meck sacudió la cabeza con diversión y respondió:
Ahora, hablando en serio. ¿Ya te inscribiste?
La respuesta de su amigo no tardó en llegar:
Sí, ya está hecho.
¿Y tú?
Le supo mal el mensaje de Izan. Deseaba que su amigo fuese una de esas personas que estudiaban lo que anhelaban, pero desafortunadamente aún no era el caso.
Voy de camino al infierno.
¿Estás bien? ¿Quieres que nos veamos en la tarde?
Una sonrisita se formó en sus labios al leer el nuevo mensaje. Meck necesitaría justo eso después de salir de la inscripción.
Ven a la casa de All al salir. Haremos comida y jugaremos a las cartas.
El castaño respondió de inmediato:
¡Yo seré el que coloque las canciones!
Guardó el móvil al darse cuenta de que el auto se había estacionado. Respiró hondo. Ya habían llegado.
Tomó la carpeta en sus manos y bajó del auto, alisando con nerviosismo su camisa, producto de los nervios.
—No vayas a empezar con la estupidez.—masculló su padre al darse cuenta de que Meck no avanzaba hacia una corta fila conformada por cuatro jóvenes.
—No es ninguna estupidez, sólo estoy nervioso. No soy un puto robot.—dijo Meck con molestia, harto de los comentarios de su padre.
Su madre ahogó un jadeo al escucharlo.
—No seas un maleducado.—tironeó del brazo de su hijo, produciéndole un pinchazo de dolor que se encargó de ocultar.
—Entonces, dile que aprenda a callarse.—replicó Meck, enviándole una mirada irritada a su padre.
Una bofetada que vino de una mano pesada lo hizo trastabillar. Acarició su mejilla con dolor mientras su padre bajaba su mano, sacudiéndola en el proceso.
—Tentaste a tu suerte—murmuró con una falsa sonrisa. Había llamado la atención de unas cuantas personas—. Soy tu padre. A mí no me vuelvas a faltar el respeto, ¿entendido?
Meck bufó y le dio la espalda para caminar hacia la fila que, por suerte, ya empezaba a avanzar.
Lo que sentía por su padre era contradictorio. El hombre, algunas veces, le obsequiaba muestras de amor que Meck sentía sinceras, pero otras millones de veces se encargaba de sepultarlas con palabras hirientes. Meck podía dar la vida por su padre si se lo pidieran, pero, a veces, lo consideraba un enemigo que sentía la necesidad de tener lejos a toda costa.
Sacó el móvil al sentir que vibraba y una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla al leer el mensaje de Izan:
Sé que tienes miedo y que no te tienes la suficiente confianza para hacerle frente a la universidad, producto de que tus padres te recuerden cada vez que pueden lo inútil que eres, pero hey, yo te conozco y me he dado cuenta de lo que tú aún no puedes ver: Eres fuerte y superas obstáculos. Tú también eres brillante e inteligente, sólo que te nublas ante el primer error.
En la universidad cometerás errores, nunca te vas a librar de ellos, pero debes entender que nadie nació siendo perfecto y que todos estamos aquí para lo mismo: Para aprender.
Aprendemos constantemente y, ¿sabes a quién hay que darle las gracias? A los errores.
Yo confío en ti, ahora atrévete a confiar en ti mismo.
—Tú, muchacho, ¿me escuchas?
Una voz desconocida hizo que guardara su móvil con rapidez. Le dio una rápida mirada al lugar donde se encontraban sus padres y vio que éstos negaban con la cabeza. Se obligó a ignorar a sus padres y siguió al hombre que parecía impaciente, el cual era el encargado de ir organizando a los estudiantes para que no se formara un desorden.
No seas un cabronazo y confía en ti mismo. Se reprendió antes de mostrarle una sutil sonrisa a la trabajadora que recibiría sus documentos.
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¡Astronautas! Feliz sábado, espero se encuentren bien. ❤️
¿Entienden más a Izan o a Meck? ¿A ambos?
¡No se olviden de confiar en ustedes, y gracias por leer, votar o comentar! 👨🏽🚀💐
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