6. El principio de una vieja historia de amor

6. El principio de una vieja historia de amor.

Creí haberme enamorado de él. Puedo jurarlo, era todo lo que nunca se me pasó por la cabeza que podría llegar a ser mi chico ideal. Y es que era eso, rompía moldes de lo que cualquier chica buscaba en su tipo de novio perfecto.

No es la trágica historia de amor de amigos de la infancia que se enamoran por culpa de la hermandad de sus padres. No, Todoroki Shoto es todo menos cliché.

Es amable, sensible, complicado con lo que él considera que debe ponerse su capa de invisibilidad y dejar que vea lo que él quiere que sepan, hasta es inocente. Esa combinación de inocencia adorable con divertida de la que muchos se rien porque ni si mismo se da cuenta que dijo algo muy gracioso.

Eso... Eso es lo que era con los demás y conmigo también, con excepciones claro.

¿Cuando surgió todo?

No tengo fecha exacta, cuando me dí cuenta estábamos en el hospital Shoto a mi lado sosteniendome en sus brazos. Siempre fuimos muy unidos, no éramos mejores amigos. Fuimos raros, todo fue anormal.

Nuestra relación antes de novios no puedo darle nombre, solo sé que éramos eso que llega cuando estás en el hoyo. Ahí donde crees que nadie puede sacarte, cuando sabes que ya no puedes más contra eso que según es vida y se supone que es hermosa. Siempre estuvimos ahí, no nos buscábamos solo nos cruzabamos en el camino del otro.

Siempre aparecíamos enfrente del uno cuando nos derrumbamos por el peso de la mochila que todos cargamos.

Acababan de diagnosticarle cáncer a mi papá.

Y él estaba ahí porque se metió en una pelea por defender a un chico que estaba siendo acosado por su sexualidad. Cuando el iba para su casa luego de que alguien curará al chico, que ahora es un gran amigo suyo, nos interceptamos.

Me vio como todos odiamos que nos vean, rotos.

—¿Qué haces aquí?

—¿Tú qué haces aquí?

Nos miramos sonrojados, y de un momento a otro inflamos nuestras mejillas por aguantar la risa ya que estábamos en un lugar donde, si te ries te dan un sermón.

Shoto tenía esa poder sobre mi, el de que me vieran como una sin duda, paciente de bipolaridad enfrente de la gente. Porque me hizo reír cuando mis ojos estaban tan inchados por el llanto que solo lo reconocí por su extravagante cabello.

—¿Porqué siempre apareces cuando no quiero que nadie me vea?—, fue lo que pregunte.

Podria preguntarte lo mismo, mochi humana.

—Touche, copia barata de Zukko.

Sonreímos el uno al otro, tomo lugar a mi lado y no pregunto nada. Solo me abrazo. No dijo nada, no me pidió razones para mi estado de devastación.

Me aferré a él, porque no tenía de que sostenerme, era yo contra el mundo. Mi madre ya estaba internada en un psiquiátrico por la perdida de memoria que sufrió por culpa de un accidente cuando yo tenía 15 años, y empezó después de 5 años luego del percance.

Solo me sustuve, él me sostuvo.

Y entonces lo supe, porque cuando me separé porque sentía que me estaba aprovechando de lo oportuno que eran nuestros caminos por cruzarnos, él me limpio las lágrimas y me miró como todos los sentimientos del mundo.

Menos lastima.

Shoto Todoroki era un chico que nunca me trató menos, que no tuvo y sé que no tendrá sentimientos de pena para mi.

Me limpio las lágrimas, con la delicadeza y amor que mamá comenzaba a olvidar que tenía en sus dedos algo arrugados por la edad. Me miró con amor, con un sentimiento que me gritaba: estoy aquí, no sé porque pero estoy y siento que esta bien

Lo que pasó después, hizo que la noticia de mi papá fuera llevadera.

Su beso, sabía a el calmante más hermoso y efectivo que había tomado, desde que me obligue a ser un adulto.

Fue delicado, sus labios sabían a un poco de sangre, con fresa. Saboree sus labios sabor a chicle de fresa con una desesperación calmada. Cómo si estuvieras gritando el vacío en el que estaba, porque me había encontrado y Shoto me iba a sacar de ahí.

Cuando nos separamos, mire sus ojos. Nunca les di la atención que todas las chicas que conocía y querían algo con él siempre adoraban.

Y entendía ahora porqué las traían tan estúpidas. Shoto tiene una mirada, que podría decir todo si él te dejaba. Una forma de mirar, como si acabaras de ver el paisaje más hermoso que siempre quisiste admirar.

—Lo siento... Yo no debí... Perd—

Lo besé sin necesidad de ser profunda.

—¿Tú eres un súper héroe acaso?

—No me considero tu salvador, porqué tu también has estado para mí cuando nadie está.—Metio un poco de distancia entre nosotros.

—Gracias...

—Igualmente.

Y ahí estaba de nuevo, viendo lo despistado que era por qué podrá ser el más guapo, y de fuckboy misterio no lo bajaban. Pero, no era así, él siempre fue de los que no les importaba lo que dijeran de él. Podrán decir que puede tener a la que él desee, pero no sabía porque en el fundo no comprende sus propias emociones y es inocente aún.

Shoto no es un libro a medio leer, es un diario que si lo tratas bien te dejará que lo leas y descubras todas las historias detrás de sus pecados y portada tentadora.

—¿Puedes quedarte, héroe?

—Eso es tan obvio que no voy a decir obvio.

—Tienes que dejar de ver ese tipo de películas, no quiero que me hagas decirte mesías de la mierda.

Una risotada salió de sus labios, que ahora miraba desde un ángulo y forma diferente. Tenía una risa que sabía que si pegaba mi oído a su pecho, una vibración sería llenada por mi tímpano.

Y si lo hice. Entonces de golpe se detuvo, no por mi acción. 

Sino por el expediente que golpeó su cabeza.

—¡Esto no es ni una función de Franco Escamilla ni un hotel!—, un enfermero que parecía recién levantado, nos grito furioso.

Mientras el albino-pelirrojo tallaba su cabeza con una expresión de dolor muy divertida, yo trataba de que no me faltará el aire porque me estaba riendo en silencio.

—¡Lo lamento, ya nos vamos!—, estaba por tomar mi mochila cuando dije eso.

—No, yo me voy malditos mocosos,— y si, eso hizo.

La noche fue una de las más importantes de mi vida, y inolvidables claro. Dormimos poco, no por la preocupación; sino porque nos contamos todos lo bueno. Porque la malo, enterados ya estábamos el uno del otro.

El cariño prevalece, porque cuando alguien te hizo feliz no lo olvidas aunque te haya hecho mucho daño. Y más, si no es su culpa de haber dejado de quererte. Porque el corazón, puedes escribir el nombre de alguien en el, pero es como el papel y lapicero; un poco de corrector y puedes borrar y escribir otro nombre encima.

Y eso... Es lo que Todoroki hizo con mi corazón. Fue borrando letra por letra, trazo por trazo su nombre. Sus recuerdos malos son eso, malos pero enseñanzas. Y advertencias de no volver a dónde sufrí por casi 7 meses.

Lo que prevalece entre Todoroki y yo, son recuerdos, por mi parte cariño y un tono de llamada.

Nunca lo quite porque cuando suena, sé que es él y solo tengo que colgar. Pero esta vez eso no me iba a funcionar.

Porque apareció detrás de la puerta de mi oficina, sentado en el escritorio.

—Quiero que nos volvamos a conocer.—Eso fue lo que dijo, no tuve tiempo de callarlo.

—¡¿Qué tú qué?!

—Que quiero int—, lo corte colocando mis manos en su boca.

Primer error

—No estoy sorda, si escuché.

—Había olvidado lo suave que son tus manos...

Las quite rápidamente ya que el calor de su respiración en mis palmas me recordaron la sensación de su aliento en mi cuello cuando arremetía contra este y, conseguía lo que siempre quería cuando asaltaba esa área sensible y arojena. 

—Me alegra oír eso, significa que estás avanzando y ya no recuerdas sensaciones que consiguen que solo te aferres a mi.—Aun con el bochorno de recordar sus besos viajar por mi piel me obligué a sostenerle la mirada, esa que me enfoca como esa noche cuando todo empezó.

—Estas pensado en cosas vergonzosas.—Todoroki me arrinconó agachandose con la ayuda de su espalda y acercó su rostro al mío, alejendose con ello del mueble.

—Claro que no.

—Claro que si, no puedes mentirme, mi hermosa mochi.

—Para ti soy Uraraka-san,—sin dejarme dominar por su aroma tan familiar y que aún me agrada, no baje mi barbilla en ningún momento.—Copia de Zukko.

No puedo creer que siga usando esa colonia que le regale, alborota mis sentidos con solo presenciar ese aroma que le queda tan bien.

Odio que sea tan atractivo

—Bien no te diré así, pero dime la verdad ¿estabas pensando en mis besos no?

—Shoto basta, no es lugar ni el momento. Estoy esperando a tu amigo.

—¿Y porqué te importa?,—por fin di contra la pared detrás mío y el aprovecho a colocar sus brazos de cada lado para evitar que escape,—¿no acaso me dijiste qué todo fue un malentendido?

—Y lo fue, pero que vergüenza para ti que tú amigo se dé cuenta que aún no sabes pasar página como un adolecente de quince años.—Por fin su mirada se apagó, dejó de mostrarme ese brillo seductor que aún puede remover cosas dentro de mi, se alejo y acepto su derrota.

Solo por esta vez, volví a ganar

—Por favor, Ochaco. Ya te pedí perdón, ¿qué más quieres de mi para qué volvamos a ser la pareja de antes?

—Buenos días.

Salvada por el brocoli... Digo la campaña, ¿o debería decir El asistente?

—Midoriya, buenos días.—Me acerque a ver qué tenía consigo algunas cosas y parecían pesadas.

—Lamento llegar tarde, tuve que pasar a la bodega por unos archivos.—Quite de sus manos 4 carpetas gordas que tapaban su vista.

—Deja te ayudo,—le regale una sonrisa cordial y proseguí a preguntarle,—¿porqué fuiste por todo esto?

—El señor Todoroki me dijo que soy tu tercer asistente. Me explico que nadie pudo trabajar como la señora Sahori entonces decidí que tengo que informarme respecto a tu rutina, la forma en que ella hacia los documentos que le pedías, el formato de tu agenda, la guía de colores que ella usaba, y claro... Esto.— Detrás de su espalda saco un vaso de café con el logo de mi cafetería favorita.

—¡No, ¿dime qué no es mi café francés con cuatro de azúcar y un chorrito de leche de almendra?!—, le arrebaté rápidamente el café de la mano dejando caer las carpetas que sostenía de la emoción.

Rio por mi reacción y luego procedió a dejar en el piso con cuidado las carpetas que él sostenía, y, a poner las que tire encima de estás.

—Si, ese café es. Disfrútalo—, comenzó a recoger los documentos que se salieron de una carpeta.

—¡Lo siento, soy torpe!—, deja mi café aún costado en el piso, y trate de ayudarlo.

Todo estaba rogado, entonces mi mano trato de recoger una hoja al mismo tiempo que él. Nos miramos, y inmediatamente él alejo tanto sus fanales verdes de los míos, con un carmín en esas pecas que me parecían ubicas.

Cuatro que se notan más que las demás

Una ronca voz hizo acto de presencia aclarandose la garganta. Sacandonos de lo que acababa de pasar.

—Buenos días, Midoriya,—el bicolor de mi ex ayudo a el peliverde con lo que tenía en brazos, ya que había terminado de levantar todo y se enderezó. Lo imite, solo que yo sostenía mi café.

—Hola, Todoroki-kun. Lamento si no te ví pero ya vez...—miro algo divertido pero nervioso, evitando la vista del más alto,—algo tapaba mi camino.

—No te preocupes, espero tengas un buen día y suerte, la necesitarás.—Los celos en su voz, y molestia eran más obvios que tío Enji tratando de ocultar su cara de pensamientos puercos.

—Deja de querer espantarlo, no soy tan exigente.—Infle mis mejillas molesta ganandome la mirada de ambos dirigirse a mis labios que hacian puchero.

Carajo no...

Segundo error

—Todoroki sal de mi oficina, por favor. Tengo cosas que hacer y tú también.—Empuje a el heterocromático por sus espalda y como caballero que es, me dejó sacarlo para solo cerrarle puerta en cara.



~

De nuevo.

Ahí estaban de nuevo esas ideas en mi cabeza, esas hipótesis, pensamientos alimentados por mis celos.

Y eso había consefuido de nuevo que me cerrará la puerta en la cara. Pero era mi culpa, deba un paso adelante para dar tres en retroceso.

¿Cuándo comenzó ésto?

Aún me lo preguntó, es patético. Le hice mucho daño, ella estuvo ahí en todo momento. No quería convertir en eso que nos unió, en malos momentos, en promesas que rompimos, en recuerdos bonitos y malos que son eso, un mal sabor de boca que te recuerda que no quieres volver a probar en tu vida. 

Ochaco me lanzaba una mnazana entre tanta hambre de honestidad en mi vida, entre tanta hambruna de algo bien en este puto mundo. Y yo solo me cansé de comer su amor a diario, pero eso no significa que sea su culpa.

Mire la puerta, movido por los celos me fui de ahí para revisar las cámaras de seguridad a las que tenía acceso de su oficina. Las había instalado desde hace mucho tiempo, pero nunca habían mostrado nada de lo que debiera preocuparme.

Para mí todo comenzó cuando nos cruzamos por quinta vez.

Había vuelto a discutir con mi padre y Touya. Deje de mentirme diciendo que era casualidad, que los dos solo teníamos una conexión y encuentros por culpa de nuestros padres.

Entonces solo paso, sonrió. De una forma que nunca la habia visto sonreírle a nadie. Cómo si esa sonrisa solo fuera por mi culpa, por las decisiones que tome para que siempre me llevarán ahí donde ella de cierta forma, me esperaba.

—¿Touya o tío Enji?

—¿No hay tercera opción?

—¿Ahora que carajos hiciste, lápiz bicolor?—, y ahí estaba, sonriendome apesar de estar bajo ese puente cerca de nuestras casas.

Era temprano, había escapado de casa. Dormí bajo un puente, pero no pienses que soy un vago con dinero.

Ese era mi lugar feliz, triste, alocado, solitario. Un lugar donde podía sentirme libre de hacerme la víctima. Dónde podía sentirme miserable y olvidar que la cama caliente en mi habitación, con los instrumentos que me ayudan a dejar de pensar, discos de mis canciones favoritas, más baños que cuartos para dormir, me asfixiaban.

Toda mi vida desde que pegue contra la pared de mi realidad, me engañe a mi mismo sobre que debía estar agradecido porque no me faltaba nada. Mucho menos mis gustos, caprichos y sobre todo ser la esperanza del sueño frustrado de tu padre.

¿Pero de verdad era egoísta sentirse mal por mis propios demonios y más si sus estimulantes vivían contigo?

—No creas que te estoy siguiendo, o me interesas. Salgo a correr por aquí cuándo estoy medianamente tranquila.

Volví a mirarla, dejo sus palmas detrás de ella, sosteniendola. Entonces esa sonrisa volvió a aparecer.

—¿Cómo carajo hiciste eso?—, entonces recordé lo que había hecho hace un año en el puente.

Era un grafiti, uno que representaba como me sentía cuando quería estar ahí. Lo que hacía a ese puente mi refugio.

Era una cadena echa de palabras que marcaron mi dolor hasta ese día, alrededor de mi cuello. Mientras gritaba, pero de mi boca no salía nada. No era yo, pinte una sombra en la silueta del hombre, pero con solo verme y luego ver eso era obvio que era Shoto Todoroki.

—Fue todo un reto, pero imposible no.—Me recosté con mis brazos cruzados detrás de mi cabeza.

—¿Cómo es que aún no te encuentra tío Enji?

—Él sabe a dónde frecuento a ir, pero vengo a este lugar con mucha precaución.—Cerre mis ojos, atisvando a percibir que se recostada a mi lado.—No traigo mi teléfono, pero tengo un MP3 de memoria que no es rasteable, tomo todos los caminos dónde sé que a el oir mi apellido dirán: A ese lo conocen en su casa.

De nuevo, esa risa, esos decibeles que me gustaban en el inicio y final de procesamientos para que mi cerebro pudiera entender que había hecho que se riera, ese único y lindo sonido.

Somos una cosa linda juntos, creo.

—¿Qué tal la escuela?

—Igual que siempre, es el único lugar donde sé que no tengo que cumplir con la expectativas de mi comportamiento con nadie más que conmigo.— Y eso no estaba lejos de la verdad, mi padre podría haberme dado todo, hasta traumas y auto programación de que debía hacer sin que me diera cuenta.

Siempre quejandose de los errores de mis hermanos, y yo al ser el menor todos sus pisadas de mierda me pasaron factura. Fuyumi huyó de casa con un chico porque quedó embarazada y tenía terror del estúpido padre que tenemos, Natsuo callo peor que yo, comenzó a refugiarse en las drogas y dolor físico, llevándolo a estar internado con mamá.

Sin pensar lleve mi mano a esa cicatriz, recordando la cara de terror, asco y desacato en mi dirección de la mujer que de niño, me abrazaba sobre su regazo y me decía que no debía ser prisionero de mi sangre.

Touya, el regreso después de años en el extranjero. Al ser el mayor, pudo huir a un lugar donde pudiera ser lo que todos queremos, libres.

—Sabes mínimo te hace ver más interesante,—abri los ojos lentamente y la tenía mirándome muy de cerca, su cabello y volados que redondeaban más su cara casi podía pegar contra mis mejillas.—No es tan mala, te hace ver muy guapo pero claro. No me creas.

Y de nuevo, esa sonrisa que solo veía yo. Por un momento quise ser egoísta aún más. Deseé que nadie mirara esa sonrisa, que nadie fuera la razón de como sus labios podían quitar un peso de mis hombros con solo mostrarme como sus oyuelos adornaban sus mejillas siempre rosas.

Coloque mi ante brazo sobre mis ojos, cubriendo el bochorno.

—Haste para allá, huele feo tu boca.

—¡No mames!

—Que mexicana, deja de ver no manches frida. Te hace daño,—me la quite de encima.

Me golpeó de forma fraternal en el hombro y yo revolvi su cabello chocolate.

Su cabello me provocó un antojo en ese momento.

—¿Quierés desayunar unos mochis?

—La pregunta ofende,—tomo mi mano y me arrastro a donde ella quisiera llevarme.

Una llamada me saco del recuerdo, mire el identificador de llamada.

¿Esto es inoportuno o oportuno?

—Hola.

—Ay que frío, ¿todo bien?

—Solo estoy algo ocupado y casi me quitan la nariz.

—¿Cómo cómo cómo?, ¿qué alguien te quería arrancar la nariz?—la diversión en su voz era muy evidente.

—Te cuento otro día, estoy algo cansado fue un largo día.— Aflojé mi corbata de ese día, tomando asiento enfrente de la computadora de escritorio de mi oficina, ora entrar a las cámaras que instale. 

—Aja si, un día cansado si apenas son las nueve. Eres tan inocente que no aprendes que no sabes mentirme, Todoroki-san,— el sarcasmo son cosas que ella tampoco se limitaba en ocultarme, admiraba su honestidad y transparencia hasta podría decir que la envidiaba un poco. 

—Me atrapaste, me rindo.— Prendí las cámaras y solo pude ver que mi amigo tomaba notas a la velocidad de la luz en su libreta mientras mormuraba, como siempre cuando se mete en su mundo y Ochaco solo podía verlo con enfoqué desorientado.

—Sabes que si quieres hablar aqui estoy, ¿recuerdas?— recordé la adrenalina pasajera que me ha estado cuadrando desde que me dí cuenta que sentía cuando estaba con Yauyorozu. 

—Si, lo tengo presente, y sabes que te voy a tomar la palabra me urge distraerme, Momo ¿quieres desalmorzar?— como todo un acosador y un poco más calmado ya que lo que veía callaba mis celos y ideas irreales, decidí que debía divertirme un rato.

—Me parece muy bien, pero yo invito.

—No voy a discutir porque eres más aterradora que necia.—Suspendí mi computadora tome mis cosas y comenzar a salir aún con Momo en mi oído proponiendo un punto de reunión

Si esto de sacar un clavo con otro clavo me sirve, creeme Ochaco te dejare ir








~

No tengo mucho que decir la vdd, esto lo veía necesario. Ya sé, la gente que shipea a estos dos es casi tan nula y apedrada por el fandom como el Kacchaco. Pero hey, les dije que: me dejenme ser. Creanme que esto, esto terminará en un lindo Izuchaco. Ese que siento que está historia y ship se merece.

Les recuerdo que soy multishiper, si no te gusta solo deja de leer. El respeto al derecho ajeno es la paz.

La canción en multimedia es lo que para mí, fue la relación de Uraraka y Shoto (we no me acostumbro a escribir sus nombres así seguido el uno del otro), disfrutenla. Es hermosa está canción.

Lamento que no halla habido tanto Izuchaco pero era necesario, yo sé porque lo digo.

Las amo, gracias por esperarme la verdad me desvele feo por este capítulo que ame como quedó, es de las cosas que puedo decir que como escritora me gustaría encontrar en cualquier libro.

Por favor denle amor ¿sí?, me tengo que ir clases en línea.

Recuerden votar y comentar es amor, mamá Shark 🦈💖 y Maleficent 🖤✨ fuera. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top