33. La mejor eneamiga.
Capítulo dedicado a DomenicaPlanes7
Gracias por siempre estar ahí, te quiero y aprecio mucho, siento que lo que tenemos es una hermosa amistad, como lo que intento plasmar entre ellas dos. ✨🖤
33. La mejor eneamiga.
—Que sorpresa verte aquí, —aprieto mi agarre a la puerta, aguantando mi enojo y fingiendo mi buen humor. —Melissa no está, lo siento.
Cierro la puerta sin darle oportunidad para que me diga algo. Pero su pie entre la puerta y el marco de esta me impide cerrar.
—De hecho...—vuelve a abrir, aunque intento cerrarle la puerta en la cara. —Viene a verte a ti, Yaomomo.
—¿Para?—, me resigno, dejándola pasar y que ella se encargue de cerrar.
Podría decirle que se largué, pero sé lo necia y insistente que puede llegar a ser, y prefiero ahorrarme todo ese fastidio.
Voy a la cocina, busco una soda de uva y para mí, tomo una cerveza. Regreso para sentarme enfrente de ella, dejando su bebida sobre la mesa del comedor.
Tiene un estilo fresco y cuqui, como siempre. Falda de tablones color negra, sudadera rosa pastel con un estampado rectangular en medio de Popelle el marino, y parece que debajo lleva una camisa con cuello blanco de los que se abotonan. Con unos tenis casuales, agua marina.
¿El estilo ingenua es lo que te gusta, Shoto?
—Lamento venir sin avisar, —se disculpa tomando la soda y abriendo está. —Pero no pude contactarte.
—No es tu culpa, cambie de número y el viejo lo eliminé, oh bueno, lo reciclaron—, cruzó mis piernas, dejando que uno de mis codos se sostenga en estas. —Como sea, ¿Viniste a decirme que regresaron?
Silencio, odioso y tan sabio. Porque siempre que se instala nos dice lo que no queremos pero es necesario que sepamos.
—Tomaré eso como un si, —me levantó dispuesta a dejarla ahí y cuando se de cuenta que no volveré a salir, se largue antes de que le arranque ese cabello castaño que tiene.
—¡Espera Yaomomo!—, la oigo levantarse, giro para verle sobre mi espalda. —No quiero que... Perder a mi única amiga por un chico.
—Debiste pensar eso antes de regresar con él—, estoy dispuesta a irme de nuevo pero vuelve a hablar.
—¡Solo déjame tenerle hasta que me recupere!—su voz comienza a desestabilizarse. —Por favor.
—¿Ahora qué pasó?—, no hemos estado en contacto y, ciertamente Uraraka es la única que me entiende más allá de Jirou y los chicos.
Tenemos una amistad y conexión que no puedo tener con nadie más. Aunque lo intente, no encontraré a otra persona que se meta tan debajo de mi como ella, que me sienta, entienda y se identifique como yo lo hago con toda mi mierda.
~
Conocí a Uraraka en un taller de créditos complementarios al que me dijo Shoto que podría interesarme, y que, por supuesto; aún no estaba lleno. Tome la única opción que me quedaba, los demás lugares donde podía conseguir los últimos créditos estaban llenos o no podía tomarlos por el grado que ya estudiaba en la universidad.
Entonces lo hice, tome ese estúpido taller de motivación al personal y ahí fue donde me tocó estar en equipo con la castaña.
Al ser motivacional, veíamos actividades y proyectos que eran... Jodidamente sentimentales.
En cierta actividad, nos hicieron cerrar los ojos mientras decían cosas que tocaron una herida en mi, no pude aguantarlo y entre lágrimas y sollozos audibles salí del salón. Había ido sola a ese lugar, ni Jirou, Tsuyu o si quiera Midoriya habían acompañándome.
No era necesario, ellos ya tenían todos sus créditos complementarios cubiertos. Yo era la única en nuestro grupo de amigos que, le hacían falta 2 créditos para poder graduarme.
En el pasillo lejos de las ventanas del aula, me pegue contra la pared y me deslice sintiéndome miserable al recordar los abusos, palabras y el dolor de los golpes que mi madre me proporcionaba. Abracé mis piernas, pegandolas a mi pecho, el cual no me dejaba si quiera abrazarlas porque tenía demasiado.
Otra razón que corría en mi contra, para hacerme sentir aún más miserable. Odiaba mis proporciones, mi peso, cabello, todo, donde lo viera yo me despreciaba.
Entonces alguien se sentó a mi lado, creí que en el mejor de los casos, como siempre, aparecería Midoriya. Era otro de mis confidentes más preciados, siempre aparecía cuando estaba al borde de mis desastres.
Pero cuando alce la mirada, una chica que no conocía se había sentado a mi lado. Cabello cual madera de caoba, largo hasta casi llegarle a los hombros, rodeando su rostro haciéndolo ver adorable. Iris caramelo intenso, mejillas rosas, maquillaje sencillo y natural. Delgada, pero de cuerpo grueso y voluminoso.
—Gracias.
Fue lo único que dijo, no entendía porque estaba agradeciendome, pero al poco de decirme eso, las lágrimas se desbordaron sin descanso de sus párpados.
—Lo-lo sien-to... Es solo... Que-, en silencio espere que se recuperará, sorbió por su nariz. —Si no hubiera sido por ti, hubiera roto en llanto enfrente de todos. Me salvaste, y me diste una escusa para salir a ver si estabas bien y poder, romperme.
Sus palabras calaron en mi, yo entendía ese sentimiento. A la perfección, no dejar que nadie te vea en tu peor momento siendo quien eres, en esta academia es como un seguro de vida para que no te hagan la estadía aquí más miserable de lo que ya es.
—De nada, lástima que nadie antes de mi se soltó a llorar, sino hubiéramos sido tres en este pasillo llorando. -Bromee consiguiendo sacarle una risa rota y corta. —¿Quieres hablar de ello?
—Solo si tú también quieres hablarlo. —Me sonrió aún entre hipeos y lágrimas en sus mejillas.
—Bien, —suspire para tomar aire, como si del ambiente obtuviera valor. —Madre famosa que trata de vivir através de mi, exigiendome ser más perfecta de lo que ella es, provocando con ello bulimia, anemia, depresión y auto agresión. —Suelto mi cabello que está en esa perfecta cola alta, sintiendo como el que este tan apretada me provoque palpitaciones, —estoy en un grupo de amigos en el que siento, o sé perfectamente que no encajo, y en el está un chico que me gusta que tiene novia, pero siento que me corresponde y aún así, trato de alejarme pero la vida me lo pone enfrente como si me gritara: Es lo que buscas para ser feliz. —Inhaló dándome cuánta que dije eso sin detenerme a tomar aliento, —¿Tú?
Volteo a verla, tiene una cara sorprendía y muy desorientada.
En mi mente sonaba como si no fuera la gran cosa, pero supongo que alguien más lo sepa y que se oiga en voz alta, le da el verdadero valor de lo grabé que todo es.
Esta es mi mierda, conviví tanto con ella que dejó de apestar, pero si alguien más la percibe te das cuenta de lo fatídico que representa.
—¿Tan malo se oye?—. Indague, llevándome mi mano a el cuello, sintiéndome cohibida.
—No estoy segura si decir si o no, —entiendo ese raciocinio confuso, si dice no, está haciendo que me ve como una dramática. Y decir si, es dejar en claro la lástima.
—Se oye... Normal.
Miro el cielo, hay nubes muy blancas y frondosas. Es una linda vista, saco mi teléfono de entre mis pechos y tomo una foto. Luego la subiré a un feed de instagram y la usaré de fondo de bloqueo.
—Bueno, aquí va mi fatídica normalidad. —Dejo de mirar el dispositivo y presto atención sin verle, dándole así algo de valor.
Considero que es más difícil decir las cosas si, no te miran con tanto ahínco...
—Madre con Alzheimer avanzado, padre con cáncer terminal, acosador de redes que parece ir en esta escuela, novio toxico que no puedo dejar ir pero necesito terminarle y, por último pero no menos importante, trabajo en el cual todos tratan de hacerme la vida imposible, saboteandome. —Sorbe de nuevo por su nariz, recuerdo que en el bolsillo siempre tengo pañuelos desechables, tomo unos antes de tenderle el paquete que suelta un aroma a fresas.
Toma y agradece con un asentimiento. Procedemos a tratar de arreglar el desastre que dejaron las lágrimas.
—¿A ti también un Mineta nivel dios te persigue?—, pregunto con una risa irónica en medio de la oración. —Creí haber sido la única.
—¿Mineta nivel dios?—, logro sacarle una risa divertida.
—Es un chico de mi grupo, igual un degenerado, solo que no a llegado a esos extremos. —Me sueno la nariz, sintiendo arder un poco las fosas nasales. —En realidad, es un buen chico que quiere a alguien que lo quiera, pero al ser bajito y feo ni consigue a nadie, y decidió fingir que no le afecta con esa postura de enclenque morboso.
—Suena como alguien interesante y divertido para cual burlarse—, asiento con una sonrisa cómplice.
—Si, lo es. —Suspiro ganándome una mirada de atención de su parte. —Deberíamos entrar, antes de que vengan por nosotras.
—Si, tienes razón. —Nos levantamos, arreglando nuestras ropas.
—Y acerca de ese acosador. —Se voltea para detenerse camino de regreso al aula.
—¿Sí?
—Yo te ayudaré con eso, —engancho mi brazo con el suyo, como si ella fuera un caballero y yo la chica que lleva del codo como si fuéramos en una cita.
~
—Solo... Ya no pudo más.
—Lamento oír eso, —dejo el rencor de lado y me acerco a cubrirla entre mis brazo. —Perdoname por no haber esto ahí.
—No te preocupes, enserio. —Me regresa el abrazo, aunque el diga que no debo preocuparme la voz rota no me deja tranquila.
—¿Haz comida bien?—, asiente. —Si vas a decirme que si con tu cabeza, al menos que sea mirándome a los ojos, Mochi. —Con mis manos la hago que me mire de frente.
—Si, Todoroki se ha encargado. Aunque quisiera, no podría dejar de comer con el como guardia. —No trata de apartar la mirada, ni por el rabillo de la pupila ni con la cabeza, me dice la verdad.
—Sé perfectamente lo que él significa para ti, si eso es lo que necesitas te lo cederé esta vez. —Beso su frente, para luego sonreír contrariada.
Estoy feliz de recuperar a alguien muy vital para mí, pero aún está ahí el ardor de su traición por qué ella fue la que me dijo, que cuando lo dejaría ir era para no volver. Y que estaría muy feliz por mi, si el bicolor y yo acabábamos juntos.
Además, estoy molesta por el hecho de que el patán que quiero le hizo mucho daño, y lo que menos debería de hacer en estos momento es irse a cobijar con el que le destrozó tanto emocionalmente.
—¿De verdad harás eso por mi?—, se separa un tanto para poder verme fijamente a los ojos. —¿Vas a dejarme tener a el chico que te quita el sueño solo porque es lo que necesito más que nunca?
—Si, así es. —Dejo caer mis brazos alrededor de sus hombros y con mi mano la despeinó un poco. -Solo espero que está, si sea la última vez que estarás con él, sino tendré que hacerle caso a ese chico que siento algo por el, me trata muy bien, pero, nunca comprobé si el sentía lo mismo.
—¿Te refieres a Awase-kun?
—No, aunque también podría ser un buen candidato para comenzar algo lindo. —Unos iris verdes invaden mi mente y sonrío, sé que podría ser complicado, pero me ayudó mucho, siempre me trató bien y, me hizo ser parte de algo.
Aunque sienta que no encajo ahí, trata de que no me quedé sola...
—¿Lo conozco?—, le pasó un pedazo de papel de baño, y se limpia las lágrimas y suena la nariz.
—No lo creo. —Me llevo la mano al mentón, pasando si ella y Midoriya podrían conocerse. —Aun no te emociones, si no sienta nada por mi, y él ya gusta de alguien o me rechaza, no abra nadie a quien debe presentarte.
—Siempre tan precavida. —Toma las dos latas que dejamos en la mesa y me sigue hasta mi habitación. —¿Estás libre hoy?
—Si, por el momento mi madre no me necesita, y ya hice todo lo que le pidió en mi apretada agenda. —Cierro detrás de ella, y busco mi laptop para que podamos ver una película.
—¿Entonces puedo quedarme?
Me tiró en mi cama, me inclino aún lado, para sacar de el frigorífico pequeño un pote de helado, mantequilla de maní, oreos clásicas y Nutella. Lo coloco todo a mi lado en la cama, y la miro.
—Creo que, que allá hecho todo esto, significa te quedas a ver películas. &Sonrie emocionada por mi actitud, y se tumba al lado contrario dónde la cama está vacía. —¿Algo en especial que quieras ver?
—En mi teléfono, compartí a mi mamá una lista de series que sería bueno ver. —Saca su teléfono, le pasó la laptop y dejo que haga de las suyas. —Bien, buscalas lo mandé con todo y links para verlas en caso de que no estén en Netflix.
La veo levantarse y posar la laptop en mis muslos.
—¿A dónde vas?—, pregunto mirando que se coloca de nueva cuenta su calzado.
—Por unas papitas y más bebidas. —Se acerca a la puerta y antes de salir me pregunta: —¿Quieres algo?
—Una SKY blueberry y una bolsa de papas de crema con cebollin. —La veo hacer una mueca por mi petición, —¿Qué? Son deliciosas.
—Para ti, todo el mundo las odia.
—No es cierto, si fuera verdad dejarían de producirlas
—Si, si, lo que digas. —Por fin se va.
Comienzo a buscar entre sus contactos que están ahora abiertos en WhatsApp Wep. Me deslizó entre grupos, números no registrados y me detengo en uno con foto familiar. Es la de un conejito negro con una manche blanca en su ojo izquierdo. Es la mascota de Izuku.
Lo abro y miró la conversación.
Hola
Pensé que te habías
olvidado de mi
9:34 a. m.
¿Cómo me olvidaría de
alguien tan sexy como tú?
9:41 a. m.
¿Tienes algo que hacer
mañana en la noche? ;)
9:42 a. m.
¿Podrías olvidar
esos mensajes?
9:58 a. m.
¿Porqué los escribiste
si querías que los ignorara?
10:00 a. m.
No lo mande yo, te
lo juro
10:00 a. m.
Oh, creo que ya
entiendo
10:00 a. m.
¿A sí?
10:01 a. m.
Si, ¿alguna
broma pesada de
un amigo o familiar?
10: 02 a. m.
¡Siii!, dios yo no...
Yo no soy tan atrevida,
a menos claro que tenga
algo de alcohol en la sangre
10:03 a. m.
Me consta, jeje
en el baile de graduación
tenías un valor que
era difícil de contraatacar
10:04 a. m.
Cierro la tapa de la computadora cuando veo las fotos y demás conversación. Siento que el aire me falta, atraigo mis piernas y las abrazo a duras penas.
¿También él? ¿Es enserio?
Salgo de mi desastre al escuchar la puerta principal y vuelvo a buscar las películas en la conversación de su mamá. Las encuentro y uno de estas las he visto en Netflix, así que abro la aplicación justo a tiempo de que ingresé al cuarto.
—¿Diste con alguna interesante?
—Si, ven te estaba esperando.
Finjo estar normal, después de todo por el bloqueo y su último mensaje quiero creer que ya no tienen nada.
¿No debería preocuparme, verdad?
~
—¿Entonces cuando estás libre?—, La castaña alza la mirada por encima de la carpeta.
—Siempre, por lo general ¿Porqué?—le respondo indiferente, entiendo que estos últimos días me allá querido distraer por lo que le conté.
No le di detalles, pero Toru ha sido muy amable conmigo desde el principio y está, no es la excepción. Al saber que tengo el corazón herido, me ha invitado a distraerme y, me ha con seguido citas y hasta me hizo un perfil en Tinder.
Todas fueron un desastre
—Curiosidad.
Por fin la miro, y tiene esa sonrisa que pone cada que tiene algo en mente. La verdad le ha dejado hacer conmigo lo que quiera, solo porque no tengo los ánimos más que distraerme trabajando.
_Lo que sea que tengas en mente, es un no. —Bajo la carpeta que leí en busca de fallas en la empresa y, está está apunto de protestar, —no es no, Hagakure-san.
—Eres un aburrido,—se cruza de brazo. —No te dejas ayudar, masoquista.
Dice con un puchero, el oír esa palabra me hace torcer los labios con melancolía. Ella parece darse cuenta, porque me deja ese modo molesto divertida y suaviza sus gestos.
—¿Dije algo que te la recordó?
—Si, pero no te preocupes. No es nada, —me levanto para salir de la oficina, con la leve sospecha que quería decirme algo pero no me dice nada.
Voy a la pequeña cafetería del departamento por un café. Me siento cansado, y no he dormido últimamente. Cuando entro me topo con Yanagi Reiko.
Con un asentimiento la saludo y procedo a elaborar mi café. En espera, miro el techo, está algo maltratado y con humedad. El sonido de listo de la cafetera me hace regresar mi mirada a esta.
Veo algo moverse por el rabillo del ojo, volteo y la peliplata retira su mirada rápidamente.
¿Estaba mirándome?
Rojo de la vergüenza, reviso con el reflejo de la pantalla del teléfono si tengo algo en la cara, o si tengo pasta en el saco o camiseta. Hace unos días llegué con esta manchada de dentífrico y sería muy embarazoso que allá ocurrido de nuevo y no me allá percatado.
Pero todo está en orden.
A lo mejor me tiene miedo por lo de la última vez...
—¿Necesitas algo, Yanagi-san?
—¡Eh!... N-no, ¿Po-por que l-lo pre-gunta?—, tartamudea confirmando mis sospechas.
—Es que... Siento que no estás cómoda si estoy cerca. —Le pongo azúcar a mi café y con una cucharilla lo revuelvo.
—¡N-no!-exclama, —no es eso...
—Oye Midoriya tardas demasiado... Oh, ya veo por qué. —Toru aparece en la puerta del cuarto de descanso repentinamente.
—No empiezes, Hagakure-san.
—No, si yo no haría nada malo. —Junta sus mano llevandolas hacia abajo, balanciandolas de un lado a otro. —Por cierto Yanagi-chan, ¿Tienes algo que hacer este sábado?
—Ahm... No.
—¿Y tú no Midoriya?.
—Ya te dije que no, —aprieto el puente de mi nariz aguantando mi molestia.
—Genial, porqué yo si, así que ustedes tendrán una cita. —Dice de un momento a otro. —Vayan planteandose algo bueno.
Los dos la miramos sorprendidos y rojos de toda la cara.
Ella acaba de...
~
Ah Toru c mamo...
Está mujer se saca ships del culo van a pensar. Pero, solo quiero decir, que luego de pensarlo bien me dan ganas de cambiar a Yanaki por Toga. Pero hey, luego en la edición lo haré.
Para los que no sepan quién es Yanagi es una de las chicas que en el enfrentamiento de la clase 1A y 1B, le toco a su equipo contá el de Midoriya. La del kimono y que pone las manos como Tsuyu.
Sin más me despido, bye. Ya me duelen los codos en posición en la que estoy escribiendo en el teléfono.
Recuerden comentar y votar es amor.
Gracias por leer.
Maleficent ✨🖤 y mamá pequitas ✨💚 ¡Fuera!
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