twenty three ──── defeat of the firstborn




────────── CHAPTER TWENTY THREE,

DEFEAT OF THE FIRSTBORN ──────────



❛ La vida es una sucesión de crisis y momentos en los que tenemos que redescubrir quiénes somos y lo que realmente queremos 



Alexander desapareció en el mismo momento que los tres primogénitos corrieron en un intento de salvar sus vidas.

Acacia fue la primera en acercarse a Koren quien seguía tirada en el suelo. Su expresión enojada delataba lo que sentía y probablemente iba a sentirlo por mucho tiempo. La astral puso varias vendas en la herida, las últimas que tenía de su mochila vacía.

───── ¡Iré detrás de ellos! ───── Dion informó, sacando su arco ───── Trataré de detener a Alexander.

Bronte asintió, alistando su espada ───── Te acompañaré. Ya sabemos lo que debemos de hacer.

Los dos astrales se adentraron en el bosque, persiguiendo las huellas mientras el resto de los primogénitos se acercaron a las dos princesas.

───── Genial, Koren, hiciste enojar al rey ───── Acacia bromeó, obteniendo un golpe de la princesa que yacía en el suelo ───── Auch, estoy tratando de salvarte.

───── ¡Esto no hubiera pasado si hubieran hablado que ese humano tiene un astral dormido! ───── gritó, quejándose cuando la mano de Giles se adentró en su herida ───── Un poco de tacto, no quiero desmayarme.

───── No hay daños internos, por suerte ───── musitó el astral, sacando el botiquín que siempre cargaba consigo ───── Va a doler, no tenemos anestesia así que será nuestra manera de darte la bienvenida.

───── Alexander tiene una buena puntería, ¿no? ───── Gaea bromeó, observando a Koren con diversión ───── Parece que le debes una disculpa al chico, heriste su pobre orgullo.

Koren rodó sus ojos dorados, sin creer lo que estaban diciendo ───── Tiene suerte de que estemos en este mundo y no en el planeta Astral o lo hubiera encerrado ───── se quejó.

───── Tú empezaste ───── Calista lo defendió, cruzándose de brazos ───── Golpeaste a Acacia y eso lo enojo.

───── ¿En serio ese humano está detrás de ti? ───── Koren interrogó directo a Acacia ───── Vamos, pensé que tenías mejores gustos.

Acacia rodó los ojos, levantándose ───── ¿Qué puedo decir? Me gustan los Zoqri. ¿Me necesitas aquí? ───── preguntó a Giles ───── Voy a buscar a Alexander antes que decida herir a otro primogénito.

Giles negó, enfocado en limpiar la herida ───── Puedes ir. Me quedaré con Koren hasta que todo se calme ───── dijo ───── No queremos que Alexander regrese por su venganza.

Acacia asintió, mirando a las dos astrales ───── Quédense, es mejor no arriesgar a todos.

───── Si alguien va a detenerlo, eres tú ───── Gaea mencionó, encogiéndose de hombros ───── Estopa teniendo más control sobre sí mismo si dejo que Calista se fuera.

───── O solo tiene un mejor objetivo ───── susurró la astral a su lado ───── Ve con cuidado, tampoco confíes en que te reconocerá.

───── Estaré bien ───── prometió la astral.

Acacia corrió entre los árboles, dejándose llevar por las huellas en las tierras que solo los astrales pudieron dejar. Salto con agilidad los troncos que estaban caídos y aunque era noche, su visión parecía adaptarse a su alrededor. Varias estocadas de espada en los árboles captaron su atención, casi parecía que Alexander estaba dándoles pelea.

No estaba segura si el chico la reconocería o a cualquiera de los astrales, pero una ventaja que tenían era que ya habían pasado por esa situación. En algún momento, Alexander se iba a casar y su astral interior necesitaría descansar por lo que, en ese tiempo, ella aprovecharía para sacarlo de esa situación.

La princesa siguió recorriendo todo el camino hasta que unas voces llamaron su atención. Observó como Alexander tenía acorralada a Naia junto a Laria, Bronte estaba en el suelo, quejándose mientras un hilo de sangre brotaba de su labio.

Con lentitud, ella fue acercándose a los astrales. La expresión de Alexander estaba en blanco, sin ningún sentimiento en ellos. Sabía que todo era producto del astral, pero no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer todo su cuerpo al verlo tan diferente.

───── Oye ───── ella lo llamó, creando una media sonrisa cuando Alexander la vio ───── Ya le enseñaste una lección, ¿no?

El chico ladeó su rostro, frunciendo sus cejas ───── Todavía no ───── negó, mirando a los dos astrales que estaban respirando con fuerza ───── Siento que todavía debo de demostrarles que si soy el hijo del rey de Zoqri. ¿Ellas fueron partícipes de la muerte de mi padre? ───── interrogó, alzando su espada al rostro de Naia.

───── Déjame pensar ───── murmuró la astral, dando pasos lentos mientras fingía estar sumergida entre sus pensamientos.

───── ¡Acacia! ───── gritó Laria con desesperación. Sus ojos verdes estaban llenos de miedo ante lo que sucedía ───── Por favor.

Acacia negó, mirando a Alexander ───── No lo fueron. Todos los primogénitos amaban al rey de Zoqri ───── ella contó con suavidad ───── Era como nuestro padre.

───── Entonces, ¿por qué están del lado del hombre que lo mató? ¿Esa es su forma de agradecer?

───── Bueno, hay algo que no te he contado ───── habló la astral, acercándose más ───── No todos los primogénitos pueden ser muy inteligentes como yo.

Una sonrisa tiró de los labios de Alexander, contagiándose de esa diversión que se mantuvo en el rostro de la astral. Su espada bajó unos centímetros, haciendo que las dos princesas pudieran respirar con calma al ver que la situación se estaba calmando.

───── Tienes razón, tampoco comparten tu belleza ───── él elogio.

Una risa escapó de los labios de Acacia, sin despegar su mirada del chico ───── Hay primogénitos presentes, puedes dejar tus palabras lindas cuando los dos estemos a solas ───── ella pidió, guiñándole un ojo.

El plan de Acacia estaba funcionando, distraer a Alexander para que su astral se calmara y así traer al inocente chico afuera para que tuviera control sobre sí mismo. Era claro que Bronte no pensaba de esa manera, no cuando se levantó y alzó su espada en un intento de insertarla en el hombro del chico.

Alexander se movió con una agilidad impresionante que hizo que Acacia se detuviera y perdiera toda diversión. Detuvo el filo de la espada con su propia mano, haciendo que la sangre saliera de la herida. Los brazos de Bronte temblaron ante la fuerza que estaba ejerciendo, pero no movía ni un poco.

───── Pensé que éramos amigos ───── se quejó Alexander, mirando el filo atravesado en su mano ───── Esto me dolerá más a mí que a ti.

───── Maldición ───── masculló Acacia.

La princesa agarró los brazos de las dos astrales, instándole a correr cuando Alexander saco el filo de la herida y derribara de un solo golpe a Bronte.

───── ¡Váyanse! ───── ella gritó al ver la duda en la mirada de Laria ───── Prometo que no le pasara nada.

Naia empujó a Laria, casi arrastrándola para entrar a la línea de árboles que iban a protegerlas. Necesitaban esa ventaja que Acacia les iba a dar si no podía controlar a ese humano que estaba haciendo uso de todo el poder de su astral para derribarlos.

Alexander dirigió su mirada a Acacia, tornando su expresión en una irritada. La astral solo sonrió, sin mostrar ningún miedo a ese chico que estaba siendo dominado por sus sentimientos.

──── No quieres hacer esto, Alexander ──── ella habló, sacando el pomo de su seguro ──── No seré amable como la primera vez.

──── No necesito que lo seas ──── susurró con evidente modestia.

Alexander fue el primero en atacar, intentando golpear a la princesa que se movió con rapidez. El filo de su espada rozó el suelo antes de alzarse nuevamente en un intento de herir a la astral que daba fluidos movimientos para evitar ser herida.

Acacia conocía sus técnicas, como evitar el arma y mover su cuerpo sin necesitar mucha energía. Sus pies se movieron con agilidad por toda la tierra, dando giros para despistar al chico que estaba empezando a irritarse al no poder dar en el blanco. La espada de Alexander dio contra un árbol por décima vez, haciendo que él gruñera con enojo.

──── Es divertido, ¿no? ──── preguntó ella, caminando a su alrededor ──── No necesito ni alzar mi espada para molestarte. Cuando estemos en el planeta astral aprenderás a utilizar tu cuerpo como un arma.

──── No me importa ──── dijo el chico, quitándose el sudor de su frente ──── ¡Deja de moverte!

Acacia no hizo caso de las palabras de Alexander, en cambio, siguió jugando con él hasta que pudiera calmarse. Los ojos azules del chico ya no estaban brillando como antes así que solo era cuestión de tiempo hasta que el astral dentro se apagará.

Un quejido brotó de los labios del chico, dejando caer la espada al suelo. Acacia se detuvo, viendo con preocupación como Alexander cayó sobre sus rodillas.

──── ¿Estás bien? ──── ella preguntó, manteniendo su distancia.

Él no contestó, en cambio, tocó su pecho al sentir como el dolor se movía por todo su cuerpo. El aire de la oscura noche sacudió los árboles, lo suficiente para que Acacia pudiera ver una figura que estaba a punto de saltar.

Sin pensarlo, ella se movió, alzando su espada para detenerlo. Los dos filos golpearon, creando una gran ola de viento que tiró el cuerpo de Acacia varios metros atrás, chocando contra varias rocas. Un quejido brotó de sus labios al sentir como el dolor en su espalda, todavía no había sanado como correspondía y eso hizo que no pudiera levantarse.

Myles se acercó a Alexander, observando con curiosidad. Con su pie movió la espada, lejos de la posesión del chico.

──── ¿Ya te cansaste de cazarnos? ──── preguntó el astral, entrecerrando sus ojos ──── Parece que no dominas al astral dentro de ti, que mal.

──── ¡Déjalo! ──── Acacia gritó, mirándolo desde el suelo ──── Ya dejó en claro que es el hijo de Zoqri, debes de respetarlo como todos los primogénitos.

──── ¿Él? ──── Myles señaló, frunciendo sus cejas ──── No me importa.

La mano de Myles agarró el cabello rubio del chico, jalando su cabeza hacia atrás con fuerza. El cansancio podía notarse en el rostro del humano, apenas podía ver el rostro del astral que estaba junto a su lado.

──── Déjame ──── susurró Alexander sintiendo como su cuerpo estaba a punto de desplomarse.

Una carcajada escapó de los labios del astral, negando ──── Está a punto de desmayarse. No tiene energías ni para poder abrir sus ojos ──── contó Myles, observando a Acacia ──── Me han dicho que este patético humano te gusta, ¿te molestaría si te ahorro la triste historia y lo lanzó por el vacío? La caída lo matara o eso espero.

Los ojos rojizos de Acacia se llenaron de enojo, observándolo ──── Si te atreves a hacerlo, ten por seguro que haré lo mismo con Naia ──── amenazó ──── Será divertido ver quién se desangra con más rapidez.

──── Vamos, princesa, no compares a mi astral con este chico ──── dijo, sacudiendo la cabeza de Alexander ──── Somos diferentes a ellos. Hay mejores astrales en el planeta por los cuales caerán rendidos a ti.

──── Ya he decidido que lo quiero a él ──── determinó la princesa, intentando levantarse ──── No me sigas molestando, Myles, he pasado peleando contra los Duksol que ustedes enviaron por no tener el valor de enfrentarnos.

──── Oh, acerca de eso, fue un regalo de Karsten así que no lo tomes personal contra mi ──── Myles se expuso, encogiéndose de hombros ──── Pero esto, si puedes hacerlo.

A Myles no le importo oír los gritos de advertencia de Acacia, en cambio, agarró el brazo del chico, jalándolo por todo el suelo hasta la orilla de la gran montaña donde se encontraban. El vacío estaba a oscuras, pero sabía que debía de haber árboles y rocas que lo golpearían.

No necesitaban problemas en el planeta Astral y Alexander iba a convertirse en uno. Pensaba que los primogénitos iban a darse por vencidos en la misión o por lo menos fingir por un momento, pero no, no lo hicieron, sino que se hicieron amigos de ese humano y no iba a dejar que eso se convirtiera en algo más.

Myles agarró el cuello de Alexander, empujándolo para acercarlo más a la orilla. El aire frio golpeaba sus rostros, agitando sus cabellos mientras Acacia seguía gritando desde el suelo.

──── No te lo tomes personal ──── Myles le habló al chico quién abrió sus ojos ──── Solo no puedo dejar que el planeta Astral sea gobernado por un humano.

Tras esas palabras, Myles abrió su mano, dejando caer el cuerpo de Alexander en el vacío.

Acacia no podía creer lo que el astral estaba haciendo. Simplemente se negaba a que Myles pudiera acabar con la primera persona que llenaba su corazón de tanta felicidad que sentía que iba a explotar. El enojo apareció en su rostro, haciendo que sus labios se fruncieran y su mirada se llenará de una oscuridad que nadie había visto.

El dolor desapareció de su cuerpo, convirtiéndose en una adrenalina que hizo que pudiera levantarse del suelo. Sus pasos fueron decididos, sin perder de vista el objetivo, recogió la espada, lista para usarla si era necesario cuando vio cómo el cuerpo de Alexander empezaba a caer.

Concentrando su fuerza, agarró el cuello de Myles, empujándolo hacia atrás donde rodó por varios metros. Acacia no dudó en hacer su siguiente movimiento, se lanzó tras el cuerpo de Alexander mientras con la espada, la fijó en la montaña para detener su caída.

Los dedos de la princesa apenas pudieron agarrar el brazo de Alexander, deteniéndolo. El cuerpo del chico era pesado, demasiado para ella, pero en ese momento, la adrenalina la estaba ayudando a olvidar todos esos dolores y solo enfocarse en lo más importante.

En salvar a Alexander.

La cabeza del chico se sacudió hacia atrás cuando Acacia lo agarró, manteniendo sus ojos cerrados. Un gruñido brotó de los labios de la astral al ejercer toda la fuerza que tenía para sostenerse antes que cayeran al vacío.

──── ¡Alexander, despierta! ──── ella le gritó, enterrando sus dedos en la piel del brazo del chico ──── ¡Vamos, no podré sostenernos por mucho tiempo!

Alexander apenas abrió sus ojos antes de sucumbir por completo a la oscuridad. Su cuerpo no respondía, solo sentía la necesidad de dejarse ir y así lo hizo, sin importarle que estaba en peligro. Las mejillas de Acacia empezaron a sonrojarse por el esfuerzo que estaba haciendo, no iba a dejar caer a Alexander en esa vacío, ella iba a ir detrás de él si era necesario.

Pasó su mirada por toda la montaña en un intento de buscar algún soporte o alguna piedra lo suficiente fuerte que pudiera resistir sus pesos, pero no había nada

──── Solo déjalo caer ──── Myles habló, colocándose en cuclillas para observar mejor a la astral ──── Te ayudaré a subir si lo sueltas.

Acacia solo gruño, sin querer hablar con el astral que comenzó todo. Estaba segura que si salían de eso, iba a enojarse con Myles por el resto de su vida. Sus bromas y golpes eran cosas que podía superar con facilidad, pero nunca el intento de matar a uno de los suyos,

La princesa puso sus pies contra la montaña, ayudándose a sí misma a soportar un poco más. Estaba segura que un primogénito iba a ayudarla al notar que no llegaban a su punto de reunión.

──── Vamos, Acacia ──── canturreó el astral ──── No vas a aguantar más. Dion no vendrá, lo noquee muy fuerte y Bronte sigue en el suelo. Solo queda Giles, Calista y Gaea, estoy seguro que las astrales los tienen entretenidos.

──── No lo soltaré. Voy a caer al vacío con él si es necesario ──── determinó la astral con firmeza ──── Quedará en tu conciencia mi muerte.

La mirada del astral se llenó de molestia, bufando ──── Déjame contarte que no me importas mucho ──── negó, agachándose ──── Fuimos compañeros por muchos años, pero eso no significa que tuve algún afecto hacia ti.

──── ¿Sí? ──── dijo la princesa, ladeando su cabeza ──── Supongo que lloraré por ti ──── comentó con sarcasmo.

Las palabras de la astral quedaron en silencio al sentir como la espada se movió unos centímetros hacia abajo. El peso de Alexander junto al suyo era demasiado para esa arma que estaba a punto de salirse de la montaña.

──── Deja de jugar y suéltalo ──── Myles ordenó con preocupación.

──── No ──── expuso ella, agarrando con más fuerza el brazo del chico ──── Tú deja de jugar.

El sudor empezaba a aparecer en el rostro de la astral, a pesar del aire frio, ella estaba sintiendo como esas gotas estaban cayendo directo a su mano, haciendo más difícil sujetar al chico. Alexander no reaccionaba, no había forma de que la ayudara en ese momento.

──── ¡Vamos, Acacia! ¿Por qué quieres que viva? ──── él interrogó, sintiendo la tensión en sus hombros ──── Ni siquiera lo conoces lo suficiente para dar tu vida.

──── Él me gusta ──── confesó la astral, mirando directo a los ojos del astral ──── Y es el hijo de Zoqri, lo único que me queda del rey. ¿No sientes ni un poco de respeto para salvar a su hijo?

Myles frunció sus cejas ──── Por supuesto que lo tengo. Él fue como mi padre, pero eso no significa que le debo algo ──── escupió el astral ──── Nadie se lo debe.

──── No creo en eso, Myles ──── habló una tercera voz, apareciendo junto al astral. Giles mantuvo su rostro sin expresión, observándolo ──── Acabas de decepcionar al rey astral con tus palabras.

Myles no pudo reaccionar cuando la espada de Calista se presionó en su garganta, deteniéndolo en su lugar. Giles rápidamente se agachó, agarrando el brazo de Acacia para alzarlo. Junto toda su fuerza para empujarla, llevando consigo el cuerpo inconsciente del chico.

──── ¿Él está bien? ──── Calista preguntó, viendo como Giles se agachó a un lado de Alexander ──── Acacia, ¿estás bien?

──── Lo estoy ──── asintió la princesa, tirándose al suelo para respirar con tranquilidad ──── Con ganas de golpear a Myles.

──── No será necesario, yo lo haré por ti ──── prometió Calista.

La princesa lanzó un perfecto puñetazo al rostro de Myles, dejándolo tirado en el suelo. Giles seguía revisando a Alexander, cerciorándose que todo estuviera bien antes de moverlo.

──── Él está bien ──── Giles aseguró, cargando el cuerpo de Alexander en su hombro ──── Hay que movernos.

Hasta ese momento, Acacia se dio cuenta de la presencia de Dion y Gaea, cargando el cuerpo inconsciente de Bronte. El rostro del astral estaba lleno de golpes que Myles le dio, eran heridas que apenas estaban cerrando.

──── Estaré bien ──── le aseguró Dion al notar la preocupación en los ojos de Acacia ──── Las cicatrices solo me hacen lucir más guapo.

Una sonrisa cruzó por los labios de la astral antes de asentir ──── Sí que lo harán. ¿A dónde iremos? El bosque ya no es seguro.

Gaea levantó su mano, llamando la atención de los astrales ──── Yo sé dónde debemos de ir. Hay que llamar al único humano que nos ayudó desde que bajamos al mundo.

──── ¿Quién fue? ──── Calista preguntó, juntando sus cejas con curiosidad.

──── Llamaremos a Frank. Estoy segura que él nos ayudará



Segunda escena que estaba ESPERANDO escribir desde que me propuse a editar este libro, recuerden que todavía falta una parte de este libro así que quédate y sigue leyendo.

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