9. Estrellita
Capítulo dedicado a TaniaAleP. ¡Gracias por dejar comentarios! ♥
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9. Estrellita
Claro que dormí bien a pesar de saber que al llegar el lunes comenzaba una nueva semana a merced de Ivanna.
No se rían.
Tomemos como positivo el hecho de que ya nadie se burla de mi cuando entro al edificio. Isadora, la recepcionista, hace un comentario halagador sobre mi «nueva» manera de vestir y las personas que me topo en el vestíbulo y el elevador parecen estar mirando al mismísimo Johnny Depp. Soy poco menos que Jesús resucitando a los tres días.
—Sigue aquí —comentan a mis espaldas.
—¿Sobrevivió? —No lo pueden creer.
—Increíble —agregan, conmigo sonriéndoles. «Sí, señores, sobreviví a Ivanna Rojo»
Cuando llego al quinto piso inclusive detengo el cuchicheo de: Rico, Lee, Lila, Ruth y Dian, los invisibles. Tienen tanto que decir sobre mí, tal como lo hicieron una semana antes; pero ahora, estoy seguro, demostrando respeto. De modo que, comportándome como todo un vencedor, pues no es a cualquier pelele el que tienen aquí ahora, tomo asiento. Me miran sin dar crédito. Así es, compañeros, soy el poseedor del anillo de poder, el amo de las reliquias de la muerte, el dueño de las piedras del infinito. Ivanna Rojo no pudo conmigo.
Sonrío abiertamente.
—Vive —susurra Dian.
«¡Soy inmortal!»
—Que esté vivo no significa que viva —le contesta Rico —. Ya lo amaestró.
Mis hombros se tensan al escuchar eso.
—Es cierto, viene mejor vestido y lo peinó —opina Lila.
¿Lo peinó?
—Le debe estar glaseando la dona —agrega Ruth, terminando de desinflarme.
—Sí, eso debe ser.
¿Eso debe ser?
Qué manera de echar a la basura mi autoestima en cuestión de segundos. No me he ganado el respeto de estas personas, solo subí de nivel. Pasé de ser el achichincle al prostituto. Y ahora que lo pienso, en todo caso, ¿de qué me serviría cambiar su opinión? Me miren como me miren en Doble R, Ivanna me seguirá tratando mal. No es la opinión de los invisibles la que debería importarme.
—A lo mejor hasta le compra un coche —siguen.
—Es que si lo miran bien, feo no es —¿Acaso creen que no los escucho? Aunque eso último me lo quedo como halago. Hasta me volví a sentar derecho—. Si tuviera dinero hasta yo lo rentaba.
¿CÓMO?
No me esperaba ese comentario por parte de Ruth.
Al mismo tiempo, el señor Rodwell sale del elevador acompañado del ejecutivo de apellido Fonseca. «La foca» Fonseca.
—¡Luca! —sonríe feliz al verme y me pongo de pie para recibirlo. Sé que los lunes tienen sesión en la sala y vine temprano para poder hablar con él.
—Señor —titubeo. Temo haga una pregunta que no sepa contestar, tipo «¿Cómo te fue con Ivanna?». Tanto él como Fonseca estrechan mi mano.
—¿Qué tal tu primera semana con Ivanna? —Y ahí está la pregunta. Trago saliva—. Te vi en las noticias sobre un globo aerostático.
—«Inepto detiene el tráfico de la ciudad» —añade Fonseca, también recordando lo que vio o leyó—. Eso decía el titular.
—Sí, Ivanna es creativa a la hora de poner quehacer —esbozo una mueca—. Señor Rodwell —agrego rápido. Hora de disculparme, creo—. Dudo que...
—Lionel —me corrige.
—Lionel —cambio el peso de mi cuerpo de un lado al otro. Tengo los ojos de medio piso encima de mí, esperando—, dudo haber hecho bien la tarea que me encomendó. Verá —otra vez trago saliva—, Ivanna... —De nuevo parezco niño pasando queja.
—Tranquilo, Luca —El señor Rodwell coloca una mano sobre mi hombro—. Con el simple hecho de que luego de una semana sigas aquí, me doy por bien servido. Ivanna no es el tipo de mujer que aprendes a tratar de la noche a la mañana. Lo has hecho bien.
Bajo mi mirada. Me esperaba un regaño y, por el contrario, se muestra comprensivo. El señor Rodwell es un buen jefe.
—Gracias, señor Rodwell.
—Lionel —vuelve a corregir—. Pon atención a los detalles —recomienda ahora—. No sé, regálale flores. A las mujeres les gusta ser colocadas sobre un altar de cumplidos.
Tal como lo dice, pareciera que en lugar de trabajar para Ivanna me pidiera enamorarla.
—Estoy casi seguro de que Ivanna me haría tragar esas flores con todo y espinas, señor Rodwell. El punto es...
—Relájate —insiste él igualmente viendo con buenos ojos mi nueva manera de vestir—. Eres joven, apuesto... sabrás ganártela —Su tono, pareciera, esconde una promesa. Fonseca también está sonriendo.
Según ellos, mi linda cara es lo único que necesito para ganarme a Ivanna. A lo lejos vuelvo a escuchar las puertas del elevador. Alguien más llegó y por el estrepitoso «tac tac» sobre las baldosas y miradas curiosas no necesito preguntar quién. Es obvio.
—Ivanna —la saluda el señor Rodwell.
—Judas —saluda ella de regreso con buen ánimo, dejándome atónito.
Después se instala junto a mí. Como siempre, su larga cabellera castaña cae a los lados, envolviendo su perfecto rostro. Una vez más viste completamente negro, salvo el color de sus labios, que es rojo.
—¿Perdón? —inquiere Lionel.
Ivanna coloca una mano sobre su pecho aparentando asombro:
—¿No fuiste tú el que se disfrazó de Judas el último Halloween?
—No —El señor Rodwell se mueve incómodo—. Yo era Jesús y el resto de ejecutivos, excepto tú, mis apóstoles —le «recuerda».
—Oh, debí olvidarlo —se disculpa Ivanna acomodando de mejor manera el bolso que trae en su brazo para, a continuación, girarse y acomodar ella misma el cuello de mi camisa. Todo lo hace mientras continúa hablando. «¿Qué carajo?» Las miradas de nuestros compañeros continúan sobre nosotros. Más ejecutivos llegan. Lindo espectáculo estamos dando. «¿Qué-en-el-infierno-intenta?»—. Este año anímate a más y disfrázate de Dios —sugiere ella al señor Rodwell—. Lo harías bien.
—¿Qué tal es Luca como asistente? —cambia de tema el señor Rodwell pareciendo divertido.
—Fenomenal —Ivanna acuna mi barbilla entre sus manos y me mira con orgullo—. Casi no tira café al servirlo.
—He hecho más que servirte café, Ivanna —me defiendo a la vez que ella me da la espalda. La sigo junto al señor Rodwell y Fonseca hasta la sala de juntas.
—Sí, le está sacando el veneno a la víbora —escucho que murmura alguien a nuestro paso.
La sala de juntas es un salón que casi en su totalidad ocupa una mesa rodeada de asientos reclinables, hay cuadros del señor Rodwell en las paredes, una pantalla, un proyector y toda la pared a mi izquierda es una vidriera con vista a la ciudad. ¿Aquí también sienten ganas de saltar?
Ya hay ejecutivos y asistentes dentro. El señor Rodwell ocupa la cabecera de la mesa, el señor Aguilera, como vicepresidente, el lugar junto a él y los demás ejecutivos el resto de los asientos. No así los asistentes como yo que nos sentamos una silla atrás del ejecutivo para el que trabajamos. Es como estar en la mesa, pero no formar parte de ella. Supongo que solo venimos a tomar nota.
—¿Quién falta? —pregunta el señor Rodwell listo para empezar la reunión.
—Lobo, como siempre —contesta con desdén una mujer, otra ejecutiva, la única además de Ivanna. Escucho que la llaman Dorothea. Mi jefa, por otra parte, se prepara para comenzar a tomar nota.
—La frase, Aguilera —pide el señor Rodwell al hombre a su derecha.
El señor Aguilera, un hombre anciano, se pone de pie.
—«Lo más hermoso del trabajo en equipo es que siempre tienes a otros de tu lado» Margaret Carty —dice recibiendo aplausos, con excepción de Ivanna que solo abre de forma significativa sus ojos. No está de acuerdo.
Aguilera vuelve a tomar asiento.
—Por las llamadas que me han hecho algunos durante la semana sé que les fue bien —inicia el señor Rodwell haciendo un ademan a su secretaria para que pida bebidas— La Foca, Blanco y Lobo salieron de la ciudad —Escuchar eso pone alerta al resto. Día y noche compiten entre ellos para ver quién tuvo la mejor cacería—. Nos espera una reunión larga.
El trabajo de los ejecutivos en Doble R es conseguir clientes que paguen por asesorías, y no es la cantidad de «cuentas» que cada uno consiga lo que importa, sino el valor que tengan. Uno por uno platica al señor Rodwell su semana dando nombres de empresas y personas, posicionándose en un lugar del tablero. Hasta el siguiente informe cada ejecutivo ocupará el lugar asignado de acuerdo a sus logros. Lobo tuvo el primero esta semana e Ivanna el segundo, pero estos cambian conforme cada ejecutivo presenta sus logros; Ivanna, por el momento, se encuentra en el quinto lugar.
—¿Ninguno se atrevió con los imposibles? —pregunta el señor Rodwell señalando un folder a su lado—. Hay una nueva cuenta ahí. Sizy, el proyector —pide a su secretaria y en la pantalla aparece un listado de cuentas.
Grupo M.
La fabulosa.
Savoye.
Becker Steak House.
Cervera S.A.
Osinalde.
Victoria. Centro de estética.
Rossi's Pizza
Solatano & Delvecchio.
—Todas empresas en crecimiento —señala el señor Rodwell.
—Yo tengo en espera una cita con Osinalde —afirma un ejecutivo que se apellida Cuadrado. Los demás ríen—. ¡Lo juro!
—Yo tengo agendada una cita con Becker Steak House esta semana —asegura Ivanna y esta vez nadie ríe. A ella si la toman en serio.
—¿Con el señor Becker? —pregunta el señor Rodwell.
—La hija —El señor Rodwell se muestra dudoso—. Suele delegarla a ella —agrega Ivanna.
—Bien. ¿Qué te parece si ahora tú presentas tu informe, Ivanna? —pide el señor Rodwell.
Es el turno de mi jefa para hablar de su semana.
—Cerré el trato con Ricordel —empieza, generando la admiración de todos—. Plasticola también expandirá su negocio con nuestra asesoria —El señor Rodwell observa críptico a Ivanna. Ella le entrega su informe: un folder color rojo—. Fue un gran lunes —Le sonríe como si lo retara.
Por supuesto, en lo que yo como idiota recibía un ataque de pelotas y esperaba su Cosmopolitan, ella cerró tratos importantes.
—Eso es lo más significativo —añade mi jefa, mirando con altivez al resto de sus compañeros—. Lo demás son cuentas pequeñas.
Sizy, secretaria del señor Rodwell, comienza a tomar nota. Por otro lado, ahora comprendo mejor por qué los demás desprecian a Ivanna. «Lo demás son cuentas pequeñas». En pocas palabras, acaba de decirles que cualquier cuenta debajo de Ricordel o Plasticola no es importante. Lo hizo mejor que ellos.
Una vez Sizy termina de revisar el informe, asigna a Ivanna el primer lugar. Nadie aplaude. A diferencia de cuando hablaron otros, a ella nadie la celebra. Y no parece importarle. Ivanna mueve hacia un lado su cabello y sonríe.
—Muy bien, Ivanna —la felicita el señor Rodwell con reserva.
Un portazo y todos saltan.
—¡Buenos días! —saluda Lobo a todos como si abriera un telón en lugar de la puerta de una sala de juntas. Incluso se comporta teatral. En su mano sujeta un portafolio—. Perdón la hora —dice y se toma su tiempo para dar apretones de mano y besos. Lleva puesto traje completo, aunque sin corbata y unas gafas de sol.
—Llegas tarde —le reclama Dorothea y Lobo pasa de los ejecutivos que aún debe saludar para esta vez concentrarse solo en ella.
—Vengo del aeropuerto —justifica, fingiendo arrodillarse delante de Dorohea, dando a continuación un fuerte apretón de manos al señor Rodwell que le mira como si su celebridad favorita llegara.
Lobo ocupa el asiento al lado de Aguilera, el que está frente a Ivanna. Esto es importante porque, en cuanto está delante de ella, se saca las gafas y le sonríe pese a que Ivanna es la única que, por mucho, le mira con odio.
—Ivanna —la saluda y ella guarda silencio. Después me mira a mí—. ¿Qué tal tu nuevo edecán? —pregunta.
¿Edecán?
La sala completa ríe. Ivanna no contesta.
—Qué cambio. Ahora viste bien —continúa Lobo «halagándome». Recuerdo cómo me recibió—. ¿De qué compañía es el traje?
Espera a que conteste yo pero Ivanna lo hace por ambos:
—Chevalier.
—Wow —Lobo aplaude y otros le siguen. Soy su burla.
De nueva cuenta la única que no luce contenta es Ivanna.
—¿Tanto te asombra que sea más costoso que el tuyo? —le pregunta a Lobo y de nuevo la sala ríe.
—No es más costoso que el mío —se defiende Lobo acomodando con estilo su solapa y haciendo soltar a Ivanna un silencioso «Já».
—¿Podemos continuar? —agrega mi jefa—. Tengo cosas que hacer. Citas que atender.
—¿Presentas tu informe de una vez, Lobo? —pregunta el señor Rodwell.
El tipo sonríe sin dejar de ver a Ivanna.
—No tuve tiempo de redactarlo pero puedo dar un avance —dice, dirigiéndose a toda la mesa.
El señor Rodwell asiente:
—Te escuchamos.
Lobo, para mi sorpresa, insiste en dar su atención a Ivanna. La mira más que al resto.
—Savoye —anuncia sacando con estilo una hoja de su portafolio para, acto seguido, como si estuviese en una silla de playa, sentarse colocando sus manos tras su nuca.
No es por nada pero Ivanna parece contener la respiración. Las miradas de toda la mesa son de asombro. El mismo señor Rodwell está sin palabras.
Miro la pantalla. Ahí dice «Savoye». Lobo consiguió una de las cuentas «imposibles».
Primero un aplauso... un aplauso apenas audible, pero que no tarda ir en crescendo; le sigue otro y otro. Al cabo de unos segundos, Lobo está recibiendo una ovación.
La única que no aplaude o sonríe es Ivanna, que además se muestra pesarosa y Lobo, por supuesto, tal como ha hecho desde que llegó, no aparta los ojos de ella.
—Si dudan de mí —añade buscando otra vez dentro de su portafolio—. Aquí tengo las firmas —saca un par de hojas y las coloca sobre la mesa, justo frente a Ivanna, que continúa seria.
—Señor vicepresidente —llama Cuadrado a Lobo para felicitarlo, lo que ensancha la sonrisa de Lobo y, por ende, termina de acabar con Ivanna. Sé cuán importante es la competencia para ella.
Rápido recoge sus cosas, se pone de pie, coge el folder del señor Rodwell cuyo contenido es información de las cuentas imposibles y hace su camino hasta la puerta. Abandonará la sala. No obstante, que haya cogido el folder envía un mensaje a todos.
La sigo.
Afuera, en el quinto piso, la gente finge estar ocupada, pero de reojo no pueden dejar de ver a Ivanna. Juzgan su ropa, su forma de caminar, a ella completa. Recuerdo que fue lo mismo mi primer día. Entonces solo era espectador. ¿Qué sentirá Ivanna de saberse tan observada? Tan... vigilada.
Camina directo al elevador, espera a que llegue y, al abrirse las puertas de este, los dos entramos. La miro de reojo, los suyos lucen irritados, como si quisiera llorar. Pero se contiene. Traga saliva, parpadea rápido para disimular y no permite que las lágrimas salgan.
—¡Ivanna!
En menos de tres segundos tenemos a Lobo frente a nosotros que, colocando sus manos de lado a lado, evita que las puertas del elevador se cierren.
—¿Estás bien? —pregunta e Ivanna no contesta—. Lamento haberte incomodado —se «disculpa» haciéndome enfurecer—. Tú misma sabes cómo son los negocios —Es su sonrisa torcida lo que me saca de mi zona, que finja solo para fastidiar aún más a Ivanna. ¿Por qué no solo la deja ir?—. Quizá cierres alguno de esos tratos —señala el folder con las cuentas imposibles— o cuando menos el de Plasticola
—Ya cerró el de Plasticola —intervengo sin pensarlo. Solo... salió. A Lobo le sorprende que sea yo el que hable—. Lo acaba de presentar en su informe —añado.
Es el turno de Lobo para ver con asombro a Ivanna. Se quedó sin palabras. Sin embargo, trata de no apartar la sonrisa de su rostro. No quiere dejar de verse como el ganador.
—¿Felicidades?
De nuevo miro de reojo a Ivanna. Ya no tiene la guardia baja. Ahora sonríe... ¡Sonríe! Otra vez se muestra altiva delante de Lobo y, por alguna razón, eso me hace sentir bien a mí.
—Será una competencia dura —agrega el tipo asintiendo ligeramente, pareciendo «alabar» a mi jefa. Es solo un actor barato.
Luego me mira a mí. Aún sonríe pero hay algo más en sus ojos, algo que no logro reconocer; como cualquiera aquí, supongo, no esperó que saliera en defensa de Ivanna. Para ser sincero yo tampoco lo esperaba. Fue algo instintivo... natural... No sé cómo llamarle.
—Sayonara —se despide apartándose de la puerta. Las puertas del elevador se cierran.
De inmediato, Ivanna empieza a buscar dentro de su bolso y siento mi pecho desinflarse.
¿Post-it por hablar cuando no me lo piden? ¿Por sonreír? ¿Por existir?
Pero no. No. Lo que saca del bolso es el cartoncillo de pegatinas con estrellitas. Arranca una y, sin mirarme directamente, la pega en mi frente.
No sé qué decir pero otra vez sonrío. Hice algo bien... Hice algo bien y, para mi asombro, ella está reconociéndolo. El ambiente cambió por completo dentro del elevador. Ahora los dos sonreímos.
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¿Qué tal? Esto sigue tomando forma.
Para tomar en cuenta antes de leer el siguiente capítulo: ¿Qué le dijo Alex a Luca que no hiciera cerca de Ivanna? xD
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