La tormenta

EL ASISTENTE

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel/AU

Pareja: Stuckony

Derechos: a dormir horas seguidas.

Advertencias: mucho angst, mucho drama y tres cabezas huecas peleando entre sí, cosas de todos los días. Es un Stony+Winteriron, no más ni menos, Tony centric porque en este lado de Narnia amamos a Tony siendo consentido por dos idiotas de Brooklyn. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


*****


La tempestad.


Aléjate de mí, aunque sé que siempre,
he permanecer en tu sombra.
Y nunca, solitaria,
alzándome en los mismos umbrales de la vida
recóndita, podré gobernar los impulsos
de mi alma, ni levantar la mano como antaño,
hacia el sol, serenamente, sin que perciba en ella
lo que intenté hasta ahora apartar: el contacto
de tu mano en la mía.
Esta anchurosa tierra
con que quiso separarnos el destino, en el mío
deja tu corazón, con latir doble. En todo
lo que hiciere o soñare estás presente, como
en el vino el sabor de las uvas.
Y cuando
por mí rezo al Señor, en mis ruegos tu nombre
escucha y en mis ojos ve mezclarse nuestras lágrimas.

Aléjate de mí.

Elizabeth Barrett Browning.



Fue como volver a esos viejos tiempos en los que todo estaba bien y no había problemas entre ellos. Tony sonrió cuando Steve lo llevó a esa cafetería cerca de Central Park, pidiendo sus cafés antes de ir a pasear de la mano cada uno con su bebida. Tener esa mano de vuelta sujetando la suya le hizo recordar al millonario cuánto había extrañado la presencia del rubio en su vida, como ese amor de años seguía ahí presente pese a que no pensara en ello. Steve soltó su mano para abrazarlo por la cintura, pegándolo a su costado de esa forma que hacía al castaño buscar refugio en su cuello, aspirando su aroma junto con el de su café, caminando lento por entre los árboles sin pensar en otra cosa que no fuera lo bien que encajaban ambos.

Pero era solo un momento pasajero, había cosas que hablar, Tony terminó sentado en una banca con Steve en cuclillas frente a él mirándolo fijamente como si al hacerlo pudiera leer todo lo que había pasado desde que se marchara del Penthouse. Las manos del rubio buscaron las suyas, apretándolas ligeramente antes de llevarlas a sus nudillos, besándolos como sus dorsos, dejándolas atrapadas entre esas manos fuertes y cálidas que podían crear cuadros hermosos igual que entrenaban a jóvenes aspirantes del ejército o de alguna agencia de guardaespaldas.

-La pelea que tuvimos fue seria, Tony, debemos resolver algo importante entre nosotros.

-No creí que volvieras.

-Te confesaré que no pensaba hacerlo, pero no puedo vivir sin ti, te sigo amando Tony.

Este jaló aire, mirando esas manos acariciar las suyas. -Yo también te amo, te he extrañado mucho.

-¿Podemos darnos otra oportunidad?

-¿Quieres hacerlo?

-Sé lo que dije, no fingiré que hablé palabras cargadas de veneno que no te correspondían -aceptó el rubio vacilando en su voz- Lo cierto es que también en parte es mi culpa, dejamos que la rutina nos ganara y al ir cambiando con los años perdimos ese toque de ir reconociéndonos y aceptándonos conforme pasaba el tiempo.

-Eso suena lindo.

-No estoy mintiendo para tratar de convencerte, sé que al venir contigo me arriesgo a perderte en definitiva si acaso me guardas rencor por marcharme. Pero también fue mejor, Tony, de quedarme solamente estaría lastimándote al punto de destruirme a mí mismo en el proceso. Eso no es justo para ninguno de los dos, menos cuando tenemos tanto que rescatar.

-Han sido días duros para mí ¿también para ti, Steve?

-Un infierno, cariño.

Tony sonrió, respirando hondo varias veces. -Creo que podemos intentarlo... solo que no tengo idea de cómo hacerlo, por dónde comenzar. Me siento perdido, Steve.

-Encontraremos el camino -Steve se quedó callado unos segundos, apretando un poco sus manos- ¿Qué hay de ese asistente?

-¿Eh? ¿Asistente? ¿Te refieres a Bucky?

-Sí... él.

-Recién entró, es un chico lindo que nos ha ayudado bastante. Cherokee lo adora, ella fue quien lo encontró en realidad.

-Se lleva muy bien contigo.

-Soy su jefe, Steve -el millonario apenas si frunció el ceño- Tiene que llevarse bien conmigo. No estarás celoso ¿o sí?

-¿Debo estarlo?

El millonario se quedó callado sin poder responder al acto porque en lo profundo de su corazón no pudo hacerlo. James había abierto una nueva puerta que no deseaba cerrar, y no estuvo seguro si fue por el miedo a estar solo, una suerte de venganza contra Steve o porque en realidad quería tener algo lindo que volviera a llenarlo de vida. Tal vez las tres cosas juntas, más no supo expresarlo, solamente negó en silencio antes de ofrecer una sonrisa quieta, mirando al rubio fijamente.

-Gracias por volver.

-Esto solo es una tormenta, Tony, lo pasaremos.

La idea era tener alguien especialista que los ayudara con sus problemas, hablar de ello e ir resolviendo esas trabas que aparecieron en su relación, el problema era que cuando Tony se encontró de nuevo acompañado de James, tales cosas se le antojaron como un gasto de energía. Era un idiota consumado que no se merecía a Steve, sin duda alguna. ¿O era el ansia de por fin haber encontrado la oportunidad de comenzar de nuevo? A veces no dormía por estar pensando en ello, el millonario se imaginaba que tenía dos pequeñas versiones de sí mismo en cada hombro que le aconsejaban cosas contrarias y peleaban entre sí hasta que finalmente hacían las paces emborrachándose y quedándose calladas en los momentos en donde sí necesitaba escucharlos.

Y es que el castaño se dio cuenta de que si había algo que apreciaba muchísimo de James por encima de Steve por más que no deseara hacer comparaciones, era que su joven becario no le cuestionaba su forma de ser o de pensar, es más, algunas ocasiones llegaba a preguntarle curioso de cómo funcionaba la mente siempre activa de Tony. En un principio imaginó que era solamente un truco para agradarlo, pero con el paso de los días, esa convivencia de la mañana hasta incluso la medianoche le dejó claro que James en verdad lo apreciaba tal cual era. Tal aceptación lo asustó, incluso, pues con Steve siempre había tenido que medirse en su actitud o palabras para no crear momentos bochornosos.

James era amo de divertirse con ellos.

Durante una junta, Tony cometió una indiscreción que su guapo asistente continuó de tal suerte que ellos directivos fueron los que tuvieron que sentirse incómodos y no ellos. Celebraron semejante metida de pata que les ganó unos buenos bonos con besos en el elevador hasta que fue necesario separarse o sus trajes iban a terminar sucios no precisamente de cosas que pudieran lavarse rápidamente en los baños. Eso era lo que el millonario siempre quiso experimentar, pero se vio restringido con el rubio durante su relación porque le fue más importante que las cosas salieran bien a mostrarse tal cual era frente a perfectos extraños a los que no les debía nada.

-Creo que nunca maduraré -le comentó a James ambos tumbados en el suelo de su oficina comiendo una rebanada de pizza con documentos desperdigados alrededor.

-Si por madurar te refieres a no ser feliz, bienvenida la inmadurez.

-¿Por qué nunca me reprochas nada, Bucky?

-En primer lugar, no tengo derecho a reprochar nada puesto que yo no he hecho las cosas que tú has hecho ni logrado lo que tú has logrado ni vivido lo que tú has vivido. En segundo lugar, soy fan de esa idea sobre aceptar a las personas como vienen y no como tú deseas que sean, no lo sé, creo que le llaman madurez emocional.

Tony rio, acariciando una mejilla del joven. -Estás provocando que te quiera cada día más.

-¿Por qué te niegas cosas que te gustan?

-No lo sé, ¿estoy intentando retomar mi relación con Steve?

-¿Retomar o volver al infierno del que escapaste sin querer?

-Touché.

-¿Lo amas?

-Pienso que sí, hay días en que lo dudo.

-¿Me amas a mí? -James arqueó una ceja, mordiendo su rebanada.

-¿Seré un perfecto idiota aprovechado egocéntrico narcisista si te digo que no lo sé?

-No, Tony, solamente alguien que tiene miedo de sentir y que le digan que está mal lo que siente.

-Hey, ¿cuándo tomaste clases de psicología?

-Son cosas obvias.

-Para mí, no.

-Por eso soy tu asistente, te ayudaré a pasar esto. Y terminar la pizza.

-Me siento mal de no poder decirte algo que te mereces, James.

-A mí me duele más que trates de hacer cosas que no quieres.

-¿No vas a dejar ganarme?

-Nope.

-¡Bucky!

Podía haberse negado, lo cierto es que Tony ya no quiso esperar más a estar con James. Fueron a un hotel esa noche, sonriendo entre nerviosos y emocionados, besándose como si no hubiera un mañana en el pasillo hacia la recámara, tirando de las corbatas, jalando sacos y camisas, peleando con cinturones. Tony admiró y se deleitó con el cuerpo de Bucky, recorriéndolo todo con calma, dándose su tiempo a reconocer esa piel que reaccionó muy bien a sus caricias o a su lengua juguetona dejando caminos de saliva por donde quiera, unos dientes estimulando un par de pezones hasta endurecerlos igual que el miembro del joven que tomó entre sus manos mientras observaba sus expresiones que iban desde cierto pudor encantador al más lujurioso deseo con maldiciones de por medio.

-Dime, Bucky ¿cómo lo haremos? -ronroneó, mordisqueando su cuello.

-Te quiero... dentro de mí.

Otra cosa que jamás tuvo con Steve fue eso, pese a que el millonario gustaba mucho de ser poseído por el rubio, siempre deseó experimentar un cambio que jamás probó. La entrega de James trajo nuevos bríos para Tony, quien adivinó que aquel no había tenido tanta experiencia como para saltarse unos pasos, por lo que se tomó su tiempo preparándolo, usando su boca que engulló la erección del joven mientras una de sus manos acariciaba su perineo y escroto hasta distraerlo lo suficiente, deslizando un dedo hasta ese pequeño botón rosado que acarició con su lengua recorriendo el glande de James quien estaba casi retorciéndose en la cama, respingando cuando el dedo del castaño por fin entró, jugando en su interior.

Ver semejante cuerpo bien cuidado responder tan ansioso a sus toques encantó a Tony, sonriendo al introducir un segundo dedo, succionando con fuerza ese miembro, sintiendo en su garganta como palpitaba la erección que no dejó de chupar en tanto sus dedos hacían un movimiento de tijera hasta lograr introducir un tercer dedo y relajar a James lo suficiente para que fuese el turno de estar dentro de ese cuerpo inquieto. Con un beso teniendo el sabor de James, la mano del castaño levantó lo suficiente sus caderas para empujar, gimiendo en la boca del joven al ser envuelto por ese interior estrecho, casi queriendo enterrarse de golpe y terminar ahí mismo. Con mucha fuerza de voluntad, Tony fue acomodándose poco a poco hasta que estuvo bien adentro, jadeando pesado contra un hombro de Bucky que besó, sujetándose a él mientras ambos se preparaban para lo que vendría.

-Tony... hazlo.

-Lo que digas, tesoro.

Se dio el gusto de enterrar a James contra la cama, sus cuerpos bailando sobre las sábanas que pronto se arrugaron por las manos tirando de ellas, estrujándolas entre gritos y quejidos combinados. Una mano del millonario buscó la erección palpitando entre sus cuerpos, jugando con ella, usando su pulgar para estimular más esa húmeda cabeza hasta que James se arqueó contra él, corriéndose en su mano como entre ellos, apretándolo de tal forma que Tony aceleró el movimiento de sus caderas al sentir que también acabaría pronto. Lo hizo mordiendo el cuello del joven, llenándolo con su semen, buscando sus labios después para un beso lánguido.

-Tony -la mirada brillante de Bucky hizo sonreír al castaño.

-James.

Descansaron abrazados, continuando sus actividades más tarde, saliendo de aquella habitación casi a la hora de ir a la oficina. Tony miró a James mientras se arreglaba frente al espejo, una marca en su cuello que apenas si era oculta por el cuello de la camisa, esos labios todavía hinchados por sus besos. Era suyo, todo suyo y de pronto no le dieron ganas de que estuviera con alguien más. James se giró para sonreírle de nuevo, estirando una mano que el castaño tomó, besando su palma antes de abrazarlo con fuerza. No era algo justo, pero no quiso perder a James, no solo porque le hubiera encantado estar con él en la cama, sino por todo lo que estaba viviendo a su lado.

-¿Tony?

-Eres como una estrella para mí.

-No digas eso.

-¿Por qué?

James le miró, acomodando su corbata. -Porque quien brilla eres tú.

Fue hasta que estuvo sentado frente a su escritorio que recordó el revisar su celular, incluso James tenía ese efecto en su persona, lo alejaba del trabajo como su obsesión por estar siempre pendiente del teléfono. Había llamadas perdidas de Steve junto con algunos mensajes. Tony suspiró hondo, sin responderlos, solo dejándolos ahí pendientes hasta que no sintiera tanto remordimiento luego de haber estado con su asistente. Uno que le trajo el desayuno y los pendientes en una carpeta para ser discutidos. Pronto tendría una reunión de negocios en Shangai, de esas aburridas que no le gustaban mucho, pero que si no asistía tendría a Pepper azotándolo.

-Espero que te comportes en mi ausencia, James.

-La torre estará aquí cuando vuelvas, te lo prometo.

-Recuerda, no le des tantos dulces a Cherokee.

-¿Aunque me amenace con despedirme?

-Ni así. Órdenes del médico.

Solo respondió a Steve mencionándole del viaje, que no estaría para que hablaran más. Agradeció ese viaje porque fue una excusa perfecta para no enfrentarse al rubio. Lo que no esperó Tony fue que cuando llegar al hotel, apenas si estaba descansando con los pies sobre la mesa mientras bebía una soda leyendo de una tableta su itinerario cuando le avisaron de que tenía una visita. Primero creyó que era Pepper, porque luego ella no el creía al llamarlo para verificar que estuviera donde debiera, se llevó una enorme sorpresa al encontrarse con Steve ahí en Shangai.

-¿S-Steve? ¿Qué haces aquí?

-Encontrarte.

-¿Viajaste...? ¿Qué pasa con tu trabajo? ¿Tus exposiciones?

-Eso puede esperar, esto no. ¿Puedo pasar?

-Oh, claro.

Tony estaba de una pieza, no podía creer que el rubio hubiera hecho algo así... algo que no hizo en ocasiones anteriores. ¿Acaso estaba sospechando algo? Se sirvió un vaso de whisky, ofreciendo otro a Steve quien negó, sentándose en un sofá junto al del millonario quien se aflojó un poco su corbata, sonriendo algo nervioso.

-Bueno, tengo que decir que esto es sorpresivo.

-¿En tal mal concepto me tienes que piensas que no puedo hacer esto por ti?

-No es eso, no en sí.

-Estos días sin verte han sido muy pesados, el silencio me grita cuanto me haces falta y lo que puedo perder si no lucho por nuestra relación.

El castaño suspiró, mirando su vaso. -¿Te parezco valioso, Steve?

-No pareces, Tony, lo eres.

-Aun no me creo que estés aquí en Shangai. Es decir, recorriste la mitad del mundo solo por...

-¿Por ti?

-Por mí.

-Entonces sí que te lastimé ¿cierto?

-Yo no fui el más acertado con las palabras o las acciones, Steve, también tengo parte de la culpa. Se trata de correspondencias y compromisos, muchos de los cuales no cumplí.

-He pensado en eso, de todas las veces que yo esperé por ti y no apareciste, de cuando tuve problemas y tú estabas en otro lado divirtiéndote.

-¿Qué soy un gran hijo de perra?

-Más bien que te presioné demasiado y te refugiaste en lo que sabías me molestaría y al mismo tiempo te evitaría dar explicaciones que no podías formular.

-Creo que tienes razón -suspiró el castaño- Aunque algunas no fueron adrede, como esa ocasión del concierto. Yo sabía que era importante para ti, pero ese cierre de trato debía ser en esos estúpidos momentos o lo perdería y no podía...

-Tu gente, ahora lo comprendo. Manejas negocios, Tony, de la que depende mucha gente. No te puedes dar el lujo de darle la espalda a cosas que aseguren esos negocios por más que desees compartir momentos especiales conmigo.

Tony dejó su vaso sobre la mesita, apoyando sus codos sobre sus muslos al inclinarse hacia Steve.

-Me dolía que yo hacía eso sin que tú lo comprendieras del todo, Steve. Como si lo que yo hacía no fuera tan importante o comprensible como a lo que tú te dedicabas. Pero tampoco quería llegar a decirte "hey, ¿sabías que dejé colgado a una junta de pesados chinos para cenar contigo?" porque se me hacía una forma de condicionarte y si algo siempre me ha encantado de ti es que no te doblegas ante nadie, eres fiel a tus principios y tu persona.

-¿Todavía te gusta esa parte de mí? -preguntó Steve con una media sonrisa.

-Jamás ha dejado de embobarme cual colegiala enamorada. Como que también hagas estupideces, digamos tomar un avión para perseguirme hasta Shangai, por ejemplo.

-Aún tengo el toque.

-Dudo que lo hayas perdido.

-Entonces ¿puedo invitarte a cenar?

-¿Eso es una cita, Steve Rogers?

-Lo es.

-Acepto.

Tony adoraba sentirse así, mimado y protegido por Steve de tal forma que era fácil bajar la guardia y mostrar debilidad que sería resguardada bajo secreto de Estado. El que el rubio apareciera así, dejando atrás sus cosas fue un gesto que conmovió al castaño, aceptando no solo que cenaran en el restaurante del hotel donde le tradujo las cosas del menú entre risas y bromas como en los viejos tiempos, sino también el invitarlo a su recámara. ¿Qué tan perverso era el acostarse con dos hombres al mismo tiempo? De nuevo le vino el pensamiento de ser un gran idiota sin valor alguno, dejando esa idea colgada en un rincón de su mente cuando Steve lo levantó por sus caderas, robándole un beso de esos que le salían tan bien, cerrando la puerta de una patada.

-Te deseo, Tony.

Bajo la luz nocturna cayeron en la cama desnudos, Steve recorriendo su cuerpo con esas manos que ya sabían qué cosas hacer y cómo. Amantes expertos recordando cómo era seducir sin peleas o frustraciones de por medio, no al menos por esa noche para Tony murmurando cual mantra el nombre del rubio al sentir la boca de este devorando su erección, corriéndose en su boca entre temblores, llamándolo a colarse entre sus piernas que envolvieron ese cuerpo atlético como sus brazos. Steve acarició su rostro al entrar, llenando de besos sus párpados, mejillas y mentón esperando a su señal para moverse, suaves embestidas esta vez, nada apurado ni con rencor, solo mimos entre susurros de cariño que sacaron una que otra lágrima en Tony.

Despertar a su lado, envuelto entre sus brazos, lo hizo añorar esos tiempos en las que podían pasar unos días de maratón sexual. Hubiera sido así de no ser por la junta en la tarde que el millonario debía atender sin falta, no que eso les impidiera hacerlo en la tina para la hora del desayuno, quedándose en la cama recostados, Tony abrigado por el cuerpo de Steve haciendo bromas sobre las diferencias de lenguaje entre el inglés y el chino. Incluso tuvieron esos juegos viejos que habían dejado de hacer, corriendo por las habitaciones completamente desnudos, una guerra de comida o de almohadas hasta que fue hora de ponerse serios. Steve lo ayudó a vestirse, costumbre olvidada en los últimos años, Tony se dejó hacer, observando esas manos procurar que estuviera impecable.

-Steve, tengo que preguntar algo.

-Adelante.

-Esto de recuperar nuestra relación... ¿pretendes que volvamos al o de antes o estás buscando algo más definitivo?

-¿Tony?

-Antes de esa tarde cuando nos peleamos, había pensado en que tal vez era buena idea si nosotros... formalizábamos nuestra relación.

Steve se detuvo, mirándolo fijamente. -¿Por qué no...?

-Me parece que no se dio la oportunidad, ni tampoco tuve mucho valor como ahora para hablar de ello. Y pensando en cómo estamos llevando esto, lo cierto es que no quiero algo pasajero, sin nombre que puede ser destruido con una pelea -Tony suspiró, observando atento las expresiones del rubio conforme hablaba- No quieres algo así ¿cierto?

-... primero quisiera que resolviéramos lo que nos hizo distanciarnos.

-Solo que yo no quiero hacerlo si esto no tiene algo grande que apostar. Ya no estoy en edad de ir y venir con parejas, de jugar a tener una relación y al otro día no. Steve, necesito a alguien para siempre a mi lado, sueño con ello, tú eres mi primera opción.

-¿Primera opción? -la frase no pasó desapercibida para el rubio, quien frunció su ceño.

El millonario se separó, terminando de arreglar su corbata y luego caminando hacia donde su maletín que tomó, mirando su reloj para saber si estaba a tiempo.

-Tienes razón, muchas cosas tienen que cambiar entre nosotros si deseamos que esto sobreviva. No te voy a mentir sobre lo que siento, Steve, ni tampoco lo que he hecho mientras no estás. Estoy viendo a alguien más, alguien que sí está dispuesto a compartir su vida conmigo.

La mirada de Steve se oscureció. -¿Ese mocoso?

-No es tan mocoso, pero sí.

-¡Tony!

-¡Anda, dilo! -exclamó el castaño sintiendo los ojos húmedos- ¡Perdóname por ser tan cobarde que corro a los brazos de quien me hace sentir como alguien importante! ¡Alguien que importa, Steve! Sí, James es mi amante. Sí, es una completa estupidez que debí mencionar antes de que termináramos en la cama. No lo tomes como una venganza, es que yo... soy una mierda para esto. En un segundo pensamiento, no te merezco. Deberías volver a Nueva York.

-Anthony...

-Siempre tuve la sensación de que yo te acaparaba del mundo, que te impedía ser realmente feliz con alguien mucho más digno que este perverso millonario ególatra. Te dejo libre, Steve, no me busques más, te has dado cuenta de que te he mentido y así no se hacen las cosas, vete antes de que eclipse esa hermosa luz que posees, dásela a alguien más. No a mí.

Tony salió despedido de ahí, perdiéndose entre la gente de los pasillos, casi saltando al primer elevador que lo llevó al piso de las juntas de negocios tomando aire con una mano en el corazón que le latía con fuerza. Estaba hecho, no más esconderse o decir mentiras. Seguro que Steve iba a odiarlo por siempre, lo tenía merecido por zorro. Por las siguientes horas en todo lo que pensó fue en números, estadísticas y fechas, volviendo a su habitación hasta la madrugada algo pasado de copas al celebrar con sus nuevos socios un proyecto aprobado. No había nadie, por supuesto, lo que le permitió romper a llorar a sus anchas hasta que se quedó profundamente dormido sobre el sofá, abrazando una botella de whisky.

Lo despertó una llamada, era de Pepper preguntando si todo estaba bien, al terminar no pudo dejar el teléfono porque la siguiente llamada fue de James.

-Becky soñó contigo, dijo que te vio navegando en una tormenta y desaparecías. Me preocupó, ¿estás bien?

-Más o menos -el castaño se talló sus ojos hinchados- Soy una mierda, James.

-No lo eres.

-Sí que lo soy, no has escuchado algo importante que hice.

-Dilo.

-... vas a odiarme.

-Lo haré si no me dices.

-Steve vino... lo hicimos.

El silencio del otro lado de la línea trajo nuevas lágrimas a Tony, quien se peinó los cabellos antes de tomar aire para no escucharse sollozar, sujetando con fuerza el celular.

-Entiendo si esto...

-Después hablamos.

Tony se dejó caer contra el sofá, un brazo cubriendo sus ojos de los que escaparon más lágrimas. Eso de ser muy leal a uno mismo comenzando por la sinceridad no era un negocio rentable en su caso. Pese a todo, se sintió mucho mejor, si bien con toda seguridad había perdido a James, al menos ya no tenía nada que esconder. Y si debía quedarse solo para el resto de sus días, no iba a quejarse luego de haber lastimado a las dos personas que le habían proferido un cariño. Fue esa frialdad propia de la soledad lo que no le agradó, tomando un baño muy caliente para su cuerpo que no pudo con ese invierno que vino a instalarse en su corazón, probablemente para siempre.

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