Nuevos Horizontes

EL ASISTENTE

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel/AU

Pareja: Stuckony

Derechos: a dormir horas seguidas.

Advertencias: mucho angst, mucho drama y tres cabezas huecas peleando entre sí, cosas de todos los días. Es un Stony+Winteriron, no más ni menos, Tony centric porque en este lado de Narnia amamos a Tony siendo consentido por dos idiotas de Brooklyn. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


*****


Nuevos horizontes.


No obstante, el amor, por ser amor, es hermoso en verdad
Y digno de aceptación. Igual arde reluciente
un gran templo y la hierba. El mismo fuego
lame quemando el cedro y la hiedra.
Y el amor es un fuego; y cuando digo
te quiero, oh, Dios, te quiero, ante tus ojos
me transfiguro en esplendor y siento
mi rostro centelleante que deslumbra.
En el amor no puede haber crueldad
aunque amen los más ruines de los seres,
que cuando aman a Dios Él los acepta.
Y en la apariencia ruin de lo que soy
brilla el sentimiento y purifica,
por ser fruto de amor, lo que es de carne.

El amor, por ser amor.
Elizabeth Barrett Browning.



Tony se colocó sus lentes, mirando hacia el ventanal como si de repente la vista aérea de Nueva York que tenía memorizada se hubiera convertido en su tema de interés repentino, tragando saliva al escuchar el portazo que dio Steve al marcharse luego de haber dado fin a su relación como ese verdugo que ejecuta la sentencia de un monarca. Sintió lágrimas que borró de inmediato antes de que rodaran por sus mejillas, acomodándose los botones de su saco al levantarse, jalando aire y buscando su teléfono igual que sus llaves. Con toda la dignidad que pudo, salió de su oficina, buscando a Cherokee, su asistente personal en su cubículo para avisarle de su salida sin retorno por ese día.

-Pasa todo a la siguiente semana.

-Sí, Señor Stark.

Seguro que Cherokee vio el estado de Steve al salir, pero siendo tan diligente como sabia, no comentó nada mientras caminaba al elevador, resistiendo las ganas de llorar. ¿Quién había tenido la culpa? Probablemente los dos, era probable que Tony un poco más. Su Steve había tocado fondo con él, ya no podía más con esas actitudes suyas despreocupadas que rayaban mucho en la indiferencia a su relación que se suponía era fuerte, sólida, muy en serio como el propio millonario lo afirmó esa noche en la pizzería donde le pidió al rubio que se mudara con él para hacer una vida juntos. Ahora todo eso parecía como una mala broma, un sueño que se iba haciendo pedacitos conforme descendía los pisos de la Torre Stark, sede de sus negocios.

Al abrirse las puertas, Tony saludó solo de mano a los guardias, sin quedarse a una charla breve porque sentía nuevas lágrimas en los ojos. No había querido ser tan idiota, de pronto esa parte siempre rebelde de su persona se agitó, animándolo a ser tan estúpido como olvidar una cita o bien no felicitar a Steve por algún proyecto realizado todo porque estaba sintiendo que su adorado labrador dorado era demasiado para él, que en realidad le estaba haciendo un favor y más temprano que tarde iba a darse cuenta de cómo estaba desperdiciando su tiempo. Esos auto saboteos de los que no podía escaparse, provocando que los escenarios en su cabeza se hicieran realidad.

Llevaban años como pareja, tirados a la basura por peleas constantes de cualquier cosa nimia que terminaba en el poco compromiso de Tony o en la ausencia de Steve en los momentos importantes del castaño porque este no se le decía nada al respecto sino hasta después. Sí, en realidad la mayor parte de la culpa era de Tony, quien subió a su auto, limpiándose de nuevo sus ojos por debajo de sus lentes antes de arrancar el motor y largarse lo más lejos posible de Manhattan. El millonario solo se detuvo en las gasolineras de las autopistas para comer e ir al baño, quedándose en moteles de paso llorando de solo imaginar a Steve haciendo su mudanza, era tan cobarde como para no estar presente.

Se decidió a apagar su teléfono cuando las llamadas perdidas de Pepper o de Cherokee ocupaban toda la pantalla, dejándose llevar por una simple decisión de tomar la salida derecha o izquierda, haciendo fila en la frontera. Comprándose un abrigo cuando llegó a Montreal. Ahí fue que se detuvo, alquilando una habitación de hotel sencillo donde nadie lo buscaría ni tampoco adivinaría que un millonario neoyorkino estuviera alojándose. Tony se quedó sobre la cama matrimonial de un edredón con motivos de pequeñas estrellas mirando el techo fijamente hasta que las lágrimas volvieron a salir, ya sin detenerlas, cansado de manejar, cansado de huir.

Le tomó casi tres días el volver a encender el teléfono, llamando primero a Cherokee, su pobre pero muy eficiente asistente sería su escudo humano contra la ira de Pepper al desaparecer tan bruscamente. Era necesario, no quería dar muchas explicaciones y en todos los años en que la dulce sesentera mujer estuviera a su lado, siempre lo había sacado de muchos aprietos de todo tipo. Bajo la promesa de otro aumento de sueldo, Tony le pidió que le explicara a Pepper Potts que estaría unos días más en Montreal despejando su mente y que si le llegaba a preguntar si estaba evadiendo su rompimiento con Steve le dijera que sí sin más explicaciones.

-Prométame que va a cuidarse, jefe.

-Lo haré, Cherokee.

-Señor, sé que no es el momento, pero me gustaría abrir la solicitud para el becario asistente. Ahora que esté ausente habrá mucho trabajo.

-Es cierto -Tony suspiró- Perdóname por dejarte tanta carga, querida.

-No es eso, jefe, es que me gustaría tener alguien eficiente para las cosas que requieren prisa, y también porque es lindo gritarle a otra persona.

El castaño bufó apenas, sonriendo. -Siempre serás mi chica preferida, Cherokee.

-Lo espero el lunes, entonces, sano y salvo.

No hizo mucho en esos días, solamente pasear por la ciudad, comer en el primer local que se le antojaba o quedarse en una banca mirando al a nada preguntándose si acaso era tan mala persona que no sabía de relaciones humanas, un monstruo que destruía a las personas que llegaban a tener un sentimiento hacia él. Cuando llegó la hora de regresar, Tony estaba más tranquilo, pero no tan sonriente ya. Tuvo enormes ganas de beber, ese hábito que la presencia de Steve había alejado, más no le rompería el corazón a su Cherokee que jamás le había dado la espalda con todo y que el castaño no fue el más sensato jefe que ella pudiera tener.

Al menos el viaje sirvió para que se distrajera en otras cosas, volviendo a Nueva York listo para enfrentarse a la furia de Pepper, encontrándose que esta solo lo abrazó con fuerza, apenas si reprendiéndolo antes de exigirle una comida juntos ese mismo día. Tony aceptó casi queriendo llorar, las cosas debían apestar para que ella no explotara por botar todo y largarse a otro país a llorar por su relación fallida. Le dio un enorme ramo de rosas rojas a Cherokee, quien le sonrió con lágrimas en los ojos al abrazarlo, palmeando su espalda antes de inclinarlo para recibir un beso en su frente pues era más bajita que él.

-Hay cosas por hacer, jefe.

-Dime por dónde comenzamos primero.

-Me gustaría que examinara a mi mejor candidato para el puesto, estos días estuve entrevistando a toda clase de muchachitos que no daban el ancho para lo que necesitamos, solo este lindo niño que lo espera en su oficina.

-Lindo ¿eh? Empiezo a creer que ya no eres parcial.

-Es bueno, tengo aquí su currículum.

-Bien, lo veré.

-Gracias, jefe y bienvenido.

No le quiso preguntar si acaso Steve había llamado o algo, seguro que no, solo tuvo la débil esperanza de que aun se interesara por él. Tony entró a su oficina, encontrando sentado en uno de los sofás a un joven en camisa negra como el resto de su atuendo, cabellos atados a una coleta con un rostro lindo, unos ojos azules que miraban con ternura y unos labios rosados que bien podían provocar ideas. El joven se puso de pie apenas lo escuchó entrar, sonriéndole alegre al ofrecerle una mano.

-Señor Stark, es un honor conocerlo.

-Barnes ¿cierto? -el millonario leyó los documentos en la carpeta, estrechando esa mano firme- James Barnes.

-El mismo que viste y calza.

-Parece que has impresionado a Cherokee, y créeme ella no es una chica fácil.

-Fue difícil, sí -rio el joven de una forma tan clara, tan limpia que llamó la atención del castaño, sentándose en su silla leyendo el currículum- Le he dicho que si bien algunos temas no los domino por completo, me comprometo a darlo todo para hacer bien mi labor.

-Compromiso, me gusta. Y veo que has estudiado mucho, aunque todo...

-No tengo tanto dinero -James se aclaró su garganta, luchando por mantener la compostura al explicarse- Como ya vio, he tenido varios buenos empleos, solo es que...

-Tu hermana.

-Los tratamientos son caros, sí. Por eso tuve que tomar medios alternos para estudiar y certificarme.

-Lejos de lo que esta oficina te pueda decir, James, yo no juzgo a la gente por sus condiciones u orígenes. Ahora entiendo qué vio Cherokee en ti. Bien, ¿puedes comenzar mañana?

-¡Claro! Es decir, por supuesto, Señor Stark.

-Ve con mi asistente, ella te dará todas las indicaciones y no te preocupes por tu hermana, vamos a cubrir esos gastos.

-Señor Stark... gracias.

-Cuando tengas que comer pizza en la cena en horas extras ya no pensarás así.

James rio de nuevo, Tony sonrió al ver ese rostro tan animado curiosamente no por él sino por saber que su hermana estaría mejor. Lo dejó ir para dedicarse a una junta pendiente, una firma de contratos, la comida con Pepper, algunas videollamadas forzosas con políticos, otra junta y finalmente una revisión con Cherokee de los otros pendientes.

-Dejaron esto para usted -ella deslizó por el escritorio un sobre- Es la llave y...

-Ah.

-Lo guardaré si me lo pide.

-Sí, por favor -Tony no quiso tocarlo, eran las cosas que Steve devolvía, los accesos al Penthouse y cosas así.

-La reservación en el Hilton está lista.

El castaño la miró sorprendido, sonriendo con algo de tristeza. -Gracias, Cherokee.

-Sé que no desea regresar de momento. Pero lo tendrá que hacer.

-Solo hoy no.

-Hoy no.

Fue muy cobarde de su parte, pero no puso un pie en el Penthouse hasta una semana después, sintiendo el vacío dejado por Steve. Todo se sintió diferente, no había esos pinceles olvidados por ahí, los cuadernos de dibujo ni tampoco esa música vieja que tanto adoraba escuchándose desde la cocina porque estaba preparándole una cena. Tony se sentó en uno de los banquillos de la barra, observando la sala, el comedor y los ventanales por donde se colaba la luz nocturna de la ciudad, dejando caer sus hombros. Estuvo a punto de sacar a colación el tema de un matrimonio, se sintió muy seguro de comprometerse a tal grado, o al menos creía que lo tenía todo. La pelea con el rubio había demostrado que seguía siendo demasiado inmaduro, sin ánimos de renunciar a ciertas cosas estando con solo una persona. De suerte que no había metido la pata revolcándose con alguna de sus conquistas o en verdad se hubiera sentido como una enorme pila de mierda.

-Te extraño -susurró al silencio y las luces apagadas.

Consideró que tal vez era buena idea visitar a un psicólogo, después de todo, si él era quien estaba mal, había que hacer algo al respecto. Meditando sobre ello en su oficina, Tony vio entrar a James, trayéndole unos papeles a firmar, siempre tan bien vestido en esos pantalones formales y sus camisas oscuras que le sentaban excelente, tenía un cuerpo bien formado sin mencionar ese trasero. No debía estar fijándose en esa clase de cosas, se reprendió al tomar la carpeta para revisar los documentos antes de estampar su firma en ellos.

-¿Cómo sientes la carga de trabajo?

-Es pesada, Señor Stark, pero nada que no resista. Si no me mata...

-Te hace más fuerte -terminó este, mirándolo- ¿Cherokee no te maltrata?

-Solo lo necesario, señor.

-¿Qué tal está Becky?

Pareció que la mención del nombre de la hermana hizo algo en James, porque sus ojos se iluminaron con una mejor sonrisa.

-Contenta, no puede creer que trabajo para uno de los hombres más inteligentes del mundo.

-¿Cómo que uno de los hombres más inteligentes?

-Yo no...

-Estoy bromeando, James. Toma.

-¿Señor Stark?

-¿Qué sucede?

-Bueno, la señorita Cherokee me dijo que usted va a quedarse hasta tarde y he notado que no ha comido en todo el día, me preguntaba si no le gustaría hacer una pausa en sus deberes para cenar algo conmigo, es decir, suena mal eso. Yo también me quedaré y pensé...

-Me gusta la idea, James, comer solo es algo aburrido.

-¿Qué le gustaría cenar, Señor Stark?

-Tengo ganas de comida china.

-Conozco un sitio que hace los mejores tallarines de Nueva York.

Tenía que aceptar que ese becario estaba haciendo excelente su trabajo, no entendía por qué no lo habían retenido en sus anteriores empleos siendo tan eficiente, además de muy atento. James tenía una caballerosidad digna de los nobles de antaño, con sus sonrisas gentiles, escuchándolo todo el tiempo con esos lindos ojos azules que no lo abandonaban. Ya había notado cómo estaba pendiente de Cherokee por si ella se cansaba o estaba lidiando con algo de la computadora, cosas que no le correspondían. A veces corriendo como loco para entregar un paquete o buscándole a su asistente sus roles de canela favoritos aunque eso significara caminar medio Nueva York.

Su presencia se había convertido en algo que el millonario adoptó como parte de su vida en la oficina, sorprendiéndose de esos pequeños gestos de atención. Un vaso de agua mineral fresca con algo de fruta que no le tomaría más de cinco minutos acabar, un café a su preciso gusto, una almohadilla para tomar una siesta en una llamada aburrida, sus papeles arreglados e incluso sus mensajes ordenados de modo que pudiera atender los más urgentes en papelitos de colores. Ahora lo tenía ahí poniendo todos los envases de tal forma que Tony pudiera comer de cada uno, con salsas que compró aparte en otro sitio porque tenía cierta predilección por algunos sabores.

-Gracias, James.

-Buen provecho, Señor Stark.

Además sus conversaciones eran curiosas, probablemente porque había aprendido mucho en bibliotecas públicas e internet, es que su joven becario tenía una vasta colección de temas para charlar. Su favorito era por supuesto uno que Tony también adoraba: la astrofísica. Hablar de estrellas, del origen del universo e incluso de la truculenta teoría de las cuerdas era como comentar del clima para ellos. El millonario nunca sintió una comida rápida tan exquisita hablando con alguien, James tuvo ese efecto mezclado en buena medida con esos carnosos labios que siempre le daban tentación o sus ojos azules de mirada clara.

-¿Y qué hay de las chicas? -preguntó Tony mientras cenaban- ¿Tienes alguna cita?

-No, me temo que no.

-¿Estás bromeándome?

-Jamás, Señor Stark.

-Chicos, entonces.

El sonrojo tenue del becario fue su pista, Tony apoyó un codo en la mesa, apuntándolo con los palillos.

-Te gustan los chicos.

-Señor...

-Estamos en pleno Siglo XXI, me puedes decir si alguien de esta torre te gusta, puedo ayudar. Soy el jefe después de todo.

-Así estoy bien, no hay necesidad -el tono del joven fue más cortante, comiendo un rollito aprisa- ¿Usted, Señor Stark?

-Oh, James, me temo que mi vida es un mal ejemplo o el mejor ejemplo de cómo no tomar decisiones.

-No entiendo.

-Yo sé que la lengua de Cherokee no soporta mucho quieta, ya debió contarte.

-Solo me dijo que usted había terminado una relación de años.

-Es más como un "tiempo fuera" que sí suena mucho a un final si te soy sincero -el millonario suspiró mirando la salsa de soya- Nos conocimos en Las Vegas, lo cual es un principio algo desastroso, pero nos gustamos lo suficiente para soportarnos por años. Creí que Steve estaría siempre conmigo, pero al parecer no tengo eso que hacen los demás para mantener una relación por largo tiempo, o para inspirar amor en alguien más.

-De eso no puede estar seguro, Señor Stark.

-Ahora soy yo el que no entiende.

James ladeó su rostro. -Lo que otros sientan por usted no depende de usted, valga la redundancia. Cada uno siente lo que desea sentir.

-Pero yo no hago que sientan algo por mí.

-Entonces esa persona no lo valora.

-¿James?

-Todo el tiempo está procurando porque los demás estén bien aunque usted no lo esté, prefiere no comer antes de aplazar algo que tenga que ver con la salud de sus trabajadores o que tengan un bono extra para fin de mes. Sabe los nombres de todos, hasta sus cumpleaños o si tienen una hija en el hospital, aunque lleve prisa siempre habla con los guardias, compartiendo su café. Nunca deja que Cherokee haga tiempo extra no por no pagarle sino para que ella no se canse, le ha cambiado el asiento varias veces e incluso lo ha mandado a hacer especialmente para su columna.

-Eres demasiado observador que me comienza a perturbar.

-Es lo que todos ven, o la gente que sí reconocer su esfuerzo, al menos. Yo siempre le cuento a mi hermana Becky lo genial que es usted, como son tan graciosas sus bromas o hasta cómo puede resolver un asunto grave en cuestión de minutos con solo pasear con una dona en mano.

-Las donas son mágicas -Tony arqueó una ceja- ¿Así que le cuentas a tu hermanita de mí?

-Yo le digo que debe mejorar para que un día pueda ser alguien como usted, tan inteligente, tan alegre, tan bondadoso... bueno, algo así. Iré por más servilletas.

El millonario entrecerró sus ojos, viéndolo salir casi corriendo a buscar servilletas en otro lugar cuando estaban a dos pasos de ellos sobre una repisa. Tony miró la comida china, de su restaurante favorito. James había dicho que conocía el mejor. Sonrió algo malicioso cuando el joven regresó más controlado de lo que se fue, retomando su comida. No habló sobre la observación maravillosa que descubrió, no al menos en esos instantes en que estaba cenando tan rico y en tan buena compañía. Cherokee algo le comentaría una mañana cuando llegara muy temprano, algo inusual en él.

-¿Está haciendo una apuesta con James para ver quien llega primero, jefe?

-¿De qué hablas?

-Los dos parecen decididos a presentarse incluso antes que los primeros empleados.

-Claro que no.

Cherokee le dedicó una mirada. -Al menos James sí lo aceptó cuando le dije lo mismo.

-¿Ah, sí?

-Sí, y me dijo que... -ella se inclinó para susurrarle desde su asiento- Es que no quiere decepcionarlo porque se ha vuelto alguien importante para usted, si me comprende.

-Cherokee, ¿estás diciendo que mi becario se enamoró de mí?

-Es mi becario.

-Pero yo lo contraté.

-Debería preguntarle, ya que es tan bueno sacándole información a la gente.

-Me estás diciendo chismoso.

-Extractor de información, es diferente. Y por cierto, usted perdió porque James ya está aquí.

Tony se dio cuenta cuán importante se había vuelto ese asistente en su vida, al menos esas horas que pasaba en la torre. Mientras que había planeado originalmente ahogarse en deberes para no pensar en Steve, resultaba que este se había alejado gracias a la compañía de James, sus charlas y atenciones que le devolvieron esa seguridad que creyó perdida. Las semanas pasaron así, no tan grises, con el invierno aproximándose y el millonario preguntándose si debería aceptar la invitación de Cherokee a cenar con su familia en Navidad o pasarla con Rhodey. Una noche, pensando en ello, es que se percató de que James estaba fuera del edificio bien envuelto en su abrigo esperando aparentemente por un taxi o un auto, y llevaba rato porque miraba su reloj algo preocupado.

-¿James? -llamó Tony al salir a alcanzarlo- ¿Todo bien?

-Señor Stark, sí, solo espero mi auto, Becky me envió un mensaje de que había algo importante que quería decirme y quiero llegar cuanto antes -explicó el joven, suspirando luego- Pero el tráfico, ya sabe.

-¿Te puedo llevar?

-Oh, no, Señor Stark, es demasiado y es lejos.

-Por favor, pasar mi vida en el tráfico de Nueva York es de mis pasatiempos favoritos. No quiero que Becky siga esperándote, anda.

Sabía que el joven vivía cerca del puente de Brooklyn, en un departamento modesto de un antiguo edificio, de esos que aun sobrevivían. Tomándose algunas libertades para abrirse camino, Tony llevó a James hasta su dirección, bajando con este al llegar.

-Quiero conocer a tu hermanita.

-... es para mí un honor, Señor Stark.

Subiendo escaleras, llegaron a un tercer piso donde estaba el departamento de James, quien algo nervioso abrió la puerta para él. Era un sitio agradable con un ambiente familiar, contrario al vacío Penthouse que Tony poseía, sonriendo al encontrarse con una enfermera lista para marcharse en cuanto los vio llegar, despidiéndose con un beso en la cabeza de una adolescente sentada en un sofá.

-Pórtate bien, Becky.

Tony miró a la pequeña, esos cabellos cortísimos que hablaban de una pasada quimioterapia, también había leído su expediente para saber cómo ayudarlos. Estaba venciendo el cáncer, su diagnóstico era alentador siempre y cuando no faltara el tratamiento al pie de la letra. Becky tenía los ojos brillantes y curiosos, traviesos en el mismo tono azul de su hermano mayor quien fue rápido a ella, examinándola solo para recibir un manotazo. La adolescente todavía usaba su cánula de oxígeno, pero nada más, como los ojos examinadores del millonario notaron con alivio.

-Estoy bien, Jimmy -reclamó ella, tomando sus manos- La doctora dijo que ya no hay más células.

-¡Becky!

Se abrazaron, con Tony esperando a que terminaran ese momento, sonriendo discreto. Becky lo miró de nuevo y al parecer reconociéndolo, interrogando a su hermano en silencio. James asintió, levantándose para hacer la presentación formal.

-Becky, él es mi jefe...

-Anthony Edward Stark, dueño de Industrias Stark y de la Fundación Stark que ha pagado mi tratamiento -terminó ella, extendiendo una mano- El primero en proponer una nueva energía alternativa no contaminante.

-Mucho gusto, Becky, ¿sí puedo decirte así?

-Claro, Señor Stark.

-Es tu admiradora -murmuró James.

-Oh, pues tengo una linda admiradora, ¿tú has decorado el departamento?

-Sí -sonrió la chica- También le hago sus combinaciones de ropa a mi hermano.

-¿Es decir que tú eres la responsable de que se vea tan bien todos los días?

-¡Sí! -rio Becky- Me gusta mucho eso de la moda.

-Oh, pues qué curioso, yo conozco a una mujer que es la mejor diseñadora de todo Nueva York y puede que toda la costa Este.

-¿La Señorita Van Dyne?

-Alguien ha leído bien mis redes.

-¡La admiro mucho! Quisiera ser como ella, pero...

-¿Pero?

Becky bajó su mirada, abrazando un oso Teddy. -No creo que...

-Oh, no, la doctora ya dijo que no tienes nada malo así que puedes dedicarte con gusto a esto de la moda. Yo le diré a Jan que te reciba en su escuela, verás que te acepta enseguida.

Ambos hermanos intercambiaron una mirada, Becky lució emocionada y al mismo tiempo desencantada pues esa escuela de moda era costosa, casi igual que su tratamiento. Tony sonrió, levantando un dedo.

-Y no deben preocuparse por los gastos, yo los cubro.

-Señor Stark...

-Y voy a comenzar a pedirles que me llamen Tony, siento que le hablan a mi padre de tanto que me dicen así. ¿No habrá un café por ahí con mi nombre?

-¡Seguro!

-Hermano, no olvides las galletas -Becky se limpió una lágrima.

Si en tiempos pasados alguien le hubiera dicho a Tony que estaría muy cómodo cenando junto a dos hermanos huérfanos tan llenos de vida y alegres en un barrio de Brooklyn, los hubiera tildado de locos que no lo conocían. El millonario se encontró a gusto en aquel departamento, acompañando a James a recostar a su hermana, notando lo sencilla pero a la vez tan completa vida que tenía. Como también se percató de que el interés de ese joven hacia su persona era importante, Becky había lanzado una que otra mirada cómplice a su hermano, animándolo a hacer algo que Tony escuchó cuando se quedaron a solas sentados en la barrita de la cocina tomando café.

-Hay algo que necesito decir.

-¿Qué te gusto? -se adelantó Tony, levantando una ceja.

-Pero no es un mero capricho o un enamoramiento de tontos.

-Jamás te tomaría por un tonto, James, pero sí debo advertirte algo.

-¿Sigue esperando a que vuelva Steve Rogers?

El millonario jaló aire, jugando con su taza. -Así es. Todavía siento algo por él, James, aunque "rompimos" como te dije fue más el darnos un tiempo, creo yo. Sé que sonaré muy ingenuo, pero sí confió en que un día aparecerá y hablaremos de nuevo. No te quiero dar falsas esperanzas, mereces algo lindo y sincero, por eso te digo también que sí has llamado mi atención, solo que no sé si pueda darte lo que esperas, es mejor que huyas de mí antes de que te lastime.

-Lo dices como si fueras un monstruo que solo engaña a la gente.

-Puede ser que lo sea, James.

-No lo creo.

-James.

-¿Qué si me gano tu corazón?

-No te lo negaría -se sinceró Tony- Cielos, no lo haría. Eres increíble además de ser el mejor asistente que he tenido.

-Pues yo quiero conquistarte, tú no tienes que hacer nada más que darme la oportunidad.

-¿Y si te hago daño?

-¿Y si dejas de pensar en lo que no ha sucedido?

-Me mataría que Becky me odie si te lastimo.

-A ella le pesa más que yo no me atreva a buscar mi felicidad, creo que entiende mejor que tú los riesgos que eso implica.

-Siento que me acabas de decir inmaduro.

-Lo eres. Poquito.

-James, James...

-Solo sigamos como estamos, y que el tiempo diga qué pasará.

-¿En qué momento te di la razón?

James le guiñó un ojo, bebiendo de su taza. Era una apuesta peligrosa que ese tonto quiso hacer con el consentimiento de Tony, quien se preguntó si no estaba siendo algo egoísta al buscar una relación nueva cuando estaba esperando por el retorno de un ex, uno que no daba luces de su existencia. Si de algo estuvo seguro el millonario, es que si dejaba pasar más tiempo, definitivamente James iba a quedarse en su corazón y tampoco estaba muy seguro de querer arriesgarse una vez más por esas pequeñas cosas que podía estar en su contra, como la juventud de su asistente o que quizá hallara alguien más con el paso de los años que no fuera un abuelo con muchos dólares.

-Preparé esto para ti, espero te guste -James le regaló una exquisita tarta de arándanos- Regalo adelantado de Navidad.

-¿Tú lo cocinaste?

-Sí. Y Becky.

-¿Cómo está ella?

-Emocionada luego de recibir la carta de Janet Van Dyne. No tenías por qué hacerlo, Tony.

-Verla feliz me hace feliz.

-Y luego dices que eres un egoísta.

-Lo soy -Tony miró fijamente al joven, tiró de su corbata y lo besó sin más- Quiero todo para mí.

James jadeó en el beso, sonriendo luego. -Curioso, yo también.

Se besaron de nuevo, también se manosearon dicho sea de paso ahí sobre el escritorio del millonario hasta que sonó el intercomunicador con Cherokee avisando que tenía una visita no anunciada que necesitaba verlo. Tony se acomodó su corbata, cortando una rebanada de su tarta que mordió de forma sugerente ante la vista de James, quien desvió su mirada para arreglarse antes de que se abrieran las puertas y entrara nada menos que un alto hombre rubio de ojos azules.

-Tony -la voz de Steve rompió el encanto, como casi hizo atragantarse al otro- ¿Podemos hablar?

El tiempo se detuvo, los sonidos dejaron de escucharse, solo su corazón alocado retumbando en sus oídos con una rebanada a medio terminar en su mano y un par de ojos observándolo, esperando por una decisión que no quiso tomar en esos momentos pues lo único que deseaba era eso, hablar con Steve lo que no pudo decirle esa tarde que se marchó enfadado. Quiso sincerarse con él y que sucediera lo que tenía que suceder aunque eso probablemente le iba a costar perder al rubio. Tony miró la rebanada, la terminó casi de un solo bocado antes de limpiarse, mirar a James como pidiendo calma al verlo molesto y girarse hacia Steve, asintiendo apenas.

-Sí... James, saldré un par de horas, encárgate de todo.

-Como digas, Tony.

Steve no era ningún idiota, se dio cuenta de inmediato cuando su asistente lo llamó por su nombre y esa tarta que se veía casera a todas luces de que algo pasaba. El millonario quiso pensar que esa mirada furiosa era por celos, esperándolo para casi arrancarle la mano al sujetarla cuando estuvo a su lado y llevárselo a toda prisa sin mirar atrás, dejando a James en su oficina con una luz vespertina golpeando su espalda.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top